⚠️Level 12: Destruir artículos personales⚠️
LEVEL 12
READY, PLAYER TWO?
Michael puso la música más fuerte, quería ignorar las bocinas de los autos por el tráfico atascado debido a un choque que hubo más adelante. Estaba de camino a la casa de Jeremy para llevarlo a sus ensayos de teatro musical. Últimamente el de rizos tenía que ir más seguido y en días de semana, pues se acercaba otra presentación en un teatro diferente al anterior.
Le fastidiaba mucho, no estuvo nunca en sus planes ser el taxi de Jeremy, pero... Lo prefería así antes de dejarlo ir solo.
Ah, Jeremy... No salía de su cabeza en ningún momento del día. Así era el amor, suponía Michael, eso había leído en muchos libros y visto en series, películas y telenovelas. Cuando amas a alguien no puedes evitar pensar en él las veinticuatro horas del día, y así era, Michael Mell no dejaba de pensar en Jeremy desde que descubrió a los doce años lo mucho que quería a ese chico.
Ambos estaban hechos tal para cual. Eran rojo y azul, jugador uno y dos, colegas eternos, dos piezas de un rompecabezas. Siempre lo supo, siempre creyó en eso con todas sus fuerzas, todavía lo hacía, y así sería siempre.
Siempre estarían juntos. Jeremy no volvería a dejarlo NUNCA, se aseguraría de eso aunque le costara. Y es que... Todo su esfuerzo valdría la pena algún día. Llegaría un ansiado día en que solo serían los dos y nadie más. Estaba funcionando, pero todavía tenía problemas.
Jeremy era... Una mariposa social últimamente. Tenía amigos por doquier, nuevos miembros en su familia, nueva gente en su vida, gente que... Si llegaban a ser más importantes en su corazón que él, no podría soportarlo. No de nuevo.
Cada vez que alguien aparecía tenía mucho miedo. Miedo de quedarse solo, de que Jeremy amara a alguien mucho más de lo que lo amaba a él, de que se cansara de él, de que lo alejaran de su lado, de volver a no tener más alternativa que llorar desconsolado en un baño con el corazón destrozado. Tenía miedo... Tenía miedo del rencor que sentía hacia su amado novio. No es así como se supone que debería sentirse hacia alguien que amaba ¿No? Le prometió a Jeremy que había superado lo ocurrido en la fiesta de Halloween, pero hasta el día de hoy tenía pesadillas con eso y quería darle un buen golpe a Jeremy directo en la nariz por ello.
Simplemente no podía controlarse, pero una parte de él le decía que tenía todo el derecho del mundo a actuar como se le pegara la gana. Por Dios, su mejor amigo desde los cuatro años lo abandonó por la popularidad y una perra hiperactiva cualquiera que ni siquiera conocía ¡Lo mandó al demonio cuando trató de ayudarlo y para rematarla fue él quien tuvo que salvarle el culo! Jeremy se lo debía. Se lo debía todo.
Además no todo lo hacía por despecho. La mayoría de cosas que hacía eran por el bien de Jeremy y su relación.
Tocó la puerta y esperó pacientemente a que su novio abriera. Hoy Jeremy tenía ensayo, pero le dijo por mensaje que no era necesario que lo recogiera porque no tenía ganas de ir hoy. De todos modos quería visitarlo, o sea... ¡Era sábado! Prácticamente este día precioso le pedía que llevase a su novio a pasear.
Al escuchar el cerrojo de la puerta, se volvió a su posición firme y sonrió esperando ver a Jeremy, pero... Era el señor Heere. Se extrañó un poco, pues generalmente Paul trabajaba los sábados en este horario.
–¿Michael? Hola, qué bueno verte.
–Paul, hola. –Saludó haciendo un gesto con la mano, observando que el hombre traía pantalones en esta ocasión y estaba vestido más formalmente de lo normal. –Solo pasaba para buscar a Jeremy.
–¿Jeremy? Pero él...
Antes de terminar la oración, otra persona se asomó por la puerta, apoyando sus manos en los hombros de Paul. –¿Cariño? ¿Quién es? –La mujer miró entonces al invitado y sonrió. –¡Michael! Hola, querido ¿Qué te trae por aquí?
–Hola señora Hansen. –Ok, ya captaba. Paul estaba en una cita con Heidi, definitivamente este no era el momento para llegar... Ni para estar. –Solo venía a buscar a Jeremy.
–Jeremy no está, cariño. Salió con Christine, Evan y Connor hace unas horas.
Michael golpeó un par de veces el pie en el suelo con ansiedad, llevándose una mano a los bolsillos y la otra a detrás del cuello. –Oh... Uhm... No sabía. Lamento haber interrumpido su cita.
–No te preocupes, hijo. –Respondió Paul despreocupadamente, dándole unos golpecitos a Michael en el hombro. –Heidi y yo íbamos a salir. Puedes quedarte a esperar a Jeremy si quieres.
–Eso me parece bien, Paul.
(...)
Hoy era un buen día, demasiado como para ser otro sábado normal.
Sus compañeros decidieron no reunirse hoy para ensayar porque algunos tenían exámenes de la universidad que realizar la próxima semana, y eso a Jeremy le vino de maravillas para pasar algo de tiempo de calidad con su hermanastro, el novio de este, y por supuesto su amiga.
Habían ido al centro comercial simplemente a comer, pasar por los juegos, la librería, algunas tiendas, y simplemente hablar para ponerse al día de muchas cosas.
Jeremy estaba intentando socializar más con Evan y Heidi, no los conocía demasiado aún, pero ya era demasiado el tiempo que su padre estaba saliendo con Heidi y podía poner las manos en el fuego por decir que esto era serio y tendría un final en el altar.
Tenía que empezar a acostumbrarse a los Hansen, aunque no era muy complicado que digamos. Heidi era la mujer más amable y cariñosa con la que su padre pudo dar. Evan no era diferente a su madre, solo que era tímido y estaba lidiando paso por paso con su ansiedad social, por lo que podía entenderse bien con él.
Si alguna vez su padre pensaba casarse con Heidi, daba por hecho que estaría contento. Hace mucho que no veía a su padre tan feliz.
De todas formas, los amigos de Evan tampoco eran excepciones, eran divertidos, consecuencia de ser tan diferentes. Siempre que Jared y Zoe estaban cerca eso significaba un rato bastante entretenido.
Hubiese invitado a Michael, pues acercarlo a Connor era como poner a un perro y un gato en la misma jaula. En resumen: Era un circo. Desgraciadamente eso solo fue al comienzo de conocerse, ahora Michael no soportaba estar cerca del joven Murphy, y por el humor que tenía últimamente era mejor si no los juntaba. Igualmente ya tenía a Jared para ese show.
Siendo honesto era mejor así. Michael ya no disfrutaba las salidas con amigos como antes, en especial si Christine estaba incluida. Prefería evitar malos momentos, por lo que tuvo que mentirle piadosamente esta vez para que no lo buscase, así podría salir tranquilamente sin que estuviese sofocándolo. Había acordado con sus compañeros cancelar el ensayo de hoy la vez pasada, por lo que Michael no pudo sacar la evidencia de su teléfono, y en cuanto a su salida... Usar otras redes con otra cuenta resolvía todo.
Hoy tendría por fin en mucho tiempo una tarde libre donde podría estrenar la bufanda azul claro que Evan le regaló en su cumpleaños.
Le encantaba, en especial porque no creyó que Evan lo tomaría en cuenta, eso decía mucho de su relación con él, y que por su parte él también estaba intentando acercarse más.
Sin duda hoy fue buen momento para usar aquella prenda.
–Espera... ¿De verdad le tiraste la impresora? –Recapituló Christine, muy risueña, en lo que caminaban con los helados en las manos.
–¡No! O sea... Sí, pero no. –Connor corrigió, notoriamente fastidiado. –Fue un accidente. Era mi turno de ir al frente de la fila para imprimir las cosas ¡Y a ella se le pinches olvidó! ¡Claro que me iba a enojar!
–¿No dijiste que fue un accidente? –Preguntó en tono burlón.
–Bueno... ¡Oh, cállate, Heere!
Evan rió por lo bajo, agarrado del brazo de su novio, luego se volvió hacia Jeremy. –Nosotros tenemos que ir a ayudar a Jared con algo hora, así que... ¿Te importa si nos dejas su casa, Jeremy?
–No hay problema ¿Qué hizo Jared ahora?
–¿Además de nacer? –Comentó Connor rodando los ojos. –Nada, solo acaba de comprar un nuevo juego y se muere por hacernos ir a verlo jugar con mi hermana y Alana. Ya sabes cómo es, tan fastidioso...
Evan sonrió ladinamente. –Connie, pero si tú amaste tanto ese juego que le pediste a Jared que te avisara cuando consiguiese la secuela.
El de cabello largo se crispó. –¡Evan!
–Oh por Dios, Connor. –Se rió Jeremy. No podía creer que Connor fuese tan orgulloso cuando se trataba del "insanamente cool Jared Kleinman". –Christine ¿A ti también te dejo en tu casa?
–Oh, sí. Gracias, Jeremy.
Rato después los dejó donde debían. A Evan y Connor con Jared y a Christine con sus padres. Luego de eso regresó a su casa, no tenía nada más que hacer hoy, además estaba tan cansado de andar de acá para allá que solo se quería tirar en la cama a morir un buen rato.
Eso no pudo ser.
Abrió la puerta, comprobando que la casa estaba silenciosamente vacía. Su padre y Heidi ya se habrían ido a su cita. Su padre tuvo suerte de que le dejasen tener un día libre por ayudar a su jefe a atrapar a un tipo que robaba un banco la semana pasada.
Se estiró con un bostezo cerrando la puerta y caminando a su habitación. No alcanzó ni a poner un pie dentro de la habitación cuando se tensó de miedo. Justo frente a sus ojos estaba a quien no esperaba ver hoy.
–Hey, Jer-Bear. –Michael le habló pausadamente con una sonrisa forzada en la cara, mientras golpeaba el pie rítmicamente sobre el suelo y cruzaba los brazos sentado sobre la cama. –¿Qué tal?
Jeremy tragó en seco sintiendo que se le congelaba la sangre y sudaba en frío. –H-Hey... Michael ¿Qué haces aquí?
No quería que se le notaran los nervios, pero no era un buen actor lejos del escenario. Le temblaban las manos demasiado como para disimularlo agarrándoselas, y por más que lo intentara no podía hacer algún gesto facial para demostrar tranquilidad. Esto lo había tomado muy por sorpresa.
–Oh, bueno... Solo iba a recogerte para salir un rato, ya sabes. Pero tu papá me dijo que habías salido con Evan, Connor... Y Christine. –Hizo énfasis en el nombre de su amiga, levantándose con los brazos aún cruzados y su expresión impasible. –Me alegra que compartas tiempo con tu hermanastro, es solo que... ¡¿En qué mierda estabas pensando al no avisarme?!
Jeremy se echó para atrás del susto ante esa repentina reacción, casi golpeándose con el marco de la puerta, pero logrando apoyarse sobre la pared. Quería alejarse de Michael, pero sus piernas no respondían cuando deseaba moverse hacia la salida de la habitación, solo temblaban haciendo un esfuerzo tonto por mantenerlo de pie.
–E-Es que yo... Surgió de improvisto y-y... N-No tenía batería en el teléfono. –Se excusó vagamente.
Michael se quedó en silencio por unos segundos. –Dame tu teléfono.
–P-Pero...
–¡Que me des tu teléfono!
No tuvo que decirlo de nuevo y Jeremy le entregó el celular. Rogaba que durante el tiempo que lo usó y escuchó música de camino a casa, la batería haya muerto. Esperó como un condenado a muerte a que Michael lo comprobara, y entonces el teléfono se encendió y su novio levantó la mirada con escepticismo.
–Crees que soy idiota. –Murmuró.
–C-Claro que no...
–¡Me crees idiota!
–¡Yo nunca dije eso!
Michael se limitó a soltar un gruñido y a alejarse, empezando a merodear de un lado a otro con la mirada fija en el teléfono. Murmuraba cosas que no llegaba a entender, excepto sobre las llamadas perdidas suyas, que tal vez no había notado por silenciar el celular.
Jeremy se quedó en su rincón, intranquilo y aterrado. Se sentía como un conejo enjaulado junto a un zorro rojo, esperando que terminara de notar su presencia para clavarle los dientes en el cuello. Su corazón estaba casi tan frágil como un globo en su punto máximo de flexibilidad, la espera lo picaba impaciente y dolorosamente mientras ya se arrastraba hacia uno de los muebles, presa del pánico y de un sollozo mudo.
Michael no estaba mejor. No podía comprender cómo es que su novio le ocultó algo tan simple como una salida ¡Y con Christine! ¿Por qué mierda esa tipa siempre debía estar incluida? ¿Por qué siempre estaba cerca de Jeremy? ¡Christine, Christine! ¿Cómo mierda es que no pudo deshacerse de ella cuando pudo?
–¡Espero algo tan simple de ti como que me digas dónde estás e ignoras mis llamadas! ¡Eres un puto mentiroso!
–¡E-El teléfono estaba en silencio, no me di cuenta, lo juro! –Quiso aclarar haciendo un esfuerzo sobrehumano para no trabarse con el llanto en su garganta. Jesucristo, ni siquiera sabía por qué tenía que estar tan asustado, solo se sentía así. Solo... Se preguntaba qué ocurriría, mientras se fijaba en la forma encolerizada que Michael tenía para mirarlo.
–¡Eres un insensible de mierda, eso es lo que eres!
El de pecas chilló queriendo apartarse al ver que su novio se acercaba con la mano que sostenía el teléfono alzada, pero ningún golpe con el aparato vino a él, solo el celular sufrió el daño haciéndose pedazos por el choque con el suelo y los varios pisotones de su pareja.
–¡Ni siquiera sé para qué tienes un teléfono si no lo usas para algo útil!
Toda palabra se ahogó en su garganta al ver su teléfono destrozado. El teléfono que su padre tanto se esforzó en pagarle con horas extra en el trabajo y prometió cuidar hasta que pudiera pagar otro. Tan solo un sonido lastimero abandonó su boca, incapaz de hacer más que tirar sin fuerza de su bufanda cuando Michael se la arrancó de un tirón y se dispuso a romperla en un segundo.
Estaba seguro de que el sonido de la tela desgarrarse fue más fuerte que su impotente intento de grito.
–M-Michael, por favor...
–¡Siempre, siempre espero mucho de ti y aun así me haces esto! –Volvió a gritarle y en vez de descargarse con él le dio un empujón a su mesita de noche que cayó con un estruendo y el aturdidor sonido de la ruptura frágil de un vaso que había dejado arriba.
–Por favor, basta...
Volvió suplicar, pero ni siquiera pudo ser tomado en cuenta y Michael volvió a hacer de las suyas sacando cosas de sus estantes y tirándolas por doquier. Sus libros, CDs, muñecos, etc, todo volaba por la habitación, estropeándose al tocar el suelo o llevando algo más consigo a la ruina al chocarse.
Se sofocaba en las dudas, tratando de sostenerse de la pared ¿Por qué esto estaba ocurriendo? ¿Por qué?
–¡Basta, basta, basta...! ¡Por favor, basta!
Michael no terminó de girarse hacia él, listo para volver a arrojar algo. Él se habría apresurado a acercarse rápidamente e incapacitarlo con un abrazo. Fue lo más estúpidamente peligroso que nunca había hecho, y esperaba que su novio lo alejara de un empujón y continuara, pero... Él le devolvió el abrazo, se largó a llorar casi tan escandalosamente como él y los dos ya rendidos y agotados se dejaron caer de rodillas en el suelo.
No entendió qué le decía Michael aparte de "Lo siento", tampoco le importaba ahora. No entendía nada, seguía aturdido y alterado como para pensar. Solo estaba agradecido de que se haya detenido y más angustiado por sus lágrimas que por los muchos objetos que perdió.
LEVEL 12 COMPLETE!
L o a d i n g . . .
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ME ENCANTÓ ESCRIBIR ESTO WN JAJAJAJAJA Aunque pudo quedar mejor 8(
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