19 : the pevensie's




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TWO YOUNG HEARTS
los pevensie
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Para los hermanos Pevensie era todo un misterio el cómo habían llegado a Narnia estando en una estación de tren después de una jornada escolar. Pero ahora ahí estaban, emocionados y confundidos al ver que su antiguo castillo, Cair Paravel, estaba en ruinas, Edmund no tardó en encontrar una explicación a eso, una gran roca se posaba en el suelo, Cair Paravel había sido atacado con catapultas.

Explorando aquellas ruinas, un destello entre los pastizales llamó la atención de Edmund, se agacho a recoger el objeto y lo tomó entre sus manos, era la pulsera que le había regalado Meredith antes de la guerra.

"Nunca te dejaré caer"

Las palabras de la rubia se repetían taladrando su cabeza una y otra vez, tomó fuertemente la pulsera y con enojo la arrojó lejos, estaba enojado porque Meredith ya no estaba con el, porque no pudo salvarla, porque él no se quedó a su lado y había roto su promesa, estaba enojado por todo.

—diablos— al instante se arrepintió de haberla lanzado

Corriendo se acercó a donde había caído la pulsera, pero no había nada, ni rastro de ella, comenzó a revolver la tierra y el pasto pero nada.

—Ed tienes que ver esto— la voz de su hermano llamó su atención

Una puerta escondida fue lo que encontraron, los dos varones empujaron la pared que cubría la puerta, la madera estaba podrida y Peter comenzó a romper la madera para poder entrar, al terminar de hacerlo comenzó a romper un pedazo de su camisa y atarla a una rama gruesa para hacer una antorcha.

—supongo que no traerás cerillos— se dirigió a su hermano

—No pero— revisó en su mochila —...no sé si esto sirva— de ella saco una linterna

—¿No pudiste decirlo antes?

Los cuatro presentes soltaron una risa y siguieron a su hermano por el oscuro pasadizo lleno de tierra, en sus pies descalzos se enterraban piedras que habían en sus pies. Al bajar las escaleras encontraron un salón con cuatro baúles con sus pertenencias

—Todo sigue aquí— exclamó Peter con una sonrisa en el rostro

Cada quien se dirigió a su apartado donde se encontraba una estatua de mármol indicando a quien le pertenecía, había un baúl en cada uno que contenía diversas cosas de su dueño así como vestidos, accesorios, armas, armaduras y demás.

—¿Éramos tan altos?— cuestionó Lucy colocando uno de los grandes vestidos sobre ella.

—En ese entonces eras adulta— sonrió Susan

—Si, a diferencia de cientos de años cuando eres niña— Edmund tenía un gran casco sobre su cabeza.

Los tres rieron y después dirigieron su mirada al mayor de todos quien desenfundó su espada dejando un ruido del filo chocar contra la funda.  Peter observó atentamente su espada y comenzó a leer las escrituras grabadas en ella.

—El gran invierno ha caído con su potente rugido

—Al sacudir su melena la primavera llega— la voz rota de Lucy interrumpió al rubio —todos nuestros amigos el señor Tummus, los castores, Zhepyr, Nicholas, Oliver y...— dejó la frase al aire

Edmund bajo la cabeza sabiendo que se refería a Meredith, ese pequeño error de su hermana hizo sentir un vacío en el pelinegro. El año que estuvieron en su "vida normal" no dejó de pensar en ningún momento en Meredith, lo cierto era que hacía creer a sus hermanos que se encontraba bien cuando realmente era todo lo contrario.

—ya no están— terminó las frase

—Los Brown siguen estando— dijo Peter

—No todos— soltó con tristeza y enojo Edmund

—Pero están y es probable que también hayan vuelto— aseguró el mayor

—¿Cómo estás tan seguro?- exclamó Susan —Tiempo después de nuestra coronación desaparecieron sin dejar rastro

—Ellos están aquí lo sé— Peter dijo muy seguro de sus palabras —ya es tiempo de averiguar qué sucede

Mientras tanto en otro lugar de Narnia en una lancha dos soldados llevaban a un Narniano, que habían secuestrado, para deshacerse de él. Al llegar al centro de este decidieron arrojarlo pero antes de hacerlo una flecha se incrustó en la madera de la lancha

—Libérenlo— una voz no muy lejos llamó la atención de los soldados

Obedeciendo a la joven lanzaron al enano hacia el agua, Peter y Edmund echaron a correr para salvar al Narniano, Susan disparó otra flecha para los soldados la cual no se incrustó en ninguno de los dos debido a que una pequeña ola volcó la lancha, en ese momento Edmund dejó de correr y observó con detenimiento el agua había algo particular en el, algo conocido.

—¿Mery?— pregunto, tenía la boca entreabierta y el ceño levemente fruncido

Se agacho hasta quedar a la altura del agua y la observó con más detenimiento, las ondas, las corrientes, pero había algo, una energía familiar y él podría jurar que sentía la presencia de algo... o... alguien

—Ed— la voz de su hermana mayor lo sacó de sus pensamientos

Sacudió su cabeza eliminando sus ideas, se levantó y se dirigió hacia sus hermanos quienes se encontraban liberando al enano de las ataduras quien escupió el agua de sus pulmones. Su reacción de agradecimiento no fue lo que esperaban.

—¿QUE ME LIBEREN? ¿NO SE TE OCURRIÓ ALGO MEJOR?— grito enojado

Todos miraron confundidos al Narniano por el cómo se dirigió hacia ellos, por su falta de gratitud también.

—Un simple Gracias bastaría— regañó Susan

—¿Por qué trataban de ahogarte?— dijo la inocente Lucy

—Son telmarinos eso es lo que hacen— el desagrado en el tono de voz del enano era notorio

—¿Telmarinlos?¿En Narnia?— preguntó Edmund hacia sus hermanos

—¿Donde has vivido los últimos cien años?— cuestionó el enano mientras se apoyaba en sus rodillas

De pronto Edmund escuchó que le llamaban y no era ninguno de los presentes ahí, volteó hacia distintos lados buscando una señal de aquella dulce voz pero nada. Decidió ignorarla pero el llamado se hizo más fuerte

"Debo estar loco"— pensó —"ella ya no está aquí"

Sacudió su cabeza tratando de prestar atención a la platica que tenían sus hermanos con aquel pequeño ser pero le resultó imposible ya que pensaba en esa voz tan familiar, no sabía si esa voz existía en realidad o solo era producto de su imaginación.

—Yo no... él— dijo Peter extendiéndole la espada al enano quien se enfrentaría a Edmund

Sus hermanos al ver a Edmund distraído se preocuparon, Peter tuvo que zarandear levemente al muchacho para que hiciera caso. Edmund miró lo que pasaba aún desconcertado y tomó su espada con fuerza apuntándola hacia el enano. Ambos se enfrentarían en un duelo de espadas. El enano con timidez tomó la espada pesada que no tardó en caer al piso no era más que una distracción, en segundos el enano comenzó a sacudir su espada peleando con Edmund.

Mientras peleaban el chico recordó aquellas clases de espada con Meredith, todas las técnicas, risas, golpes accidentales, roces y acercamientos que tuvieron, todo comenzó a atormentar su mente perdiendo la concentración por unos segundos cosa que aprovecho el Narniano para golpear su cara con el Mango de la Espada.

—Edmund— el grito preocupado de Lucy se oyó

—Oh, ¿te hice daño?— dijo burlón el Narniano

El muchacho comenzó a atacar, bloquear los ataques, golpear la espada de su oponente y diversos ataques más que su amiga le había enseñado para al final desarmarlo y apuntarlo con la espada. Con la respiración agitada, un nudo en la garganta y el corazón latiéndole fuertemente Edmund salió ganador dejando al Enano impresionado quien se dejó caer en la arena

—Barcos y bigotes— exclamó pasando su vista por cada uno de los Pevensie —después de todo el cuerno funcionó

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