⟣Eᴘɪ́ʟᴏɢᴏ⟢

JᴜɴɢKᴏᴏᴋ

Bueno...No sabría cómo hacer un resumen detallado de lo que sucedió después de aquel día donde nos expusimos públicamente, pero lo intentaré.

Los medios divulgaron la noticia y se extendió por todas partes del mundo. Recibimos bastantes mensajes de repudio no sólo por ser una familia mixta, sino también porque muchos no entendían la relación de Timothy y Sarah desde un principio y simplemente prefirieron tacharla como adúltera, entre otras cosas. Sin embargo, fue mucho más el apoyo que mi pelirroja (ahora nuevamente rubia) loca recibió.

Nuestras familias y amistades estaban de nuestro lado, el bufette de abogados para el que aún trabaja y el grupo de los Elders también, pues sus méritos como trabajadora son mucho más fuertes que un simple chisme que había sido aclarado.

El único problema había sido la agencia para la que trabajo. Nuestra ética como escoltas no permitía ese tipo de relación sentimental con nuestros protegidos, y aunque me permitieron seguir al lado de Sarah, cada cierto tiempo me asignan otros protegidos y es a JiMin a quien colocan como mi sustituto.

Tampoco nos quejamos por eso, pues de hecho, esperábamos que nos iban a separar definitivamente.

Pasaron seis años desde entonces, y ocurrieron varios hechos, como por ejemplo: que Sarah y yo nos casamos en una boda doble con Melody y Timothy en una ceremonia sencilla, y nos fuimos de luna de miel con los niños a nuestra isla privada, el nacimiento de Keyly, la primera y única hija de Timothy y Melody, y unos meses más tarde, Sarah y yo recibimos a dos miembros más en nuestra familia: los gemelos JoHan y JiAh que, pese a ser el uno un niño y la otra una niña, su parecido era increíble.

¡Ah! Aún recuerdo la cara de celos de Samuel cuando me vió cargar a sus dos hermanos en brazos. Aunque fue solo al principio, pues luego ya dejé de ser su predilecto para que pasaran a serlo ellos.

Resultando ya tres familias, Timothy, Leiah y Sarah decidieron vender sus respectivas mansiones y compraron tres grandes casas en el mismo condominio, ubicadas a una considerable distancia de la otra, pues ninguno quería estar tan distantes los unos de los otros.

La casa en la que vivimos actualmente, tiene dos pisos y una bonita terraza, así como un lindo patio trasero y un pequeño jardín. También tiene una sala y comedor grandes, una bonita cocina, tres baños, y ocho habitaciones.

Lo normal sería pensar que el espacio es algo que nos sobra...pero no.

Y pondré de ejemplo ese día en que por segunda vez en mi vida tuve que aceptar que mis hijos estaban creciendo.

MinKi, con sus ya veintidós años, estudiaba artes visuales que de vez en cuando trabajaba como modelo, y su hobby era fotografiar y grabar videos de nuestra familia...y había recibido ya varios regaños porque en más de una ocasión nos atrapó a Sarah y a mí a punto de darle una muestra explícita de cómo hicimos a sus hermanos, como en aquel momento.

-¡Ven acá, muchacho del demonio!-gritaba mi rubia loca, corriendo tras el mayor de nuestros retoños con uno de sus tacones en la mano.

-¡Prometo que no lo haré de nuevo!-intentaba defenderse el susodicho.

-¡Y una mierda con eso!

Yo me limitaba a reír y correr tras ellos para evitar alguna catástrofe, pero en cambio, tuve que desviarme para evitar otra.

Samuel, de trece años, al igual que mi padre, era un aficionado a las artes marciales, pero como mi madre, tenía pasión por las artes visuales, específicamente la pintura. Justo en ese momento, en el jardín delantero, habían terminado él y JoHan de pintar otra de las tantas obras de arte que decoran nuestro refrigerador, el mural de deberes de la cocina y algunos espacios de la sala de estar.

El problema era que ambos hombrecitos estaban cubiertos de pintura de pies a cabeza, pues habían usado su cuerpo para pintar los lienzos, y estaban jugando con las mangueras de regar las plantas del jardín y empapándose ellos, y todo lo demás a su alrededor.

Y allí me veían a mí, corriendo para cerrar la llave de paso del agua.

-¿Ah?-JoHan frunció su ceño confundido y sacudió la manguera en busca de más agua-¡Acabamos con el agua de la casa, Sam!¡Mamá y papá nos van a matar!

Desde mi posición, rodé los ojos y pensé: este niño está viendo demasiados doramas.

Si bien era cierto que íbamos a regañarlos si en verdad acababan con las reservas de agua de la casa, tampoco era que los fuésemos a matar.

-¡Pff! Exagerado-Samuel exteriorizó mis pensamientos.

-Exijo una explicación razonable de por qué estaban jugando de esa manera cuando claramente saben que hay tres baños en la casa y mucho, pero mucho, jabón para que se quiten las manchas de pintura.

Logré asustarlos con mi intervención, al punto en que JoHan soltó un chillido que terminó por hacerme reír.

Sin embargo, ninguno de los dos me respondió, sino que lo hizo JiAh.

¿Y cómo encontré yo a esa chiquilla traviesa? Colgada de cabeza del único árbol que tenía nuestro jardín delantero, a un metro y medio a mis espaldas.

Suspiré risueño, pidiendo paciencia al cielo.

-¿Cómo es posible que una niña tan remolona como tú esté colgando de un árbol?-con mis manos en mis caderas, enarqué una ceja en su dirección.

Ella, hecha toda risitas, sin importarle estar de cabeza, se encogió de hombros.

-Me cansé de pintar, y tampoco quería que me regañaran por acabar con el agua de la casa. Me divierto más estando aquí.

Su explicación me recordaba lo diferente que era a su hermano en cuanto a sus personalidades. JiAh era aventurera, y sabíamos que una vez descubriera el parkour, se iba a enamorar de eso. Irónicamente, es una perezosa que si pudiera, durmiera siete días seguidos.

En cambio, JoHan es más de leer, pintar y ver mucho la televisión, sobre todo esos doramas que le recomienda Melody.

-¿Sabes que puedes caerte en cualquier momento?

Ante mi comentario, ella sólo se encogió de hombros de nuevo.

Una vez mas tomé un largo suspiro, y en esta ocasión observé a sus hermanos, y con un movimiento de mi cabeza, rieron, pues entendieron mis intenciones.

Abrí nuevamente la llave de paso del agua, y ahora las dos mangueras de JoHan y Samuel tenían a JiAh como su objetivo principal.

-¡Yah!¡Eso es trampa!

Como lo esperaba, recibiendo toda esa cantidad de agua no iba a durar demasiado tiempo colgada, así que me apresuré a atraparla antes de que cayera al suelo.

-Bien. Ahora sí ya se acabó el juego-los otros dos cerraron las mangueras y se acercaron a mí, que ya me imaginaba que JiAh no me soltaría hasta que la llevara yo mismo al baño-. Como los buenos y obedientes niños que son, van a ir cada uno a un baño y se van a dar una buena ducha.

Fue cómico verlos a los tres hacer un saludo militar exagerado.

-¡Señor, sí, señor!

Antecedido por JoHan y Samuel, entré con JiAh en brazos a la casa.

-Sacúdanse bien en la alfombra para que no armen un desastre.

Volvieron a obedecerme, y esta vez JiAh sí accedió a que la dejara en el suelo.

Pensaba que las catástrofes del día habían terminado, pero aparecieron Sarah y MinKi en el comedor, la una aún persiguiendo al otro, y bajando las escaleras estaba Gaia.

De hecho, aquella fue la catástrofe mayor.

Mi Gaia, con sus deciocho añitos recién cumplidos, ya comenzaba a dar muestras físicas y morales de la hermosa mujer que es. Estudiaba duro para entrar a una buena universidad porque quería ser ingeniera bioquímica, y su hobby es la cocina. Entre ella y yo preparamos deliciosas cenas.

-Esta noche hay una fiesta de mis compañeros de la escuela.

Las palabras de Gaia dejaron absolutamente a todos en silencio. Hasta Sarah y MinKi detuvieron su persecución.

Eso la colocó algo incómoda, pues siempre ha sido bastante tímida, pero aún así continúo con lo que quería decirnos.

-...y me gustaría ir.

Las miradas de nuestros retoños iban de Sarah a mí, pero nosotros sólo sabíamos mirarnos mutuamente, ella porque no se esperaba una petición así por parte de Gaia, y yo porque me negaba a creer que ya estuviera así de grande mi bebé.

Por ese motivo, antes de que mi amada rubia loca abriera su hermosa boquita, yo me apresuré a hacerlo primero.

-No.

-¿Qué?-el jadeo colectivo no me hizo cambiar de opinión.

Sintiendo la desesperación carcomerme, me dirigí a la sala de estar a dar vueltas alrededor de uno de los butacones.

-Cariño, ya pasamos por esto antes ¿Recuerdas? Cuando MinKi pidió irse solo de vacaciones con sus amigos por sus diecinueve.

Mis ojos coincidieron con las hermosas esmeraldas de mi RaRah, pero a diferencia suya, yo estaba al borde del llanto.

-Yo aún no supero eso ¿Cómo quieres que admita esto ahora? ¡Son unos bebés! Hasta hace menos de medio día estaba llevándole el desayuno a la cama a cada uno de ellos.

-Eso está bien. Te gusta consentir a tus hijos-poco a poco, Sarah fue acercándose a mí-. Pero eso no significa que ellos ya no estén grandes. MinKi ya es universitario, Gaia está terminando su preparatoria, Samuel ya tiene una noviecita, y JoHan y JiAh ya redactan oraciones completas en la escuela.

Y ahí mismo rompí en un llanto silencioso, y me refugié en el abrazo que me ofrecía mi esposa.

-Son unos bebés. Aún tengo que limpiarle el trasero a los gemelos.

Era evidente que no estaba dispuesto a ceder.

-Yo sé, mi KooKoo, pero tienes que entender, mi amor. Ellos tienen que vivir su vida como nosotros hemos vivido las nuestras.

Por enésima vez en el día, suspiré antes de separarme un poco de mi rubia loca para observar a mis cinco retoños.

Con mi dedo índice, señalé a Samuel y los gemelos.

-Ustedes, a bañarse, ahora-ellos salieron corriendo como correcaminos. Ahora era el turno de señalar a MinKi-. Tú, que sea la última vez que te metes en nuestra habitación para grabarnos haciendo el amor. No estás estudiando artes visuales para eso, y ya la broma no está siendo graciosa-él asintió frenéticamente e hizo un intento de saludo militar para hacerme saber que había entendido-. En cuanto a tí-ahora miré a Gaia. Sus preciosos ojitos claros me miraban con esperanza-, sé que te esfuerzas mucho por conseguir tu carrera universitaria, y aparte de eso, no me puedo quejar de lo buena hija que eres, igual que tus hermanos. Por supuesto que mereces ir a esa fiesta-me sacó una sonrisa verla festejar y abrazar a su hermano emocionada-, pero yo te voy a acompañar.

-¿En serio, papá?-la expresión cansada de MinKi me hizo mirar a otro lado.

-Con eso sí no estoy dispuesto a ceder. Yo la acompaño, veo el ambiente, y si no me gusta, me quedo a su lado como el escolta que soy.

-Bueno-intervino Sarah-...al menos su permiso sí lo tenemos-dio dos palmaditas en el aire antes de acercarse a nuestra hija-. Ahora vamos a prepararte para que estés brillante hoy ¡Es tu primera fiesta!

-Pero faltan como cuatro horas, mamá-rió Gaia.

-No importa. Mejor que sobre tiempo para prepararte y no que falte.

Y con eso, ambas mujeres se fueron escaleras arriba.

Yo terminé dejándome caer en el butacón, y como si no estuviera casi de mi tamaño, MinKi lo hizo sobre mis muslos.

-Ya que dices que todos somos unos bebés, vengo a que me mimes.

Lo miré con mi mejor cara de póker, pero terminé haciéndole cosquillas en el abdomen y agarrándolo por su espalda y piernas como si fuera un niño pequeño para que no se cayese.

-Muchacho del demonio.

-No te preocupes, papá-murmuró con sus dedos picoteando mis mejillas-. No importa cuánto crezcamos, ni qué caminos tomemos en nuestras vidas, siempre vamos a volver con ustedes y nunca los dejaremos de lado. Hablo por mí y por mis hermanos, porque sé que pensamos igual.

Horas más tarde, cuando llegaba con Gaia a la dichosa casa de la fiesta, las palabras de MinKi seguían rondando en mi cabeza.

-Papá, ya puedes irte-me susurraba mi hija. Ya se había reunido con su grupito de amigos, que se sorprendieron al verme, pero igualmente me dieron la bienvenida.

Volví a mirar a mi alrededor. Era la típica fiesta de adolescentes hormonales.

De hecho...

-Hola, guapo.

Una muchachita, de quien sólo pude distinguir sus escasas ropas y su cabello azul eléctrico, se me acercó y posó su mano en mi hombro.

De inmediato sacudí mi hombro y levanté mi mano izquierda, señalándole mi dedo anular.

-Estoy casado con una maravillosa mujer que me hace deliciosamente el amor todos los días de mi vida, y no necesito nada más. Puedes regresar por donde mismo viniste.

La chica bufó y se dio la vuelta, seguramente murmurando maldiciones a mi persona.

-Eso fue grosero, papá.

Miré a los preciosos ojos de mi Gaia y le sonreí.

-Lo sé, pero es así como tienes que tratar a todo aquel que se te acerque y tú no quieras. A veces las personas no entienden un simple no como respuesta.

-Hum...en eso estoy de acuerdo con tu padre, Gal-asintió una de las amigas de Gaia. Me gusta ese apodo por el que la llaman.

Para mis adentros, seguía maldiciendo la situación, y me irritaba al notar que los adolescentes hormonales de esa época estaban más perdidos que los de la mía...o al menos los que fueron a esa fiesta.

Al menos el grupito de mi hija siempre ha sido bastante sano, y ya conocía a algunos de ellos y era consciente de sus sentido de la responsabilidad.

Sin más remedio, sabiendo que debía cumplir con mi promesa, tomé las manos de mi hija y la miré a los ojos.

-Bien. Confío en que estarás bien-su sonrisa me contagió-, pero de igual forma aquí tienes dos condones, uno para hombre y otro para mujer, por si te da por experimentar-los metí en su bolso, y aunque sabía que la estaba colocando nerviosa porque podía estarla haciendo pasar vergüenza, no me detuve de cumplir con mi deber como padre-. Recuerda no quitarle el ojo a lo que sea que bebas, y de preferencia intenta no emborracharte. Cuando se acabe la fiesta o cuando quieras irte, llámame, que vendré a buscarlos a tí y a tus amigos si quieres-ella asentía, y con sus manos intentaba empujarme para que me fuera de una vez-. Ya, creo que eso es todo.

-Estaré bien, papá-me contagió con su ladina sonrisa.

-Espero pasen buena noche y que se diviertan.

Y sin más que aquellas palabras y un beso a la frente de mi hija, finalmente salí de aquel lugar.

Casi llegando a mi auto, activé el auricular en mi oído.

-¿Están todos en sus posiciones?-pregunté mientras me adentraba en el asiento de piloto.

-Todo correcto, jefe-escuchar las seguridad de uno de mis subordinados, me dejó realmente más tranquilo-. Su hija y sus amigos no corren ningún riesgo esta noche. Se lo garantizamos.

-Perfecto. Gracias, chicos.

-Siempre es un placer ayudarlo, jefe-y con eso colgaron la llamada.

Inmediatamente se me escapó una sonrisa.

Por supuesto que me había salido con la mía.

Mientras yo, Jeon JungKook, respire, mi familia siempre estará protegida.

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