Capítulo 7
Capítulo 7
La morena suspiro cruzando los bazos por debajo de la cabeza, vio de soslayo el cuerpo de su madre acostada y profundamente dormida a su lado, en el medio de esta se arrullaba calentito su hermoso bebé, no tenía su gorra puesta por lo que se podía apreciar perfectamente su pelusa de cabellera plateada, lucia suave y brillante, aunque las marcas heredadas de su padre seguían ocultas bajo una capa de maquillaje.
¿Por qué se vuelve tan difícil tratar de olvidar a alguien?
Incluso cuando pones todo de ti para correr los recuerdos compartidos de tu mente, estos parecen aferrarse con unas y dientes, y se vengan reapareciendo en cada ocasión, como la vez en que la llevo a su castillo y le propuso aquel disparato plan.
-"Sesshōmaru ¿Por qué estoy vestida así?"- Aome pregunto mirando una vez más su reflejo en el espejo. Y no puso evitar preguntarse ¿Qué pensaría Inuyasha si la veía así?
–"Es necesario"–él respondió y se puso a su lado de manera que sus reflejos resaltaran–"Miko"–la llamo mirando sus ojos en el espejo–"Cásate conmigo"– y la cara de Aome se contrajo, en desconcierto y asombro, quería estar alucinando, ella debía estar soñando.
–"No"–dijo fue su inmediata respuesta, ella no amaba a ese demonio, ni siquiera se toleraban. Entonces ella se giró para verlo de frente quería encontrar algún signo de burla, o mentira, pero el rostro de Sesshōmaru se mostraba con el mismo disgusto que ella, como si no quisiera estar ahí, diciendo eso.
Entonces una pregunta surgió dentro de su cabeza–"¿Por qué?"–de pronto la habitación se estaba encogiendo, y el aire parecía no correr atreves de sus pulmones.
–"Porque de esa forma obtendré mis tierras, tengo que casarme para ser dueño absoluto de todo, y tú miko podrás provocar al hanyou"– él respondió, sin quitar sus fríos ojos del marrón, Aome no podía creer lo que estaba escuchando–"Una vez que lo obtenga te dejare libre para que hagas lo que quieras"– él estaba diciendo que quería usarla, para su beneficio.
...
Si lo hubiera sabido, tal vez se habría negado, quizás hubiera huido sin mirar atrás... Pero entonces no tendría a aquel hermoso bebé, que fue el fruto de su amor por él, a quien amo con cada una de las fuerzas de su cuerpo, hasta el último momento... Temía que este sentimiento estuviera intacto.
¿Qué sentiría volverlo a ver?
Poder probar una última vez el calor de sus besos, seguramente se vería igual de nerviosa y avergonzada como la primera vez que sello sus labios.
...
–"¡Espera Sesshōmaru!"– se apresuró a decir la joven, cerrándole el paso-"Si tengo algo para darte"- murmuró escondiendo los ojos tras su flequillo.
¡No estaba dispuesta a perder!
La observo impaciente el mutismo de la joven–"¿Y bien?"– inquirió estoico.
Aome dejó caer los paquetes en el suelo, alzo la mirada avergonzada mientras se acercaba, el demonio la miro interrogante.
Coloco una mano en cada uno de los firmes hombros, y alzándose de puntillas sobre sus propios pies, Aome le miro mucho más sonrojada, se inclinó hacia el lentamente...
Se acercaba más a sus labios... Les dio un pequeño roce primero y entonces comenzó a temblar... Sesshōmaru se inclinó un poco y junto más sus labios, la morena jadeo moviéndolos con suavidad y se separó...
...
Quizás si él no la odia tanto a ella o a su bebé, si no intentara matarlos... Tal vez encontraría simpatía en sus ojos, incluso le sonreiría y demostraría aquellos tintes de preocupación que tanto le gustaban, podría ver a través de su máscara de frialdad un interés tan agradable y cálido por ella y su hijo...
Y un peculiar demonio contemplándola, con afable expresión, sus ojos dorados brillando bajo la llama de la vela.
Había cierta inquietud en ellos–"Sesshōmaru"– alivio podía percibir en las palabras de la miko.
–"No deberías estar aquí, mucho menos a esta hora"– sintió el deseo de recriminarle, estuvo a punto de morir y lo hubiera hecho de no ser por él.
Que manía la de esta mujer y sus caminatas nocturnas.
–"¿Te preocupaste por mí?"– Aome pregunto insegura ocultándose bajo su flequillo.
Y hubiera querido no preguntar, pero fue inevitable su curiosidad fue más rápida.
Se acercó con cautela esperando una respuesta, que jamás llegaría, pero le bastaba con solo mirar sus ojos, aquel brillo dorado, que podía llevarla a la locura sin siquiera proponérselo.
Porque Sesshōmaru podía decir tantas cosas, con solo verla de la forma, en la que lo estaba haciendo ahora.
¿Por qué él no lucia distante?
Sesshōmaru, se mantuvo frente a ella observándola en silencio.
Aome trago con fuerzas, resto los últimos pasos y cuando por fin lo encontró frente a frente, se permitió abrasarlo.
–"Gracias... Por salvarme"– la escucho decir ocultando el rostro sobre su pecho.
Aome se sentía tan pequeña a su lado, pero también tan segura y cálida.
Él olía demasiado bien.
Estando ahí en sus brazos Aome descubrió que nada podía dañarla y se juró a si misma que no se alejaría, nadie podría separarla de Sesshōmaru.
–"Ten más cuidado la próxima vez".
Aome sonrió.
...
Definitivamente resultaba ser amable y al mismo tiempo tosco, Aome no sabía cómo lo hacía, tan solo podía pensar en cuanto le gustaba poder presenciar esa faceta en él, una actitud muy herrada al último encuentro.
Ese día, él demostró su verdadera personalidad y la falsedad que fueron todos aquellos bellos sentimientos que juro tenerlos el día de su boda, su actuación de demonio enamorado fue tan real, que ella se la creyó como la más grande idiota, una ilusa que se dejó utilizar por los caprichos de un ser que no le importaba nada más que sus propios intereses.
No le tembló el corazón en amenazar contra la vida de su propio hijo.
–"Sesshōmaru"–ella dice en un susurro anhelante antes de envolverlo en sus brazos.
No le importo herirse con las púas afiladas de su inmutable escudo, Aome solo quería sentir su calor, poder tocarlo y aspirar aquel aroma a bosque tan característico del youkai.
Pero nada de eso sintió, tan solo un aura a frialdad que le erizaba la piel, Aome se alejó de él, como si fuera venenoso.
–"¿Qué- que ocurre?" –balbuceo nervioso, ante aquellos ojos dorados cubierto por una capa de frialdad–"¿Porque me ves así?" –susurro.
Sesshōmaru sonrió, una espeluznante sonrisa adornando la palidez de su rostro–"Deshazte de ella".
No puede ser verdad.
–"¿Qué? –gimió.
El fijo la vista sobre el pequeño vientre–"Ya me oíste"–susurro con sorna.
En verdad él estaba diciendo, lo que ella pensaba–"P-por favor".
–"No lo quiero"–aseguro, las palabras cargadas de desprecio rompieron el corazón de la miko.
La morena negó varias veces–"Es mi bebé"– gimió rompiendo en lágrimas–"N-nuestro"–este sujeto frente a ella no podía ser su Sesshōmaru.
– ¡Te deshaces de eso o te largas! –gruño las palabras, con los ojos inyectados de sangre, Aome entendió que él estaba hablando enserio.
–"No, no lo dices".
–"Vete"–corto, ella se estremeció y retrocedió sobre sus pasos, protegiendo con ambas manos la fragilidad de su estómago.
Oh dios. Oh dios
–"Se-Sesshōmaru por favor".
Su rostro ensombrecido se desfiguro con una mueca de burla y altanería–"Si tanto deseas permanecer conmigo, debes matarla".
– "¡No pue-do hacer eso, sería co-como matarme a mí mis-ma!"–respondió gritando, mientras temblaba con notoriedad y su respiración agitada delataban todo el terror que en esos momentos poseía su cuerpo.
Los ojos dorados se estrecharon sobre ella, el ceño fruncido con dolor–"Entonces lárgate de mí vista"–era increíble cuanto desprecio había en sus frases.
El youkai se giró y comenzó una lenta caminata.
–"¡Sesshōmaru por favor! "–Aome grito, él se detuvo y la observo de soslayo.
Ella se apresuró a ponerse en frente, a pesar de que todos sus sentidos le gritaran que se alejara. Ella se rehusaba a creer en las duras palabras que este emita.
–"Quítate de mi camino".
Este no podía ser su demonio.
El simplemente la empujo aún lado y siguió sus pasos, la morena agradeció no haber caído de bruces al suelo, pero se regañó por ser tan tonta y meterse en el camino de un demonio sin corazón.
–"Comprende miko, jamás me importaste y jamás lo aras"–y eso fue suficiente, Aome alzo la vista con una mezcla de decepción y tristeza absoluta–"No quiero volver a verte. No perteneces aquí".
–"¿Por qué estás haciendo esto?"
Aome se arrepintió de inmediato el haber cuestionado, el demonio volteo y sonrió enseñando los dientes, al mismo tiempo en que el destello de sus garras la cegó por segundos.
La escena fue tan aterradora que Aome retrocedió, mientras su pequeño cuerpo temblaba.
–"Si vuelves a cruzarte en mi camino, los asesinare a ambos"–fue la respuesta que obtuvo, sin ninguna pizca de emoción o duda.
Sesshōmaru estaba dispuesta a matarla.
Aome perdió el color y el habla, después de esto el demonio simplemente desapareció entre los árboles, el ultimo recuerdo que tendría de él serían sus desgarradoras palabras y su espalda blanca.
Fue como si la vida de repente la golpeara de golpe y con tanta fuera que logro arrebatarle el aire. Aome bajo ningún motivo pondría en peligro a su bebé.
Corrió a toda prisa a través del bosque, su meta estaba clara, regresaría a su época y no regresarían jamás.
Sesshōmaru seguía siendo el perfecto asesino.
Un ser capaz de matar a su propio hijo, no merecía nada de ella, ni siquiera su odio.
La morena jadeo en cuanto sus pies se detuvieron y sus ojos de un marrón fuerte, se cubrían de lágrimas al ver el portal que conectaba este mundo con el otro.
Ella ni siquiera lo dudo, ni siquiera miro atrás simplemente se lanzó.
El pozo se selló para siempre.
Pero ella estaba en casa
...
Todos los días, durante dos años lo intento... Quiso sacarlo de su mente, pero cada esfuerzo resulto en vano, estar de regreso en esta época solo hacían que la situación se tornara grave. Temía que un simple día de esos se cruzaran nuevamente, le aterraba la idea de que intentara dañarla o mucho peor de que le arrancara su bebé de los brazos, no sabía que intenciones podrían despertarse en aquel despiadado demonio.
Por eso rezaba a diario para no volver a verlo jamás, tenía que mantenerse oculta hasta encontrar una forma una manera, de regresar a su época y formar una nueva vida, quizás en una nueva casa, con personas nuevas a su alrededor, aunque por el momento debía aguantar y sobrevivir.
La determinación se apodera de ella, y echando un suspiro se obligó a dejar de lado los pensamientos y dormí, las pocas horas que quedaban de la noche, tenía que lucir lo bastante fresca y amable ante el desconocido guardián de la aldea.
No sabía porque de repente una extraña emoción agito su pecho, incluso la marca en su cuello palpito por un segundo, así que Aome solamente la ignoro, cayendo en los brazos del dios Morfeo.
...
El sol salió más pronto de lo esperado, la familia Higurashi se preparó para recibir al tan nombrado Aratar, un sinfín de preguntas sin respuestas rondaban por la cabeza de estos visitantes ¿Qué aspecto tendría este demonio? Quizás era bajo y regordete, o tal vez lucia como un zorro o un lagarto; ¿Sería tan poderoso como las lenguas contaban? Su gran poder podía incluyo llegar e herirlo, si no eran aceptados y catalogados como espías, Aome estaba segura de que correrían con la peor de las suertes si eso pasaba, pero esperaba que aquel lado amable -que según contaban tenía el extraño demonio- saliera a flote y les permitiera vivir en sus tierras, ella trabajaría duramente para solventar a toda su familia si fuera necesario.
Nunca le gustaron los misterios, y esto de no tener idea a lo que se enfrentaba comenzaba a ponerla muy nerviosa pero sobre todo ansiosa, estaba contando los minutos para poder verlo, quería conocerlo...
– ¿Están listo?–la profunda voz del mercenario la sao de sus pensamientos, asintió y seguidamente inspecciono a los miembros de su familia, todos prolijamente vestidos con prendas de la época, algo desgastadas, pero estaban conformes después de todo fueron un obsequio de la Casa de mujeres.
Souta se froto las manos sobre la tela de su pantalón, hecho un suspiro, estaba demasiado nervioso, su madre también parecía tensa, Aome no los culpaba comprendía que debía ser muy difícil para ellos adaptarse a las reglas de este nuevo mundo.
Sabía que tenían miedo, porque ella también estaba aterrada.
–Saldrán y se colocaran de rodillas en la calle, mantengan la cabeza abajo–el moreno informo recibiendo la estupefacción de todos– Y no miren a menos que Él se los pida ¿Entendieron?–cuestiono con rudeza.
La morena apretó los labios, estaba en desacuerdo, porque ella más que nada quería verlo a la cara y enfrentarlo, necesitaba demostrar que tenía el valor para quedarse y cuidar de la aldea y de su familia.
Pero se mordió la lengua antes de reclamar, asintió con los músculos de su mandíbula tensos.
–Aome, déjame cargarlo...–su madre Naomi pidió alzando al bebé quien aún se encontraba descansando sobre un par de cojines, lo tomo entre sus brazos para seguidamente acercarlo a la joven, quien dejo un beso sobre su frente y sonrió con dulzura, su madre se inclinó sobre su oreja y susurro–Necesitas estar alerta.
La morena no respondió, pero miro los ojos de su madre con total decisión una que juraba hacer lo que fuera necesario por protegerlos, si las cosas se torcían. No moriría sin dar pelea
–¡El Aratar (Supremo) está aquí!–anuncio corriendo una de las jóvenes.
Bankotsu hizo gestos con la mano, indicando que debían salir–Rápido salgan y hagan lo que les dije–Gruño saliendo a toda prisa.
Podía contar un total de veinte personas arrodilladas sobre el suelo, con las cabezas tan agachadas que estaba segura de que más de uno deseaba hundirla en la tierra, una fila de hombres y mujeres que temerosos esperaban salir con suerte, de esta especie de ruleta rusa.
Un poco más allá, a tan solo un par de pasos sobre el costado izquierdo se podía ver el pico de una toldo de aspecto circular hecho de tela completamente negra, lo único vivo eran los bordados en tonos dorados; dos demonios custodiaban la entrada quienes parecían ser del Clan de los Oso, su aspecto era similar al de dos luchadores de Sumo, regordetes e intimidantes, estaba segura de que podían matar a un humano de un simple golpe, si no era eso, seguro sus largas lanzas atravesarían la carne sin problema.
Ambos seres sobrenaturales estaban cuidando que ningún intruso pasara, podía imaginar que en el interior de ese tipo de carpa antigua se encontraba el Aratar/ Supremo.
Escucho un lastimero llanto de su bebé, Aome viro la vista a su costado derecho, mirando como su madre arrullaba al pequeño para tranquilizarlo mientras susurraba un "Shhh, shhh" por lo bajo, no le tomo más que un par de minutos cortar con su llanto.
Aome sonrió ante los gestos de su pequeño, quien movía sus pequeñas y pálidas manos sobre el aire, con una sonrisa que le atravesaba todo el rostro, se veía tan feliz que la morena no supo explicar el porqué de tanta dicha, así que solo sonrió.
Su gesto fue abruptamente interrumpido por un punzante dolor sobre la marca, oculta en su cuello bajo la capaz de tela, soltó un quejido y cubrió la cicatriz con una de sus manos, trato de controlar su respiración y para evitar miradas curiosas, imito la postura de la gente a su alrededor.
– ¡Daremos comienzo a la inspección, todo aquel que sea rechazado será expulsado del territorio de inmediato!–la vos de un hombre se alzó por todo el pueblo, Aome parpadeo varias veces mirando la tierra que casi rozaba su nariz.
El dolor iba menguando pero ahora aquella ansiedad parecía carcomerla rápidamente.
– ¡Si se oponen al exilio, la muerte es lo que obtendrán!–el discurso fue breve y directo, sin palabreríos absurdos, se sintió agradecida por eso, no deseaba permanecer tanto tiempo agachada.
Escucho murmullo y luego pasos, de lo que parecían ser el trote de un par de soldados, también pudo distinguir jadeos y juro que más de uno retuvo el aire en los pulmones.
– ¡Tú sí!–la selección había comenzado
Los pasos se sentían cada vez más cerca – ¡Y tú también!
El dolor en su cuello regreso, al mismo tiempo en que la urgencia por mirar azotaba su mente.
Cuenta la historia que la unión entre humanos y demonios como pareja no pueden ser ocultas, no existe hechizo, ni posición conocida para revertir este hecho, porque tarde o temprano volverán a encontrarse.
– ¡No!–escucho como alguien parecía ser tomado por la fuerza, quizás lo obligaron ponerse de pie.
La morena frunció las cejas y mordió su labio inferior con fuerzas, cuando las suplicar de un extraño comenzó a ser frecuente.
– ¡Silencio!–alguien gruño y después de esto se hoyo un golpe seco, la morena alzo la vista al frente, justo cuando un hombre caía al suelo inconsciente como si fuera un simple saco.
–Idiota–Enfurecida jadeo y se sentó sobre sus rodillas.
Se congelo de inmediato, al darse cuenta de lo que estaba a punto de hacer, vio los ojos de varios curiosos sobre su figura y sintió temor de lo que podían hacerle por dejarse engatusar por sus impulsos, bajó la mirada rápidamente.
Fue demasiado tarde, el color negro de unas botas se coló a través de su flequillo, no fue capaz de levantar la vista, el ardor en la marca se intensifico tanto que mantuvo los ojos tan abiertos como le fue posible.
– ¡Mujer levanta la cabeza de inmediato!–la morena tembló frente a la voz de aquel desconocido.
No quería mirar, no deseaba hacerlo. No se movió ni siquiera un centímetro.
Se hubiera negado pero las palabras parecían atoradas en su garganta, mientras la sensación familiar y aterradora la invadía.
– ¡Es una orden humana!–otro grito se escuchó, el soldado se movió y apunto con el filo de su espada la cabeza de su madre, quien soltando un gimoteo se incoó aún más sobre el suelo–¡Obedece o su cuello pagara el precio!
Y lo hizo alzo la vista con los ojos cargados de la más pura rabia, sentimiento que desapareció como el humo en cuanto lo vio, aquellos pozos de oro líquido que deseo jamás volver a ver, estaban ahí frente a ella, expuestos ante su familia.
Y no emitían nada más que sorpresa, pero también parecían querer atravesarle el alma, como si buscara indagar más allá de lo que pudiera demostrar, como si estuviera frente a un espejismo.
De pronto un chillido se cuela entre sus labios e instintivamente cubre la cicatriz con la palma, él reacciona extendiendo su mano, pero ella se aparta de inmediato, con el corazón disparado, se pone de pie y aunque se tambalea logra mantener el equilibrio para luego alejarse.
Sesshōmaru no se mueve, incluso podría jurar que tampoco parpadea, quizás estaba volviéndose loca, porque juro ver preocupación en los ojos de aquel despiadado asesino, que tan solo queda con las piernas fijas sobre el suelo mientras la mirada de todo el pueblo se concentran sobre ambos.
– ¡De rodillas frente al Aratar!
Esa fue la única orden que alcanzo a dar, ya que el demonio lo golpea en el rostro con tanta fuerza que la inconsciencia le cae encima de inmediato, el guardia se desploma frente a los ojos atónicos de todo el mundo.
Él pasea sus ojos de ella, al guardia y de regreso a ella como si acabara de darse cuenta de lo que hizo.
Aome un paso hacia atrás con la intención de correr, pero otra punzada de dolor la paraliza, las piernas le tiembla, escucha las voces preocupadas de su familia, sin embargo, no es capaz de responder ha perdido la voz y también las fuerzas para mantenerse en pie.
Siente el peso de su cuerpo deslizarse al suelo, pero nada ocurre, ni siquiera llega a rosar la tierra con sus rodillas, los brazos de aquel que tanto odia están aferrados a su cintura, sosteniéndola con firmeza.
–Miko...
Se remueve, chilla tratando de alejarlo usando las ultimas fuerzas en vano–N-no me toques...–susurra dándole una descarga de energía que la lleva a perder la conciencia.
Continuara...
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