⟣Pʀᴏ́ʟᴏɢᴏ⟢
Sᴀʀᴀʜ
Todos, actualmente, conocen el nombre de Sarah Millian Cain, la mujer que, sin quererlo y con la única intención de combatir la maldad del mundo, se volvió reconocida hasta en los lugares más intrincados del mundo.
Defensora de los derechos humanos, donadora principal a múltiples organizaciones necesitadas de dinero, justiciera acusadora de hombres y mujeres deshonestos y lucrosos, participante de múltiples manifestaciones en cualquier parte del mundo, oradora en millones de conferencias y abogada en los tiempos libres.
Toda una superheroína según algunos.
Una chica normal que solo busca la paz y el bienestar en el mundo según yo.
¿Y quién soy yo?
Sarah Millian Cain, la mujer que, a pesar de nacer en cuna rica (millonaria, más bien), desde los doce años de edad comenzó a estudiar leyes para poder convertirse en abogada y a los veinte, estando en medio de sus estudios, consiguió entrar como diplomática en la ONU siendo embajadora de su país natal, Inglaterra, dentro del Reino Unido, pasando luego de dos años a ser Alta Comisionada de la Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y luego de un intento de asesinato, fue llevada a simplemente ser miembro de The Elders y abogada defensora como profesión principal.
No lo niego, no. A mis cortos veintitrés años había logrado mucho, profesional y espiritualmente hablando, pues no sólo llegué a ser parte de tales importantes organizaciones, sino que también, con mis actos y discursos, logré darle paz a muchas personas.
Aunque eso me trajo muchos problemas como intentos de homicidios, como ya mencionaba.
Sé que soy alguien importante para las personas, pero también sé que soy una ciudadana más, una amiga, una hija y una esposa...aunque yo no lo llamaría así.
Timothy Charles, Leiah Parker y yo somos amigos desde que nuestros padres lo son. Ellos manejaban varias empresas y un buen día decidieron unificarse, sólo que, como garantía, un abogado les recomendó un matrimonio y como para aquel entonces Leiah ya tenía novio (que futuramente se convirtió en su esposo), Timothy y yo accedimos a ser los sacrificados.
Y ya. Esa es la historia detrás de mi matrimonio que, incluso luego de que aquel pacto se cerrara, se mantuvo pues nos convenía; a él porque era el encargado de mis acciones y las suyas en la empresa unificada y también porque conmigo al lado su clientela aumentaba...y yo, pues para evitar algún aprovechado que viniese a sacar ventaja de mi corazón sólo por tener dinero en el bolsillo. Pero lo bueno es que ambos seguimos siendo tan amigos como siempre.
Volviendo a mi ámbito laboral...pues entre The Elders y la ONU acordaron asignarle al menos dos escoltas a cada miembro de la organización, o más bien a cada miembro reconocido y popular.
La verdad es que sí que han intentado matarme varias veces. Sucesos bastante serios. De la primera me escapé yo sola, pero nadie me garantizaba que en las siguientes (porque sabía que habrían más) saldría ilesa, así que gustosa y deseosa de trabajar en paz accedí a tener a dos hombres cerca mío todo el tiempo e incluso cuando me dijeron que ya estaban en camino, yo misma fui a buscarlos al aeropuerto.
Timothy a mi lado había llevado un cartel donde, aplicando mi conocimiento de idiomas extranjeros, había puesto los nombres de los dos chicos, en coreano.
Park JiMin y Jeon JungKook.
Nunca se me olvidará ese día.
Fueron de los primeros en salir. Un rubio sonriente y un castaño con cara de culo. Apenas vieron su nombre en el cartel, el rubio nos señaló y ambos llegaron a nosotros.
Juro que esa escena la estaba viendo en cámara lenta. Ese castaño hizo a sus oscuros ojos chocar con mi pequeño par de esmeraldas y por un segundo pensé que las piernas me temblarían.
¿Amor a primera vista?
Meh, yo diría deseo a primera vista...pero tratándose de alguien que recién conocía, no podía ser tan impulsiva.
-¡Hola!-naturalmente, les hablé en su idioma natal pues tenía entendido que no sabían mucho inglés. Ese detalle los sorprendió, más cuando hice y obligué a Tim a hacer una reverencia en su dirección-. Bienvenidos-sonreí al ver que el rubio lo hacía, el otro sólo asintió-. Un gusto conocerlos. Yo soy Sarah y de antemano les doy las gracias por acceder a protegerme. Prometo no meterme en tantos líos y no ser una carga demasiado pesada.
De nueva cuenta el rubio se mostraba carismático y el castaño sólo bufó una pequeña sonrisa.
Fue este primero quien me extendió su mano y, con esa sonrisa que parecía no querer salírsele del rostro, se presentó.
-Park JiMin. Un gusto conocerla y trabajar para usted, señorita Cain.
-Yo soy Jeon JungKook-hasta la voz de ese hombre me resultaba profunda y seria-. Trabajaremos duro para cuidarla. Prometemos no hacerla pasar por malos ratos.
Le sonreí aunque él no lo hiciera, y entonces recordé:
-¡Oh! Este es mi mejor amigo, Timothy Charles. El acta de matrimonio y los medios lo reconocen como mi esposo, pero eso es una farsa que algún día les comentaré-me encogí de hombros y Tim sólo rió y rodó los ojos.
Luego de eso, obligué a Tim a que les diéramos un pequeño tour por London, ya que era su primera vez en la ciudad, y luego fuimos a casa, donde ya había destinado dos de los cuartos para ellos. Después de todo, vivía en una enorme mansión.
Apenas un mes luego de su llegada, donde intenté ganarme su amistad de alguna manera u otra, ocurrió uno de los atentados que más me aterró.
Una reunión de los Elders se llevaría a cabo en Francia, y estando yo saliendo de una conferencia en España, sólo era cuestión de montarnos en el helicóptero y cruzar la frontera.
Pero cuando ya estábamos JiMin, JungKook y yo acomodados dentro del vehículo, el castaño se percató de la ausencia del piloto y el rubio fue quien descubrió la bomba de tiempo que habían colocado en el asiento del copiloto. Como si fuera poco, en las afueras se desató un tiroteo entre los que parecían ser los directores de toda aquella trama y la policía que custodiaba el lugar.
Intenté no entrar en pánico para darles una preocupación menos a mis acompañantes, pero tuve que dar respiraciones profundas pues mi corazón latía sin freno con cada patada que JungKook y JiMin le daban a la puerta para poder salir...porque sí, también nos habían dejado encerrados. La bomba estaba a quince segundos de explotar cuando JiMin empujó todo su cuerpo contra la puerta saliendo disparado junto a ella y JungKook me cubrió con su cuerpo y saltó conmigo encima.
Cuando sentí mis rodillas tocar el suelo, escuché y sentí el calor de la explosión a unos metros de mí, y esuché claramente cada tiro que disparaban y que incluso mis guardaespaldas se unieron a ello.
Las lágrimas corrían silenciosas por mis mejillas y me aferraba a la camisa de JungKook con fuerza.
Cuando todo acabó, sólo me enteré cuando el castaño colocó su rostro a la altura del mío y sus manos acariciaron mis mejillas, buscando limpiar mis lágrimas.
Y por primera vez observé algo más que rudeza en su expresión y una sonrisa, aunque pequeña, en sus labios.
-Tranquila, señorita Cain. Ya está a salvo. Todo pasó. Perdóneme por no haber revisado el helicóptero antes. Prometo hacerlo mejor de ahora en adelante.
Yo sólo negué con la cabeza y me abracé a su torso, enterrando mi cabeza en su pecho.
-Gracias-suspiré. Las palabras salían entrecortadas de mi boca-. No seas tan duro contigo mismo. Tú y JiMin lo hicieron bien.
Entonces me percaté de la sangre saliente de su brazo, y enseguida me alarmé.
Y el pánico se fue a la mierda.
-¡Tienes una herida, JungKook!-chillé y él sólo se encogió de hombros. Me fijé que habían unos cuántos paramédicos revisando a los heridos, así que me coloqué de pie y lo obligué a hacer lo mismo-¡A curarte!¡Ahora!
Volviendo a su común mueca seria, rodó los ojos, pero terminó obedeciéndome.
JiMin ya estaba a mi lado para entonces, colocando su mano en mi hombro.
Con toda la confianza del mundo, me recosté a su figura y suspiré.
-¿Se siente bien, señ...?
-Me vuelven a llamar así y los despido a ambos...aunque sé que con JungKook será imposible-su risita me contagió un poco-. Pero sí. Estoy bien. Ya se me pasó el susto.
-Es ust...-con sólo una filosa mirada, lo hice corregirse-. Eres muy valiente, Sarah. Ni siquiera gritaste aún cuando la bomba estuvo a pocos segundos de explotar.
-Me estaba muriendo por dentro, créeme. Pero confío en ustedes y además, sabía que ponerme a gritar sería una pérdida de tiempo y sólo los irritaría más. No es que me guste el papel de damisela en apuros, pero en este caso no podía hacer nada.
-Igualmente sigues siendo muy valiente. Cualquiera en tu lugar, sabiendo que más de uno te quiere muerta, ya se hubiese jubilado.
-Estoy muy joven para eso, JiMin. Además, mientras yo viva, lucharé por la paz mundial hasta que alguien me evenene, o me secuestre y me tire a un río...tienen muchas opciones ahora que lo pienso-de nuevo su risa me contagiaba, sólo que esta vez su agarre cayó en mi cintura para mantenerme mejor pues las piernas me temblaban un poco-. Oye...tú que eres su amigo...¿me puedes confirmar que no fue un espejismo y de verdad JungKook me sonrió y trató con empatía?
-Él es así. Es muy serio con su trabajo y por mucha confianza que le des, siempre tendrá esa cara de odio al mundo, pero cuando sus protegidos pasan por situaciones como esta, él se quita la máscara por un momento. Así sucedió con un político a quien tuvo que cuidar aún estando en Corea. El hombre estaba solo, sin familia y su único amigo acababa de conspirar contra él y casi logra matarlo de no ser porque JungKook estaba allí. Se volvieron buenos amigos y Jeon lo ayudó a salir adelante incluso siendo asignado a cuidar se otras personas.
Mi boca se abrió con asombro y mis ojos insitintivamente fueron a parar al castaño cuya herida estaba siendo curada.
-Interesante...
Luego de ese día, les propuse a ambos, a manera de agradecimiento, darles lecciones de inglés para que entendieran mejor su entorno y allí fue donde lo raro comenzó
Por varias veces más aprecié la media y hasta una que otra completa sonrisa del castaño y me descubrí a mí misma suspirando a causa de ello en varias ocasiones.
Estaba siendo raro para mí porque por primera vez alguien me resultaba tan interesante y hermoso.
Así que, una noche, JiMin estaba cuidando la puerta de mi habitación cuando le pedí que fuera a por unos tampones al almacén de la mansión y para convencerlo de que se fuera sin que se metiera muuucho en su papel de escolta, me puse a gritar como loca desquiciada.
Entonces aproveché para salir de mi habitación e ir hacia la de JungKook en el piso de abajo. Quería saber qué hacía cuando tenía las noches libres.
Pero...me topé con una no muy grata sorpresa.
JungKook llevaba casi a rastras a una chica y ni siquiera se tomó la molestia de cerrar por completo la puerta de su cuarto. Se bajó los pantalones y la chica sólo subió su falda ya que no tenía nada debajo y sólo comenzó a embestirla. Seguía con su cara de culo y la chica no paraba de gritar y cubrir su boca con la mano.
A ver, que todo eso estaba siendo demasiado extraño.
De hecho, luego de unas quince embestidas (contadas por mí), él se alejó de ella y la obligó a ponerse de pie.
-Fuera-le dijo, y yo me ví obligada a ocultarme tras la pared que estaba a unos dos metros.
La muchacha salió por la puerta de la cocina murmurando maldiciones y caminando chueca (cosa que no me extrañaba) y cuando volví a asomarme a la puerta, él ya se había puesto los pantalones y se lanzó a la cama marcando en su celular. Por la vena marcada en su cuello, sabía que estaba lleno de rabia.
-¿Cuántas veces te tengo que decir que yo no necesito de ninguna de tus amiguitas?-exclamó. Sep. Estaba hecho una fiera-¡No me importa lo que me digas, Park JiMin!¡Trajiste a esa chica hasta aquí y le dí lo que quería, a ver si después de eso alguna de sus compañeras van a tener ganas de meterse conmigo sabiendo como soy!¡Estoy aquí para trabajar, no para follar con cualquier puta!
Sin más, colgó el celular y soltó un profundo suspiró. De su mesita de noche sacó un Mp3 y con un sólo audífono en su oído, se recostó a leer el libro que estaba bajo su almohada.
Eso sí es lo que hace él en sus tiempos libres.
Con igual prisa que antes, corrí de vuelta a mi habitación a dónde JiMin no había llegado por suerte y me senté en mi cama a pensar.
Buscaba una respuesta y la encontré.
Había sentido celos de esa chica, no porque él la hubiese llevado consigo por obligación y para darle una lección, sino porque ella había tenido la oportunidad de estar cerca de él, en su habitación...
Cuando me pareció ridículo el por qué de mis celos y el por qué de mi alivio al saber que aquello para él no había significado nada, JiMin abrió la puerta con una bolsa llena de tampones y me miró confuso.
-Dime que todo ese griterío y la insistencia en que fuera a buscarte estas cosas no fueron un cuento.
-Tenía que verlo-eso lo alteró un poco-. Tenía que comprobar si era cierto...Pero no quería que nadie supiera...Pero ahora...ahora no me puedo callar.
Él suspiró y se sentó a mi lado, palmeando mi rodilla.
-¿Qué pasó?¿Qué te hizo armarme todo ese escándalo?
-Me gusta JungKook.
Asombrado, se quedó parpadeando un par se veces.
-¿Segura?-asentí-¿Eres consciente de que JungKook es un viejo cascarrabias en el cuerpo de un joven?-volví a asentir-¿Qué tanto te gusta de él?
-Hasta cuando gruñe-lloriqueé y golpeé mi cabeza una y otra vez contra el hombro del rubio-¿Por qué me pasa esto a mí? No es justo que el único hombre que verdaderamente me interese sea mi jodido escolta y como extra sea un gruñón del demonio.
-Tranquila, Sarah-rió y acarició mi cabello-. Yo te daré un par de consejos.
Enseguida erguí la cabeza y le sonreí.
-¡Qué comience la conquista, entonces!
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