XV: Strangers in The Night.
Hace 22 años, una primavera de 1982.
-Joaquín, ¿Qué te gustaría ser de grande?
Álvaro en su completa adolescencia, era como cualquier niño. Con su cabello rubio y ojos grises llenos de vida.
-El orgullo de mi padre, Álva, cualquier cosa que lo haga sentirse orgulloso de mí me parece fenomenal.
El pequeño Joaquín Richard Jordan también se distanciaba de cualquier tipo de presencia sombría, era un chico normal. Con cabello negro y lacio, ojos verdes. Lo único que llegaba a compartir con su versión del futuro, era una cicatriz desde su labio superior hasta el interior de su nariz.
Acostados en el pasto de un simple campo, en la noche, la luna era testigo de sus conversaciones.
Álvaro reposaba su cabeza sobre sus brazos cruzados.
-¿No te estarás refiriendo a ese cuento, verdad Joaquín?
Joaquín echó un sonrisa al cielo oscuro, con infinitas estrellas adornándolo.
-"En los 5 mundos hay una Pieza,
Quien lo busque no lo encuentra,
Más ellos se presentan,
Tanto en el Cielo como en la Tierra se encuentra el Destino,
El Destino en una Estrella".
-Dios, encima te lo sabes completo -Álvaro carcajeó mientras Joaquín seguía sonriendo alegremente sin quitar su mirada del cielo, en un momento tuvo que reacomodarse, dejando ver un poco de su nuca, donde tenía una estrella grabada en la planta de su cuello, siempre hacía dudar a Álvaro si se la había hecho cuando conoció de la leyenda del Two Pieces o, era algo de nacimiento. Jamás le preguntó-.
-Si no me gustara tanto no me la sabría . . . Siento que de alguna forma, es mi destino encontrar el Two pieces, Álva. Cuando husmee por la oficina de mi papá leí que de lo poco que se sabía, parecía tratarse de que el Two Pieces era . . . Dios. Pero no el Dios en quien papá o mamá creen, el verdadero Dios . . . -Se puso serio volteando a ver a Álvaro, él se sentió pretificado al momento de que se vieran ambos a los ojos, con la luna haciendo lucir tan espectacular a Joaquín, Álvaro empezó a sudar poniéndose ansioso de lo que le fuera a decir-. ¿Tú, crees en mí? ¿Crees que pueda lograrlo?
Álvaro sintió una molestia escociendo en su estómago que ocultó completamente desviando su atención a la Luna.
-Si . . . Creo en ti, JoJo.
Joaquín le miró con una ceja alzada.
-¿Cómo? ¿JoJo?
-Si, JoJo, tu nombre repite la sílaba Jo en tu nombre y apellido. El Jo de Joaquín es gutural, JoJo (Jo-Yo) no suena muy bien pero en cambio, JoJo (Yo-Yo) suena mejor y más icónico, aparte de que la pronunciación proviene del apellido de tu familia, ¿Bastante bien, no crees? Pensaba llamarte así de ahora en adelante. Ya que tú me llamas "Álva", creo que va siendo hora de que yo te llame de alguna forma.
-Hm, está bien . . . Está bien.
-¿Sabes, JoJo? -Álvaro retomó la conversación luego de un silencio-. Yo pienso que el Two Pieces está en la Luna.
-Solo lo dices porque te gustaría ir a la Luna Álva, nos conocemos -Joaquín le miró con una sonrisa incriminadora-.
Álvaro empezó a reírse.
-Me conoces, ¿pero a qué tiene sentido?
-Huh, pues en verdad, "Tanto en el Cielo como en la Tierra" . . . De hecho es hasta . . . Probable -Joaquín se quedó embobado viendo a la Luna de nuevo, con un pulgar en su boca, mordiendo la punta de su dedo-.
Álvaro sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal de satisfacción al poder haberle ayudado a Joaquín, volteando a ver a la Luna, extendiendo su brazo hacia adelante, poniendo sus mano como si quisese tocar la Luna. Más sin embargo, era algo que era consciente de que era imposible y que jamás podría hacer. Desde su perspectiva la Luna estaba en la palma de su mano, desde la perspectiva del mundo era un simple niño.
Se quedó en un silencio estoico viendo a la Luna entre los dedos de su mano.
-¡Hijo! ¡Quinito! Ya es tarde, es hora de regresar a casa -Un hombre subió la pequeña colina en la que estaban ambos muchachos. Ese hombre tenía el sombrero de copa que años más tarde, pertenecería a Álvaro. Se trataba de Lincoln, un hombre alto e igual de rubio que Álvaro, era del tipo que tenía un semblante férreo pero que en compañía de sus seres queridos, era amable y juguetón-.
Tanto Álvaro como Joaquín, se levantaron fueron hasta Lincoln. Álvaro volteó a ver una útlima vez a Joaquín, tenía un semblante decidido y determinado en su meta. Cuando Álvaro parpadeó, ya no se encontraban ahí.
Hace 2 días.
Álvaro había salido de la base TKT, en este caso, por otro de los ascensores de TKT, parecido al de Veracruz por ejemplo. En este caso, estaba bastante nervioso, se acomodó un poco su corbata negra. Llevaba una gabardina marrón oscuro sobre una camisa de vestir blanca y, sobre su cabeza, su sombrero de copa.
Al salir del ascensor, se encontraba dentro de una casa de empeños, en su sótano. Al saludar a los trabajores y salir, se encontró con Joaquín Richard Jordan, su amigo quien minutos antes le había dicho que había vuelto y quería encontrarse con él.
Vestía con una camisa de vestir blanca por debajo de una gabardina café junto a una corbata roja que le daba unos tintes de algún tipo de detective. Tenía unos pantalones y zapatos negros. Era una situación semejante. Le había crecido el cabello hasta casi llegar a sus hombros y conservaba su característica cicatriz entre nariz y labio.
Sin pensárselo ni un solo momento, Álvaro fue tras de él. Joaquín abrió los ojos de sorpresa sin tiempo a reaccionar a Álvaro levantándolo con un fuerte abrazo de oso. Cuando Joaquín quiso darse cuenta, el abrazo estaba siendo demasiado fuerte que su espalda empezaba a doler.
-Á-Álva . . .
Sin embargo, Álvaro no paraba de abrazarle, su rostro se había oscurecido y no parecía tan alegre como antes.
-¡Te vas un año y vuelves como si nada, no tienes vergüenza, JoJo! -Le reclamó aumentando la fuerza-.
Joaquín tenía los ojos en blanco intentando librarse más le era imposible hacerlo, hasta que Álvaro aflojó y le dejó. Unos minutos más tarde, se encontraban caminando tranquilamente por la calle de la CDMX.
-¿Como qué se te antoja? -Álvaro, habiéndosele pasado el enojo se encontraba más contento de ver a Joaquín, quien caminaba con las manos en los bolsillos-.
-¿Qué te parece Lo de siempre, Álva?
-¿"Lo de siempre"? ¿Hablas del restaurante Lo de siempre o hablas sobre Lo de siempre?
-Por favor Álvaro, hablo de Lo de siempre -Le respondió aguantando la risa-.
-Pero tú no te habrás golpeado la cabeza de regreso a aquí, ¿No? Que sepas que aún no se me pasa el enojo eh.
-¿Qué piensas de unos tacos al pastor? -Le respondió ignorando lo que dijo-.
-Eres un manipulador -Dijo para luego irse a un puesto de tacos-.
Estando ahí, el señor se sorprendió al verlos, era un hombre bastante mayor que no tal vez no debería estar trabajando pero sin embargo, lo hacía. A unas calles había un restaurante llamado "Lo de siempre".
-Oh, pero si son Don Álvaro y Joaquín -Los saludó-.
-Si -Agarró de la nuca a Joaquín con una mano empezando a zarandearlo-. De carne y hueso Chente, de carne y hueso -Para cuando terminó de hablar, soltó a Joaquín quien se arregló un poco la ropa-.
-Buenos días don Vicente -Saludó Joaquín. Vicente asintió-.
-¿Qué se les ofrece? -Preguntó empezando a poner unas tortillas en el asador-.
-4 tacos al pastor -Dijo Álvaro y luego miró a Joaquín-. ¿Cuántos quieres tú?
-¿Te acabas de pedir 4 tacos? -Le preguntó con los ojos bancos, raro ya que es de ojos verdes-. Te va a doler la panza después.
-No es mi culpa que seas de estómago pequeño.
-Yo creo que es más cosa tuya que tienes un apetito voraz -Mientras decían esto, Vicente preparaba la orden de Álvaro disfrutando del chisme-. ¿Cómo tienes siquiera ese físico?
-No sé si conocerás algo que se conoce como ejercicio, sirve para no ser un palito de madera como tú -Joaquín hizo una mueca indignada-.
-¿Y la de rascarte la espalda te la sabes? -Álvaro sintió un golpe fantasma en su fibra sensible, dónde más duele-.
-Eres un cabrón JoJo, pero a ver, ¿Cuántos tacos quieres?
-Ay es verdad, esto empezó por hablar de que eres un glotón -Antes de que Álvaro le dijese algo, volteó a ver a Don Vicente-. Serían 2 tacos al pastor por favor.
-A la orden -Dijo poniendo un par de tortillas más en el asador-. Por cierto, Don Álvaro -Álvaro pasó de su riña con Joaquín para prestar atención a Vicente-. ¿Cómo le ha ido a mi hijo?
-Oh, a Byron le ha estado yendo bien Chente, no te preocupes por él.
-Está bien, solo dile que a veces una visita tampoco hace daño -Decía viendo las tortillas coserse-.
-Si, se lo diré la próxima vez que lo vea, Chente -Vicente asintió agradecido-.
-Es . . . Una pena lo ocurrido con Elvis también, pobre muchacho . . .
Álvaro suspiró bajando un poco la vísera de su sombrero.
-Si, Magdalena no lo ha llevado muy bien pero espero que con el tiempo lo supere.
-«¿Quiénes son Byron y Elvis?» -Se preguntó internamente Joaquín-.
Minutos más tarde, Vicente les entregó su orden y se despidieron de él, con la bolsa en mano, Álvaro seguido de Joaquín se dirigían hacia la Casa de Empeños que llevaría TKT. Cuando Álvaro pensaba en entrar, Joaquín le detuvo.
-Álvaro, en realidad, hay algo para lo que necesito tu ayuda.
Álvaro volteó a verle. Decepcionado y cansado. El momento que tanto había querido que no volviese a pasar estaba aquí. Joaquín no era conocido por quedarse en un solo sitio y desaparecer al día siguiente y volver a saber de él meses después. Siempre volviendo por una sola cosa. Por la misma maldita cosa, el Two Pieces.
-De repente me sales con esto de los Reveladores de la nada JoJo, ¿De verdad no te lo estás inventando de la nada y no es una excusa para ir a esta subasta? -Álvaro conducía el auto por una carretera con vistas al mar de un lado y la pared de una montaña al otro, era por el estado de Baja California en México, cerca de la frontera Estados Unidos, en un municipio colindante con la peligrosa Tijuana, en las costas de Rosarito-.
-Yo no invento excusas, Álva -Atrás del asiento del piloto, Joaquín iba sentado con la cabeza apoyada en un puño viendo el atardecer junto al oceáno-. Jamás te obligaría a ir a un sitio fuera de TKT si no fuera porque estoy 100% seguro de que me acercará un paso más hacia el Two Pieces.
-Parece que tienes memoria de pez.
-¿Hm?
-Que pareces olvidar como ya hemos ido a lugares como estos antes y parece que no te has encontrado con nada salvo un callejón sin salida.
Joaquín despegó su mirada del paisaje y volteó a ver a su conductor, Álvaro, quien le veía desde el retrovisor incriminatoriamente.
-Tengo un presentimiento. Tú, sigue conduciendo.
Álvaro suspiró indignado.
-Como tú digas.
Luego de un rato, llegaron hasta un pueblito llamado Puerto Nuevo, tras conducir un poquito más dieron hasta un teatro abandonado donde al tocar 3 veces, la puerta fue abierta por un hombre con máscara de licra blanca y traje, su cabello sobresalía por encima de la inexpresiva máscara.
Dentro, habían más hombres como ellos. Ya siendo Usuarios Stand o gente normal pero, todos provenían del mismo mundo, el mundo que manejaba silenciosamente los hilos de algunas naciones.
Todos voltearon a ver a Joaquín en el momento en que entró, haciendo que los cuchicheos sobre su persona empezasen a pronunciarse. Sin embargo, Joaquín ignoró todo esto y fue directo a la puerta de la sala con el escenario en que el evento se realizaría pero, fue detenido por otro hombre idéntico al que le abrió la puerta, solo que en este caso, le sacaba unas cuantas cabezas, Joaquín volteó a verle desde abajo bastante desafiante, el hombre le señaló a un lado un letrero en el que ponía la hora de la función, faltando escasa media hora.
-Sea paciente, Sr. Jordan.
-¿Me conoces?
-Todos aquí lo hacen, más aún sabiendo que cada que apareces por algún lugar es para alguna pista del Two Pieces. Tu fama te precede.
Álvaro puso su mano en el hombro de Joaquín, llamando a la calma.
-No hagas las cosas más molestas de lo que ya son, JoJo. Habrá que esperar.
Habiendo esperado, las puertas fueron abiertas y un gran puñado de sirvientes como se les llamará ahora, guiaron a los hombres hasta sus asientos y fue entonces que, la función comenzó.
En otra situación esto se trataría de una obra de teatro pero en este caso, era una subasta. Joaquín tenía en su mano un letrero con el número 33, no había parado de frotar sus dedos por el palo de este en todo el rato que la subasta se había llevado a cabo. En ese momento una vena estaba apunto de reventarle a Álvaro en la cabeza, Joaquín seguía siendo el mismo soñador buscando una leyenda de la que apenas se sabe.
Habiendo pasado la mayoría de los productos siendo entre estos, pinturas, reliquias de lujo y finalmente, niños y niñas. Esclavos por quienes, por supuesto, se habían dispustado fervientemente los postores hasta que se acabaron.
Álvaro volteó a ver hacia un lugar alto alto, en uno de los balcones de la sala, viendo a un hombre con máscara blanca similar al de la entrada solo que en este caso, él tenía un par rombos negros donde deberían estar sus ojos. Para cuando miró a Joaquín, él tenía los ojos muy abiertos y llenos de decisión. Cuando Álvaro miró el escenario, el presentador se encontraba con un maletín. En la cara del maletín tenía una estrella dorada grabada.
El presentador estaba por hablar del precio por el que ese maletín iba a empezar, pero calló cuando Joaquín levantó su seña con el número 33.
-10 millones. 10 millones de dólares.
Álvaro fue el primero en reaccionar, tosiendo por haber querido tragar saliva y al mismo tiempo hablar, agarró el pantalón de Joaquín con fuerza. Por otro lado, el hombre enmascarado que Álvaro había visto hace un momento aplaudió inclinando la cabeza hacia un lado.
-Puta madre Joaquín, eso es demasiado.
Joaquín volteó a verle con desdén pero fue interrumpido cuando el presentador alzó la voz, alguien había puesto un millón más, el hombre enmascarado. Su seña tenía el número 69. Joaquín ignoró completamente a Álvaro y volvió a alzar su seña.
-25 millones.
Álvaro dejó caer su puño sobre la rodilla de Joaquín haciendo que él volteará a ver al rubio.
-Te recuerdo que el dinero no crece de los árboles, JoJo.
-Lo sé, Álvaro. No soy un niño.
-¿Ah, si? -Álvaro frunció bastante el ceño-. No lo parece.
Joaquín vio directamente a los ojos a Álvaro.
-Dime, ¿Confías en mí? -Esto hizo apretar el puño a Álvaro, cuando pensó en abofetearlo, el presentador alzó la voz de nuevo-.
-¡25 millones por este misterioso maletín a la de una, a las do-!
-30 millones -Alzó la voz el hombre enmascarado, puede que haya sido por la máscara o algún otro factor pero tenía un acento raro-.
-¡30 millones a la de una!
Sin embargo, Joaquín no se quedó atrás.
-50 millones.
-¡50 m-millones por el maletín misterioso a la una, a las dos y . . . ! -Miró al hombre enmascarado pero este estaba apasible, con las manos en su espalda contemplativo-. ¡ . . . A las tres! ¡Este maletín misterioso por 50 millones por el Sr. Jordan-.
Y, en un rato más, la subasta había terminado. Mientras la demás gente se iba parando de su asiento, el duo Jordan y Speedwagon no se había movido. Speedwagon tenía los brazos cruzados y daba pisotoncitos con su pie rápidamente. Joaquín parecía ignorar todo aquello, prestando atención al hombre enmascarado que estaba en el balcón, saludándole, agitando su mano lentamente.
-"50 millones", ¿De verdad? Ni siquiera sabes si realmente es lo que buscas. Dentro de ese maletín podría haber perfectamente nada.
-Te dije que tengo un presentimiento.
-Joaquín . . . -Pasó su mano por la cara irritado-. Eres insufriblemente frívolo.
-¿Cómo me has llamado? -Se le veía indignado-.
-¡Frívolo! ¡Que eres un frívolo!
Joaquín frunció el ceño molesto, levantándose.
-Iré a pagar, ya verás como valió la pena.
-Pues perfecto -Álvaro se levantó también-. Te espero en el auto.
Y así, Álvaro se marchó del teatro hasta el auto a las afueras.
Ahí, inspiró hondo frotando sus sienes con sus dedos para relajarse del estrés. Cuando de repente, su teléfono vibró. Al revisar, se trataba de Lou Levy informándole que alguien había gastado 50 millones de dólares en una transacción.
Álvaro llamó a la calma avisando que se trataba de Joaquín Jordan quien, aprovechando la situación, se desahogó un poco con Lou sobre la actitud tan despreocupada de Joaquín sobre TKT, quien había descuidado tanto la organización legada desde los padres de sus padres. Igualmente no es como si no tuvieran control aún del país pero no era igual a como debería ser.
Cuando terminó de hablar con Lou, alguien abrió la puerta del auto y tras ver, era Joaquín con el maletín.
-¿Ya estás contento?
-Aún falta probarlos -Dijo mientras abría el maletín, revelando, los reveladores. Siendo un conjunto de 5 porros muy estilizados con bordeados en su superficie, estando los 5 juntos y bien posicionados, las líneas formaban una estrella en conjunto. Al momento de ver eso, Álvaro alzó una ceja-.
-¿Me estás diciendo que te gastaste 50 millones en unos cigarros bonitos?
Joaquín entrecerró los ojos con un tic nervioso en su ojo izquierdo mientras apretaba las manos por donde agarraba el maletín.
-«No . . . No puede ser, no puedo volver a encontrarme con otro camino sin nada, por favor, no . . . »
Joaquín agarró metió su mano en su gabardina sacando un endendedor. Tomando el porro de en medio y posicionándolo en su boca, Álvaro lo detuvo.
-Espera a que lleguemos a un lugar apropiado, no quiero que el auto ni yo olamos a tabaco, Joaquín.
Joaquín le miró fijamente pero pareció aceptarlo, de paso, sin que se diese mucha cuenta, Álvaro se llevó el porro que tenía Joaquín en la mano y lo guardó en su bolsillo. Tras conducir un poco más, la tarde se había vuelto noche y las estrellas junto a la luna no se hicieron esperar.
No tardaron en cruzar la frontera entre Rosarito y Tijuana, estando ya en camino hacia el aeropuerto de Tijuana. Sin embargo, llegarían bastante noche al aeropuerto y no habían vuelos a altas horas de la noche por lo que tendrían que quedarse en un lugar donde descansar. Es por esto que a Álvaro se le ocurrió la brillante idea de ir a un motel en el que descansar unas horas para ir al aeropuerto en la mañana.
Luego de pagar una habitación por unas horas y que el casero les haya visto algo raro, se estacionaron y entraron.
Nada más entrar, Álvaro se llevó una mano a la cara viendo que solo había una cama pero cuando Joaquín pasó por su lado, rápidamente la quitó e hizo como si no pasase nada. Joaquín soltó el maletín en la cama, abriéndolo y sacando otro porro que, antes de que Álvaro fuese a decirle algo, prendió con el encendedor e inhaló.
Al hacerlo, sus ojos se pusieron en blanco y se derrumbó, cuando Álvaro quiso ayudarle, Joaquín se recompuso en una rodilla tosiendo, dejando salir algo del humo que inundaba sus pulmones.
-Álvaro, lo ví. He visto algo.
Álvaro frunció el ceño y ayudó a levantarse a Joaquín, al hacerlo, lo sentó en la cama para que expulsase el humo del porro finalmente de sus pulmones.
-Viste los efectos del tabaco, Joaquín.
Joaquín le dedicó una mirada con los párpados pesados. Poniendo el cigarro aún prendido cerca de su boca.
-No.
-Tienes que verlo Álvaro. No miento, esto realmente es algo, ¡No es un camino sin nada al final!
Álvaro chasqueó la lengua dando un manotazo a la mano de de Joaquín.
-¿Es que acaso se te olvidó de qué murió mi padre, Joaquín? Serás pendejo.
Joaquín frunció el ceño volteando a ver de nuevo el maletín, siendo que faltaban 2 cigarros de los 5 que habían. Siendo que él tenía uno, el otro lo debería tener Álvaro.
-Si es así, ¿Por qué tienes el otro? -Joaquín se le acercó mucho a Álvaro, invadiendo su espacio personal-. ¿Acaso intentas ir también por el Two Pieces?
Una vena en la cabeza de Álvaro se exaltó, tanto que le dio un puño en la boca a Joaquín.
-Two Pieces, Two Pieces y Two Pieces, es todo lo que dices, Joaquín Richard Jordan. ¡Si tengo uno es para protegerte de ti mismo . . . !
¡ . . . No me podría importar menos algo que no existe!
Joaquín pasó unos dedos por su labio notando que el golpe de Álvaro le había tronado un labio. Al sentir la sangre, la lamió con su lengua e hizo una sonrisilla empezando a guardar el cigarrillo en el maletín.
Álvaro suspiró tranquilizándose.
-Carajo JoJo, no lo hice a mala-
-Dámelo, el cigarro, Speedwagon. Dámelo -Le interrumpió con una gran sonrisa, una exagerada y ladina sonrisa con sus ojos cerrados-.
Álvaro tuvo un escalofrío al escuchar su apellido.
-No, JoJo -Le agarró de un hombro-. Tu vendrás a TKT. Dejarás esto, recuperarás el dinero que te acabas de gastar en esta mamada y enorgullecerás el sueño de nuestros padres.
-Speedwagon, entrégamelo -Álvaro negó con la cabeza. Joaquín continuó con su mueca hasta que agarró de la misma forma a Álvaro del hombro. Joaquín le miró con una mueca indiferente y hostil-. "El sueño de nuestros padres", dices. Hasta dónde yo sé, tú y yo no somos nuestros padres. Yo busco completar mi propio sueño a diferencia de ti, Álvaro, que pareces solo vivir por los sueños de alguien más. Ahora, me entregarás el cigarro que me acabas de robar.
-¡¿Te estás escuchando?! ¡Este cuento de mierda te ha vuelto loco! ¿Robarte? ¡¿Yo?! ¡Te estoy protegiendo de ti!
Joaquín agachó la cabeza riendo por lo bajo.
-Speedwagon, no quieres hacer esto -Joaquín levantó un poco la cabeza teniendo una mueca afligida-. Solo dame el cigarro me iré, no volverás a saber de mí.
-Lo que menos quiero es que vuelvas a desaparecer, JoJo -Álvaro suspiró-. ¿Recuerdas a Elvis Presley? -Joaquín no respondió-. Lo asesinaron, le sacaron todos sus órganos, lo dejaron como una bolsa de carne y huesos en una bolsa cerca de una playa de Nápoles. No me puedo permitir perder a alguien, Joaquín, no quiero perderte a ti.
Sin embargo, Joaquín negó con la cabeza y se alejó de Álvaro. Fue hasta la cama con el maletín y lo metió en su gabardina haciéndolo desparecer, al hacerlo, sus ojos brillaron fugazmente por un momento.
-Creéme Álvaro, es a mí a quién más le duele hacer esto.
Joaquín alargó su brazo a la cara de Álvaro, haciendo que saliese un chorro de agua de su manga directamente a los ojos de Álvaro. Al hacerlo, tuvo que cerrar los los ojos y en ese momento, una increíble ráfaga de aire helado y lluvia lo golpeó haciendo casi volar su sombrero. Al secar el agua de su rostro para poder ver algo, al menos, ya no estaba en la habitación de motel de hace unos segundos y ahora estaba al aire libre.
En una calle pavimentada cuánto me la decente y con la lluvia cayendo sobre él, a su alrededor las casas parecían abandonadas y de mala muerte, volteó un momento a una casa habiendo escuchado un ruido pero las gotas de lluvia que pasaron por su cara, la imagen de Joaquín acercándosele por detrás le regresaron de vuelta a la realidad, lo que importaba.
Sin embargo, no pudo reaccionar a tiempo y fue tumbado al suelo. Joaquín atrapó una de sus manos y empezó a hurgar por sus bolsillos desesperadamente por encontrar el cigarrillo que le faltaba. Su sudor se mezclaba por la lluvia que caía por su frente.
Álvaro tras removerse bastante, logró quitarse a Joaquín de encima, cuando quiso voltear a verlo estaba agachado en el suelo apunto de lanzarse por él otra vez. Sin embargo, Álvaro alzó su pierna dándole una patada de punta en la quijada a Joaquín mientras se alejaba para hacer distancia.
-«Necesito terminar esto antes de que escale a más» -Pensó Álvaro haciendo salir las cuchillas de su sombrero-.
Joaquín apenas recuperándose del golpe a su mandíbula vio el sbrwro con cuchillas de Álvaro. Por un momento, Álvaro juró que pudo ver un atisbo de miedo, duda y confusión en la mirada de Joaquín, sin embargo, cualquier atisbo de cualquier emoción fue subyugada por un instinto primitivo de violencia.
Ante esto, Álvaro lanzó su sombrero hacia Joaquín con la intención no de tocarlo más solamente asustarle, sin embargo, Joaquín había abandonado cualquier duda y si tenía que pasar por alguien para conseguir lo que quería, lo haría, sin importar de quién se trataba.
Sacándose la gabardina, rápidamente, cubrió con ella el sombrero de Álvaro y, al hacerlo, Álvaro sintió un frío recorrer por enfrente suyo, de lado a lado, diagonalmente. Su sombrero hizo una vuelta como un boomerang y se quedó al lado de su pie. Viendo hacia abajo, notó como su ropa estaba cortada y empezaba a brotar sangre de su pecho.
Al mirar enfrente, Joaquín estaba frente suyo haciendo un gancho directo al ojo izquierdo de Álvaro, tumbándolo al suelo mojándolo boca arriba. Sin perder mucho el tiempo, Joaquín volvió a ponerse su gabardina y volvió a hurgar los bolsillos de Álvaro y cuando estuvo apunto de meter la mano en el bolsillo donde tenía guardado el cigarro, Álvaro detuvo su mano.
Joaquín apretó los dientes y se puso encima suyo empezando a golpear una y otra vez su rostro hasta cansarse y empezar a golpearlo más lento y sin fuerzas. Así, hasta que se derrumbó a su lado.
Ahora, ambos, estaban exactamente igual a como solían estar hace 22 años tirados en el pasto pero, a diferencia de aquellas veces, las nubes nublaban la vista a la Luna.
Joaquín respiraba pesadamente al igual de Álvaro, aunque él lo hacía más débil que Joaquín.
No sé dijeron ni una sola palabra, quedando en silencio mientras la lluvia caía sobre sus caras. Joaquín volteó a ver a Álvaro un momento, siendo que él mantenía su mirada fija hacia arriba, al cielo. Inmutable ante la lluvia.
-«¿Cuándo esto tuvo que . . . Terminar así?»
-Necesito ese cigarro, Álva.
-Para . . . El Two Pieces, ¿No es así?
Joaquín quedó en silencio unos segundos.
-Si.
-No planeo . . . Dártelo, Joaquín. El Two . . . Pieces no existe.
Joaquín parecía inmutable ante esa afirmación.
-Ciertamente, no quiero matarte, Álva. Pero mientras mantengas eso encima, tengo que hacerlo -Joaquín se reincorporó-. En mi visión ví a un hombre. Albino, adulto, tocando el violín y una parte de la mansión del jefe de Potere. Iré ahí y luego iré por las otras piezas, Álva. Y cuando quede la última vendré a por ti, te daré tiempo para que recapacites en el hecho de que no necesito ninguna protección viniendo de tu parte, no de alguien viviendo los sueños de alguien más -Álvaro desvió la mirada a otra parte en un silencio que no resolvía nada. Joaquín le miró una última vez y se levantó-.
Joaquín cerró los ojos sintiendo con plenitud la caída de cada gota de lluvia en su cara, mojando su rostro, ropa y cabello. Aún cuando esto era semejante a como solían pasar sus tiempos de niños, no había punto de comparación, aquella atmósfera inocente e infantil había sido pervertida en una tragedia de una amistad rota.
Ya no eran niños, eran adultos.
Y ya no eran amigos, ahora eran simplemente unos Extraños en La Noche.
Joaquín se dio media vuelta y empezó a caminar hasta que se un momento a otro, el sonido de sus pasos desaparecieron.
Álvari había olvidado el tiempo, lugar y momento que llevaba tumando en el suelo, en medio de la lluvia, se encontraba él con el ojo morado de los golpes de Joaquín junto a un poco de sangre saliendo de su boca y su pecho, camuflajeado por la lluvia.
Sin embargo, todo aquello le daba igual, con las nubes habiéndose dispersado un poco más, era capaz de ver el estrellado cielo y la Luna, siendo una espectadora de esta noche.
No pudo evitar pensar que, si había alguien ahí arriba, viéndole, controlando los acontecimientos que ocurrían en el mundo, con el control de evitar o causar sucesos . . .
Era un hijo de perra por haberle dotado de esa curiosidad ingenua a Joaquín y alimentarla con un mito.
Una alarma lo hizo volver a la realidad seguido de un golpe a los barrotes de su celda, una realidad donde moriría encerrado en una isla de por vida . . .
Continuará en "The Trooper" . . .
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