🍒 19 🍒
El castaño se sacudía el polvo inexistente en su saco negro y reluciente, frente a él estaba el sacerdote que uniría su vida a la de su amor; los violines sonaron anunciando la presencia del omega ingresando a la capilla. Un elegante traje blanco, en sus manos un ramo de rosas blancas unidas con un listón, en su cuello una pajareta azul menta y sobre su cabeza una delicada diadema con flores que dejaba caer a su alrededor un velo traslúcido; a paso lento llegó al altar donde aguardaba un paciente Tsukasa. Shishio tomó de las manos al omega y apartó el velo que cubría su rostro dejando al descubierto un Senkuu sonriente y mirada brillante, a su lado pasaron dos pequeños infantes que por alguna razón también llevaban velos cubriendo sus rostros a la vez que lanzaban pétalos lilas.
Tsukasa miró sonriente a su futuro cónyuge a la vez que se acercaba a su rostro con la intención de besar sus labios. El de mirada rojiza brillante se alejó aún sin borrar la sonrisa de sus labios — Shishio — el castaño le miró con curiosidad — ¿Shishio?... — la expresión del omega cambió por una dolorida y lastimera — ¿por qué lo hiciste?
— ¿Senkuu?
El traje blanquecino y puro del omega se fue impregnando en rojo sangre, el suelo a su alrededor se desmoronaba y su amado parecía debilitarse; el alfa extendió sus brazos para atraparlo antes de que tocara el suelo, cerró los ojos con fuerza deseando que eso no estuviera pasando y para cuando volvió a abrirlos lo único que había frente a él era una de la paredes del cuarto de Senkuu y una almohada entre sus brazos. Parpadeó varias veces y tapó su ojo izquierdo dándose cuenta que no veía nada con el derecho, sólo así estuvo seguro de que había despertado; se giró buscando al menor encontrándolo sentado en el borde de la cama a la vez que masajeaba su espalda y soltaba leves quejidos.
— Senkuu — el nombrado le volteó a ver con un gesto que denotaba que no había dormido en toda la noche, al parecer estaba molesto.
— Ah, disculpa ¿te desperté? — soltó tan venenoso como una víbora, pero la cosa no quedaba ahí — lo siento, no era mi intención interrumpir tus sueños a las dos de la madrugada. A la próxima me quejaré más bajo para no molestarte — el castaño aún adormilado no sabía que pasaba pero su instinto le decía que debía hacer algo.
— ¿Por qué no me dijiste?
— ¿Para qué te iba a decir?
— Al menos nos habríamos desvelado juntos — el rizado alzó una ceja ante lo dicho y el castaño continuó — bueno, sé algunas cosas, tengo una hermana menor. Cuando mi madre estaba embarazada solía usar algunos métodos, ¿me dejarías intentarlo?
— Está bien — habría dicho que no pero el dolor era agudo e incesante además de que no tenía nada que perder. El castaño salió del cuarto y el menor quedó a solas unos segundos, escuchaba sonidos desde la cocina y luego unos pasos regresando — ¿tus métodos tienen que ver con el arte culinario?
— No — rió levemente y luego con una manta envolvió una bolsa celeste que tenía en manos, el ojos rubí ladeó la cabeza en muestra de confusión — esto está frío, si no funciona dímelo — acto seguido se puso atrás del menor y apoyó la bolsa en su espalda baja, que es donde el dolor era más intenso. Escasos cinco minutos después de eso el menor le pidió que la retirara puesto que no sentía ninguna mejora.
El castaño aplicaba una manta térmica frotándola por toda su espalda, el cambio de temperatura hizo erizar al omega por lo bien que se sintió pasar de frío a tibio pero nuevamente tampoco funcionó.
— ¿Se acabaron tus métodos? — el castaño frunció el ceño temiendo la reacción del omega si le decía el último método, no solo la reacción sino lo que pasaría después.
— Hay un último, pero no sé si te va a gustar... — se quedó en silencio unos segundos impacientando al menor.
— ¿Y el último es...?
— Un masaje — Senkuu, ya sin nada que perder más que la paciencia, se giró dándole la espalda y levantando su camisa lo suficiente como para que el otro pudiera hacer su trabajo.
El castaño puso sus manos sobre la columna vertebral del menor y comenzó un tacto suave y lento de arriba a abajo usando sus pulgares en el centro sin aplicar demasiada fuerza, pasaba con maestría y delicadeza sus manos cuidando cada movimiento sin llegar a ser un toque brusco, se notaba que él había sido quien había cuidado de su madre y se había encargado de aligerar las cargas de su embarazo. El castaño tenía el ceño fruncido, muestra de que estaba totalmente concentrado en su labor y en hacerlo bien; de la nada el menor se volteó impidiéndole continuar.
— ¿Pasa algo?
— Ya no me duele — el de mirada chocolate sonrió ante eso cuando de pronto un dulce aroma a leche le impactó dejándolo sorprendido, los rubíes de Senkuu estaban sobre él con un brillo particular. Estaba pasando lo que tanto temía.
— Ve a dormir y yo me iré al sofá de la sala ¿si? — se alejó esperando a que el menor le hiciera caso, pero éste comenzó a ronronear y a soltar sus feromonas — no seas así... Por favor...
Tsukasa sabía lo que pasaba en esta etapa del embarazo, el libido en los impregnados era mayor y cualquier toque si se hacía por un tiempo prolongado podía despertar ese deseo de tener sexo; en este momento no era el verdadero Senkuu sino su tigre interior pidiendo un poco de atención, lo sabía por las orejas felinas que se asomaban sobre su cabeza y la cola que se agitaba juguetona llamando a su alfa. El castaño no le había hecho ese masaje con malas intenciones, lo hizo porque no toleraba ver mal a su sumiso.
— No entiendo, normalmente esto tarda, ¿por qué...? — el menor le tenía de la mano esperando algo de atención aún sin dejar de ronronear — ¿por qué te aceleraste tanto... Tan... Rápido...?
Un calor insoportable comenzó a invadirle a la vez que sentía su animal interior nublarle el pensamiento. Sacudió la cabeza en un intento de despejar su mente e intentar buscar una explicación a la pronta reacción del omega dando rápidamente con ella.
— Es cierto, no has tenido con quien liberar tu libido... En todo este tiempo... — tragó grueso ante ello, ahora el de cabellos degradados lamía su mano totalmente concentrado mientras enredaba su cola alrededor de la pierna del castaño — no has tenido relaciones con nadie... — como si se tratara de una voz que definitivamente no era su conciencia, su león le gritaba que debía llenarlo, que no lo desperdicie, está igual de apretado como la primera vez.
Se gruñó asimismo y volvió a sacudir su cabeza con la esperanza de espantar ese morbo; miró al menor frente a él dándose cuenta de que se había quitado el pantalón y ahora un líquido se escurría entre sus piernas dándole a entender que estaba listo para ser llenado, el castaño apartó su mano y con desespero le sujetó el rostro, encarandole.
— Si supiera que esto va a acabar bien lo haría, pero eso no pasará... No quiero estar bien ahora y que mañana todo se vaya a la mierda y me alejes, no quiero eso... ¿Entiendes algo de lo que te digo?
La mirada del menor solo reflejaba deseo a la vez que giró su rostro a una de sus manos y atrapaba en sus labios el pulgar del mayor comenzando a chuparlo como si fuera un miembro, Tsukasa frunció el ceño y sacó su dedo para después empujarlo, tirándolo en la cama con cierta rudeza, le quitó la ropa interior y dirigió su mano a su miembro comenzando a masturbarlo, el menor jadeaba ante ese tacto brusco y rápido, Shishio solo deseaba terminar antes de que su león hiciera acto de presencia.
— Mi alfa-ah~ alfa, más ah ah ah... Hmm... Alfa... — Tsukasa rápidamente tapó su boca antes de que alguien les escuchara y con alguien se trataba única y exclusivamente de Byakuya.
— Por favor, no hagas ruido... Si mañana te enfadas por esto creo que lo mejor será es que yo me marche... — soltó las palabras cerca de su oído a la vez que quitaba su mano y seguía en su labor. En realidad no esperaba a que el menor recordara lo que le dijo pero de todas formas cumpliría su palabra.
— Alfa... - las lágrimas comenzaron a aglomerarse en sus ojos despertando el instinto protector de Tsukasa y, para bien o para mal, sacando a flote a su león.
Las lágrimas rebeldes descendieron por sus mejillas pero un extraño tacto las limpió, era Shishio limpiándolas con su lengua; se miraron el tigre del omega y el león del alfa por primera vez, parecían uno inmerso en el otro. Tsukasa tenía una mirada indescifrable que no se apartaba del estómago de seis meses del menor y éste no se movía en lo más mínimo, el alfa levantó la camisa apreciando mejor el vientre donde crecían sus cachorros, sonrió mostrando su blanca y voraz dentadura totalmente orgulloso de lo que había hecho aquella noche y volvió a bajar la camisa.
Regresó a su labor pero esta vez, con su mano libre, introdujo un dedo en la entrada del menor arrancándole un gemido ahogado; metía y sacaba su dedo tan lentamente que el menor suplicaba por más a lo que su alfa no podía negarse en complacer tan lindo capricho, metió un segundo dedo ahora haciendo movimientos de tijera, entrando y saliendo con rapidez golpeando su punto erógeno en su interior repetidas veces.
— Alfa~ quiero ah... Quiero ah~ hmm... Alfa-ah~
— ¿Qué quieres?
— Entra... Entre en mí... Ah ah~
— Ya tienes dos dedos adentro — su voz era aterciopelada con una sonrisa indescifrable mostrando sus colmillos y agitando su cola.
— Por... Por favor~...
El castaño parecía pensarlo seriamente a la vez que las embestidas con sus dedos eran más profundas y rápidas y las caricias en el pene del menor también eran más intensas, el omega se mordía la muñeca con fuerza para evitar gemir alto y que alguien les escuche.
— No... ¿Qué te parece si cuando tu celo regrese te vuelva a preñar? ¿qué dices?
— Sí alfa, sí~
— Shhh...
El omega obedeció volviendo a morder su muñeca y tratando de no hacer mucho ruido, Shishio dejó de masturbarle y también sacó sus dedos repentinamente, el menor le miró desconcertado, el ceño fruncido y las mejillas rojas, reclamándole con la mirada; el alfa sonrió y le tomó de la parte de abajo de las rodillas, le separó las piernas y acercó su rostro a su entrada pasando su lengua por encima y después introduciéndola, degustando el sabor que se derramaba; el omega enarcó la espalda y puso ambas manos sobre su boca ya no pudiendo controlar sus ganas de gemir y gritar el placer desmedido que estaba sintiendo.
En la habitación solo se escuchaba el sonido húmedo del alfa lamiendo hasta la última gota del lubricante natural que salía del omega, mientras éste había optado por tapar sus sonidos bochornosos poniendo una almohada en su cara sintiendo su orgasmo llegar. Shishio se relamia cual gato luego de haber acabado, se levantó y se acercó al rostro del omega quitándole la almohada dejando a la vista su expresión complacida y exhausta, como si hubiera sido la mejor experiencia sexual de su vida, y muy posiblemente así era. Al castaño se le formó una sonrisa genuina, le tomó en brazos y lo acostó en el centro del colchón acomodándolo de lado con las piernas flexionadas, tomó una almohada y sin preguntar le sujetó una pierna alzándola en el aire a lo que el menor se sobresaltó.
— Tranquilo — puso la almohada entre sus piernas y le arropó con la sábana — es para evitar que te vuelva a doler la espalda — luego de eso se sentó a su lado limitándose a mirarle por largo rato, el omega le tomó de la muñeca, abrió la boca con los colmillos de fuera con toda la intención de marcarle pero Shishio se apartó rápidamente.
— ¿Alfa? ¿Por qué...?
— No eres Senkuu, al menos no su lado racional. Si tendré la dicha de que un omega me regale la mitad de su vida quiero que sea porque realmente está de acuerdo y no porque su lado sumiso le ordena salvar a quien le dé cachorros — el menor frunció el ceño pensando en lo dicho a la vez que agitaba su cola y bajaba las orejas.
— Entiendo... — el mayor se volvió a sentar a su lado y le hizo acostarse a la vez que acariciaba su vientre, le besó los cabellos una y otra vez con el deseo de que cuando despierte no le odie, lo que menos quería el león era apartarse de su sumiso y sus crías.
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