Capítulo 3
El estruendoso sonido del despertador me despertó haciendo que maldijera por despertarme tan pronto. Apagué esa irritable melodía y me di media vuelta al lado opuesto a donde estaba esa dichosa máquina. Después de unos segundos, me di cuenta de que tenía que ir a trabajar y no hacerme la remolona para no tener que oír las quejas del comisario.
Al levantarme de la cama y ver que estaba en mi habitación, me hizo muy feliz, pues era un indicio de que no había soñado con esa espeluznante chica que me hacía andar en sueños. Tanta era mi felicidad, que me recorrí el apartamento entero, hasta en los rincones más profundos de éste para poder compartir este sentimiento con Daphne. Después de mirar en todos lados y no verla, me extrañé, ya que era raro que a esas horas de la mañana no se encontrara en el piso, pues era muy temprano para irse a echar currículums por las empresas.
— ¿Daphne? — preguntaba mientras volvía a mirar todo el apartamento pero era en vano, pues no obtenía ninguna respuesta por su parte.
Al no verla, me dirigí hacia su habitación, cabía la posibilidad de que estuviera durmiendo, cosa que me extrañaba, pues siempre madrugaba mucho aunque no hiciera gran cosa pero, siempre se despertaba la primera. Golpeé un par de veces la puerta, al hacer ese gesto mi cabeza empezó a reproducir aquel sonido una y otra vez, pero la única diferencia entre esos golpes y los que se reproducía en mi cabeza era que, los de mi cabeza, se reproducían con un ritmo frenético. En esos momentos me llevé las manos a la cabeza, pues ese sonido hizo que ésta me doliera.
— ¿Daphne? — volví a preguntar acompañado con otros dos golpes a su puerta.
Al no obtener respuesta decidí entrar. No me preocupaba hacer eso ya que había mucha confianza entre nosotras. Al entrar, la vi acostada en la cama. Estaba arropada con sus sábanas, solo se veía su cabeza apoyada sobre la almohada. Rodeé los ojos al verla en ese estado, pues no se había levantado. Seguidamente, encendí la luz y me arrimé a ella para poder despertarla, aunque se me hizo muy raro que no se despertara después de encender la luz ya que ella tenía el sueño muy liviano.
— ¿No crees que es hora de levantarse? — pregunté mientras sonreía al ver que yo era la única persona responsable en el apartamento, aunque fuera por un día. Ya tenía algo más para mi colección cuando sacara algún trapo sucio sobre nuestra convivencia.
De nuevo, al ver que no tenía una respuesta ni una queja de ella, cogí las sábanas y las retiré de su cuerpo dejándolo al descubierto. Al ver aquella escena no hice más que gritar mientras me senté en el suelo causado por el impacto. Su cuerpo estaba ensangrentado por múltiples heridas de arma blanca y, lo que más me llamó la atención, con un hueco en el pecho izquierdo, justo donde se ubica el corazón.
Me quedé en shock en unos instantes, pero pronto pude recuperar la "normalidad" y actuar para poder salvar su vida. Llamé rápidamente a la ambulancia y a la policía, pues podría ser que alguien entrara a robar y puede que el asesino o asesina de Daphne estuviera por el apartamento o en la calle disfrutando de su libertad. En cuanto llegó la ambulancia, los médicos estuvieron tomándole el pulso y, por el tono tan blanco de su piel, no se podía hacer nada, pues llevaba muerta muchas horas. Seguidamente, llegó la policía, concretamente, James para investigar el caso. En cuanto lo vi y, como acto inconsciente, fui corriendo hacia él para abrazarle. Sin darme cuenta, hundí mi cara en su cuello para dejar un reguero de lágrimas. James, por su parte, correspondió al abrazo mientras me acariciaba el pelo para que me tranquilizara, o por lo menos, para que intentara provocar ese sentimiento en mí.
— Siento mucho el fallecimiento de tu amiga — dijo James para romper aquel silencio que nos había sumergido a ambos —. Parece ser que los compañeros no han encontrado a nadie por el apartamento, por lo que no tienes nada que temer.
— ¿No tengo nada que temer? — pregunté mirándole a los ojos —. ¡Un hijo o hija de puta acaba de matar a mi mejor amiga y todo lo que me dices es que no tengo nada que temer! — mi enfado iba incrementando tras decir aquello.
— Lo siento, ahora veo lo estúpido que ha sonado decir tal cosa.
— Solo prométeme que cojeras a la persona que le ha hecho esto a Daphne — miré a los ojos a James para que me lo prometiera —, prométeme que, sea quien sea, se pudrirá en la cárcel para toda su vida. Mejor, harás de todo para que sentencien a esa persona a muerte.
— Lo haremos, ambos prometeremos que encontraremos a esa persona — me abrazó —, no estás sola en esto.
Me separé un poco de él para poder agradecérselo con la mirada. Fue en ese momento que James me empezó a caer mejor con ese gesto que, para él sería uno pequeño, pero para mí significaba mucho.
— Ahora, si me disculpas — interrumpió el abrazo —, tenemos otro asesinato por investigar. Acompáñame al lugar de los hechos — prosiguió para dirigirse a la habitación de Daphne.
— No sé si... — me interrumpió.
— Nancy, ambos tenemos una promesa por cumplir y... no sé tú, pero yo soy un hombre de palabra.
Tras decir eso, me puse de pie y lo seguí hasta la habitación de Daphne. Al entrar y verla ahí, con sus ojos abiertos y su mirada de pánico, no pude contener las lágrimas que amenazaban con salir, dejé fluir mis sentimientos y, para investigar un caso, no era nada bueno. Miré alrededor y vi a todos los compañeros tomando fotos y buscando, no solo por esa habitación, sino por todo el apartamento, alguna prueba que pudiera ser de gran ayuda para la investigación.
Al lado de la cama y, por ende, al lado de mi amiga, se encontraba James. Estaba examinando el cuerpo mientras en su rostro se le podía ver visiblemente preocupado. Al instante me miró con la misma expresión de hace unos minutos, se quedó congelado por lo que acababa de descubrir.
— Salgamos — dijo para salir de ahí.
— ¿Qué pasa?
— ¿Te acuerdas de las fotos de aquel hombre que te enseñé ayer? — preguntó una vez que salimos fuera de la habitación.
Obviamente asentí ya que era difícil de olvidar cualquier cosa que se haya dicho u oído en el trabajo ya que todo, incluso lo que parece una simple tontería, acaba marcando de lleno. Pero, por más que daba vueltas a la cabeza no entendía por qué me sacaba a relucir ese caso si estábamos con la extraña muerte de mi amiga.
— Bien, pues tiene las mismas cuchilladas y el mismo boquete justo en la parte izquierda del pecho, como aquel hombre, ¿te acuerdas?
— ¿Me estás diciendo que el asesino de mi amiga es el mismo que el de ese hombre? — pregunté para poder entender mejor las hipótesis que se me formulaban en la cabeza.
Antes de que James pudiera contestar, un compañero de trabajo le preguntó si podían salir del apartamento para comentarle una cosa a solas. James se disculpó conmigo con la mirada y, seguidamente, siguió a aquel agente para que le informara. Todo se estaba tornando muy confuso, la cabeza me daba vueltas seguido de un pitido de odios que me hacían pensar que, en cualquier momento, me iba a desmayar. Para evitar eso, anduve con cierta dificultad hacia el salón para poder sentarme en una de las sillas que rodeaban la mesa grande de cristal. Estaba tan inmersa en mis pensamientos que dejé de estar atenta a todo lo que pasaba a mi alrededor, hasta que sentí una mano apoyándose sobre mi hombro izquierdo. Al girarme, vi a la mismísima Daphne.
— Ojalá tu conciencia no te deje dormir por las noches. ¡Mira lo que has provocado!
Al oír eso, empecé a gritar como una loca mientras me levantaba de la silla lo más rápido que podía. Al oír mis gritos, James entró corriendo, seguido de dos agentes, hacia el lugar donde me encontraba. En aquellos momentos estaba tan exaltada y asustada que no podía dejar de gritar en la dirección donde vi a mi amiga.
— ¿Qué pasa Nancy? — preguntó James con preocupación por verme en aquel estado.
— Daphne — solo pude decir eso mientras señalaba enfrente de mí.
James miró hacia donde apuntaba con el ceño fruncido, seguidamente, miró a los agentes que entraron con él al salón para luego, fijar su mirada en mí. Sin comprender nada, me estrechó contra su pecho para calmarme mientras miraba en la dirección donde, segundos atrás, estaba señalando.
— Traedle una tila, manzanilla, valeriana... algo para calmarla — ordenó James mientras me acariciaba el pelo —. Todo va a estar bien — me susurró —, tienes que mantener la calma incluso cuando sabes que la vas a perder.
— Ella... ella... — intentaba poder explicar lo que había sucedido en ese momento, pero era incapaz de pronunciar otra cosa que no fuera aquel pronombre. En esa mañana, no sabía cómo digerir todo lo que estaba viviendo, ni mucho menos procesar toda la información que, por un lado u otro, recibía.
— No hables, no malgastes fuerzas en vano.
Tras esas palabras cerré los ojos. No podía creer que después de tanto tiempo mi peor pesadilla estuviera pasando de nuevo. Me mudé de Wisconsin junto con Daphne para huir de todo lo que me hacía mal, pero parecía ser que todo mi pasado se vino conmigo el mismo día que hice la maleta. Al final, la psicóloga que me estuvo viendo en Madison tenía razón, no podía mudarme y hacer que mi pasado solo fuera eso, pasado. Me repetía una y otra vez que el pasado no se deja atrás sin que se haya afrontado, que éste siempre vuelve para torturarnos.
— James — lo llamé mientras mi miraba se dirigía a sus ojos verdes —, estoy detenida, ¿verdad?
— Detenida no, pero ya sabes cómo es el proceso, te tomaremos declaración al ser la única persona cercana a ella y la que se encontraba aquí cuando ocurrieron los hechos.
Desvié mi mirada para mirar enfrente de mí, donde vi a Daphne, con la única peculiaridad de que ella ya no estaba en ese lugar. A continuación, todo lo que hice fue fijar mi mirada en el suelo y, mis peores temores junto con los que la noche pasada me expresó Daphne, se hicieron realidad. Twila había despertado y con más energía que nunca.
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