36 : the lone islands





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TWO YOUNG HEARTS
las Islas Solitarias
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Meredith se acercó a donde se encontraban Caspian, Edmund y Drinian observando a través de un telescopio las Islas Solitarias que se encontraban a una gran distancia más adelante de donde el barco estaba detenido, parecían desiertas, la rubia se percató que no había ninguna bandera de Narnia algo extraño puesto que aquellas islas siempre habían pertenecido a Narnia.

— Escoge unos hombres y ve a tierra —Caspian ordenó a Drinian

— Puedo ir yo —Meredith propuso atrayendo la atención de los tres hombres—, llegaré más rápido y puedo salir fácilmente de ahí, Oliver también irá

— ¿Lo haré? —el chico, que comía una manzana, se posicionó a su lado mirándola confundido a lo que Meredith enarco una ceja— Quiero decir, si claro, lo haremos

— De acuer... —Caspian inicio pero fue interrumpido por Edmund

— No —dijo ganándose una mirada de los hermanos Brown—, puede ser peligroso

— Peligroso fue enterrar una daga en mi corazón o lanzarme de un hipogrifo en vuelo sin saber si sobreviviría a la caída —Meredith respondió mirándolo—. Haremos una señal si las cosas están mal —volteó hacia Caspian

— Prepararemos lanchas para ir en caso de que se requiera —Caspian anunció

Meredith y Oliver asintieron Caspian se retiró junto a Drinian y el minotauro.

— Te esperare... más allá —Oliver anunció hacia su hermana antes de irse dejándola sola con Edmund

— Antes de que digas algo —Meredith habló antes—, quiero creer que nos conocemos lo suficientemente bien como para que sepas que se como actuar si estoy en peligro, literalmente puedo convertirme en agua y escapar de ahí en cuestión de segundos ¿qué es lo que te preocupa?

— Tienes razón —Edmund admitió— lo siento, tengan cuidado

— Lo tendremos —Meredith le sonrío depositando un beso en su mejilla

Camino a donde Oliver se encontraba balanceándose en la orilla del barco.

— ¿Lista? —preguntó sosteniéndose de una soga

— ¿Una carrera? —preguntó con una sonrisa

— Te veo allá, Tortuga —Oliver dio un salto donde se convirtió en una bola de fuego flotante

— Eres un maldito tramposo —Meredith murmuró antes de lanzarse al mar y convertirse en un torbellino de burbujas.

— Eres muy lenta —dijo el chico que ya se encontraba en tierra

— Cállate —ordenó sacando su espada

Ambos agudizaron sus sentidos, desde que pusieron un pie en tierra supieron que algo andaba mal al no escuchar ni un ruido proveniente de la isla.

— Haz la señal para que vengan, iré a ver más allá —Oliver asintió

Con su espada en mano Meredith subió lentamente las escaleras, seguía sin escucharse nada más que el susurro del viento, giró sobre su eje analizando el área, nada le ayudaba a saber que pasaba en esas Islas.

La rubia estaba dispuesta a seguir subiendo las escaleras cuando alguien llegó a su lado, Edmund y Reepicheep la acompañaban, el resto de los hombres los seguían por detrás.

Todos se pusieron alerta cuando el primer campanazo sonó, Meredith alzó su espada por reflejo, todos se quedaron en silencio esperando un ataque o algo, nada pasó.

— Reepicheep, quédate con Drinian y aseguren su posición —Caspian ordenó— Nosotros seguiremos, si no hemos vuelto al amanecer, búsquenos

— Si, su majestad —el ratón se fue

Edmund fue el primero en subir seguido por Meredith y Caspian teniendo sus armas en alto. Al llegar a la ciudad todo parecía desierto, ni un alma vagaba por las calles solitarias.

— Si, parece que no hay nadie —Eustace llamó la atención de todos— ¿Podemos regresar?

— ¿Quieres venir aquí y proteger algo? —Edmund preguntó

— ¡Oh, si! —el rubio corrió hacia ellos— Buena idea, primo. Muy lógica

Todos giraron a verlos, Caspian se acercó a entregarle una daga larga que Eustace miró con susto y confusión antes de tomarla.

— Yo me encargo —anunció— No te preocupes

— ¿Seguros que es su primo? —Oliver preguntó hacia los Pevensie

El grupo de cinco entró al edificio, un helado viento los embriagó en cuanto las puertas se abrieron, el techo era demasiado alto, habían estatuas igual de grandes dando la bienvenida y muchas campanas gigantes colgando del techo. Al centro había una mesa llena de libros y cuadernos apilados. Edmund se acercó a ver de que se trataba alumbrando con su linterna poco después se le unieron los demás. Había un cuaderno extendido con un gran listado de nombres, algunos tachados con tinta roja.

— ¿Quién es esta gente? —preguntó Lucy

— ¿Por qué marcaron los nombres? —Oliver preguntó

— Parece una clase de tarifa —la Pevensie comentó

— Comerciantes de esclavos —Caspian explicó

Justo las campanas comenzaron a sonar alarmando a los cinco presentes, de las cuerdas descendieron varios hombres dispuestos a atacarlos.

— ¡Cuidado! —Caspian exclamó disparando con su ballesta a uno de los hombres

Todos sacaron sus espadas dispuestos a luchar, espalda con espalda se defendían los unos a los otros, golpes, patadas, heridas. Meredith desvió una ataque que iba directo a Edmund quien agradeció con la mirada. La pelea terminó tan pronto como escucharon un grito agudo desde la entrada del edificio, un hombre apretaba la daga que Caspian le había dado a Eustace al cuello del rubio que temblaba asustado bajo la amenaza.

— Carajo —Oliver murmuró

— Si no quieren oírlo lloriquear otra vez más vale que suelten sus armas —el hombre anunció caminando hacia ellos— ¡Ahora mismo!

La primera en soltar su espada fue Lucy seguida de los tres hombres. Meredith mantuvo su postura, el agarre firme en su espada y una mirada llena de enojo hacia los hombres.

— Póngales esposas —ordenó a sus hombres

— Mery —Edmund suplico en un susurro— baja la espada

— Suelta la espada, niña —el hombre que sostenía a Eustace le ordenó

La rubia podía sentir el enojo crecer en su interior, el sonido del mar golpeando la orilla se intensificó, sintió un cosquilleo en sus palmas, su mano libre la extendió en dirección al mar, podía ahogar a esos hombres y huir de ahí con el resto.

— Haz caso —aquel hombre parecía perder la paciencia

— Mer, qué haces —Oliver susurró

Podía sentir el agua acercarse ferozmente.

— ¡Señor! —alguien exclamó

Todos, a excepción de Meredith, giraron su vista hacia donde el hombre señalaba, una masa de agua se acercaba a ellos, parecía danzar en el aire.

— Imposible —susurro el líder

Meredith se esforzó más porque se acercara con rapidez, sin embargo, su plan falló en el momento en que sintió un fuerte golpe en la parte trasera de su cabeza haciéndola caer inconsciente de inmediato.

Lo último que escuchó fue el grito de sus amigos, hermano y novio llamarla.

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