~Afectando a terceros~

MIERDA QUE ME QUEDÓ LARGO. No era mi intención pero... Ya qué 20000 palabras no le hacen daño a nadie ¿Cierto?

Yo sé que muchos de ustedes esperan que haga un especial de navidad pero... La verdad es que no. No he pensado en esas cosas y mañana no tengo tiempo porque iré a una muestra de mi hermana, y el día de navidad la pasaremos de mis abuelos paternos donde no hay internet y no podré publicar nada. Tomen esto como regalo de navidad, y si pasa un milagro quizás actualice antes del 24 "Ikanaide".

...Digo, no debe ser tan largo como este el capítulo que le sigue a ese fic... Veré que hago, pero no prometo nada >:v

Este fic, al igual que el de Ikanaide está basado en un rol con mi diosa (COFCOFMISAKICOFCOF) por ello mismo están (Cómo dije) dedicados a ella y verán varios fragmentos que ella escribió tal cual... Excepto los prólogos e introducciones. Esos son 100% míos. (?)

Por ello mismo... ¡CRÉDITO A ELLA TAMBIÉN, POR AYUDARME! ¿Esto cuenta como fic hecho en equipo? Ni idea, solo sé que sin ella no lo hubiera desarrollado tanto (Mezclamos ideas de cada quien.) y se lo debo <3 Mil gracias y pásense por sus fics ¡Ella es mil veces mejor que yo!

¿Eh? ¿Que si haré el mismo anuncio en todos los capítulos? Claro que lo haré. No pararé de recordarle que esto es gracias a ella >:v

Aclaraciones:

*Haretahi es japonés. Su traducción es "Día soleado" (Originalmente es "Hareta hi" pero yo junté las palabras.)

*Yamiyo es japonés. Su traducción es "Noche oscura" (Originalmente está intocable.)

*Nagareboshi es japonés. Su traducción es "Estrella fugaz" (Originalmente está intocable.)

*Sanshain es japonés. Su traducción es "Brillo del sol" (Originalmente está intocable.)

*Sí, como Funa aún no confirma otros mundos que sé que existen porque se menciona que Ivlis ha invadido otros, no puedo conformarme solo con seis mundos de los cuales dos no se pueden invadir. Por ende tuve que crear al menos uno para comenzar, luego de eso veré que otros puedo inventarme de la nada sin mucho detalle. Pero como hoy veremos la primera invasión tenía que ser clara... Bah, a quién engaño, no fue solo por eso. Me urgía crear personajes en este fandom xD No son muy importantes en la trama principal de todos modos, pero le dan sentido al título y no solo debemos enfocarnos en Licorice ¿No? Hay muchos que salen afectados con todo lo que pasa.

¡Sin más que decir, disfruten!

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Oscuridad, lluvia y relámpagos vistos desde la ventana en plena noche. Nada mejor para fastidiar una lectura relajante después de la cena ¿Verdad?

No era la peor de las molestias, pero no por ello dejaba de ser una. Al menos así lo pensaba Envi. No es como si no pudiese ir tranquilamente a la cocina a buscar las velas. Al fin y al cabo los demás estaban dormidos y no habría para ellos diferencia en el ambiente con la falta de luz.

Suspiró pesadamente dejando el libro a un costado para encaminarse al otro cuarto. Era difícil ver por dónde iba o buscaba, pero afortunadamente la débil luz de luna que lograba atravesar las densas nubes negras y la de los rayos, entrando por la ventana, hacía menos imposible su tarea.

Podría ser peor, como ser más bajo y no alcanzar los estantes donde se encontraban las velas y los cerillos.

Un chasquido rápido del fósforo al encenderse y la luz regresó, débil pero suficiente.

-Uh... Qué extraño.

Tras haber encendido la vela, se empezó a desprender de ella un tenue aroma artificial a jazmín.

-Parece que encontraste una de ellas.

Envi no se sobresaltó al escuchar la inconfundible voz de Lil en frente. Puede que haya tenido la mirada perdida en la etiqueta que envolvía el centro de la vela, pero sus oídos funcionaban lo suficiente como para haber escuchado su bostezo lejano antes de asomarse por la puerta y entrar.

Se la veía algo cansada y aun así era hermosa. No llevaba el nombre de subcubo por nada, aun sin maquillaje sería un deleite verla. Aunque... Para Envi no había tal cosa.

Llevaba una esponjosa bata rosa y pantuflas iguales. Era raro que al usar esa ropa no revelara más de lo necesario.

Alzó una ceja analizando su semblante apaciguado con una sonrisa débil por mera educación y un brillo lastimero e indulgente en su mirada, junto a ese porte relajado que la hacía ver como lo que nunca la consideró: Una mujer decente y normal.

Era extraño ver a Lil de esta manera, aunque tampoco le resultaba algo digno para mostrar asombro.

Justo cuando ya se le jodía la lectura ahora se le jodía la noche, simplemente maravilloso ¿No?

-¿Te asusté? Lo siento. No podía dormir, así que vine a buscar un vaso de leche. -Su tono sonaba suave, sin una pizca de seducción o de hacer malpensar la palabra "Leche". Solo una mujer común con ansias de beber algo cálido para relajarse y dormir.

-No me he asustado, señorita Lil. Usted no es lo suficiente imponente para eso. -Él no parecía estar diciéndolo despectivamente, Envi siempre ocultaba bien sus emociones en un hablar casi automático, sin emoción, serio y directo.

Lil asintió y pasó por su lado para buscar en el refrigerador, mirando de soslayo la vela al apoyar un vaso en la mesa.

Sonrió melancólica hacia el demonio cabra y luego hacia el objeto.

-Creí que ya las habían usado... Son un regalo de bodas. Deben llevar años aquí.

-Tal vez el amo olvidó que existían. Pero supongo que eso no le importa ¿Verdad? El amo no es el único que se olvida de las cosas.

La peli rosa enmudeció gracias al sentimiento de culpa que embargó en su pecho ¿Acaso Envi quiso reprocharle indirectamente? No... No había forma. Su tono no concordaba y estaban trabajando juntos para encontrar a ambos diablos ¿Cierto? Tal frase solo estaba malentendida.

Oh... Envi sabía que no era así.

-Se ve muy cansada, señorita Lil ¿No duerme lo suficiente últimamente?

-Si te soy sincera... Eso solo sería el menor de mis problemas. -Rió ella, resignándose a usar el microondas cuando regresara la electricidad y bebiendo unos tragos.

Él la vio juguetear nerviosamente con el vidrio del vaso, repiqueteando sus dedos en la base con la mirada perdida en el contenido. Por su expresión sabía que para ella las cosas no iban bien.

Qué satisfacción.

-Desde hace mucho que yo no me acuesto con nadie. Tú sabes... Soy una subcubo, se supone que debo hacerlo para mantener mi vitalidad, pero... -Suspiró agotada, terminándose el vaso. -Realmente no quiero desconcentrarme de esto o hacer ese tipo de cosas ahora que estamos en crisis. Además... No sería profesional de mi parte pedírselo a ustedes ¿Verdad?

-Me sorprende que tenga principios para variar, señorita Lil. -Comento nuevamente. Esta vez Lil no lo dejó pasar por alto. Envi sí estaba tratándola con desprecio, aunque eso no se diese a entender en su mirada y palabras insulsas.

Desde que conoció a Satanick y empezó a frecuentar en el castillo supo que Envi no la quería demasiado. No sabía si era por su ya impuesta forma de ser; ideal para llamarlo "ser sin emociones" o porque la detestaba por alguna razón.

En sus años de casada no le hablaba mucho, pero si comparaba su con él relación con el resto de subordinados podía asegurar que no se llevaban muy bien. No tenía nada en contra de Envi y eso no cambió nunca, sin embargo de él no se podía decir lo mismo.

Actualmente no negaba que si él la odiaba, tendría motivos para hacerlo. Pero eso no significaba que le gustara que mantener una charla con él fuese tan incómodo.

-Sabe... Recordé lo que usted dijo cuándo Yagi y los demás se fueron. -Añadió pareciendo que vacilaba, cuando en realidad estaba buscando la forma de llegar directo a otro tema. -Cuando mencionó que solo los que éramos fiel a Satanick-Sama debíamos permanecer... ¿Segura que desea seguir aquí y no huir a otro mundo?

Una insinuación de lo mucho que deseaba que se fuera... Lo sabía, lo entendía. Ella sabía leer entre labios y aunque con Envi era difícil, esta vez no lo fue para nada.

Con la mirada todavía puesta sin interés en Lil, se contuvo para no bufar al ver que sus cejas se arqueaban dándole un gesto afligido ¿Fue para tanto?

Tsk... Mujer delicada.

-Envi... ¿Estamos en malos términos tú y yo?

Ahí estaba otra vez, esa voz triste que debería darle pena. Insoportable.

-¿Realmente debo contestar? -Fue lo único que se dignó en decir antes de levantarse de golpe dejando a la subcubo con la palabra en la boca. -Escúcheme, señorita Lil. Déjeme ser claro... Yo nunca obedeceré a otro que no sea Satanick-Sama, todo lo que hice, haga o haré será por él, por todo lo que yo crea que es mejor para él. No lo abandonaré, jamás lo hice, y es más de lo que puede decirme usted. Mi papel de subordinado y persona me impide obedecerla o mostrarle simpatía por cosas pasadas. Espero que lo entienda y deje de creer que podremos ser amigos. -Pausó para buscar en un estante otra vela aromática y encenderla con el fuego de la otra. -Yo no soy como el resto de subordinados. No me guío por sentimientos hacia nadie, solo por lealtad a mi único amo.

-S-Sí... Lo entiendo. -Lil bajó la mirada con una sonrisa poco convincente.

-En fin... Buenas noches, señorita Li. Yo volveré a lo mío. -Sin más que decir, Envi se llevó una de las velas y dejó sola a Lil, sentada en la mesa y con un nudo en la garganta que le impedía seguir bebiendo.

La razón por la cual le dolía el desprecio de Envi no era por tonterías como "tomar en cuenta lo que piensan los demás de ti" pues al fin y al cabo como la 'puta' que le tocaba ser, tenía que saber que la opinión de los demás estaba sobrevalorada.

Le dolía porque... Si él que no era más que un tercero la odiaba por lo que hizo, entonces significaba que realmente fue una gran estúpida y Satanick seguramente pensaba cosas peores sobre ella.

Satanick... Él era la manzana de la discordia entre ellos dos.

Envi siempre había estado a su lado desde el día en que fue encontrado tras haber caído del cielo y ser titulado como el nuevo diablo. Sin importar qué estaba para él, guiándolo, aconsejándolo... Y aunque al principio se acercó a él por pura curiosidad e interés, las cosas empezaron a cambiar poco a poco para él, viendo al de ojos violáceos como algo más que un simple jefe o amigo.

Sí, estaba enamorado de Satanick. No se lo negaba a sí mismo.

Esa era una razón por la cual al llegar Lil a sus vidas, el odio que despertó en su interior hacia ella permanecía reacio pero controlado. Parte de él se sentía feliz al menos, pues Satanick era realmente feliz junto a la bella subcubo.

Oh, pero no por eso le simpatizaba ella o su joven amo Glasses. Al que amaba ver feliz era Satanick, los otros dos no eran más que "herramientas" para tal logro. Si perdían uso, entonces podía desecharlas como se le plazca ¿No? Desafortunadamente sin su amo presente no había forma de saber si debería hacer tal cosa.

Lil... Ya no merecía nada de su respeto. Le importaba poco que siguiese legalmente casada con Satanick o cuanto se preocupara por él. Eso no cambiaría el hecho de que había herido demasiado a su amo al abandonarlo sin explicaciones y dejándolo así de mal cuando la lluvia perduró por meses.

Tsk... Perra sin sentimientos.

Glasses y Licorice... A ellos los odiaba por simplemente ser hijos de su amo. Representaban el tiempo y atención que Satanick puso a otros que no fue él. Por no agregar que ambos odiaban a su padre y al recalcarlo lo lastimaban.

El mayor era de poco preocuparse, al final que ni se acercaba mucho al castillo tan seguido. EL verdadero problema siempre fue Licorice.

Tsk... Mocoso maleducado.

Ese engendro no tendría que siquiera existir. No era nacido de amor como para tenerle un mínimo gramo de respeto por su vida, solo era un capricho para jugar a "la mamá y el papá" del cual esperaba que su amo se olvidara una vez que volviera.

Había querido muchas veces en el pasado detenerlo, defender él también a Satanick. Demostrarle al niñato que con el diablo de Pitch Black no debía meterse, más si eran temas de adultos los que trataban cuando Ivlis estaba de por medio. Pero nunca se daba la oportunidad de eso, y solo podían dedicarse silenciosas miradas de odio profundo.

Deseaba que su amo se diera cuenta de una vez que el niño no valía la pena ni el esfuerzo, se rindiera, lo odiara y le diese el placer de vengarse de todas las veces que fue atacado y herido al defender a otro inútil más.

Ese... Maldito...

Ivlis... Su odio hacia él era ahora casi tan fuerte como el que tenía por la subcubo.

El diablo nunca contó con la actitud que lo hiciera una persona agradable, le quedó claro cuando este no era más que un "amigo" que visitaba el castillo pocas veces y al cual Satanick mandaba cartas. En ese entonces no le importaba mucho, pero... Entonces llegó ese día en que lo vio pelear contra él y acabó incluso peor.

Ese día en que las cosas cambiaron y empezó a verlo más seguido en el castillo hasta ser obligado a vivir ahí.

¿Lo odiaba en ese entonces? No... De hecho le parecía un simple juguete que le daba breves momentos de felicidad al diablo. Era fastidioso, en especial cuando se mofaba de él estando herido gracias a su hijo, pero no... No había odio.

Hasta hace unos meses en los que ambos desaparecieron.

Envi no era ningún tonto. Era el único que sabía explícitamente en qué constaba la maldición que fue arrojada hacia Satanick, no como los demás que no sabían detalles o de su mera existencia. Su amo se lo había contado porque tenía confianza en él.

Por eso mismo es que se hacía una idea de lo que estaba pasando "detrás de escenas".

Ivlis tenía la culpa.

Ivlis había causado esto... Él fue el que se llevó a Satanick.

Es culpa de todos... De todos, de todos, de todos, de todos, DE TODOS.

¡La culpa recaía en todos! Lil, Licorice, Glasses, Ivlis, Ártamos, Fumus, los demás subordinados... Todo aquel que hirió a Satanick había participado en este desastroso desenlace para el inframundo de Pitch Black.

Pobre... Pobre Satanick.

Él no merecía tanto odio si solo trataba de ser buen hermano, buen esposo, buen padre, buen jefe y sobre todo buena persona. Él necesitaba amor también, cosa que muchos le negaron.

Él pudo habérselo dado... Pero desgraciadamente Satanick nunca pus sus ojos en él de esa manera.

¿Por qué? ¿Por qué tenía que amar a personas que lo lastimaban? ¿Acaso hizo las cosas mal como para nunca ser notado? ¿Por qué Licorice? ¿Por qué Fumus? ¿Por qué Glasses? ¿Por qué Lil? ¿Por qué Ivlis?

Los odio tanto...

Todos ellos... Hacían inmensamente infeliz a Satanick e interferían. Si ellos no existieran... Entonces el camino estaría libre y sería él quien diera a su amo la felicidad por la cual tanto buscaba desesperadamente.

Se lo demostraría. Apenas volviese... Apenas fuese encontrado... Se encargaría muy bien de hacer las cosas como debió hacerlas antes: Sin escrúpulos, sin límites, solo pensando en su bienestar y su felicidad. Engañar, destruir, pelear, matar... Todo eso haría por él y tal vez más.

¿Estaba locamente obsesionado? ¡No, no, no!

Solo estaba enamorado y quería lo mejor para quien amaba. Deseaba evitar que siguiese sufriendo así, que fuese feliz a su lado ¿Era mucho pedir?

-Satanick-Sama... -Musitó en voz baja cerca de la ventana, con la vela apoyada cerca mientras continuaba hojeando el libro de hace un rato.

El diario de su amo... Aquel que le regaló en su primer cumpleaños juntos y estaba lleno de notas y vivencias.

Jamás lo había leído por respeto a la palabra "diario secreto" y a su dueño, hasta el día de hoy que estaba buscando la manera de saber de qué hierbajos tenía que deshacerse por él.

"¿Por qué Lil se fue? ¿Hice algo mal? Creí que estaba siendo buen esposo... Creí que esta vez no estaba fallando ¿Qué salió mal? ¿Fue algo que dije? ¿Fue algo que hice? Ni una nota o una palabra. Eso significa que no quiere verme de nuevo... Diario ¿Por qué ella me dejó de amar? Dijo que siempre estaríamos juntos, le creí indudablemente pero... Parece que no dejará de llover ¿Debería dejar de amarla también, diario? Aunque quisiera no sé si podría, ella fue todo para mí incluso antes de poder hablarle y ahora... Envi dice que no es de esperarse, que ella es una subcubo y eso debía ser una advertencia a que solo era una perra sin sentimientos pero... ¡Diario, yo sé que ella era diferente! Ella era especial, lo sé... No puedo creer otra cosa. Solo... Me encantaría estar muerto."

Señor Satanick-Sama...

"Diario... Es extraño, pero Glasses hoy dijo que me odiaba ¿Eso por qué? Realmente no hice nada mal ¿Verdad? ¡Sé que exageré un poco cuando lo vi con su novia hoy pero, vamos! ¡Consejos para una buena vida sexual nunca hacen daño a nadie! ¡No pido mucho, solo quiero nietos! Ay... Espero que sea una época de rebeldía... Ella sabría qué hacer... De hecho ella siempre sabía qué hacer pero... Ya no puedo acudirle ¿Debería darle tiempo? ¿Quizás seguir insistiendo?... ¡La segunda! ¡La segunda es buena opción! Si dejara de interesarme su vida creo que daría una mala impresión ¡Soy el mejor padre de este mundo y nada cambiará eso!"

Usted...

"¡Mis hijos son tan lindos, diario! Apenas hace poco que la cucaracha ya dio a luz a nuestro bebé ¡Se parece a mí! ¿No es eso maravilloso? El pequeño aún no tiene nombre, pero pensaré en algo acorde a él ¿Sabes? Al idiota de Ivlis no le agrada nuestro hijo y sus subordinados tienen que hacerse cargo de él ¡Y a mí no me dejan participar, que soy el padre! Aunque... Él no deja de llorar cada vez que trato de acercarme... Y yo que creí que podría aprovechar que la cucaracha no lo quiere para así poder hacerme cargo yo mismo... Diario... Otro de mis hijos no me odiará de nuevo ¿Cierto? Ni siquiera sé por qué Glasses empezó a hacerlo. Fallé como esposo una vez, no quiero hacerlo como padre... ¡Pero qué estoy diciendo! ¡Yo soy el fabuloso Satanick! Lograré que ese niño me adore y todo será diferente esta vez."

Realmente...

"Hey, Diario... Tú sabes... Hace poco ocurrió algo... No son importantes los detalles pero... Creo que ya sé qué debo hacer. Me iré pronto, me iré muy lejos a donde nadie me encuentre ¡Oh, perdón! A donde NADIE nos encuentre. Ayer supe que amaba a la cucaracha. Es raro pero... ¿Qué importa? ¡Esta vez no lo dejaré ir! Ya me han abandonado tantos... No puedo permitir que él lo haga también. Aunque tenga que obligarlo a amarme... Se quedará conmigo ¿No suena encantador? Hoy iré a buscarlo y nos iremos. Espero no tener que usar la fuerza bruta, pero será necesaria en algún momento ¡La cucaracha es un poco agresiva, tú sabes! Me gustaría llevarte conmigo, diario... Pero este es el adiós. Ahora solo seremos Ivlis y yo por siempre. POR SIEMPRE."

¿Está tan desesperado?

Cerrando el libro, miró momentáneamente la vela aromática y la tomó entre sus dedos mirando la etiqueta con el ceño fruncido.

"Para la feliz pareja de recién casados ¡Sean felices!"

-Esto es mentira...

Pobre, pobre Envi... Él solo deseaba hacer feliz a su diablo, pero las malas personas a su alrededor lo impedían.

-Ellos son innecesarios, Satanick-Sama... -Pasando sus dedos por la tapa del libro, decidió guardarlo en uno de los bolsillos de su saco y abrir la ventana.

Afuera estaba tan frío y lluvioso...

Se lo juraba... Haría que la lluvia se detuviera no importa qué medidas tuviese que tomar para eso.

-No importa qué deba hacer, le aseguro que podrá ser feliz a mi lado, Satanick-Sama. Espero que entienda que para eso... A muchos les tendrá que decir adiós.

No dijo más antes de apagar la vela con un soplido y lanzarla con todas sus fuerzas por la ventana abierta, hasta verla perderse entre la densa cortina de agua.

Yo soy el único que puede hacerte feliz, Satanick.

(...)

-Oh, Ivlis. Tú eres el único que puede hacerme feliz...

Ya perdía la cuenta de las veces que tales palabras se musitaban demencialmente de sus labios, pero no se quejaba de ellas ni las rechazaba, las amaba... Las amaba con locura al igual que al dueño de estas, las aceptaba como verdades innegables.

Sonrió entre sus fríos brazos dejando que sus toques mal intencionados pero bien recibidos siguieran jugando en su cintura.

Todo su ser dolía infernalmente de tal manera que resultaba hasta costoso mantenerse con los ojos abiertos y la consciencia en orden. Su interior ardía dolorosamente, sus heridas frescas derramaban sangre y uno de sus ojos se envolvía de un violáceo color parecido al del resto de moretones en su cuerpo.

Oh no... No eran muestras de afecto, para nada. Solo fueron unos pequeños y poco importantes correctivos necesarios.

Era su culpa... Era su culpa por haber respondido mal esas preguntas. Era culpable y Satanick era inocente, él fue obligado a esto.

Sí... Ese dolor era preocupación, era cariño, era amor. Eso le decía Satanick. Por ello lo soportaba aunque no terminara de gustarle para nada.

Quería demostrar felicidad ante ello, pero no era fácil.

-Uhn... -Satanick llevó una de sus manos las mejillas de Ivlis, permitiéndose ver mejor su rostro adornado con aquella sonrisa ida y mirada ciegamente devota. Se fijó más en el moretón de su ojo, soltándolo segundos después al suspirar. -No te sienta bien... Eras menos desagradable antes.

Ante lo dicho, Ivlis no se opuso y rozó la zona afectada sintiendo un golpe de culpabilidad. -Lo siento... -Murmuró perdiendo la dichosa sonrisa. -No debí hacerte enfadar...

El diablo de Pitch Black no contestó en seguida, perdió su mirada en la lluvia, dejando tenso el ambiente.

Si Satanick callaba de esa forma significaba que estaba frustrado, lo cual no le agradaba para nada.

-Ivlis... Te lo volveré a preguntar, sé honesto conmigo y no mientas...

La voz de ultratumba del azabache lo estremeció con un sentimiento de inquietud. Sabía que debía ser sincero, no quería desobedecer ese pedido de su amado, pero tampoco deseaba volverlo a molestar o angustiar. Por la forma en la que iba haciendo más fuerte y tembloroso su agarre hasta causarle dolor supo que lo dejaría al límite.

-¿Soy el único al que amas? ¿Sigues amando a tu familia?

El diablo de flamas no pudo contestar ¿Qué debía decir?... La respuesta siempre era igual, el resultado siempre era igual y el sentimiento insoportable quemándose en su interior tras eso lo humillaba.

¿Cómo es que seguía cayendo tan bajo?

-S-Siento decirlo pero... Sí... Todavía los amo.

Otra vez...

Al igual que siempre, como todos los días... Esas heridas no dejaban de marcar su piel castigándolo por sus palabras. Esos golpes no dejaban de asestarse contra él hasta dificultarle respirar.

En el estómago, en los brazos, en la espalda, en el rostro, donde sea. El dolor en sí no estaba en los lugares donde los recibiera, sino en su corazón. No importaba si estos ataques eran para su bien como Satanick decía... El hecho de estar siendo maltratado por quien amaba era desgarrador. Le recordaba mucho a esos días en los que ese tipo de tratos no eran por amor, sino por odio.

Los dos diablos respiraban con dificultad. Satanick se reía por alguna extraña razón e Ivlis trataba de abrir los ojos con un esfuerzo sobre humano.

No estaba llorando, pero ganas no le faltaban.

-¿Por qué...? Si ellos te han hecho tanto daño Ivlis... ¿Por qué los amas aun? ¿Por qué no me amas solo a mí? H-Hahaha... ¡H-Hahaha! Ay... ¡RESPONDE!

La verdad es que ni aun con ese jalón en su cabello que lo hizo levantar la cabeza hasta quedar cara a cara con él pudo encontrar una respuesta concreta, lo cual lo frustraba enormemente.

-Perdóname... D-De verdad que no lo sé...

Satanick no dijo nada, solo lo soltó y se levantó. Sabía que iría a deambular por ahí, era lo más probable.

El de ojos violetas no comprendía... A Ivlis lo habían abandonado y él seguía ahí a su lado ¿Por qué todavía él los amaba? ¿Qué estaba mal en su cabeza? ¿No podía hacerlos a un lado? ¿Es que acaso su amor no había terminado de llegar a él como para que supiera que el del resto no servía ni le hacía bien?

Amor tóxico, así es como le llamaba al cariño que sentía Ivlis hacia su familia.

-No entiendo cómo es que puedes amar a quienes te han hecho daño.

Oh... Qué curiosa ironía para el diablo herido. No se quedaría sin argumentar su parte, aunque para llamar su atención y evitar que se fuera tuviese que estirar su brazo hasta poder tomar su tobillo.

-P-Pero... Y-Yo te amo ¿No...? Y me haces daño... Me dijiste que de eso trata el amor, Satanick... -Tales alegaciones lo hicieron voltear tétricamente con una mirada aguda que Ivlis no pudo ver. -De amar a pesar de los defectos... Ellos los tienen, me han abandonado... Pero es amor lo que me hace quererlos.

-¡NO, NO FUNCIONA DE ESA MANERA! -Vociferó asestando otro golpe contundente. Esto lo hacía perder la paciencia.

Ivlis no comprendía ¿Qué estaba tan mal últimamente? Hasta hace poco tiempo que la dulzura en su nido de amor se estaba extinguiendo y todo se debía a una suposición suya en la que él, su familia y Satanick estaban juntos y felices. Desde mencionarla que el comportamiento de su adorado diablo cambió, haciendo esas preguntas, cuestionando su amor...

Esto era tan triste. Satanick a veces parecía querer estrangularlo con sus propias manos cuando respondía con sinceridad.

Pero era su culpa, sabía cuál era el problema y le dolía no complacerlo.

Él quería ser el único.

-Yo... Yo hago esto para que entiendas, cucarachita. Te dije desde el principio que no quería hacerte daño... Esto que hago no es lastimar... Te ayudo a ver la verdad, te estoy golpeando para que recapacites... ¡Este tipo de daño es bueno para ti! Quiero lo mejor para ti... Pero el que ellos te han hecho solo fue para hacerte sufrir. Es esa la diferencia... H-Hahaha... No importa, no importa... Me duele mucho que sigas diciendo que los amas... Pero no me rendiré...

Avanzó lejos sin detener sus extrañas risas, no atendiendo a la voz de Ivlis, quien desgraciadamente no tenía las fuerzas para moverse o siquiera mantenerse despierto.

Así que... Eso es lo que estaba mal con él.

No comprendía que todos eran basura, todos... Todos, incluso él... Satanick era la excepción y todo se debía a su amor.

Una vez lo pensó... Y aun lo creía.

Desde el instante en que lo perdió todo... La cosa que más odiaba era a sí mismo.

Y ahora que estaba por volverlo a perder las cosas no habían cambiado.

-E-Espera... Lo siento... Satanick...

No quería perderlo así... Ahora que alguien lo amaba tan intensamente no podía renunciar a esto por unos tontos errores.

Satanick se veía tan afligido cuando juraba amor a su familia y no a él.

Soy mal pareja... Soy insuficiente... Soy un traidor... Soy basura, soy inútil, soy una escoria indeseable...

Es cierto que Satanick decía que él era afortunado por ser amado por él pero... ¿La fortuna dura para siempre?

Ellos no sirven... Yo no debo amarlos... Me han hecho daño... Lo amaré solo a él, lo prometo. Por mi vida lo juro... Sé que una vez que lo sepas todo estará bien. Yo lo estaré, tú lo estarás, porque...

...

Yo soy el único que puede hacerte feliz, Satanick.

Y solo tú me puedes hacer feliz a mí.

(...)

-Woah... Son tan impresionantes.

-Igls es tan genial... Me gustaría ser como ella.

-Qué gustos los tuyos para andar mirando a la cegatona ¡El demonio es tan lindo!

-¿Y qué con eso? Ella lo ha derribado más veces.

-¡Pero él también lo ha logrado!

Murmullos, comentarios, charlas y miradas impresionadas circulaban por doquier.

Un año había sido ya... Un año desde que los demonios de Flame World llegaron a la tierra del sol. Había sido tanto tiempo... Y con el pasar de cada día, Igls avanzaba orgullosamente en su enseñanza hacia su sobrino, el cual parecía aprender más rápido de lo esperado.

Hubo dificultades al principio, como las había con cualquier novato, sin embargo actualmente podía decir con sumo orgullo que Licorice había sido completamente disciplinado en toda arte de batalla que conocía, y eso que solo era un niño de trece años.

Licorice no estaba tan confiado, aunque admitía que mucho de sus logros se debían a la devoción que ponía en su entrenamiento ¿Por quién? Estaba de más decir que por Ivlis.

Vivir en la tierra del sol era... Pesado, más que nada por Siralos las molestias que le daban su actitud, sus comentarios sobre Ivlis y demás. Pero por suerte, si lo ignoraba a él las cosas no eran tan malas.

Tuvo muchas oportunidades de aprender más de su madre, ya sea de ángeles que a veces hablaban con él o de Rieta y su tía.

Su relación familiar con la última se había vuelto fuerte con el tiempo. El ángel de luz era la amabilidad y el cariño en persona, dándole el toque cálido a su estadía cada vez que charlaban amenamente tras cada entrenamiento. Anécdotas, historias, cuentos, chistes, risas, preocupaciones del futuro y hasta inseguridades. Todo era bienvenido de la rubia y lo aceptaba sin problema, más si ella deseaba mimarlo un rato en su forma de niño.

...¿Qué? A pesar de todo lo que estaba pasando a su alrededor Licorice no dejaba de ser un crío que requería algo de cariño familiar ¡Más con su situación!

A Igls se la notaba feliz por ser apodada "tía" por los dos niños. Emalf le tenía un apego bastante fraternal, como si fuese una madre, y a ella no le incomodaba y hasta parecía adorable. Con Rieta... El otro par decía que eran "BFF" pero... Como que a Licorice le hacía el instinto casamentero cuando las veía juntas.

En resumen, habían recuperado parte de su rota familia y fue con todo placer.

Al joven diablo le brillaban los ojos de ilusión con solo pensar "¿Cómo reaccionará mamá cuando vea de nuevo a la tía Igls?" Estaba más que claro que él la adoraba enormemente, se sabía por cómo él la describía antes cuando le preguntaba al respecto.

No podía ver los ojos detrás de los párpados de su tía pero... Aseguraba que brillaban con la misma ilusión cuando le contaba lo que su madre pensaba al respecto de ella.

"Su tía... Su tía es maravillosa. Es la persona más amable, adorable, tierna, confiable y cariñosa que puede haber. No necesita verte a la cara, solo necesita ver tu alma y con eso bastará. Solo tiene que hablarte para hacer que el ambiente sea cálido y ameno. Es un ángel de luz en todos los sentidos de la palabra, es hermosa y no lo sabe, pero eso solo la vuelve más encantadora. Me encantaría que alguna vez pudiesen conocerla... Ojalá yo pudiese verla otra vez."

Podrás verla de nuevo, madre... Solo tienes que esperar un poco más.

-¡E-Eeek! -La rubia chilló adolorida luego de haber sido estampada violentamente contra el suelo de tal forma que rodó unos pasos más lejos debido al impulso. Terminó boca abajo con su lanza lejos de ella.

Sitiada... Así es como estaba.

Quiso levantar por sí misma su rostro, pero no fue necesario, pues la lanza de su contrincante se posó peligrosamente en su mentón para cumplir dicha acción y que lo escuchara reír burlón.

-Yo gané.

Un silencio tenso llenó el aire para los presentes que observaban dicha pelea.

Sin embargo se rompió segundos después con la risilla inocente de Igls al vérsele retirada el arma.

-Tú ganaste esta vez, sobrino. -Dijo sin pizca de rencor, tomando su mano cuando él se la ofreció para levantarla.

Ambos estaban maltrechos y agotados, tenían varias heridas ¡Pero no se confundan! Para ellos esas cosas no eran más que rasguños sin importancia.

-¿Te hice mucho daño, tía Igls? -Indagó entre preocupado y juguetón. Él sabía que ella era más resistente de lo que parecía, pero nunca estaba de más preguntar.

-Tendrías que hacer más que eso para dañar a tu tía, pequeño. -Respondió con una retadora sonrisa que no tardó en despertar en los dos una suave risa antes de inclinarse ante el otro como muestra de respeto mutua al final de cada sesión.

Licorice ni se molestó en voltear la vista hacia el conjunto de ángeles. Ya era normal verlos ahí cuando entrenaba, ya sea para admirar a su tía, a él, o ambos. Mentiría si dijera que le molestaba mucho, aunque solo se le hacía incómodo.

-Uhn... Creo que nos pasamos un poco de la hora esta vez ¿No, Licorice? -Añadió risueña el ángel señalando el cielo.

Los soles estaban en su mayoría adoptando un oscuro y poco brillante color rojo, haciendo más visibles las estrellas. Era evidente que ya era de noche.

-Sí... Rieta se va a molestar si llegamos tarde para cenar.

-Sí...

Un silencio y una mirada mutua bastó para hacerlos reaccionar a tiempo y salir corriendo hacia el castillo.

-¡RIETA NOS MATARÁ!

-¡¿CREES QUE NO LO SÉ?! ¡SOLO CORRE, TÍA, CORRE!

Ay... Esto pasaba tan seguido que era normal, mas no dejaba de ser divertido este tipo de situaciones cómplices con su tía.

Tardaron unos minutos en llegar debido a que más de un ángel en el camino los saludó y casi se los llevaba por delante. Licorice fue el primero en llegar y en asomarse erráticamente por la puerta al comedor, ganándose la mirada expectante de todos que decía "Esto ya no es novedad."

-¡No teníamos reloj! ¡No sabíamos la hora! ¡La tía me estaba enseñando una nueva maniobra y...! ¡WAAH! -No terminó de hablar a tiempo, puesto que Igls al tratar de frenar no lo hizo a tiempo y se dio contra su espalda, haciendo que ambos cayeran cómicamente uno sobre el otro adoloridos.

Qué fortuna era que el ángel fuese tan ligero de peso.

-U-Ugh... C-Creo que veo las estrellas.

-Y-Yo ni eso puedo ver...

Rieta suspiró dejando el último plato en la mesa y se dirigió al par, ayudándolos a levantarse y conteniéndose a golpearlos suavemente por haberse tardado ¡Joder! ¿Cuántas veces tenía que repetirles que fuesen más puntuales en sus horarios de entrenamiento? Era ya más de la centésima vez que hacían esto y seguían sin aprender la lección.

No podía enojarse con ellos, aunque sí le ofendía un poco ¡No menosprecien nunca la comida de Rieta!

A menos que seas Siralos y te la pases comiendo ensalada mientras ves programas de belleza. En ese caso despréciala todo lo que se te dé la gana.

-Excusas, excusas... Licorice, ya te he dicho que si quieres crecer fuerte y rendir en tu entrenamiento debes comer y dormir lo suficiente. Igls, eres su tía, dale el ejemplo.

-Sí, Rieta, lo sentimos, Rieta. -Murmuraron al mismo tiempo con un deje infantil y apenado que hizo a la genio sonreír mientras los guiaba a sus asientos.

-Se las dejaré pasar porque se ven agotados. Estuvieron entrenando duro hoy ¿Verdad?

-¡Cuéntanos qué hicieron hoy, tía Iglsh! -Chilló emocionada la castaña con un par de aplausos.

-Creo que se ven muy cansados como para eso. -Comentó Emalf, quien recibió una mirada fulminante de su parte. -¡P-Pero si tú quieres...!

-Licorice, ponte la camisa para comer. -Ordenó Rieta con un tono autoritario.

El diablo se quejó agotadamente en respuesta. -¡Pero... Rieta! ¡Tengo hambre!

No hubo discusión. Contra la mirada severa de la genio no se podía.

-...D-De acuerdo, ya voy. -Suspiró resignado levantándose hasta otra de las sillas cercanas donde la dejó. Complacida, la genio sonrió volviendo hacia Igls preocupadamente.

La pobre no comía ni un bocado, solo jugaba con el tenedor calladamente. Rieta sabía que cuando Igls tenía esa expresión no era por simple cansancio, sino porque estaba pensativa por algo importante.

-¿Te pasa algo, Igls? -Cuestiono con amabilidad sobresaltándola sin quererlo.

-¿Uh? -Había estado tan perdida en su mente que fue difícil reaccionar de no ser por su amiga. Prontamente negó con la cabeza sin convencerla mucho, apretando los labios cuando la roja mano de la genio se posó en la suya con amabilidad como una demostración de comprensión ante cualquier cosa y un mensaje indirecto de que ella se percataba de que algo pasaba por su cabeza.

Rieta era su amiga. La mejor y la única.

Siralos nunca la dejó socializar mucho, alegando que nadie era suficiente para la hija de un dios. Desde el destierro de Ivlis había estado tan sola que tener de nuevo la calidez de una familia que incluso era más grande, la reconfortaba, en especial por tener a alguien de confianza como Rieta lo era. Ahora comprendía que la genio no tenía por nada el puesto de primera subordinada y era considerada un "alma gemela" por su hermano. Ella tenía tanta facilidad para escuchar y hacerte sentir bien sin importar lo malo de la situación... Como una madre.

Aunque Igls no la sentía como tal, sino más bien como lo que era: Una amiga cercana.

No la malinterpreten, confiaba en su hermano, pero ellos estaban más restringidos por Siralos e Ivlis era un hombre. Había ciertas cosas que no podía hablar tanto con él por eso, y tener una amiga mujer era conveniente.

Con un suspiro resignado, Igls dio a entender que la respuesta a la anterior pregunta era un rotundo "Sí". Con decisión en su expresión, apretó la mano de su amiga y carraspeó la garganta para llamar la atención a su familia.

-Chicos... Necesito decirles algo, en especial a Licorice. -El silencio se formó rápidamente tras una que otra pregunta de Poemi y Emalf y la mirada atenta del menor. -Licorice, como tú sabes hemos estado entrenando un año y te estoy enseñando todo lo que sé para que alcances el nivel de tu madre ¿No?

Él no entendía a qué se debía el planteo de la rubia, pero no tardó en asentir dubitativamente.

-La cosa es que... Ya no tengo más que enseñarte. Todo lo que hemos hecho últimamente son repasos y prácticas. Como maestra no soy buena evaluando, ya que eres el primero al que estoy entrenando... Pero puedo decir sin un rastro de duda que tu dedicación, habilidad y fuerza son más que similares a las de Ivlis o mías. Te pasé todos mis conocimientos y ya no me quedan más que transferirte. Así que... Sí, el entrenamiento ya se ha terminado. Estás listo.

Nadie fue capaz de decir nada. La sorpresa los había enmudecido completamente y shockeado todos sus sentidos. Tan así, que solo el sonido del tenedor del niño cayendo de sus manos logró romper con el silencio.

Su mirada estaba perdida en su tía, pero no la observaba a ella, su mente se había perdido por unos instantes y sus labios temblaban.

Lo había logrado... De verdad lo había hecho. Después de tanto tiempo dedicándose solamente a hacerse más fuerte y hábil por fin estaba listo para empezar con su primera invasión y poner en marcha el verdadero comienzo de su plan para salvar a Ivlis.

No tenía palabras para su felicidad, ni para responder a las felicitaciones de sus familiares. En ese momento ya no estaba en su forma adulta ni tenía por qué demostrar fortaleza. Ahora solo era el niño que extrañaba profundamente a su madre y daba completa gratitud a su tía, abrazándola una vez que corrió hasta ella, casi tumbándola en el proceso mientras se largaba a llorar en sus brazos y la mayor correspondía cariñosamente.

-¡D-De verdad yo...! ¡Y-Ya puedo...! ¡B-Bwahhh! ¡Creí que tomaría más tiempo pero...!

-No, Licorice... Ya estás listo para iniciar por lo cual realmente has venido a la tierra del sol. -Musitaba Igls igual de feliz, rozando sus mejillas para limpiar sus lágrimas y dedicarle la misma sonrisa alegre. -Eres un niño muy capaz, no es de extrañar que hayas dominado tan rápido los métodos de lucha y estrategia. Estoy muy orgullosa de ti, como tu tía y como tu maestra.

-¡Sí! ¡Licorish lo logró! ¡Iremos a salvar a papi!

-¡Podemos ir por el jefe!

-¡Al fin! ¡Creí que este día nunca iba a llegar!

Licorice no respondió con palabras, solo volvió a abrazar al ángel con todas sus fuerzas.

Todo su interior era un revoltijo de emociones. Estaba emocionado, feliz, ansioso... Y a la vez estaba algo asustado. No porque dudara de sus capacidades, sino por el riesgo de fallar, acabar de alguna manera como Ivlis lo hizo, perdiendo todo por lo cual trabajó sin poder salvarlo... Y porque tendría que asesinar.

Se consideraba a sí mismo tan leal y devoto que estaba dispuesto a asesinar por la seguridad de Ivlis, pero eso no significaba que dejara de sonarle amargo tener que acabar con tantas vidas inocentes.

Sí... Dolería, pero no tenía otra opción. Las cosas iban en viento en popa como para detenerse ahora.

-Eso quiere decir... ¡Que ya podemos planificar todo! -Exclamó de la nada, exaltando al resto.

-¿Eh? ¿Ahora? Pero... Licorish... Apenas nos terminamos de enterar. -Dijo Poemi impresionada. -Ya es de noche y...

-¡No quiero perder ni un solo segundo de tiempo que podría usar para planificar cómo invadiremos el primer mundo! -Adoptando su forma adulta, su voz se entonó más autoritaria, cosa que llegó a sorprender a más de uno, aunque por alguna extraña razón le emocionó a Rieta. -Tenemos que buscar el mapa, anotar las opciones... Quiero saber acerca de cada mundo y cómo son sus defensas, en especial quiero saber sobre los diablos de estos. No podemos pasar ningún detalle por alto. En la guerra todo es importante y no se puede dudar o vacilar por nada ¿Verdad, tía Igls?

-Indudablemente cierto, sobrino. -Aseguró ella, contagiada por la diversión que empezaba a despertarle estar comportándose como soldados al mando de un superior.

-Hay que estar listos para todo. No me permitiré un solo error ¿Puedo contar con ustedes para esto?

Emalf y Poemi no terminaban de digerir nada, por lo que ver a Rieta e Igls hacer una seña militar mientras se levantaban de sus asientos fue lo único que los hizo reaccionar, mirándose y alzándose de hombros para luego copiarles.

-¡Sí, Licorice!

-Pero de aquí nadie se levanta sin haber terminado de comer. -Sentenció la genio. -Eres el jefe en esta misión pero no en esta casa, querido. -Ah no, no permitiría que dejaran la mesa sin haberse alimentado correctamente. -No se puede pensar con hambre ¿Verdad?... ¡Licorice, come despacio, diablos!

-¡PERO... RIETA! ¡DIJE QUE NO QUERÍA PERDER TIEMPO!

-¡Perderás la vida y todo si te ahogas con la comida! ¡Hazme caso!

Sin dudas... No dejaban de ser una familia aun si parecían un escuadrón.

De cualquier manera, solo tomaron unos minutos para que la mesa del comedor terminara cubierta por el extenso mapa, marcadores, papeles, bolígrafos y demás.

-Sunset Land es nuestro primer mundo. -Habló Rieta marcando un símbolo del mapa. Una media luna junto a un sol y una nube.

Licorice parpadeó confundido. -Espera... ¿No que ya estamos en la tierra del sol?

-Sunset Land es un mundo diferente. -Intervino Igls. -Padre ha tenido varios altercados con su dios, lo acusa de ser una copia tonta de él y que no es nada sin su existencia. Como haz de estar pensando; Haretahi, dios de Sunset Land es titulado el dios del día. Sin sol no existe el día, por lo que padre lo cree dependiente de él y que debería tenerle respeto. Lo he visto una que otra vez cuando viene obligado por él, pero nunca le he hablado o visto de cerca. El caso está en que no solo se encarga de días soleados, sino también de nublados, con lluvia, etc. O eso me ha dado a entender cuando discute con Siralos.

-Comprendo ¿Y qué hay del diablo? -Necesitaba ir directo a lo más importante para empezar, luego el resto se vería.

-Yamiyo es la diablesa en ese mundo. -Aclaró Rieta. -Es la diablesa de la noche y una de las más débiles que conocemos.

-Si es tan débil ¿Para qué incluirla?

-Este mundo fue el primero que invadimos para que el señor Ivlis obtuviese poder. Por experiencia sabemos que si bien no tienen las mejores defensas y preparaciones para batallas, están cerca de tu nivel y es una buena manera de empezar. No puedes ir a por el mundo con el diablo más poderoso o perderás a la primera. Esto es como una escalera. Paso a paso e irás subiendo.

Licorice asintió. Rieta tenía razón en eso. Era mejor empezar de lo más sencillo a lo más difícil para ir obteniendo más experiencia en guerras. Otros mundos con seres más poderosos podrían hacerlo picadillo apenas lo vieran. Estaba ansioso, pero no era estúpido como para jugarse el cuello y todo su plan imprudentemente.

-En la pelea matamos a todos menos a Haretahi, por lo que tuvo que reconstruir su mundo de cero y hasta recrear a su diablesa. Él es pacifista y algo cobarde, por ello sé que no habrá dicho nada a sus nuevas creaciones al respecto para no preocuparlos y por ende no han mejorado sus defensas.

-Eso es verdad. -El ángel de luz se puso pensativa, recordando las discusiones de ambos dioses de índole solar. -Haretahi en una de sus peleas con padre le reclamó algo con respecto a que Ivlis hizo algo que lo afectó, que tuvo que hacer todo de cero y que si se repetía con él iría a hablar con Justim. Padre dijo que si tanto quería evitar eso que lo confesara a sus habitantes pero él se negó diciendo que ahora vivirían tranquilamente como debía ser... En ese entonces no entendí pero... Ahora sí. -Era raro, a pesar de todo lo que sabía acerca del de mechas rojas y sus invasiones; a sus ojos no dejaba de ser el mismo tierno diablo que era su hermano y ahora más que nunca los necesitaba.

-Entonces solo invadiremos el inframundo ¿Verdad?

-No, viejo. -Le negó Emalf. -Sunset World es una aguja en un pajar de mundos, al igual que el Mundo Gris. Allá, Dios y diablo viven en la tierra, se llevan bien y los ángeles y demonios conviven en armonía. No hay cielo o infierno, todos están en un solo lugar.

-Qué conveniente. -Puso los ojos en blanco con un bufido fastidiado. Justo cuando más necesitaba a un dios lejos de su camino su deseo de ver más mundos como ese se cumplían para joderlo. -Y supongo que si me meto con Yamiyo será igual a meterme con ángeles, demonios y Dios.

-Exactamente. -Siguió diciendo Rieta. -Antes de invadir allá hemos observado el comportamiento de los habitantes y cómo es su mundo. Tenemos una pequeña ventaja sobre esto. -Hizo una pausa corta. -Sunset World funciona de esta manera: Existe más de un castillo ahí. En uno de ellos vive Haretahi, que es el principal, y en otro vive Yamiyo. Ambos están a un extremo diferente del pueblo y están bastante lejos de este. Cuando es de día es porque Dios está en el castillo principal, cuando es de noche es porque Dios va al castillo de su Diablesa a descansar y ella va al principal a hacer lo mismo al principal. Allá es más normal que exista el amanecer o el atardecer en vez de la noche y el día.

-Y eso se debe... A que pasan más tiempo juntos del que deberían estar separados ¿No es así?

-Correcto. Basados en el cielo podemos saber cuándo están separados o juntos. Lo ideal es atacar durante el día, cuando Yamiyo esté en su castillo y Haretahi en el suyo. Nos desharemos de los habitantes, no hay elección, todos querrán defender su mundo. Luego iremos a por Dios... Yamiyo vendrá directamente hacia nosotros apenas eso pase, puesto que al igual que tu padre, el clima del día lo controla él con sus emociones. Ella no dudará en venir a ver si algo anda mal y entonces los podemos emboscar a ambos.

-Suena a un buen plan... Pero ¿Dios no querrá intervenir cuando empecemos la guerra?

-Haretahi ama a sus habitantes pero... Sabe que es un dios débil en comparación a los demás. Si se metiese en la pelea no solo quedaría traumatizado, sino también podría ser herido de gravedad y tardaría en recuperarse para re crear todo lo antes posible. Se la pasa la mayoría del tiempo en el castillo, por lo que no se dará cuenta muy rápido de la situación.

-Entonces... Atacar durante el día. Nos deshacemos de los habitantes, vamos a por Dios y luego la diablesa. -Re planteó Licorice.

El plan no parecía difícil. Sonaba simple y fácil de cumplir.

-¿Tendremos que pedir ayuda a los demás subordinados del señor Ivlis? -Preguntó Emalf pensativo. -Ellos siempre nos acompañaron en cada invasión y... Sin ellos no podríamos hacerlo todo.

-Deja que yo me encargue de explicarles todo y nos acompañarán. -Rieta era la mano derecha de Ivlis, la escucharían sin dudarlo. Tenía confianza en eso.

-Pero... ¿No crees que se escandalizarán si les contamos lo que pasó? -Dudó Poemi. -Ellos querían mucho a papi... Bastante preocupados los dejamos cuando nos fuimos a vivir con la bashura ¿Y si tratan de invadir Pitch Black World solo para buscarlo y cometen locuras?

-Es por eso que me excusaré con ellos de alguna manera.

-A mí no me importaría si deciden invadir Pitch Black World. -Bromeó el niño con una risa maliciosa. La imagen de los subordinados de su madre arrastrando a Satanick hacia la cárcel se le hacía tentadora, aunque sabía que no podría ser. -Entonces... Supongo que mañana no podrá ser. Tenemos que preparar tanto y ya es muy tarde...

-Pasado mañana será, Licorice. Hasta entonces por favor todos estén listos. -Con una sonrisa, Rieta empezó a volver a plegar el mapa al tiempo que Emalf se retiraba junto a los dos niños. Ya se acercaba la hora de dormir, la ansiedad era tal que para sobrellevarla querían descansar aunque tardaran en ello.

Una vez se fueron y la genio estuvo por irse también para guardar el mapa, su atención se desvió al ángel de luz. Esta mantenía su cabeza gacha entre sus brazos y sobre la mesa, con una expresión agobiada.

-¿Igls?

-Lo siento. Debo salir.

No dijo más que esas secas palabras antes de salir de la sala apuradamente y dejarla con la palabra en la boca, sin poder reaccionar ante tanta rapidez.

Fueron unos segundos en los que trató de entender qué acababa de pasar y digerirlo para soltar el mapa sobre la mesa e ir tras el ángel de luz a pasos rápidos.

-¡Igls, espera!

Sin embargo, apenas salió del castillo... Ella ya no estaba a la vista. Volteó a todos lados con desesperación, bajó las escaleras de la entrada principal y atravesó el corto jardín de esta. Su vista se posó en la pluma brillante de las alas de Igls que seguramente se desprendió accidentalmente de ellas.

Se había ido volando.

Pero no la había perdido, su instinto daba una corazonada sobre dónde debía estar ahora.

No tenía la opción de ignorar así como así esto. No era normal ese actuar tan repentino en Igls, ella confiaba en su juicio para hablar de lo que fuera ¿Por qué la dejaba así de preocupada y escapaba?

Suspiró a mitad de camino al verla a distancia, parada donde creía que estaría; El acantilado en el cual todo comenzó.

Igls no era tan diferente a Ivlis si los conocías antes. Desde el comienzo de esta locura y la frecuente interacción con la hermana del diablo de flamas la relación que entablaron era similar a la que tenía en el pasado con Ivlis antes de que fuese desterrado. Ambos hermanos eran iguales de dulces, inocentes y amables, con ese deje infantil y esa personalidad sensible. De cubrirte los ojos con una venda la primera vez que los conoces no sabrías diferenciarlos del todo, eso aseguraba la genio.

Tal vez por esas similitudes y lo abierta que era Igls tuvo la facilidad de crear lazos y adivinó sin pensarlo mucho en donde se encontraría.

Igls no quería preocuparla, no quería que la vieran llorar, quería estar sola aunque eso era lo opuesto a lo que necesitaba.

Qué curioso... Lo mismo le pasaba con Ivlis cada vez que él pensaba y se lamentaba mirando la luna roja del inframundo.

Ah... Un déjà vu...

Ni siquiera se molestó en llamar a su nombre o tocarle el hombro, solo tuvo que dar un par de pasos más quedando a poca menos de un metro de su espalda, escuchando claramente como sollozaba cubriendo su rostro, hipando cada tanto. Sabía que Igls se percató de su presencia, por algo estaba tratando de calmar su llanto y respirar hondo todavía derramando lágrimas mientras sus ciegos ojos parecían estar mirando el fondo del abismo.

-Rieta... Me siento tan perdida...

A la genio se le estrujó el corazón de solo escucharla hablar quebradamente como si fuese romper a llorar de nuevo. Se sentía tan horrible ver a la dulce Igls así... Y eso que era la primera vez que lo veía.

_..._

-¿P-Padre...? ¡Padre! ¡¿Qué haces?!

La mirada afilada del dios se desvió pocos segundos de su objetivo para dirigirlos a su solloza hija. Ella no necesitaba ver para entender qué pasaba, aunque no los motivos detrás. Sus piernas y todo su ser temblaban al borde del colapso mientras todavía escuchaba los quejidos de su hermano y las risas bajas de su dios.

-I-Igls... -El diablo apenas podía decir palabra. Su voz estaba ronca del llanto y afónica, dificultándosele la respiración mérito de las lanzas atravesando su pecho. El dios lo sujetaba del cuello de la camisa, y a pesar de su altura se encontraba más abajo que él, pues sus piernas estaban débiles como para permitirse estar de pie por su cuenta.

-¡Padre...! ¡Padre, por favor, responde! -Estaba tan desesperada. No podía ver nada, el pánico arruinaba sus sentidos de la orientación mareándola al punto de hacerla caer de rodillas.

Con una risa, Siralos avanzó unos pasos ignorando los gritos de su hija y se detuvo cuando uno de sus pies tocaba el borde del acantilado y al extender la mano Ivlis colgaba sobre el vacío, lleno de miedo, sujetándose hasta casi clavar sus garras en la ropa del dios y su brazo.

Suplicaba y gritaba, Igls hacía lo mismo, pero el dios del sol no dio lugar a dudas.

-Tú ya no me sirves... Cae en la oscuridad y arde en el fuego maldito del infierno, Ivlis.

El desgarrador grito de ambos hermanos en un fallido intento de tomarse de las manos antes de la inevitable caída hizo eco en la nada.

-¡NO, IVLIS! ¡IVLIS!

-¡IGLS!

Y ya nada se pudo hacer... Apenas sus dedos pudieron rozarse antes de que los gritos lejanos de Ivlis indicaran que él estaba cayendo hacia la desgracia para no ser visto por la tierra del sol nunca más.

-¡IVLIS! ¡IVLIS, NO! -Ella quiso salvarlo, quiso lanzarse al abismo junto a él. Tomarlo en sus brazos y hacer de ello una caída segura gracias a sus todavía presentes alas, pero en su amague Siralos la sujetó del hombro deteniéndola. -I-Ivlis... N-No... No... ¿Por qué...?

El destrozado ángel sollozó paralizada en su lugar, sintiendo a su padre palmearle la cabeza en un burdo intento por mostrar comprensión falsa e hipócrita.

-¡¿P-Por qué, señor Siralos?!

Él sonrió con enfermiza calma. -¿Sabes? Suenas como él. Pero sé que no serás como él.

-¿Q-Qué...?

-Tu hermano nos ha traicionado, querida. Me duele tanto como a ti pero... Ahora está donde pertenece. Con los sucios demonios de su nivel. -Masculló con una sonrisa forzada, haciendo fuerte e hiriente su agarre sobre su hombro. Era casi amenazador, se sentía en su toque y sus palabras. -No lo irás a buscar ¿Cierto? Eso sería una traición también y... Acabas de ver como la pagan los traidores.

Igls no le contestó.

Simplemente se arrojó a sus brazos llorando abiertamente, recibiendo tan solo unas palmadas vagas en la espalda que disimulaban una amplia sonrisa y unos dorados ojos que observaban con malicia el vacío.

Pobre y ciega Igls...

En ese entonces ella se hacía la pregunta incorrecta.

"¿Por qué, Ivlis...?"

No... Eso no era correcto.

"¿Por qué Ivlis?"

_..._

-Todo está pasando tan rápido para mí... Parece que estoy junto a mi hermano, siendo felices en una familia... Y de un segundo a otro lo escucho gritar mientras cae al vacío... Y en un parpadeo ustedes están aquí conmigo diciéndome que... Ugh...

Era demasiado para ella.

-Tengo miedo, Rieta... -Admitió volteando hacia ella. -Tengo miedo de tantas cosas... Tengo miedo de saber qué está pasando con él ahora... Tengo miedo de volverlo a ver y que me odie... Tengo miedo de que todo salga mal y mi ayuda haya sido inútil como siempre... Tengo tanto miedo.

Estaba insegura de todo ¿Y si Licorice fallaba gracias a que sus enseñanzas no fueron suficiente y tenía el horror de saber que lo había mandado a cumplir un destino igual o peor que el de su hermano? ¿Y si Ivlis ya estaba muerto y solo terminaban encontrando un podrido cadáver corroído? ¿Y si lo encontraban vivo pero él la repudiaba por todo?

Incluso si sus sobrinos y los subordinados insistieron en que Ivlis seguía adorándola a pesar de todo y compartía sus deseos por verla ¿Quién aseguraba que ahora que, vaya a saber Vicers qué, miles de cosas le estaban haciendo no la odiaba por haber sido parte de quien escribió ese destino para él?

-Todo lo que alguna vez creí... En padre, en que éramos felices, en que nada nos faltaba... Ya no queda nada.

Se aferró a ello para no caer en la desesperación cuando Ivlis se fue, sin embargo ahora estaba viendo la amarga realidad gracias a su sobrino, el que sí estaba envalentonado y decidido a buscar al de mechas rojas... El cual le contó todos los motivos de Siralos para haber desterrado a su hermano...

-Padre... Ya no sé quién es él... Ya no sé qué soy yo... Ya no sé para qué fui creada o cual es mi utilidad ¿Qué soy? ¿Soy un ángel jefe? ¿Soy un adorno al lado de un dios? ¿Soy una cómplice de un acto de crueldad? ¿Soy...? Ya no lo sé.

-Eres Igls... Ángel de Luz, hermana del diablo de Flamas, tía de Poemi y Licorice, amiga de Emalf y también la mía. -Dijo finalmente Rieta, acercándose para abrazarla cálidamente. Entendía cuán difícil debía ser para Igls estar pasando por esto, así que no la dejaría sola. -Eres nuestra familia.

Tanto tiempo subordinada, dando lealtad y creyendo en las palabras de un mentiroso que se hacía llamar "padre" la habían hecho sensible y temerosa a la verdad.

Un momento después respondió el abrazo, hundiendo su rostro en el hombro de la genio. -Quiero ir con ustedes. -Declaró dejándola enmudecida. -Quiero... Ayudarlos... Incluso si debo matar a inocentes e invadir miles de mundos... Quiero ir con ustedes... Y una vez que podamos ir a por Ivlis quiero dejar este lugar, a Siralos... Ya no quiero seguir siendo una cobarde pero... Estoy asustada de lo que podría pasar si dejara atrás todo esto... ¿Qué debo hacer?

"¿Qué puedo hacer...?"

Igls no lo sabía.

Pero Rieta sí.

-Igls... ¿No quieres ser libre? Esto ya no es tu hogar. Incluso si naciste aquí es no es un hogar... El hogar está donde tienes a tus seres queridos. Donde te sientes bien, amada y cómoda... No en un castillo lleno de frivolidad y frialdad al lado de un hombre que dice ser tu padre y si lo quisiera podría hacerte lo mismo que a Ivlis... La elección no es difícil de tomar ¿A quiénes amas?

El silencio reinó por unos instantes, hasta que levantando el rostro, Igls sonrió solloza para Rieta, cara a cara con una respuesta.

-Yo amo a mis sobrinos... A mis amigos... Y amo a mi querido hermano. Donde sea que ustedes estén será mi hogar.

No se hizo falta decir más y ambas amigas se abrazaron nuevamente con todas sus fuerzas.

Ya no había vuelta atrás.

-Te prometo que verás a Ivlis. -Juró la genio secando sus lágrimas con toda la delicadeza que sus garras permitían. -Una vez que Licorice sea poderoso... Estaremos contigo cuando decidas dejar a Siralos. Te prometo que en todo momento... Yo tomaré tu mano y te daré la fuerza necesaria. No te dejaré caer. No estarás sola en esto... Estaremos contigo.

Un sentimiento cálido llenó el pecho del ángel hasta hacerla sonreír sinceramente. Sus lágrimas ya no eran de tristeza, eran de felicidad ante el prometedor futuro que se avecinaba cada vez más rápido.

-Por favor... No llores. Te ves más bonita sonriendo. -Animó risueña y lagrimosa también, sin notar lo último hasta que Igls rozó sus húmedas mejillas dando a entender aquello. Las dos rieron suavemente sin soltarse y cuando el aire llegó de nuevo a sus pulmones luego del silencio, juntaron sus frentes.

-Rieta...

-¿Sí, Igls?

-Gracias... Por ser mi primera mejor amiga. Nunca me había sentido tan cercana a alguien desde que Ivlis se fue... Sé que es mucho pedir y es tonto porque ya me lo dijiste pero... Por favor, quédate conmigo siempre.

Oh... Aquello fue como un golpe a su corazón.

"Tú siempre... Estarás conmigo ¿Verdad? Eres mi mejor amiga, no quiero estar lejos de ti."

Las lágrimas se acumularon a borbotones en sus ojos de la misma manera que sus emociones desbaratadas en su pecho.

Aun si parecía un déjà vu... No podía decir que se sentía de la misma manera que con Ivlis.

Ambos hermanos eran similares... Pero no lo mismo.

-En las buenas y en las malas... No importa lo que pase... Iré hasta el fin del mundo para encontrarte. Se lo prometí a él y a ti también te lo prometo.

Esta vez lo cumpliré... Lo juro.

(...)

Lluvia... Lluvia, estúpida lluvia.

¿Cuánto tiempo más el cielo pensaba caerse como agua sobre sus cabezas? Ya era un año y meses encerrada en su condenada casa, solo rodeada de sus compañeros y nada. La rutina, el sonido del agua, el cielo nublado, estar sofocada por la humedad, las goteras... TODO la estaba poniendo de mal humor y le hacía hervir la sangre hasta el límite de hacerla incendiarse de ira.

-Vamos, Kurotsuno. Deja esa mala cara y ven a jugar un rato.

La peli gris miró de soslayo a Reina, quien tranquilamente jugaba ajedrez contra Bis. Obviamente ella ganaría por sobre el chacal como de costumbre, así que no había nada interesante en verlas.

...Met sí le veía lo divertido, y no había otra explicación más que su estupidez.

-Tal vez un chocolate te animaría... -Intervino Maekami, a lo cual ella asintió suavemente sin decir mucho.

-No te preocupes, Kurotsuno. En algún momento la lluvia debería parar... Espero.

El comentario de Daimonji era más que cuestionable, pero lo dejó pasar solo porque no tenía la voluntad para responder de buena manera.

Usualmente no se contenía, pero... Ellos no eran fastidiosos, no merecían ese trato.

Hace tiempo que la lluvia dejó varados a los tres demonios; Maekami, Daimonji y Anten. Al ser amigo del primero, Kurotsuno le ofreció vivir temporalmente con ellos en la casa. Al fin y al cabo era grande y gracias a que Maekami tuvo que desalojar su bar tenían más provisiones de las que tenían antes.

Es cierto que en algún momento se acabarían pero... Cuando ese momento llegara, si la lluvia no paraba se irían a otro mundo.

-Por Vicers... La lluvia me suele dar ganas de dormir, pero llueve tanto que creo que perderé el sueño. -Comentó en su infaltable tono divertido la demonio de cuernos curveados, con esa sonrisa burlona que siempre la caracterizó.

-¡Si durmieras toda la eternidad yo te despertaría con un beso! -Fue lo que propuso la fantasma peli roja antes de terminar masacrada como de costumbre.

Me pregunto qué pasará con él...

Su padre ya no la llamaba tan seguido como antes, ni para saber cómo estaba ¿Le preocupaba? No en realidad, solo le daba ansiedad e inquietud la falta de llamados. Sullivan siempre fue paranoico y estaba sobre ella como abejas a la miel, y justo en la crisis más angustiante y mortal de Pitch Black World no se dignaba en mandar ni una mísera carta o señal de humo.

¿Acaso le habría pasado algo?

¿Y para qué pensaba tanto en eso? No debería preocuparse por ese idiota por lo que sea que le pasase ¿No?

Agh... Pero aun así era difícil no pensar en él cuando estaba tan ausente. Se había acostumbrado a su molesta presencia y su voz fastidiosa ¿Cómo se suponía que se tomara este largo descanso?

La lluvia, seguro la lluvia la estaba volviendo loca. Ya ni sabía qué pensaba.

Pero qué...

Y entonces el teléfono sonó.

Fue tal su sorpresa que no pudo reaccionar, por lo que fue Anten quien lo levantó y atendió.

-¿Hola?... ¿Sullivan?

Cómo era de esperarse... Ese tonto no podía morir sin que su alma divagara entre los vivos para seguir molestándola. No sabía por qué el alivio en eso, pero no negaba que ya recordaba que odiaba recibir llamados suyos.

-Quiere hablar contigo, niña. -Para ese entonces Kurotsuno ya se había levantado y fue directo al teléfono, arrebatándoselo de las manos al hombre con una rara impaciencia. Su piel golpeaba el suelo de manera ansiosa y sus dientes rechinaban de inexplicable ira.

-¡Olivia! ¡Soy papá! ¡¿Cómo estás?! ¡Ha pasado tanto tiempo y tantas cosas! ¿Está todo bien ahí? ¿No estás lastimada o enferma?

-Hasta que llamas... Se me hacía extraño no escuchar tu jodida voz.

-Ah... Me respondes como siempre. En ese caso supongo que todo está bien.

Un tic amenazó con hacer temblar la ceja derecha de la demonio. -¿Bien? Lleva un año y medio lloviendo, no puedo dormir gracias a las condenadas goteras ¿Tú crees que eso es bueno?

Sullivan al otro lado de la línea sudó en frío soltando una risa nerviosa.

Había logrado obtener señal, la suficiente para llamar a su hija. La falta de electricidad en casa de Lil lo había abstenido de eso, al igual que los fallos constantes en el castillo. Milagrosamente hoy tuvo suerte y pudo ponerse en contacto.

Oh, estaba tan preocupado... Desde el comienzo de esa locura que quería ver a su hija, pero era imposible. Cada día la angustia lo torturaba al preguntarse cómo estaría ella ¡Era su padre! Era obvio que lo tenían a medio morir por no poder hablarle para saber mínimamente que estaba viva.

Su pequeña era su mundo, y aunque ella no lo viese de la misma manera, no dejaría de cumplir su rol de padre, así estuviesen a kilómetros de distancia.

-Lo siento, querida... Estamos tratando de resolver esto.

-¿Qué tal si matan al diablo? Tanta lluvia me hace desear su muerte.

-O-Olivia, no digas eso... Además, el amo está desaparecido. No podía matarlo aunque quisiera.

-Ya veo. -Había escuchado de eso antes, aunque lo creyó un rumor sin pruebas hecho para asustar a todos. Ahora que se confirmaba como real... Estaba considerando más la opción de huir.

-Tal vez podrías...

Iba a proponer que fuese con sus compañeros a vivir con ellos. El castillo era lo suficientemente grande para todos, tenía múltiples habitaciones que si bien antes eran de los otros subordinados y la familia Flamas, podrían servir para alojar a los demonios estancados en la otra casa, hasta sobrarían cuartos.

Pero no pudo comentar nada, Kurotsuno lo interrumpió repentinamente.

Todas las ideas de su padre eran pésimas, no había que ser tan lista para saberlo, lástima que esta vez no era así y estaba perdiendo una oportunidad.

Oh, terca Kurotsuno... Por suerte, su orgullo se mantendría intacto. Aceptar una propuesta así de Sullivan sería tan humillante.

-"Tal vez podría" nada. Me alegra que sigas entero... Eso creo... Pero estoy en una mala situación y tus consejos no me ayudarán.

-P-Pero yo...

-Nada, ahora adiós. Trata de no morir, idiota.

El sonido del teléfono cortando lo aturdió bastante y lo hizo gritar asustado ¿Pero le sorprendía? No en realidad. Sería extraño que Kurotsuno no le cortara el teléfono apenas llamara.

Esto de ser padre era difícil... Nada parecía mejorar con ella y el no poder verla lo estresaba.

Ella podía insistir todo lo que quisiera sobre que era capaz y lista para cuidarse por su cuenta en esta crisis, mas su paranoia de padre le impedía ver eso y caía en el pánico de solo pensar que ella trataría de irse a otro mundo y en el camino a los portales moriría ahogada.

No... Sin pánico, Sullivan. Respira hondo y ve por un té.

-Al menos pude hablarle... -Murmuró para sí mismo con un tenue deje de felicidad. Había extrañado la voz de la peli gris.

"Me alegra que sigas entero... Creo..."

"Trata de no morir, idiota."

-... U-Uhn... Se preocupa por mí después de todo. -Fue lo único que pudo susurrar de nuevo para sí, casi echando corazones. Era poco usual recibir ese tipo de comentarios de ella.

Como también lo era su voz poco mal humorada al hablarle y la falta de insultos.

-Cielos, Kuro... ¿Es idea mía o estabas feliz de que él te llamara? Te noto menos... Estresada. -Comentó Hanten a la chica de espaldas que pensaba mirando el teléfono, hasta hacerla gruñir e ir escaleras arriba.

-Cállate... Solo se me hacía muy raro que no me fastidiara.

...Me pregunto si volverá a llamar pronto.

(...)

Ellos ya no importan... Ellos ya no importan... Solo me importa él, solo debe preocuparme él, solo debo pensar en él.

Tales pensamientos no dejaban de rondar en su cabeza como un recordatorio constante en lo que esperaba la llegada de Satanick.

No estaba lejos, lo sabía. La cadena en su cuello era muy larga, pero no tanto como para permitirle al diablo de Pitch Black ir más allá de algunos pasillos.

Sabía cuándo venía a él. Era atento al sonido de los charcos de agua, sus pasos y el metal de la cadena chocando contra el suelo.

Ahora sin embargo estaba muy débil como para prestar atención a tantas cosas a la vez. Razón por la cual no se percató de que hace rato que Satanick ya estaba con él, abrazándolo reconfortantemente mientras lo sentaba en su regazo como solía hacer siempre.

Fue un lindo despertar, debía decir.

-¿S-Satanick...?

-Lo siento por lo de hace un rato. -Murmuró apretando su agarre. Su voz se notaba quebradiza. Estaba arrepentido.

Ivlis miró hacia arriba confundido ¿A qué se debía esa disculpa? Si la culpa no era de nadie más que suya... Esto era raro. Satanick nunca se había disculpado antes por sus tratos.

-N-No digas eso...

-No, es verdad. Tal vez... Esta no es la forma correcta de hacer que mi amor llegue completamente a ti. -Una risa amarga escapó de sus labios goteantes de púrpura, detalle que el de ojos dorados no dejó pasar por alto. -Es solo que...

-Satanick...

Fue dificultoso que su mano alcanzara su mejilla, pero lo hizo y logró acercarlo lo suficiente para besarlo, callándolo hasta nuevo aviso. Pasaron los segundos tras ese contacto e Ivlis se separó quedando en igualdad con el contrario. Con sus labios chorreando también de esa sustancia violeta y la misma inundando su boca.

Mareado.

Así lo dejaba su sabor metálico y fuerte, intoxicando sus sentidos, como si de pronto sintiera un raro cosquilleo helado recorriendo su cuerpo. Él suponía que solo era la energía de la vitalidad de Satanick trasladándose o quizá era esa sensación que describían como "Mariposas en el estómago".

-Quiero hacerte una pregunta... -Habló en tono bajo, despertando el interés del más alto. -¿Tú... Todavía piensas en tus subordinados, hijos y esposa?

-A veces... -Admitió con un deje de pena y una risa amarga que sacó a Ivlis una sonrisa.

-¿Lo ves? Todos cometemos errores... Podemos arreglar eso.

La malicia desprendida de su hablar lo dejó en dudas.

Él tenía pensado algo. Si Satanick quería hacer que dejara de amar a su familia porque le habían hecho daño... Entonces él debía ser un buen novio y hacer lo mismo. Solo así serían felices, solo así podrían liberarse mutuamente y sacarían de sus vidas a aquellas personas que no valían la pena.

-Yo comprendo... -Continuó, llevando sus manos hasta su propio pecho al tiempo que la melancolía atenuaba momentáneamente su hablar. -Mi familia... No me amaba, me hicieron daño... Y es por eso que ya no los amaré jamás. Sé que tú eres el único que me ama y puedo amar, Satanick. Pero... No me parece justo que solo yo tenga que cumplir con eso ¿No crees?

El diablo lo comprendió... Y sonrió con la misma malicia que Ivlis perdiendo su mirada en él.

-Tu esposa te mintió... Te abandonó... Era una zorra sin sentimientos que te lastimó sin razón. Tu hijo te odia a pesar de que hiciste de todo para ser un buen padre para él... Tus subordinados siempre te están fallando, nunca te entienden, nunca te ayudan de verdad... Y nuestro hijo...

Ivlis pausó bajando la mirada al no encontrar las palabras correctas. En un pasado... No creería estar hablando de esta manera sobre él pero... Todo a su alrededor indicaba que era su verdad, y si bien le costaba saber qué decir, tenía ciertas cosas pensadas desde hace mucho.

-Él... Él también te odiaba y no quería que estuviésemos juntos. Él siempre me dijo que tú eras malo para mí, que me mantendría lejos y... Nunca supe que estaba haciendo lo contrario a lo que era bueno para mí. Él... También me hirió...

Él dijo que me amaba... Que no me dejaría... Que siempre me salvaría de todo... ¿Y dónde estaba cuando más quise escapar?

Traidor, traidor, traidor... TRAIDOR, MENTIROSO, ESCORIA, UN NIÑO QUE NO DEBIÓ NACER, ENGENDRO.

TE ODIO, TE ODIO, TE ODIO, TE ODIO, TE ODIO. DEBERÍAS HABER MUERTO.

-Déjalos a todos atrás, Satanick... Como yo lo hice con ellos. Olvídalos, ódialos... Dejemos atrás toda nuestra vida y formemos una nueva juntos... Aquí, solo tú y yo, amor... Y si tú quieres... Un niño que nos ame a los dos... Que quiera que estemos juntos... Que te diga "padre" y no "basura".

Se sonrieron tomándose de las manos. El de orbes violetas asintió cerrando los ojos.

-Lo entiendo...

-Solo nos necesitamos a nosotros.

-Solo nos tenemos a nosotros.

Musitaban a la vez de forma vacía y aterradora. Cayendo ante la mirada ajena de cada uno.

Lúgubre, extraño, de mal agüero... Todo eso y más servían para describir la escena. Y como era de esperarse, el par de "amantes" no lo veían de la misma manera.

-Un hijo que quiera que estemos juntos... H-Hahaha... Esa era mi idea, creí que no querías. -Agregó con diversión, recordando que lo había mencionado el primer día ahí, cuando Ivlis apenas digería lo que pasaba.

-De alguna manera hay que corregir nuestro error y es volviéndolo a intentar. -En respuesta, se abrazó a su cuello dejándose besar, entrando en el mareo, preparándose de nuevo para esos dolores infernales que catalogaría como "amor".

Eres un error, Licorice... Es una lástima haberme dado cuenta de eso tan tarde.

(...)

-Es aquí...

Anunció en voz baja la genio, observando con melancolía el paisaje, las personas, felices y despreocupadas de sus vidas.

El hermoso cielo azul y despejado no ayudaba en mucho, el solo ver la belleza del primer mundo en la lista la hacía querer retroceder. Ese sentimiento lo había vivido antes, salvo que el que estaba a su lado era Ivlis y no Licorice.

No tirarían en plan por la borda... Y ahí estaban los cuatro avanzando entre la multitud ignorante.

Igls esperaba las órdenes de Rieta al otro lado del portal, ella se encargaría de dar la señal a los demás demonios para cruzar al otro mundo y comenzar la matanza. Hasta entonces que resultaran una amenaza... El silbato que colgaba del cuello de la genio no sonaría

Apenas llegaron, Licorice ignoró cuanto pudo el bonito paisaje, las sonrisas de sus habitantes o el pacifico ambiente. No tenía tiempo de pensar en ello, y Rieta le había aconsejado que cuanto más lo ignorase, más fácil sería todo para él.

A las lejanías se encontraba el hogar de los mandamás, estaba rodeado de unos pocos ángeles y demonios, aparentemente subordinados que no dudaron en acercarse cautelosamente a los visitantes. Licorice no era familiar para ellos, pero Rieta, Poemi y Emalf sí.

"Estos seres son peligrosos para nosotros. Por ningún motivo los dejen quedarse aquí"

Fueron las palabras del Dios hace tiempo, y las cuales siempre recordarían.

-Es hora... Emalf, Poemi, nosotros nos encargamos de estos y los demás se encargarán de los habitantes. Licorice, tú ve a buscar al dios Haretahi, la diablesa no regresará tan pronto y para en ese entonces ya habremos acabado con las defensas.

Licorice asintió agudizando sus sentidos como ella.

Ya no eran visitantes allí... Se dio a entender tan pronto como un demonio de cabello blanco y ropajes azul oscuro empuñó su espada contra Rieta, la cual se detuvo poniendo una sonrisa burlona.

-U-Ustedes... -Tartamudeó tembloroso con temor a cada acción.

-Nagareboshi... -Murmuró ella con un deje de malicia.

-¡N-No te muevas! ¡¿Cómo sabes mi nombre?! ¡Ustedes, manténganse atrás!

La tensión podía cortarse con un cuchillo. El resto de servidores se mantenía alerta a cada movimiento de aquellos extraños, y ellos... Se limitaban a quedarse quietos en su lugar analizando con la mirada la cantidad de enemigos.

-Me gustaría poder hablar y decírtelo pero... Lo siento. No he venido a eso.

Y sin dar tiempo a reacciones, el silbato sonó entre los labios de la genio, llegando a los sensibles oídos de Igls.

El ángel alzó su lanza y la apuntó al portal dando la señal.

-¡ATAQUEN!

La horda de demonios obedeció y corrió detrás de su líder. En cuestión de segundos todo el pueblo se sacudía entre muerte y la guerra. Los habitantes trataban de defenderse en contra de los demonios de fuego, pero ellos eran más violentos y brutales, acabando con todo a su paso.

-¡¿Q-Qué es lo que ustedes...?! ¡Ataquen, ataquen a los invasores!

-¡Contra ataque! -Rugió Rieta lanzándose a la batalla en contra del demonio.

-¡Vamos, Emalfsh! ¡Tenemos que demostrarles a estos tontos que no perdimos el toque! -Poemi se apresuró con una sonrisa maliciosa a seguir la orden de la genio.

Estaba segura de que en cuestión de horas, este bonito mundo ya se habría rendido ante ellos y su hermano ya habría ganado el suficiente tiempo para hacer lo suyo.

-¡Ya rugiste, niña! -Tal como la menor y la mayor, las siguió el paso, yendo directo al encuentro de ángeles, demonios y otros seres que defendían el hogar de sus superiores.

Tal como la primera vez; vencerlos fue fácil, no por nada eran el primer mundo con el cual se empezaba.

Ya no le dolía, estaba acostumbrado, además... Era por el jefe, valdría la pena volverlo a hacer de nuevo.

En cuestión de minutos el castillo quedó con una minúscula cantidad de servidores, algunos yacían heridos en el suelo, otros estaban muertos. Todavía quedaban los que protegían por dentro, pero no importaba, Licorice podría con ellos.

Él por otro lado se mezclaba entre la multitud aterrada al ver a los demás iniciar el ataque.

Estaba muy preocupado por ellos, pero algo le decía que podría confiar ciegamente en la habilidad del trío. No por nada acompañaron a su madre en el pasado.

Bien. Basta de distracciones, hora de probar el entrenamiento de tía Igls.

Había trabajado muy duro y por demasiado tiempo como para retroceder ahora. Solo un poco más, y vería a Ivlis de nuevo. Con solo visualizar aquello en su mente, todos sus sentidos se agudizaron, apresurando cada musculo hasta poder llegar a la residencia del dios de aquel mundo.

Veía alguno que otro angel o demonio vigilando, pero no escaparía ni se escondería.

-¡Invasor! ¡Protejan al Dios Haretahi!

Con la orden de la ángel jefe, todo subordinado presente atacó con todas sus fuerzas, pero el diablo los superó a cada uno de ellos sin problema alguno.

Invocó sin dudar su lanza y corrió hacia ellos sin miedo. Por todo el desastre que los demás estaban causando, se habían reducido los vigilantes y no habría problema

-¡Fuera de mi camino o yo los quitaré!

Para cumplir lo que realmente anhelaba en su vida, el poder era necesario... Y mostrar piedad dejó de ser una opción.

Lo siento... Pero mi tiempo se agota y ya no hay opción...

Por su cuenta corría, que ese mundo caería hoy.

-No es personal...

La sala se había transformado en un río de sangre y cadáveres frescos. Cada ángel o demonio que enfrentó no fue gran problema. Pudo adivinar fácilmente sus movimientos y adelantárseles cuanto deseara. Se suponía que eran guardianes de su adorado dios, pero eran tan patéticos que de no estar urgentemente apresurado, les hubiera dado algo de ventaja

Sanshain era la única que seguía de pie, solloza por la muerte de sus compañeros. Solo contaba con una simple ballesta la cual no hizo mucho efecto, pues si bien la portadora escapaba de los ataques del de orbes dorados, no podía atinarle a este debido a los rápidos bloqueos que hacía con su lanza. Pero no se rendiría, no si su deber era proteger a su dios.

Esquives, bloqueos, lanzas, flechas. Todo eso y más iba de acá para allá. Sanshain era rápida y ágil, en especial por sus alas, pero no lo era tanto como Licorice...

-¡GH...!

Y entonces su tiempo le llegó al fin, siendo el causante de esto una de las lanzas de Licorice atravesando su torso, dejándola fuera de combate en un dos por tres.

Sus miradas se cruzaron rápidamente y él terminó pasándole de largo sin mostrarle interés.

Ella no le importaba... Sino el dios que vino a cazar y su diablesa.

Sanshain se arrastró con sus últimas fuerzas, levantando la mirada hasta el agresor, y antes de que cruzara la puerta para llegar al encuentro de su Dios chilló.

-¡¿Por qué hacen esto...?! ¡DIOS HARETAHI, CUIDADO! ¡Dios... Haretahi...!

Y el ángel se desplomó completamente en el suelo en el charco de su propia sangre y el de sus compañeros, dando su último respiro de vida.

Licorice apenas miró de soslayo. Mentiría si dijera que se sentía bien con todo esto pero...

-Mis motivos... Son cosa mía... -Masculló al cadáver del ángel jefe, antes de adentrarse al fin a la sala donde estaba su objetivo.

Sin embargo no fue necesario, no necesitó avanzar hacia la puerta ya que esta se abrió sola, dejando al dios pasar.

Llevaba un rato mirando por la ventana. No entendía bien qué estaba ocurriendo como para que tantas personas huyeran despavoridas a sus hogares, así que pretendía ir a investigar ahora mismo antes de la llegada de su querida diablesa esta noche. A ella no le gustaba el desorden.

Pero grande fue su sorpresa y dolor al ver a sus ángeles y demonios subordinados en enormes charcos de sangre.

Ninguno se había salvado, todos murieron aferrados a sus armas.

Su tembloroso mirar se dirigió a Licorice, retrocediendo cada paso suyo con temor. Esto ya lo había vivido antes, ya lo había visto, hasta el mismísimo diablo se le hacía inusualmente familiar.

Esas imágenes seguían vivas en su memoria... Bastaba con reemplazar a ese diablo azabache con el de mechas rojas para poder estarlo viviendo nuevamente.

Y-Yamiyo...

No podía permitir que la diablesa fuese el objetivo otra vez, no soportaría volverla a perder así pudiese crearla de nuevo.

-¿Q-qué es lo que hiciste? ¿Q-qué es lo que quieres?... ¿P-poder? ¿Es eso? ¿Tú también? ¡D-de acuerdo, lo haré! ¡S-solo no dañen a Yamiyo! ¡Por favor, e-esta vez no...!

Licorice alzó una ceja al verlo tan aterrorizado suplicando clemencia. Era difícil culparlo, después de todo había creado un camino de cuerpos y sangre desde que puso un pie allí, y su seria mirada no debía ayudar mucho. Daba igual, a lo que venía

-Así que...tu eres el dios Haretahi... No eres tan impresionante. -El hombre se veía joven y de un aspecto elegante y poco imponente. Por su forma de actuar daba a entender que era verdad lo de su "personalidad pacifista". No le recordaba a ningún otro dios que había conocido. -Mejor... Así terminaré rápido. Si no opones resistencia, prometo que dolerá menos y seré rápido.

-¡N-No! ¡E-Espera! -Retrocedió unos pasos más hasta el rincón de su salón, pero eso no lo ayudó en nada a escapar, solo a quedar de rodillas, tembloroso y aterrado.

-Hihihi... Tan débiles como lo recordaba... Ni siquiera sirven como un juguete para Poemi. -Rió maliciosa la niña mientras avanzaba junto a los otros dos adultos por los pasillos manchados en sangre en dirección a Licorice y el Dios del día.

Esto le traía tantos recuerdos... Cuando su padre tenía poder y la autoestima por los cielos.

No había creído que volverían a esto, pero su progenitor lo valía.

Desde hacía ya un largo rato que la servidumbre había perecido, como también algunos otros habitantes que tuvieron el valor y el coraje de hacerles frente. En resumen... Habían acabado con todo fastidio que trató de oponérseles para así alcanzar a su hermano.

Tal y como esperaban luego de ese largo y arduo entrenamiento, Licorice manejó sin problema a las defensas restantes. No se podría esperar menos de un joven diablo.

-¡Wow! ¡Licorish pudo hacerlos pulpa! Él no es bashura inútil como todos aquí. -Sonrió sin gran remordimiento. Ya había vivido esto a una edad muy temprana, repetirlo no le afectaba. No...Dolía más estar lejos de su padre y pensar en cuanto los necesitaba.

Finalmente, los tres entraron al salón, ayudando a Licorice a rodear al dios, observándolo con diversión en lo que él se sentía como un animal sitiado.

-Oh, viejo, eres tan llorón como lo recordaba... -Rio la voz de Emalf a su lado.

-P-Por favor... Les daré mi poder si quieren... P-Pero no lastimen a Yamiyo...

-Petición denegada. Necesito poder y rápido. Tú eres un viejo débil. Solo me eres un inútil. De hecho, aún con el poder de ambos no me alcanzará, pero serán mi primer paso para obtener lo quiero. Siéntete honrado, serás el primer escalón que me acercará a quien tanto anhelo ver de nuevo -Habló, haciendo caso omiso a su súplicas.

No lo entendía ¿Por qué le importaba tanto? Era un dios, no importaba cuan patético fuera, seguramente podría recrear este mundo y sus habitantes cuantas veces quisiera. Incluso para él, pesar en ello era un consuelo ante estos atroces actos pero...

Entonces Emalf habló.

-Descuida, ella no será la única que la pase mal, tú también lo harás. Seguramente llorará casi tanto como tú... De tal padre tal hija ¿No es así?

De tal padre tal... ¿Hija?

-...E-Emalf ¿Q-Qué es lo que...?

Al ver su reacción y la forma en la que su expresión cambiaba, Rieta entrecerró los ojos sin decir palabra alguna, a diferencia de Poemi y Emalf, recordar ciertas cosas de este sitio le hacían pensar que tal vez no era la mejor opción para comenzar, por el bien mental de Licorice... Y suyo también.

Sobre todo con la llegada de la diablesa.

-¡Padre! ¡Padre! ¡¿Estás ahí?! ¡Padre!

El estruendo de puertas abriéndose y pasos apurados se oyeron por el largo pasillo hacia el salón real. Una voz femenina gritaba desesperada haciéndose cada vez más fuerte.

-¡No lastimen a padre! ¡Por favor! -Se abrió el paso atropelladamente entre los cadáveres y la sangre, sin detenerse por un segundo a considerar que los otros tres pudieron haberla atacado en cuanto los empujó del camino para interponerse entre el dios y el diablo. Haretahi trataba de alejarla, pero ella se mantenía firme delante de él extendiendo los brazos para disminuir la posibilidad de cualquier ataque a este. -¡¿Qué está pasando?! ¡No sé qué es lo que quieren, pero no le hagan daño!

-Y-Yamiyo... -Sin remedio, el dios del día abrazó a la diablesa contra sí, retrocediendo todo lo posible en el rincón mientras la susodicha escondía su cabeza en el pecho de su padre.

No era la primera vez que estaban cerca de la muerte, no era la primera vez que ocurría algo así... Al menos en la memoria del Dios. No querían problemas ni tampoco entendían el motivo del aparente ataque.

Licorice, quien no había salido de su trance hasta que la diablesa lo empujó, se mantuvo callado y tembloroso mirando al par.

É-Él es su... Ella es su...

Algo hizo "clic" en su cabeza, aunque no impidió su facilidad en acorralarlos a ambos en la esquina de la habitación.

-Ustedes dos...

Con solo verlos abrazados de esa manera, un nudo ahogó su garganta mientras preparaba la siguiente lanza entre sus dedos.

Veía el reflejo del amor que profesaba al de mechas rojas, así como también vio en su propia sombra la esencia de aquella basura que le arrebató todo.

Yo voy a... E-En serio voy a...

Apretó los dientes, dejando que una mezcla de frustración y dolor lo cegaran antes de dar el último paso para poder robar lo que buscaba y largarse. No quería estar más tiempo ahí, ya no deseaba ver más.

Yamiyo dejó de llorar, atenta a como Licorice empezaba a hablar apuntando su lanza hacia ambos.

-Bien... Se nota que se quieren ¡Pues entonces que estén juntos hasta el final!

No planeaba alargar más esto. No buscaba placer en esto, no lo hacía por gusto, ni siquiera le interesaba el poder en sí pero... Lo necesitaba para ver a Ivlis de nuevo. Solo lo hacía por ello y con esa idea bastaba como ungüento para el mal sabor que cada invasión le dejaría, en especial el tener que herir a padre e hija hasta dejar chorreante de sangre el rincón del salón.

Retrocedió un par de pasos cerrando los ojos. Tenía que poner finalmente en práctica el hechizo por el cual estuvo guardando sus energías al venir aquí.

El hechizo para robar poder... Aquel que su madre usó y que Kcalb usó con ella alguna vez.

Fue como si un rápido apagón de luz se presentara en la habitación, dejando como visible tan solo unas siluetas moradas grisáceas de dos brazos colocándose alrededor de los dos superiores. En un segundo se hicieron de un morado fuerte y claro, y con un brillo cegador desaparecieron volviendo el ambiente a como era antes.

El hechizo había funcionado.

Rieta contuvo el aliento impresionada, aun más al notar... Que padre e hija seguían respirando y tiritando en los brazos del otro.

...¿Siguen vivos? ¿El hechizo surge efecto sin matarlos?

Tenía entendido que de robar todo el poder de ambos ellos morirían, pues a su amo tan solo habían robado parte de su poder, pero... Aparentemente estaba equivocada.

El joven diablo suspiró. Estaba extrañamente agotado tras el hechizo, pero por la extraña sensación frasca entre sus manos supo que había funcionado a la perfección. El poder del dios del día y la diablesa de la noche eran suyos.

-Con algo de suerte reconstruirán este mundo y no los veré de nuevo. Suerte con ello y gracias por este poder.

Terminó por sentenciar bajo la mirada atónita y aterrada del par atacado y debilitado ¿Cómo era posible que un asesino... Pudiera seguir hablando con la misma ilusión de un niño? Ni siendo un dios Haretahi lo sabía ni lo pensaría demasiado seguramente. Solo se limitó a continuar su lloriqueo mientras el joven diablo partía junto a los demás al siguiente rumbo, saliendo del castillo.

Igls se acercó, estaba manchada de sangre y mantenía una expresión seria pero no aterradora. El ángel seguía igual que siempre y varios demonios de flamas la acompañaban comentando lo genial que era trabajar con "la hermana del jefe".

-¿Todo salió bien, Igls? -Indagó Rieta, observadora ante cualquier herida que hayan podido causarle.

-Todo salió como lo planeado.

-Muy bien... ¿Qué sigue?

Licorice no quería perder más tiempo del necesario, por lo cual tampoco explicaría por qué a pesar del riesgo no se resistió al dejar viva a Yamiyo, aunque en mal estado. Cosas de niños, tal vez.

"¡No lastimen a padre, por favor!"

... Diablesa estúpida ¿Por qué tienes que recordarme tanto a mí hace años?

-Te lo diré una vez que regresemos a Flame World. Hay que reunir a los soldados y explicaré mi nueva táctica en el siguiente mundo. Igls, Poemi... Reuniremos a todos, Licorice, prepara el portal. Emalf, quédate a dar indicaciones.

Con la ida de los tres, Emalf suspiró echando una mirada al más joven.

-La dejaste con vida. -Murmuró en tono melancólico, viéndolo abrazarse a sí mismo por un momento. -Licorice...

-No digas nada... ¿Sí? -Pidió en tono quebradizo, hundiendo su rostro entre sus manos.

Se había esforzado por no sentir nada en medio de esto, pero a la hora de la verdad era horrible.

Era un asesino...

Pero valdría la pena serlo, al final de todo valdría la pena. Y saberlo lo ayudaba a no largarse a llorar y respirar profundo entrando nuevamente en la calma.

-Solo necesitaba su poder... No su vida ni arrebatarle también a Haretahi su familia.

Emalf no dijo nada, se limitó a acercarse a su amigo y abrazarlo compasivamente.

Le hizo bien... Al menos ahora podía ver a la cara a los demonios de su madre sin dar la impresión de haber estado llorando.

Miró de soslayo al castillo mientras decidía alejarse e ir al punto de encuentro.

Espero que con tenerse el uno al otro les baste... Bah.

-P-Padre...

En el salón el silencio se cortó tímidamente con el titubeo de Yamiyo, quien sin haberse soltado de Haretahi sonreía débilmente al sentir sus latidos.

Estaba viva y con una buena asistencia podría estar como antes, era una diablesa bastante débil pero seguía aferrándose a la vida aun cuando sentía su poder ido de su cuerpo. De cualquier modo no le interesaba, se sentía dichosa con solo estar entre los brazos de su padre y comprobar que este estaba a salvo también y tenía la fuerza para abrazarla más.

Esta vez sí fue diferente.

(...)

-¡Fumus-Sama! ¿Alguno sabe dónde se encuentra Fumus-Sama, ahora?

Entre los pasillos del inmenso castillo sobre las nubes y el mismísimo cielo, avanzaba un ángel de seis alas, buscando rápidamente con la mirada a algún compañero o presente que le ayudase pronto.

No encontraba a su dios y requería hacerle un comunicado muy importante... Alguien estaba esperándolo afuera para hablar con él.

Frustrado, el oji rojo bufó posando su mirada en la cocina. Tal vez Olive podría saber...

A él no le apetecía ver a Fumus, sin embargo según la invitada era algo de mucha seriedad que no podía esperar tanto tiempo.

-Cielos, sí que se tardan aquí ¿No, Sibuna?

La voz profunda y melosa haciendo eco en el pasillo le heló los nervios y lo hizo voltear repentinamente. La puerta estaba cerrada y frente a él residía con una mirada divertidamente traviesa aquella mujer de cabellos prolijos y oscuros de tonalidades café, atados en una coleta muy baja, una corona en su cabeza, esbelta figura en un ajustado vestido y un saco, y por supuesto... Sus bellos ojos lavanda.

GriRea.

A su lado se encontraba un demonio con cabeza de chacal y ojos amarillos brillantes, sonrisa maliciosa y porte elegante, tal cual el de su señora.

-Sí, mi lady. -Concordó el demonio, avanzando junto a la mujer, que no tardó en reír burlona ante la inquietud del ángel jefe.

-Taffy, querido. Es de mala educación hacer esperar tanto tiempo a una dama ¿Sabes? -Replicó con falsa molestia, haciendo al mencionado desviar la mirada con nerviosismo.

El ángel no comprendía a qué se debía la aparición de figuras tan importantes del inframundo. Nada relacionado a él le agradaba, sin embargo como ángel jefe tenía el deber de hacérselo saber a su amo. El problema era saber dónde estaba metido.

-¿Angel jefe? -Desde otro pasillo se asomó rápidamente la pequeña Olive, enmudeciendo momentáneamente cuando sus ojos se toparon con la imponente figura de GriRea y su subordinado.

Tragando en grueso, volvió a mirar a Taffy.

-Te escuché hace un rato... Quería decirte que el amo volvió de su paseo y está en su oficina ahora mismo.

-Qué angelita tan eficiente y bonita. -Comentó al aire sin perder los aires de superioridad. -¿Me llevarás con él? -Preguntó de nuevo, dirigiéndose al rubio, quien asintió tímidamente haciendo una seña de que lo siguiera.

Estaba inexplicablemente nervioso. Quitando el hecho de que vería otra vez al gruñón de su dios, era poco común estar ante demonios, ya que todos los habitantes se la pasaban la mayoría del tiempo en el cielo. Su círculo de amigos y compañeros no deseaba bajar ni por curiosidad, no desde el incidente de dos de sus compañeros y más malas experiencias que serían largas de contar.

En otras palabras, tal inquietud la causaban el par de seres oscuros.

Oh, con solo mirarlos a ellos podías ver sus aires maliciosos y pensar que planeaban algo. Que bajo esas sonrisas juguetonas se escondían seres sádicos con sed de sangre... Sangre de ángeles.

Era una verdadera suerte que Fumus no fuese diferente a ellos, o quizás peor, pues significaba que estaban a salvo de cualquier intento de conquista o irrupción del orden.

Su dios era conocido por su impaciencia a la hora de cumplir su deber, siendo su actividad favorita torturar creaciones o fumar en su despacho mientras revisaba papeles, leía o vaya a saber Justim qué. Por ese hecho siempre le asustaba que con su cargo se le viese obligado a dar anuncios o noticias que lo molestaban al punto de descargarse con él.

Afortunadamente... Fumus mínimo se hacía respetar ante otras figuras de autoridad y sabía que no daba una buena impresión maltratando a sus ángeles delante de tales personas.

Temblorosamente, y con los dos invitados detrás de él, tocó la puerta y la entre abrió asomándose.

Efectivamente, ahí estaba el oji índigo mirando con aburrimiento unos papeles mientras daba caladas pausadas a su cigarro y llenaba de nubes grises el aire.

Todo el cuarto olía a humo, era tan desagradable...

Tembló de pies a cabeza cuando le puso la mirada encima y enarcó una ceja con un brillo molesto, como diciendo "Dime a qué vienes o te haré pedazos, idiota."

-F-Fumus-Sama... Tiene visitas que desean hablar con usted. -Titubeó temeroso, abriendo completamente la puerta dejando a la vista de su dios a la mencionada y su subordinado.

El peli gris fijó rápidamente su mirada sobre ella. Ambos se observaron detenidamente en silencio. Ella con diversión, él con interés pero no mucha emoción, terminando por suspirar agotadamente a la vez que hacía un gesto con la mano a Taffy para que se retirara.

El ángel obedeció inmediatamente dando una suave reverencia y se retiró cerrando la puerta detrás de sí cuando GriRea y Sibuna entraron a la oficina.

Suspiró aliviadamente caminando hacia la cocina. Le urgía un chocolate caliente ahora, tanta tensión casi lo mataba.

-Tu castillo es tan pintoresco y oscuro como lo recordaba, Fumus querido. -Divagó la fémina, analizando sin mucho detallismo la habitación mientras tomaba asiento en una de las sillas en frente del escritorio del dios, quien no apartó sus papeles y se concentró de nuevo en ellos ignorando por completo los comentarios ajenos. -Deberías re decorar un poco. Todo es tan gris... Le falta morado.

-Sin vacilaciones, GriRea. Dime a qué se debe que vinieras a molestarme. -Declaró luego de soltar un gruñido que sacó de la invitada una risa.

-Oh, siempre tan directo. Nunca podemos socializar... Nunca vas a cambiar ¿Eh? -No había una sola pizca de honestidad o sinceridad en su hablar. Todo se constaba de sarcasmo y tonos juguetones que si bien irritaban un poco al anfitrión, no lo enfurecían como para echarla a patadas.

Es más, estaba muy interesado en el motivo de su inesperada llegada.

-Me parece que no estás aquí con las intenciones de socializar conmigo. Estoy muy ocupado, así que ve rápido al punto.

No pasó mucho tiempo antes de que esas femeninas risillas y lo que escuchó a continuación lo hiciesen levantar su visión de sus papeles a ella.

-Está lloviendo mucho allá abajo ¿No crees? -Tan pronto como Fumus puso toda su atención sobre sí, expandió una sonrisa altanera. -¿No lo sabías? Qué feo de tu parte no preocuparte por lo que pase en el inframundo, Fumus.

El dios chasqueó la lengua sin inmutarse demasiado. -Lo que pase ahí no es mi asunto. Yo me limito a controlar este lugar. -Dejado ese tema, volvió a lo principal agudizando la mirada. -¿En serio viniste a informarme que está lloviendo? Gran cosa. Mi hermano seguramente está teniendo otra de sus rabietas.

-Me temo que es más que una simple rabieta, querido. Ha llovido durante meses... Un año muy pronto, para ser exactos.

-¿Y? No es la primera vez que pasa. -No estaba enterado de los detalles ni le importaba, pero tenía entendido que hace unos años llovió durante meses porque la esposa de Satanick lo había abandonado. No tendría nada de raro que esto ocurriera otra vez por un motivo diferente ¿Verdad?

Su hermano era tan molesto... Siempre con esa sonrisa de idiota pero ese humor bipolar y jodido.

No se parecían en nada. Él se constaba en solo sutiles muestras de emociones o sentimientos, y la mayoría de ellos se podría decir que ni siquiera existían.

Él era más simple, no un ser tan complejo como el diablo.

-¿Qué acaso sus subordinados no pueden animarlo? Es sencillo. Solo secuestren de nuevo al estúpido de Ártamos.

-Él desapareció, Fumus.

Bien... Eso sí lo sorprendió como para parpadear confundido. No, no le preocupaba el paradero de Satanick ni lo que le ocurriera. Es más, le daría rotundamente igual si moría, pero... ¿Desaparecido? Tenía que ser un chiste. Ese pervertido era muy cabeza hueca como para idear el escape perfecto sin dejar rastros.

-Desapareció desde que la lluvia empezó. No sabemos por qué, solo puedo decirte que Pitch Black World se hunde bajo las aguas poco a poco y ya casi toda la población huyó a otros mundos. Yo no lo hice todavía, tengo la maravillosa suerte de vivir en un terreno muy alto, pero...

-¿Pero?

-No creo que duremos mucho si las cosas siguen así. -Sentenció agobiadamente. -De cualquier manera, eso no es lo único que vengo a decirte. Vengo a proponerte algo.

-Qué raro, tú negociando. -Masculló sarcásticamente, sacándole una sonrisa. -Explícate. Me pica la curiosidad.

-Tú no quieres que el dios de los dioses, Justim, se entere de que perdiste a tu diablo y que el inframundo de Pitch Black World está en peligro ¿No?

No hizo falta que continuara explicando más, porque Fumus supo hacia donde iba todo y solo eso bastó para que frunciera el ceño del fastidio que le daba.

-Escucha, Fumus... Si esto se resuelve pronto no deseo que las cosas sigan de esta manera.

-Y te refieres a...

-A que yo soy la diablesa de este mundo. No el estúpido de Satanick.

GriRea era la verdadera y original diablesa de Pitch Black World... La única destinada a hacer su mandato por sobre todos los demonios y la tierra de la oscuridad bajo el cielo. Así fue creada, aunque su falta de cuernos, alas o cola diera una idea muy errónea acerca de su especie.

Desde la llegada inesperada de Satanick y que lo reconocieran como el diablo enviado por Fumus, ya nadie tomaba en cuenta que ese era su cargo. No importaba cuanto lo repitiese con argumentos... Nadie le creía y todo gracias a su apariencia poco convincente y el gran poder e influencia de Satanick sobre el clima.

Eso no era justo.

Más de una vez le reclamó, pero aquel tonto no acataba a negociaciones o juicios, solo trataba de seducirla en cuanto se le diera la oportunidad y comentaba babosadas. No era tomada en serio como rival y suponía que él no la veía como tal.

Hace tanto que se había resignado a perder el poder... Sin embargo ahora tras esta noticia la maliciosa felicidad la embargaba.

-Lo que quiero es simple. Una vez que todo vuelva a la normalidad bajarás al inframundo y declararás que yo soy indiscutiblemente la diablesa de este mundo, y que ese cabeza de chorlito no es más que un fraude que no sabe controlar ni una ciudad.

-Y quieres esto porque...

-¡Porque a mí me corresponde por derecho reinar el inframundo! -Estalló de rabia, parándose repentinamente y apoyando sus manos en el escritorio, acercándose peligrosamente a Fumus, el cual no se asustó o enojó por el repentino temblor en el mueble, sino que se sintió entretenido de ver a su diablesa así. -Tú me creaste como tu diablesa y me dejaste ahí para que por mi propia cuenta me encargara de todo. Yo cree a los demonios que allá viven, yo hice que ese mundo se viese así, yo soy más poderosa que Satanick y más capacitada para llevar a mi gente por el camino correcto. Es inaudito que él caiga del cielo y se robe lo que me pertenece.

-Eso es indiscutible. -Sentenció risueño. -Ignoraré que me estás chantajeando y aceptaré el trato. Aunque me llega una duda... ¿Qué pasaría si él muere?

-¿Me acusas de ser capaz de asesinarlo, querido?

-No me sorprendería que lo hicieras ni me afectaría. Solo es una pregunta.

GriRea desvió momentáneamente su mirada a un costado con picardía. -Si él muere... Simplemente diles que el poder pasa hacia mí. No quiero que la puta de su esposa o el crío lo hagan. Ella solo es una simple subcubo que roba energía de los demás, y él... Podrá ser un diablo, pero es solo un niño de sangre sucia. No es un verdadero ser de este mundo.

-De acuerdo. Con tal de que no me metas en problemas con Don Justicia lo haré. No suena difícil.

-Eres un buen negociador, querido.

El trato fue sellado y la diablesa ya satisfecha y con una sonrisa complacida se dejó caer de nuevo en su asiento, adoptando un semblante más serio.

-Sin embargo eso no te salvará de la verdad. Me debes explicaciones.

-No te las puedo dar si no me dices de qué me hablas.

-Solo puede existir un dios y un diablo por mundo. Pensé que eso lo sabías... Solo tú y yo. Todo estaba bien hasta que mandaste a ese gigoló ¿En qué estabas pensando? ¿Querías fastidiarme? ¿O es que acaso te olvidaste de mi existencia?

-Oh... -Fumus ensanchó una sanguinaria sonrisa, sin lograr asustar a GriRea, pero sí dándole mal rollo. La malicia se reflejaba en el color índigo de sus ojos y en la manera que jugó con el cigarrillo en sus dedos hasta dejarlo caer en el bote de basura a sus pies. -Mil perdones. Crearlo fue un accidente y un experimento. Te aseguro que no es nada de lo que debas preocuparte. Te puedo asegurar que tus orígenes te hacen ser puramente una diablesa.

-Eso me basta. -Sonrió con complicidad perdiendo su mirada en sus propias uñas con mero orgullo. -Tú no tienes ni idea de por qué pudo haber desaparecido ¿Verdad? Según los chismes, su hijo encontró un extraño rastro púrpura la noche que desapareció.

-¿Eso en qué me involucra?

-Te encanta ese color. -Hizo un suspiro en respuesta. -Yo... Los ojos de ese bobo... Sé que te gusta mucho.

-Debes diferenciar bien los tonos. En nada se parece el color de tus ojos con los suyos.

-Violeta amatista... Es relajante, sutil. Representa una gran fuerza espiritual y especial sensibilidad. Produce un efecto calmante y de control sobre las personas irritadas o irritables. -Completó vanidosamente con un femenino ademán al cruzar las piernas con elegancia y ver hacia su dios. -Es difícil para ti enojarte conmigo ¿Verdad?

-No me eres un fastidio, eso está claro.

-Y Satanick tiene un tono más... Profundo. Púrpura o violáceo diría yo.

-Se le asocia al egocentrismo, ansia de poder y materialismo. Es el último color antes de la llegada de la oscuridad total de la noche. Es el color más pecaminoso, seductor e inmoral e incita al sexo todavía en mayor grado que el rojo. Representa la parte fantasiosa de las relaciones en cuanto a la imaginación, el erotismo y el morbo.

-Siempre con tu rara fijación por los colores ¿No, Fumus? No me sorprende que tus ángeles tengan un color destinado y que cada vez que estés feliz haya un arcoíris por aquí. Y aun con tanta sabiduría sobre ellos no decides pintar de otro color que no sea gris.

-Los colores no son lo mío. Si no algo que corresponde a los demás y que elijo a mi antojo. Prefiero ser neutral e insípido. Me va bien... Y me recuerda al humo.

-Supongo que sí... Supiste elegir bien. -Halagó levemente, alzando su mano hacia el escritorio. -Tu información fue más que precisa para definir a ese cabeza hueca y suficiente para delatarte. Sabes qué podría estar ocasionando todo este caos ¿Me equivoco?

En respuesta, Fumus sonrió ladinamente y GriRea lo imitó de la misma manera.

Era evidente... Dios y Diablesa se llevaban perfectamente bien. Ambos hablaban el mismo idioma.

-Puede que sepa qué ocurrió, puede que no... No puedo ser muy específico con su vida privada ya que no la conozco y me guío por puras deducciones.

-Guíame entonces, querido Fumus.

En pleno silencio, el dios rebuscó debajo de su escritorio hasta dar con lo que estaba buscando. GriRea se sobresaltó un poco ante el sonido del golpe seco que se hizo cuando él estampó contra la superficie de madera lo que era un frasco bastante grande, lleno de una sustancia espesa color púrpura en la cual flotaba uno que otro pétalo de rosa del mismo color, y en el fondo se encontraba el espinoso tallo.

La diablesa no tenía palabras, más que nada porque no sabía qué era eso, aunque a simple vista parecía tinta violeta diluida en agua en la cual dejaron una flor que terminó por deshojarse sola gracias a la humedad.

Alzó una ceja con un semblante dubitativo hacia Fumus, esperando a que él contestara su muda pregunta.

-Oh... Esto... Esto que ves es esa... Digámosle "sustancia" extraña que encontraron ellos en el castillo cuando él desapareció ¿Tienes idea de qué es? -Tras haber negado con la cabeza, Fumus abrió el frasco y lo acercó en un rápido desliz hasta el otro extremo más cercano ella.

-No... No realmente. Pero me da mal rollo.

-Efectivamente. Verás, querida. Esto que ves... Es la sangre de mi hermano.

Solo hizo falta decir eso para que la mujer se echara hacia atrás en su asiento, poniendo una mueca de asco y soltando un sonido del mismo índole. Sibuna por otro lado mostró mucho interés y acercó el frasco hacia él, mirando curiosamente y con asombro.

-Sangre púrpura... Genial.

-Ewww... -Soltó su ama, moviendo la silla un paso lejos de él. Le daba asco saber que esos fluidos eran de su "rival" y más repulsión le daba que su servidor fiel se entusiasmara con ello. Suspiró, no debía prestar atención al frasco en sí, sino a la historia detrás. -Sabía que eras un sádico, pero esto roza la locura.

-No estoy loco, solo es un pequeño recuerdo de la primera vez que mi maldición surgió efecto. -Dijo levantándose de su lugar para dirigirse a un estante y tomar la primera caja de cigarrillos que encontró. Le urgía uno nuevo, aunque esto no parecía interesarle a GriRea, la cual no priorizaba que diera al menos una primera calada, sino que siguiese hablando. -¿Quieres uno? -Le ofreció vagamente, a lo cual ella negó.

-Una dama refinada como yo no pone sus labios en cosas como esas. -Habló en una postura orgullosa, mirándolo de soslayo. -Maldición... ¿Satanick está maldito?

-Ciertamente. -Respondió naturalmente, soplando el humo a un costado. -Verás... Él era uno de mis subordinados más fieles ¿Sabes?

-¿Fiel? No te creo.

-Puedes no hacerlo, pero es la verdad. Era obediente, puro, no conocía la maldad del mundo... Tsk, un juguete tan divertido de destrozar.

De nuevo esa sonrisa sádica y mirada perdida.

La diablesa sabía que esa expresión solo llegaba cuando su dios tenía buenos recuerdos de los cuales no deseaba detalles. Suerte para ella que salió de su trance en diez segundos y le regresó toda la atención, continuando con su relato.

-Como dije antes, puedes creerme o no hacerlo, pero debes saber... Que el violeta también es color de humildad, de penitencia, eternidad, extravagancia... Combina la sensualidad y la espiritualidad, el sentimiento y el entendimiento, el amor y la abstinencia. El color de la transmigración de las almas. -Detuvo su voz solo para reírse de como el chacal continuaba observando con morbo la sangre. -Sí... Él era fiel, incluso luego de lo mucho que me divertí con él. Sin embargo no se puede confiar en un color de doble filo... Hizo algo imperdonable.

-¿Qué hizo? -Un escalofrío recorrió su espalda tan rápido como la mirada contraria se posó maliciosamente sobre sí.

-Digamos que quiso ir en contra de la naturaleza, las leyes para un subordinado y estaba jurándole secretamente su lealtad a otro que no era su dios. Así de simple. Él fue un sucio mentiroso. -GriRea debía admitirlo... Era un motivo muy pobre para una maldición, pero atribuía aquello a la impaciencia de Fumus y lo estrictos que podían ser los dioses en cuanto a sus reglas. -Tal defecto le jugó en contra y fue ideal para lo que le hice.

-Y eso fue...

-Dejar que de su sucia boca siguiesen saliendo las mentiras que se le plazca. Él puede mentir todo lo que quiera, pero hay a una persona a la cual no puede mentirle y es a sí mismo. Si intentara hacerlo... Bueno... Su propio interior se retorcerá tanto como su pobre mentecita hasta que escupa como es debido la verdad.

-En español, Fumus.

Gruñó fastidiado. Justo cuando se le daba por ser poético tenían que interrumpirlo ¿No era una pena? Aunque también era inevitable, no estaba dando un mensaje tangible.

-Le dan úlceras, tonta. Esa sangre que ves ahí él solito la vomitó.

-¡QUÉ ASCO! -Vociferó alejándose otro paso más de Sibuna, quien lejos de deshacerse del frasco o verlo con repugnancia, amplió su sonrisa.

-Genial.

-S-Sibuna, eres asqueroso. -Masculló con repelús, volviendo al oji índigo para no ver más el frasco. -En resumen... Si se miente a sí mismo le ocurre eso. Nada mal... ¿Y qué hay de las flores del frasco?

-También son suyas... Florecieron de sus propios cuernos. -Acercando su mano a dicho envase, sacó un pétalo y lo analizó sin mucha profundidad. -¿Sabes el significado de las flores, GriRea? Una rosa negra dice "Soy digno de ti", una rosa blanca representa pureza, una rosa roja la pasión y el amor, y... Una rosa púrpura dice "Estoy enamorado de ti" ¿Eso no te dice algo?

La inesperada y odiosa risa de Fumus la impresionó, mas no se contuvo a dejarse llevar y carcajearse a la par escandalosamente.

Oh, en definitiva el odio al diablo de Pitch Black los unía bastante.

Sin embargo ese momento de malicia se vio cortado cuando Fumus se fijó en cómo el subordinado de su invitada exploraba ese extraño líquido con su dedo y lo acercaba a su rostro con el fin de verlo mejor, o en el peor de los casos y conociendo a Sibuna, para complacer su lado sádico y morboso probando la sangre.

Hey, no puedes hacerte llamar demonio o subordinado principal si nunca has probado la sangre de tus enemigos ¿Verdad?

-Yo te recomendaría no tragarte eso a menos que quieras acabar como el troglodita de Satanick. -Advirtió divertido a pesar de que él no le hizo mucho caso, hasta que finalizó con lo siguiente. -Pero si quieres terminar convirtiéndote en un demente... No es mi problema, sino el de tu ama.

Instantáneamente GriRea arrebató al chacal el frasco y lo dejó con fuerza sobre la mesa, sin detener su regaño. -¡Sibuna, ni se te ocurra poner esa porquería en tu boca!

-Sí, mi lady. Lo que usted ordene, mi lady.

-Tienes suerte que te lo dijera. Esa cosa es fatal. -Rió el dios, mofándose de la expresión indignada de la oji lavanda.

-¡Esa cosa no puede ser sangre!

-Oh, lo es. Claro que las propiedades mágicas de la maldición la alteraron un poco pero... No deja de ser lo mismo.

-Propiedades... -Repitió curiosamente, sintiendo repentino interés. -¿Puedes ser más claro conmigo?

-Seré lo más explícito que pueda. -Asintió, regresando a su asiento sin más. -La maldición es como una gripe ¿Entiendes? Si te descuidas la puedes contraer, claro que para eso en este caso la sangre de mi hermano debería estar en tu organismo. No en el sentido familiar, sino que... Debes tragarte o inyectarte lo que expulse.

-Suena asqueroso...

-Sí, pero es muy efectivo. Con solo un trago de esto estarás igual de maldito que él. Claro que no vomitarás sangre de colores ni te crecerán flores, pero puede dañar gravemente tu cordura casi tanto como yo se la dañé a Satanick. Lo he comprobado una vez con algunos ángeles y los he visto reírse extrañamente y hablar incoherencias, incluso hasta mostrándome menos miedo y sonriéndome mientras los torturo, pero no he sido capaz de comprobar qué efectos causa en alguien que lo bebe diariamente...

-Más que maldecir parece que transformas a alguien en un masoquista. -Murmuró en un tono despectivo.

-No es tan así. La maldición se puede manifestar de distintas formas y todo depende de cómo se ajusta a la persona maldecida. -Continuó, decidiendo ponerle la tapa al envase y guardarlo de nuevo con cuidado. -Es fuerte, pero no es permanente.

-¿No que una maldición es para siempre?

-Hey, yo dije que lo veas como una gripe para los que no sean mi hermano. Es como convivir con enfermos... En algún momento estarás igual, pero luego de un tiempo te curas ¿No? La maldición se ramifica en todo tu ser, en especial en partes vitales, pero puede llegar a su fin. Mis ángeles no duraron más de dos semanas con los síntomas.

-Pareces un doctor más que un dios, querido Fumus. -Añadió juguetonamente sin ganar más que una sonrisa leve.

-Para un dios... Una maldición o una bendición son más complejas que solo una oración y hacer que te pasen cosas malas o buenas. Nos encanta experimentar con ellas... Y si podemos involucrar a los seres amados o cercanos del maldito para intensificar el castigo u obsequio, entonces encontraremos la forma.

Un silencio nada incómodo y expectante inundó la habitación. GriRea se encontraba más que satisfecha de haber aprendido tanto y a la vez seguía ciertamente sorprendida y sin poder procesar parte de la información todavía.

-Fumus, haces que esta visita y la lluvia valga la pena. Me sienta de maravillas saber que ese prostituto está pagando caro todo lo que ha hecho. Es una pena por todos aquellos que también pagan los platos rotos, sobre todo por el otro diablo que se llevó consigo pero... ¿Qué es un poco de dolor de vez en cuando? Solo espero que no te metas en problemas.

-Concuerdo. Aunque no deberías preocuparte por eso. A Siralos no le importa el paradero de su diablo. Estoy a salvo de su insoportable existencia y chillona voz preguntona.

-Me alivia. -Completó poniéndose elegantemente de pie con una sonrisa más que complacida. -Fue un placer volver a hablar contigo, querido.

Con pasos rápidos, GriRea llegó a la puerta y pasó junto a Sibuna, retirándose no sin antes quedarse unos segundos para despedirse de su dios y retornar a su casi destruido mundo donde esperaría ansiosamente en la comodidad de su hogar el final de la densa lluvia.

Y si era posible, el fin de una vida.

-Te veré cuando las nubes se disipen.

-Te veré cuando el sol salga, GriRea.

Cerrada ya la puerta, la diablesa no pudo hacer más que caminar por el largo pasillo hacia la puerta de salida con unos aires emocionados que su sirviente no pasó por alto.

-¡Pronto el inframundo sabrá quién es la verdadera líder, Sibuna! ¡Todos, todos! -Exclamaba más que feliz, causando en el chacal una sonrisa pícara.

-Me fascina cuando su felicidad es sin remordimientos por el dolor de los demás, mi lady. Sus ojos brillan más que las amatistas. -Ante tal comentario, ella rió jaloneando de su corbata, acercándolo a escasos milímetros para sonreírle de la misma manera y dejarlo completamente embelesado. -Tan vil... Simplemente perfecta para ser una reina.

-La reina y la diablesa del inframundo, mi querido Sibuna.

-Mi reina.

Solo las risas melosas con dejes de maldad se propagaron en los vacíos pasillos, asustando a los pobres ángeles que rondaban cerca de allí. Sin embargo Fumus no se molestaba por el fin de su silencio, de hecho en él reinaba la profunda tranquilidad y satisfacción.

Oh, esa emoción... No la sentía desde hace mucho tiempo.

Todo dios lo sabe...

Nada mejor hay en una maldición contagiosa que estar afectando a terceros.

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

Ufff... Al fin terminé.

Antes que nada quiero aclarar varias cosas.

Sí, GriRea fue puesta en la categoría "Diablo" hace mucho. Yo tengo entendido que solo se puede tener un diablo por mundo. Al enterarme de esto... La teoría que leí en Tumblr y que planeo usar en este fic; sirve de maravilla. No les diré aun cual es, pronto la verán en uno de los finales.

¡Dios, estamos tan cerca del encuentro! Sé que a todos les dolerá :D

No tengo mucho que decir, estoy agotada y me duelen los dedos. (?)

Me despido, espero que les haya gustado ¡Bye, bye!

PD: Este es el diseño de Haretahi, por si se lo preguntaban:

La que ven ahí es Sanshain, pero le cambién el nombre hace poco. Antes se llamaba como leen ahí.

Hice justo ahora a Yamiyo porque no pasé su dibujo a tinta. So... Tengan este boceto rápido.

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