dieciocho.



"Sellemos esto para siempre"


Harry y Danie había decidido irse por unos días a París, Francia, agradecían estar en continente europeo ya que solo se demoraron cinco horas y cuarenta y cinco minutos en el viaje, la castaña quedo sorprendida al ver la gran casa que tenían los Styles en la ciudad del amor, era una gran casa, pero muy hogareña lo que hacía sentir a Danie como en casa.

Ambos dejaron sus maletas en el salón principal, ya que llegaron en plena madrugada, decidieron ir directamente a la cama.

Durmieron hasta aproximadamente el medio día, el cambio de hora igual les había afectado, Harry se había levantado antes para poder hacerle el desayuno a su novia, aunque no fue así, porque decidió ir al centro de Paris a comprar unos dulces y sándwiches y jugo recién hecho.

El detalle que si quiso hacerles fue sacar un par de rosas rojas desde el jardín de su madre, rio al notar que si su madre lo hubiera pillado lo hubiera regañado debido a que no le gusten plantas desde su jardín, aunque esta casa estaba en otro país a la familia Styles le gustaba tener todas sus casas a lo largo del continente bien cuidadas y siempre lista en caso de algún viaje de emergencia o visitas inesperadas.

Harry tomo las dos mejores rosas que se encontraban en el jardín y fue hasta la cocina para ponerlas encima de la bandeja con el desayuno típico de París.

Subió sigilosamente las escaleras para que Danie no despertara y también para que no se le cayera nada, porque había veces que Harry era un poco torpe con sus manos.

El ojiverde sonrió al ver a su novia que seguía durmiendo, se veía como un pequeño angelito, dejo al bandeja con el desayuno en la mesa que tenía al costado para luego acercarse a ella para repartir besos desde su brazo para luego besar su cuello y terminar repartiendo besos en su rostro, la chica rezongó pero luego sonrió, le encantaba cuando Harry la despertaba de esa manera, y a él también le encantaba cuando ella lo despertara de la misma manera, Danie decidió abrir sus ojos y lo primero que vio y sonrío por lo mismo fue ver esos hermosos ojos color verde esmeralda brillando por ella, Harry llevo su mano a la mejilla de Danie para acariciarla suavemente, la castaña le dio un dulce beso en la mejilla.

— ¿Cómo dormiste? – susurro Harry.

— Perfecta, la cama es muy cómoda y la compañía fue la mejor parte – la castaña se acurruco aún más cerca de Harry, él sonrió encantado. - ¿Tu?

— Como un bebé – rieron – La compañía también fue lo mejor de la noche.

— Lo fue – admitió - ¡No puedo creer que despertamos en París! – exclamo emocionada.

— Lo merecíamos – dijo Harry – después de todo lo relacionado con Hailey lo mínimo que podíamos hacer era venir a la ciudad de París a descansar y a disfrutar nuestro amor en libertad.

Por algo lo llaman la ciudad del amor – sonrió Danie poniéndose de pie para mirar por la ventana la maravillosa vista que ofrecía París.

— Ahora que me acuerdo traje el desayuno – Harry se paró de la cama para ir en busca de la bandeja y dejarla en medio de la cama para que ambos disfrutaran del desayuno.

— ¡Que delicia! – exclamo Danie para acercarse rápidamente a la cama para disfrutar de ese desayuno perfecto, tomo el sándwich y dio su primer mordisco, soltó un gemido de lo delicioso que estaba - ¿Tu preparaste todo esto amor? – pregunto sorprendida al ver todo lo que se encontraba en la bandeja.

— Si – mintió Harry.

— No te creo – rio Danie. - ¿Y sabes cómo me di cuenta de tu mentira?

— ¿Cómo?

— No le quitaste la etiqueta al jugo. – ambos rieron, habían pillado a Harry, siguieron comiendo y disfrutando del desayuno.

— Te tengo una sorpresa – soltó Harry entusiasmado.

— ¿Cuál? – pregunto la castaña, había que recordar que a Danie no le gustaban las sorpresas, era simplemente muy ansiosa.

— Iremos a sellar nuestro amor – susurro Harry divertido. - ¡Tienes veinte minutos para arreglarte! – exclamo saliendo de la habitación para ir a la de sus padres a tomar un baño, rio al oír un bufido por parte de su novia, él sabía lo mucho que odiaba las sorpresas, no le gustaba mantener la duda.

Treinta minutos más tarde, ya que Danie pidió diez minutos más para poder elegir bien que ponerse, salieron de casa, como estaban cerca del centro, decidieron ir caminando, conocieron los alrededores, ambos miraban maravillados toda la arquitectura y paisajes de París, Harry ya había estado aquí una vez junto a su familia pero debía admitir que no era lo mismo que visitarlo con tu novia, pensó Harry, mientras que para Danie era su primera vez acá y debía decir que era el país que más quería conocer, y ahora lo estaba haciendo, su sueño se estaba haciendo realidad.

— Llegamos – dijo Harry parándose en el famoso Puente de las Artes de París, lugar famoso por los candados que se encuentran en el puente.

Este rito consistía en poner un candando con los nombres de ambos enamorados y luego ponerlo en algún lugar que hubiera espacio en el puente para cerrarlo el candando y que ambos lanzaran su llave al rio, significando que estaban sellando su amor para siempre.

— Es hermoso – dijo Danie maravillada.

— Se que esto es un poco cursi, pero creo en que nuestro amor durara para siempre, no creo, estoy seguro de que durara para siempre – sonrió acercándose a la castaña, ella sonrió antes las bellas palabras que salieron de los labios de su novio.

— No es cursi – admitió – Es simplemente perfecto, ¿trajiste el candado? – pregunto y el ojiverde sonrió sacando el objeto que se encontraba en su bolsillo pasándoselo a su novia junto con un plumón para que escribiera sus nombres. - ¡Listo! – exclamo Danie sonriente.

— ¿Sellamos nuestro amor para siempre? – pregunto Harry abrazando a la chica por la cintura.

— Sí – susurro la chica para luego besar los suaves labios de su novio románticamente.

Ambos sabían que ese rito era mucho más que algo pasajero, los dos se proyectaban con el otro en su vida, en un futuro Harry veía a Danie en su vida y Danie veía a Harry en la suya.

Tras el beso, ambos fueron en busca de un lugar donde pudieran dejar firmado que su amor duraría por siempre, pusieron el candado y lo cerraron, tomaron la llave y ambos la tiraron al rio para luego sellar su promesa con un beso.

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