🔪Level 24: Abuso sexual🔪

LEVEL 24
READY, PLAYER TWO?

Jeremy estaba harto de todo.

Su vida en cautiverio se había vuelto cada vez más insoportable desde que tenía la desgracia de haber sido obligado a algo que no deseaba con ese condenado afrodisíaco. Sentía que era parte de la trata de blancas y que había sido comprado por alguien, excepto que no habían pagado por él, y que conocía a su dueño perfectamente... O al menos eso pensaba él antes.

De ahora en más su cercanía con Michael había aumentado. Ahora él tenía más tiempo libre por reducción de tiempo en las búsquedas, y le recordaba que estaba poniendo más delgado con el paso del tiempo, cosa normal siendo que Jeremy apenas podía comer por el nudo en el estómago y la sensación nauseabunda que era soportar a su captor más tiempo de lo que estaba dispuesto a aguantar.

Al principio las cosas se reducían a sexo. Michael se había tomado el tiempo de leer detalladamente las instrucciones de cada uno de los afrodisíacos frente a él y en consecuencia los había aprovechado bastante bien, aunque Jeremy se daba cuenta cuando se excedía "accidentalmente" con la dosis, que coincidentemente era algo que ocurría cuando le notaba muy tenso o esquivo. Qué conveniente que siempre lo era, lo que no le daba la certeza de que ese frasco durara mucho más, o que quedaran píldoras azules. Diría que eso lo tranquilizaba, mas no era así. Por más que esas drogas fueran caras, Michael encontraría la forma de buscar más o usar otros métodos ¿Quizá la marihuana? Puede ser, recordaba que fumar lo adormecía bastante y a veces no recordaba las cosas que ocurrían bajo su efecto.

Se daba tanto asco... Tanto pero tanto asco. Su cordura estaba llegando al límite, y si tenía que seguir entregándose de este modo a ese hijo de puta una vez más, juraba por Dios o quien sea que estuviese arriba, que gritaría día y noche con todas sus fuerzas a ver si se desgarraba la garganta y moría, o si tenía la suerte de que alguien lo escuchase. Tal vez... Fue por ese motivo que terminó vomitando luego de intentar beberse la Mountain Dew roja mezclada con el afrodisíaco, incapaz de concebir que todo aquello que recordaba que vivía cada noche ocurriese nuevamente.

No pudo evitarlo, simplemente no pudo mantenerlo en su estómago más de cinco minutos, botando todo en el borde de la cama mientras que Michael lo miraba anonadado, siendo consciente de que una de sus noches planeadas se fue al demonio, pero aun así mostrando amabilidad hacia él en todo momento, preguntando por su estado, diciendo que se recostara mientras buscaba con qué limpiar.

Se sintió mareado, ardiendo, débil. Michael llegó más tarde a ponerle un paño húmedo y a limpiar aquel desastre. Según él, había sido su culpa al no darle una dieta más balanceada para ingerir, lo que tenía un poco de sentido ya que Michael no era precisamente bueno cocinando y casi siempre lo alimentaba en base a comida chatarra que compraba por ahí, sin embargo a Jeremy no le parecía lógico puesto que había vivido de comidas poco balanceadas desde que su madre no vivía con ellos.

No dijo nada al respecto, en especial cuando Michael comentó que también podía deberse a la Mountain Dew roja, que obviamente había pasado las fechas de caducar, y que se abstendría de darle de beber más que agua estos días. Aquello fue para Jeremy una señal divina del cielo mismo.

Michael creía que ese vómito no era su pánico y asco, sino el efecto de la comida basura y la añeja bebida que mantenía a su única fuente de ayuda ausente. Jeremy fue incapaz de desaprovechar esta oportunidad para empezar a trazar un plan que, era arriesgado y asqueroso, pero que a la larga puede que terminara funcionando.

Era bastante simple. Apenas Michael considerara que estaba recuperado de su descompostura y quisiera hacerle beber el refresco de nuevo, aprovecharía cada oportunidad de distracción o ausencia ajena para vomitar antes de digerir la bebida. Nunca se había metido los dedos en la garganta para estimular el sentido del vómito antes, pero sus altos reflejos volvieron su primer intento un completo éxito. Y así fue con el segundo... El tercero... El cuarto.

Cualquiera diría que era malo para su salud abusar tanto, y no mentiría, su peso lo estaba haciendo notar ¿Y qué importaba? Su vida corría peligro cada segundo que pasaba encerrado junto con ese loco de mierda, no tenía tiempo para preocuparse por esas idioteces. Sabía que cuando fuera libre ya podría ocuparse de ello con completa libertad, pero hasta que ese día llegara continuaría botando el estómago.

Michael se veía más nervioso por cada intento, probablemente suponiendo que las cosas se le saldrían de las manos si el cuerpo de su prisionero seguía rechazando la MTD roja, sin embargo no parecía hacerse tanto drama por eso. Quizá para despertar al Squip nuevamente se necesitaba MTD verde, así había sido la última vez, y ahora debería estar dormido ¿No? Jeremy también lo suponía a veces cuando su ánimo decaía, pero se mantenía firme, confiando en que la bebida ya no debería hacer más efecto luego de dos veces.

Lo que no podía resistir, para su desgracia, era el afrodisíaco. Por mucho que quisiera hacerlo, pensaba que sería sospechoso si también empezaba a vomitar a causa del mismo, por lo que puso fuerza de voluntad en soportar un poco más aquello. Debía funcionar, o de lo contrario sentiría que su esfuerzo fue para nada.

–¿Cariño? Saldré un rato ¿Quieres que compre algo para ti en el camino? –Michael lo llamó, sacándolo de su trance de ensoñación. Se levantó solo para responderle, cosa irónica ya que no se molestó en mostrarse más enérgico.

–No gracias. No tengo hambre.

–¿En serio? –El de gafas puso cara incrédula, observando con un deje de preocupación su cuerpo. –Estás muy delgado ahora, Jeremy ¿Seguro que no quieres nada?

–Estaré bien.

Con todo dicho, el joven Mell no tuvo más remedio que retirarse luego de una despedida cariñosa. Dejándolo sin correa pero con la puerta cerrada, como siempre.

Al momento en el que la puerta se cerró, Jeremy suspiró agotado y se volvió a recostar. Últimamente estaba cansado casi todo el tiempo y dormía más de lo que necesitaba. Lo que él asumía que se debía a su enorme aburrimiento al no tener casi nada que hacer en el sótano, a los pocos nutrientes que consumía y a los muchos que tiraba a la mierda con cada nausea, y por supuesto a la profunda depresión en la que se sentía hundido con toda la situación actual.

Dormir era lo único que lo mantenía cuerdo. Cuando dormía no había pesadillas atormentándolo o sueños dulces en los que su anhelada antigua vida se mostraba, por el contrario, Jeremy no soñaba. Rara vez lo hacía, y agradecía que ese detalle siguiese intocable. Nada le gustaba más ahora que perder la consciencia unas cuantas horas, olvidando absolutamente todo lo que lo rodeaba y le hacía daño. Dormido no sentía temor, no escuchaba o veía a su ex novio, no extrañaba a sus seres queridos, no lloraba, no se estresaba... Dormido se sentía seguro, sin importar que estuviese en el mismísimo infierno en la tierra.

Jeremy decía que ahora, dormir era morir un tiempo, denotando lo mucho que prefería estar muerto a seguir soportando esta mierda.

No duró mucho más tiempo despierto. En cuanto cerró los ojos, Jeremy se dejó abrazar por Morfeo, permitiendo al mismo dios de los sueños que lo arrastrara con él a su mundo de inmaculada oscuridad e indolora inconsciencia. Todo estaba a favor para darle un sueño reparador este día, desde su agotamiento manteniendo ocupado a Michael desde las siete de la mañana hasta el cansancio emocional.

Algo le decía que no despertaría ni cuando Michael llegara, lo que no lo preocupaba mucho. Lo cierto es que a pesar de todo, el filipino no lo molestaba cuando estaba dormido. Es más, buscaba otras cosas que hacer y esperaba pacientemente a que despertara para volver a captar su atención. Era lo único que apreciaba, que con lo desgraciado que podía ser tenía esos detalles extrañamente amables.

Oh, cómo creyó ingenuamente que dormiría plácidamente... De no ser porque por primera vez en años Jeremy soñó.

Estaba en un bosque, pero uno bastante despejado. Se encontraba recostado entre numerosas y coloridas flores, meciéndose suavemente con la fresca brisa junto a las pocas nubes blancas en el cielo claro y azul. Lo único que escuchaba era el sonido de los pájaros, a pesar de que a unos metros alcanzaba a ver a Christine y sus amigos hablando, y en otro costado lejano a su padre junto a Heidi, Evan, Connor y Jared. En el sueño no sintió necesidad de acercarse a ellos, solo quería seguir recostado en el césped, admirando el cielo azul y relajándose.

Por muy raro que se escuchara, su vestimenta no era la habitual, y tampoco la de los demás. Todos vestían togas griegas, y él no era la excepción a la regla. Por mucho que el azul fuese su color, aquel verde vivo no le disgustaba. Solo tenía quejas con algunas flores adheridas a su cabello que no dejaban de hacerle cosquillas con cada movimiento suyo.

Se sentía cálido, inusual... Pero familiar.

Y como todo sueño, nada es perfecto o dura para siempre.

El viento que soplaba se volvió más fuerte y frío, advirtiendo la tormenta que se acercaba. El azul claro del cielo se despintó inmediatamente, volviéndose gris y sombrío. El viento se sentía soportable para él, pero las flores perdían sus pétalos o eran arrancadas de raíz.

Se incorporó, sintiendo que el suelo vibraba sobre él. Un grito ahogado escapó de su garganta, intentando levantarse para correr en dirección al resto de la gente, pero ni siquiera pudo sostenerse ante el temblor a sus pies que pronto partió la tierra en pedazos y enseñó un aterrador y caótico vacío a kilómetros bajo tierra.

Gritó por ayuda sin ningún sonido saliendo de su garganta. Trataba de ponerse a salvo en un sitio estable pero el suelo insistía en romperse debajo suyo para tragárselo. Fue entonces cuando se abrió y fue empujado al abismo profundo donde se escuchaban risas cavernosas de una voz que reconocía perfectamente. Cuando abrió los ojos nuevamente no estaba en caída libre, alguien lo sujetaba contra sí riéndose odiosamente en su cara.

De haber podido ver su propio rostro hubiese asegurado que estaba deformado del horror al ver a Michael con look digno del dios Hades, apresándolo en sus brazos para hundirlo con él hacia el inframundo mientras la tierra se reconstruía sobre ellos y nadie notaba tan horrible atraco.

Lloró, pataleó, intentó empujarlo, mas todo fue en vano. Ahora solo podía decir adiós para siempre a la luz del sol, resignándose a unos forzados besos de su captor y a que la vida se le escapara de las manos como la arena.

Incluso cuando todo se oscureció, la pesadilla se encargó de que sintiera en carne propia todos los toqueteos y los invasivos besos sobre su piel, haciéndole removerse en sueños y despertar de golpe con un suspiro repentino y una sorpresa que lo congeló.

–¿Uh? ¡Jer-bear! Por fin despiertas, ya estaba empezando a creer que te habías muerto o algo así. –Bromeó el chico de gafas, sin ponerle mucha atención a la mirada anonadada y aterrada del pecoso, quien empezaba a procesar por parpadeo su posición, las manos ajenas bajo su ropa, y que nuevamente se aprovechaba del shock para volver a repartir uno que otro beso sobre su cuello. –Lamento haberte despertado así, es solo que... Eres lindo mientras duermes. –Le susurró en el oído en un intento de ser cariñoso, lo que solo lo espantó aún más.

Jeremy fue incapaz de reaccionar, permitiendo todo manoseo hasta que los mismos se detuvieron y Michael se apartó. Dejándolo agitado y asustado sobre la cama mientras se dirigía hacia las escaleras con tranquilidad.

–Vuelvo en un momento ¿Sí? No me extrañes mucho.

La puerta se cerró, despertando a Jeremy por completo de su trance solo para dejarlo caer sobre el duro cemento de la realidad. Fue más consciente de su propio cuerpo, recordando explícitamente los toques del sueño y esa tétrica versión de un mito que conocía bien. Su respiración se volvió inestable, terminando en lágrimas y dolor.

Maldita sea ¿Por qué cada vez que se sentía seguro de alguna forma ese hijo de puta lo profanaba, volviéndolo a hacer entrar en pánico? No podía describir cuán grande era su angustia, y el terror que lo hacía temblar entre el llanto, porque sabía ahora que no tenía más alternativas para hacer a su mente escapar. Algo tan inofensivo como dormir ya no era impedimento para que él hiciera lo que quisiera con él.

Deseó tanto estar muerto... Deseó fervientemente quedarse sin aire entre su hipo y lágrimas, ahogándose con ellas y dejando atrás todo. Pero...

–Te dejo solo un rato y las cosas se salen de control. No puedes estar mucho tiempo sin mí ¿Eh, niño?

Se detuvo abruptamente, levantando su mirada hacia el hombre lleno de glitcheos con apariencia similar a la de Keanu Reeves y un rostro amable que muy pocas veces era capaz de contemplar. Entonces volvió a llorar, pero no por la angustia, sino por la alegría.

–Hey, hey... Vamos, tranquilo, no llores. –Intentó tranquilizarlo, agachándose sobre una de sus rodillas para estar más a su altura. –Solo... Respira hondo y tranquilízate, necesito ver qué ha ocurrido mientras no estuve ¿Sí?

Jeremy asintió, intentando dificultosamente de calmarse y dejar de llorar. No podía creer que después de tantas desgracias al fin le saliera bien una cosa, y no una cosa cualquiera. Después de tanto tiempo teniendo que ver solo a Michael, el interactuar con alguien más lo reconfortaba enormemente, por no decir que a pesar de que no existía tal forma física, se sentía más seguro. Su Squip podía ser una computadora y todo, mas nadie negaría lo humano que llegaba a ser.

A medida que los segundos pasaban y el Squip se quedaba callado al analizar sus recuerdos, su rostro se iba deformando en muecas y expresiones que iban desde desagrado hasta pura seriedad. Cuando finalizó, suspiró hondo y le devolvió una mirada que expresaba "No pienso hacer una puta broma en este momento". –Ese chico es listo... Demasiado. –Murmuró, algo tenso y preocupado –No puedo sacarte de aquí tan rápidamente, pero todo método cuenta. Necesito que escuches con atención todo lo que digo y que lo cumplas ¿Sí?

El joven no dudó en asentir y se levantó de la cama de un salto, esperando a que la primera orden se diera. Esta vez planeaba hacer caso sin errores, su vida dependía de eso.

–De acuerdo... Debe haber algún dispositivo aquí para que te comuniques con el mundo exterior. –Analizó, mirando su entorno.

–¿Tú no puedes hacerlo? –Susurró tembloroso. Estaba tan nervioso que se olvidaba de solo pensar sus palabras.

–Yo recibo y almaceno información que ya tengo o que obtengo contigo, Jeremy. No puedo hacer más, lo siento. –Aquello lo desilusionó enormemente. –Veamos... Conoces a Michael desde que es un crío molesto... Sabemos que no deja sus cosas aquí y... ¡Tu teléfono! ¿Dónde está tu teléfono? ¿Lo has visto desde que te encerraron aquí?

–Oh, yo... No, pero no sé si está por aquí. Pero puedo buscar. –Había estado limitado mucho tiempo con la correa y con la presencia de Michael cuando estaba suelto, por lo que no había pensado en investigar más a fondo la habitación.

Sin perder un segundo más, empezó a rebuscar en cada rincón. Lo hizo en los estantes, bajo la cama, en los cajones de la mesita de noche y algunos muebles. Prácticamente casi puso patas arriba todo el sótano, de no ser porque el no ser descubierto era fundamental, por lo que se aseguraba de dejar todo donde pertenecía luego de indagar lo suficiente. Tras un rato, y sin resultados, se dejó caer sentado sobre la cama, listo para volver a caer en crisis.

–No te quedes ahí sentado ¡Debe haber algún sitio donde lo haya dejado!

–Podría estar en la planta de arriba pero yo no puedo ir. –Murmuró, y las lágrimas amenazaban con asomarse. –No puedo salir de aquí, yo... Espera... Claro, lo olvidaba.

Inmediatamente se fijó en la lámpara de la mesita de noche. Recordaba que cuando eran niños, Michael la rompió por accidente, sin embargo eso le dio la oportunidad de convertirla en un escondite para dinero o marihuana luego de unos cuantos arreglos. La forma de abrirla era usar un gancho escondido en un estante para abrir hacia afuera la pequeña puertecilla que Michael había hecho a la medida. No tardó más de un minuto con ello, casi muriendo de un infarto al ver que su teléfono estaba efectivamente ahí adentro, junto con algo de dinero y bolsitas de marihuana.

Perdiendo el aliento por un momento, cerró de nuevo la lámpara y dejó el gacho en su sitio, centrándose en el celular. Solo tenía que encenderlo y listo, mandaría un mensaje, llamaría a alguien, lo que sea ¡Sería libre! Lo que terminó por bajarlo de las nubes de nuevo fue darse cuenta de que no encendía.

–Es la batería. Está agotada –Dijo su Squip, previniendo otro ataque de nervios. –Yo puedo hacer que se recargue pero...

–No me importa cómo sea, solo hazlo.

–Tienes que quitársela. –Indicó, a lo cual Jeremy obedeció perfectamente. –Ok... Ahora quiero que dejes tus dos dedos índices aquí y aquí. –Le señaló superficies metálicas en la batería que se encontraban al costado, el más joven hizo caso. –Ahora uh... Esto te va a doler... Bastante creo yo. Pero no grites.

Efectivamente, eso le dolió cómo la mierda.

Sentía un dolor punzante e intenso recorrerlo de pies a cabeza al tiempo en que su cuerpo se acaloraba furiosamente. Era similar a los choques eléctricos que le proporcionaba el Squip antes, pero más leves y no eran choques que le daban a cada segundo, no, esto era continuo y prolongado. Lo más probable es que no hayan pasado más de diez minutos, pero aun así con ese dolor encima él lo sintió como una hora.

–Listo, ya está. Puedes colocarle la batería de nuevo. –En medio de su sorpresa, Jeremy asintió haciendo caso, todavía con los dedos adoloridos, solo para escuchar al Squip decirle algo. –El cuerpo humano solo soporta desde 2,5 hasta 16 amperios, y para cargar un teléfono con 1 amperio es suficiente. Tuve que... Uh... Usar más para no hacer esto muy largo.

Por mucho que Jeremy quisiera halagarlo por lo interesante que era esa información que pudo haber usado para un proyecto de biología, estaba más impaciente y ansioso esperando que el teléfono encendiera para poder hacer algo de una buena vez, pero grande volvió a ser su angustia al percatarse de que no había ni una maldita barra de señal, cosa lógica cuando estaba en el sótano de Michael, y tampoco wifi.

¿Cómo, en el nombre Hermes, es que ese desgraciado era tan precavido? ¿Había aprendido a hacer el crimen perfecto de alguna manera o qué mierda? No es posible que estuviera siempre un paso adelante.

No podía llamar a nadie, no podía enviar un mísero mensaje... Seguía estando incomunicado con el mundo y lejos de su libertad.

–Joder... Y se supone que yo soy el que ve los futuros alternos. –Maldijo la computadora, buscando alguna idea antes de que Jeremy volviese a alterarse. –Quizás si te paseas por toda la casa tú... Eh ¿Qué haces?

La cosa es, que cuando el Squip estaba ocupado pensando en algo más, Jeremy en vez de quedarse sentado sintiendo que el mundo a su al rededor se derrumbaba, acomodó su teléfono sobre uno de los estantes, revisando meticulosamente a dónde apuntaría la cámara frontal.

–Podría usar el teléfono cuando esté en el baño... Pero él entra conmigo ahora, y no hay forma de esconderlo de él en el camino. –Murmuró para sí mismo, haciendo una mueca derrotada después de haber tenido éxito al acomodar el teléfono de modo que no se cayera y lo enfocara bien. –Si algo pasa... Quiero tener evidencia. No sé de qué es capaz Michael, pero... Quiero tener esto... Y enviarlo cuando tenga oportunidad, y si no puedo... Dejarlo para los demás.

Ya no estaba seguro de nada, ni de su propia supervivencia. Solo quería decir adiós.

Su Squip se calló, probablemente porque no tenía más que agregar, y porque lo estaba dejando dejar su último mensaje.

Presionó para grabar, y se hizo hacia atrás con las manos entrelazadas sobre el pecho, una sonrisa forzada en sus labios, y los ojos ardiendo intentando ver a través de la capa de agua que comenzaba a formarse.

–Hola, yo... Soy Jeremy Will Heere Hansen... Iba a ser Hansen legalmente luego de que mi padre se casara. –Se rió sin muchos ánimos, suspirando. –Si viven en New Jersey es probable que me hayan visto en las noticias porque estoy desaparecido. No sé si cuando encuentren este video yo siga aquí así que... Quiero despedirme y disculparme con todos. –Los labios le temblaron, buscando por dónde comenzar. –Papá... Perdóname por haber sido tan egoísta contigo, quiero que sepas que para mí eres y siempre serás el mejor padre que pude pedir, y que mereces ser feliz sin mí con una nueva familia. Lamento haber sido tan problemático, y lamento lo mucho que estás sufriendo con mi ausencia. –Respiró, pensando en aquellos que iban a ser su familia legal. –Heidi, Evan... Perdón por haber sido un imbécil con ustedes al principio. No quería abrirme a la posibilidad de tener una familia más grande luego de que mi madre me dejara, pero... Heidi, me hiciste creer en segundas oportunidades, y si tan solo... Si tan solo hubiese podido, te habría llamado "mamá" antes de esto. Evan, eres similar a mí, sin embargo no quiero que tomes las mismas malas decisiones que yo. Ámate, ve por ti mismo, no dejes de ser amable como eres ahora. Sé que vas a lograr un cambio, hermano.

A este punto las lágrimas abandonaban su rostro, deslizándose cerca de la comisura de su sonrisa temblorosa y a acalambrada. Le dolía el pecho al retener el llanto, mas evitaba ceder ahora.

–Amigos, yo... Lamento haberlos metido en tantos aprietos y haberlos creído unos idiotas. Cada uno de ustedes es maravilloso, con sus personalidades y la fuerza con la cual siguen adelante. Sé que ahora me están buscando, lamento haberles robado nuevamente tiempo de sus vidas, pero sepan que aprecio mucho lo que hacen. No tienen la culpa de no haber visto al responsable de esto a su lado, yo tampoco pude cuando ese mismo hijo de puta me besaba. Estoy agradecido de haber formado parte de su grupo, me hubiese gustado vivir más cosas junto a ustedes.

Pausó, necesitaba respirar y ceder un poco.

–C-Christine... Lo siento. –Murmuró, sus palabras se ahogaban en su dolor. –Fuiste... La mejor novia, ex novia y mejor amiga que pude pedir. Lamento todos los problemas que te causé, perdóname por haberte vuelto otra víctima más, debí haber sabido que lo de nosotros dos no podría ser. Pero a pesar de todo te quise, te amé mucho, y todavía lo hago aunque no sea del modo romántico. –Se limpió las lágrimas. –Por favor... No te culpes. Yo sé que intentaste ayudarme, yo fui el imbécil que no quiso admitir su error y salir de esto cuando pudo. Eres una mujer increíble... Quiero que sigas conquistando cada escenario que pises y cantes sin mí. Ellos te necesitan, Christine, eres la única que los mantiene sonriendo ahora.

Luego de decirlo todo, volvió a respirar pausadamente y a temblar, dejando que el llanto lo consumiera lentamente. Era consciente ahora que lo decía: Puede que no viviera más tiempo.

–¡No quiero morir...! ¡No así! N-No... No, no, no... ¿Por qué fui tan estúpido? Yo amaba a Michael. –Sollozó en voz baja, pero en un tono lo suficientemente alto como para que se oyera para la grabación. –Lo amé... Lo amé, lo amé tanto... Creí que lo conocía, pero no es así. No sé qué más es capaz de hacer conmigo, no sé hasta dónde llegará, no sé si algún día me mate. Pero... No lo dejen salirse con la suya, yo no seré la última víctima si no hacen algo con él. Y sí, tal vez piensan que me volví loco ¡Jeremy, nosotros vimos a tu novio buscarte con los demás! Él está mintiendo, mierda, miente como nadie en este mundo, él me mintió por mucho tiempo para traerme hasta aquí. –Respiró hondo, dejando que el video corriera otros segundos silenciosos más. –Soy Jeremy Heere... No desaparecí. Estoy aquí. Fui secuestrado por mi ex novio Michael George Mell Salazar en su sótano. Fuí secuestrado por el chico que fue mi mejor amigo desde que tengo cuatro años, aquel que creí conocer, aquel que pensé que me amaba, el que me ha estado maltratando y agrediendo desde que yo no recuerdo. Si alguien ve esto... Por favor...

Su corazón casi se detuvo en el momento en que la voz del aludido se escuchó en la lejanía. Por lo visto bajaría en un momento, por lo que Jeremy se volvió hacia el teléfono con miedo, sujetándolo en sus manos temblorosas, listo para sus últimas palabras antes de cortar el video.

–Por favor, sálvenme.

El video se cortó y Jeremy inmediatamente escondió el celular en el estante, pero con una nueva grabación rodando.

De algún modo... Todos debían ver el tipo de mounstro que ignoraban día tras día, y que él ignoró hasta que fue demasiado tarde.

LEVEL 24 COMPLETE
L o a d i n g . . .

FILE SAVED!

CONTINUE, PLAYER TWO?
Yes                                   No <

YOU HAVE NO CHOICE NOW =)
IT'S TOO LATE, JEREMY~

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top