🔪Level 25: Violar🔪
Wachos, queda en ustedes si leen este capítulo o no. Por mucho que me haya reusado a ser muy explícita, no voy a negar que escribí esto con intenciones de que les doliera so...
Sean prudentes, yo advierto pero no detengo.
Les recomiendo que escuchen la canción del multimedia mientras, para poner en ambiente.
Por cierto ¿Notan que la imagen del multimedia es la misma que la de la portada?(?)
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LEVEL 25
READY, PLAYER TWO?
Jeremy envidiaba en estos momentos a las estatuas del parque, le vendría de lo mejor estar tan quieto como estas y dejar de temblar como una hoja en un huracán a medida que escuchaba cada paso de Michael para bajar las escaleras.
Su estómago se revolvía de la ansiedad, rogando para que no se fijara mucho en el estante de modo que no viera el teléfono grabando. Afortunadamente se le veía muy tranquilo y feliz, trayendo consigo un vaso con refresco rojo y otro de agua que, sabía perfectamente qué contenía adicionalmente. Ahora temblaba sabiendo qué se aproximaba para él esta noche.
-Tranquilo ¿Sí? Yo no dejaré que este enfermo te ponga las manos encima.
Jeremy quiso sonreírle a su Squip para demostrarle su gratitud. No era necesario decirlo, con solo leer sus pensamientos sabría lo mucho que apreciaba su presencia y la seguridad que le daba. No sabía cómo pensaba ayudarlo con esto, pero confiaría.
–Lamento la tardanza, estaba hablando con mis madres. -Explicó haciendo un gesto de restar importancia para luego hablar de cómo ellas lo estaban pasando en Filipinas, dejando el vaso con bebida roja en la mesita de noche. Jeremy no le restó atención, no necesitaba saber más de lo que ya sabía sobre las señoras Mell, y era que ellas habían intentado regresar en cuanto supieron de su desaparición, mas tuvieron problemas con los vuelos y estaban imposibilitadas de volver hasta dentro de una semana. Hasta entonces era inconcluso lo que ocurriría con él.
Michael seguía hablando, y él solo miraba fijamente su pequeña porción de reflejo en el vaso de agua. Podía oler el aroma del afrodisiaco, cual le provocó nauseas, más por las acciones que relacionaba con él que su aroma en sí. Lo cierto es que no olía mal.
-Bueno, me han contado más cosas, pero por el momento solo quiero concentrarme en ti, cariño. -Recitó mimosamente, notando entonces con su expresión intocable de felicidad, que todavía no se había bebido el contenido del vaso. -Pero será mejor que te apures, Jer. El día no es eterno y eso no va a beberse solo.
-Jeremy, si te hace sentir mal no lo bebas.
El joven no sabía qué responder. Por supuesto que se moría del asco, con o sin el afrodisíaco, pero ¿Era inteligente querer desobedecer a Michael ahora? Había sido tan amable con él últimamente... Sin embargo seguía haciendo cosas horribles, no importaba cuánto se esforzara en ser "dulce y atento" con él, o en esconder su maldad con una sonrisa inocente. Era ceder o ser obligado, y solo en una de sus opciones podía comprobar si tenía alternativas.
-No entiendo por qué recurres a esto conmigo. -Soltó en baja voz, casi de modo pensativo, haciendo que la sonrisa de Michael desapareciera.
-¿Qué?
-Sabes que no quiero seguir haciendo esto ¿Por qué eres tan insistente? -Masculló, alzando apenas la mirada. No lo veía molesto por ahora, mas sí sorprendido y callado. -Creí que me amabas, Michael, pero esto es...
-Es la única forma para que no me apartes, cielo. -Le respondió con una sonrisa, algo en su mirada volvía a hacerle creer que lo miraba como un crío estúpido de seis años que no comprende los asuntos de los adultos. -Sé que una parte de ti muy enterrada adentro sigue amándome, Jeremy. No me importa lo que tenga que hacer para desenterrarla.
-Lo único que haces es matarla.
-La estoy ayudando a salir. -Corrigió en un tono más autoritario, sin deshacer su sonrisa. -¿Crees que unos besos bastarán, Jeremy? ¿Crees que un abrazo bastará para mí? Con solo estar cerca de ti sería suficiente, el único problema es que no importa lo que haga, sigues siendo terco y obstinado ¿Por qué intentas ocultarme tu amor? Si tan solo lo demostraras de verdad... Si pudiera sentir que es verdad... No tendría que hacer todo esto ¿No ves cuánto daño me haces, Jeremy? No estaré satisfecho hasta que vuelvas a amarme otra vez.
En todo el tiempo que habló, Michael no había dudado en sostener las mejillas de Jeremy, acariciando sus pecas lentamente, viéndolo desde arriba como siempre al igual que a una mascota. Los dedos del rizado temblaron en el vaso ¿Cuánto más tenía que hacer para detenerlo? ¿Cuánto más tenía que sacrificar para apagar este devastador incendio de odio y obsesión? Su mirada quería apartarse de Michael para no volverlo a ver jamás, sin embargo no tenía opciones.
No era ningún idiota, Michael podría estar muy lejos como para ver menos que una línea delgada, pero Jeremy estaba lo suficientemente cerca para ver el enorme abismo que separaba un deseo insano de obsesión mutua del amor leal. Entendía perfectamente luego de su cautiverio, que Michael quería contagiarle su sed insaciable de atención para volverlo igual a él. Y si alguna vez él lo amó de verdad... Solo un milagro podría volverlo en sí mismo, y desgraciadamente a Jeremy ya no le quedaban de esos.
-Intenta convencerlo.
-¿Por qué crees que he dejado de hacerlo? -Balbuceó. Observó entonces a Michael ladear la cabeza confundido. -Por supuesto que te amo, Michael.
Un silencio extenso fue lo único que Michael necesitó para analizar los azules orbes ajenos, sonriendo entonces con cinismo. -Me estás mintiendo, pajarito. Nunca fuiste bueno en ello.
-No lo hago. Reacciona, soy quien ha estado contigo desde que éramos niños.
-El tiempo no es una excusa, Jeremy. -Concluyó. -Tú más que nadie lo sabes.
El de pecas se desesperó, sintiendo que el corazón se le contraía al volver a escuchar la misma mención una y otra vez, que lo llevaba a su recuerdo sobre el puente cuando selló su destino. -Dijiste que me habías perdonado.
El de gafas por fin se alteró, soltándolo para así alejarse. -¡Lo intenté! ¡¿De acuerdo?! -Gritó envuelto en cólera, algunas lágrimas escapaban de sus ojos. -¡Mierda que lo intenté! ¡Pero lo único que hice fue convencerme de que eras una mierda! Y pensé que podía... Dejar de amarte... ¡¿Eso querías escuchar?! ¡No, no te he perdonado y nunca lo hice! -El más alto se hizo hacia atrás sobre la cama del susto que fue que Michael casi se le abalanzara de la nada, tomando un de sus manos para llevarla a su pecho. Lo escuchó reírse dolidamente, sin saber qué esperar de él. -No puedes reparar el daño que me hiciste, Jeremy. Sé que quieres, pero no puedes. Y para ser honesto a mí no me importa ya, solo quiero lo que me has negado.
A Jeremy lo recorrió un escalofrío en cuanto el borde del vaso tocó sus labios, Michael empujaba desde la base aprovechando su trance y su boca entreabierta. El pecoso por su parte no sabía si llorar, gritar o insultar. El infinitamente insatisfecho vacío que había dejado en el corazón de su mejor amigo habría podido tragarse el universo entero y aun así querría más ¿Cómo pudo creer que su redención sería suficiente? Por fin lo entendía, no había forma de reparar un corazón herido si este sigue absorbiendo cada parte que das y al final te quedas sin nada más que tu propia vida. Nada bastaría para Michael, ni su amor, ni su remordimiento, ni mucho menos compasión. Quería su dolor, su llanto, su vida entera, porque era lo único que le daba la sensación de saciedad a pesar de que no lo llenaba.
-Quiero que seas mío, Jeremy.
Las lágrimas surgieron, resbalándose por el borde del vaso. -Yo no soy tuyo... Nunca lo fui. -Murmuró, y lo más doloroso de todo es que no solo lo afirmaba para él, sino que lo hacía para convencerse a sí mismo. Sus dedos temblaban alrededor del cristal y sobre el pecho de Michael. -¡Y NUNCA LO SERÉ!
El sonido del cristal hacerse pedazos pudo compararse con la campana de un ring de lucha libre. En cuanto Jeremy lo lanzó al demonio contra una de las paredes, no tuvo que analizarlo mucho para ver los deseos homicidas en los ojos ajenos.
Él suspiró derrotado. -Oh, Jeremy... Solo lo vuelves peor para mí. -Musitó dramáticamente, mas no se le notaba mucho su dolor, es más, hasta creyó que en la sonrisa que esbozó un segundo después había más alegría que rabia. -No lo había preguntado de todos modos.
Una bofetada impactó contra su rostro con la fuerza ideal para arrojarlo de lleno contra el colchón, en medio del impacto y el dolor sintió sobre sí al cuerpo de su captor y sus manos alrededor de sus muñecas con una presión que amenazaba con arrancarle las manos. Tal cual había temido Jeremy, y tal cual se dio cuenta al ver desde abajo el rostro cruel de Michael, no había una salida digna para él.
Reaccionó erráticamente golpeándolo en el estómago con la rodilla. Michael perdió el aire y se contrajo, volviéndose blanco de un golpe que lo hizo apartarse. Jeremy intentó alejarse y bajar de la cama para correr hacia las escaleras, pero el enfurecido filipino fue suficientemente rápido para sujetar uno de sus tobillos y hacerlo caer a medias sobre el suelo. Lo escuchó gritar, y cuando creyó haberlo retenido recibió un empuje de su pie libre que lo obligó a soltarlo y dejarle avanzar.
-¡¿A dónde mierda crees que vas?!
-¡Tenemos que quitarle la llave!
Michael lo alcanzó, sujetándolo bruscamente del brazo. Lo siguiente que hizo fue asestarle un puñetazo, sin haber tenido la voluntad de hacerlo, de hecho... Ya no se estaba moviendo por su cuenta, y pudo adivinar por el gesto de Michael al tocarse la sangre que salía de su nariz, que estaba esperando algo como esto.
-Entonces sí despertó... ¿Uh?
-Toca a Jeremy de nuevo y te enseñaré con cuántas tácticas de defensa personal me equiparon, enfermo mental. -Masculló. Era su voz, mas no su control. Y ante ello no supo bien cómo sentirse ¿Aliviado? Tenía tanto miedo que no estaba seguro.
Michael soltó un gruñido molesto antes de lanzarse contra él a darse de golpes. Intentaba arrastrarlo de alguna forma a la cama sin mucho éxito, pues su Squip se las arreglaba bastante bien para defenderse lanzándole cosas que encontraba por el suelo en la cara, o haciendo uso de sus conocimientos amplios de pelea. En cierto momento Michael había logrado someterlo de espaldas, pero un pisotón bastó para alejarlo, un puñetazo para aturdirlo y otro más para tumbarlo sobre la cama. Por primera vez lo vio agotado y jadeante, con la sangre esparcida sobre la comisura de su mueca de disgusto.
El Squip le hizo sonreír con sorna, tomando sin problemas la llave del sótano y haciéndose con ella triunfante hacia las escaleras. Cuando estuvo a punto de alejarse escuchó a Michael reírse, por un momento lo miró, aludiendo aquello a su falta de cordura.
-Es lindo que quieras defenderlo, pero... Olvidas qué tipo de cuerpo controlas.
Fue consciente de ello cuando se volvió contra él, no para golpearlo, sino para agarrarlo del cabello y empujarlo contra una pared. Había sido tan brusco... Y mierda, Jeremy sí que era sensible capilarmente, era increíble lo mucho que eso lo dejó aturdido, y lo rápido que empezaba a sentirse cansado y débil.
-Jeremy no come mucho ¿Sabes? Y duerme bastante, cualquiera diría que... No es exactamente muy fuerte desde que está aquí.
No se rindió, volviéndose a agarrar a golpes con el de gafas. Le daba rabia sentir que con cada golpe que le atinaba al más bajo, se sentía cansado y las articulaciones gritaban por un descanso. Cada golpe de Michael lo atontaba más ¿En qué momento el cuerpo de Jeremy se volvió tan poco funcional? El derechazo final que recibió en la cara después de dos de los que no se pudo salvar, lo hizo caer postrado sobre el suelo y su sangre. Ya no tenía la fuerza para levantarse, aquel cuerpo ajeno estaba listo para caer agotado.
El Squip no se caracterizaba por ser sentimental o emocional, según sus estándares, y aun así los ojos azules del adolescente se humedecieron bajo su control. Michael no buscaba verlo humillado a él, se veía en su mirada desinteresada como quien ve un juguete roto e inservible, y lo leía en sus acciones al buscar el vaso de refresco rojo sobre la mesita. No era él a quien querían ver llorar.
-Fue genial verte otra vez. Siempre quise decirte en persona cuanto habías arruinado a Jeremy. Siéntete orgulloso por tu trabajo, me demostraste lo mierda que puede ser. -Decía, arrodillándose junto a su cuerpo exhausto con el vaso en mano.
-Siempre supe que no eras bueno para Jeremy. -Escupió con rabia.
El filipino se rió con autosuficiencia. -Nadie es mejor para Jeremy que yo.
Hasta allí era donde Michael permitiría que siguiese la conversación. Poniéndose sobre el cuerpo de Jeremy, tapó su nariz y acercó el vaso a su boca, obviamente esperando de este modo tragara. La consciencia del dueño gritaba, mientras quién ahora lo controlaba hacía todo lo posible por apartar al joven Mell.
Falló. El líquido rojo efervescente bajó por su garganta luego de una lucha constante contra la fuerza del más bajo y la falta de oxígeno. No fue tan rápido como esperaba, Jeremy se quedó ahí quiero y callado por un rato, sin hacer más que respirar y retorcerse, dando el tiempo necesario para que Michael lo arrastrara hacia la cama y le pusiera nuevamente la correa.
El último respiro hondo de Jeremy, como saliendo de un sueño de forma repentina, le hizo ver que había vuelto a tomar el control de su mente por la ausencia de la computadora. Se carcajeó por ello, rio y rio con el rostro atemorizado y sollozo del pecoso como nunca había reído en su vida. Se detuvo suavemente un rato después, tan solo esperando algo más de parte de Heere, algo que no fuera intentar abalanzarse sobre él para golpearlo.
Se le escapó una risa burlona cuando ese intento descuidado arrancó un jadeo al pecoso, quien ahora se daba cuenta del collar que volvía a sujetarlo a la cama. -Ay, Jeremy... Es gracioso cómo todavía te esfuerzas por dejarme ¿No entiendes aún? No pienso dejarte ir.
El aludido suprimió fallidamente un quejido lamentable, arrastrándose de espaldas por el colchón solo para encontrarse con que no había salida alguna, chocando sus hombros contra la cabecera de la cama y protegiendo todo su cuerpo como podía. Juntó las rodillas con su torso, el pulso le temblaba listo para soltar empujones si así lo requería, aunque se sentía completamente indefenso.
Michael no se había molestado en apresurar nada, avanzó con la misma lentitud a medida que Jeremy retrocedía sobre la cama. No podía negarlo más, le gustaba esto, le gustaba verlo llorar, le encantaba observarlo contraído sobre su cuerpo, temblando y sollozando sin escape, temiéndole con la simple oscuridad de su sombra sobre él. Era el odio venenoso y ardiente mezclándose con su apasionado amor hacia el pecoso, su combinación mortal.
Jeremy hiperventilaba, siempre apartando su rostro lejos del ajeno. El pánico dominaba sus sentidos y preparaba su cuerpo para reaccionar de formas erráticas al más mínimo toque, cumpliendo en cuanto sintió una mano sobre su rodilla, buscando apartarla de su pecho. Soltó manotazos, intentó patear a Michael para alejarlo a la par que gritos rompían el silencio, pero él se las arregló para no solo esquivar sus golpes, sino también pegarse a él luego de escabullirse perfectamente entre sus piernas, cuales todavía intentaban alejarlo y solo se detuvieron tras el golpe seco que hizo la madera contra sus muñecas, apresadas bajo el brusco agarre del otro.
-N-No... No... -Sus lágrimas se mezclaron con la sangre, un beso forzado con sabor a sal y metal invadió sus labios, y lo hizo incapaz de silenciar sus sollozos cuando se separaron. -P-Por favor... No m-me... No me lastimes...
Michael ladeó la cabeza, dubitativo y a la vez entretenido con esa petición. -Awww, Jeremy. -Soltó con ternura fingida, soltando una de sus muñecas solo para juguetear maliciosamente con esos rizos cobrizos que tanto adoraba acariciar y enredar entre sus dedos. -Yo nunca quise lastimarte, lo sabes. -Hizo una pausa para que el pecoso calmara un poco sus sollozos. No sabía bien por qué esperó aquello para tirar de su cabello, pero suponía que lo que más le divertía de Jeremy era cuando podía romper sus pequeñas ilusiones y hacerlo llorar de ese modo. -Pero tú me obligaste a hacerlo.
Gritos, chillidos, llanto. Todo salía sin detenerse tras el tirón del cabello que lo obligó a inclinar la cabeza hacia atrás y lo volvió el blanco perfecto de besos húmedos y mordidas descuidadas en el espacio bajo su mandíbula. Su única mano libre empujaba el hombro de Michael pero no lograba apartarlo, su otra muñeca empezaba a doler y su piel ardía dolorosamente.
Cerró los ojos con fuerza y deseó con todo su corazón que esto no estuviese pasando realmente y que fuese una pesadilla más, descubriendo a cada segundo que no, que su suerte se había terminado y no tenía más formas de huir o retrasar lo inevitable: Michael ya no iba a tomar en cuenta su sentir, y esta noche se encargaría de hacerlo trizas del peor modo que conocía.
Escuchó un "clip" cerca de su cabeza, liberándose de la presión de cuero sobre su cuello mas no de la fuerza de su captor que todavía lo mantenía pegado a la cabecera de la cama. No es que quisiera facilitarle un escape, claro que no, Jeremy entendía perfectamente que lo único que quería era más movilidad y demostrarle que no necesitaba la ayuda de ataduras para mantenerlo cautivo. Tanta soberbia le enfermaba y le tentaba a darle una muy merecida bofetada, sin embargo se sentía exhausto.
La impotencia inundaba su disfuncional y cansado cuerpo, reduciéndolo a un mar de lágrimas de frustración y lamentos ahogados. La humillación de no poder hacer absolutamente nada para evitar que lo despojaran de sus prendas, más que patalear y golpear sin fuerzas a alguien que siquiera se detenía a fijarse en esos ataques y no los sufría en lo absoluto.
Él no se quitaba la ropa aún, parecía que por ahora quería dedicarse a nada más que humillarlo silenciosamente. Recorría su clavícula con mordidas fuertes y besos que en vez de apasionados eran un desastre, ningún rincón de él se salvaba de algún manoseo, pellizco o arañazo intencional que él escondía con disculpas tontas al pretender que eran accidentes.
Así era su forma de jugar. Michael había usado la misma táctica tramposa con él y no pudo verlo. Lo dañaba, lo lastimaba, lo manipulaba a su antojo como un simple juguete más y luego lloraba lágrimas de cocodrilo para pedirle perdón cuando en realidad no lo sentía. Michael nunca se arrepentía de lo que hacía, no se sentía culpable por nada y no intentaba cambiar en lo absoluto, solo se encargaba de encadenarlo a él para aumentar su dolor apenas se descuidara. Hoy no era diferente, mas nada le garantizaba que habría una mísera disculpa por ello.
Se odió por no verlo ¿A este punto tuvo que llegar para comprender la mente enferma de aquel a quien entregó su corazón? ¿Tenía que ser de este modo? Ni todo el dolor del mundo bastaría para equiparar el que Jeremy sentía al ver cómo la persona que más amó no regresaría.
Tembló del asco cada vez que sentía la humedad deslizarse burlonamente sobre su piel, mordió sus labios hasta sacar sangre y trató de apartarse cada vez que podía hacerlo, solo para recibir gruñidos molestos y presión sobre su brazo.
A estas alturas hubiese sido eternamente feliz si esto se hubiera limitado a hacerlo sentir repulsivo sobre su propio cuerpo o asustarlo, supo que no sería así cuando Michael se separó un instante para quitarse la camiseta y volver a abalanzarse sobre él, besando sus labios con fiereza y brusquedad. Jeremy llegó a arañarle el rostro con tal de alejarlo mientras que él todavía intentaba hacer que abriera su boca para subir la intensidad, propósito que no lograría si el pecoso continuaba forzando contra su cara y apretaba los labios con firmeza y convicción.
Jeremy no esperó que Michael se impacientara tanto como para casi arrancarle la cabeza del cuello de una bofetada. Su sorpresa fue tal que no reaccionó hasta que los gritos lo hicieron encogerse del miedo. Se había confiado tanto de la cara pacífica del joven Mell que había olvidado lo rápido que podía cambiarla para ser el auténtico monstruo descorazonado que le gritaba mil y un insultos al presionar sus mejillas entre su mano.
-¡¿Cuál es tu maldito problema, Jeremy?! ¡¿Quieres hacerlo menos doloroso?! ¡Entonces deja de tratar de evitarlo, maldita sea! -Presionó aún más fuerte, sacándole un chillido. Todo el odio del mundo podría haberse condensado en esos ojos cafés, fue pensó el pecoso por un momento. -No lo entiendes todavía... No necesito tu aprobación, tú eres mío y se acabó el cuento. La falta de voto es lo mínimo que te mereces por la mierda de persona que eres. Abre los ojos, fuiste afortunado por haberme conocido ¿Quién más podría haber soportado y amado el desastre andante que eres? ¡Soy todo lo que necesitas! Soy quien más te ama, soy quien más te odia ¿No es eso el equilibrio perfecto, Jeremy? ¿No entiendes que fuimos hechos el uno para el otro y nuestro destino es estar juntos? ¿Por qué todavía te niegas?
No obtuvo respuesta alguna más que sollozos, lo que le resultó hartante y fastidioso. Claro, no podía esperar razonamiento de un niño asustadizo y estúpido como él, ni siquiera tendría que estar perdiendo el tiempo en hacer que le entendiera. Solo... Haría lo que estaba planeado desde un inicio, tomar lo que siempre fue suyo por derecho.
-Olvídalo, eres tan necio. Solo déjate de idioteces antes de que te rompa la cara a golpes, mierda.
Jeremy no lo pensó dos veces para asentir y dejarse besar nuevamente, esta vez sin oponerse y permitiendo al contrario explorarlo cuanto deseara, así eso amenazara con hacerlo vomitar. Era tan repulsivo... Tan desagradable... Sus lágrimas no bastaban para expresar su profundo temor a más golpes y a su propia sumisión. Quería luchar por él, por su control, por su dignidad y sobre todo por su cuerpo ¿Pero cómo? ¿Cómo luchas contra algo que no puedes vencer? ¿Cómo te alzas contra alguien más fuerte? Dolería, cada herida dolería... Pero era el precio a pagar al anhelar algo lejos de su alcance, y lo aceptó en cuanto tiró el vaso al demonio.
Con el paso de los minutos, el filipino pareció tranquilizarse nuevamente, pues ya no era tan bruto al sujetarlo y de vez en cuando lo veía sonreír o lo escuchaba suspirar. No tenía que ser tan listo para notar que comenzaba a disfrutar esto, él obviamente no podía decir lo mismo. Para ser completamente franco, sí tenía un tipo de fijación al BDSM y al tipo de tratos que implica un juego de rol, pero esto... Esto lo superaba todo. No le decían perra y se sentía sexy, Michael podría estarle diciendo ahora mismo las cosas más bellas que alguna vez habría escuchado y aun así no lograría otro resultado más allá de hacerlo llorar y temblar, sintiendo que sí, efectivamente era un asqueroso juguete.
Por mucho que quisiera que esto no se prolongase más tiempo, no por ello estaba dispuesto pasar por más martirio, es por ello que en cuanto notó que el de gafas estaba quitándose el resto de la ropa intentó alejarse así tuviera que caer de la cama con el resto de las prendas. Él no se lo permitió, luchando constantemente por mantenerlo en su sitio. La energía que le había faltado antes empezaba a surgir y seguía sin ser suficiente para salvarse o para superar la siguiente bofetada que lo aturdió un poco y el puñetazo que terminó por sacudirle los sentidos y arrojarlo rendido en el colchón.
El sonido sordo de la tela en el suelo bastó para saberlo, los dedos amoldándose sin cuidado a la parte interior de sus rodillas, esa posición humillante... ¿Sería así? ¿No tenía más chances de huir? El golpe lo había dejado medio atontado, pero no inconsciente, y ahora es cuando más necesitaba soltarse de su dignidad y orgullo, porque aunque eran lo único que le quedaba como real ser humano, también era su muerte lo que le daba posibilidad de parar.
Un sonido de llanto adelantó su voz solloza, interrumpiéndolo entre hipidos y su respiración agitada. -N-No... M-Michael... Michael, p-por favor... N-No sigas, no l-lo hagas...
El aludido levantó una mirada engreída hacia él, había ocasiones en las que mirar a Jeremy derrumbarse por completo entre las lágrimas le resultaba algo comiquísimo. Fingió pensarlo, recordando lo mucho que adoraba elevarlo para luego observarlo caer, y entonces habló entrecerrando los ojos con una sonrisa altiva. -Uhm... Suplica, eso tal vez me haga considerarlo.
-Te lo s-suplico, por favor... -Hizo lo posible por mantener estable su voz. -T-Te lo imploro, M-Michael, p-por favor, M- ¡G-GAAH!
Un adolorido alarido abandonó su cuerpo con todo el aire en sus pulmones. Un dolor profundo y punzante lo atravesó sin aviso o mínimo rastro de delicadeza más allá de sus caderas. Su propio cuerpo fue consciente desde el primer momento, temblando y retorciéndose para evitar que siguiese hiriéndolo al intentar acoplarse por completo con él. Gritó, gritó como nunca había hecho antes ante el desgarramiento de su carne y el único instante en el que pudo parar fue cuando él se detuvo y se quedó quieto, mirándolo de forma vil, riéndose de cómo hiperventilaba.
-Seh... Lo siento, pero no me convenciste.
Otra vez... Una y otra vez... No tenía descanso y cada vez se volvía aún peor. Sus cuerdas vocales querían romperse tras cada grito, sus pulmones querían estallar, sus lágrimas derramaban el dolor incontenible que su entumecido y vencido cuerpo no soportaría más tiempo y aun así no se detenía en hacerlo sufrir tras cada empuje contra su cadera.
Lo escuchaba reírse y gruñir en su oído, enterrando su cabeza entre su hombro y su cuello. Tal vez eso quería, enterrarse completamente en él cual puñal, hacerlo sangrar, matarlo. Y lo estaba logrando, Jeremy sentía que moriría ahí mismo, su cuerpo se sobre-esforzaba por procesar a través de sus sensibles y pobres nervios la agonía. Su corazón parecía compartir su ferviente deseo de perder la vida ya, queriendo desprenderse de su pecho con cada latido.
Jeremy se sintió al igual que un cristal espeso rompiéndose a pedazos con el ritmo del cabezal de la cama que golpeaba la pared. El asco, la tortura, la impotencia, el miedo. Todo se había arremolinado sobre sí para no dejar extremidad de su cuerpo sin ser arrancada, la adrenalina corría por sus venas para evitar su descanso. Michael probablemente no quería que se desmayase del dolor, aunque sentía que podría hacerlo por la forma en la que su ser pedía desfallecer pronto.
¿Cómo...? ¿Cómo había ocurrido esto? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡¿POR QUÉ?!
Sus dedos se hundían en la espalda del filipino, arañando y arrastrándose como si eso pudiera frenarlo. Sus piernas todavía se movían frenéticamente, sus huesos sufrían, en especial el de su cadera que no había estado tan pegado a su carne antes, con Michael presionándole allí como si estuviera buscando que su mano se fundiera con ella.
-¡B-Basta...! ¡Michael...! ¡P-Por favor, duele! ¡D-DUELE! ¡DUELE!
Y él se reía. Se reía, se reía... Chorreaba odio y lo salpicaba en cada embestida, lo derramaba sobre él como alquitrán hirviendo que derretía hasta el último hueso y lo transformaba lentamente en una masa de carne lamentable y entumecida. -Qué bien... Aunque dudo que te hiera tanto como alguna vez me has herido tú.
Sollozó balbuceos, su interior ardía cual infierno, las fuerzas se le escapaban. -L-Lo siento... ¡Lo siento, lo siento, l-lo siento...! ¡P-Perdóname, perdóname, perdóname! ¡P-Por favor...! ¡N-No quise herirte, no quise, no quise...!
-Ya es tarde para eso, cariño.
-¡LO SIENTO, LO SIENTO, LO SIENT...!
El último empujón contra su cuerpo desencadenó un alarido que podría haber desgarrado su garganta y destruido todo en miles de pedazos. Michael apenas se apartó jadeante solo para ver a Jeremy, quien dejó salir unos cuantos quejidos y lamentos asqueados más antes de limitarse al llanto, sintiendo con desagrado el líquido caliente y espeso deslizarse hacia el exterior.
No había suficientes adjetivos en el mundo para describir cuán patético y lamentable lo veía, yaciendo tembloroso y sollozo, todavía balbuceando disculpas y suplicando que parara, aunque claramente ya se había detenido. Con la delicadeza que no había usado antes, logró levantar apenas a Jeremy para abrazarlo y arrullarlo entre sus brazos, acariciando su cabello y meciéndolo un par de veces sobre su pecho. Su llanto le resultaba la canción más hermosa, sus lágrimas podrían haber creado el mar más azul de todos y sus pecas inmaculadamente esparcidas en su piel serían la playa más bella.
-N-No más... No más... P-Por favor ya no más...
Michael sonrió, apretando más el abrazo, aunque sin intenciones de consolar a Jeremy. Le gustaba sentirlo temblar y sollozar contra él. -Está bien, Jer-Bear... Está bien.
Lejos de sentirse aliviado, Jeremy siguió murmurando lo mismo, con la mente ida y la cordura pisoteada. Lo sentía, el dolor y el tormento se aferraban todavía a su carne, los golpes marcarían su piel, y esto lo ensuciaría eternamente. Estaba sucio, usado, estaba roto.
Se desmayó tras tanto llorar. Las emociones habían abusado tanto de su cuerpo que simplemente no pudo mantenerse en pie otro segundo más.
Michael durmió a su lado, feliz, porque aunque su corazón seguía vacío e insatisfecho, había calmado a su bestia interior alimentándolo con lo único que lo hacía sentir lleno: El dolor de Jeremy Heere. Y... Oh, aun no era suficiente.
LEVEL 25 COMPLETE
L o a d i n g . . .
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Yes No<
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IT'S TOO LATE, JEREMY
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