Capítulo 14

Después de perder el conocimiento, desperté en el suelo de la habitación donde Leyna se estaba quedando. ¿Qué hacía ahí? El último recuerdo que tenía fue que estaba en la entrada de la casa, justo frente a las escaleras. En cuanto me incorporé, vi que Leyna estaba sacando su ropa de su maleta. Fue en ese momento que recordé lo que ella me dijo justo antes de perder el conocimiento.
— Pensaba que me ibas a abandonar.
— Sí, pero algo hizo quedarme.
— Oye, antes dijiste que hablaste con Twila... — Leyna me interrumpió.
— ¿De qué hablas? Yo no he hablado con ella, aunque me gustaría. Apuesto que ella me explicaría muy bien por lo que estás pasando.
— No está pasando nada, soy solo una víctima de este trastorno que no quiero tener — mentí como si nada.
— Nancy — me llamó después de soltar un suspiro —, ¿quieres que te ayude?
— No, no necesito tu ayuda.
— Vale, pero de todas maneras me quedaré. Algo en mí dice que realmente la necesitas y, aunque anteriormente dije que me iba, me quedo. No tienes que pasar por todo lo que estás pasando tú sola y dudo que James te de esa comprensión que realmente necesitas. De todas maneras, ya es tarde para irme — hizo una pequeña pausa para después seguir hablando —. Acabo de pensar que sería una muy buena idea hacer unos cambios en la casa. Yo no dormiré en tu misma habitación, pero sí lo haré en la habitación de James, los dos dormiremos allí, obviamente no en la misma cama, pero sí lo haré en el suelo. ¿Habrá un colchón en el sótano? Bueno, ayúdame a descubrirlo.
— ¿Por qué quieres hacer esos cambios? — pregunté con molestia.
— Por la seguridad y el bienestar de todos los que estamos en esta casa, sobre todo, para tu propia seguridad y bienestar — respondió mientras salía por la habitación.
— ¿Qué pasa con la seguridad y el bienestar? — preguntó James confundido por lo que Leyna acababa de decir.
— Que vamos a incrementar la seguridad y el bienestar de todos los que estamos aquí — contestó Leyna como si nada —. Una vecina me ha dicho que un ladrón intentó forzar una de sus ventanas para poder entrar y, de esa manera, robar. Sin embargo, no pudo porque su marido es policía y pudo atrapar al ladrón en el acto — mintió —. Por ese motivo vamos a incrementar la seguridad, para nuestro propio bienestar.
— No te preocupes por eso, soy un detective que trabaja para la policía, ese privilegio hace que yo también tenga una pistola. Además, Nancy también es policía, juntos podremos asegurar que no nos pase nada — dijo James mientras me guiñaba un ojo —. ¿No es así, compañera?
— Lo sé y te agradezco que te hayas ofrecido, pero no creo que eso vaya a ser una buena idea. De todas maneras, los cambios que haré son los siguientes: yo dormiré contigo en tu habitación — Leyna paró de hablar al ver la cara rara que James puso al escuchar ese cambio —, obviamente no en la misma cama, no te asustes, tengo novio; y Nancy dormirá en su habitación sola — vio que James iba a protestar, pero Leyna fue más rápida —. Ella es policía, sabe cómo defenderse.
— Pero no entiendo el porqué de esos cambios — se quejó James.
— Tranquilo, lo entenderás — dijo Leyna con mucha tranquilidad —. Ah, Nancy — me llamó y levanté la vista hacia su dirección —, quítate esas lentillas, no entiendo por qué las tienes puestas — después de eso miró a James —. James, bajemos al sótano, quiero ver si hay o no un colchón para poder ponerlo en el suelo.
Sin mediar alguna palabra más, ambos se fueron dirección hacia el sótano. Mientras tanto, yo me fui a mi habitación y me dispuse a cambiar de ropa. Agradecí a todo el mundo de que no vieran el cuchillo que minutos antes Daphne me sacó del falso bolsillo de mi chaqueta. En cuanto pude, abrí el armario de mi habitación y me miré al espejo, allí pude sacarme las lentillas, desmaquillarme y poder ser Nancy, el lado que todo el mundo está tan acostumbrado a ver. Después de hacer aquello, me dispuse a quitarme la ropa e ir al baño para darme una ducha bien caliente, me lo había merecido por todo el trabajo que había hecho en aquel día. Sonreí al recordarlo. Nada mejor que una dulce venganza por todo lo que me hicieron. No fue fácil dar con ellos, pero en cuanto encontré a cada persona, juré que les haría pagar ya que nadie iba a hacerlo por mí. Sin más, me encaminé hacia el baño llevando en mis manos el chándal para poder estar más cómoda en la casa. Una vez allí, preparé el agua caliente y me dispuse a quitarme la ropa. En cuanto cogí la chaqueta por las solapas para quitármela, noté un bulto en el bolsillo falso de ésta. Metí mi mano para sacar lo que era y me llevé una notoria sorpresa cuando vi ahí el cuchillo que Daphne me había quitado y con el que me apuntó. No podía creer lo que estaba sucediendo, unos minutos atrás no lo tenía, estaba en el suelo. De repente, unos golpecitos en la puerta del baño me hicieron desconectar de mis pensamientos conectando con la realidad. Por la voz de fuera supe que era James el que llamaba. Dejé el cuchillo en un rincón del baño y me dispuse a entornar la puerta para que no pudiera ver mucho del baño.
— ¿Pasa algo? — pregunté intentando mostrar calma.
— No, solo quería preguntarte lo que le pasa. Ha cambiado mucho de humor en nada de tiempo. Me dijo que era tu psicóloga y no tu amiga y... — corté a James.
— No, no te preocupes. Ella ha dormido muy mal y cuando eso pasa confunde la realidad con los sueños. Es decir, ella es psicóloga, pero se confundió de paciente, ni siquiera soy su paciente. No sé, siempre fue un poco rara — intenté justificar lo que Nancy dijo.
— No sé — dijo muy serio, al parecer no se lo creyó del todo —. Creo que las dos me estáis ocultando algo. De todas maneras, iré a hablar con los padres de Daphne.
— ¿Para qué? — pregunté apresuradamente. Después de eso, hizo un gesto que solo hace cuando va atando cabos. Me hizo sospechar mucho aquel gesto.
— La investigación sobre su muerte sigue en curso — se hizo un profundo silencio entre los dos que nos empezaba a sentir incomodidad —. Bueno, voy a seguir ayudando a Leyna e iré a la casa de los padres de Daphne, me han llamado porque me quieren decir algo que, según ellos, es importante para la investigación.
— Espero que así sea y podáis coger a ese desgraciado —dije intentando mostrar enfado por lo de Daphne.
James solo asintió con la cabeza y se fue. Acto seguido cerré la puerta del baño, eché el pestillo y me empecé a desnudar para entrar en la bañera para poder relajarme. De repente, a la hora de cerrar mis ojos para así llegar a mi descanso, una voz empezó a salir de mi cabeza.
— Por lo que veo, mentir no es tu fuerte.
— Cállate, molestas.
— Sabes que James sospecha de ti, ¿verdad?
— No lo hace, no miento tal mal. Además, solo me he interesado por nueva información sobre la muerte de mi amiga.
— Eres una cínica. Sé el dolor que sientes, pero no entiendo que mates a toda esa gente. Supéralo, para algo tienes a una psicóloga contigo.
— Solo la quiero para que sea mi cómplice.
— Sabes que ella no va a caer en tu trampa, ¿verdad?
— Caerá, quería irse, pero no lo ha hecho. En el fondo no quiere irse y dejarme sola por miedo o algo.
— No abuses de su confianza, de verdad, escúchala y olvídate de tu estúpida venganza que solo te va a traer problemas.
— ¿Me quieres joder el baño, Twila?
— Solo intento que entres en razón y, por tu forma de hablar y actuar, no lo vas a hacer.
Y se fue, dijo eso para que pensara en ello y dejara mi venganza de lado, pero ya no caería en sus juegos de manipulación. Creía que me apoyaría, pero, en vez de eso, solo está actuando como una especie de Pepito Grillo, no lo era y no lo iba a ser. Después de un tiempo, me salí de la bañera, me puse el pijama y me dispuse a bajar al salón, pero algo paró mi acción. Era la voz de Leyna susurrando a alguien, no podía ver a quién u oír la voz de ese alguien, pero algo entre mí sabía que Leyna iba a contárselo todo a James o, al menos, tenía la intención de hacerlo. En ese momento, una cosa tenía clara. No podía hacer que Leyna fuera mi aliada, por eso tendría que hacer algo en contra de ella antes de que ella moviera sus fichas. Tendría que ser más lista para que no se me arruinaran mis planes.

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