- Anécdotas - Lonwood -
Archivo 0: El antiguo heredero
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Misterios, sectas, asesinatos, magia oscura, canibalismo y Brujas, era una de las tantas cosas que tiene Bretaña en sus adentros. Una tierra basta llena de historia, leyendas y sobre todo maldiciones.
Miles de maldiciones que se han quedado en esas tierras hasta hechar raíces y prevalecer en la sangre y alma de los Británicos.
Siendo tanto de día como de noche, hasta el ser más bello salía contaminado de la oscuridad de la magia o cegado por la luz de las estrellas.
Ninguna familia noble era ajena a al menos una maldición en su sangre. Unas ayudaron a construir la casa hasta hoy en día prevaleciendo de forma honorable y otros han sido su sentencia de muerte.
Los Lonwood aunque eran mayormente conocidos por encargarse de estas maldiciendo, pero tal como las demás familias nobles, esta no era ajena a las maldiciones contando su constante contacto a ellas, era cuestión de tiempo que acabarán así.
A poco de caer en la extinción.
En el eterno olvido.
En la verdadera muerte.
El último miembro de la casa Lonwood.
El último heredero postrado en cama, lleno de cicatrices, piel muerta, huesos frailes y constante derramamiento de sangre en su cuerpo.
El último varón de la familia con el tiempo contado y con la muerte cada vez mas cerca de este para reclamar su maldecida alma y darle fin a lo último de su legado.
Edgard Alan Lonwood. Un joven de mente brillante y cuerpo precario. Un joven que podría tener un futuro si su cuerpo no estuviera en manos de la enfermedad.
Un joven al que una vez su cabello fue tan negro como las finas plumas de un cuervo, su piel blanca como la de un muerto y ojos de un mortal y asesino color rojo qué te recordaba a toda la sangre que derramó esta familia.
Un joven de no más de ocho años que con dolor y esfuerzo respiraba. Habían días que no podía ni siquiera respirar y los fantasmas de la casa le conectaban el aire, habían días en que ni siquiera despertaba y estaba en un sueño parecido a la muerte, habían días en que ni moverse podía sin romperse un hueso o la piel donde terminaba un charco de sangre en las sábanas o el suelo.
Una existencia llena de dolor constante y tortura por existir o quizás por solo llevar ese apellido.
Ni El alma de sus Ancestros o el de la bruja de la casa podían hacer algo que lleva siglos en la sangre y el alma.
Una agonía constante que en el fondo deseaba que acabará, pero también el sentido del deber era mucho. No quería dejar su casa sin alguien auien la cuide y tampoco quería dejar este mundo. No, el quería vivir o más bien, quería vivir con y para alguien.
- Hola Lord Lonwood -
- ...Lady Lonkinson...- dijo con un tono de voz bajo haciendo esfuerzo por hablar.
La joven de ojos lila agradecio a la sombra con mil ojos que le abrió la puerta y fue a donde estaba el joven.
Ella era el alivio de Edgard en esta tortuosa existencia, una niña que perdida en el bosque llego a parar en su mansión y en ves de morir como los demás extraños que se adentraban sin permiso a su mansión, logro pasar por las puertas y hacerse un lugar en su hogar y corazón.
Una joven con el cuerpo tan herido como el suyo, con un parche en el ojo y la piel llena de heridas y cicatrices qué demostraban la tortura y maltrato que sufría por solo existir.
Una joven ave a la cual como él le han arrancado las alas para volar y los han puesto en jaulas de oro.
- Mira Edgard, traje muchas cosas. Son perfectas para ese jardín interior que tenemos en El tejado -
- Lamento decepcionarte, pero... hoy no me puedo mover ... y tampoco me encuentro en condiciones de modificar la casa ...-
- no importa, podemos tener un picnic en la cama -
La niña se subió a la enorme cama del chico para acomodar las cosas que trajo consigo del canasto.
No era mucho, solo dos sándwiches sencillos y un par de flores y piedras bonitas que encontró en el camino.
- mira, ¿puedes masticar? Si no para que te corte la comida en trocitos -
- No estoy tan mal -
- Lo dice el que se muere al respirar, te cortaré las cosas en trozos pequeños - dijo la niña mientras tomaba un plato de plástico y cortaba la el sándwich en trozos pequeños para su amado amigo.
Edgard rodó los ojos, pero no evito el sonreír cuando vio los cuidados que le daba su amiga.
- ¿puedo hacerte una pregunta? -
- claro -
- ¿Te gustaría ser la dama Lonwood? -
- No creo que pueda, ya soy un Lonkinson y creo que es un apellido más pesado que el tuyo -
Dijo con cierta tristeza la niña mientras miraba al chico postrado en cama. Nunca le dio asco la condición de su amigo, siempre le recordaba vagamente a Hela cuando no podía controlar su magia de muerte.
- pero, si eres un Lonwood podrás tener esta casa cuando yo me valla -
- Pero no quiero que mueras -
- Es inevitable, mírame. Estoy a un paso de morir de un estornudó -
- Pues no estornudes -
La niña de su misma edad mantenía sus manos vendadas apretadas en puños mientras contenía las ganas de llorar.
No quería que su mejor amigo se fuera, no de este modo.
- No quiero que mueras, si te mueres me quedaré sola y no quiero estar sola -
- Lo siento, no quiero dejarte sola... pero es inevitable. Ni siquiera los conocimientos de mis Ancestros pueden solucionar esto -
- ¿y si los míos pueden hacer algo? - pregunto con miedo y desesperación la niña de vendas - Mis Ancestros son más viejos que los tuyos, si logro encontrar la forma, puedes estar conmigo -
Edgard suspiro pesadamente, no quería darle falsas esperanzas a Brunhild cuando el sabía que la muerte rondaba en los pasillos de su casa y esperaban el momento para tocar su puerta.
Pero no podía. No podía mentirle y mucho menos cuando se encontraba tan desesperada por tener a alguien a su lado. No sabe que horrores paso en su hogar qué la hacían aferrarse a la idea de un amigo que la ayude a volar cuando todo este perdido.
Siendo ambos castigados por tener el deseo de vivir, podía entender su sufrir.
- Esta bien, esperare por tu ayuda, pero como una condición -
- ¿Cual? -
- Si de verdad no hay solución me dejaras ir y tomaras el apellido y mi anillo - Dijo con firmeza - No quiero que esta casa se quede en El olvido -
La niña de ojos lila lo pensó un momento y luego hablo con determinación.
- Lo haré, siempre y cuando tu no te rindas en tu enfermedad, pero si llegas a morir... debes jurar qué de algún modo tu alma tendrá nuestro primer Vals cuando le convierta en la dama Lonwood -
No era secreto que a los nobles les gustaban las fiestas y galas, era casi una tradición en Bretaña. Una gala donde se presentaban los nobles e hijos de cabezas importantes para poder hacerse conocer y formar lazos.
Que ella pida eso no era sorpresa, para él no lo era.
- Esta bien... lo juro -
El niño hizo un esfuerzo sobre humano para levantar su ensangrentada mano y alzar el meñique. La niña entendió la indirecta y enlazo su dedo meñique con el de su compañero.
- ¿Juras ser la dama Lonwood? -
- ¿Juras tener nuestro baile? -
- Lo juro - dijeron al mismo tiempo.
Tomo el anillo de su familia y con cuidado y se puso en el dedo de la Lokinson.
Le dio un casto beso en esta mientras sellaban ese juramento dejando como testigo las paredes de esa maldecida casa y las almas de dos inocentes aves que serían nuevamente torturadas por sus dueños.
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Me encargare de no olvidarte
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Lo prometo
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- Agh, ¿Dónde se metió ahora? -
Ymir buscaba exhaustivamente a Brunhild por toda la escuela. No había regresado de su tarde del club de juegos y Jotun estaba super impaciente por verla en El dormitorio.
- Si no la encuentro Jotun me matará y Hela me revivira para que me vuelvan a matar -
La rubia sabía que quizás, solo quizás exageraba, pero nunca se sabe con los Lokinson asique prefiere prevenir antes de lamentar.
Estaba por ir al estadio de combate mágico cuando El maullido de uno de sus gatos la llamo. Era Miphos, el gato blanco más amoroso que una chica puede conocer.
- ¡Miphos! ¿La encontraste? -
- Miau~-
- ¿En serio? Mejor ni pregunto, la última vez estaba con el jinete sin cabeza -
Siguiendo al gato la llevó al salón de bailes de la escuela o mejor dicho al abandonado salón de bailes, ya no se hacían fiestas tan grandes desde hace mucho tiempo en la academia.
Al llegar la poca luz del sol reflejaba los grandes y polvorientos ventanales del interior del edificio dejando ver la gran pista de baile solitaria y en medio de esta como un alma en pena se encontraba Brunhild.
Ymir la miro en silencio desde la entrada, sin hacer ruido y solo viendo aquella escena.
Brunhild bailando un bello vals con los ojos cerrados y los brazos al aire. Parecía que nuevamente su mente la llevó a un escenario perdido del pasado donde su cuerpo y razonamiento se hiban dejando en su lugar a su imaginación y mente estar perdida en ese momento.
Se movía con una gracia y belleza que rosaban a lo etereo, pero podia jurar por los movimientos de Brunhild qué era más un baile lleno de desesperación, miedo, muerte y una profunda tristeza llevadas a la belleza en el baile.
Quizás sean los gritos desesperados de su alma que pedían piedad por la niña o por algo más.
Un baile que debía de ser llevado con un compañero, pero en su lugar al estar sola, parecía más bien un alma en pena por encontrar su lugar.
Un corazón vacío por perder a su compañero.
Pasaba muy a menudo esas perdidas mentales, pero por prevención de Jotun y Hela, deberían de cortar esas fantasías para que no las confunda con la realidad.
Con cuidado se acercó a su hermana viendo como acababa su Vals y al momento de hacer una reverencia, Ymir aplaudió dejando que Brunhild siga creyendo estar en esa fantasía y regresar lentamente a la realidad.
- Hermosa baile Lady Brunhild - hablo en voz baja Ymir.
- Oíste eso Edgard? Lo hicimos bien, nuestra primera pieza juntos, te dije que podia hacer una buena gala -
Edgard. Ese nombre, hace mucho que no hablaba con su amigo imaginario. Jotun dijo que al estar mucho tiempo sola, su hermana hizo un amigo imaginario para pasar el rato.
- Fue muy bello, pero tenemos que regresar -
Dijo mientras la tomaba con cuidado de las manos y la guiaba de regreso a paso lento. Agradecía que no haya nadie para que las vea, normalmente todos se burlan de la condición de Brunhild llamándola niña loca o retrasada.
- ¿Regresar? -
- Si, regresar -
- ¿Jotun me espera? -
- Si, Jotun te espera -
- ...No quiero ir con el... quiero ir a casa -
- Por eso vamos, donde esta Jotun esta nuestra habitación, casi nuestra casa -
- Pero en mi casa no hay serpientes, solo aves -
- Tu eres el ave de la casa ¿no lo recuerdas? Eres la pequeña búho -
- Si... soy de ahí... ¿podemos ir a casa? -
- Por supuesto... pero debe venir Brunhild -
-.... -
- ¿Puede venir Brunhild por favor? Necesito que regrese a casa -
Y como si fuera magia, Brunhild nuevamente abrió los ojos viendo a Ymir llevándola de la mano.
- Lo hice de nuevo? -
- Si, pero fue muy poco -
- ¿Te hice pasar vergüenza? -
- No había nadie -
- Que bueno -
Suspiro de alivio la chica de bellos y cansados ojos lila.
Odiaba cuando le pasaba eso, siempre terminaba en horribles situaciones y Jotun la terminaba dandole muchos medicamentos casi para matar a alguien y encerrada en su habitación por días.
- ¿Dónde fuiste esta vez? ¿Lo recuerdas? -
- No,... no mucho... esta vez era un bello salón de baile, yo llevaba un lindo vestido y... -
- ¿y? -
- cumplía una promesa -
- ¿Qué promesa? -
- ... no lo se ... simplemente lo olvide... -
La niña bajo la cabeza y sus ojos se dirigieron a su dedo izquierdo mirando esa cicatriz en ella.
La cicatriz de un anillo que reclamo su lugar en él.
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Holis :3
Llevo tiempo esperando poder publicar y terminar de escribir esto :D
¿Qué les pareció?
¿Teorías? Porque se que esto dejará muy confundidos a muchos
Brunhild y K son las que más mal están de la cabeza, de Brunhild se dan una idea, pero de K UUFFF esa madre si está bien rota.
Pero lo verán próximamente :3
Sin más cuídense y nos vemos luego mis leyendas
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