20
Un largo bostezo escapó de entre los rosados y suaves labios del gamma en su camino a la cocina, ya eran las cinco de la mañana pero aún seguía oscuro; al llegar vio un bulto muy alto que le tomó por sorpresa haciéndole chillar a lo que el otro se volteó rápidamente.
— ¿Shamil? ¿Qué pasa? — se acercó a él curioso por ese grito tan extraño, el más pequeño le miró mejor dándose cuenta de quien era.
— Tsukasa ¿qué haces a estas horas?
— Iba a preparar el desayuno — el rubio le miró desconcertado.
— Pero yo soy quien hace el desayuno — el castaño parecía nervioso, cosa que el gamma notó — ¿ocurrió algo?
— No finjas, es imposible que no hayas escuchado — el de mirada zafiro suspiró y sujetó la mano del más alto para hacerle tomar asiento en el comedor.
— Sí escuché... Pero no quería hacer comentarios...
— ¿El señor Ishigami...?
— Tuve que treparme a su espalda y taparle los ojos para que no cometiera homicidio premeditado.
— Lo mejor es que me vaya y los deje tranquilos ¿cierto? — se tapó la cara con ambas manos — Desde un inicio debí dejar las cosas tal y como estaban — el blondo le sujetó de las muñecas y las apartó dejando a la vista su mirada caoba y grisácea.
— No digas eso, aunque no lo creas les has traído cosas buenas... El viejo me ha contado todo lo que ha pasado y ¿te digo algo? Has sido de mucha ayuda, sin ti Senkuu seguiría "mudo" y sin poder transformarse ni defenderse... Tu cercanía le ayudó a avanzar al punto donde estaba — sonrió imperceptible para después continuar — al ayudar a Senkuu también ayudaste a Byakuya — se levantó y palmeó la cabeza del castaño — eso es algo que ellos agradecen aunque no lo digan.
— No lo había visto de esa forma — dirigió su mirada al rubio a la vez que ronroneaba por el tacto del otro — ¿puedo abrazarte? — el gamma asintió y Tsukasa se puso de pie para darle dicho abrazo — ¿puedo acariciar tu cabello?
— ¿Por qué me preguntas cada cosa antes de hacerla?
— Desde que conocí a Senkuu aprendí que incluso respirar lleva un ritmo — el gamma rió por lo dicho, se sentía feliz en esa casa — ¿entonces puedo?
— Sí — el alfa acarició la melena dorada a la vez que una extraña sensación le invadía, dio un largo suspiro entrecortado y luego habló — Shamil, ¿por qué no tienes hijos?
— Yo... — el más bajo se apartó ligeramente conectando miradas con el otro — ¿por qué preguntas eso?
— Creo que el bebé que hubieras tenido habría sido muy afortunado — los zafiros del gamma se desviaron a otra parte y se alejó totalmente del alfa.
— No lo creo.
— ¿Por qué no? ¿O no querías tener un hijo? — Shamil abrió los ojos dándose cuenta de que tristemente nunca nadie le preguntó si quería algo, todo durante toda su vida era impuesto por alguien más fuerte.
— No lo sé — el más alto le miró curioso por esas respuestas tan poco precisas — no puedo — Tsukasa ladeó la cabeza y frunció el ceño con el presentimiento de que debía cortar el tema.
— Hmm... ¿Te ayudo a cocinar? — casi se le sale un "¿por qué no?", afortunadamente aprendió cuando parar su curiosidad.
— Está bien.
El rubio se puso un delantal blanco y le daba indicaciones de los ingredientes que Tsukasa le debía alcanzar, en cuestión de minutos ambos tenían hecho un buen desayuno para ellos y los Ishigami.
— Nada mal para un niño rico, te felici-
— ¿Por qué no puedes? — alguien debía aprender controlar su lengua.
— Te urgía preguntar ¿cierto? — Shishio desvió la mirada con un gesto apenado.
— Disculpa.
— Me hicieron muchas cosas Shishio — el de mirada chocolate le miró y tomó asiento con rapidez — una de ellas es que me golpeaban para poder postituirme... Eso comenzó cuando tenía doce años y se mantuvo así hasta que cumplí quince que fue la edad en la que dejé de luchar sin importar lo que me hicieran... Para no extenderme, perdí mi celo y mi útero no funciona, sí puedo embarazarme pero no llegaría más allá de los cuatro meses... Si mi cuerpo no fuera una mierda — la voz se le cortó a la vez que intentaba no llorar frente a su acompañante — si fuera de una categoría que de verdad valiera la pena yo a estas alturas, tendría seis niños — se obligó a sonreír para poder continuar — no sé como los cuidaría pero creo que con el simple hecho de escucharlos llamarme "mamá" me darían la fuerza suficiente como para sacarlos adelante... ¿También quieres saber como perdí esos bebés?
La expresión de Tsukasa era indescifrable, sentía odio por quienes le hicieron eso a un gamma indefenso, sentía pena por los cachorros perdidos y tristeza por la horrible vida que le tocó a Shamil. Se levantó de su asiento y abrazó con un profundo cariño al gamma, ronroneando y esparciendo feromonas.
— Lamento haberte hecho remover eso, lo siento mucho...
— No importa — suspiró entrecortado calmando sus emociones, palmeó la espalda del otro y se alejó — ayudame a servir el desayuno... Nuestros hombres no tardan en levantarse — el castaño perdió el equilibrio con el último comentario a la vez que un sonrojo se apoderaba de sus mejillas, sonrió e hizo caso a la petición del rubio.
Terminaron de poner todo y Shamil ya estaba sirviendo la comida en los platos cuando el alfa y omega tigres hicieron acto de presencia, tomaron asiento en el comedor Senkuu a la derecha de Byakuya, Shamil a la izquierda de éste y seguido Tsukasa. Todos comían en un silencio asfixiante a criterio del león que se sentía incómodo por ello más no se atrevía a decir nada para romper la tensión; el omega fue el primero en acabar y pedir más, cosa que al gamma le parecía adorable recordándole cuando él había pasado por esos antojos.
— Me voy al trabajo, se hace tarde.
Byakuya se levantó de su asiento, besó la cabeza del omega y después se acercó a su vientre donde pegó su oreja y acarició con dulzura dejando un beso también, se acercó al gamma y le abrazó por sobre los hombros, siguió su camino y cuando pasó por Tsukasa le alborotó el cabello cosa que dejó desconcertado al tuerto. Una vez el cambiaformas tigre se marchó Senkuu se levantó y tomó todos los platos llevándolos a lavar, Tsukasa se acercó cauteloso con la intención de ayudar; ya se había mentalizado de que el omega seguramente le iba a pedir que se marchara más la reacción fue otra.
— Ayúdame a secarlos — dijo con soltura a la vez que le tendía un paño limpio mientras él lavaba plato por plato y se los iba pasando, el castaño tenía una gran sonrisa en sus labios al sentirse nuevamente incluido.
La luna, las nubes y las estrellas actuaban como única compañía en ese momento, Tsukasa miraba el espectáculo nocturno con su único ojo sano, aspiraba los aromas que rondaban el lugar como las plantas, un pequeño arrollo y betas a la lejanía; de la nada todos sus sentidos se centraron en un aroma que se aproximaba a él.
— ¿Senkuu? — volteó a verle, éste tenía su pijama puesta que consistía en un short pequeño negro y un suéter azul grande, cuando llegó con él solo le miró serio, no habían hablado en todo el día ni siquiera habían estado más de diez minutos en la misma habitación exceptuando el desayuno.
— Ya es tarde, ¿no vas a entrar?
— En un rato... — su mirada estaba fija en el suelo, incapaz de encarar al omega — hice algo ayer... Dudo que recuerdes.
— Sí lo recuerdo — Tsukasa volteó a verlo tan bruscamente que incluso le dolió el cuello — las dos veces, las recuerdo bien — el corazón del alfa comenzó a acelerarse a la vez que sentía un nudo en la garganta.
— Yo-
— La primera vez, nunca la olvidaría aunque quisiera — se comenzó a subir las mangas del suéter hasta los codos dejando al descubierto su marca en la parte inferior del antebrazo derecho, Tsukasa nunca la había visto puesto que el menor se mantenía con ropas de manga larga — y lo de ayer también lo recuerdo todo.
Se paseó frente al alfa que estaba sentado en la banca de la acera, éste le miraba sin comprender; ahora el omega le rodeo para ponerse atrás de él y sin que el castaño lo pudiera prever le abrazó por la espalda pasando sus brazos por encima de los hombros, el alfa estaba más confundido que nunca.
— Gracias... Por no ir más lejos, si lo hubieras hecho realmente me habría enfadado — ronroneo tenue a lo que el castaño le miró.
— ¿Q-qué haces? ¿A qué juegas? Senkuu por favor, no me alejes, no lo hagas — el temor era palpable al igual que la desesperación, combinación que en algún momento se había vuelto un punto erógeno intangible para el omega.
— No juego... — restregó su mejilla con la contraria y con su mano derecha pasaba sus dedos suavemente por la mejilla del mismo lado para acto seguido, sacar sus garras y tapar la boca del castaño, tirando su rostro de un lado y morder con fuerza su hombro con su hilera de dientes afilados marcándolo finalmente.
Tsukasa solo podía emitir sonidos inentendibles que morían en la mano del menor, podía sentir como este clavaba más profundamente su dentadura en la piel atravesando el músculo, el agarre era tan fuerte que creyó que le arrancaría el trozo de carne completo; el omega chupaba la sangre que salía mientras ondeaba su cola de un lado a otro, juguetón y extasiado por tener el control de la situación; una vez soltó la zona que había elegido para marcar, comenzó a lamerla para sanarla a la vez que quitaba su mano de la boca ajena, Tsukasa le miraba conmocionado mientras su sumiso aún lamía su piel.
— No... No sabía que lo omegas eran así...
— No lo son... No todos — se alzó, enderezando su postura y haciendo contacto visual con el alfa chocando el rubí brillante con el caoba intenso; Shishio miraba anonadado al omega que tenía como fondo el cielo nocturno adornado con centenares de estrellas, desde las comisuras de su boca descendían delgados hilos escarlata de su sangre, los mechones de cabello en su rostro le hacían ver como un felino salvaje aunado a eso sus dientes afilados y su cola juguetona. Se levantó con rapidez poniéndose frente a él y le sujetó de los hombros deseoso de hacer algo más que solo meterle sus dedos.
— Vuelve adentro y yo iré a mi casa, no quiero que-
Un beso húmedo le acalló, el omega le había sujetado de los mechones de cabello que caían sobre sus hombros y de un tirón le bajó hasta su altura para detener ese parloteo innecesario, haciéndole probar el sabor de su propia sangre en el proceso; se puso de puntillas y acercó sus labios a la oreja del alfa.
— Cállate y fóllame.
La puerta de la casa se abrió, Shishio entraba con su sumiso en brazos y al parecer llevaba prisas, cerró la puerta de una patada y subió las escaleras casi corriendo, todo el pasillo estaba a oscuras pero eso no le impidió mirar de reojo el cuarto semiabierto del alfa tigre, y entre la oscuridad a un Byakuya con el cabello desordenado, gruñidos bajos, sosteniendo contra la pared a Shamil mientras el gamma entrelazaba sus piernas alrededor de la cintura del más viejo.
La luz de la luna se filtraba entre las cortinas envolviendo el cuerpo desnudo de Shamil que la miraba al pie de la ventana, sus zafiros actuaban como un espejo reflejando la inmensa belleza del astro incompleto, unos brazos se enredaron en su cuerpo en un toque afectuoso demasiado irreal arrastrándolo a la oscuridad y el silencio pidiéndole que se deje amar nuevamente en una cama que ya fue testigo de otro amante en el pasado.
— Si es una broma espero que acabe mañana — soltó de manera cortante y sin poder mirar al cambiaformas tigre con un nudo formándose en su garganta y una presión inexplicable en el pecho — siempre acaba al día siguiente.
— Yo no soy como esos alfas.
— Soy un defecto... Incluso en una categoría defectuosa... Algo que salió mal en lo que ya estaba mal — sus temblorosas palabras fueron calladas con besos desesperados y pasionales a la vez que un tacto gentil se hacía presente en su cintura, caderas y piernas, todo su cuerpo era llenado de caricias acompañadas de besos.
— Mientras estés conmigo, Shamil, vas a olvidar todo lo que te hicieron creer en estos años, vas a olvidar todo lo que haya pasado en aquel entonces, vas a olvidar todas esas cosas humillantes que te dijeron porque mientras estés conmigo eres totalmente libre, libre de reír, de llorar, de enojarte, de gritar. Eres libre, libre Shamil, libre.
— Byakuya...
— No puedo decir que te entiendo o que sé lo que se siente porque es mentira, no pasé por nada de eso así que no tengo la menor idea de lo que duele, pero lo que sí sé es que no permitiré que nada malo te suceda, ¿cómo podría dejar que algo le ocurra a la estrella más brillante de mi cielo?
Esa fue la primera vez que Shamil escuchaba algo como eso, él nunca era la prioridad de nadie, nunca había sido tomado en consideración, su bienestar era opcional al igual que sus sentimientos, pero ahora era algo para alguien, era el número uno de alguien, era el amor de alguien, una luz. Solo hasta ese momento Shamil de dio cuenta de que estaba en el lugar correcto, con las personas correctas.
Shamil estaba en casa.
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