Epilogo: La Vida en el Ejército
Con su puntero golpeó fuertemente el mapa de Mobius que yacía pegado sobre el muro de concreto, alertando a todos en la sala. Una intensa mirada se dirigió a todos los presentes quien se estremecieron bajo la misma. Llevaban buscando a Eggman ocho meses para ese entonces y él parecía lograr escabullirse de ellos frente a sus narices. Scrap Brain no había sido más que otra decepción y el juego al gato y al ratón había iniciado de nuevo, sin embargo, gracias a la colaboración del nuevo Almirante de su sector Sonic había podido reunir más soldados para poder dar con el paradero de Eggman de una vez por todas. Lo detendría a cómo diera lugar.
–¡Tails! – llamó el erizo azul para que éste se tensara ante su mandato –¡Haz un recorrido geográfico por el área de Rail Canyon! – ordenó para apuntar al área en el mapa –Busca anomalías eléctricas o cualquier indicio de anormalidades en el área, no podemos dejar nada al azar.
–Pero Comandante– murmuró tímidamente el zorrito, tragando pesado –Ese recorrido que menciona yo ya...
–¡Pues hazlo nuevamente! – interrumpió Sonic molesto haciéndolo callar de golpe –¡Es imposible que él se haya desvanecido de la faz de la tierra! – explotó sulfuroso.
–Comandante, estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos – intervino la gata de ojos color oro –No es necesario...
–¿Te he concedido la palabra? – le cortó bruscamente a la felina lila, quien le desvió la mirada para quedar en silencio nuevamente. Como todos en el recinto. –No me interesa sus excusas, necesitamos encontrarlo a la brevedad posible. No queremos que se repita el incidente de la luna ¿o sí?
–¡No mi comandante! – exclamaron todos los presentes al unísono.
–Bien– asintió complacido para refrenar su obvia molesta, soltando un suave suspiro –Capitana Rose – llamó para que la eriza, quien se había mantenido al margen, alzara la mirada al ser llamada –Tu escuadrón estará encargado de revisar el Cuadrante B – le indicó señalando el mapa –Haz énfasis en el área sur de esta región– pidió, provocando que Amy le frunciera el ceño, disconforme por su mandato –¿Algún problema, soldado? – cuestionó desafiante al notar la mirada de ella.
–A decir verdad, sí– respondió caminando hacia él y detenerse frente al mapa –Ves esto– dijo señalando con un dedo una pequeña isla remota –Ese lugar es la Isla conocida como The Lost Paradaise conocida por su alta actividad volcánica y minerales preciosos, una locación tentadora para nuestro objetivo– puntualizó con un dejo de petulancia –Es por eso que necesita ser explorada– dijo cual comando para voltear a ver al erizo azul quien no se miraba particularmente feliz por su actitud soberbia, la cual ignoró ella –Te he pedido cientos de veces que me permitas...
–Y te he dicho que no cada una de las veces– le recordó Sonic sin permitirle terminar, cruzando sus brazos sobre su pecho, irritado.
–¡Déjame intentar! – exigió Amy molesta provocando que el erizo azul frunciera el ceño ante su actitud –¡Yo puedo...
–No– espetó empezando a perder la paciencia.
–¡¿Por qué no puedes ver la importancia?! – cuestionó iracunda provocando que todos en la habitación abrieran sus ojos con desconcierto por la actitud impertinente de la eriza, una que podría costarle algo más que un sermón bien ganado. Las miradas expectantes de todos se dirigieron al erizo azul, quien mantenía aquella expresión dura en su rostro. Un silencio penetrante cayó sobre ellos y un ambiente de tensión se acrecentó velozmente –¡No podemos dejar cabos sueltos, es necesario! – sostuvo la eriza.
Sonic soltó un suspiro imperceptible ante la posición demandante de ella.
–De acuerdo– asintió, ocasionando que una sonrisa se empezara a formar en el rostro de ella –Capitán Knuckles– llamó de pronto provocando que el equidna se tensara al ser nombrado –Irás a The Lost Paradaise para buscar cualquier pista sobre Eggman.
–¡¿Qué?!– vociferó Amy volteando a ver al equidna de forma instintiva con una mirada fulminante, quien tragó pesado ante la misma. La eriza regresó sus ojos a su comandante, quien mantenía aquella expresión estoica e insensible, haciéndola rabiar –¡Pero yo fui quien...
–¿Has comprendido? – ignoró Sonic para dirigir su atención al equidna.
–S-Sí, comandante– asintió Knuckles con la cabeza de forma febril.
–Bien, lo demás ya saben que hacer– habló Sonic regresando su mirada a la eriza quien mantenía una rabía contenida en sus orbes esmeraldas –Los espero mañana a las 400 horas para entregarle los mapas de los territorios a recorrer – dijo dándole la espalda ignorando su obvio enfado y caminar de regreso a su escritorio –Pueden Retirarse– ordenó sin más.
–Sí comandante– dijeron todos los presentes al unísono, todos a excepción de Amy.
Todos se levantaron de sus asientos dirigiéndose a la salida de manera ordenada murmurando entre ellos según se retiraban.
–Debo de repetir toda mi investigación otra vez– soltó por lo bajo el zorro con un dejo de cansancio en su voz. –Me llevará semanas entregar otro informe, es un basto terreno – dijo quejumbroso.
–No te quejes, te fue mejor que a Amy– dijo Knuckles quien caminaba a su lado –Él comandante parece realmente disfrutar de hacerla enojar – mencionó recordando la última mirada que ella le había dado, estremeciéndose ante el recuerdo –Y esa mujer enojada es peor con los mismísimos demonios del inframundo – puntualizó para sentir como lo empujaban bruscamente al alguien pasar a su lado –¡Oye, cui... – enmudeció al ver que se trataba de la eriza rosa.
Amy lo volteó a ver con una expresión de pocos amigos en su rostro, deteniendo su marcha junto al equidna.
Tails vio la expresión sulfurosa de ella, una que había aprendido a conocer y temer; como todos en la milicia. Vio de reojo al equidna rojo, quien en su rostro se distinguía una mirada de temor, después de todo, esa había sido la misma eriza que le había dado la paliza de su vida tan sólo un mes atrás en los entrenamientos obligatorios que Sonic había impuesto. Amy no era una mujer a quien querías hacer enojar.
–Amm... Hablamos luego Knuckles– se despidió Tails febrilmente para ver con cierta lastima a su amigo. –...Recuerda que aún lo necesitamos en una pieza Amy– le susurró Tails a la eriza según como la pasa de largo para escucharla resoplar molesta.
Eso no terminaría bien.
–Oh... Amy– habló Knuckles con una sonrisa nerviosa viendo como los demás seguían de largo desviando su mirada de la eriza, sintiéndose abandonado por su propia cuadrilla. –Escucha, no tomes personal lo de la misión, eso...
–Esa era mi misión– masculló sin quitarle de encima sus ojos de encima, uno que parecían acuchillar su alma con cada segundo que se mantenían clavados en los ojos violetas de él –No vengas a mí a decirme que...
–Capitana Rose– irrumpieron lo que seguramente hubiera conducido a un encuentro en el ring por el derecho a la misión. Ambos voltearon a ver a sus espaldas divisando al erizo azul con una expresión seria –Acércate, tenemos que hablar– ordenó.
Knuckles soltó un suspiro de alivio para regresar su mirada a ella, quien endureció su expresión.
–Lo hablaremos después, hasta luego – dijo velozmente para iniciar su marcha tan lejos como fuera posible.
Knuckles caminó lejos del salón de reuniones, no quería pensar en qué le haría al comandante, pues esto había sido por mucho algo persona para ella. La relación entre ambos siempre había sido bastante tensa desde que él se había unido a la escuadrilla de Sonic. Los roces entre ellos eran más serios que con ningún otro miembro de los G.U.N. Por lo general Amy perdía la paciencia ante las ordenes muchas veces injustas hacia ella. Sonic la trataba más duramente que a ninguno de ellos y las recompensas eran casi nulas; y a pesar de ello, parecía ser el único capaz de poder lidiar con la eriza rosa.
Amy lo vio perderse velozmente junto a sus compañeros para cumplir con las ordenes de su comandante, dejándolos a solas. Bufó molesta para así caminar sobre sus pasos con una mala actitud, deteniéndose a una distancia prudente de él cruzando así sus brazos sobre su pecho con una actitud llena de altanería.
–¿Qué? – espetó Amy despota –¿También le quieres dar mi vehículo todo terreno a Knuckles o eso es sorpresa para la siguiente reunión?
Sonic soltó un pesado suspiro suavizando sus facciones. Caminó hacia ella notando la ira que brotaba de su cuerpo.
–Escucha...
–¡No, tú escucha! – bramó iracunda para apuntar su dedo índice al pecho del erizo azul deteniendo su marcha –¡Tengo las mismas o incluso más capacidades que ese cabeza de nudillo para...
Sonic la tomó de la cintura con un veloz movimiento atrayéndola a él. Sus brazos la aprisionaron fuertemente pegando su cuerpo al de él. El erizo azul esbozó una sonrisa traviesa viéndola con picardía, ocasionando que un tragó pesado recorriera su garganta, y un intenso rubor cubriera sus pálidas mejillas ante la cercanía. Su ritmo cardiaco se disparó de pronto sintiendo como su cuerpo temblaba nervioso bajo sus masculinas manos.
–¿Te he dicho lo linda que te ves cuando te enojas? – le susurró en grave voz.
–N-No intentes cambiar el tema– habló avergonzada colocando ambas manos sobre el pecho de él en un intento de tomar distancia.
–¿Yo? ¿Cambiar el tema? Para nada– dijo divertido para aprisionarla con más fuerza provocando que las fuerzas de ellas cedieran.
Él le dedicó una sonrisa galante, sintiendo su rostro enardecer al igual que sus orejas. Amy sintió su cálida respiración sobre su piel, estremeciéndose ante el contacto.
Frunció el ceño para empujarlo tan fuerte como pudo y así romperse de su abrazo que sabía que no pretendía más que distraer su atención al problema actual.
–Hablo en serio Sonic– retomó dándole la espalda en un intento de no caer en su sonrisa galante –¿Por qué no puedo ir a The Lost Paradaise? ¿Aún dudas de mis habilidades? – preguntó dolida.
Sonic soltó un suave suspiro ante sus palabras para restregar sus ojos con suavidad. Era obvio que no podría evadir esta pelea, esta vez no.
–Confío en ti, Ames– soltó suavemente –Es sólo que ese lugar...– murmuró para ver de reojo el mapa.
The Lost Paradaise era una de las islas más peligrosas de ese lado del océano, de por sí llegar al lugar era una odisea en sí misma y eso significaría que ella se iría meses antes de poder contactarse con él o cualquiera de ser el caso, pues un extraño campo electromagnético en la zona freía cualquier equipo de computo. Sonic sabía que las posibilidades de que Eggman estuviera ahí eran altas y mortales. No quería propiciar una excursión que pudiera costarle más soldados, mucho menos si significaba exponerla a ella a un peligro en su opinión innecesario. Knuckles era el miembro más fuerte de todo su escuadrón y él más familiarizado con ese tipo de terreno, él sabía que si alguien podía salir con la menor cantidad de bajas posibles sería él.
–Prometiste que no me tratarías diferente– habló la eriza captando su atención nuevamente.
–No lo hago – respondió veloz a su acusación –, pero The Lost Paradaise es una trampa mortal, no puedo exponerte a...
–¡Puedo cuidarme sola! – bramó para voltearlo a ver iracunda –¡No necesite de tú protección antes en Scrap Brain y no la necesito ahora! – le recordó –¡Simplemente admite que no confías en mí!
–¡¿Quieres que lo admita?! ¡Bien! – exclamó Sonic molesto por igual –¡Yo no quiero que vayas porque sé que no podré soportar la idea de verte partir de nuevo! – confesó, enfriando el enojo de la eriza rosa.
Un intenso rubor se pintó en las mejillas de ella, ocasionado que él le desviara la mirada al acto por sus palabras desmedidas. No estaba acostumbrado a expresar sus emociones, en especial con respecto a lo que sentía por ella; una broma ligera era mejor que una exposición directa de sus sentimientos.
–Pero sí tanto significa para ti...– continuó dándole la espalda sin poder encararla. –Haré los ajustes para... – Sonic calló de golpe al sentir sus pequeñas manos rodearlo por detrás.
Amy lo abrazó por la espalda, recostando su cabeza suavemente sobre la misma, provocando que un suave rubor se pintara en las mejillas del erizo azul ante la muestra de afecto inesperada.
–Gracias– le susurró ella afianzando su agarre. Sonic soltó un suspiro de resignación, asintiendo en silencio –Aunque sabes...– continuó ella con una dulce voz –Ya que es un lugar tan, ammm...– pausó un momento para buscar el adjetivo correcto –Incierto – dijo al fin, eso sonaba mejor que mortal –El comandante a mi cargo debería de ir conmigo, ya sabes, para poder evaluar adecuadamente mi desempeño.
Sonic la vio de reojo para que la eriza lo viera con una mirada cómplice. Una sombra de sonrisa se pintó en sus labios ante su propuesta; sujetó su muñeca con suavidad para halarla hacía él y envolverla en sus brazos nuevamente quedando frente a frente.
–¿Eh? ¿Eso crees? – le murmuró juguetón.
–Hmph, de esa manera no volverán a dudar de mis habilidades– dijo cual reclamo con un mohín de molestia.
–¿Qué? ¿Aún sigues molesta? – inquirió divertido, para que ella hiciera un puchero infantil en forma de respuesta.
Sonic recorrió su espalda con sus manos lentamente acariciándola con delicadeza. El cuerpo de la eriza se estremeció ante sus caricias provocando que ella lo volteara a ver al instante, alarmada. Una sonrisa llena de picardía se pintó en sus labios, relamiéndolos con diversión. Con la yema de sus dedos acarició su brazo suavemente hasta llegar a su hombro descubierto y dibujar pequeños círculos en el mismo. Amy estremeció bajo tan sutil caricia, resistiéndose a mostrar cualquier mohín diferente a su falso enojo.
Sonic besó dulcemente su hombro provocando que un suspiro se escapara de los labios de la eriza.
–¿Qué tal ahora? – preguntó el erizo con una voz ronca.
–S-Sonic...– apenas logró decir la eriza para sentir como besaba suavemente su cuello soltando un gemido inaudible, sonrojándose intensamente ante el sonido que acaba de salir de sus labios –D-Detente– pidió sintiendo sus piernas empezar a flaquear.
Sonic la empujó contra la pared de concreto acorralándola para verla con una mirada encendida. Colocó su rodilla en medio de sus piernas evitándola de por moverse pegando así todo su cuerpo contra el de ella, para así buscar sus labios con ímpetu y besarlos con hambre.
–B-Basta...– lo decir separando su boca de la de él. Su respiración yacía acelerada y su cuerpo empezaba a encenderse. El erizo obvió su petición para hacer un camino de besos cortos desde su barbilla para dirigirse a su cuello nuevamente –...A-Alguien puede... puede...– intentó decir cuando sintió su lengua recorrer su cuello, soltando otro gemido, tapando así su boca al instante, enrojeciendo de la vergüenza.
Las manos inquietas de él se adentraron debajo de su camiseta para que ella abriera los ojos de golpe. Un calor en su vientre se esparció por cada rincón de su cuerpo, el cual yacía aprisionado bajo el de él sintiendo como éste encajaba perfectamente en el suyo.
–¿Aún sigues molesta? – le preguntó Sonic con una voz ahogada mientras acariciaba su pequeña cintura para subir lentamente...
–¡E-Esta bien, está bien, todo queda perdonado! – chilló al cielo con desespere sintiendo como empezaba a perder el poco juicio que le quedaba.
Sonic se detuvo de golpe. Amy dirigió su mirada avergonzada a él, un tanto sorprendida, pues no pensó que fuese a detenerse. El erizo tomó lentamente distancia de ella viéndola con una sonrisa libidinosa.
–¡Ya es suficiente! – se quejó ella para empujar con un par de manos resistentes a la distancia que pretendía crear –¡¿H-Has perdido la cabeza?! – regañó abrazando su pecho y juntando sus muslos con fuerza, sintiéndose abrumada por el mar de emociones que había despertado, pero por sobre todo, acalorada e inquieta –Afuera está...
Sonic sujetó su cabeza para atraerla hacia él sintiendo sus labios besar apasionadamente los suyos, obligándola a callar. De nuevo un intenso sonroje bañó sus mejillas de carmín. La lengua de él buscó la suya dándole ella entrada y así un tanto resistente, cerró sus ojos dejándose llevar, perdiendo cualquier aire de lucha u oposición.
Sonic la soltó de golpe para tomar distancia. Unos ojos cristalinos lo vieran atentamente, casi suplicantes. Un hermoso rubor cubría su expresión de vergüenza y una respiración agitada le hizo saber que había logrado su cometido.
–No vuelvas a desafiarme frente a mis tropas– amenazó el erizo azul para dar media vuelta y caminar de regreso al escritorio detrás de ellos.
Amy tenía una expresión abochornada en su rostro lanzando su mirada a sus pies, incapaz de moverse. En los últimos años ella había aprendido a lidiar con otros soldados, en especial con aquellos que la miraban de menos por ser mujer. Era fuerte, autosuficiente y no aceptaba estupideces de nadie. Su carácter tosco se había formado para poder lidiar con cualquiera que la viera de menos y si era necesario darles la paliza de su vida; esa era la vida en los G.U.N, un juego de supervivencia y dominancia, uno que había aprendido a jugar a la perfección y eso la había llevado a donde estaba, uno en donde imponía su voluntad por sobre cualquiera... excepto cuando se trataba de Sonic, quien la hacía sentir nuevamente como aquella niña torpe e indefensa que había entrado a la organización hace seis años atrás bajo el nombre de Amus.
–S-Sí... señor– masculló sin poder dirigirle la mirada.
Sonic paró en seco, volteándola a ver al acto; era la primera vez que la escuchaba decir esas palabras en años, desde su vida como cadete bajo su mando años atrás. Chasqueó su lengua dibujando una sonrisa libidinosa sobre sus labios. Regresó sobre sus pasos provocando que ella alzara la mirada y así sentir como él la cargaba de pronto por las piernas, exclamando un grito de sorpresa ante tal acción, para acto seguido sentarla sobre el escritorio de madera lanzando todos los papeles del mismo al suelo.
–¡¿So...
Sus labios la silenciaron de nuevo, sin darle oportunidad de reaccionar. Amy sintió como el peso de él empezaba a colocarla de espaldas sobre el escritorio de caoba. Soltó un suspiro de placer sintiendo las manos de él recorrer sus muslos con desesperación mientras la besaba hambriento de ella.
–Maldita sea...– masculló el erizo azul para buscar sus labios de manera hambrienta. –Amo que me llames así – dijo entre suspiros.
Amy esbozó una sonrisa divertida ante el obvio deseo que ahora lo recorría, parecía que no había sido la única en caer en sus más bajos instintos. Aprisionó sus piernas en la cintura de él, ocasionando que un gemido saliera de sus labios ante la acción ella. Una mirada sugerente por parte de ella lo hizo perder el poco autocontrol que había intentado mantener.
–¿Alguien ha visto al Comandante Sonic? – escucharon ambos decir en las afueras del recinto, provocando que él se detuviera de golpe.
–¿Ese es...– murmuró Amy al reconocer el tono de voz.
–Debes de estar bromeando...– masculló irritado.
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–¿Dónde se encuentra el comandante de tu escuadrilla? – preguntó el erizo negro al ver un zorrito caminar con varios cachivaches encima.
–¡Almirante Shadow, señor! – saludó nervioso el zorro –Creo que aún se encuentra en el salón de reuniones, señor.
–Bien – asintió para ver el salón a unos cuantos metros de ellos y dirigirse al lugar.
Se abrió paso al salón, ahora vacío, y al fondo del mismo ver a Sonic y a la eriza rosa recoger varios papeles que yacían en el suelo. Shadow se acercó a ellos un tanto extrañado por la particular escena.
–¿Qué pasó aquí? – preguntó el erizo negro, curioso.
–Nada – respondió el erizo azul sin interés –Una corriente de aire vino a alborotar las cosas por aquí, es todo.
–Te dije que cerraras las ventanas – reprochó duramente la eriza rosa para terminar de acomodar las últimas hojas sobre la mesa.
–Hmph, ¿debo de recordarte tu lugar de nuevo? – amenazó Sonic con una sombra de sonrisa.
Amy le desvió la mirada al acto, ruborizándose tenuemente para negar sutilmente con su cabeza.
–Eso pensé– dijo para ponerse en pie –Y bien, almirante – llamó juguetón dirigiendo su mirada a su hermano –¿A qué debo el honor y la inoportuna interrupción? – preguntó con un dejo de reclamo en su voz.
–Es sobre tu más reciente encargo – dijo para admirar discretamente el mapa al fondo del lugar –Acompáñame, tengo información que podrá serte de utilidad sobre el paradero de Eggman.
Sonic asintió para verlo darle la espalda y empezar a caminar fuera de ahí. No importaba donde se encontraban, Shadow parecía siempre encontrar la manera de ser una molestia, incluso sin intención lograba echar a perder sus momentos de gozo. Soltó un suspiro de pesadez para luego observar de reojo a la eriza, quien se estremeció bajo su mirada.
Inició su camino para seguir al erizo negro, pero no sin antes susurrarle:
–...En mis aposentos esta noche, no llegues tarde – advirtió con una voz ahogada.
Amy asintió suavemente sin poder encararlo, pues el obvio sonroje de su rostro delataría todo lo que pasa ahora por su mente.
–¡Andando! – la voz de Shadow sonó cual estruendo.
–Sí, sí – dijo Sonic para colocar sus manos detrás de su cabeza y continuar su camino alcanzándolo al fin –Ahora que lo pienso ¿no me debes una cerveza? – preguntó divertido.
–¡Ya te dije que...
Los vio perderse por la puerta escuchando a la distancia los reclamos del erizo negro. Una sonrisa se pintó en sus labios ante la adorable escena, una que le recordaba por qué se había enamorado de él en primer lugar.
Amy se recostó sobre aquel escritorio, aún sintiendo su corazón tamboritear con fuerza. Ambos habían mantenido una relación secreta de todos, o de casi todos, a excepción de Blaze, los demás soldados no estaban al tanto de su relación con él. Ni siquiera sus más allegados o familia; pero esa había sido una de las condiciones de él. Todo sería un secreto y actuarían acuerdo a su cargo para evitar cualquier sospecha, un juego que empezaba a ponerse tedioso.
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Los grillos cantaban su melodía en la noche que los cubría en su seno en un momento de paz y serenidad, o así fue hasta que un molesto sonido rezumbó en sus oídos. Sonic dio manotazos al aire en un intento de apagar el infernal aparato hasta que éste dejo de sonar. Había cerrado los ojos no hace más de una hora y no tenía ánimos de levantarse, no todavía.
Sonic sintió un suave cosquilleó en su oreja, la cual se sacudió cual acto reflejo enroscándose aún más entre las sabanas.
–Hey...– escuchó decir en un suave suspiro –Tienes que levantarte, tú nos citaste a las 4 de la mañana ¿recuerdas?
–Cinco minutos más – murmuró somnoliento, sin voltearla a ver.
Amy lo vio divertida, era como lidiar con un niño pequeño. Recorrió delicadamente sus manos sobre su espalda desnuda para abrazarlo suavemente por detrás pegando su cuerpo junto al de él, sintiendo el calor que él emanaba. Hubiera dado lo que fuera para poder quedarse con él en la cama todo el día, pero sabía que eso era imposible, no recordaba cuándo había sido su último día libre desde que había iniciado su trabajo en los G.U.N. ¿acaso ellos tenían días libres?
–Vamos – pidió dulcemente, sin respuesta.
Amy bufó ante su falta de respuesta, para luego pintar una sonrisa traviesa en su rostro ante una idea. Pegó su pecho desnudo contra el cuerpo de él y así besar en cortos besos su espalda, para que él se tensara al sentirla contra su piel, despertándolo al acto.
Sonic se volteó para que sus ojos se toparan con los de ella. Amy le dedicó una pequeña sonrisa a lo cual él respondió con un corto beso en los labios.
–Hola– dijo ella con una suelta sonrisa –Por fin despiertas.
–Acabamos de cerrar los ojos– se excusó él para envolverla en sus brazos sintiendo su pequeño cuerpo abrazar el suyo. La mejor sensación del mundo –Pero ya que estamos despiertos, podríamos, ya sabes, hacer...
–No– espetó ella severamente rompiendo el abrazo en el que se había envuelto –Es hora de empezar el día – dijo sentándose sobre la cama de sabanas revueltas –Tú y tus grandes ideas de iniciar al despertar el sol – habló para soltar un bostezo –Así que...
Amy sintió como él la tomaba por la cintura para lanzarla nuevamente a la cama, posicionándose sobre ella, con una sonrisa maliciosa. Sus mejillas se pintaron de carmín para admirar al erizo azul, quien ahora la observaba con una mirada llena de picardía.
–¿Es que tú no te cansas? – preguntó Amy con un dejo de falsa molestia, desviándole la mirada.
–No de ti – dijo para besarla suavemente, beso que fue correspondido por la eriza.
La alarma sonó nuevamente, captando la atención de ambos. El reloj marcaba veinte para las cuatro. Sonic soltó un pesado suspiro, dejándose caer a su lado y lanzar su mirada al techo. Esa había sido la primera noche juntos en varios meses, gracias a su interminable búsqueda del hombre más buscado en el mundo.
–Odio a Eggman – masculló Sonic irritado frunciendo el ceño.
–¿Acaso no todos? – respondió ella divertida para apoyarse sobre su pecho desnudo y verlo con dulzura
–Supongo – soltó con pesadez.
–Sabes...– continuó ella para que una expresión de vergüenza se dibujara en su rostro ante lo que diría a continuación – Se me ocurrió una idea hace poco, ¿has pensado en fugarte? – preguntó Amy captando la atención del erizo azul –Como antes– le recordó –Como cuando íbamos al bar o las villas cercanas... ya sabes... Un lugar para tener una cita normal – completó ruborizándose por la propuesta.
–¿Normal? – repitió Sonic divertido –¿Qué me dices de esto? – inquirió juguetón –O la tarde en el armario de escobas, eso sin duda fue algo romántico ¿no crees?
–¡Hablo en serio Sonic! – reprochó con un puchero infantil, provocando que él riera por lo bajo –Quiero una cita donde pueda usar un hermoso vestido – murmuró con un dejo de vergüenza en su voz –En un restaurante donde pueda sostener tu mano– dijo con cierto desánimo para entrelazar sus dedos con los de él –En donde pueda besarte si así lo deseo, sin escondernos... ¿sabes?
–Hmm– asintió él con un mohín un poco más serio –Lo sé – respondió.
Recostó su cabeza en el pecho de él para que Sonic acariciara su cabellera revuelta con dulzura, en un silencio que hablaba por sí mismo. Amy soltó un suave suspiro prestando atención al corazón del erizo, uno con un ritmo un poco más rápido de lo normal.
–... El cumpleaños de mi hermano será pronto– lo escuchó decir para que ella alzara su mirada al rostro de él, uno que yacía escondido en la penumbra de aquella noche estrellada –Cada año mi padre le hace una ridícula fiesta e invita a toda la organización... ya sabes, algo de sociedad.
–Oh, no tenía idea– murmuró un tanto extrañada por la información que él ahora compartía.
–Sí...y pensé...– silenció por unos segundos, ahogándose con sus palabras –Que tal vez te gustaría venir... ya sabes... como mi novia– completó tragando pesado.
Amy alzó la cabeza viéndolo con sorpresa. Sintió sus mejillas sonrojarse con intensidad ante sus palabras, pues si bien ellos mantenían una relación jamás habían hablado de qué eran el uno para el otro, mucho menos de presentarse a la familia o peor aún, exponer su relación en la organización.
Sonic mantenía su mirada tan lejos de ella como le fue posible, sintiendo sus mejillas arder con la intensidad de mil soles. Podría jurar que incluso en esa oscuridad su rubor podría verse a simple vista.
–... Sí– la escuchó decir para voltearla a ver al acto –Me encantaría – asintió con sus ojos inundados en lágrimas y una amplia sonrisa.
–¡¿A-Amy?! – soltó alarmado ante las emociones desbordadas de la eriza.
–Lo lamento – dijo secando las lágrimas rebeldes con su mano –Es sólo que... me siento tan feliz en este momento.
Sonic la vio con ternura para abrazarla dulcemente, siendo correspondido por ella.
–Yo también – le susurró con un dejo de vergüenza en su voz.
La alarma sonó nuevamente, alarmándolos a ambos y notar que tenían 5 minutos para llegar a la reunión.
–¡Maldición! – gritaron al unísono y de un brinco ponerse en pie.
Sonic tomó sus pantalones junto a la playera de ella y así lanzársela en el aire para que ella la atrapara en el aire colocándosela con rapidez. Amy le pasó sus botas en un lanzamiento para él atrapar una en cada mano, obligándola a sonreír. Cada vez su rutina para alistarse era mejor. Sonic se colocó su playera blanca y así alcanzar los pantaloncillos de ella mientras Amy buscaba su cepillo de dientes cepillándolos con avidez terminando de vestirse; el erizo la imitó, cepillando sus dientes en dos segundos, mientras corrían de un lado a otro en un vals caótico para arreglarse en menos de dos minutos.
–¿Lista? – preguntó el erizo amarrando sus botas.
–Lista – asintió Amy terminando de hacerse su coleta alta.
Sonic estrechó su mano para que ella le sonriera amenamente.
–Andando– dijo él para afianzar su agarre y así abrir la puerta.
La vida les había dado un giro de 180 grados y sabían que los retos delante de ellos sólo prometían ser aún más desafiantes, pero realmente no importaba. No mientras estuvieran juntos.
Fin
¡No se imaginan el amor que brota de mí en este momento! Cuando me pidieron este epilogo, la verdad no estaba segura sobre qué podría tratar, por esa razón no lo había hecho, hasta que la inspiración vino a mí. Retratar su vida juntos en la milicia y los desafíos ahora como pareja. Lo ame.
En fin gracias a todos los que le han tomado tanto amor a esta historia, pues por eso mismo es que este epilogo existe, y para los fanáticos del sonamy no se preocupen, que mi siguiente proyecto ya se está cocinando, un nuevo sonamy que promete muchas sorpresas. Hasta entonces su autora se despide. Kat fuera.
¡GrAcIaS pOr LeEr!
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