XXVIII
Todos estaban boquiabiertos, si aun no asimilaban que Alec estuviera embarazado menos lo estaban para enterarse que eran dos bebes los que venían en camino, estaban sumamente sorprendidos.
- ¿Mis...?
- Si, aquel día lo sentí, había vida en tu vientre, senti dos pequeños latidos, eran débiles pero ahí estaban, sentí el poder de dos...pero ahora...
Alec se levantó de golpe de la cama mareandose por ello, estuvo a punto de caer pero su padre logró tomarlo y recostarlo nuevamente.
- Hijo ten cuidado aún no estás recuperado y...
Alec no le dejó continuar pues ni siquiera había escuchado lo que su padre decia, estaba aterrado por ese "pero ahora"
- Adrián ¿qué quieres decir?, no te quedes callado.
El solo mordió su lengua antes de hablar, no le gustaba verlo sufrir y menos ser el causante de ello.
- Lo siento mucho Alec, esta vez solo sentí un latido... por más que me esfuerzo buscando yo... lo siento..., no logró sentirlo al parecer ya perdiste a uno
Silenciosas lágrimas rodaron por sus ojos antes de que un pequeño jadeo producto del inminente llanto se escuchará en la habitación, Robert lo abrazo de inmediato, fue instintivo sintió el dolor de Alec en carne propia y el nefilim enterró su rostro en el pecho de su padre llorando desconsoladamente.
- Es mi culpa... debí darme cuenta, yo...
- No es tu culpa hijo, nadie podría imaginar algo asi, tú no eres...
- Debí saberlo, debí darme cuenta, no me cuide, yo lo mate papá, yo me intoxique en alcohol tratando de olvidar, busque peleas con demonios y fui golpeado hasta casi morir, el único culpable soy yo, yo lo mate, lo perdí antes de conocerlo, es mi culpa
Alec lloraba y su llanto se escucho hasta afuera, Magnus se levantó de inmediato e intentó entrar a la habitación junto a los demás pero no fue posible, la puerta estaba herméticamente cerrada, Clary había dibujado una runa para que nadie pudiera entrar a interrumpirlos, pero eso no significaba que no pudieran escuchar.
- No es tu culpa - Adrian estaba desesperado - desde el inicio no tenían oportunidad, solo se desarrollaron hasta la cuarta semana.
Alec que había estado pendiente del embarazo de Clary solo pudo susurrar.
- Cuarta semana... el embrión ya tiene un pequeño corazoncito que comienza a latir, al final de la cuarta semana se reconoce fácilmente la cabeza, que ya posee un rudimentario cerebro y comienzan a reconocerse también los brazos y las piernas - Alec repetía lo que la obstetra le había dicho cuando se informó del embarazo de Clary imaginando al pequeño ser que estaba en su interior.
Después de varios minutos con sus ojos aún anegados de lágrimas pregunto.
- ¿Qué puedo hacer? Adrián dime que hago, ¿cómo...?
- No Alec, es mejor que te hagas a la idea que...
- No lo digas, debe haber una forma..., como hiciste con Elisabeth
- Era diferente, era una mujer, su cuerpo estaba preparado para ello solo necesitaba de energía y se la di
- Si solo necesito energía entonces Catarina puede...
- No, por alguna razón no funciona, incluso Magnus te dio de su energía la primera vez que los demonios intentaron secuestrarte, no te lo dijimos en aquel entonces porque te enojarías..., aquella vez solo te ayudo a recuperarte a ti, el feto no la acepta, busque la manera, te juro por lo más sagrado que lo hice pero ya no se que hacer lo he intentado todo, incluso..., yo invoque a mi padre y él me dijo que..., Alec estas siendo cazado los demonios quieren a ese niño y no tardaran en venir por ti, me duele decirte esto pero ese pequeño esta poniendo tu vida en riesgo tal vez deberias...
- No lo hare, no te atrevas...
Magnus estaba furioso, no podía imaginar que Alec se hubiese entregado a otro, había escuchado claramente cuando ese brujo de quinta le decía que tenía cuatro semanas, desde ahí había dejado de prestar atención a lo que decían.
Cuando Jace llegó a su loft diciendo que Alec estaba embarazado se había ilusionado con que ese niño fuera suyo; aunque suene descabellado por un momento su corazón saltó de alegria al imaginar a sus hijos, porque desde el inicio no vio a uno sino a dos, uno de profundos ojos azules, cabello negro y piel acanelada como la suya y su otro bebé con ojos color verde dorado y la piel tan blanca como la de su padre; sabía muy bien que no podía tener hijos, era un brujo que cargaba con la maldición de ser infertil, pero se imaginó a los dos junto al fuego de una chimenea llevando en sus brazos pequeños y delicados bebés con las mejillas sonrojadas protegidos del frío por blancas mantas mientras presidente descansaba junto a ellos ronroneando.
Queria irse, no soportaba la idea de que él lo hubiese olvidado, dolía, dolía demasiado, asi que empezó a caminar a la salida del hospital cuando sintió un abrumador poder que conocía muy bien, no podía ser ¿por que estaba ahí? No podía estar pasando, se lleno de pavor y corrió de regreso en busca de Alexander.
Isabelle y los demás estaban tratando de abrir la puerta con desesperación ellos tambien habían sentido esa siniestra energía, no se detuvo a pensar, solo hizo estallar la puerta con todo su poder ya que la runa que cerraba el recintó era poderosa.
Cuando por fin pudo visualizar el interior de la habitación vió a Robert, estaba herido aún tratando de tomar su espada y como a un par de metros de distancia unos ojos dorados igual a los suyos lo miraba, ese hombre tenía a su Alexander en brazos y no pudo hacer nada para detenerlo, él solo sonrió al ver la impotencia del brujo que desesperado trataba de echar abajo una barrera que lo separaba del nefilim, impotente solo vio como se lo llevaba a la vez que Clary y Simon saltaban adentro del portal junto a Adrian siguiendo a ese demonio.
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