14
Byakuya servía la cena del menor, éste se mantenía en total silencio y hasta parecía que miraba mal a su padre por su insistente evasión del tema, pero él ignoraba ese hecho que le dolía, y mucho, pero más le iba a doler cuando su hijo decidiera irse de su lado, por alguna razón pensar en ello le daba un extraño consuelo. Masoquista.
— ¿Sigues enojado? — preguntó para confirmar a lo que el menor, por primera vez en toda su vida, le bufó mostrándole los colmillos como todo un felino, Byakuya hizo una mueca extraña y también le bufó, el menor retrocedió e incluso se levantó de la silla e instintivamente rodeó su vientre dándole protección. De verdad creyó que se le lanzaría encima y atacarle — perdón ¿te asusté? No era... No era esa mi intención yo...
Era verdad, estaba más alterado ya que el tiempo había pasado demasiado rápido y no había podido dedicarse a disfrutarlo con Senkuu en alguna salida o una cena especial como hace años, ahora el menor solo se la pasaba en su cuarto encerrado o suspirando por el regreso de Tsukasa; Byakuya ya estaba harto de eso, su lugar feliz era su hogar con su hijo haciendo experimentos y una que otra explosión, ahora ni a eso se dedicaba. Se llevó el resto de la comida a la cocina y regresó con una caja de cartón, la puso al lado de la cena del menor y se fue a su despacho en total silencio.
Senkuu le siguió con la mirada hasta que desapareció por el pasillo, bajó el rostro totalmente apenado regañándose a sí mismo por la reacción anterior ¿bufar a su propio padre y desconfiar de él? Lo hizo por instinto pero aún así hizo sentir mal al mayor, eso lo tenía muy claro; volteó a ver la caja y la abrió revelando que en su interior habían panecillos y diferentes postres de miel además de frutas. Se mordió el labio inferior pensando en lo que haría; tomó dos panecillos uno en forma de sol y el otro en forma de luna, guardó la caja y acto seguido se dirigió al despacho de su padre.
Una vez ahí abrió la puerta lentamente y se asomó encontrando al mayor sentado en la silla de su escritorio sosteniendo una fotografía contra su pecho, el más viejo le miró por el rabillo del ojo y se sorprendió, dejó la fotografía en el escritorio e hizo como que ordenaba papeles.
— ¿Puedo entrar? — Byakuya se sorprendió aún más, le llamó con la mano y el ojos rubí se acercó y tomó asiento en una de las sillas frente al peliblanco.
— ¿Ocurre algo? ¿No te gustaron? — habló por los panecillos que traía en las manos.
— Está bien... — se hundieron en un silencio incómodo, el mayor siguió ordenando papeles mientras el menor solo veía el sol y la luna en sus manos, después de unos segundos de pensarlo muy seriamente se decidió a hacer algo que hacía años no se atrevía.
Se puso de pie y se aproximó al más viejo, éste le miró unos segundos y puso los papeles sobre el escritorio sin comprender la actitud del joven — ¿qué pasa? ¿Qué tienes? — el menor no dijo nada y solo se sentó en sus piernas rodeando su cuello con sus brazos, Byakuya no sabía que debía hacer puesto que hace un buen tiempo que Senkuu dejó de necesitar abrazos o cualquier muestra de afecto físico o verbal que viniera de su parte — ¿Senkuu?
— Lo siento... Siento lo que hice antes, yo... No sé porqué — frunció el entrecejo en muestra de frustración al no poderse expresar con libertad, cerró los ojos fuertemente y soltó lo que llegó a su mente — no me molesta lo que haces porque sé que es por mi bien pero yo... Creo que me gusta estar con Tsukasa y quisiera pasar tiempo con él pero también quiero estar contigo... Y también creo que ya lo mataste.
Byakuya no pudo evitar reír por lo último, abrazó a su hijo apegándolo más a su cuerpo y se quedaron así unos segundos — no está muerto, solo no quería hablar de él — el menor se alejó sin llegar a separarse demasiado.
— ¿No?
— No, está vivo.
— ¡Pero, la sangre!
— Oh eso sí pasó, pero era sangre de ambos.
— Te vi sacando una bolsa... Y...
— ¿La bolsa? ¡Ah, la bolsa! Se suponía que iba a ser la comida para celebrar el cumpleaños de una compañera de la universidad pero explotó y manchó todo, estabas tan distraído leyendo ese libro que no me escuchaste cuando te pedí ayuda y te fuiste al cuarto, era salsa. Todo quedó tan embarrado que incluso tuve que botar unos tapetes, por eso la bolsa era tan grande.
Senkuu le miró con las mejillas rojas totalmente avergonzado por pensar cosas que no eran ni en sueño, bueno, en sueño quizás sí.
— ¿Qué hacías despierto tan tarde? Te he dicho que descanses bien, necesitas reponer energías.
— Disculpa — Byakuya quedó en silencio por ello.
— ¿Por qué?
— Por pensar cosas que no son.
— No le des tantas vueltas — rió por lo bajo y Senkuu parecía desanimado, el mayor le alborotó el cabello haciendo que el aroma a leche se dispersara — no sabía que tenía aromatizante de ambiente — el rizado frunció el ceño y chasqueó la lengua, Byakuya soltó una risa burlesca y el menor le dio el panecillo de sol.
Ambos se quedaron así mientras terminaban de comer y hablaban de lo que sea, lo único que querían era recuperar el tiempo perdido.
— Recuerdo cuando hace años miraba la luna junto a tu hermana — Byakuya parecía enternecido al decir aquello, pero Senkuu quedó desconcertado.
— Yo no tengo hermana.
— Es cierto, eras tú — el mayor lanzó una gran carcajada mientras el menor le tiró un mechón de cabello en respuesta — entonces ¿pasar tiempo con Tsukasa?
— Me parece justo, tu pasas cerca de Shamil.
— ¡Eso no es cierto!
— La casa huele a incienso y ni siquiera vive aquí — el peliblanco alzó los hombros dándole la razón — ¿Extrañas...? ¿Alguna vez has... Extrañado a Lil... A mi mamá?
— La extraño, el día que se fue pensé que la luz de mi vida se había ido con ella... — posó sus orbes escarlatas sobre el omega quien tenía una mirada brillante, atento a lo que le decía — Pero resulta que te convertiste en mi segundo verdadero amor y la única luz que necesitaba para salir adelante... — la imagen de la mujer rubia de la fotografía parecía sonreír para ambos, el menor suspiró entrecortado — tengo la sensación de que todos tenemos al menos tres parejas destinadas.
— Ya vas — rodó los ojos a la vez que sonreía por ver la ilusión de su padre al creer fielmente en un mito para cachorros.
— Es en serio escucha; la primera es la persona de la cual te enamoras por primera vez, los alfas suelen enamorarse de su padre o madre omega, los omegas se enamoran de su padre o madre alfa, lo mismo pasa con los gammas, deltas y betas; la segunda, le persona a la que marcas a quien le entregas la mitad de tu vida, con quien decides tomar de la mano y nunca soltarle sin importar lo que ocurra y tercera, los hijos que llegan a tener.
— Entonces son más de tres.
— Pero queda claro que la descendencia adquiere ese título ¿no? El tercer amor genuino.
Senkuu no dijo nada al respecto, solo asintió levemente a la vez que escondía su rostro en el cuello del mayor y volvía a abrazarle, Byakuya desplazaba su mano por la espalda ajena, ambos con una sonrisa en el rostro y una calidez en el pecho que hacía tiempo no sentían. El de ojos rubí alzó el rostro alterado conectando miradas con el alfa, la sonrisa del omega desapareció de golpe y la del peliblanco paulatinamente a medida que una sensación de algo tibio mojándole las piernas se hacía presente.
— No te preocupes — volvió a sonreír para que el de mirada rojiza no se sintiera tan incómodo por el "pequeño accidente" que acababa de tener — es normal, les pasa a todos los omegas cuando están encinta, es más, no solo omegas sino también gammas y betas por igual, es común que-
Se interrumpió a sí mismo cuando pasó una mano por debajo para intentar quitar lo que él creía era orina y al mirarse, ésta estaba llena de sangre que comenzaba a descender por su pierna y posteriormente goteaba en el suelo.
— No... No es normal... — habló con la voz inestable al sentir como algo salía de su entrada.
— Senkuu.
— ¿Qué es?
— No te asustes.
— Byakuya — intentó voltear a ver a lo que el mayor lo apegó a su pecho impidiéndoselo — ¿por qué no quieres que vea? — ahora su voz sonaba preocupada y como si estuviera a punto de llorar cosa que no estaba muy lejos de pasar.
— ¿Te duele algo? No importa que sea mínimo — intentó sonar lo más tranquilo posible aún sin dejar de sonreír, limpió su mano en su pantalón y cargó al omega en brazos para salir del despacho en dirección al auto.
— El vientre... La espalda.
— ¿Es fuerte?
— No — un sollozo se le escapó y sin poder evitarlo comenzó a temblar — Byakuya ¿qué le va a pasar al bebé? — ahora sollozaba fuertemente emitiendo el llamado a su alfa cosa que el mayor notó al instante ya que también era un llamado para él.
— Nada malo le va a pasar, a ninguno de los dos me oyes — a paso rápido atravesó el pasillo y tomó las llaves que descansaban en la mesita de entrada mientras intentaba buscar una respuesta al porqué estaba pasando aquello — No puede ser, no lo entiendo, todo iba bien esto no debería estar pasando, a penas lleva cinco meses — murmuraba nervioso el peliblanco saliendo de la casa encontrándose de frente con Shishio — que efectivo eres — comentó, refiriéndose a el llamado que había lanzado el ojos rubí y la prontitud del león. Al parecer había sentido la sangre de su omega por lo que su instinto le gritaba estar cerca suyo y despedazar a quien estuviera a su lado.
— Quiero ayudar — aunque le costaba, se mantenía a raya él y su león interno. Byakuya, con mucho pesar, depositó al menor en sus brazos.
— Sube, quédate con él en los asientos traseros, mantenlo tranquilo, si se altera la situación puede agravarse — Tsukasa asintió e hizo lo que el mayor le pidió, movilizándose con rapidez hasta el auto y depositando al menor en la parte trasera.
— ¿Senkuu? — el castaño esperaba un gruñido, un aruñón o algo pero el menor solo sujetó su mano y lo atrajo a su cuerpo en busca de protección, el alfa le abrazó y soltó feromonas para calmarlo — tranquilo, todo está bien.
— Shishio... ¡Ngh! — Tsukasa le abrazó y resguardó en su pecho, desesperado por no saber como calmar el dolor que sentía.
— ¿Señor?
— Dime — Byakuya intentaba relajarse cosa que se le estaba complicando pero debía mantener la calma si es que quería que llegaran completos al hospital.
— ¿Tuvieron una discusión? ¿Él peleó con alguien? — el mayor no dijo nada, solo mantenía su vista pegada a la carretera.
Cuando llegaron al hospital y arreglaron todo el papeleo, se quedaron largo rato en silencio con una tensión en el aire que solo lograba crisparle los nervios a ambos, además de que el resto de familiares que también se encontraban en la sala de espera jo ayudaban con sus murmullos insistentes y lagrimeo incómodo. Al cabo de un par de horas el alfa tigre decidió hablar.
— Estaba bien y de la nada se vino en sangre — comentario que por muy suave que lo lanzara para el león fue como una bomba.
— ¡Nadie pasa de estar bien a venirse en sangre!
— ¡Pues eso fue lo que pasó! — la gente alrededor les miraba de reojo curiosos y otros con miedo.
— ¡No se altere!
— ¡No me digas que hacer!
— ¿Ishigami? — se hizo notar un doctor en la sala con miedo de quedar en medio de la disputa, ambos alfas se acercaron a él esperando una respuesta — ya están bien, estables y fuera de peligro — comenzó a caminar rumbo al cuarto de Senkuu siendo seguido de ambos alfas y prosiguió informando — fue una amenaza de aborto, muy normal en estos casos — Tsukasa al igual que Byakuya detuvieron el paso, el de iris chocolate tenía una expresión como si le hubieran dicho que la persona que creyó haber asesinado seguía viva, de hecho también el peliblanco tenía la misma cara.
— Quizá sí tuvimos una discusión — declaró finalmente el cambiaformas tigre a lo que Shishio solo respiró hondo múltiples veces para tranquilizarse — pero tú eras el tema principal así que el 50% de la culpa también es tuya — dijo avanzando al lado del doctor dejando atrás al alfa.
— Estas situaciones son comunes en estos casos, ya saben.
— Sí, Senkuu es aún muy joven y muy pequeño — el doctor le miró con el ceño fruncido.
— ¿Qué? Bueno, también, creemos que pudo deberse a su edad, aún es joven y su cuerpo no está del todo desarrollado aunque otra posibilidad puede ser que ha estado bajo estrés, ya sabe, preocupaciones, miedo, angustias, impresiones muy fuertes... Bien — se detuvo frente al cuarto donde estaba el menor y se giró sobre sus talones mirando a ambos alfas fijamente — no peleas entre ustedes, no provocaciones, no feromonas hostiles, tampoco agiten al omega, nada por el estilo o me veré en la obligación de dar parte a las autoridades y, lo sentiré mucho pero, el Estado les quitará a Senkuu.
Ambos asintieron, Shishio más asustado que Byakuya por el tétrico relato de Homura. Ambos entraron en la habitación encontrando al menor totalmente sedado con una intravenosa en su muñeca y una enfermera que revisaba unos papeles.
— Con permiso — habló el alfa tigre para hacer notar su presencia y la de Tsukasa.
La joven los miró y tomó los papeles que revisaba, hizo una reverencia a ambos y estos correspondieron de la misma forma, tomó el picaporte de la puerta pero antes de salir miró de arriba a abajo a Tsukasa.
— Usted es admirable de eso no hay duda, no cualquier alfa podría estar en sus cabales sabiendo que las vidas de sus dos más grandes tesoros estuvieron en peligro mortal — el castaño se sobresaltó.
— El doctor no dijo que la vida de Senkuu también estaba en peligro.
La mujer arrugó el entrecejo, confundida y solo atinó a soltar un "¿Ah?" en respuesta más cuando estuvo a punto de hablar nuevamente, un doctor le llamó por una emergencia y a Tsukasa solo le quedó ingresar de lleno a la habitación para poder ver al omega, dejando esa charla en el olvido y poner como prioridad a Senkuu.
Ambos alfas se pusieron a cada lado de la cama, Byakuya a la izquierda y Tsukasa a la derecha; Senkuu abrió los ojos lentamente mirando primero a su padre quien le sonreía cálido a lo que también le respondió con el mismo gesto, la mirada rubí ahora se posó sobre Shishio, el menor hizo amague de levantarse pero el castaño puso sus manos sobre sus hombros impidiéndoselo y acercándose él.
— No te fuerces, debes descansar.
— Shishio... — alzó su mano tocando el rostro del joven, acarició su mejilla derecha pasando sus delgados dedos por su pómulo y luego el parche — Shishio.
— No es nada, en unos días me lo quitan — sonrió mostrando su dentadura, el menor sujetó el parche y lo retiró lentamente.
— Déjame ver — pidió con el ceño fruncido puesto que el alfa se tapó con su mano. El rizado miró el parche en su pálida mano y luego a su padre para después dirigir la mirada a su pierna izquierda, aunque Byakuya intentara disimular caminando despacio sabía que cojeaba; dejó escapar el aire que no sabía que estaba reteniendo y dejó caer su cabeza en la almohada — ambos se han hecho un daño irreparable ¿saben?
Tsukasa finalmente bajó su mano dejando a la vista su ojo grisáceo con una especie de fisura en diagonal, Byakuya solo bajó la mirada aceptando ese flojo regaño por parte del menor.
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