⟣ᴅɪᴇᴢ⟢
Otra vez llovía y nos refugiábamos en nuestra cabaña improvisada. Prácticamente habíamos pasado todo el día allí, excepto por el momento en que JungKook fue a revisar el barco a ver si por alguna casualidad había algún tipo de GPS o radio que no hubiéramos visto antes y que nos sirviera para comunicarnos, pero no. No había nada.
Llevábamos mes y medio en la isla y nuestros recursos comenzaban a escasear. Si acaso nos durarían un mes más, pero no sabíamos si saldríamos de la isla antes de ese tiempo o sobreviviríamos luego de quedarnos sin alimento.
A pesar de que esa preocupación tenía nuestros corazones afligidos, hallábamos consuelo en nuestra mutua compañía y tomábamos valor para afirmar que, si se daba el caso de nuestras muertes, al menos pereceríamos juntos.
Sin embargo, estando recostada a él con mi cabeza sobre su pecho, escuchándolo hablar acerca de sus aventuras, no pude evitar que una duda surgiera en mi mente apenas hubo pronunciado la frase: "Aunque no lo quisiera, debo mantener mi corazón lejos de mi trabajo."
-JungKook-lo interrumpí, pasando mi dedo índice por su barbilla, la cual ya era cubierta por una notable capa de vellos.
-¿Hum?
-¿Qué pasará con nosotros cuando salgamos de esta isla?
-¿Seguiremos con nuestras vidas?-frunció su ceño. No había entendido a dónde quería llegar con mi pregunta.
-Me refiero a nosotros. Nuestra relación. Me dijiste que darías rienda suelta a tus sentimientos mientras estemos en esta isla, pero...¿Qué hay de cuando salgamos de aquí?
Sus ojos mostraban aflicción y los míos se llenaron de furia.
En su momento no me había detenido a analizar sus palabras, y me arrepentía de no haberles tomado importancia.
-Sabes que no podemos estar juntos, Sarah.
-Pero ¿Por qué?-no quise, pero terminé exclamando y delatando mi molestia.
-Tú tienes una misión que cumplir, al igual que yo. Te he dicho que hay mejores cosas que enamorarse de un escolta. Tarde o temprano terminarás aburriéndote de mí. Mereces a alguien que te pueda dar todo lo que mereces, y yo no puedo dártelo. Tan sólo piénsalo ¿Dónde quedaría tu influencia y popularidad cuando el mundo sepa que dejaste a tu marido, un poderoso empresario, por un simple escolta?
-¿En serio crees eso?-gruñí y clavé mis uñas en su pectoral con rabia, haciéndolo jadear-¿De verdad piensas que me importa lo que digan unos simples envidiosos sin vida propia? Yo sólo quiero ser feliz contigo porque es a tí a quien amo ¡He tenido cuatro años para elegir a otro hombre y no lo he hecho porque eres tú a quien quiero! De veras que no te entiendo.
Bufando, me di la vuelta sobre la cama que, al no ser tan grande, no pude alejarme de él más que cinco centímetros y le dí la espalda apartando su brazo de bajo mi cabeza.
-Sarah...
Su suspiro golpeó mi mejilla y su mano se posó en mi hombro, pero yo solo cerré los ojos y me acurruqué más a mí misma, doblando mis piernas hasta dejar alineados mis muslos con mi cadera y las rodillas dobladas.
-RaRah...entiende que es lo mejor para tí-mordí mi labio inferior, buscando callarme la boca y no soltar la cantidad de barbaridades que se me antojaba gritarle-. Pero, por ahora, no pienses en eso, por favor-su mano se paseaba desde mi cintura hasta mis muslos y rozaba cada trozo de piel a su alcance.
Me tensé cuando sus dedos se pasearon con suavidad y detenidamente sobre mis labios vaginales que, aunque tenía las piernas unidas, estaban a su alcance dada mi posición y que el único pedazo de tela que usaba se había alzado.
No había pensado en ello y tan pronto como me di cuenta, intenté adoptar una mejor posición, pero su otra mano agarró mis rodillas con fuerza y lo impidió.
Gruñí molesta, pero tuve que volver a morder mi labio para, esta vez, evitar jadear. Sus labios se habían posado en mi cuello, dejando húmedos y suaves besos que él sabía perfectamente erizaban mi piel, y aquello me había distraído por completo dado que no me vine a dar cuenta de que él había reacomodado mis piernas, colocando una más arriba que la otra apoyada sobre el improvisado colchón, hasta que sus dedos tantearon de nueva cuenta mi entrepierna, abriendo mis pliegues y paseándose con parsimonia.
Aprovechando el hueco entre mi cintura y la cama, coló su mano por allí y comenzó a acariciar mi seno, apretando con fuerza mi pezón.
-Jung...
-Shhh-me interrumpió siseando a mi oído, cubriendo mi boca con su mano-. Calla, y escucha lo que te diré.
Aunque no me gustara admitirlo, él tenía ese efecto en mí, y había logrado excitarme aún en medio de mi furia, por lo que sus dedos ya estaban mojados con mi crema y dos de ellos pudieron aventurarse en mi interior, sobresaltándome.
Mis manos fueron a las suyas, una intentando quitar la que cubría mi boca y la otra a la que se había comenzado a mover con rapidez y me tenía jadeado pues no hay nada que me guste más en este mundo que sentir el toque de Jeon JungKook.
Pero, aunque mi cuerpo cediera, bien sabía que no era la situación indicada...al menos eso pensaba hasta que sus palabras llegaron en tiernos murmuros a mi oído.
-Yo siempre seré tuyo, Sarah. Mi corazón te va a pertenecer siempre, incluso si haces tu vida al lado de otro hombre-su romanticismo no coordinaba mucho con los ahora tres dedos que formaban parte del rápido vaivén en mi interior-. Puedo conformarme viéndote ser feliz, pero si se me ha dado la oportunidad de tenerte, no la pienso desaprovechar. Me quedaré más tranquilo sabiendo que tuve el chance de amarte y hacerte mía tantas veces como quise y pude. Por eso te pido que no pienses en lo que pasará cuando salgamos de aquí. Déjate llevar por el momento y disfrutemos juntos.
Sus movimientos cesaron aún con sus dedos dentro mío, y su mano descubrió mi boca. Giré mi torso lo más que pude y mi cabeza quedó casi frente a la suya, mas nuestras narices y labios se rozaban.
Le regalé una media sonrisa y posé mi mano en su mejilla, para atraerlo mucho más a mí y de paso acariciar la zona.
-Lo haré por tí, y porque te amo demasiado.
Fui yo la primera en lanzarme a sus labios con ansias.
Sus dedos volvieron a iniciar su movimiento, esta vez mucho más rápido y la otra mano de mi chico bajó para acariciar esta vez mi clítoris.
Nos separamos agitados de aquel candente beso y pude apreciar su pícara sonrisa.
Sabía que le gustaba verme complacida, y más si me torturaba con esa mirada felina y esas caricias ardientes.
-Si te sigues conteniendo, juro que dejaré de tocarte.
Y así de fácil consiguió que dejara de apretar mis belfos y permitiera que salieran todos aquellos gemidos estancados en mi garganta.
Besó mi mejilla y bajó hasta mi clavícula, donde ancló su boca, manteniendo sus ojos en los míos mientras sus comisuras se alzaban en una burlona sonrisa.
Sus dedos habían logrado llegar al punto exacto en mi interior y constantemente lo golpeteaban, haciéndome lloriquear como gata en celo mientras arrugaba la sábana con una mano y la otra la clavaba en su cuello.
-Jung...Kook-apenas podía hablar pues los gemidos incesantes tenían mi garganta seca.
-¿Sabes algo, nena? Hay algo que aún no hemos experimentados juntos.
Con una calma tortuosa, sacó sus dedos y, aprovechando que estaban empapados, los llevó a mi ano, lubricándolo.
Suspiré ansiosa, pues, sinceramente, con él siempre he querido experimentar todo tipo de cosas y el sexo anal estaba incluido en la lista.
Por ese motivo no puse resistencia cuando me acomodó en cuatro con su pelvis, cubierta aún por sus shorts, contra mis glúteos.
Fue subiendo mi camiseta (suya en realidad) a medida que iba depositando besos por toda mi espalda y yo terminé de quitármela cuando la bajó por mis brazos.
A la par que continuaba lubricando mi recto con los fluidos que chorreaban por mis muslos cual cascada, logró quitarse la única prenda que lo cubría y, una vez desnudos los dos, la fiesta comenzó.
Primero fue su glande, y luego, con cuidado, lentamente, le siguió el resto de su falo.
No era mi primera vez haciendo aquello, pero que fuera específicamente él con quien estuviera viviendo tal situación, me excitaba en demasía, así que, cuando me adapté a su tamaño, comencé a mover mis caderas, las cuales rápidamente fueron atrapadas por sus fuertes manos y enseguida me siguió el ritmo, iniciando con aquellas embestidas profundas.
Sin restricciones, nos permitimos gemir tan alto como se nos viniera en gana, tal y como cada vez que hacíamos el amor.
Sin detenerse, sus dedos se enredaron en mi cabello y me empujaron hacia atrás, acción a la cual cedí recostando mi espalda a su pecho y girando mi cabeza para besar sus labios con pasión.
Una de mis manos se entrelazó con la que tenía en mi cadera y la otra se apoyó en su nuca, sintiendo como la restante suya apretaba mi cuello sin llegar a ser exagerado.
Gimiendo en la boca del otro, disfrutándonos mutuamente por el resto de la noche, terminamos donde mismo empezamos; acostados, abrazados, y platicando de cualquier hazaña que nos hubiera ocurrido, que la verdad eran muchas.
Él se quedó dormido al cabo del rato, y lo supe cuando sus dedos dejaron de jugar con mis cabellos.
Sólo entonces, apoyada en su pecho, sintiendo el tranquilo ritmo de los latidos de su corazón, dejé que un par de lágrimas se escurrieran de mis ojos.
No quería separarme de él, nunca.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top