#2: Deshojando margaritas
—Me quiere. No me quiere. Me quiere. No me quiere. Me quiere. No me quiere.
Es el último pétalo. El sabio. La respuesta definitiva. La chica observa a su amado, amordazado, con una soga al cuello, parado sobre una silla de madera, casi tan frágil como ese instante.
—¿Por qué no me quieres?
El chico la mira con ojos suplicantes y gime un cúmulo de indescifrables sinsentidos, esperanzado de cambiar su precaria situación. No funcionó. La chica, llorosa, pateó con rabia y pasión la silla que sostenía la vida del chico de sus sueños.
—Las margaritas no mienten —la escuchó sollozar el desdichado antes de dar su último espasmo. Murió con la duda del qué habría ocurrido si el último pétalo hubiese sido "me quiere".
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