Capitulo 10
-"¡señorita Aome venga pronto!"
-"ya voy Rin"- dijo levantándose del lugar donde estaba, había elegido la sombra de aquel árbol para descansar, mientras vigilaba como la pequeña correteaba por el jardín.
Se enamoró del jardín en cuanto lo vio, centenares de flores, árboles y una gran fuente de aguas cristalinas en el medio. Pasaba horas en ese lugar en compañía de la niña, además tanto la señora Irazue como Sesshomaru jamás iban, mucho mejor para ella.
Tres días habían pasado y Aome no había cruzado palabras con el demonio, y no sentía el deseo de hacerlo. Lo estaba evadiendo todo lo que podía, si por ella fuera no se molestaría ni en bajar a comer por tal de no verle la cara. Para su propia desgracia tenia educación.
Y por otra parte la Señora Irazue, cruzaba alguna que otra palabra, a la que Aome respondía lo más amable posible, nada fuera de lo normal, y lo agradecía, que no volviera a insinuar siquiera el tema de la boda.
¡Estaba de los nervios por eso! Sabía que en cualquier momento esa mujer sacaría las uñas y los obligaría a casarse, todo para que engreído de su hijo recibiera sus tierras.
¡Kami la odiaba mira que habiendo tantas mujeres, tenía que ser justamente ella. La 'afortunada'!
¡Y habiendo un centenar de homb– perdón demonios, justo Sesshomaru!
Y por sobre todas las cosas, habían muchas suegras y tenía que ser Irazue.
Apretó los puños y evito soltar una carcajada de hipocresía.
Y extrañaba a sus amigos y a su familia no había momento en que no se preguntara por ellos. Extrañaba a Inuyasha aunque le doliera, aun lo amaba y se preocupaba por él. ¿Qué sentiría ahora que ella no estaba? seguramente Kikyo la había remplazado. Pero tal vez quizás ella nunca perteneció realmente a ese grupo...
¡Demonios ella no pertenecía a este lugar!
Estaba esperando el momento para tomas sus cosas y huir a su época para jamás regresar.
Sesshomaru no podría cruzar el pozo, una vez del otro lado dejaría este absurdo matrimonio en el olvido y en cuanto a Inuyasha, ya vería la manera en que él tampoco lo haga.
-"¿En qué piensa señorita Aome?"
Su rostro se desvió a la dueña de aquella voz, donde un par de ojos curiosos la observaban con determinación-"En nada Rin, solo estoy un poco cansada..."- le regalo una de sus más genuinas sonrisas-"¿Pero qué te parece si vamos a la cocina y preparamos algo delicioso de comer?".
Practicante estaba sonriendo de oreja a oreja-"Sii"- chillo y sin esperar más, tomo la mano de la azabache y la arrastro al interior del castillo.
Esa pequeña hacia su estadía menos triste.
Sería difícil dejarla ir.
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Sus pies se movieron con suma tranquilidad y elegancia, tan natural en ella, tan propio de la dama del oeste. Lo cierto es que estaba intrigada, por las resonantes risillas que venían desde la cocina del palacio, en primera instancia pensó en ignorarla, pero su curiosidad fue mayor y termino cediendo.
Los empleados del castillo enseguida notaron su presencia y se hicieron a un lado reverenciando, como siempre. Empujo la puerta doble para ver al causante de tanto alboroto.
Y aunque estaba sorprendida, su rostro se mostró sin ninguna pizca de emoción o interés hacia las humanas, que estaban repletas de harina desde los pies a la cabeza, de la niña se lo esperaba pero de aquella mujer.
Jamás lo hubiera imaginado, parecía un crio más del montón e incluso sus cocineras estaban disfrutando de aquello.
-¡"Señora!"- exclamo una asustada notando finalmente su presencia. Las demás dejaron de reírse en el acto, por el temor que sentían al ser regañadas o algo mucho peor.
-"¿Qué es este escándalo?"
-"Rin y yo estábamos habiendo unas galletas. Disculpe si estábamos haciendo mucho ruido"
-"ese no es tu trabajo, para ello está la servidumbre"- la peli plata dijo con desdén mirando duramente a las Youkais.
-"fue mi decisión hacerlas yo misma"- la morena respondió sin dejarse intimar.-"pero no se preocupe ya hemos terminado, así que pronto tendrá limpia su cocina"
-"Así es señora Irazue, yo ayudare a la señorita a ordenar todo"- agrego Zoe la doncella de Aome haciendo una pequeña reverencia en señal de respeto.
-"hmn"- suspiro entre dientes y se retiró. Si esa humana iba a ser la mujer de su hijo debería de comportarse como una dama, no como una criada- "le enseñare etiqueta a esa mujer"- se dijo así misma sonriendo con frialdad.
-"Se veía muy molesta"- dijo una de las cocineras sudando frio probablemente al final del día terminarían siendo regañadas
-"no te preocupes por ella, lo mejor es que terminemos de ordenar, antes de que decida regresar"- respondió la azabache sonriendo, mientras tomaba un par de galletas y las colocaba sobre el fuego-"rin puedes pasarme un plato sacare las que ya están listas"
-"Señorita Aome"...- comenzó la pequeña un poco indecisa al respecto, si hablar o no; la nombrada miro con una sonrisa en los labios lo que hizo que la pequeña finalmente se decidiera-"¿Cuándo se casara con el señor Sesshomaru?"
-"no lo sé rin..."
-"¿porque? ¿Acaso no quiere casarse con el señor Sesshomaru?"- pregunto mirando con insistencia la espalada de la mujer, las cocineras se encontraban en silencio esperando una respuesta.
Giro para verla mientras clocaba una bandeja de galletas sobre la mesa-"si quiero"-Mintió-"pero no deberías preocuparte por eso Rin"- dio una sonrisa tranquilizadora.
-"usted lo ama..."- comenzó a decir con tanta naturalidad-"Porque eso fue lo que le dijo al señor Inuyasha...Rin sabe que usted amara al señor Sesshomaru aún más y van a ser muy felices"
La Higurashi la miro sorprendida, ¿de dónde sacaba esa niña tanta seguridad en sus palabras por un momento se sintió agradecida, al saber que esa pequeña tenia tantos buenos deseos hacia su persona, el problema era que era algo imposible de que sucediera. ¿Qué debía decirle? Que iba a ser infeliz por lo que le quedaba de vida atada a un demonio que ni si quiera toleraba, no, no podía destrozar las ilusiones de una pequeña niña, ella no debía verse en vuelta en sus desgracias, trataría de que este tiempo con Rin se volviera lo más dichoso posible. -"Te prometo que tú y yo seremos buenas amigas y también tratare de hacer... feliz a Sesshomaru..."-respondió finalmente mostrando su mejor sonrisa, a lo que Rin respondió con un dulce abrazo. Las sirvientas sonrieron enternecidas-"Ahora será mejor que terminemos o Irazue nos echara a todas"- respondió entre risas.
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Sango estaba recolectando en compañía de Shippo y Miroku un par de ramas para armar una fogata. Inuyasha estaba lo más alejado posible caminando sin sentido alguno entre los arboles del bosque, no le importaba que la insistente lluvia cayera empapando todo a su poso, no se preocupó por enfermarse luego o por el lodo que se pegaba a sus ropajes. Su mente y sus pensamientos estaban mucho más allá, en un lugar donde se encontraba una joven miko muy querida para él, muy preciada.
Y él hubiera seguido su andar de no sé qué una gran ventisca de aire y agua lo pasara por encima, ni si quiera había notado que aquel rival suyo se acercaba. Inuyasha vio desde el suelo como aquel sujeto de quedaba aun lado y cruzaba los brazos sobre el pecho mostrando una sonrisa altanera en el rostro.
-"¿Ko-koga que crees que estás haciendo?"
-"Ha, eres tu cucho, déjame decirte que no te había visto"- sonrió con burla
-"Infeliz"- siseo enfadado.
-"Sabes no vine a verte a ti ¿Dónde está mi mujer?"- y el hanyou vio con ojos dolido al joven lobo, el cual lo noto-"¿Dónde está Aome cucho?"- pregunto cambiando de actitud, tomo al de ropas rojas por el cuello y lo coloco a su altura-"¡Responde!"- grito cerca de su rostro, la ira y el miedo crecía a cada segundo en que el no respondía.
-"¡suéltame!"- se liberó golpeando el rostro del lobo, y haciéndose a un lado-"Ella se fue..."-pronuncio en voz baja
-"¡¿Qué? ¿Cómo que se fue?!"- grito exaltado el joven lobo, haciendo de sus manos un puño para regresar el golpe, el mar azul en sus ojos se volvió intenso, oscuro.
-"¡Se marchó, se largó!"- Inuyasha pensó que tal vez ser golpeado por el lobo, aria que su dolor disminuyera aunque sea por un momento, y al mismo tiempo creía que no había nada que pudiera superar el perder a Aome.
La respiración de Koga comenzó a sonar con fuerzas, y las ansias por matar al perro crecían a cada segundo.
-"¿joven Koga?"- Sango apareció en ese preciso momento llevando consigo un par de ramas, esta al contrario de Inuyasha tenía una sombrilla que la protegía de la lluvia-"¿qué sucede aquí?"- pregunto al ver a Inuyasha completamente cubierto de lodo
-"¿Dónde está Aome?"- perdió todo sentido de la cordialidad, cuando se trataba de Aome, a koga no le importaba lo demás
-"..."-que debía decir, ¿la verdad o mentirle también a koga?, esta situación se estaba yendo de las manos, traería demasiados problemas a su amiga
-"¡Sango dime donde esta!"- exigió y aunque su vos era dura, podía sentir la preocupación tan palpable como la lluvia. Estaba preocupado por su joven amiga.
-"¿Inuyasha?"- ella llamo, como pidiendo su permiso, pero el medio demonio evito mirarla. La exterminadora suspiro, antes de continuar-"busquemos refu-"
-"Solo dime donde esta"- la corto con brusquedad, no había tiempo que perder.
-"Ella se fue con Sesshomaru"- esta vez fue el Hanyou quien hablo, apretando los puños recordando los acontecimientos de hace un par de días.
-"¿Sesshomaru?"-el pregunto como si meditara aquel nombre-"te refieres a tu medio hermano"
-"Si, veras Sesshomaru y Aome han estado saliendo..."- ella prosiguió con cautela esperando alguna reacción por parte del lobo, pero este solo abrió los ojos sorprendido, no creyendo lo que sus oídos acababan de oír-"al parecer ellos van a casarse"
-"eso no puede ser"- pronuncio estupefacto, dando unos pasos hacia atrás, sintiendo como algo en su interior se quebraba.
-"lo es, Aome está enamorada de Sesshomaru"- Inuyasha respondió con rudeza y rabia en cada palabra.
-"no, no esto no es verdad, si ella"- vio a la cara de su rival, estando seguro de que la joven miko amaba al perro-"debo hablar con ella"
-"perderás tu tiempo, Sesshomaru no dejara que te le acerques"- apretó los puño, e herirse la palma de la mano-"ella vino aquí hace un par de días y se la llevo, parecía aterrada"
-"¿crees que la esté amenazando?"
-"no estoy seguro, pero es lo más probable, no creo que Aome este enamorado de el"
-"¿Porque no puedes ser posible que Aome se enamore de alguien más que no seas tú?"- de repente la castaña salto con molestia- "¿Pensaste que seguiría detrás de ti, mientras a escondidas te veías con Kikyo?"-tiro las ramas a un lado, frunciendo las cejas-"¿Que podías lastimarla y al final del día actuara como si nada pasara?"-dio grandes zancadas hasta quedar de frente-"¡que egoísta eres Inuyasha!"- grito y no le importa el que Koga esté ahí, Inuyasha no tenía ningún derecho a decir eso, el menos que nadie.
-"Eso es verdad bestia ¿lastimaste a Aome todo este tiempo?"- exigió el lobo, esta vez sí lo golpearía, y el silencio del hanyou lo hacía cada vez peor-"Eres un maldito"- gruño y lo hubiera golpeado de no a ver sido porque Sango se interpuso entre los dos.
-"no vale la pena"- dijo con ambos brazos extendidos a los lados.
-"pues debería matarlo"-
Sango negó lentamente-"mejor vete, te informaré si sabemos algo de Aome"- le dio una sonrisa para tranquilizar el ambiente.
-"está bien, pero aun así yo mismo iré a verla"- aquel cometario causo que el hanyou apretara los dientes, aunque muy en el interior se sentía más seguro de que alguien fuer a ver a la joven miko. Chasqueo la lengua en el mismo momento en que el lobo desapareció hecho un remolino, Sango remoto lo que estaba haciendo, dejando una vez más solo al hanyou, el cual finalmente decidió seguir su camino.
(Desde este capítulo en adelante la historia también se centrará en Koga, ya que es parte importante para que la relación de Sesshomaru y Aome avance).
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Kagura dio una mirada al espejo que kanna sujetaba entre sus manos firmes, su figura esbelta y sensual atraería la atención de cualquier hombre, demonio o hanyou sobre la tierra, dueña de un par de ojos color cobre que hipnotizan, y no pasaban inadvertidos... siendo bella y fuerte podía tener a quien quería, pero no lograba si quiera recibir una mirada del hombre en quien estaba interesada.
Eso le hacía querer quebrar todo a su paso.
Deseaba desaparecer a la maldita mujer que se lo había robado.
-"¿Qué rayos veía Sesshomaru en esa humana vulgar y sin gracia?"- cepillo su cabello en un intento por controlarse, estaba más histérica de lo normal, a opinión de Naraku y Hakudoshi.
La albina no decía nada, tal vez por temor a su hermana o solo porque no era muy comunicativa que digamos. De cualquier manera le era agradable para la joven, tener ese tipo de compañía, una que dijera solo lo necesario.
El crujido de la delicada peineta se escuchó entre sus garras, se estaba cansado de estar todo el tiempo encerrada, necesitaba ver a Sesshomaru aunque sea desde las alturas. Pero eso no bastaría, ella tenía preguntas las cuales requerían respuestas, y solo se las podía dar el demonio en persona.
Se puso de pie, ignorando la mirada de la niña albina, tomo un vestido del armario y se cambió lo más rápido que pudo-"Kagura"- kanna la llamo pero fue ignorada, la mujer estaba más interesada en termina de arreglarse-"no puedes salir"- agrego después de un momento-"Naraku te castigara"
-"no me interesa, no quiero pasar ni un solo minuto más aquí"- respondió mientras colocaba una de sus plumas como sujetador entre sus cabellos, dejando que de esta forma su rostro se viera más firme y maduro-"Además Naraku no está en esta región"- delineo sus labios con un rojo carmesí-"No me tardo"- alcanzo a decir antes de salir de aquella habitación.
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-"No tan rápido Rin"- la azabache grito desde un lugar en el jardín, tenía el rosto cubierto por pequeñas lágrimas de sudor, y su respiración se escuchaba agitada-"no soy tan veloz"- se detuvo a pocos pasos de la niña, dejando descansar ambas manos sobre sus rodillas, en un intento de regular su respiración. Sin mencionar que aquel exagerado vestido apenas lograba controlar sus pasos
-"pero Señorita Aome, se lo perderá"
-"es- es solo- un atarde-cer, po-podemos verlo mañana"- respondió agitada, y se enderezo sonriendo, si Irazue la veía en esos momento seguro la regañaría.
-"pero no será igual"- replico haciendo un puchero con los labios.
La azabache suspiro con resignación-"Esta bien, tienes razón... pe- pero no corras tan rápido"
-"lamento hacerla correr vestida así..."- se disculpó, viendo el bonito vestido que tenía la joven, sin duda se veía muy hermosa, parecía una princesa.
-"no te preocupes yo acepte acompañarte"
-"El señor Sesshomaru suele acompañar a Rin"- ella comento de lo más tranquila, sin darse cuenta de que dejo un poco intrigada a la azabache-"solo que ahora él no se encuentra".
Aome se convenció de que tal vez el demonio solo la acompañaba para que la pequeña no corriera ningún peligro, para ser sincera no veía a Sesshomaru como el tipo de hombre que ve amaneceres o atardeceres. Al decir verdad no parecía ser el tipo de hombre que le gustara a una mujer, y si así lo fuera seguramente esa pobre mujer estaría loca o desesperada.
-"eso es porque te quiere mucho Rin"- no supo exactamente que más decir.
-"Si, pero al señor Sesshomaru también le gusta el atardecer..."comento al mismo tiempo en que se inclinaba a recoger una flor y regalarle a la morena-"Rin sabe que el señor es bueno, por eso esta enamorado de usted señorita"- Aome sintió un conocido calor subirle por el rostro. ¿Cómo decía esas cosas tan inoportunas?
Rio avergonzada, sin duda era una criatura inocente que no veía la realidad-"apresúrate Rin se hace tarde y debemos regresar antes de que anochezca"
-"Si, ya falta poco"- respondió esta eufórica mientras reponía de nuevo la marcha. Unos minutos después la pequeña se detuvo a pocos pasos de un gran y profundo acantilado, cubierto por una abundante pastura verde, y un centenar de flores. Ambas se recostaron sobre un tronco caído, disfrutaron de viento y los sonidos del bosque, Aome pensó que tal vez vivir en esa época no era del todo fea, y con cada día que pasaba la idea de abandonar a la pequeña no le agradaba. Ella podía soportar una vida con el demonio, si Rin estaba con ella, Incluso buscar a su pequeño Shippo.
Una punzada de angustia travesó su pecho, como extrañaba a su pequeño hijo.
Se sentía tan miserable por haberlo dejado de esa forma, le debía una explicación a él y a Sango. No había un solo día en que no se preguntara como estaban, o si pensaban en ella, si querían verla.
Y aunque en el fondo le dolía también pensaba mucho en el hanyou, sobre todo en él.
El sonido de unos pasos la hizo voltear.
-"¡Señor Sesshomaru!"- Rin fue la primera en reaccionar y correr hacia el recién llegado, ferrándose a su pierna con anhelo-"¡qué bueno ha regresado!"- suspiro mostrando una gran sonrisa que atravesaba por completo su rostro.
El asintió y toco ligeramente los cabellos de la pequeña, para sorpresa de la miko chillo con más alegría que antes, Aome pensó que no había sido para tanto, no como lo sería un abrazo o unas palabras lindas. Pero viniendo de ese hombre sin duda era un gran avance.
Se encontró así misma viéndolo, como si un hilo invisible impedía que dejara de hacerlo, repentinamente el alzo la vista y sus ojos se encontraron.
El marrón y el dorado.
Lo cálido y lo frio.
Lo bueno y lo malo.
La humana y el Youkai.
Había algo en esos soles que la atraían, pero no de una forma sexual, era de una forma en que ni la misma Aome entendía.
Como de un momento a otro ella no podía quitar sus ojos de él, y comenzaba a notar ciertas cosas, era realmente muy apuesto, alto y la manera el que el color de sus ojos brillaba con la tenue luz del sol.
No era real, parecía sacado de un libro.
Y ella no podía estar viéndolo tanto.
""¡Deja de mirarlo!"" Su mente grito y como si la hubiera escuchado Sesshomaru sonrió.
-"Señorita Aome ¿A dónde va?"
-""Tonta""- chillo avergonzada y dando pasos apresurados fuera de la vista del demonio. Fue una Estúpida por creer que se veía sexi sonriendo así -""¿Qué pasa contigo?""- se regañaba así misma.
Tanto tiempo lejos de su grupo la estaba afectando.
La estaba volviendo loca.
-"¿Qué me pasa?"- paso una mano por sus mejillas, que aún estaban calientes, rogaba a todos los dioses que no se haya dado cuento, de lo contrario se burlaría por tan estúpidas reacciones humanas- como él dice- sacudió la cabeza no queriendo terminar el hilo de sus propios pensamientos-"necesito un baño y quitarme este ridículo vestido..."- suspiro en vos baja, antes de continuar su camino.
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-"Señor Naraku ¿A qué se debe el honor de su visita?"- saludo una anciana de avanzada edad, con el rostro cubierto de arrugas y manchas oscuras. Sonrió pero no era una mueca de cordialidad, ni amistad, sino una de hipocresía y maldad pura.
-"Déjate de falsedades, sabes muy bien a lo que vine"- respondió de la misma forma ruda y cortante, mientras algunos de sus tentáculos se movían tras la espalda.
-"¿qué tipo de hechizo?"
-"uno muy poderoso"- sonrió de lado, con la mirada oscurecida por el odio.
La mujer estrecha la mirada sobre el susodicho, aquel ser le enviaba escalofrío a cada fibra de su cuerpo-"como usted diga, ¿Qué debo hacer?"
Naraku volvió a sonreír.
Continuara...
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