⟣ᴏᴄʜᴏ⟢
Sᴀʀᴀʜ
-¡Vamos, JungKook!¡El agua debe estar deliciosa a esta hora!
-¿Y por qué insistes en desvestirte? Estamos en una isla, solos, y rodeados de arena, Sol y agua ¿Qué más da meterte al mar con vestido o no?
-Es que nadar desnudo es delicioso ¿Por qué no quieres?¿Demasiada tentación?
A mi burlón alzar y bajar de cejas él correspondió con una sonrisa tan pícara como la que yo tenía y enarcó una de sus pobladas cejas.
-Vivo tentado, Sarah. Si me lo propongo, puedo tenerte enganchada a mí y hacerte el amor en cada rincón de esta isla.
-¡Oh!¡Pobre!-no hizo más que reír ante mi dramática escena y luego negué con mi cabeza-. No sé por qué te cohíbes, de todas maneras. Pero igualmemte ese no es el punto. El punto es que nos vamos a desnudar ambos y nos vamos a meter en el agua porque lo digo yo, que puedo, quiero y me da la gana ¿Entendido?
Él rodó los ojos y yo me decidí a sacar ventaja de dicho gesto atrayéndolo a mí con los dedos anclados al borde de su short, los cuales luego fueron tirados hacia abajo con rapidez y sin darle tiempo a JungKook a responder apenas...Aunque bien que pudo haberlo hecho. Con su entrenamiento, tenía buenos reflejos y métodos lo suficientemente eficaces para apartarme, pero no lo hizo.
El muy cabrón lo único que quería era llevarme la contraria.
Bufando una risa al darme cuenta de este hecho, dejé sus shorts caer en la arena para que él mismo terminara de quitárselos y yo alcé mi vestido, lanzándolo a los banquitos donde llevábamos a cabo nuestra rutina de aseo, los cuales no estaban muy lejos de nosotros.
-Bueno, sirenita...¡Atrápame si puedes!
-¡Hey!-reclamé al verlo correr al agua y lo perseguí-¡Maldito cabrón!¡Te voy a morder una nalga cuando te atrape!
-¡Ya veremos quién muerde a quién!-fue su último grito antes de lanzarse y sumergirse dentro del agua y sus suaves olas.
-Bastardo...
Yo también me sumergí y nadé con mis ojos abiertos bajo el agua más no tuve éxito al encontrarlo y, como no era tan buena nadadora como él y su súper entrenamiento, en menos de un minuto tuve que volver a la superficie debido a la falta de oxígeno en mis pulmones.
Sacudiendo el agua salada que hacía a mis ojos arder, y volviendo a recobrar el aire perdido, me crucé de brazos y paseé mi vista por toda la playa buscándole.
No veía su sombra cerca del barco a mi derecha, ni de la zona rocosa a mi izquierda, y menos en mi enfrente.
Sin embargo, me sobresalté al sentir una mordida en mi nalga y sus manos en mis caderas.
Me di la vuelta mientras él salía del agua sacudiéndose como perro y obligándome a cubrir mis ojos dado que estaba salpicándome.
-Entonces-para cuando aparté mi extremidad, mi vista atrapó a su arrogante sonrisa-¿Quién mordió a quién?¿El lobo a Caperucita?
-Me aseguraré de ser yo quién te muerda una nalga en la próxima-gruñí.
-Meh. No creo que puedas...como mismo no puedes con mi peso.
-¿Cómo estás tan seguro de eso?
-¿Quieres comprobar?
-Anjá. Vamos.
-Como quieras...
Esa burlona mueca no abandonaba su rostro y cuando sus manos llegaron a mis hombros para empujarlos hacia abajo al él tomar impulso para rodear mi cintura con sus piernas, me hundí inevitablemente. Escuchando sus risitas, él mismo me ayudó a salir del agua.
-¿Ya salió de esa dura cabecita que tu cuerpo de un metro con sesenta y cuatro no puede con el mío de un metro ochenta y siete? Y mejor no contemos el peso en kilogramos.
Apenas mi vista dejó de arder, resoplé y terminé con un puchero en los labios antes de abrazarme a sus hombros e impulsarme para ser yo quien estuviera trepada a su cintura.
Sus brazos recibieron mis caderas y sus labios dejaron cortos besos en mis mejillas entremedio de sus risitas.
-Definitivamente debo morderte una nalga. Esa será mi venganza-ante mi gruñido, una sonora carcajada por su parte fue la respuesta y nuestros rostros volvieron a quedar frente a frente.
-Algún día bajaré la guardia para que lo hagas. Pero mientras no es así, yo muerdo las tuyas con mucho gusto.
Entrecerré los ojos en su dirección y él, juguetón, me imitó.
-Malo.
-Así te encanto-me guiñó un ojo y yo suspiré.
-Lastimosamente sí. Me enamoré de un idiota.
-Todo tuyo, mi amor.
Finalmente solté una risilla y recosté mi cabeza en su hombro, acariciando con mi mano las líneas de su tatuaje y su mano paseándose por mi espalda me transmitieron calidez.
El agua estaba fresca, y el calor corporal que compartíamos lo apaciguaba, haciendo del ambiente uno mucho más cómodo.
Había logrado sacar el hogar dentro de Jeon JungKook y me enorgullecía saberme parte de él.
-¿Sabes?-me aparté para mirarlo a la cara, sabiendo que iba a soltar alguna barbaridad que cagara el momento-. Aún me parece asombroso eso de la depilación láser-pasó su mano por mi muslo-. Has permanecido lisa todo este tiempo y yo ya tuve que depilarme otra vez.
Solté un pesado suspiro y eché mi cabeza hacia atrás momentáneamente.
-Jeon JungKook-cuando volví a verlo, tenía una pequeña expresión de pánico-. Me has acompañado a cada consulta con mi ginecóloga ¿¡Y nunca te habías dado cuenta de eso!?-casi lo dejo sordo al exclamar tan cerca de su oído-. Ahora también faltaría que ni cuenta te hayas dado de que me aplico la inyección anticonceptiva.
Sus ojos se ampliaron con asombro y yo apreté mis labios, buscando no volver a gritarle.
-¿La metiste, te corriste dentro, y no sabías que me aplicaba la inyección?
-¡Sí!¡Eso sí lo sabía!-se apresuró a decir-. Recuerda que JiMin y yo debemos asegurarnos de que no te ocurra nada malo y probamos en nosotros mismos las vacunas antes de que pasen a tí y hasta llevamos nuestras propias jeringas-volví a suspirar. Por lo menos no era tan torpe-. Sólo que...no recuerdo cuánto tiempo de efectividad tiene la inyección.
-Un mes-respondí con una media sonrisa-, y me la apliqué antes del viaje así que en unas dos semanas deberás venirte fuera, grandote...a menos que hayas traído condones.
-Sabes que no. No voy por la vida follándome a cualquiera y lo sabes ¿Y tú?¿No traes?
-Chico, dejé de usar condones desde hace cuatro años-golpeé sutilmente su frente y reí al él hacerlo-. De haber sabido que nos quedaríamos atrapados en una isla y finalmente cederías ante mis irresistibles encantos, hubiera traído una montaña de ellos.
De nueva cuenta largaba una de esas carcajadas que tanto me gustaba escuchar.
-¿Y por qué te inyectas si usabas condones?-lógicamente le surgió la duda.
-Verás, amor mío-rodeé sus hombros con mis brazos y acerqué más nuestros rostros-...no todos los hombres que han pasado por mi cama han sido precisamente conocidos. Antes de ser reconocida mundialmente, cuando me iba de fiestas con Leiah y Tim, si me encontraba a alguien que me gustara y tenía ganas de jugar esa noche, entonces simplemente lo llevaba a un motel y ya. Como no conocía ni su nombre, debía protegerme de posibles ITS. Al tener una reputación de esposa que cuidar, los que le siguieron después simplemente ya estaban fichados y mantenían silencio porque también les convenía pero de igual manera en algunos casos debía tener una protección extra porque, ya sabes, no siempre esos hombres se cuidaban.
-Hablando así...me haces pensar que hubieron muchos antes que yo.
Ahora la que carcajeaba era yo.
-No fueron más de treinta, te lo aseguro.
Pareció atragantarse con su propia saliva y tosía en lo que yo explotaba en risas.
-Pero, si te sirve de consuelo-ronroneé, pasando mis dedos por sus pectorales y acaricié su nariz con la mía-, tú eres el único hombre al que he dejado tomar completo control sobre mí.
Luego de que su ataque de tos pasara, se me quedó viendo con un notable sonrojo en sus mejillas.
-No es...tan así-carraspeó-. Te encanta y me encanta que me montes...como ayer...o la primera vez.
-Ajá. Pero, dime ¿Quién es siempre el que empieza y termina arriba?
Aún más rojos estaban sus cachetes y por un segundo desvió la mirada.
-Amo estar en tus brazos-murmuré, volviendo a acurrucarme en su hombro-. Me gusta que me domines en la cama porque fuera de ella sabes que es imposible.
Su pecho se sacudió por la risa y con una de sus manos en mi nuca, me hizo alzar la cabeza para hacer chocar nuestros labios.
Era un beso dulce y pausado. Me tomé el tiempo de enredar sus cabellos en mis dedos y los suyos trazaron invisibles dibujos en mi cuello y espalda baja.
Definitivamente ese accidente no estaba siendo tan malo como se suponía debía ser.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top