III: Sombrerotruco.

Álvaro pasó sus dedos por la visera del sombrero de copa, revelando unos unos cuchillos, inmediatamente tras eso, lanzó el sombrero por al ventana que tenía al lado suyo, sacando el sombrero por los aires.

Y tal como si fuese un boomerang, o un acto de magia, el sombrero abrió al puerta desde el otro lado. El sombrero elegante de copa volvió a su forma normal, cubriendo las cuchillas con la tela negra y, de paso, volviendo a su mano automáticamente, dejando pasmado al grupo de hombres desconocidos que estaban afuera.

La composición de la casa era muy simple y hasta posiblemente algo pobre, había una cocina muy pequeña de máximo 5 metros de área, el comedor era solamente una mesa con 2 sillas de madera y más al fondo a la izquierda, habían otras 2 puertas que tal vez conducirían al baño y otra habitación y no, no tenían una sala; era una casucha muy pequeña por lo que se podía ver. Pero lo importante no era eso, sino los hombres dentro del lugar.

En su mayoría eran vándalos, unos con tatuajes, otros no, pero sobretodo y aunque unos fueran calvos, por sus bigotes, barba, cejas, el vello en general; eran rubios.

—Guhg~ —Pronunció guturalmente uno de los hombres para que seguido de él, todos los demás se le sumasen en el sonido—.

Álvaro se había quedado sin palabras, sin saber muy bien que es lo que estaba pasando hasta que desde arriba suyo, una gota de sangre cayó en su hombro. Cuando quiso ver arriba, el grupo entero, como una horda de zombies, se le abalanzaron con motivos de morderle, golpearlo, patearlo, entre otras cosas.

El hombre reaccionó como cualquier otro hombre haría al dejar a su novia embarazada, huyó. Volviendo al cuarto, saltó por la ventana por la que había hecho el sombrerotruco.

Al salir por la ventana, unos cuantos vidrios rotos se clavaron en sus brazos pero esto no le podría importar menos mientras podía irse de ahí, hasta ahí iba Sam y la niña esa. Álvaro se estaba yendo mientras se quitaba los vidrios rotos que se les había clavado en los antebrazos y uno que otro en el rostro.

Todo estaba bien hasta que de repente recordó algo muy importante. El porro colombiano que había guardado. Sin importar que debía proteger esa pista que supuestamente conduciría al Two Pieces.

Si cayese en las manos equivocadas, podría llegar a toparse con <<Joaquín>> y . . .

Oh santo Dios, Joaquín.

Con sólo pensar en ese nombre, explosiones de sentimientos comenzaban a manifestarse en la mente de Álvaro, sobretodo porque él era la otra persona que estaba con él, la noche pasada.

Pero todo aquello estaba donde debe estar, el pasado.

Tras tomar una bocanada de aire y frotarse el rostro volvió corriendo a la entrada de la casa, encontrándose al grupo de hombres rubios con Sam, el usuario Stand que le tenía encerrado antes, en el suelo y sin la posibilidad de moverse justo enfrente de un hombre con un traje extravagante con una lollipop en la boca.

—Bueno, dime —Empezó a hablar al sacar su paleta de la boca pero fue rápidamente interrumpido por Sam y su . . . Carácter—.

—Me.

Inmediatamente tras eso, el hombre de traje se hincó estando frente a frente con Sam, quien no mostraba ni una sola pizca de retroceso.

—Hm, ¿te gustan . . . Las paletas de fresa, hm?

—Pues mira tú por donde, si.

—Perfecto —Sonrió apretando los dientes—.

El hombre acercó la lollipop recién chupada y la restregó por la cara de Sam, produciendo en él, una expresión de total desagrado.

—¡JODER QUE PUTO ASCO DE VERDA-!

Antes de que pudiese terminar, el hombre metió la paleta en lo boca de Sam y procedió a patearle la mandíbula con la punta de sus zapatillas.

Sam escupió la paleta junto a uno de sus dientes mientras los demás dientes habían tomado un pigmento rojo, ya sea por sangre o el propio caramelo de la paleta.

—Eso te enseñará a no interrumpirme gilipollas —Se le acercó de nuevo apretando los dientes en una sonrisa—. Ahora, ¿Dónde está la chica? ¿La que tiene que ver con el Two Pieces?

Sam se quedó callado como una tumba con un rostro indiferente, cosa que hizo al hombre sonreír aún más, que al parecer hizo al grupo de hombres rubios a su alrededor hacer el ruido gutural y raro de antes. Sam, que si estaba con callado como una tumba y una cara indiferente, ahora estaba traumado.

Álvaro se detuvo a ver la zona donde estaban, era un barrio peligroso de ley, donde las casas alrededor eran de concreto y sin pintura, ni ventanas. Era un sitio perfecto para hacer cualquier actividad ilegal, aunque eso también le preocupaba. Era un sitio demasiado ideal, demasiado...

—《Bueno, esto está bien. Aquí no hay nadie inocente que puede ser afectado por mi habilidad, incluso ese niño, tampoco creo que sea inocente aunque . . . da igual, luego veré que hacer con esa niña》

Tras tomar un poco de aire y cerrar los ojos finalmente pronunció las palabras que usualmente le traía terror decir por la gran responsabilidad que traían consigo pero al fin y al cabo, es un adulto, y ellos cargan con las responsabilidades, sin importar qué.

Fly Me to The Moon.

Tras haber llamado a su Stand, toda la zona alrededor suya en un radio de 10 metros, se oscureció.

Continuará en "Fly Me to The Moon" . . .

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