2. One Direction
Corría de un lado para el otro mirando mi celular cada dos minutos. Ya no sabía qué hacer para distraerme y pensar en otra cosa que no sea en Rachel y en su posible llamada, ¿por qué estaba demorando tanto? Simplemente tenía que escoger hora y lugar, ¡y voila! Me hacía feliz. Mi corazón se detuvo al escuchar sonar mi teléfono al ritmo de We can't stop. Lo agarré desesperada y me desilusioné al ver "Mamá" en la pantalla.
— ¡Mamá! ¡Estoy esperando una llamada importante! Luego te llamo te amo —dije casi sin respirar y corté.
Volví a escuchar la melodía de mi canción favorita y esta vez atendí furiosa, sin siquiera mirar la pantalla.
— ¡Mamá! —Grité y escuché una risita de fondo—. ¿Hola? -separé el celular de mi oído.
Número desconocido.
Mierda.
—Hola, señorita Baldwin. —Contestó Rachel—. Estuve haciendo trámites con el mánager, a quien, para tu suerte, también le agradó la idea. ¿Estás libre esta tarde?
—Completamente libre —ahogué un gritito de emoción.
—Tres de la tarde, mi oficina. Nos vemos. Trae el portfolio de One Knight.
Sin dejarme decir algo más, cortó la comunicación. Comencé a dar saltitos por todo mi cuarto y le mandé un mensaje de texto a Daisy, informándole que me reuniría con One Direction y "el" manager, como Rachel lo había llamado. No sabía quién era exactamente, pero debía ser lo suficientemente poderoso como para ser llamado así.
Busqué en mi armario algo adecuado para vestir, tenía que lucir extremadamente profesional si quería que firmaran con la marca. Hurgué entre toda la ropa y me decidí por un simple traje: camisa blanca, pollera negra hasta la rodilla y un saco del mismo color, todo esto acompañado por un par de accesorios y unos tacos tan altos que casi no podía caminar en ellos.
Al ver el reloj de mi mesita de luz entré en pánico. Eran las dos y media de la tarde. ¿Cuánto tiempo había perdido mientras elegía mi atuendo?
Salí de mi departamento y bajé las escaleras, debido a mi calzado estuve a punto de caerme incontables veces. "Debería empezar a usar el ascensor" pensé mientras abría la puerta del garaje y trotaba hacia mi auto.
Manejé sin respetar la mayoría de los semáforos y reglas de tránsito, en unas semanas me llegarían algunas multas, lo sabía. Era un riesgo que estaba dispuesta a correr con tal de no llegar tarde. Finalmente divisé el edificio y estacione en sólo una maniobra. Salí disparada del vehículo y antes de llegar a la recepción me detuve a tomar aire.
— ¿De Daisy Knights, verdad? —Me preguntó la recepcionista. Finalmente pude ver su nombre escrito en la tarjeta que llevaba en su saco. Kelly.
—Exactamente, buenas tardes —le dije sonriendo.
—Buenas tardes. Puedes pasar directamente a la oficina de Rachel, te está esperando.
Oh no, estaba esperándome. ¿Por qué estaba esperándome si todavía faltaban cinco minutos para que fueran las tres?
El mini viaje en ascensor casi me provoca un ataque debido a la previa falta de oxígeno. Al estar fuera de éste inhalé profundamente, en un intento de relajación claramente fallido.
—Justo a tiempo —dijo Rachel abriéndome la puerta de su oficina, sin haberme dado tiempo a golpearla—, ven, iremos a la sala de conferencias.
La seguí por el largo pasillo, al parecer iríamos a otro piso. Genial, otra vez ascensor.
Traté de no entrar en pánico, y por suerte subimos tan sólo un piso. No me decía ni una palabra, se dedicaba simplemente a guiarme. Me tomé ese tiempo para analizar su figura. Estaba más que claro que ya estaba en los cuarenta y tantos, sin embargo su cuerpo aún parecía el de una veinteañera cualquiera. Deseaba profundamente llegar a su edad y conservar de la misma manera mi cuerpo.
Murmuró un "aquí estamos" que casi ni escuché y abrió una puerta en la que había una placa que indicaba que ciertamente, era la sala de conferencias.
Entré cien por ciento confiada de que no habría nadie y me encontré con 6 personas alrededor de una gran mesa, mirándome fijamente.
Como para no perder la costumbre, tenía una crisis: No sabía cuál era cuál. Sí, sabía los nombres de los cinco, pero no podía identificarlos. Me maldije a mí misma por no haberlos ni siquiera googleado antes de la reunión.
—Hola, soy Louis —se presentó el primer chico parándose de su asiento y estirando su mano para que la estrechara.
Se iban a presentar uno por uno. Salvada.
Era de la misma estatura que yo, aunque si no hubiese tenido tacos me pasaría. Sus ojos eran de un azul cautivante y no pude evitar mirar su atuendo. Unos jeans negros y una remera rayada. Simple, pero efectivo. Era precioso.
—Harry —se paró uno notablemente más alto, vestía una camisa cuadriculada que déjenme admitir, le hacía mucha justicia a su definido torso. Usaba unos jeans parecidos a los de Louis. Su cabello estaba lleno de rulos, aunque lo tenía peinado perfectamente para arriba—. ¿No eres algo joven para tener tu propio negocio? —bromeó mientras lo saludaba.
—No es mi marca —reí, pasando a saludar al próximo chico: era más que rubio, con la mirada aún más azul que la de Louis, si es que eso era posible. Tenía puesto unos sweatpants, con una remera que decía "crazy mofos", lo que sea que eso fuere—. Soy Veronica Baldwin, la asistente de Daisy.
—Gusto en conocerte, Veronica. Soy Niall —informó el rubio—, Ellos son Liam y Zayn —me dijo, señalando primero a un chico de pelo corto y castaño, y luego al último chico, quien tenía uno de los mejores rostros que había visto en mi vida. ¿A caso todos eran completamente perfectos?
Finalmente me presenté a la última persona. "El mánager", John Gallner. Al hacer contacto visual con él se me puso la piel de gallina. Por favor, que esto pase rápido.
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