twenty - iii

CUALQUIER ERROR ORTOGRÁFICO QUE SE ME HAYA PASADO DE VISTA SERÁ CORREGIDO POSTERIOR A LA PUBLICACIÓN (tres años después :p)

Huening se había quedado a dormir en el departamento del mayor. Cualquiera pensaría que lo hizo para reforzar el acto de su noviazgo con los mayores, pero, en realidad, sólo se negaba a enfrentarse sólo a su madre, en especial después de haberla ignorado a ella y a sus veinte llamadas perdidas.

De ese modo aprovecharon la noche para ponerse de acuerdo con sus historias en caso de que fueran interrogados por la mujer. Dirían que habían sido amigos por años, obviamente, pero que tanto Soobin como Yeonjun habían empezado a gustar del menor simultánea y eventualmente cuando este estaba en secundaria y ellos iniciando preparatoria; algo que nunca confesaron porque ellos apenas iniciaban su relación y decidieron mantenerlo en secreto del más joven. No obstante, Huening también había mostrado interés en ambos después de graduarse. Por lo que un día, en una salida al cine, —una que se aseguraron que haya ocurrido tras revisar fechas de publicaciones antiguas— decidieron confesarse al rubio y tuvieron suerte de que les correspondiera a ambos.

Lo más difícil sería que la madre de Kai encontrara convincente el hecho de que eso significaba que su hijo le estuvo mintiendo por algunos meses, pero harían a Lea su "testigo" y, con suerte, ella les seguiría la corriente.

El resto de la noche se resumió en ellos comiendo pollo y Huening "convenciendo" a Soobin y Yeonjun de que sufrieran con él viendo Miraculous Ladybug en Netflix. Cabe aclarar que de convencer no tuvo nada; el rubio sólo tuvo que pedirlo y ellos aceptaron sin más.

Yeonjun le dijo que se parecía a Adrien y Soobin terminó rodando en el suelo por la risa cuando el menor le cayó a almohadazos por aquella comparación. Nada en contra de Agreste, él simplemente prefería a Luka.

Al final, se quedaron dormidos en algún punto de la temporada tres, Huening en medio de ambos con la laptop del pelirosa en el pecho, Soobin abrazándose de su brazo derecho y Yeonjun usando su hombro izquierdo como almohada. Igual de pegados y apretados como esa noche en la pijamada, aunque el rubio se sintió más cómodo con el arreglo esta vez, es decir, ¿cómo iban a ver la serie si no se aplastaban en él como emparedado? Tenía mucho sentido.

Claro que Kai no esperaba despertarse totalmente solo en la enorme cama del mayor, aunque
tampoco lo tomó con la guardia baja si juzgaba el fuerte aroma a café y huevos que se colaba por debajo de la puerta; lo raro, sin embargo, fue que despertó a el rubio por los gritos que provenían del pasillo fuera del condominio, los cuales se escuchaban bastante molestos. Quien sea que estaba gritando tenía muy buenos pulmones considerando que el rubio podía oírla desde la habitación.

—¡Choi Yeonjun, te voy a matar! ¡Ábreme la puerta en este instante! ¡Soobin, sé que estás allí también! —Kai esbozó una mueca antes de rodar fuera de la cama. Sus pies buscaron las pantuflas que le había prestado el mayor y arrastró sus pies fuera de la habitación, su sueño desvaneciéndose debido al alto volumen de los gritos y demandas de la puerta.

Ella se escuchaba verdaderamente enojada.

Al encaminarse a la sala, se encontró con Yeonjun, con una espátula en la mano, y Soobin, todavía vistiendo pijama, aglomerados contra la puerta principal, de alguna forma ambos siendo capaces de ver por el pequeño visor de la puerta al mismo tiempo. El pelirosa se abrazaba al más alto, encogido en sí mismo. Yeonjun era consciente que lo que sea que ella venía a hacer, iba a ser peor para él.

—¿Qué está ocurriendo? —preguntó el menor, restregándose los ojos.

El peliazul y el pelirosa se giraron a verlo, ambos presionando sus propios índices contra sus belfos en señal de que debía callarse.

—Debemos hacerle creer que no estamos aquí.

—¡Escuché eso, Jun!

—Decidido. Voy saltar por la ventana antes de que tumbe la puerta. —el pelirosa le entregó su espátula a su novio, encaminándose a la primera ventana que sus ojos divisaron.

Huening frunció el ceño.

—¿Ubicas en qué número de piso estamos?

—Me da igual. Es mil veces mejor que morir en sus manos.

No lo crean o no, la persona detrás la puerta no era la madre del rubio. Esa mujer era demasiado pulcra y rígida para armar un escándalo a las nueve de la mañana en un edificio repleto de otros residentes. Proviniendo de la familia que provenía y teniendo la carrera que tenía, Jung Soomin consideraría suicidio social dejarle saber al mundo no sólo que su familia no era la más funcional, sino que tampoco sabía cómo manejar a sus artistas. Lo más loco que se permitiría hacer sería llamarlos a una reunión.

Aunque Choi empezaba a desear que fuera ella en lugar de la bestia que lo esperaba detrás de la puerta.

Si bien Yeonjun no le temía a muchas cosas, de hecho sí le temía a muchas cosas, déjenme reformular, Yeonjun no le temía a mucha gente, ni siquiera a su madre cuando lo llamaba por su nombre completo ni mucho menos a la policía, pero sí le aterraba apretar las fibras sensibles o, en pocas, enojar a dos personas: Su novio, Choi Soobin, y, tres veces más aterradora que el anterior, su hermana mayor, Choi Yewon.

Quién continuaba gritando para que le abrieran la puerta.

—Hyung, no seas cobarde.

—No es cobardía, Kai. Es supervivencia. ¿Qué será de nuestra estafa si termina asesinando a tu novio el vago?

—Buen punto. —era algo chistoso como Soobin sostenía su barbilla entre su pulgar y su índice mientras asentía, mostrándose de acuerdo. Luego pasó su mirada del pelirosa al rubio y sonrió como prueba de complicidad, como si una idea hubiese iluminado su mente—. ¿Y si ofrecemos a Kai?

El susodicho no tardó en fruncir el ceño.

—¿A mí por qué me meten en sus problemas?

—Somos tres ahora. —le sacó la lengua el peliazul, como el niño pequeño que no era—. Puedes bajarle los humos mientras escapamos. A mí también me ha de querer golpear.

—Además, ¿quién se atrevería a lastimar a una carita tan bonita?

Kai lo sabía, por la forma en que Yeonjun le sonrió con dulzura con su nariz arrugada tiernamente y Soobin formaba piquito de pato, como si estuviera volando un beso en su dirección, que ambos mayores buscaban halagarlo para que se enfrentara él solo a la furiosa noona de Yeonjun. Lo peor de ello era que estaba funcionando.

—Cobardes. Par de cobardes. —el rubio suspiró rendido mientras se acercaba a la puerta. La hermana de su hyung había parado de llamar a la puerta hace unos cuantos segundos, por lo que se escuchaba total silencio cuando pegó su oreja a la puerta—. Puede que ya se haya cansado de gritar y se haya ido, y ustedes aquí dramatizando. Dios.

El menor tomó el pomo de la puerta y la abrió sin pensarlo, provocando que el peliazul y el pelirosa se abrazaran con fuerza, usándose a sí mismos como refugio debido al miedo, en lo que Huening encaraba al vacío detrás de la puerta. No había nadie, tal como él había dicho.

—¿Ven? No está.

—¿Se fue? —Yeonjun dejó de esconder su rostro en el pecho de su novio,para poder comprobar lo que el menor decía.

Realmente no había nadie.

—Sí. Ya dejen de hacer drama. —El menor puso los ojos en blanco.

—No me lo creo. —Soobin seguía receloso, por lo que apretó su agarre en la cintura de Choi cuando este quiso soltarse—. Puede que siga allí.

No obstante, el mayor creía ciegamente en el menor.

—De estar allí, ya me hubiera lanzado un zapato. —se soltó el pelirosa para poder acercarse a la entrada, donde Huening estaba parado junto a la puerta, tratando de demostrar su punto a su desconfiado novio—. ¿Ves? No hay nad- ¡Ah, mierda!

Un zapato.

Para ser específicos, un converse blanco había volado desde la entrada hasta la cabeza de Yeonjun, tan rápido que Huening no pudo predecirlo. Ni siquiera se dio cuenta del momento en que la pelirroja apareció; lo único que sabía era que incluso él tenía miedo de la expresión furiosa en su rostro, sus cejas fruncidas, su mirada afilada y puesta fijamente en su hermano menor, quien era auxiliado por Soobin hasta que el peliazul vio a la chica pasar y se escapó. La mayor de los hermanos Choi parecía lista para saltarle encima y pelear.

El menor rió con nerviosismo:— Ja, sí estaba ahí.

—¡Choi Yeonjun!

—¡Si volvió a desaparecer dinero de tu cuenta, te juro que yo no fui esta vez! —prometió el pelirosa en medio de un lloriqueo. Parecía estar a dos segundos de arrodillarse y ponerse a llorar—. Hyunjin también tiene los datos de tu tarjeta. ¿Por qué no le tiras un zapato a él también?

—¡Sabes muy bien que no se trata de eso, pequeño sin vergüenza!

—Tendrás que ser más específica, noona. —Yeonjun esbozó una mueca sin poder evitar la burla en sus palabras —. Hago muchas tonterías. Elige una.

Yewon tomó una bocanada de aire, probablemente rogándole al cielo por paciencia.

—El no contarme que tú y el idiota de tu novio-.

—Tomaré ofensa de eso. —respondió el idiota de su novio.

—Como sea, ¿cómo no fui la primera en enterarme que ustedes dos están saliendo con Kai? —reclamó la pelirroja.

—Nadie más sabía. —Kai quiso ayudarlo al intervenir y atraer la mirada entrecerrada de la mayor a él por un segundo.

Luego la devolvió a su dongsaeng.

—Le conté a Yeji. —Sí, Yeonjun no le podía mentir a su hermana cuando esta lo estaba mirando a la cara.

El menor aún sentía que podía ayudar. ¿Soobin? Él estaba sintiendo vergüenza ajena gracias a su novio, sus dedos, pulgar y medio, masajeando sus sienes mientras se cubría la cara con la mirada baja. Llevaba conociendo y amando a Choi Yeonjun por tantos años, pero seguía sin entrarle en la cabeza como alguien tan listo podía ser tan estúpido cuando más necesitaba ser un bastardo astuto. Probablemente era eso lo que le gustaba de él, que era un tipo genuino y sincero; no lo sabría hasta que no reflexionara y no lo haría hasta que se pasara la vergüenza.

Kai todavía no lo sabía, pero, en el sentido más afectuoso y adorable del mundo, ser novio de Choi Yeonjun significaba mil dolores de cabeza.

—Yo le conté a Beomgyu antes, noona. Mucho antes de decir que sí.

—Yo le hablé sobre el plan a Yeji cuando salimos de casa de Kai el martes. —¡El pelirosa no lo podía evitar! La mirada de su noona era muy fuerte.

Soobin resopló.

—Por un demonio, Yeon. No te dejas ayudar. —se quejó el peliazul mientras cambiaba al plan B que había ideado en su cabeza; teniendo en cuenta que su cuñada parecía estar tomando aire para recitar un reclamo tan veloz que haría a Eminem temblar de miedo, aprovechó su guarida baja para agarrar al rubio por los hombros y murmurarle un "Haz la cara". El menor no sabía qué cara exactamente, pero igual obedeció, y Soobin lo desplazó cual muñeco de trapo hasta colocarse frente a Yeonjun y poner a Huening a la vista de la pelirroja.— Míralo, noona. ¿No te parece que esa carita te calma todos los males?

La mayor inmediatamente ablandó su expresión, cambiando el calor de su enojo por una expresión enternecida, una donde abultaba sus labios. Si eran sinceros, parecía que acababa de presenciar el pasado trágico de un cachorro.

—Hyuka. —se apresuró a abrazar al menor, quién le correspondió como pudo ya que se encontraba bastante confundido. La mayor le acarició la espalda por, literalmente, tres segundos antes de tomar espacio para asegurarse de que el menor la mirara a los ojos, acercando al rostro unos cuantos centímetros al contrario–. Parpadea dos veces si te mantienen aquí en contra de tu voluntad.

El ser completamente dramáticos debía ser algo que corría por la genética. De eso estaba seguro el rubio.

—Estoy bien, noona.

—Yah, yah. —Yeonjun se dejó de esconder detrás de Soobin para empujar suavemente a su hermana lejos del menor. Bastante temerario de su parte si se lo preguntan a Yewon; como si los mocosos ya no tuviera respeto por sus mayores—. Estás muy cerca. Apártate.

Yewon lo ignoró olímpicamente, arqueando su ceja sin apartar su mirada de Huening.

—¿Te están chantajeando acaso?

—¡No, por el amor de Dios! —exclamó Soobin peinando su cabello hacia atrás en señal de frustración. No pudo evitar mirar a su cuñada con un puchero de reproche—. Joder. ¿Cómo nos crees capaces de algo como eso?

—Perdón por cuestionar que alguien tan inalcanzable como Kai Kamal Huening haya aceptado ser novio de un vagabundo y un desastre andante por cuenta propia.

—¿Qué tiene la gente con catalogarme de vagabundo? —un suspiro frustrado provino del pelirosa.

—¿Cómo yo soy el desastre andante? —Soobin frunció el ceño.

—Porque encontrarías una manera de caerte aun estando parado y sin moverte. —respondió su novio como si la respuesta hubiese estado en la punta de su lengua.

—Auch.

—Noona. —la llamó Kai, devolviendo la atención a él con aquella voz característica suya, súper dulce y suave—. Nadie me está obligando a nada. Estoy con ellos por cuenta propia.

Pudo verla suspirar con alivio, como si en verdad hubiera creído que su dongsaeng y su cuñado eran capaces de tales atrocidades, pronto regalándoles una sonrisa algo cómplice a los mayores detrás del rubio. Quizás estaba equivocado, pero lucía como aquellas sonrisas que las madres le daban a sus hijos antes de avergonzarlos frente a alguien con sus fotos de bebés o historias vergonzosas de su infancia.

No quería sonar loco, pero podía jurar que sintió a Soobin contener la respiración.

—Genial, porque estos dos tontos han estado-

—¡Y todo es actuado! —al parecer, Soobin había sentido la necesidad de aclarar aquello. Quizás para mantener su imagen de novio ante los ojos de su cuñada, pensó el rubio.— Huening-ah quiere rebelarse con su mamá y nosotros lo estamos ayudando. Ya sabes, revolución, libertad, todo eso. Por eso estamos fingiendo ser sus novios.

La pelirroja llevó sus manos a su boca, como si se hubiera dado cuenta de algo demasiado tarde. Huening notó que miró a sus hyungs un tanto alarmada, pero no quiso preguntarles al respecto; aUn cuando eso le había parecido extraño, el rubio decidió no darle importancia.

—¡Claro! Por eso pienso que es genial. Estos dos tontos han estado quejándose de que casi nunca tienes tiempo para respirar. —la pelirroja terminó su frase anterior con una sonrisa que Kai no supo reconocer—. Estaban bastante preocupados por ti.

El rubio apretó sus labios, esbozando una ladina y sellada sonrisa en lo que se giraba para encarar a sus hyungs; Kai apenas caía en cuenta de que los mayores tenían la adorable costumbre de mantener su mirada en él antes de que los buscara con la suya. Huening hasta podía jurar que ambos se sonrojaron cuando ambas miradas se toparon con la del rubio por un segundo.

Qué tiernos. Actuaban como adolescentes.

—Aigoo, ¿quién diría que me gané unos novios tan considerados? —les habló con voz tierna, aunque Huening ya era adorable por naturaleza, sintiéndose verdaderamente enternecido por la consideración y preocupación de ambos.

Yeonjun balbuceó algo inaudible a medida que buscaba la mano de Soobin, específicamente aquella con la que el peliazul sostenía su espátula. En cuanto la encontró, le quitó el utensilio de cocina para disimular su risa nerviosa. Huening consideraba gracioso cómo era la primera vez que veía a alguien tan desvergonzado y coqueto como Choi Yeonjun tan inhibido y descolocado por simples palabras.

—Y-Yo voy a ir a terminar de preparar el desayuno.

—¡Yo ayudo! —se ofreció Soobin tan pronto como su novio desapareció, ambos corriendo y ocultándose dentro de la cocina. Choi quiso huir tal como su novio pelirosa lo había hecho, pero se dirigió a la mayor antes para evitar ser grosero—. ¿Te quedas a desayunar, noona?

Yewon se tomó unos segundos para pensarlo.

—Sí. —afirmó la mayor mientras entrelazaba su brazo con el de Huening—. Quiero que Kai me cuente todo sobre su plan. Tenemos mucho de que hablar y con lo que ponernos al día.

Soobin asintió sin más.

—Pero no muy cerca, eh.

—Sí, tarados. Yo no soy quién para andar robando novio ajeno. —la hija mayor de los Choi puso sus ojos en blanco—. Mucho menos cuando se trata de uno de los novios de mi hermanito.

—Está bien.

El peliazul le regaló una mirada fija, directamente a los orbes de la mayor; estando parado detrás de Huening y sin recibir su atención, le comunicó entre señas y gestos aquello que parecía estar tratando de decirle, sin querer ser escuchado por el rubio.

«No la vayas a cagar, por favor».

—Repíteme otra vez por qué estoy haciendo esto.

—Porque eres mi hermana y me amas.

El menor aplaudió para atraer su atención, haciendo que la castaña tomara la ropa que su dongsaeng le pasaba por encima de la puerta. El rubio se encontraba escondido en una cabina de baño, en el restaurante que frecuentaban para las cenas familiares; era el tipo de lugar que se consideraba elegante sin llegar a ser abrumador, el típico establecimiento junto a un lago donde gente adinerada comía los platos más insípidos y exuberantemente creativos los fines de semana. Lea no podía evitar mirar alarmada a la puerta cada tres segundos, rogando que nadie más entrara al baño de hombres y se hiciera la idea equivocada.

Ellos podrían ser casi idénticos, pero no culparía a nadie que pensara alguna tontería cuando ella estaba sosteniendo su ropa y el rubio estaba en ropa interior dentro de la cabina. Ambos eran figuras públicas ahora; si eran descubiertos por las personas equivocadas, sus carreras estarían acabadas.

O quizás Lea sólo era paranoica. Pasó demasiado tiempo con su madre como para no adoptar una que otra de sus malas costumbres.

—Cuestionable. —le lanzó aquel bolso deportivo que había traído consigo al local, rezando que su dongsaeng no estuviera atento para recibirlo así le cayera en la cara. Bastante cerca, le había caído en la cabeza; la castaña lo supo por como lo escuchó quejarse en medio de un «Auch»—. Puedes tomar esto como tu regalo de cumpleaños.

—¿El golpearme con una maleta?

—No, el que te haya comprado ropa.

El viernes había llegado finalmente y Huening se había negado rotundamente a ir a su casa en busca de ropa. Es más, había obligado a Soobin para que este saliera y fuera a comprarle ropa interior en la tienda convencional que estaba cerca del edificio. Yeonjun no había tenido problema con ello, el pelirosa estando más que encantado con consentir al menor, llenarlo de abrazos y pedirle la comida que quisiera comer; sin embargo, el peliazul, siendo el más sensato de los tres, le recordó que parte de su plan requería valentía y que, si no podía siquiera encarar a su madre en casa para cambiarse, mucho menos podría vivir con ella durante todo el plan.

El rubio terminó siendo obligado a volver a casa, vistiendo la misma ropa con la que había llegado, pero lavada por Yeonjun y planchada por Soobin.

Si el condominio de su hermana fuera su casa, sí había ido a casa; el lado bueno siendo que había podido contarle todo a Lea.

—Muchas gracias, noona.

—¿A qué hora van a llegar?

—¿Quiénes?

—El príncipe Harry y la princesa Meghan, Kai. —contestó sarcástica su hermana mayor, tal como siempre era cuando no habían cámaras alrededor—. Tus novios, bobo.

—Dijeron que me enviarían un mensaje cuando estuvieran afuera. —el rubio recordó en lo que forcejeaba con el pantalón—. Mi celular está en el bolsillo. ¿Puedes revisar?

—Claro- Oh, algo vibra. —la castaña se sobresaltó al revisar los jeans debido a la súbita vibración, relajando los hombros en cuanto encontró dicho celular. Por un momento pensó que era la madre de ambos, probablemente para preguntarle por qué no llegaba todavía, pero no era el caso—. Oh, hablando del diablo.

—¿Quién es?

—Soobin. —le dejó saber antes de contestar, colocando la llamada en voz alta—. Ey, Soo.

Hola, noona. Estoy con Jun, estamos estacionados fuera del restaurante.

—No jodas, ¿crees que podamos nadar en el lago? —se oyó decir al pelirosa.

—Jun, ¿qué mierda? No. No vinimos a divertirnos.

Kai saldrá a recogerlos en unos minutos. Asegúrate de que Jun no salte al lago antes de eso. —avisó la mayor.

¿Y dónde está mi príncipe? —preguntó el mayor de cabello fantasía. Huening no lo veía, pero sabía que estaba actuando adorablemente gracias al tono de su voz.

Algo en lo que habían quedado en ese par de noches que el menor se quedó con ellos fue el acto, el comportamiento, que tendrían como pareja. Los Choi aseguraron que lo tratarían tan amorosamente como ellos se trataban —Huening se había reído en sus caras porque lo más hacen es pelear— y le pidieron al menor que actuara como si realmente estuviera enamorado de ellos, cosa que ya había hecho antes con sus co-estrellas para los dramas. Huening no sabía si funcionaría en la vida real, pero prometió intentar. Asimismo, ensayaron un poco su actuación; por ensayar me refiero a Yeonjun usando la práctica como excusa de besar la carita bonita del menor y Soobin para llamarlos a ambos «mis amores» y rogar mimos de ambos al mismo tiempo, mientras que Huening trataba de actuar lo más natural posible, como si eso no le extrañara en lo absoluto y como si su estómago no doliera cuando los mayores —sus novios, tenía que recordárselo aveces— eran excesivamente cariñosos con él.

Oh, es normal, le había dicho Beomgyu por teléfono, sonando increíblemente satisfecho consigo mismo, te dije que sería imposible que no sintieras algo por esos dos.

Huening decidió que dejaría de pedirle a su amigo su opinión.

Entre los tres, en medio de todas las delegaciones y la maquinación de historias falsas convincentes, escogieron apodos con los que llamarían al otro: Yeonjun llamaría a Soobin «bebé» o «nene» y a Kai «príncipe»; Huening llamaría a Soobin «cariño» y a Yeonjun «corazón»; y el peliazul, como fue mencionado antes, los llamaría a ambos «mi amor». Hasta donde Yewon los había observado, estaban seguros de que era al menos 75% convincentes, el resto del porcentaje sería puesto a prueba en el momento de actuar frente a su madre.

—Me estoy cambiando, corazón. —habló el rubio desde la cabina.

¿Nos extrañaste, Huening-ah?

Los extrañé, hyung.

A ver, dinos cuánto. —Soobin se había unido a la conversación otra vez, hablando con un tono de voz idéntico al de su novio con cabello rosa.

—Mucho, cariño. —Y el rubio les siguió el juego, contestando de igual forma.

—Esto es asqueroso. Voy a vomitar. —¿cómo se atrevían a ser cariñosos el uno con el otro y el otro frente a ella, que estaba presuntamente soltera? Ofendida no era suficiente palabra para describir lo que Les sentía—. Creo que este plan será un éxito. Ni siquiera los tengo en frente y ya me provocan estrellarme contra una pared.

—Sólo estás celosa de que tengo dos novios y tú ninguno. —se burló Huening, empujando la puerta de la cabina para poder salir y acercarse al espejo en un intento de arreglar su cabello. No había mucho que rescatar acerca de su outfit; simplemente eran mismas las botas que había estado usando los últimos tres días, una sweatshirt gris bastante ligera y unos jeans negros rasgados. Era sencillo y plano, como Huening acostumbraba para no llamar la atención. Aquel era un hábito que sería difícil de romper.

Aunque, porque estaba comprometido con su plan, le había pedido a su hermana esos jeans en específico dado que su madre odiaba que usara pantalones rasgados.

—No tengo nada de qué estar celosa. Soy lesbiana y tus novios, falsos. —carcajeó la mayor, ganándose una mirada de reproche por parte de Kai.

Al menos tiene novios falsos. —Soobin argumentó al teléfono—. Unos que se están congelando acá afuera.

Ya voy, ya voy. —el menor se había estado poniendo un poco bálsamo humectante labial. Llevaba nervioso desde que el reloj se puso en diecinueve y el cielo oscureció; debido a eso, había estado mordiendo sus belfos por horas y ahora se encontraban algo agrietados por ello. Rápidamente lo guardó en su bolsillo, así como también tomó la ropa que Lea sostenía y la guardó desordenadamente dentro del bolso deportivo—. Ya estoy listo.

Y precioso, seguramente.

Jodiste, Yeonjun. Voy a colgar. —la castaña bufó sin poder aguantar la vergüenza ajena que el pelirosa provocaba en ella. Era imposible poder estar cerca de parejas y gente enamorada, cualquiera de ellos le provocaban arcadas y mal humor.

Por lo que sí, obvio que cortó.

—Mala. —El rubio la regañó, lo cual era irónico porque se encontraba riendo levemente.

—No soy mucho de melosería, ¿okay? Estoy sola y triste.

—Consíguete a alguien entonces. —se burló el menor antes de encaminarse fuera del baño.

Se sintió libre de pasearse por el lugar hasta sus novios sabiendo que sus padres se encontraban en el segundo piso; de hecho, Lea, justo antes de salir, decidió subir para ganarle algo de tiempo al menor. El rubio pudo verlos tan pronto como pisó el exterior , apareciendo en su campo de visión, y ellos también a él. Yeonjun sonrió ampliamente y trotó hasta la puerta para acortar la distancia que los separaba mientras que Soobin se dedicaba a mirarlo con algo que sólo podía nombrar como ensayada adoración, impresionantemente convincente para ser alguien que no disfrutaba actuar.

Apenas estuvieron frente a frente, el pelirosa lo atrapó en un abrazo de oso, diciéndole lo mucho que lo había extrañado. Yeonjun estaba siendo más cariñoso con Kai de lo usual, pero asumía que se trataba del mayor queriendo hacer un buen trabajo.

—Ahora que somos tus novios, voy a secuestrarte más seguido. —bromeó el mayor sin querer separarse, sus pechos pegados al otro e incapaces de siquiera circular aire.

Eso hizo a Huening reír un poco.

—Yah, hyung. Nos están esperando. Compórtate. —Soobin palmeó suavemente la espalda baja de su novio para regresarlo a la tierra.

El pelirosa, como era obediente y un buen tipo, le dio su espacio al segundo, sin borrar su puchero. Soobin asumía que Kai aprendería con el tiempo a ser inmune a los intentos del mayor para convencerlos de obtener lo que siempre quiere. Mimos y besos.

—Está bien, está bien. —se separó para tomar la mano de Soobin, no sin antes plantar un suave beso casto en la comisura de los labios del menor.

Kai diría que había sido sorprendido por aquello, pero la verdad no lo estaba. Una de las cosas que aprovecharon a hacer en su tiempo con los mayores fue ensayar, y eso incluía hacer muchas cosas de pareja; entre ellas, Yeonjun había argumentado que debía aprender a no entrar en pánico si llegaba a besarlo cerca de los labios en público, que tuviera en cuenta que la mirada de cada persona contaba para hacer la estafa creíble y él nunca se pasaría a besarlo directamente sin su permiso. La práctica inició con él haciéndolo sin ningún aviso cuando el menor estaba distraído, así recibían una reacción más sincera. Al principio Kai se sonrojaba intensamente y le gritaba por hacer ello; no obstante, para la décima vez, ya se había acostumbrado.

Simplemente se sonrojaba, pero, ¿quién no lo haría?

Le había preguntado a Soobin si él también lo haría, pero el peliazul sólo respondió con un «tal vez»,  probablemente porque él era más reservado o no podría verse a sí mismo dándole ese tipo de beso/ a su mejor amigo. Era bueno que no pareciera molestarle cuando Yeonjun lo hacía. Quizás él lo haría cuando le naciera hacerlo.

—Mano. —le llamó Soobin, extendiendo su mano sobrante cuando el pelirosa lo dejó ir. No sabía si el peliazul le estaba ofreciendo su mano para mantener la fachada o porque sabía que estaba nervioso, pero tampoco se lo pregunto.

Simplemente agarró su mano y Soobin se encargó de entrelazarla como lo hacía con Yeonjun. Estando así, Kai no pudo evitar recorrer con su mirada a sí mismo y a los mayores.

Oh, ese dolor estúpido en el estómago otra vez.

—Están arriba. —se limitó a decir antes de jalarlos a ambos.

Independientemente de lo que opinara acerca de su estatus social, a Huening le gustaba el restaurante más de lo que admitía. Comida china deliciosa y tradicional, decoración rústica, tronco, vidrio, manteles blancos, velas, tonos dorados y un balcón con vista al lago. Disfrutaba el balance y la normalidad que podía fingir en el establecimiento; era lo suficientemente refinado para ser considerado sofisticado, lo cual satisfacía el gusto de su madre, pero lo suficientemente relajado para al mismo tiempo considerarlo casual, lo cual lo ayudaba a sentirse como un chico normal en una cena familiar cualquiera, completamente distinto a las cenas extravagantes y costosas a las que tenía que asistir con su madre y varios directivos. Lea y él habían sido traídos a ese restaurante desde que eran niños y, desgraciadamente para Yeonjun, antes sí permitían que los clientes bajaran y disfrutaran de remojar sus pies en el lago y gozaran del agua, pero lo terminaron prohibiendo debido a que algunas personas tomaron el remojar sus pies demasiado lejos.

Cuando llegaron al segundo piso, se dio cuenta de que no había nadie a parte de su madre, su padre y su hermana y supuso que su mamá había reservado la planta alta para los cuatro ya que las mesas seguían allí, vacías y completamente ordenadas, mientras su familia se encontraba en una mesa para cuatro ubicada junto al balcón. Cuando era mucho más pequeño, cenaban en las tardes con el resto de la gente allí como cualquier otra familia, pero cuando Kai y Lea empezaron a ser reconocidos y obtener fama, les era imposible estar tranquilos a solas. Tuvieron que adaptarse a las reservaciones nocturnas y a la ausencia de la gente.

Sin embargo, incluso si tenían el piso entero para ellos solos, Kai sabía que su madre no causaría un escándalo por lo que estaba por hacer, no directamente. Era demasiado pulcra para armar una escena con staff yendo y viniendo.

—Kai Kamal Huening, ¿qué hacen ellos aquí? —Jung Soomin se puso de pie tan pronto como se acercaron a la mesa, Kai disculpándose por la tardanza y los mayores saludando con una reverencia—. Dios, ¿qué le hiciste a tu cabello?

—Lo teñí. —el menor debió usar toda su fuerza de voluntad para que su voz no se quebrará y su postura no flaqueara por los nervios. Le había tocado actuar como un hijo de puta desvergonzado para alguno que otro drama. Ya sabía cómo hacerlo, sólo debía llevarlo a cabo en el caso de que el miedo le impidiera llegar a su cometido.

—¿Le queda lindo, no? —La intervención de Soobin aligeró un poco el peso en su pecho. Sí, ellos estaban allí con él. Todo estaría bien.

—Esto es una cena familiar. —le recordó su madre con voz severa, lo cual llevó a fruncir el ceño. Era curioso que su familia y la familia de Soobin sólo eran una sola cuando le convenía.

—Lo sé. —el rubio se encogió de hombros—. Por eso traje a mis novios conmigo.

—¿Estás hablando en serio, Kamal? ¿Esa publicación no se trataba de una broma? —había una mecha de esperanza en los orbes de su madre, como si supiera lo que estaba haciendo su hijo para protestar en su contra, pero no quisiera creer que era capaz de llegar tan lejos.

Oh, madre. Debía hacerlo.

—No. Es cierto.

—¿Novios? —había murmurado su padre, ignorando por completo la tensión palpable entre su esposa y su hijo, en genuina muestra de confusión. Sus palabras fuera más dirigidas a su hija mayor que al rubio—. ¿Eso no es ilegal?

La castaña sacudió la cabeza.

—Es ilegal la poligamia, papá. No las relaciones poliamorosas.

—Ah, eso es nuevo. —esa fue toda su reacción—. ¿Ahora que estamos todos podemos comer?

Su padre era diferente a su madre en ese aspecto. Era mucho más relajado, no diría permisivo, pero definitivamente más comprensivo; generalmente su familia materna lo atribuía al hecho de que era extranjero, razón por lo que habían tenido un comienzo difícil para empezar. David Huening estaba de acuerdo con la carrera de sus hijos si ellos también estaban de acuerdo. Es por eso que Lea se aferró a él al momento de rebelarse, si ella lo convencía que estaba siendo obligada por su madre y le decía lo que quería hacer realmente, sabía que su padre le daría su apoyo. Y así fue, por algo Lea no había sido exiliada de la familia. Es más, el padre de los Huening había estado percibiendo a su esposa ser más dura y controladora de su menor de lo normal, pero, ah, ¿cómo decirlo?

Su padre se parecía un poco a Yeonjun cuando se toma en cuenta de quién da las órdenes entre el mayor y Soobin.

Comúnmente felicitaban a Huening por haber sacado parte de su carácter de su padre, quien también evitaba pelearse y no sabía cómo decirle que no a su esposa, mientras que Lea había sacado el mismo carácter que su madre, razón por la que chocaban constantemente.

Aunque su madre era mucho más pasivo-agresiva que Lea, quien era mucho más obstinada y directa.

—Creo que tus... novios tendrán que irse, Kai. Es una mesa para cuatro. —la mujer trató de ocultar la satisfacción en su sonrisa ante ello, contrate de la forma en que la palabra "novios" fue casi imposible de digerir y decirla en voz alta.

Huening le dio un vistazo rápido a la mesa y por un momento pensó que su progenitora ganaría esa ronda.

Por suerte, el desvergonzado de Yeonjun entró en acción.

—Bueno, me disculpa por meterme, madre. Si existe algo que mi halmoni me ha enseñado es que hay solución para todo, menos para la muerte. —el pelirosa se soltó de la mano de Soobin para caminar a una de las mesas libres y agarrar una de las sillas—. Me parece que nadie está usando estas. Soobin, agarra una.

El peliazul obedeció en medio de una pequeña sonrisa.

—No hay suficiente espacio. —su madre todavía pensaba que podía ganar.

—Madrecita linda, claro que lo hay. —Lea nunca perdía una oportunidad para pelear con su progenitora. No dudó en saltar a la oportunidad de arrastrar un poco su silla para dejar algo de espacio, una sonrisa que destilaba travesura adornando su rostro.— Jun puede ponerse a mi lado y Hyuka puede moverse un poco para dejar un poco de espacio entre él y papá para Soobin.

La madre de ambos apretó sus labios en una sonrisa rígida, entrelazando sus manos frente a su estómago. Probablemente estaba recordándose a sí misma que debía tener algo de paciencia.

—¿No estarán incómodos tus invitados?

—Novios. —recordó Kai por simple morbo.

—Bueno, tus novios.

—No lo creo.

—Para nada, madre. —aseguró Soobin.

Yeonjun se adelantó a sentarse donde Lea había indicado:— No hay problema, madre. Hemos estado más apretados en mi cama, esto es liberador.

El padre del rubio casi estuvo por atorarse con el agua que estaba bebiendo y su madre lo miró fulminante; Kai quiso pensar que estaba en una situación mundana en donde su madre era normal y sólo parecía matarlo con su mirada por creer que su novio era un imprudente que compartía información que ninguno de ellos les incumbía.

Tenía que pintarse escenarios falsos si quería seguir con la farsa o caería en un colapso mental.

—Es sólo dormir. —el menor se vio en la necesidad de aclarar.

—Iré a buscar al mesero. —se limitó a decir su madre en medio de una inhalación profunda. No parecía creer su excusa y el rubio tuvo que recordarse que ese era el punto de su plan.

Kai finalmente se sintió a sí mismo respirar, más cuando Lea rio al momento en que su madre desapareció de vista, y fue rodeado por el largo brazo de Soobin para que ambos pudieran sentarse. Era una mesa circular, la verdad no había como sentirse apretados; el padre de Huening acercó un poco la silla de su esposa para que Lea pudiera moverse más para ese derecha, así los otros tres tenían un poco más de espacio. El orden de ubicando se estableció solo; iniciaba por su madre, luego su padre, Soobin, Kai, Yeonjun y Lea junto a la cabeza de la mesa.

Kai se encontraba frente a la silla de su madre. Cuando volviera, estaría mirándola a la cara.

—¿Cómo no me había enterado de tu relación antes, Hyuka? —preguntó el padre del menor. No buscaba presionar o indagar respuestas en una interrogación rápida, se trataba simple curiosidad.

—Es algo más o menos reciente, papá.

—Le pedimos que fuera nuestro novio alrededor de marzo, ¿cierto, Soo?

—Sí. —asintió el susodicho a lo dicho por Yeonjun—. Fue el cuatro de marzo, lo recuerdo bien. Decidimos aventarnos a la suerte, no sabíamos que diría que sí.

Pasos de tacón se hicieron presentes y la madre del rubio entró nuevamente con sus brazos cruzados y su mirada fija en el trío. Al parecer había estado escuchando, al menos había escuchado lo que Soobin había dicho.

—¿Y cómo sucedió todo esto? —la mujer tomó asiento y su mirada se conectó con la de su hijo, provocando que tragara saliva—. ¿Acaso Huening Kai se metió en su relación? Recuerdo que ustedes eran novios antes de todo... esto.

El menor odió cómo sonaba eso; él metiéndose en una relación que no era suya, ser intruso, tomar algo que no era suyo. No mentiría, si su madre buscaba que se sintiera mal por el estrés que su actitud le estaba causando, lo había logrado.

—Para nada, madre. —dos manos se escabulleron al regazo de Huening en lo que Soobin hablaba para poder tomar las suyas, una de Yeonjun y otra del peliazul, uno de cada lado. Ambos se veían tan tranquilos, no parecía que estuvieran dándole fuerza con apretones—. Nuestro gusto por Kai nunca causó un problema en nuestra relación. Era algo más que teníamos en común.

—A ti te gusta, a mí me gusta, nos gustamos y él siempre está ocupado. No era algo que nos causara conflicto, ¿por qué complicarlo cuando podíamos gustar de Hyuka a la distancia y hablar sobre ello? —Yeonjun se encogió de hombros con una de sus sonrisas encantadoras.

—¿Y cómo decidieron confesarse? —a diferencia de su madre, Nabil estaba escuchando lo que decían como un niño, atento y sin perder ningún detalle de todo, como si la vida amorosa de su hijo se tratara de un drama.

Y Yeonjun estaba más que contento con hablar.

—Pues un día fuimos al cine y luego fuimos a comer. Hacía mucho frío, pero Hyuka parecía ser el más feliz del mundo porque las flores de cerezo habían florecido. Saltaba a todos lados como un niño emocionado. Quizás suena cursi, pero parecía tener estrellas en los ojos. Recuerdo haber mirado a Soobin y decirle "Si dice que no, todo estará bien, y si dice que sí, entonces será perfecto".

—Le pedimos a Beom que desapareciera con Tyun por un rato y hablamos con él en un parque cerca de donde estábamos. En verdad fuimos afortunados de que Hyuka gustara de nosotros también y nos haya dado la oportunidad de ser sus novios. —los hoyuelos de Soobin salieron a la luz cuando sonrió.

—¿Marzo, eh? ¿Kai no estaba acabando las grabaciones de su drama con Yuna para ese entonces? —la mujer no los miraba, estaba ojeando desinteresadamente el menú que le habían entregado. Trataba de actuar impasible, pero Huening había pasado cada día pegado a su cadera por los últimos diez años; los engranajes de su mente estaban trabajando más que nunca, buscando fallas en su historia o motivos para llevarles la delantera—. ¿No les molesta eso? Mi hijo constantemente debe estar en grabaciones o teniendo como compañeras de modelaje a chicas demasiado hermosas, ¿algún problema con eso?

Huening se tomó la libertad de sacudir la cabeza.

—Yeonjun y Soobin hyung saben que es solo trabajo y entienden que debo ser profesional. —y los mayores asintieron para mostrarse de acuerdo—. Además, nunca me había sentido atraído por alguna de mis compañeras para empezar. Es el lado positivo de ser gay.

—Tampoco habías mostrado interés en chicos antes. —argumentó su madre, su tono algo inquieto y callado para ser alguien que siempre hablaba con firmeza. Tal vez era sólo el menor y su mente catastrófica, pero juraba que su madre tenía una sonrisa complacida en el rostro, aquella que esbozaba cuando sabía que tenía razón, quizás porque no le creía.

Huening odiaba esa sonrisa.

Por fijarse demasiado en ella, falló en reconocer el deje de auto-compasión en las palabras de su madre. Probablemente porque habían pasado juntos cada día desde que Kai era un niño y nunca se dio cuenta. Si de algo servía aquel pensamiento, solo agravaba la amargura presente en el pecho del rubio.

—Pude haberte conversado acerca de mi gusto por Soobin hyung cuando era pequeño o sobre cuán nervioso me ponía Yeonjun hyung en el instituto, pero siempre has sido más mi manager que mi madre. ¿Por qué mi representante debería saber de mis problemas amorosos? —mierda, las palabras habían salido de él más rápido de lo que pudo procesarlo, pero, por alguna razón, sentía que había removido una pequeña, pero pesada roca de su pecho.

Claro, hubiera sido bueno que haya cargado menos veneno del que lanzó hacia su madre cuando lo dijo, pero el asunto era tan nuevo para el menor que todavía no sabía cómo controlar su resentimiento.

El silencio se hizo en la mesa y el rubio de repente se sintió agitado; ni siquiera sabía porqué, pero su pecho latía con fuerza y se movía de arriba a abajo mientras su mirada desafiaba a la dura de su madre, como si su cuerpo no pudiera decidirse entre el coraje que lo invadía o el terror que sentía. Su padre esbozó una mueca incómoda, Yeonjun y Lea compartían una reacción similar tratando de disimular su sorpresa ante la ácida respuesta y Soobin ni siquiera lo intentó, sus orbes agrandándose gracias a la impresión.

La respuesta había sido totalmente ajena a la personalidad de Huening; sin embargo fue realmente interesante que proviniera de él. Era diferente, hasta diría refrescante, verlo defenderse a sí mismo para variar y era algo que llenaba a Soobin, Lea y Yeonjun con algo de orgullo. Tal vez sólo debían trabajar en ayudarlo a reconocer el lugar y tiempo adecuados, pero era un excelente avance.

La madre del rubio no tuvo la oportunidad de contestar en lo absoluto, el mesero pronto llegó cortar la vívida tensión en la mesa.

Una vez pidieron su comida, el padre de Huening se removió un poco para poder usar la influencia que tenía en su esposa para rebajar el aura asesina con la que estaba llenando la mesa, Lea sacó su teléfono por un momento, probablemente para contarle a sus amigas los eventos de la noche, y Yeonjun y Soobin se centraron en el menor.

—¿Estás bien, príncipe? —preguntó el pelirosa lo suficientemente bajo para que solo los tres escucharan la conversación.

El rubio asintió vagamente.

—¿Ubicas cómo te sientes cuando bajas de una montaña rusa?

—¿Que te tiemblen las piernas y se te revuelva el estómago, pero que no se sienta realmente mal porque estás lleno de adrenalina? —Soobin frunció el ceño a pesar de estarle leyendo la mente.

—Ajá, así me siento.

—Es normal. —rió un poco el pelirosa.

—¿Cómo lo sabes? Nunca has hecho esto.

—Yo no, pero Soobin sí. Te lo juro, te viste diez veces más atractivo.

—Tiene razón, fue increíble. Mamá casi me mata. —el peliazul asintió, sacudiendo la cabeza cuando recordó que su dongsaeng todavía guardaba un video de la ocasión—. Pero si te sientes con demasiado miedo como para contestarle, deja que nos encarguemos del resto, ¿sí, amor?

—Estoy bien.

—¿Seguro? —inquirió Yeonjun, evidentemente preocupado por su estado.

—En serio lo estoy.

Ambos chicos lo miraron con los ojos entrecerrados, expresión con la que le comunicaban que no le creían en lo absoluto, quizás porque el rubio seguía jugando con los dedos de la mano de cada uno en un intento de calmarse. Pero, ya saben, si no puedes convencer a alguien, bríndale tu apoyo.

—A ver, dame un besito si estás bien.

—Yeonjun hyung. —lo regañó el rubio.

—¿Qué? Es una petición bastante razonable. —se excusó el pelirosa haciendo reír a ambos por lo bajo, mucho más cuando el mayor dio toquecitos en su mejilla para indicar que seguía esperando su beso—. Vamos, dámelo.

Kai volvió a quejarse con un golpe suave en el muslo del mayor antes de echar un vistazo en la mesa; Lea estaba ocupado comiendo de los aperitivos que habían traído cuando pidieron la orden y su padre seguía hablando con su madre mientras está rodaba sus ojos ante lo que decía como una adolescente rebelde, actitud en ella que no era tan extraña si le preguntaban a su padre. Nadie les estaba prestando atención, por lo que, sin pronunciar una palabra, le dio al mayor lo que quería, dejando que sus labios entraran en contacto con la mejilla del pelirosa por dos segundos antes de volver a hundirse en su silla.

Sería un eufemismo decir que a Yeonjun le había sorprendido que el menor realmente lo hiciera. Su expresión era una obra de arte, Soobin no pudo evitar carcajearse gracias a esta y tuvo que recordarse que debían hacer silencio.

La risa no le duró mucho.

—A ti también. —había murmurado el menor antes de repetir el mismo proceso ahora en la mejilla de Soobin, callándolo al instante—. Hay que ser justos.

Yeonjun y Soobin olvidaron cómo respirar por casi cinco minutos.

Después de la llegada de la comida, la cena no tuvo mucho que resaltar. Comieron los primeros platillos en silencio, los chicos y Lea compartiéndose comida y comunicándose con solo miradas. Claro que, después de un rato, el señor Huening decidió acabar con el silencio, preguntándole a sus "yernos" qué estudiaban o a qué se dedicaban. Soobin le contestó que ambos iban a la universidad juntos, que él estudiaba literatura y que Yeonjun estudiaba idiomas y asistía a una academia de baile. Todo empezó a marchar tal viento en popa; considerando la compleja mezcla genética que la familia poseía, al padre del rubio le emocionaba encontrar a gente que hablara idiomas diferentes al coreano.

Ambos tuvieron una conversación en inglés, y algo de portugués también, en donde la mayoría de las personas en la mesa observaban entretenidos.

Sí, la madre de Huening seguía de mal humor.

En ese momento, estaban por irse. Lea y sus padres se habían pedido un postre y Kai les había dado dos de sus dumplings a Yeonjun y Soobin, uno para cada no, porque se había llenado. Si es que a llenarse se refería a que sentía la comida atorada en la garganta y un ardor consistente en la boca del estómago; cualquiera se preocuparía pensando que se trataba de alguna infección, pero no. Solo se trataba del rubio, quien estaba a punto de decir algo que había querido decir por años y estaba muerto de miedo.

—Quiero dejar el modelaje. —un sonido secó se oyó. Un tenedor impactando con una vasija de porcelana al ser dejado caer. Miró a su madre y esta parecía tener una especie de tick en el ojo—. Quiero seguir actuando, pero me gustaría elegir mi roles. Ya estoy cansado de dramas colegiales. Quiero algo diferente.

Otro golpe secó se escuchó, provocando que todos en la mesa se sobresaltaran por lo fuerte que había sido comparado con el otro. También fue intencional. La madre del menor había golpeado sus manos contra la mesa, como si buscara de llamar su atención o hacer que dejara de hablar. Estaba hecha una furia, Huening lo sabía, se encontraba completamente roja de la frente al cuello y la vena de su sien palpitaba con tal fuerza que podía percibirla.

—¿Algo más, jefe?

Una parte de Huening estaba temiendo por su vida, otra no quería callarse hasta que sus prioridades hayan sido escuchadas, como si fuera un animal salvaje liberado de su jaula.

El puma le ganaba al miedo.

—De hecho, sí. —añadió aquello lentamente, como un bebé que estaba aprendiendo a caminar. A su tiempo, pero seguro de lo que quería—. Quiero empezar a hacer música, dejar la agencia en la que estoy y buscar una que me permita ser músico, productor y actor. ¿Será un problema para usted conseguir eso para su artista?

—Sí, lo hay.

—¿Y esa es?

—Mi artista es un niño malcriado que está atrapado en una fantasía donde cree que puede hacer lo que quiere en esta industria. —espetó cada palabra la mujer, colocándose de pie—. Haz lo que sabes hacer y no empieces otra vez con ese sueño barato de músico si no quieres perder todo lo que tienes ahora.

El rubio chasqueó su lengua, aquello le dolía, sí, pero lo había escuchado tantas veces que ya era inmune al argumento; finalmente sentía algo de poder sobre sí mismo, por lo que no flaqueó. Es más, se levantó también.

—Pues supongo que me veré en la obligación de despedirla.

—Kai. —llamó su padre, listo para intervenir como mediador para que su mujer y su hijo se calmaran.

—¿Qué, papá? ¿Vas a defenderla? Tenemos que llamarlo por lo que es, una manager que quiso tanto poder que terminó explotando a sus hijos toda su vida. Hace mucho empezó a ser totalmente distinto a cuando nos propuso que fuéramos modelos infantiles. Éramos niños, ella vio potencial y lo agradezco, en serio, pero no trates de convencerme de que es justo que yo haya estado en set de grabaciones y en cenas con ejecutivos más veces de las que fui al colegio. —las palabras flotaban fuera de él como si Huening se hubiese convertido en una cascada. No podía dejar de hablar y quejarse com su padre aunque quisiera—. Ella podía obligarnos a modelar para revistas e ir a audiciones y debíamos ir sin chistar porque ella lo decía y sabía que era lo mejor para nosotros, pero en el momento en que uno de los dos quiso hacer algo diferente empezó a tratarlo mal. No pudo soportar que Lea noona haya tenido un sueño, uno por el que haría cualquier cosa, así fuera llevarle la contraria las veces que tuviera que hacerlo. Míranos. Se hartó a tal punto de irse de la casa y trabajó duro para ser idol por sus propios medios porque su madre la hizo a un lado cuando no quiso seguir su sueño.

Por primera vez en toda la noche, Lea pareció tomarse la cena en serio, finalmente escuchándolos como parte activa de la conversación en lugar de una simple espectadora. Su mirada se encontraba en su servilleta, tan vulnerable que el menor sabía que había hecho bien al incluirla como parte de su protesta. Su noona siempre tuvo que defenderse sola, era momento de que supiera de que Huening estaba a su lado esta vez. Mejor tarde que nunca.

—Venimos aquí cada viernes, ¿para qué? ¿Aparentar que estamos bien? ¿Que Lea noona no fue empujada fuera de nuestras vidas hasta que se quedó sola? ¿Que no tuve una adolescencia normal por esta estúpida carrera? ¿Que no es necesario que tomemos este tipo de actitud para que mamá sepa que no puede controlar nuestras vidas para siempre? ¿Que tengo tanto miedo de decirle lo que quiero porque ella jamás va a tomarme en cuenta, sino que va bajarme los ánimos? No creo que tengas con que defenderla ahora, papá.

Se le había acabado el aire, tanto que cayó rendido el asiento tan pronto como pronunció la última sílaba. Su padre se había quedado atónito, su madre se encontraba temblando por su ira reprimida y su hermana miraba al suelo, procesando que Kai finalmente había decidido ponerle un freno a su madre cuando ella había fallado mil veces. De nuevo, nadie jamás habló por su hermana, pero ella supo cómo sobrellevarlo porque al menos no era la hija estrella como Kai; su papá trató de arreglar las cosas entre ellas, pero nunca la defendió. Quizás ahora que se trataba de su hermano, no se quedaría callado. Lea sabía que Kai lo había hecho porque sentía que se lo debía; no se pudo obligar a sí mismo a decir algo en nombre de su hermana antes porque estaba aterrado, pero ya no más.

Podía ver la determinación en su mirada. Las cosas iban a cambiar, para bien o para mal.

Soobin y Yeonjun, quienes no habían intentado detenerlo durante su verborrea, acariciaron la espalda del rubio en lo que tomaba aire. Sí, Lea pensó mientras los observaba, Kai estaría bien.

—Creas lo que creas de mí, soy tu madre, Huening Kai. —Soomin habló finalmente después de un rato. Estaba enojada, pero raramente calmada—. No puedes sacarme de tu vida tan fácilmente.

Y aun con todo lo que había dicho, tampoco quería hacerlo. Es más, el rubio quería que fuera solamente su madre.

—Pero puedo despedir a mi manager. —suspiró el menor—. Cuando cumpla veinte, lo haré. Tendremos una reunión, cancelaré tu contrato, manejaré mis propias cuentas y buscaré una nueva agencia. Muchas gracias por la eficiencia en tu trabajo, pero no es pregunta. Solo quiero a mi madre a partir de ahora.

Se percibía una diferencia en el aire de cuando su madre peleó con Lea por primera vez. Kai recordaba que estuvieron gritando por horas, su madre diciéndole que era una malagradecida y que jamás tendría éxito mientras que Lea le respondía con su barbilla en alto que prefería jamás ser exitosa a tener que hacer algo que odiaba por el resto de su vida. El contraste aquí es que la mujer estaba muy tranquila, ardía en furia, por supuesto, su palpitante vena frontal lo delataba, pero no pronunciaba ni una palabra. No había interrumpido a Kai en su pequeño monólogo improvisado y no le había gritado mucho en comparación.

Simplemente se puso de pie, su pecho agitado y su espalda recta, como si se tratara de una reunión ejecutiva en la que no había querido participar.

—Te quiero fuera de la casa por unos días. No quiero verte, no quiero oír de ti. Si vas a ir, asegúrate de no dirigirte a mí, Kamal, si no quieres que diga cosas de las que me arrepienta. Falta semana y media para tu cumpleaños, por favor no te aparezcas por la casa hasta entonces. Hablaremos en nuestra reunión y luego volverás. Hasta entonces quédate con alguno de ellos, yo que sé. —su esposo estuvo a punto de protestar por la sutil dureza con la que estaba echando a su hijo a la calle, pero la mujer siguió hablando, aclarándose la garganta antes de dirigirse a la mesa—. Iré a pagar. Espero que se hayan ido cuando vuelva. Gracias por venir, buena noche.

Y sólo se fue.

El rubio aprovechó el momento en que desapareció para empezar a llorar. Un sollozo se le había atravesado en la garganta desde que su madre pronunció aquel «no quiero verte», y, mucho antes de que sus novios pudieran, Lea se levantó a abrazarlo, ella llorando tan bajo que apenas se dieron cuenta. Soobin y Yeonjun se limitaban a acariciar sus espaldas.

—Yo lo arreglaré, ¿okay? —su padre dijo después de un rato de ver a sus hijos aferrarse el uno al otro mientras—. Ve a casa y agarra bastante ropa antes de que lleguemos, ¿entendiste? ¿Tienes con quién quedarte?

—Puede quedarse conmigo. —Lea rápidamente se ofreció, separándose y limpiando sus propias lágrimas.

Yeonjun negó con la cabeza mientras secaba las lágrimas del menor. Kai se había movido hasta encontrar el calor de su pecho y el pelirosa se limitó a guiar su rostro hasta que estuviera oculto en su cuello, así gozaba de privacidad en lo que procedía a sacar todo lo que necesitaba de su pecho.

Cuando la castaña se giró a cuestionarlo, Choi suspiró con su manos hundida en las hebras rubias del menor:— No creo que sea lo mejor, Lea. Vas a debutar pronto. Si no estoy mal, tendrás que mudarte a un dorm con tus compañeras en unos días.

El rubio se apartó del mayor para observarlo con el ceño fruncido:— ¿Cómo sabías eso?

—Jun sabe cómo funciona la industria, amor. —Soobin se limitó a contestar, parándose y dirigiendo su atención a la expresión conflictiva del señor Huening—. Kai puede venir con nosotros al departamento de Yeonjun hyung. Pasaremos por su casa por ropa y luego a la mía por algunas cosas, yo también me quedaré.

Kai estuvo a punto de objetar; no quería quedarse con ellos si iba a interferir en su vida universitaria, pero luego recordó que estaban de vacaciones de todos modos. Era la mejor opción.

El menor sólo se dejó levantar por sus mayores.

—Asegúrense de cuidarlo bien. Sé que llevo años conociéndolos, pero parecen muy buenos chicos. Fue un gusto verlos esta noche. —les sonrió apenado el padre del menor.

Ambos asintieron y respondieron en unísono.

—Igualmente, señor.

El hombro se acercó para depositar un pequeño beso en la frente a su hijo antes de suspirar con pesadez.

—Estás loco, pingüinito. Te prometo que te ayudaré a salir de esta. —el menor solo podía asentir, aún llorando en silencio. Nunca pensó que pelearse con su madre sería tan devastador, especialmente cuando necesitaba uno de sus abrazos para dejar de llorar—. Ve, ve.

En un parpadeo, Soobin y Yeonjun sacaron a Huening del restaurante, no preguntó por el bolso con su ropa porque Lea era quien lo había escondido y supuso que se lo entregaría, así que solo salió y se dejó meter a un taxi junto con el peliazul, recostándose en el asiento trasero del auto para seguir llorando mientras el mayor le indicaba a dónde ir desde el copiloto. El pelirosa los seguiría en su motoneta, al menos eso escuchó a Soobin decir antes de que le diera su espacio.

Kai no sé entendía. Quería rebelarse contra su madre, pelear con ella y decirle todo aquello que había callado por años, ¿entonces por qué se sentía tan mal? ¿Por qué seguía llorando tras haber sido echado? La respuesta era clara, controladora o no, Kai amaba a esa mujer más de lo que se amaba a sí mismo y dependía de ella para todo lo que hiciera, tanto que a los dieciséis decidió continuar com su carrera en solitario aunque la odiara sólo porque ella así lo quería, porque esa mujer era su madre y le dolía como el mismo infierno decepcionarla.

Cuando llegaron a su casa, le dio las llaves a Soobin para que él sacara sus cosas, sabiendo que si ponía un pie detrás de su casa, nadie podría sacarlo hasta que su madre lo perdonara. El peliazul le trajo una maleta de viaje llena de ropa y cosas que podría necesitar, así como uno de sus peluches de Molang— lo hizo llorar aún más, la única diferencia era que ahora podía hacerlo mientas abrazaba al pequeño felpado. Nadie le dirigió una palabra, sólo lo dejaron desahogarte. No hablarían hasta que el menor quisiera hacerlo.

No recordaba mucho. Tenía una breve memoria de haberse quedo dormido llorando en la espera fuera de la casa de Soobin y luego ¡pam! Había sido depositado suavemente en la cama del pelirosa.

Yeonjun y Soobin ni siquiera se cambiaron de ropa, solo se deshicieron de sus jeans y se unieron a é. Ambos fueron más que atentos y cuidadosos con él durante toda la noche. Era temprano en la noche cuando regresaron, pero a ninguno de los dos le importó. Huening tampoco buscó cambiarse la pijama. Solo querían quedarse allí, consolar al pequeño en la gran cama del mayor y decirle afirmaciones hermosas al oído, para que no se preocupara mucho, hasta que el sueño los venció. Ambos lo abrazaron hasta que el rubio volvió a caer dormido con mocos en su cara y su rostro. Les llenaba el corazón de pesar verlo así, pero era necesario y, por más que quisieran protegerlo del dolor, no se podía evitar.

Jamás nadie prometió que rebelarse sería fácil.

FINALMENTE PODRÉ DORMIR.

2025: ni yo me tenía fe, pero igual lo edité. por año donde finalmente terminé de subir twenty con sus correcciones, amén.

—m.

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