no creo que tenerlo de cabeza sea una buena idea
El quinto día empezaba con el canto de un gallo desafinado y un brujo despeinado y legañoso recorriendo el instituto en busca de Yezalel. Magnus estaba preocupado, la pequeña querubin no había aparecido en su habitación para cumplir con su misión de alimentar a sus hijos, recorría los pasillos mientras le hablaba al capullo que protegía celosamente en sus brazos, ese día les estaba contando a sus bebés cómo se conocieron su padre y él —...si mis estrellitas, cuando nuestros ojos se cruzaron por primera vez senti un placentero estremecimiento en todo el cuerpo y sé que el sintió lo mismo, lo deje mudo....
En otro lugar, Jace se estiraba perezosamente sobre la cama, sus agarrotados músculos y sus ojos hundidos habían desaparecido, pero aún seguía cansado a pesar de las milagrosas horas de sueño, así que se dejó caer una vez más sobre el mullido colchón. Estaba haciendo planes para salir, esta vez iría a la zona rural de la ciudad donde aún no había explorado cuando escuchó un gorgojeo, señal de que uno de sus hijos se había levantado. Suponía que se trataba de Alexander, era el único que empezaba su día a las cinco de la mañana, le hacía recordar a su parabatai.
— Aún es muy temprano Alex.... —no pudo terminar su nombre, su hijo no estaba en la cuna y quién estaba haciendo ruiditos era Adrián —Alexander —lanzo un fuerte gritó despertando a su bebita y haciendola llorar.
Busco con desesperación, incluso en el suelo y bajo la cama, pero no lo encontró, salió gritando, llamando a su madre y a Isabelle, quienes salieron a tropezones vistiendo solo camisolas. En pocos minutos el instituto era un caos, buscaban al bebé en cada rincón sin éxito alguno, se sentía culpable, no entendía como es que había perdido a su hijo cuando hace unas horas lo había acostado en su cuna. Se sentía culpable, no podía creer que había dormido tan profundamente como para no darse cuenta cuando lo secuestraban. Se llevó las manos a la cabeza ahogando un gritó, cuando Jem regreso de revisar los jardines y les dijo que no había rastro alguno.
—Max no está en su habitación —Maryse entró gritando, estaba desesperada, en la búsqueda de su nieto consideró avisarle a su hijo menor para que los ayudará, pero no lo encontró, temía lo peor ahora que ya eran dos miembros de su familia los que habían desaparecido.
Estaban por ir a buscar a Magnus cuando el entró mirando hacia todos lados —¿Alguien ha visto a Yezalel? La llevo buscando más de una hora, el sol ya salió y ella no ha alimentado el capullo.
Todos lo miraron desconcertados y asustados, no se habían percatado que la niña tampoco estaba en el instituto
— Ahora ya son tres los desaparecidos, debió de ser ese demonio...—Isabelle susurro, pero fue escuchada por todos. Fue ella quién le informó al brujo todo lo que estaba pasando.
—¿Cómo pudo entrar y llevarse a los niños sin que nadie se percate de ello? Este instituto tiene fuertes protecciones, mi padre junto a Gabriel hicieron los encantamientos —Magnus abrazo aún más el capullo dando gracias por no haberlo perdido.
—No sé que haya pasado pero tal vez el secuestrador dejó su olor en la habitación de Jace, si es así podremos saber quién fue y en el mejor de los casos seguir su rastro, iré a revisar —Todos lo consideraron una buena idea así que siguieron a Maia, ella olfateó la estancia y lo percibió —rubio desteñido de feria tienes un pañal sucio bajo la cuna, no seas cochino — en otra situación habrían reído pero ahora permanecían en silencio esperando que les dijera si había encontrado algo, olfateó la cuna y percibió dos olores conocidos, sin decir nada salió siguiendo el rastro y llego hasta la salida del instituto donde dos nuevos olores se sumaron.
—¿Encontraste algo? Ya dinos Maia, has estado callada mucho tiempo —Isabelle había perdido la paciencia
—Simon... — susurro, e Isabelle la miró desconcertada recordando que esa mañana se levantó sola, su prometido no estaba por ningún lado —no siento el aroma de ningún extraño, pero..., Cuando entré a la habitación de Jace sentí el aroma de Max y Yezalel y unos metros antes de la salida el aroma de Simón y del gato, el aroma de Alexander está también presente.
—¿Estas queriendo decir que ellos se llevaron a mi hijo?
—Es lo más probable
—Voy a matar a ese cuatro ojos, cómo se atreve a robarme a mi hijo.
—Calmate Jace, sabes que Simón no te haría daño, algo debió de pasar para que se llevara a tu hijo, tal vez fueron a dar un paseo, por lo pronto, que Magnus los rastree para ir por ellos —Tessa le alcanzó una taza de té para calmar sus nervios y luego se acercó al brujo.
—Ya lo intente Tess, mientras ustedes seguían a Maia estuve tratando de rastrear al niño y Max, pero no puedo, seguro Yezalel está cubriendo su presencia y mientras lo haga me será imposible encontrarlos.
Muchas horas después el grupo de secuestradores estaban en un aeropuerto en otra ciudad, fue un milagro que los hubiesen dejado abordar sin hacer preguntas, pero lo atribuyeron a los poderes de Yezalel. Simón leyó Loja y se preguntó que significaría y porque le pondrían un nombre tan raro cuando el bebé que sostenía empezó a removerse.
—¿Qué pasa Alexander? Porque estás tan inquieto, ¿será que tienes hambre? —Simon lo levantó y volteo buscando cual era el problema
—Me parece que necesita un cambio de pañal y no creo que tenerlo de cabeza sea buena idea
Simón estuvo a punto de dejar caer al bebé, pero la persona que le hablaba actuó de inmediato poniendo sus manos sobre las de el ayudando a sostener al pequeño. Con cuidado lo voltearon y el bebé estiró sus manitos y se removió desesperado tratando de ir a los brazos contrarios y Simon lo dejo ir.
—Que lindo hombrecito, eres precioso — el bebé río feliz, estuvo rebotando hasta que logro hacer que la capucha que llevaba aquella persona cayera y revelará que se trataba de una chica. Ella río a la vez que sus rebeldes rizos rojos caían como una cascada para luego dejar sonoros besos en sus mejillas.
—Creo que tu padre se quedó mudo —el bebe movio la cabeza e intento decir algo o eso parecia pero en su lugar solo hizo globitos de saliva — oiga señor, debe cambiar el pañal de su hijo o se va a escaldar — Simón la observó sin saber si reir o llorar, al final la abrazo
—Está ves no te dejaré ir Clary.
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