Capítulo 4: Decisiones


Sonic entró a los baños para ver al erizo rosa tirado sobre el piso envuelto con su cuerpo completo en una toalla sobre el piso. Arqueó una ceja para ver la regadera aún encendida y un rastro de agua desde la misma hasta donde él yacía con una expresión de espantó en su rostro.

–Pero qué rayos...– murmuró confundido por las acciones del erizo rosa quien se cubría fervientemente. –Sé que lamentaré preguntar esto pero... ¿Está todo bien?

–¡¿Bien?! ¡Más que bien!– exclamó con nerviosismo y una sonora risa nerviosa.

–Sí, como sea– dijo Sonic restándole importancia al extraño erizo, y así, deshacerse de sus botas y pantalones militares. Había sido un día largo y sólo quería una ducha fría.

–¡¿Pero qué haces?!– escuchó Sonic gritar al erizo rosa con espanto para voltearlo a ver confundido por su atípica reacción mientras terminaba de quitarse el último vestigio de ropa y quedar al desnudo.

–Bañarme– respondió sin interés y ver el rostro del erizo sonrojarse intensamente para taparse la cara con ambas manos. Sonic frunció el ceño irritado por su comportamiento –¿Qué demonios pasa contigo?– preguntó irascible para caminar hacia él.

–¡NO TE ACERQUES!– gritó tan agudamente que por un momento juraría que había escuchado a una mujer; aunque claro eso no era lo que las mujeres le decían en situaciones como esas. –E-Es decir...– balbuceó para abrazar la ropa que había llevado consigo frente a él casi como un escudo protector y mantener su vista al suelo, lejos de la de él. –Y-Yo ya he terminado...– murmuró nerviosamente –E-Estaba p-por irme– concluyó aún con su rostro de rojo incandescente.

Sonic arqueó una ceja, extrañado ante su conducta. No sabía si indagar más o simplemente regresar a sus asuntos, sin embargo, recordó que este había sido el mismo erizo que había solicitado por un baño y habitación privada, aludiendo dicho comportamiento a ser inhibido al bañarse con otros. Sonic alzó los hombros en señal de desinterés para así dirigirse a las duchas y abrir la regadera para dejarse envolver en las refrescantes aguas, y así mismo, escuchar al erizo rosa correr a toda velocidad fuera del baño.

–¿Cuál es su problema?– se preguntó extrañado con su mirada fija en la salida.

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Amy corrió a prisa a su habitación abrazando aquella toalla como si su vida dependiera de ello, y así encerrarse en la misma, escapando de todos. Su cara estaba tan roja como un tomate y su corazón latía a mil por hora por lo que había presenciado. Ella lo había visto desnudo... había visto por primera vez a un hombre desnudo y había sido al Capitán a su cargo.

–¿Todo bien Amus?– preguntó el zorrito, al cual no le había prestado atención al entrar.

–¡Sal de la habitación!– ordenó molesta para tomar al zorro del brazo y sacarlo casi a rastras.

–¡P-Pero...

–¡Dos minutos!– dijo antes de cerrar la puerta en las narices del zorrito y al fin quedarse a solas, suspirando aliviada al conseguir privacidad absoluta. –No puedo seguir con esta farsa...– murmuró cabizbaja recostando su cabeza sobre la puerta de metal. No llevaba ni la mitad del entrenamiento y no podía pensar cómo podría ocultar su mentira por tanto tiempo

Amy recobró la compostura para así cambiarse rápidamente, y una vez que ocultó su identidad femenina, dejar entrar al zorro, quien tenía una clara expresión de molestia por haber tenido que dejar su habitación de golpe. –No me gusta cambiarme frente a otros– murmuró la eriza en forma de disculpa, a lo que él pareció concordar pues no dijo nada más sobre el tema.

Amy se adentró en las sabanas dándole la espalda al zorrito y aislarse del mundo en un intento de olvidar lo que había vivido y visto hasta ahora. Cerró los ojos para caer dormida casi inmediatamente y así olvidar la pesadilla en la que vivía.

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Las trompetas sonaron estrepitosamente para hacerla despertar amargamente y saber que aún seguía ahí y que tenía un largo camino por recorrer.

¡Todos arriba!– escuchó decir a su capitán a las afueras de su habitación mientras su vista se mantenía fija en el techo mohoso del lugar –¡Los quiero a todos en el comedor en dos minutos!

–Iré a bañarme– habló Tails levantándose velozmente y tomando sus cosas, para que ella dirigiera su mirada hacia él –Te dejaré solo para que te cambies.

–Gracias...– respondió ella con desánimo sentándose en el borde de la cama.

–¿Te sucede algo Amus?– inquirió Tails deteniendo su carrera para ver al erizo rosa con una expresión de consternación.

–Es sólo que...– calló al sentir un nudo en su garganta nuevamente –, no creo poder seguir aquí– confesó para que sus ojos se llenaran de lágrimas. Amy no entendía cómo los hombres podían ocultar sus sentimientos todo el tiempo mientras que ella lo único que quería hacer era llorar todos los días.

–Mi padre me obligó a venir aquí– habló Tails de pronto para sentarse sobre su cama y soltar un pesado suspiro –Dijo que un hombre debería de hacer cosas como estas y no...– calló de pronto para que la tristeza invadiera su mirada. –Tampoco es fácil para mí...– musitó cabizbaja.

–¿Tú qué quisieras hacer si pudieras elegir?– preguntó Amy secando sus lágrimas acumuladas con su antebrazo.

–¡Ser un gran inventor!– exclamó con alegría –Creo que yo serviría más como apoyo que dentro de la acción ¿me entiendes?– dijo con una sonrisa apenada –Así que una vez que complete este absurdo entrenamiento me dedicaré a lo que más me gusta.

–Suena bien– asintió ella, de alguna manera aliviada de no ser la única fuera de lugar –Conmigo es diferente... creo que desertaré hoy– confesó al fin –No soporto seguir pretendiendo algo que no soy.

–Si eso es lo que deseas supongo que no hay nada más que decir– respondió Tails para ponerse en pie, sabiendo que el tiempo seguía corriendo –Deberás de hablar con el Capitán Sonic, hazlo en el comedor.

–Sí... gracias.

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Llevó en su bandeja lo que parecía avena de más de un mes, un pedazo de pan seco y algo muy parecido a un plátano. De alguna manera se sentía aliviada que esto sería lo único que debería de soportar. Amy se dirigió a una de las bancas vacías para comer en lo que lograba hablar con el Capitán, sin embargo, ésta fue ocupada inmediatamente por otro recluta que le sonrió malicioso, dándole a entender que lo había hecho a propósito; Amy le frunció el ceño con disgusto para así restarle importancia y dirigirse a otra banca vacía, pero antes que pudiera sentarse obtuvo el mismo resultado de la última vez, sintiendo una mirada intensa por parte de todos los reclutas que yacían sentada sobre ésta, haciéndola sentir insegura de pronto.

–¡Hey, tengo una idea!– dijo un recluta de aspecto intimidante en la mesa –¿Por qué no te sientas junto a la basura?– señaló un equidna rojo burlesco –Me parece que se llevarían bien, ¿No lo crees rosadito?

Amy frunció el ceño molesta para tomar su bandeja y alejarse de la mesa que ahora reía fuertemente ante la mala broma. Ya era bastante malo tener que soportar el entrenamiento y ahora además debía de soportar la burla de sus compañeros; eso era todo, iría a buscar al erizo azul y saldría de ese lugar en ese mismo momento, o esa era su intención cuando sintió como alguien le metía zancadilla y escuchar entre risas: –¡Perdedor!– mientras caía. Amy cerró los ojos al ver el suelo acercarse cuando un agarre firme la impidió de caer. Levantó la mirada para toparse con unos ojos color carmín observarla con detenimiento, sintiendo como le robaban el aliento. Era él, era Shadow the Hedgehog.

Shadow la levantó casi de golpe para soltarla rápidamente haciéndola tambalear aún con su bandeja en mano. Una encuentro bastante diferente al último que habían tenido, aunque claro, antes la había visto con un hermoso vestido.

–¡Comandante!– escuchó decir por parte del erizo verde quien lo saludaba con un saludo militar.

–¿Comandante?– repitió Amy inaudible con asombro para ver su impecable uniforme, en donde una chaqueta con varias medallas sobresalían.

–¿Quién está a cargo de ti?– lo escuchó preguntar para verla fijamente.

–¡Ah!– exclamó Amy con sorpresa sonrojándose intensamente –E-Eh... este...– murmuró nerviosamente sintiendo su corazón latir a gran velocidad viendo lo guapo que el erizo negro se miraba en el uniforme militar. –E-Es... ammm...

–¡Respóndele al comandante!– ordenó Scourge molesto.

–¡S-Sí!– respondió febrilmente para ver de nuevo al erizo negro quien aún la miraba directamente. Amy desvió su mirada a sus pies sintiendo sus mejillas arder, quería responderle, pero las palabras no lograban salir de su boca... como siempre en su presencia. –E-Es... eh...

–Soy yo– dijo al fin el erizo azul entrando por las puertas para caminar hacia donde ellos yacían.

–¿Puedes explicarme por qué demonios este recluta es incapaz de responderme o si quiera de actuar como un soldado?– inquirió Shadow molesto.

Sonic le clavó la mirada para que ella se estremeciera bajo la misma, eso significaría que habría otro castigo por no poder referirse adecuadamente a su comandante. Amy volteó a ver al erizo negro quien mantenía el ceño fruncido.

–¡L-Lo lamento!– balbuceó con una reverencia la eriza y su vista clavada al suelo. Si lo miraba estaba segura que no podría decirle nada. –S-Señor...– completó con una voz temblorosa.

–Estamos trabajando en ello– dijo Sonic para acercarse a ella y colocar una mano sobre su hombro, provocando que ella se reincorporara –Vete– ordenó el erizo azul entre dientes.

–¡S-Sí Señor!– asintió Amy para dar media vuelta y retirarse, pero no sin antes ver una última vez de reojo al erizo negro y esbozar una sonrisa con disimulo.

Caminó rápidamente para salir de la vista de su capitán y observar a Tails sentado a la distancia observando todo como espectador para darle una sonrisa un tanto nerviosa. Amy se dirigió hacia a él cual zona de seguridad, para sentarse velozmente a su lado sintiendo su cara arder.

–¿Te sientes bien?– murmuró el zorro al ver su rostro rojizo.

–S-Sí– asintió nerviosa –Es sólo que...– calló para ver de reojo al erizo negro –Creo que hice el ridículo.

–Vaya que sí– asintió el zorro. –No creo que nuestro capitán sea muy benevolente contigo después de dejarlo en mal.

–¡¿Eh?!– exclamó aterrada. No llevaba ni una semana y seguramente sería el recluta con más castigos en la historia de los G.U.N.

–Aunque supongo que no es realmente algo que debe de preocuparte ya que piensas desistir hoy, ¿cierto?

–Oh...– murmuró para dirigir su mirada al erizo negro quien parecía terminar de darle un sermón a su capitán y caminar acompañado del Capitán Scourge hacia una de las mesas exclusivas de la cafetería. –Eh... sí– asintió embobada para notar como varios reclutas se sentaban en la misma mesa que el erizo negro –¡¿Por qué ellos se sientan con él?!– exclamó con sorpresa.

–Pues los mejores reclutas pueden sentarse en la mesa donde comen el comandante y los capitanes de las cuadrillas– explicó Tails para dar un bocado a su avena fría –Y su comida es mucho mejor a la nuestra, tienen ciertos beneficios.

–¡¿Quieres decir que si soy de las mejores puedo sentarme con él?!– preguntó con su mirada iluminada y una amplía sonrisa.

Tails arqueó una ceja para verlo incómodo por su reacción un tanto femenina para su gusto –¿Las mejores?– repitió sin entender el por qué del pronombre femenino.

–¡Amm! ¡De las mejores cuadrillas!– corrigió velozmente con una risa nerviosa –¿O puedo ser si sólo soy el mejor erizo?– preguntó con una falsa voz grave.

–Es recompensa individual– explicó –Pensé que me había dado a entender.

Amy rió nerviosa para atragantarse con la avena fría que le habían servido. Y ver de reojo donde él yacía comiendo algo que se miraba mucho mejor de lo que él tenía y verlo conversar con una expresión seria a su alrededor. Si ella lograba estar entre los mejores podría sentarse junto a él, y no sólo eso, hablar de chicas y descubrir qué era lo que le gustaba o lo que no, o si había alguien en su vida. ¡Era perfecto! Sólo existía un problema... ella era un asco total.

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El entrenamiento de ese día fue diferente a lo que ella esperaba, si es que podía esperar algo en concreto. Observó lo que le pareció un gimnasio de boxeo, con varios sacos de box pesados, muñecos de entrenamiento, y en el medio, un ring sin cuerdas que lo delimitaran con su propia luz cual escenario.

–Es momento de empezar con el verdadero entrenamiento– habló Scourge de pronto, haciéndola estremecer. Si lo que había vivido antes no era el entrenamiento real esto seguramente debería ser un infierno. –Tendremos peleas constantes así como entrenar sus patéticos cuerpos para generar resistencia– explicó con una sonrisa –Como ya lo sabrán los que han logrado seguirnos el paso– habló dándole una mirada intensa a ella y al zorrito a su lado, haciéndola tragar pesado –Los que poseen las mejores puntuaciones de cada semana tiene el privilegio de poder disfrutar comidas decentes, insumos diversos como cigarrillos y claro está, acceso a internet una vez por semana, entre otros beneficios.

"Eso haría sin lugar a duda mi vida más tolerable aquí..."– pensó animada.

–Aunque los demás ejercicios tienen un puntaje, este sin lugar a duda es el de mayor valor– dijo para señalar con la palma de su mano, el ring frente a ellos –Los combates cuerpo a cuerpo son lo más importante, saberse defender y contraatacar cuando se les ordene es a lo que le damos valor, ¿no es así?– inquirió el erizo verde dirigiendo su vista a Sonic, quien asintió en silencio. –Por esa misma razón, recluta 6002 ¡Al ring!– llamó para que un albatros grisáceo de aspecto intimidante y fornida musculatura. –Sonic, elige ahora tú al rival del mejor de mis reclutas.

–Claro– respondió el erizo azul indiferente –Recluta 3991, al ring– llamó con una mirada intensa.

Amy lo vio perpleja sin poderse moverse de su lugar. Todos a su alrededor dieron un paso hacia atrás dejándola al descubierto. Encaminó su vista al albatros que ahora reía divertido al vislumbrar a su oponente. El miedo la consumió por completo, incapaz de reaccionar hasta que la voz de él resonó por todo el recinto –¡AHORA!– vociferó Sonic provocando que su piernas caminaran a prisa al lugar donde debería de estar. Ambos tomaron un casco protector y unos guantes de pelea que a su gusto pesaban más de lo que protegían, y así, imitó la posición de ataque del albatros frente a ella que lo miraba con una sonrisa triunfante.

–La dinámica es simple– habló Scourge divertido –El primero que no pueda continuar, pierde– explicó con una mirada maliciosa –Peleen.

Sus palabras navegaron con suavidad en el viento cual condena silenciosa y sin poderlo evitar, ella dirigió su mirada al erizo azul, quien la miraba expectante, sabía que ese era su castigo por lo ocurrido en la cafetería; aunque no esperaba que lo olvidara, tampoco esperaba algo que resultaría en algo más que agotamiento físico. Amy regresó su mirada al albatros que con fuerza lanzó el primer golpe para golpear su rostro y así dejar su visión en blanco y su mundo ausente de cualquier sonido excepto de un incesante zumbido para perder el conocimiento. 


Las cosas está por complicarse para Amy, pero la ayuda inesperada e individual de su capitán podrían hacérselo más fácil... o ¿no?  Las cosas en la milicia están a punto de cambiar. Capítulo 5: Acuerdos.

¡GrAcIaS pOr LeEr!

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