Capitulo 6
Capítulo 6
Ahí a tan solo un par de kilómetros de donde estaba parada ya se podía apreciar las estructuras de unas cuantas cabañas de madera, mantenidas por pilares roídos a causa del agua de lluvia y el pasar del tiempo, los rastros de humedad tenían los paneles de madera, una ligera nueve de humo se divisaba saliendo por el tejado, la paja polvorienta y mohosa cubría las cabezas de quienes vivían en su interior, mientras una fila de rocas rigurosamente esparcidas cumplían la tarea de evitar que se desprendieran a causa de las ráfagas de aire.
La morena sonrió con emoción, al igual que todos sus acompañantes quienes la vieron con genuina felicidad y también esperanza, finalmente después de un viaje que parecía ser interminable, habían llegado a su destino y podrían conocer a los amigos que la morena con gran cariño los recordaba.
Rápidamente se apresuró a restar el camino que la separaba de aquel sueño, con torpeza descendió la inclinación, el pasto crujía bajo sus pies y un remolino de viento meció las copas de los árboles, a medida que restaba los pasos el camino verdezco comenzaba a desintegrarse por la combinación de tierra y algunas piedras.
Algunos aldeanos interrumpieron su labor para mirarlos, había quienes cortaban madera, y otros a lo lejos lanzaban redes de pesca sobre la cuenca de un río; Aome no los culpaba, ya que sus ropas futuristas atraerían la mirada de cientos de curioso, quizás debía hacer algo al respecto o podría traerle infortunios en el futuro. Lo mejor sería cambiarse en cuanto ganaran algo de dinero para comprarlas o tal vez sus amigos podrían prestarle algunas, la sonrisa en su rostro se agranda ante el pensamiento.
–Todos aquí parecen muy ocupados–comento distraída su madre, observando los campos de cultivos, y los establos a lo lejos, seguramente tendrían además de crías de caballos, algunas vacas u ovejas.
–Toda el mundo trabaja, es el pago por vivir aquí–aseguro Bankotsu, una fila de tres guardias cortaron el paso, lucían altos e imponentes con sus trajes de armadura de un oscuro color plata y detalles en tonos verdes y rojos
El más alto dio un paso al frente ostentando desconfianza y autoridad– ¿Quiénes son esas personas Bankotsu?–se alzó la voz de uno de los sujetos, esta era firme y sumamente autoritaria, se podía apreciar su mirada oscura por la desconfianza y él entrecerró tan fruncido como una pasa.
–Esta señorita de aquí–señalo con uno de sus dedos, los guardias fijaron su mirada en ella– Es amiga de la sacerdotisa Kaede
El contrario la estudio con recelo– ¿Qué tan seguro estas?
El moreno se hinco de hombros–Lo bastante–alego con arrogancia.
El hombre la miro de los pies a la cabeza, la desconfianza era extremadamente notoria–Queda bajo tu responsabilidad, si algo malo pasa. Pediré tu cabeza–fue la brusca respuesta que recibió.
La morena inflo las mejillas–No causare problemas–se defendió–Ningún lo ara–afirmo.
El guardia afilo la mirada–Eso lo veremos–Susurro abriendo paso.
Aome le dio una última mirada de recelo al guardia antes de seguir al mercenario, una que se encontraban lejos de los oídos este güiro el rostro–Sera mejor que no te metas en problemas–hablo en advertencia., la morena asintió–La residencia de la anciana no está muy lejos–informa.
Ella suspira, el nerviosismo y la ansiedad parecen revivir de pronto y conquistar un lugar en su cuerpo, su estómago se contrae tanto que termina convirtiéndose en un nudo de emociones que suben y bajan estrepitosamente, da una onda aspiración cerrando los ojos para evitar un ataque de pánico.
Ahora más que nunca debía mostrarse tranquila, no podía darse el lujo de preocupar a su familia.
–Se ve muy tranquilo este lugar...–Souta murmura para sí mismo, mientras analizaba distraído a su alrededor–No parece que estuvieran en plena guerra–Grupos de mujeres iban de un lado al otro, sujetando cestos entre los brazos en su interior podían encontrarse la carne seca de algún animal, hierbas curativas, telas de variados tonos y texturas o simplemente diversos frutos
–Las personas parecen amables– agrego su madre quien caminaba a su lado, observando justo como un niño la saludaba con la mano y una sonrisa en el rostro–Jamás pensé que viviría esto, que podría ver un tiempo diferente al nuestro–Todo el panorama era diferente, de repente sus vidas había dado un giro único y sorpresivo.
No había un hogar al que regresar, aquellas personas que una vez fueron sus amigos ya no estaban y ni siquiera podían asegurar si volverían a cruzar el pozo... Pero a pesar del desalentador panorama aún permanecían juntos como familia, estaban sanos y aparentemente muy pronto también a salvo.
–Garras de demonios–anuncio asombrado de repente el abuelo, ya que al frente se hallaba un pequeño puesto de mercaderes que ofrecían productos sobrenaturales que iban desde pieles secas hasta pociones, pero lo que más destacaba eran las garras colgando desde una viga de madera en el techo, seguramente estaban expuestas al sol para que se disecaran correctamente.
Aome sonrió, eso para su abuelo eran como los recuerdo en las fiestas de cumpleaños, sería bueno comprar una luego y regalársela.
A un costado de este se encontraban otros comercios diferentes, como aquel que vendía el pescado fresco, o la mujer que preparaba bolitas de arroz en salsa de soja y el delicioso aroma de los Dim sun recién cocinados se percibía en el aire.
La morena suspiro y relamiendo sus labios recordó que no había vuelto a probar bocado desde el día anterior, si el pago por vivir en la aldea era trabajar, entonces lo haría utilizaría sus poderes sagrados para sanar a los enfermos, pero antes tenía que hablar con Kaede y los muchachos.
–Es aquí–el moreno de nombre Bankotsu dijo deteniendo su paso frente a la que quizás, era la más grande de todas las cabañas de madera, esta no lucia tan vieja como las anteriores, y contaba con la presencia de un guardia a un costado de la puerta, este a diferencia de los tres primeros tan solo saludo con una inclinación de cabeza al mercenario - o eso parecía - y se hizo a un lado corriendo la puerta.
Al menos cinco mujeres se acercaron todas llevando lo que parecía ser un kimono de iniciación espiritual, por lo que la morena dedujo que todas estaban en su entrenamiento como sacerdotisas; una de ellas de avanzada edad se mantuvo sobre un bastón frente al joven, esta no lucia como una inexperta en el campo, alzando el rostro cubierto por las arrugas le sonrió–Bienvenido muchacho
Bankotsu cruzo los brazos por el pecho– ¿Dónde está la anciana?–ignorando el saludo.
La mujer hecho una mirada tras su espalda, Aome le sonrió e inclino la cabeza en señal de respeto–Niña, tu poder espiritual es extraordinario–comento esta con una ligera sonrisa, las jóvenes presentes comenzaron a cuchichear, dedicándole miradas que iban y venia–Estoy segura de que no vienes por entrenamiento.
Aome negó lentamente–Tiene usted razón, yo soy una vieja amiga de la sacerdotisa Kaede. Viaje hasta aquí solo para poder verla ¿Podría decirme dónde puedo verla?
La contraparte parecía analizarla en silencio–Supongo que tú debes ser Aome–dijo y la mencionada abrió los ojos con sorpresa, la familia también permaneció estupefacta.
–...Si–balbuceo insegura.
La anciana asintió–Kaede ha estado esperando por ti, tenemos una habitación para ti desde hace años.
–Deberás esperarla, salió hace dos días a una aldea vecina, si mi memoria no me falla estará aquí al amanecer del quinto–aseguro marcando el paso.
–Solo hay un pequeño problema, los hombres no pueden estar aquí...
Aome apretó los labios, dándose cuenta de este pequeño detalle todas eran mujeres, resulta que era una residencia femenina.
Suspiro mirando a su abuelo y hermano–No puedo separarme de ellos- anunció con palpable preocupación.
–No debes preocuparte, pueden alojarse en la residencia de enfrente, es para los hombres–Aome la observo con duda, la idea de separarse no le gustaba.
Su abuelo coloco una mano sobre su hombro y apretó ligeramente–Por mí está bien, no estaremos tan lejos...–lo escucho decir con el semblante tranquilo.
–Si hermana–Animo el joven Souta sonriendo.
Bankotsu quien se había mantenido fuera de la conversación sé hacer de repente–Yo duermo allí...–comento, logrando que Souta ampliara la sonrisa.
Lo cual significaba que no estarían tan solos y desprotegidos, no era como si confiara ciegamente en el muchacho, pero dadas las circunstancias y la época en la que estaban, tenerlo cerca era mejor que no tener nada.
La morena finalmente asintió cediendo ante la sugerencia –Hablare con el administrador, estoy segura de que no se negra–aseguro la anciana–Ahora por favor sígame, le enseñare el cuarto–Muchacho tu acompaña a los demás...–el moreno soltó un bufido como respuesta, pero aun así giro sobre sus pies y salió del recinto.
No era un espacio muy grande, pero no dejaba de verse acogedor, con una pequeña mesa en uno de los rincones, y varios cojines a un lado, también contaba con un armario que bastaría para guardar las pocas prendas que tenían consigo, un simple cuadro decoraba una de las paredes.
–Las dejare para que se acomode...–arrastro la anciana las palabras–Enviare a una de mis muchachas para ayudarlas.
–Muchas gracias–la madre de Aome respondió, ya que esta se encontraba pérdida en sus pensamientos mirando la curiosa pintura, se podía apreciar lo que parecía ser una mujer de larga cabellera negra y a su lado se podía distinguir un animal, un tipo de caballo que no estaba segura de haber visto antes.
La puerta de corrediza se abrió, mostrando a una muchacha de no más de catorce años–Soy Kitomi, a su servicio–saludo haciendo una ligera reverencia
–Aome, y ella es mi madre Naomi–respondió la morena, pidiendo con un gesto a su madre para que le entregara el niño, para amamantarlo.
Su madre mientras tanto comenzaba a colocar las ropas en el mueble, mientras la muchacha salía un momento para rápidamente regresar y traer varios tapetes cargados en sus brazos.
–Tienes un precioso bebé–comento de forma distraída la muchacha, Aome sonrió bajando la mirada a su regazo.
–Lo es...–susurro con adoración, mientras este succionaba con entusiasmo uno de sus pezones, dejando un rastro de leche blanca alrededor de sus pequeños labios.
La joven dejo un enorme cuenco de agua fresca sobre el piso– ¿Y su padre? Debe ser también muy apuesto...
La habitación quedo en completo silencio, Naomi vio con cautela el radical cambio en el rostro de su hija, pasando de estar sonriendo a transformarse en una simple mueca mientras sus ojos destilaban la más pura frialdad.
–Murió–respondió y la joven supo que no debía cuestionar más allá. Un escalofrío le recorrió la espalda al verla a la cara.
La muchacha carraspeo alejando lo incomoda sensación–Espero no les moleste compartir la habitación–informo con cierta pena.
Aome negó sin perder la seriedad que minutos antes había adquirido, las dificultades de la época hacían que cada vez más refugiados buscaran ayuda y por lo tanto en algunas temporadas los recursos escaseaban.
Vio como le entregaba una canasta con un par de frutas a su madre–Lo lamento, tampoco tenemos mucho alimento, deberán conseguir el suyo con sus propias manos–se inclinó levemente dejando unos cuantos paños aun lado de puerta–Los baños son públicos y se los utiliza por turnos. Las mujeres vamos en cuanto se pone el sol–ambas asintieron–Si no quiere toparse con un hombre, le aconsejó que sea rápida–agrego con una ligera sonrisa un tanto divertida, como si le hubiera pasado en más de una ocasión.
–Gracias por todo.
–Si necesitan algo no duden en buscarme–se despidió dejando a las dos mujeres a solas en la habitación.
Aome suspiro exhausto dejándose caer sentada sobre el suelo de madera, a la vez que su madre cogía los tapetes y le entregaba uno, pero ella lo rechazo con un movimiento de su mano–¿Podrías quedarte aquí? Pienso buscar comida antes de que sea tarde, después podremos bañarnos juntas–anuncio tranquilamente, observando como su madre acariciaba el estómago de su bebé quien se había quedado profundamente dormido.
–Aome, no te alejes demasiado y ten cuidado–respondió la mayor con notable preocupación en su vos, ella le sonrió de manera tranquilizadora y asintió, para marcharse no sin antes dejar un beso en la frente de ambos.
–Regresare enseguida.
...
Aome había cambiado su ropa por una más comida, tenía pensado dar una caminata a los alrededores en busca de comida, porque estaba decidida a trabajar para poder seguir viviendo en la aldea, al menos hasta que la anciana Kaede regresara junto con los muchachos – ignorando completamente si había viajado con ellos o no- por lo tanto tendría que valerse por sí misma.
Se acercó a la salida de la cabaña donde aquel joven guardia, este el saludo haciendo una reverencia al verla. Aome lo observo extrañada, pero no dijo nada al respecto, seguramente se había percatado de que era una miko poderosa y tan solo estaba demostrando respetos hacia su persona.
Lo ideal sería evitar hacer reclamos tontos–Disculpe.
–Sí, señora–respondió este con firmeza, ella evito una vez más corregirlo.
– ¿Conoce algún lugar en dónde puedo cazar?– Cuestiono, pero él parecía descolocado ante su pregunta. Como si no esperara que le dijera aquello.
–En el la zona Norte del poblado abundan los conejos y muy cerca de ahí también corre un río, podrá encontrar unos cuantos peces–respondió finalmente a lo que ella asintió dejando ver la mejor de sus sonrisas como agradecimientos–Pero si estás pensando en animales grandes, deberás viajar un poco más allá de las montañas grises...–Señalo con la mano el camino, lo que parecía indicar que primero debía cruzar un pequeño bosque, la morena siguió el gesto acomodando el arco en su hombro–Algunos mercados por aquí donde podrá conseguir utensilios, también tenemos una tienda de ropa y si desea le puedo dar mi espada.
Ahí estaba de nuevo esa formalidad con la que le hablaba ¿y porque diablos le ofrecía su espada una completa desconocida?, frunció el ceño y negó rápidamente –Gracias, pero ya tengo un arco–ella respondió y se retiró rápidamente, pensando en lo extraña que era la gente del pueblo.
...
Aome paso alrededor de dos horas rastreando conejos, en ese lapso de tiempo logro cazar tres, estaba muy satisfecha a pesar de terminar cubierta de tierra y pasto, ahora estaba de regreso a la aldea, le diría a su madre para asearse y después llamaría a su hermano y abuelo para comer en familia.
Sonrió ante ese pensamiento, pero de inmediato tomo su arco el cual cargo con una flecha apuntando a uno de los árboles–Sal–demando apretando los labios.
–Eres rápida–Escucho la voz de un hombre, este se dejó ver.
Aome frunció el ceño y bajo la fecha con cautela–Lo sé...–devolvió con cierto tono de arrogancia– ¿Qué haces aquí? –colgó el arco sobre su hombro, mientras él se acercó para quedar a su lado– ¿Me estabas espiando?
Bankotsu río–Mañana a primera hora estén presentables para recibir al Aratar–fue lo último que dijo antes de pasar frente a ella.
Aome quedo en silencio totalmente incrédula ¿Realmente la estuvo espiando?, negó ante la idea y se marchó rápidamente.
–Regrese–anuncio con entusiasmo, mientras dejaba caer los conejos que había amarrado a su cintura para no perderlo.
Naomi recibió a su hija con un abrazo, lo cruel de vivir en esta época era la espera por ver a tus seres amados, no sabías cuando sería la última vez que podrías darle un abrazo–Que alegría hija descansa un poco, mientras preparo la ropa, un baño tibio te relajara
Aome asintió se dejó caer sobre un cojín, no sin antes apoyar su arco y carcaj sobre la pared, observo con una sonrisa a su pequeño hijo que balbuceaba y daba manotazos en el aire, parecía realmente disfrutar su juego imaginario.
Un rato después apareció Souta, pues su madre le había pedido que cuidara del bebé mientras ellas estaban en los baños, también le había enviado los conejos a su abuelo para que este los despellejara y preparara todo para la cena de regreso.
Los aseos estaban en un lado alejado de la aldea y en ese momento lucio como si todas las féminas estuvieran reunidas ahí, metidas en un gran pozo de agua tibia, la cual lograba calentar con ayuda de varias fogatas y puedas de vapor.
Se paseaban desnudas del extremo al otro sin temor a que las espiaran, pues a pocos pasos del lugar se podían aprecian varias guardias, si eran mujeres, pero eso no les quitaba el mérito de guerreras.
Veinte minutos después ambas se habían limpiado y avado la ropa así que regresaron rápidamente al conventillo, donde por su puesto, ya las esperaban con la comida preparada.
–Abuelo ¿Cómo los han recibido?
El anciano dejo de morder el trozo de carne asada para ver a su nieta–Son amables, algo desconfiados, pero amables al fin de cuentas.
–Bankotsu mantiene a raya los problemas, parece tener una reputación temeraria–agrego Souta distraído, recibiendo un cabeceo afirmativo de su abuelo, podría decir que eso dejaba tranquila la preocupación de la morena–Lo invitamos a comer, pero tenía cosas que hacer.
Miró el fuego pensativa–Mañana conoceremos a ese hombre, al que todos llaman Aratar...–fijo la vista sobre la luz de una vela, la familia quedo en silencio, si ese misterioso sujeto decía que no podían quedarse, no tendrían más remedio que marcharse, no podían contar con la ayuda de Kaede porque ella no se encontraba en los territorios de la aldea–Hagan su mejor esfuerzo y prometo no dejar que nada malo les pase–susurró alzando la vista, no había más que confianza en sus ojos de avellanas.
Mañana todo sería distinto, podría ser el final o el comienzo de su nueva vida en esta época.
Tan cerca de sus amigos y muy lejos de Sesshōmaru
...
Mientras tanto en un lugar no tan lejano de donde la sacerdotisa llamada Aome se encontraba, la figura de un hombre se podía apreciar sentada frente a una enorme mesa de madera, con una pila de pergaminos a su costado derecho, y el aroma a tinta fresca llenando el aire.
El silencio de la habitación fue interrumpida, la puesta se abrió y una brisa de aire se coló meciendo la llama de las velas que colgaban en las paredes.
Un hombre de baja estatura se acercó rápidamente–Amo, ya tengo el número de los nuevos visitantes, son un total de veinte humanos, trece hombres, seis mujeres y un bebé–informo rápidamente, para luego entregarle un trozo de papel donde tenía apuntada la misma información.
–Faltan nombres–aseguro frunciendo las cejas.
El pequeño trago asustado–Ellos llegaron muy tarde amo, no puede entrevistarlos–aseguro con vergüenza y no era mentira, él ya se había marchado de la aldea, los rumores llegaron horas más tarde, no había tiempo de ir y regresar sin que la noche cayera sobre su cabeza.
El hombre gruño dejando el papel aun lado y masajeo el nacimiento de su nariz, un poco irritado– Solo tienes un trabajo que hacer–recordó con decepción.
–Perdóneme amo Sesshōmaru.
El aludido suspiro.
No tenía otra alternativa que averiguarlo mañana personalmente.
Continuara...
*¡Regrese!*
Pasen a leer el capitulo 49 de La Propuesta
y
*Les pido que me sigan para que sepan cuando estoy actualizando, en estos días me recontare con la sorpresa de que Wattpad no esta avisando es decir que no manda las notificaciones como lo hace regularmente, por eso les pido que me sigan, así podre avisarles con un mensaje desde el tablero*
Por otra parte espero que disfruten del capitulo, estos dos están a tan solo un paso de volver a verse.
Tengo miedo. gpj
No se vayan sin comentar o votar.
las amo
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