I. Dream Over
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"La única manera de saber que hemos estado soñando es despertar."
Wayne dear
—¿Hola? Hay alguien aquí? —la joven murmuró con cierto temor y con poca seguridad de si quería recibir respuesta o de si le agradaría quién se la llegara a dar. Su voz se oía ronca, haciendo que ella se preguntase por cuanto tiempo no había hablado.
Habían pasado cerca de algunos 5 o 10 minutos desde su despertar. Sus ojos ya se habían adaptado a la tenue luz y la sensación adormecimiento de sus músculos se había ido, la tos también sin embargo la resequedad en su garganta aun continuaba.
La inclinación casi oblicua le permitía tener una vista panorámica de la habitación. Annabelle desconocía todo a su alrededor, de lo único que estaba segura era de que no estaba en un hospital y si lo era, de seguro que debía pertenecer a alguna película de ciencia ficción y horror a la vez, pues las máquinas que había a su alrededor -una especie de cajas color blanco amarillento con puntos titalantes rojos y otros verdes que se mantenían fijos, que eran acompañadas por un incesante "piip"-. La baja iluminación que solo recaía sobre ella y las paredes color beige oscuro tampoco ayudaban nada a mejorar su impresión.
Annabelle no era capaz de dilucidar si aun seguía soñando o no, su mente no estaba con su capacidad al cien por ciento como para diferenciar fantasía de realidad. Y el viciado aire de la habitación sólo la hacía sentirse más mareada y perdida.
La chica recordaba brevemente haber soñado con una doble suya que le decía algo. Bien podía no haber despertado y quizá seguir sumida en ese sueño.
O tal vez no. Tal vez estaba despierta.
Viendo en las circunstancias en las que estaba le convenía lo primero. Pues tenía ambos brazos atados con muñequeras de metal a los costados de la cama al igual que sus piernas.
Los recuerdos en su mente no eran precisamente los más esclarecedores. Estaban fragmentados.
Los más recientes la mostraban atravesando un agujero negro. El haber conocido a ese joven quien era una versión paralela de Mike Shinoda (vocalista y fundador de Linkin Park, banda de la que Annabelle era gran fanática) y también versiones paralelas del resto de la banda. Sin duda, esa había sido una gran aventura, pese a los inconvenientes surgidos.
Inconvenientes...
Aquello podría ser, sí...
Annabelle se estremeció ante esa posibilidad. Pero, lamentablemente, encajaba. Podría ser que aquella "organización", esa CIA paralela que la había secuestrado en aquella ocasion, hubiera conseguido dar con ella. Podía ser era una posibilidad, remota pero posible.
No, no era posible. En primera porque ella había vuelto a su universo gracias a aquel científico de nombre Henrik, que logró construir un acelerador de partículas para que recreara el agujero negro.
En segunda, porque las instalaciones eran distintas, Annabelle recordó, era diferente con buena iluminación, y de paredes traslúcidas para que aquellos científicos la analizaran como a una rata.
Además no era el modo de actuar de esa organización, buen sólo había estado cautiva un día allí, antes de que Mike y sus amigos la rescataran, pero bien había llegado a ver la inmunidad con la que actuaban y aun si hubieran viajado a su universo sólo para buscarla (algo imposible porque no existían más máquina que la de Henrik y de hecho no era del todo confiable), ellos no la hubieran sometido a ningún sueño, solamente la hubieran encontrado, pegado un balazo y llevado con toda calma a su universo; ya que, según ellos mismos le habían dicho, valía más muerta que viva. Además que su presencia causaba una paradoja que amenazaba con destruir ese universo. No había motivo para mantenerla con vida.
Bien, así fue como el ser capturada por la CIA fue una opción que descartó.
Sin embargo, aun quedaba una peor, que el agujero negro la halla llevado a un universo diferente, y quizá se hubiera desmayado y caído en ese tal sueño del que tanto quería advertirle su tétrico yo. O tal vez ese solo era otro sueño más, podía seguir dormida en su habitación, después del golpe que había recibido en su cabeza, eso podría ser posible.
Había un mar de posibilidades.
Annabelle se removió en la camilla, estar en esa posición ya le estaba incomodando. No quería seguir más allí. Annabelle observó sus ataduras y trató de sacar una de sus manos, jaló y jaló pero lo único que consiguió fue que su brazo le doliera más. Entre tanto tironeo comenzó a sentirse como una cabra que ha atrapado su cabeza entre medio de las tablas de su corral y tironeaba en vano para soltarse ya que sus grandes cuernos le impedían que la sacara, y ella estaba así ahora, sabía que era sólo un gasto inútil de energía y que nada conseguiría más que desgarrarse la mano, sin embargo lo continuaba haciendo. Annabelle dejó escapar un suspiro. «Una vez más», se dijo. Pero en cuanto iba a volver a su repetitiva e inútil acción se quedó detenida; había visto unas marcas verdes en su brazo. Parecían alguna clase de escrito o algo similar.
La chica enarcó una ceja y jaló su brazo hasta ella, sólo se movió pocos centímetros pero bastaron para que alcanzara a leer: "S.56_32"
Annabelle torció el gesto en una mueca de estupefacción. Eran los números que había visto en su sueño. ¿Aun seguía soñando? ¿Qué significaban esas palabras?, se preguntó, ¿Por qué estaban pintadas en su piel?
Algo debía de haber pasado entre el regreso a su mundo y aquel sueño o tal vez antes...
—¿Hola? —volvió a insistir. Sin importar de quien fueran, necesitaba respuestas— ¡Por favor! ¡Contesten!
****
En un piso más arriba a la habitación de la joven, tres personas se encontraban. El primero era un hombre de cabello cano y barba grisácea, vistiendo un ostentoso uniforme militar, los otros dos eran más jóvenes y llevaban batas blancas de laboratorio.
Esta sala, a diferencia de la otra, era de paredes azuladas y contaba con la buena iluminación de tres tubos fluorescentes. Había una fila de 10 computadoras ubicadas frente a un gran ventanal que tenía vista panorámica a la habitación de la chica. Todos estos aparatos tenían el monitor encendido, pero estaban desocupados y con las sillas desordenadas, indicando que momentos antes de seguro habían sido utilizadas.
Ninguno de los presentes se había percatado aun de lo que sucedía en la monitoreada habitación puesto que se encontraban sumidos en una conversación.
—¡Fantástico informe! —felicitó el militar mientras hojeaba por tercera vez un grueso folder de tapas grises, el cual tenía un rótulo en el que estaba escrito:
Acquire th3 Ezhel_Inf_56
Sujeto: Annabelle Dillinger
Universo: 32
—La información que ha obtenido de ambos objetos de estudio es bastante completa —continuó hablando el militar—; esto será de gran utilidad para nuestro propósitos. Sin duda, Michael Shinoda, usted ha sabido ganarse su puesto.
El viejo militar, cuyo nombre era Samuel Henrik y era el General de ejército estadounidense, no era un hombre de andar con aquel tipo de familiaridades, pero tenía motivos de sobra para felicitar a aquel joven. Henrik no confiaba en el proyecto "Acquire Th3 Ezhel 1.1" y menos en quien habían puesto a dirigirlo; el proyecto ya era descabellado en sí, pero poner un científico de, en ese entonces, 25 años a cargo de un equipo de científicos mayores que él lo era aun peor; sin embargo con cada informe que leía se vio obligado a aceptar que se había equivocado.
El general Henrik en aquel momento había puesto el grito en el cielo, ya que él líder de todas las divisiones encargadas del proyecto (puesto que, él sabía, le habían dado por pura consideración hacia su persona. Henrik era un hombre de unos 60 años, y, pese a que físicamente se mantenía bien, se decidió que él ya no estaba para batallas y habían decidido dejarle todo el trabajo de oficina). Henrik debía controlar que todas las divisiones funcionaran a la perfección y pasar los constantes reportes de los avances y/o retrocesos que hubieran en el proyecto. Y en caso de alguna falla él debía asumir la responsabilidad, por ser sus equipos.
Para su fortuna, aquel proyecto funcionaba de maravilla y, gracias a ello, la Tierra del universo 23 había logrado evolucionar su tecnología a paso agigantado.
Michael Shinoda asintió con la cabeza, sonrió levemente y dijo:
—No ha sido solo un logró mío sino del equipo de profesionales en general, de gente como Robert Bourdon, aquí presente —Michael señaló al joven alto de cabello negro largo casi hasta los hombros, que estaba a su lado. Aquel muchacho era su asistente Robert Bourdon, un muchacho sólo dos años menor que él que había logrado obtener aquel trabajo por sus excelentes referencias universitarias.
Michael Shinoda se sentía incómodo de recibir halagos por aquel proyecto, el joven científico era un hombre extremadamente modesto pero no era sólo por ello que no se sentía a gusto con las felicitaciones. La idea de secuestrar a gente de diversas Tierras de universos paralelos y sumirlos en un "sueño perfecto" para poder realizar investigaciones con mayor facilidad, siempre le había parecido que era algo detestable. Sin embargo, debía hacerlo; pues, pese a los métodos, él sabía que hacía un bien a su propio universo y planeta. Eso era lo que se repetía a sí mismo constantemente, para así continuar con el proyecto y acallar sus remordimientos al menos por unos instantes. Era como su mantra personal.
—Por supuesto, por supuesto... pero es usted quién los dirige. Usted está al mando. No importa que tan bien capacitados sean los miembros del equipo, si no hay buen líder que los dirija. Eso es algo que los viejos militares como yo hemos aprendido en combate. Prueba de esto son rodas estas medallas —Henrik señaló orgullosamente todas las medallas que tenía colgadas en el pecho, y estas parecían relucir gracias a la ayuda de uno de los cinco tubos fluorescentes pegados en el techo— Usted es una muy buena cabeza de equipo, si usted tuviera un poquito más de entrenamiento militar yo lo pondría a comandar alguno de mis ejércitos.
—Es una oferta... tentadora. Pero lo siento, pero mi vida es esto: la ciencia. No fui hecho para el combate, eso se lo dejo a usted y sus soldados; que hacen un muy buen trabajo.
Michael llevó su mano hasta su frente y trató lo más disimuladamente posible de correr el cabello a modo de flequillo que le molestaba la visión, sin éxito alguno; había pasado un largo tiempo trabajando con los últimos sujetos de investigación y los anteriores a estos, que no había tenido tiempo de cortarse el cabello o afeitarse la barba que también comenzaba a molestarle. Pero Michael era así, cuando iniciaba un trabajo no paraba hasta terminarlo aun si era uno como éste.
El militar sonrió complacido por la respuesta, movió los labios para decir algo pero en ese momento fue interrumpido por una voz que venía desde el radiocomunicador que tenía en su cinturón.
—General, 56_32 ha despertado.
Estas palabras hicieron que el alegre temple del militar cambiara y este frunciera el entrecejo recuperando su típico gesto malhumorado.
Rápidamente los dos científicos y el militar posicionaron sus miradas en la ventana que daba al cuarto de la chica. La joven en efecto, estaba con los ojos abiertos y mirando a su alrededor bastante confundida. Mientras se esforzaba por soltarse de sus ataduras.
—Gracias por la información, soldado —dijo Henrik por el comunicador y lo volvió a guardar.
—No es posible —murmuró Michael Shinoda—. Se suponía que MORFEO debía mantenerla sumida en el sueño al menos hasta mañana.
MORFEO era la máquina que usaban para mantener dormidos a los "sujetos seleccionados" para investigación. Consistía en un CPU fraccionado en cinco CPUs de tamaño mediano que ocupaban parte de la habitación de la chica, unos cables que estaban pegados en la sien derecha e izquierda de la cabeza del sujeto en cuestión, y un monitor de 15 pulgadas en donde se podía visualizar el sueño que vivía aquel que estuviera sometido a la máquina. Aunque este último no era de interés para ellos, sólo era para confirmar que el sueño marchara bien y que no hubiera complicaciones y de esa manera las investigaciones se hicieran sin obtener alguna sorpresa en el proceso. Un despertar anticipado por ejemplo. Aquello era lo peor que podía suceder cuando se trataba de humanos de Tierras de universos avanzados quienes, por lo general, eran más listos pero también más fuertes. Pero este no era uno de estos casos.
—Oh, no se preocupe —dijo Henrik con una tranquilidad que a ambos jóvenes le pareció extraña—. Ha de ser una falla de la máquina. Haremos que el equipo de ingenieros encargados de MORFEO, le hagan una revisión. El trabajo ya ha sido finalizado. Por ahora deberemos de continuar con el siguiente paso.
—El borrado de memoria y regreso a su universo —dijo Michael como esperando una confirmación.
—Sí, así es. Pero eso ya no es trabajo para su equipo. Dentro de poco sus científicos y mis soldados llegaran con los nuevos sujetos de estudio del universo 40. No son la gran cosa por los reportes que han enviado, pero lo mejor es que ya halla terminado de afinar el reporte, para trabajar sólo en los nuevos. Sería bueno que avise a Delson de esto también.
—Así lo haré —MIchael ya iniciaba marcha, cuando, como si recordase algo importante, se detuvo—. Hay algo que quería saber. ¿Usted tiene todos los equipos que participan en este proyecto a su cargo ¿verdad?
—Así es. El proyecto fue asignado a mi cargo, y mantengo vigilancia a todos los sectores participantes. Pero eso usted ya lo sabía.
—Es sólo que... —el científico dudó de si expresar su cuestionamiento o no—. Es sólo que yo alcancé a ver una parte de su sueño y era acerca de esto, de universos paralelos. Ella creo que tiene algo de conocimiento de esto. ¿No le preocupa? —dijo al fin, pero no era lo único que quería preguntar, él también se había visto a sí mismo. Michael estaba enterado de que según la teoría de los mundos multiples había posibilidades de que hubieran dobles de sí mismo en otras Tierras, pero lo que allí sucedía le había hecho querer averiguar más.
—Ella sabe esto por un error del equipo durante el viaje, equipo del que usted formó parte —dijo con amable tono—. ¿Me preocupa? No. Usted sabe bien que tanto tanto la mujer como su compañero serán regresados a su mundo con la memoria borrada y en ese momento ya no importara lo que hayan visto o no. Ninguno recordará nada. ¿Alguna pregunta más?
—No, creo que no.
—¡Muy bien! Retirense entonces —la amabilidad continuaba en su voz, pero Shinoda pudo percibir un ligero tono más autoritario esta vez.
El científico asintió con la cabeza y abandonó el lugar seguido por su asistente, no sin antes darle una corta y curiosa mirada a la joven cautiva en la habitación. Las puertas metálicas se abrieron automáticamente cuando percibieron la presencia de los dos jóvenes.
Ya se hallaban cruzando estas, cuando un joven de cabello rizado alborotado (en un estilo casi afro), espesa barba y vistiendo una bata similar a la de ellos; apareció por el pasillo. Delson tenía la misma edad que Mike: 29, sin embargo con aquel look lucía mayor que él.
El jefe del equipo científico sonrió al verlo. Al parecer se había ahorrado camino.
Se trataba de su amigo de la infancia y actual colega Bradford Delson. Ambos trabajaban juntos en el proyecto "Acquire th3 Ezhel 1.1"
Ambos se detuvieron.
—Brad, justo estaba yendo a buscarte.
—Yo igual. ¿Tienes el informe? Lo necesito para complementar con los informes del otro. ¿Qué tal Bourdon? —saludó a Robert al notar que éste se hallaba ahí.
—Bien —contestó el joven en tono neutro.
—Ehh... No. No lo tengo. Se quedó con el General. Se lo estaba mostrando ahora. Creo que aun debe seguir allí, te acompaño.
—¿Me va a necesitar para algo más? —inquirió Robert Bourdon a su jefe.
—No, por ahora. Creo que estas libre. Pero no te alejes mucho, es posible que tengamos más trabajo
Rob asintió con la cabeza y se fue.
Los científicos vieron alejarse a Robert, y luego se dieron media vuelta y volvieron en dirección en dirección al laboratorio.
—Estoy pensando en darle algún puesto mayor —comentó Mike.
—¿Hablas de Rob? No es mala idea. Le he visto trabajar es muy bueno en ello, para la edad que tiene.
—Es solo dos años menor que nosotros —acotó el jefe de científicos.
—Cierto. Pero tal vez deberías tomarte un tiempo para decidirlo. Lleva muy poco trabajando con nosotros. Un año y medio, si mal no me equívoco—. No niego que es un buen trabajador y muy listo, (más que tú de hecho) pero es algo no sé... "callado". En el tiempo que ha estado en el equipo no le he visto hablar con nadie. Ni siquiera con nosotros y mira que yo soy un buen conversador.
—No estarás pensando que es un traidor —dijo Michael volteando a ver a su amigo, sin duda los viejos instintos de Brad se mantenían aun activos a pesar de los años.
—No, Mike. Para nada —negó, aunque esa posibilidad había pasado por su cabeza—. Solo digo que es algo introvertido para darle algún puesto importante ahora mismo, tal vez lo asfixiarías. En fin, ¿qué querías decirme?
—¿Decirte? Ah... Sí. La chica despertó antes de tiempo así que será...
—Enviada de regreso a su mundo antes de lo pensado —completó Brad. Adivinando la pregunta que Mike tenía por la expresión de su rostro, agregó:— Me lo avisó el oficial que vigila la habitación del otro sujeto, quería confirmar si el 55_32 seguía dormido.
—¿Y lo estaba?
—Tranquilizate, él está sumido en el sueño perfecto y no ha dado muestras de querer despertar pronto. Esta como dicen por ahí en "Brazos de Morfeo". Bueno... —Brad hizo una pausa— tuvo un poco de actividad neuronal anormal hace un rato, pero nada importante. Su universo es muy involucionado como para superar a una máquina como MORFEO, lo más posible que es que la máquina halla tenido alguna falla. Y es bueno haberla visto ahora. ¡Imagínate si hubiera sucedido con alguno de alguna Tierra más evolucionada! Ahí si que nos las hubiéramos visto negras.
—Creo que tienes razón —fue lo único que pudo decir Mike y se dedicó a pasar su dedo por el controlador de huellas digitales de la puerta mecánica de su lugar de trabajo.
La puerta sólo se abría sola de adentro pero por fuera siempre necesitaba de su huella digital para abrirla por fuera. Una seguridad muy necesaria para evitar el paso de intrusos, más aun en tiempo de de guerra como en los que estaban en ese momento.
Brad se disponía a pasar cuando, Mike interpuso su mano.
—Espera. Creo que el General esta con alguien —dijo. Él había oído voces provenir del interior de aquella sala de monitoreo—. Es mejor no interrumpir.
Cruzaron la puerta y ésta se cerró, sin embargo ellos se quedaron parados en una esquina.
En efecto, el General Henrik se encontraba hablando un soldado raso y no se veía nada contento. El soldado era un muchacho delgaducho y con uniforme verde mucho más sencillo que el de su interlocutor. Se podía notar a pesar del gorro que llevaba que tenía la cabeza rapada. El joven no era mucho mayor que los dos científicos.
Mike no podía ver exactamente a ver quien era, pero Brad sí.
—¿Qué no es Bennington? —inquirió— El sicario ese —soltó despectivo. Y no era para menos corrían cientos de historias con respecto a ese soldado y su pasado delictivo, nada confirmado pero lo suficiente como para que alguien como Brad le tomara mala voluntad.
Mike observó con detenimiento, y confirmó que se trataba de aquel soldado.
—Es él. Pero no le digas así. —reprendió Mike a su amigo, a él no le agradaba que Brad sacara conclusiones apresuradas de cualquiera, menos cuando no lo conocía. Mike tampoco conocía a Bennington -si acaso habrían intercambiado una palabra o dos-, pero no le parecía un mal tipo; y desde su punto de vista los rumores que corrían sobre Bennington eran falsos—. El es un soldado de la nación. No un delincuente.
—Bien, mercenario entonces —soltó con ironía.
Mike negó con la cabeza e iba a replicar, pero se quedó silencio cuando la estridente voz del General resonó por todo aquella sala. Parecía estar furico.
—¡Debes hacer lo que se te ordene! Los dos serán llevados al monoblock catorce, allí es donde estarás esperando y me supongo que no debo decirte que es lo que deberás hacer.
«¿Acaso se refieren a los...?», se preguntó Mike extrañado. No era posible. El trabajo de borrado de memoria lo hacían un equipo de médicos y luego el de ingenieros era quienes los llevaban de regreso y todo eso sucedía en el monoblock 18, según Mike tenía entendido. Además qué tenía que ver un soldado como Bennington con los dos jóvenes.
—No lo haré, ¿no lo entienden? Ya no hago ese tipo de trabajos. Creí haber dejado claro a usted y los demás superiores que ya no pretendo hacer ese tipo de "trabajos" ¿Acaso no es capaz de entenderlo? —Chester refutó, su voz sonaba casi tan fuerte como la del General.
—Ordenes son órdenes. ¿Quieres desobedecernos otra vez, ah? No creo que tu familia te quiera ver preso. La otra vez debiste matar al soldado de la rebelión y te negaste, te la dejé pasar Bennington, por que tú y tu grupo fueron quiénes lo capturaron; pero no habrá más consideraciones. Si te niegas a acabar con esos dos seras considerado traidor ¿entendiste? Hablas de tu familia, pues piensa en ellos entonces.
—Ya he dicho que no soy ningún asesino. Y esto es distinto... son inocentes. No tienen la culpa de haber caído en garras de usted y sus científicos ¿por qué habría de hacerlo? Además siempre se han encargado otros soldados de ese trabajo, ¿por qué ahora debo hacerlo yo?
Henrik dejó escapar una burlona sonrisa.
—Tú aquí eres un recluta más, en nada tienes que cuestionar; sólo debes hacer lo que se te ordena. Si hoy a mi y a los altos mandos se nos da la gana de que asesines a esos dos terrestres involucionados. ¡Lo haces! —bufó—O bien paga las consecuencias.
—Esos dos —Mike murmuró a Brad— creo que se refieren a...
—Esta bien —Chester agachó la cabeza, derrotado—. Lo haré, ambos jóvenes morirán esta noche.
¿Moriran? —Mike ya había sospechado a lo que se referían, pero al oir esas palabras que confirmaban sus pensamientos, no pudo callar más y caminó hasta los militares con paso firme. — ¿A que se refiere? ¿Por qué este soldado debe matarlos? —le increpó.
Tanto Chester como el General se giraron a verlo. El rostro furioso de Henrik cambió repentinamente al ver a científico favorito asomarse, pero pronto retomó su severa actitud anterior aunque algo más suavizada.
—Retirate, Bennington —ordenó en un bramido a su subordinado, y éste así lo hizo. Luego se dirigió a Mike, con más tranquilidad:— Michael Shinoda... Bradford Delson —agregó al ver al del cabello rizado entrando detrás con un gesto de alarma por no haber podido detener a su amigo a tiempo—. Vaya que son inoportunos o es que ahora se dedican a escuchar tras las puertas.
—Solo veníamos a buscar ese folder —replicó Mike, señalando el objeto aun en manos del viejo militar—. No me respondió... General —pese a su enojo, Mike no olvidaba que aquel hombre seguía siendo un superior y que bien podía meterlo a carcel o mandarlo a matar. Lo último era ya más que confirmado que podía hacerlo y sin remordimiento alguno— ¿Qué van a hacer con ellos?
—Así es, nos gustaría saberlo —Brad también estaba intrigado, aunque no tanto como su compañero—. ¿No se suponía que ambos regresarían a su universo?
Ambos científicos sabían que solo se mataba a quienes pudieran ser considerados una amenaza para ellos y su universo entero, aquellos que provenían de universos superiores como los número 6 o 7, pero no a esos dos. Tanto Mike como Brad habían hecho las pruebas y pese a un nivel intelectual atípico estaban a leguas incluso de ellos mismos. El universo al que pertenecían los jóvenes tampoco era precisamente el más avanzado tecnológicamente. Nada encajaba.
El militar lo pensó por un momento y al final lo decidió, debía de decir la verdad a los dos científicos. Ya había sido descubierto, y de una u otra manera terminarían por descubrir todo. Lo mejor era que lo hicieran por su propia boca y no por alguno que le inventara quién sabe qué; y él no quería potenciales traidores en su equipo.
—Bueno, me suponía que al fin y al cabo terminarían por enterarse. Cada espécimen que traemos a investigación, termina siendo asesinado.
—¿Por qué? ¿Por qué tal mentira? —preguntó Mike con indignación—. ¿Qué han hecho ellos?
—Nada, es cierto. Pero usted sabe que estamos siendo vigilados por los habitantes del universo 3. Ellos jamás permitirían nuestros experimentos y lo sabe.
Mike asintió con la cabeza, pues así era. La habitantes de la Tierra del universo 3 eran como una especie de guardianes del multiverso. Eran la raza de humanos más antigua y avanzada en todo ese sistema de 90 universos, solo los del universos 1 y 2 los superaban. Eran los pocos que sabían acerca de la existencia de otros mundos.
Pero al ser aquellos seres los únicos con conocimiento del asunto y que le daban importancia (ya que los del 1 y 2 parecían ser neutrales con respecto a ello) decidieron hacerse cargo de la vigilancia de los demás universos. Para así evitar que estos interactuaran entre sí y no se dañaran los unos a los otros. Los riesgos de no tener una mente evolucionada, ni un nivel de razonamiento alto.
Eso se los había dejado bastante claro aquel que encabezaba el poder en aquella Tierra paralela, luego de que los siete líderes políticos de la Tierra del universo 23 comenzaran a armarse para una posible guerra con "seres de otros mundos"
—Yo sabemos eso. ¿Pero por qué matarlos? No hay derecho, ellos no son peligrosos. Son sólo dos chicos. Además si les borráramos las memorias todo desaparecería. Nadie se enteraría de lo sucedido aquí. Usted lo dijo.
—Posiblemente sí o posiblemente no. Los ingenieros y médicos encargados de ello, han demostrado que por mas que el SHINE borrara sus recuerdos, siempre les quedan residuos de ellos. Esas imágenes las recuperan entre sueños o en flashes repentinos que es aun peor. Nuestros planes entonces se verían al descubierto. Y por ende pondríamos en peligro la existencia de la vida en este planeta. Yo me supongo que no quiere para nosotros, ni para nuestros planeta ¿o sí? —Mike negó con la cabeza, pero antes de que éste pudiera replicar, el General continuó—. Este proyecto fue hecho con el fin de proteger a nuestra gente de posibles ataques de seres más evolucionados. Mientras acabemos con quienes tienen más posibilidades de ser más potencialmente peligrosos para nosotros estaremos a salvo. La chica y el chico de allá son sólo el inicio de un eslabin evolutivo. Ellos los primeros pero podrían aparecer más e incluso superar nuestra tecnología o la del universo 3. La evolución es lenta pero ese ritmo puede cambiar. Ambos, Delson y Shinoda como gente de ciencia deben saber esto mejor que nadie. Sólo deben aceptarlo que son cuantas cuantas vidas comparado a un planeta o quizá a nuestro universo entero. Aquellas "personas" del universo 3 son razonables pero no comprenden nuestras preocupaciones, espero que ustedes sí.
Mike no fue capaz de refutar esta fría lógica. Quería hacerlo pero ¿cómo? Si guiado por esa lógica era que había aceptado ese trabajo, aun sabiendo de que trataba y lo que implicaba. Claro excepto esta parte, pues de haberla sabido el científico jamás hubiera aceptado.
Michael Shinoda nunca había disfrutado de hacer ese trabajo; incluso cuando lo realizaba trataba de imaginarse que ellos no eran más que simples ratas de laboratorio y él algún químico farmacéutico relializando pruebas para probar remedios para curar enfermedades importantes. No funcionana del todo, pero ayudaba a seguir adelante. Pero esto...
Constantemente Shinoda solía consolarse con el hecho de que el fin de la investigación terminaba con el retorno de aquellas personas a sus respectivos universos. Sin embargo, eso nunca había sucedido.
El científico, en medio de sus razonamientos, se había quedado en silencio, al igual que el general y su amigo Brad que esperaban a que él dijera algo, y tan sólo se oía el constante "piiip" del aparato al que Annabelle estaba conectada, indicando que la joven aún tenía signos vitales ¿pero hasta cuando? Michael desvió la mirada hasta la joven, la vio allí frágil y con aquellos cables blancos conectados a sus pecho y brazos y piernas, y ahora que sabía su destino, no pudo más que sentir pena por ella e impotencia por permitir que su vida se apagara de esa manera.
—Comprendemos a la perfección sus preocupaciones —dijo Brad en vista del mutismo de su amigo. Lo conocía bastante bien como para saber que aun seguía disconforme y bien podía repentinamente decir algo estupido haciendo que los echen, los metan a la cárcel o algo peor; Brad tampoco concordaba del todo con el General pero ¿qué podían hacer ellos? Solo eran empleados. Lo importante era preservar sus trabajos y... sus vidas.
—Miren, cada departamento funciona por separado, así que no había motivo para que se enteraran; pero ahora ya que lo saben, espero su confidencialidad. Ustedes son dos de mis mejores científicos, y no me gustaría tener que echarlos por insubordinación o recurrir a peores métodos.
—Así será —contestó Brad, por ambos. No quería que el ataque de crisis de conciencia de Mike se desatara de nuevo y los metieran en líos—. Tenga por seguro que nada diremos.
Mike sólo atinó a asentir con la cabeza, luego de recibir un disimulado codazo de parte de su amigo en el costado de su cintura.
—Bueno aquí tienen —el General extendió el informe a manos de Mike, quien tardó unos segundos en reaccionar y tomarlo—. ¿Era lo que querían? ¿No?
—Sí, así es, mi General. —contestó Brad.
—Bien, yo creo que por hoy deberían tomarse un descanso. Ambos. Para asimilar esto —el anciano lo decía más por su científico favorito, pues no pudo evitar notar que había quedado como ido. Como si la noticia le hubiera afecrdo por demás y eso era algo que le preocupaba un poco. Tal como había dicho no quería perder a sus mejores cientificos, pero si Mike tenía una mala reacción y llegaba a cometer una imprudencia, debería tomar cartas en el asunto, aunque fuera muy a su pesar.
—No, por mí esta bien —dijo Brad— Debo trabajar con el informe. Pero mi compañero creo que tal vez si las tomará.
—Bien, retirense. Los veré mañana en la mañana.
Mike no escuchó estas palabras, se había quedado observando hacia la habitación contigua, allí yacía la chica; aun confundida y tratando de zafarse de las ataduras que la sujetaban. Su rostro estaba más pálido de lo que Mike recordaba y su largo cabello negro alborotado.
El sentimiento de culpa pudo más.
Y Mike tomó una drástica decisión, impulsado por el sentido de culpa, pero también por un sentimiento que incluso él desconocía.
—Vámonos, Mike —dijo Brad.
El aludido abandonó sus pensamientos y dio un último vistazo a la chica y después le dedicó una fría mirada al General. Finalmente se retiró con su amigo.
Cuando ya se hallaban afuera Mike se decidió a contarle lo que pretendía hacer.
—No puedo con esto. Voy a ayudar a esa chica —dijo como si se tratase de un comentario al pasar.
Brad soltó una leve carcajada.
—Deberías ayudar entonces al otro también. No creo que les guste separarse —sugirió con tono burlón.
—Tienes razón, a los dos. Voy a ayudar a que ambos escapen de aquí y regresen a donde pertenecen.
—Espera... ¡¿Qué?! —Brad se detuvo súbitamente— ¡¿Hablas en serio?!
Mike se detuvo también.
—Sí, bueno... No lo sé. Solo sé que no puedo permitir que terminen así.
—Pero... ¿acaso no te das cuenta que si lo haces serás considerado un traidor? Ni creas que te dejaré cometer esta locura.
—Lo haré solo, entonces. Lo único que sé es quiero que ella... que ambos —se corrigió— estén a salvo.
Delson dio una corta inspección a su alrededor, al comprobar que no había nadie cercano que pudiera escuchar su comprometedora conversación volvió la vista a su compañero.
—Mira, Mike. No éstas pensado con claridad. Yo creo que tú quedaste bastante impresionado con esto...
—¿Y acaso tú no? Nos mintieron, ni siquiera sabemos que otras cosas nos puedan estar ocultando.
—¡Claro que sí! Pero así funciona esto, es la única manera en que podemos vivir en calma. No sé si nos oculten más cosas pero sabes que es por nuestro bienestar. El gobierno siempre piensa en nosotros.
—Tal vez en nosotros pero qué hay de esos jóvenes. Ni siquiera son mayores que nosotros No lo me merecen.
—Suenas como uno de ellos —dijo Brad con preocupación.
—Solo expresé lo que creo —replicó Mike al darse cuenta de a quienes se refería—. Tal vez los rebeldes también lo hacen.
—Mira no estas razonando bien. Lo puedo ver, tú nunca dirías algo así de esos criminales. El General nos dio el día libre y creo que tú si lo necesitas. Así que ve a tu casa y descansa, piensa bien las cosas y veras como en la tarde todo se aclara y lo ridículo que es tratar de sacar a dos condenados a muerte aquí. Cuando sepas lo que vayas a hacer, me llamas.
Mike dejó escapar un suspiro.
—Esta bien. Lo haré —aceptó, aunque no estaba muy seguro de cambiar de idea. Sólo lo había hecho por complacer a su amigo.
—Ah y ten cuidado con esos maleantes. Me enteré por unos soldados que quizá anden rondando.
—Si lo están, es por que quizá pretendan atacar este sector. Tú también ten cuidado.
—Claro. Pero no te preocupes. Recuerda que yo sé defenderme.
—Es verdad —murmuró Mike y esbozó una débil sonrisa—. Te llamo al rato.
****
La puerta automática se abrió y un hombre fornido vistiendo un uniforme militar verde ingresó a la habitación.
Annabelle se removió en sus ataduras cuando el se acercó y la miró fijamente.
—¿Quién es usted? ¿Qué es este lugar? —se atrevió la chica a preguntar con voz temblorosa, mientras intentaba zafarse, esperando que milagrosamente que el metal que la sujetaba se rompiera ahora que estaba en apuros.
El militar la ignoró y en su lugar pareció revisar algo al costado izquierdo de donde estaba.
—Sí está despierta, mi General. Y bastante lúcida —dijo el oficial volviendo su mirada hacia la puerta por donde había aparecido hace instantes.
Annabelle también lo hizo, un hombre estaba ahí. No lo podía ver bien, pues la luz no llegaba a enfocarlo, pero sí alcanzó a ver que vestía un uniforme y que tal vez llevaba una gorra.
—Lo puedo ver. Buenos días señorita, esperó halla disfrutado el sueño —saludó dirigiéndose a la chica.
Annabelle detectó el tono irónico con el que el misterioso hombre hablaba.
—¿Donde estoy? —volvió a preguntar— ¿a que se refiere? ¿Qué sueño? —Annabelle trató de mover sus manos.
—Me parece, soldado, que ha sacado conclusiones apresuradas; aun no está del todo lúcida. No te preocupes por nada 56 32, cuanto mejor así. Dentro de poco volverás a estar sometida en un nuevo sueño, quizá no sea tan perfecto como el propinado por MORFEO, pero será bueno también. Por favor esta vez usa una dosis más alta —dijo al soldado—. No quiero nuevas sorpresas.
—Como ordene, General Henrik.
«¿Henrik?»,se preguntó. Aquel nombre era bastante conocido para ella. «¿amigo?» ¿nuevo sueño?»
Pero no hubo tiempo para preguntas, el hombre sacó una jeringa de su bolsillo y colocó una muy larga aguja en ella.
«No», murmuró la chica.
Por instinto, Annabelle trató de zafarse de sus ataduras pero lo unico que consiguió fue que sus muñecas le dolieran aun más.
El soldado tomó el brazo de la chica y clavó la aguja. Annabelle sintió un fuerte pinchazo que le hizo cerrar los ojos y soltar un gemido. El líquido comenzó a recorrer su torrente sanguíneo y al instante empezó a sentirse adormilada y que sus párpados ya no podían mantenerse abiertos por sí solos, pero mientras eso sucedía, ella alcanzó a ver como el hombre retiraba unos cables de sus sienes y que luego se dirigía al mismo aparato al que hace un momento.
Annabelle tuvo que hacer uso de toda la fuerza de voluntad que le quedaba, y trató de observar cual era ese aparato.
Resultaba ser un monitor que tenía la pantalla en negro pero había un mensaje escrito en él. Annabelle se sintió afortunada de no ser miope como su amigo Isaac. Pues aunque eran letras digitales pequeñas podía verlas, hizo de nuevo un mayor esfuerzo y leyó antes de que el monitor fuera apagado:
Lectio Oniro S.56_32: Dream over.
Annabelle no tuvo tiempo de razonar lo leído pues en ese momento la toxina actuó en su cuerpo y ella se quedó dormida, pero esta vez no hubo sueño, sólo oscuridad.
****
Después de darle vueltas a un asunto que ya había decidido en el camino, Michael Shinoda se sentó en su cama y tomó el teléfono fijo que estaba en su mesa de noche, para llamar a su amigo y comunicarle lo que había decidido, tal y como había sido el pacto.
Michael sabía que era lo que debía hacer y el único motivo por el cual no había llamado al llegar a su casa fue porque no sabía como comunicarle lo que debía comunicarle a Brad Delson. Estaba más que seguro que lo que diría no le iba a agradar para nada.
—¿Hola? ¿Mike? —dijo la voz al otro lado del teléfono. Mike oía otras voces hablar además de la Brad, así que supuso que aún seguía en el trabajo— Supongo que ya has aclarado tu mente —Brad estaba seguro de que con su idea había logrado que Mike entrara en razón—. ¿Qué has decidido?
—Ya no tengo nada que pensar. Esta noche voy a ingresar y a sacar a esos dos chicos de allí —Mike oyó decir a Brad su nombre pero antes de que él pudiera soltarle alguna clase de sermón, continuó:— Brad no es todo... —el científico hizo una pausa como tratando de alargar la propuesta inevitable— Necesito de tu ayuda.
—¿Qué?
∆∆∆∆∆
Hola, primero que todo gracias por leer. En segundo, a mis viejos lectores: sí ya se que en mi nota dije noviembre pero en donde vivo seguimos en la época de las cavernas y no hay internet 😫 En fin, a los nuevos lectores les informo que esta es la segunda parte de "La chica de otro mundo", no es muy necesario que la hayan leído pero yo sugeriría que lo hagan ya que están relacionadas y por si acaso yo cometí de el error de obviar algo importante entonces no lo comprenderían. En fin, espero les guste esta historia tanto como me gustó escribirla. :)
Voten y comenten por favor y hanganme saber su opinión del capítulo (El teclado no muerde)
PD: estoy probando usar la "herramienta multimedia" así que en los siguientes capítulos habrá más imagenes y canciones para acompañar la historia.
PD2: Ahora me pueden encontrar en instagram como streetsoldier_23
Annie B. 😜
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