27 : the ambush
• • •
TWO YOUNG HEARTS
❝la emboscada❞
• • •
Meredith había olvidado como se sentía estar apunto de atacar a un enemigo. El viaje en hipogrifo lo había disfrutado a pesar de saber que estaban arriesgándose.
Edmund dio la señal con la linterna para el ejército narniano, los nervios de Meredith aumentaban con cada segundo que pasaban. Tres hipogrifos que cargaban a Peter, Susan y Caspian aparecieron en el campo de visión de los adolescentes.
— Todo saldrá bien —murmuró Edmund al ver como Meredith jugaba nerviosa con sus manos
— Estoy cansada que que siempre digan eso —murmuro la chica—. No siempre las cosas saldrán bien.
—Solo no te alejes de mi ¿de acuerdo?— Meredith lo miró con diversión
—Olvidaba que tú eres el Rey Edmund y yo soy la damisela en apuros— agudizó su voz y exageró sus movimientos
— No me refería a eso
— Tranquilo, solo bromeaba —apartó la mirada hacia otro lado—. Sigo sin entender como funciona eso —dijo señalando con la cabeza la linterna de Edmund. El chico sonrió
Edmund jugaba con la linterna mientras estaba recargado en el borde de la torre con Meredith a su lado.
— ¿Te has detenido a mirar el cielo? —preguntó de pronto la rubia— Muchos ignoran lo hermoso que es
— Tu eres igual de linda que el cielo —hablo Edmund sorprendiendo a Meredith quien no pudo evitar ocultar una sonrisa.
En un mal movimiento la linterna resbaló de las manos de Edmund y cayó una planta más baja de donde se encontraban.
— Maldita lámpara que destruye momentos románticos —dijo Meredith asomándose por la borda. El rostro del chico se puso de un intenso color rojo. La chica pasó un pie lista para saltar pero Edmund lo impidió
— Te vas a lastimar al caer —susurró tomando su mano y jalándola hacia las escaleras.
Con cuidado de no hacer ruido bajaron, en una ventana se asomaron a ver al telmarino que sostenía la lámpara inspeccionando que era aquel objeto encendió la luz provocando que diera directo a los ojos de Meredith.
— Maldito bastardo —se quejó en un susurro tapando sus ojos
Pronto el sonido de una campanada inundó el lugar. Edmund salto sobre el telmarino provocando que la linterna saliera volando al otro extremo. La vista de Meredith aún fallaba por lo que frotó sus ojos, mala idea.
— ¡Ahora!¡Denles la señal! —escucho gritar a Peter
— ¡Estoy un poco ocupado!
La vista de Meredith se recuperó poco a poco aunque se sentía algo mareada, saltó por la ventana intentando pasar desapercibida pero una pequeña roca hizo que tropezara llamando la atención del telmarino. Se había golpeado en la cabeza causándole un fuerte mareo y que su vista se tornara borrosa.
Con dificultad se arrastró por el suelo hacia la linterna, buscó a ciegas el objeto y cuando lo encontró golpeó con mucha fuerza el rostro del hombre dejándolo inconsciente.
— ¿Estás bien? —preguntó Edmund ayudándola a levantarse, un hilo de sangre recorría el rostro de Meredith
— No enciende —se alarmó Meredith al ver que ninguna luz salía de la linterna.
Edmund la tomó y comenzó a golpearla contra la palma de su mano. Meredith vió como los telmarinos aparecían a montones de cualquier parte del castillo.
— Ed, no deberías dar la señal —propuso con preocupación—. No lo lograremos
Pero había sido demasiado tarde, Edmund hizo que la luz de la linterna parpadeara dando la señal de ataque. Pronto el castillo se convirtió en un campo de batalla entre telmarinos y narnianos.
— Vamos —Edmund tomó la mano de Meredith y la condujo saltando entre torres y techos.
Se detuvieron escondidos detrás de una lámina donde se encontraban arqueros listos para dispararles a sus objetivos.
— De ninguna manera —Meredith cruzo el techo y se lanzó contra un telmarino, dándole una patada en el rostro, la patada la dio con tal fuerza que lo tiro por la borda.
Edmund imito su acción con el telmarino de a lado, ambos se sonrieron.
— ¡Ed!/¡Mery! —escucharon gritar a sus hermanos mayores desde abajo
Ambos adolescentes voltearon a su izquierda encontrándose con una fila de arqueros. Edmund tomó la mano de Meredith y la obligó a correr hacia el interior de una torre. Una ola de flechas llovió a su al rededor y la rubia sintió como una rozó contra su brazo abriendo una herida. Edmund se lanzó al suelo envolviendo a su amiga entre brazos para protegerla, con el pie Meredith cerró la puerta deteniendo el resto de las flechas.
Sus corazones palpitaban con fuerza y sus respiraciones estaban agitadas. Meredith dejó caer su cabeza en el pecho de Edmund.
— ¿Estás bien? —preguntó Meredith
— ¿Tú lo estás? —ambos asintieron
— Tenemos que irnos —Meredith lo ayudó a levantarse
— Estas sangrando —la detuvo para examinar el brazo de la chica
— Estoy bien, vámonos —lo jalo de vuelta.
Juntos corrieron escaleras arriba, aseguraron la puerta con la lámpara. Meredith dio media vuelta para encontrarse con un pequeño espacio, al otro lado había un acantilado.
— Ed —llamó la atención del chico, al darse cuenta de su posición compartieron miradas. Al otro lado los telmarinos empujaban la puerta intentando tumbarla—. Te lo dije, nada saldría bien.
Su respiración se agitó y su corazón bombeaba con fuerza, la rubia jaló su cabello hacia atrás mientras miraba el acantilado.
— Buscaremos una solución —dijo Edmund no muy convencido
La puerta se abrió dejando ver a los telmarinos. Meredith por reflejo tomó la mano de Edmund, el chico asomó su cabeza al acantilado, se aferró con más fuerza a Meredith.
— ¿Confías en mi? —preguntó en un susurro apegándola a su cuerpo
— ¿Qué? —exclamó la chica sin apartar la vista de los hombres.
— ¿Confías en mi? —repitió a lo que Meredith asintió.
Edmund salto hacia atrás y abrazo con fuerza a Meredith quien lanzó un grito agudo. La chica sentía el viento susurrar en sus oídos y golpear contra su cuerpo.
Sabía que ella sobreviviría a la caída pero Edmund no y ella no quería perderlo, se aferró con más fuerza a él cerrando los ojos esperando la caída, quería decirle algo antes de que muriera, pero la caída nunca llegó.
— Ya estamos bien —dijo Edmund. Meredith tenia miedo de abrir los ojos, aún estaba aferrada al chico —. Vamos abre los ojos
Poco a poco los ojos de Meredith se abrieron, estaban montando un hipogrifo volando sobre el castillo.
La sonrisa de Meredith se esfumó al ver como gran parte del ejército narniano yacía en el suelo y otros pocos luchaban por sus vidas.
— Tenemos que regresar, Ed, no los podemos dejar ahí —chillo histérica
— Mery —dijo el chico
Meredith se soltó de Edmund y saltó del hipogrifo, no dejaría a los Narnianos solos, no sabía si sus hermanos habían logrado escapar, tampoco si Caspian y el resto de los Pevensie estaban a salvo.
Sentía un hueco en el estómago, la adrenalina corría por su cuerpo. Esperaba que el dolor de la caída no fuera tan fuerte.
No podía dejar que murieran.
Entonces sintió como algo rodeaba su cintura, era una garra de hipogrifo.
— ¡Edmund qué haces! —gritó enojada mirando hacia arriba— ¡Tengo que ayudarlos! —las lágrimas brotaron de sus ojos al ver como cada segundo que pasaba más narnianos caían.
— ¡No puedes! —gritó de vuelta— ¡No puedo perderte de nuevo!
— ¡Deja de ser un egoísta! —las palabras de Meredith golpearon a Edmund.
— Lo siento, Mery —dijo antes de ordenarle al hipogrifo volar lejos del castillo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top