XXXII - Intentándolo
1 semana después.
Reyna, Ibrahim y Yancelis llegaban al internado, habían tomado un taxi que los dejó en toda la entrada, el sitio estaba solo, algo lógico teniendo en cuenta que todos debían estar en clase. Bajaron los bolsos y maletas, y se encaminaron a sus habitaciones.
Como era de esperarse, Ibrahim las acompañó hasta la de ellas y luego fue a la suya. Vio una carta de los muchachos en la mesa:
No entendía el porqué, pero supuso que algo debían tener en mente.
Una vez que acomodó todo en el closet, volvió a la habitación de Reyna y la encontró hablándole a Yancelis, había entrado sin tocar la puerta y no había hecho ruido, por lo que pudo escuchar claramente lo que ella decía.
—Esto es algo necesario, necesitamos volver a lo que hacíamos antes. Vamos a olvidar todo eso, vamos a seguir adelante y vas a ser la misma de antes —A Reyna se le quebró la voz, lo que le hizo saber a Ibrahim que estaba a punto de llorar.
Yancelis lo señaló y Reyna carraspeó con la intención de no hacer notar su llanto.
—No tienes que disimular —Ibrahim se sentó junto a ella.
—No sé de qué hablas —Reyna le colocó el cintillo a Yancelis, aún sin atreverse a voltear.
—Vamos a llevarla a su salón, tenemos que hablar con la profesora —dijo sabiendo que Reyna no hablaría ahorita, pero quizá más tarde, una vez que Yancelis ya no estuviera con ellos, pudiera sacarle algo y ayudarla a desahogarse.
Reyna cargó a Yancelis y salió seguida por Ibrahim. Se habían sumido en un silencio muy incómodo hasta que llegaron al salón y hablaron con la maestra, explicándole la situación, el estado en el que había entrado Yancelis y las recomendaciones que dio la psicóloga infantil. Ella entendió y se comprometió a ayudarla en su proceso de reintegración y verificar qué tal se comportaba en el entorno escolar.
Reyna e Ibrahim vieron que Yancelis estaba retirada en un rincón del salón, apartada de todos y viendo a los demás niños con miedo. La maestra se le acercó con cuidado y le dijo algo que la hizo caminar y sentarse en un pequeño espacio, donde se puso a hacer trazos con unos crayones en una hoja, parecía ya un poco más tranquila.
—No debería dejarla sola todo este tiempo. ¿Y si no se siente cómoda?
—No te preocupes por eso, se irá sintiendo bien a medida que pase el día, y en caso de que no sea así, la maestra nos llamará. —Ibrahim intentó calmarla, aunque no había funcionado como quería. Reyna no paraba de morderse las uñas y mover la pierna como si tuviese un tic nervioso, además de mirar a Yancelis con preocupación—. Vámonos, entre más pronto lo hagamos será mejor para todos —Reyna asintió y se fue con él.
Iban por los pasillos vacíos cuando Ibrahim se acordó de la nota que le dejaron sus amigos, y ya que faltaban unos minutos, decidió aprovecharlos para sacar el tema de lo que escuchó. Se detuvo con la intención de preguntar, pero Reyna se le adelantó.
—Sé que te mueres por hablar de lo que escuchaste —suspiró con frustración.
—¿Por qué le decías todo eso? ¿Querías convencerla a ella o a ti?
—Quería que se sintiera segura y no tuviera dudas de ir; quería que de alguna manera supiera que esto era un paso para que todo volviera a la normalidad... quería creerme lo que estaba diciendo porque me cuesta dejarla así sea por unos segundos, me cuesta no saber qué hace, con quién, qué le pasa —Reyna se sentía frustrada.
—¿Y no haz pensado en asistir a una terapia tú también? Lo que las dos vivieron no ha sido fácil, ambas necesitan ayuda para superarlo —Ibrahim, anteriormente intentó sugerirle lo de la terapia, pero no había resultado bien.
—No quiero. Mi prioridad es que Yancelis se recupere y vuelva a ser la de antes.
—Pero para eso va a necesitar tu ayuda, va a necesitar que tú estés bien, y sola no lo conseguirás.
—¿Y es que piensas dejarme sola? ¿Es eso lo que me quieres decir? —Reyna frunció el ceño, molesta.
—¡No, no, para nada! No fue eso lo que quise decir. Me refiero a que necesitarás apoyo y ayuda psicológica para poder ser un soporte para Yancelis, de lo contrario, no servirá de nada que ella asista con la psicóloga —Ibrahim estaba intentando, con todas sus fuerzas, no perder el control.
—¡No quiero ir! Puedo ayudarla con las recomendaciones de la psicóloga. No toquemos más ese tema, por favor. Yo puedo ayudarla, ella necesita la familiaridad de su entorno y sentirse segura, eso es algo que sé hacer —Reyna no quería sonar cortante, pero no era un tema que estaba dispuesta a tocar.
—Está bien, no toquemos el tema de la terapia, pero debes saber que la necesitaras tarde o temprano. Por ahora, nos limitaremos a seguir lo que nos diga la psicóloga. A cambio, prométeme que cuando volvamos a hablar de esto, no estarás tan reacia —pidió, apenas consiguiendo un asentimiento que fue más por salir del paso, que por verdadera convicción.
Agarrados de mano, siguieron caminando rumbo al salón. Al entrar, estaban todos haciendo un círculo con un gran cartel en el centro, que levantaron y gritaron: «¡¡Sorpresa!!». El cartel decía:
Estaban todos sus compañeros de salón, incluidos sus amigos, Henri y el director, lanzando papelillos sobre ellos. Todos los envolvieron en un abrazo grupal lleno de emoción y risas. Carmen y Vico quisieron abrazar a Reyna aparte, por lo que luego del abrazo grupal, se le acercaron y la abrazaron con fuerza, habían extrañado a su amiga a pesar de tener solo una semana sin verla.
—¡Nos has hecho mucha falta! —susurró Vico en su oído.
—Te hemos extrañado muchísimo, ya contábamos los días para que regresaras —Carmen tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Creo que todos contábamos los días porque regresaran —dijo el director, abrazándolos a ambos, pues aunque ambos se han metido mucho en problemas, estuvo realmente preocupado por todo lo que habían pasado.
—Gracias por todo esto y por la bienvenida. También me alegra volver con todos ustedes —Reyna nunca se esperó ese recibimiento tan cálido.
—Hemos preparado un compartir para ustedes en el comedor —Los puso al tanto el director. Todos se dirigieron allá y al entrar, vieron las mesas decoradas con distintos platillos, era algo tipo buffet. El director pidió que se sentaran y dieran inicio a la comida.
Comieron con ánimos y total confianza, poniendo al tanto a la pareja celebrada de lo que había pasado en todo ese tiempo. Era un ambiente ameno y cómodo, que se vio interrumpido por la llegada de alguien que Reyna no esperaba ver, y menos hoy.
—¿Qué haces aquí?
—¿Qué crees? He venido a visitar a mis hijas —Rubén estaba en toda la puerta del comedor, con una gran sonrisa; detrás de él, estaba Vicente.
—Que curioso que hayas esperado justo a que regresáramos a la escuela para aparecer —Reyna lo miraba con rabia.
—Acabo de regresar de un viaje de negocios —Rubén se acercó a saludar al director, quien correspondió de una forma reticente, algo lógico, tomando en cuenta que no estaba de acuerdo con la actitud que había tomado Rubén.
—Bueno jóvenes, es momento de volver al aula, dejemos que entre el señor Rubén y la señorita Reyna resuelvan este asunto familiar. Cualquier cosa, estaré en mi oficina —El director los hizo salir a todos y salió él también. Reyna no dejó que Ibrahim saliera, lo había tomado de la muñeca apenas el director dio la indicación.
—Me da gusto saber que están bien, que ya volvieron a la escuela y que esto no pasó a mayores. También que hayas aparecido Ibrahim, tengo entendido que te quedaste en casa de un señor que te recogió en la carretera —Ibrahim asintió—; me encargaré de agradecerle y de ayudarlo con cualquier necesidad que tenga —Estaba dispuesto a pagarle al señor Julián, con quien ya se había puesto en contacto, una generosa cantidad.
—Muchas gracias señor Rubén —Ibrahim no se atrevió a decirle que no, pues sabía que el Sr Julián necesitaba esa ayuda; su pueblo sufría de muchas carencias, además de que era un señor solo y con un trabajo no muy estable.
—No es nada que agradecer muchacho, es lo mínimo que puedo hacer por él... y por ti. Después de todo, si no hubiese sido por nosotros, tú no hubieses pasado por esto. —Rubén vio la tensión en el rostro de Ibrahim y Reyna, y supo que había metido la pata—. ¿Y desde cuándo tantas formalidades? Según recuerdo, me tuteabas la última vez que hablamos —recordaba claramente la fiereza con la que le habló.
—Deja de dar tantas vueltas y dime de una vez, ¿qué quieres? —Reyna se obstinó de los rodeos que él se traía.
—Ya te lo dije, vine a verlas.
—¡Es cierto mi niña! Nos preocupamos mucho por ustedes —Vicente se acercó a ella y la abrazó, era un abrazo reconfortante para ambos.
—Gracias por preocuparte Vicente y por llamarnos —Reyna estaba enterada de que él había llamado varias veces, solo que no había hablado directamente con ella.
—Me alegra saber que ya están sanas y salvas, y que están volviendo a la normalidad —Reyna sonrió, pero al ver a Rubén, supo que quería decirle algo y ella aprovecharía para soltarle lo que le tenía guardado desde que las habían rescatado.
—Ibrahim, lleva a Vicente a que vea a Yancelis, así verifican que esté bien —pidió Reyna viendo a Ibrahim, dándole a entender que quería quedarse sola con Rubén, él sólo asintió y ambos se fueron—. ¿Cómo te fue en tu viaje? —Rubén extrañado, contestó:
—Bien, logré concretarlo con éxito.
—¿Cuántos millones entraron en tu cuenta?
—¿Por qué quieres saberlo?
—Me imagino que fueron muchos si no viniste a vernos —Rubén entendió hacia dónde se dirigía.
—¡No pude venir! Aún no había concretado nada cuando todo pasó, pero moví mis influencias para que el proceso policial se agilizara.
—¡No te justifiques! No quiero escucharte, no necesito excusas, necesité hechos —Reyna lo miraba con rabia.
—¿Cómo querías que hiciera? No podía darme el lujo de dejar ese negocio a medias, además sé que no estuvieron solas —Rubén no podía dejar de sentirse incómodo ante las palabras de Reyna.
—¡Y no gracias a ti! Dime, ¿sabes quiénes fueron los autores del secuestro?
—Si, sé que fue Gabriel, Argenis, uno de sus amigos y Jhonny —Ese era un punto que Rubén no quería tocar con Reyna, pero sabía que era inevitable.
—¿Y no se te ocurrió llamar en algún momento?
—¿Para qué? ¿Si yo hubiese llamado, estarías menos molesta ahora? —Rubén sabía que de esta forma, lograría que su rabia se apaciguara.
—Quizá. Si hubieses mostrado aunque sea un poquito de interés, mi recibimiento sería diferente —Se encogió de hombros—, pero dime de una vez, ¿a qué viniste?
—¿Tan difícil es creer que solo quería ver cómo estaban? —A Rubén le dolía que ella pensara así, pero no podía culparla.
—¡No es difícil, es imposible! Si eso de verdad te interesara, hubieses llamado o hubieses estado aquí mucho antes, no cuando todo está resuelto y listo para que puedas aparentar ser un padre ejemplar.
—¡Está bien! Ya que crees que yo vine con alguna segunda intención, entonces te hablaré de algo —Rubén se puso serio—; quiero que me digas si estás totalmente segura de que Jhonny participó en el secuestro —Reyna frunció el ceño sin entender por qué le pedía eso.
—No entiendo porque quieres que te lo confirme, pero si, él fue parte de esto. Él le pasó información a Argenis sobre nosotros y fue quién me llevó hasta allá. —Rubén suspiró— ¿Por qué?
—Yo estaba haciendo algunos negocios con él, habíamos invertido juntos en una empresa y ahora que él está preso, representará una gran pérdida para mí —Rubén esperaba no tener que explicar más claramente, pero Reyna no entendía del todo bien qué era lo que él pretendía.
—¿Y? Si estaban haciendo algún negocio juntos, haz que sus abogados te respondan, invierte tu dinero en esa empresa o asóciate con alguien más —dijo Reyna.
—No me estás entendiendo o mejor dicho, no me he explicado bien. El contrato con el dueño pedía que fuera una asociación entre él, Jhonny y yo, de lo contrario, el contrato se cancela y se pierde una suma significativa de dinero.
—Sigo sin entender tu punto ¿Qué se supone que tiene que ver eso conmigo?
—Por eso vine a preguntarte si estabas segura de que Jhonny participó en el secuestro; ahora que me dices que si, quería... quería pedirte que... busques alguna manera de dejarlo libre de culpa —Reyna quedó boquiabierta.
—¡¿Tú me estás hablando enserio?! —No daba crédito a lo que oía.
—Sé que es algo difícil, pero estoy seguro de que con un buen abogado, podremos solucionarlo.
—¡Tú verdaderamente eres el colmo! ¿Esa es tu preocupación? ¡Claro! Es que no podía equivocarme. Ya sabía yo que el hecho de que estuvieras aquí no era por simple preocupación —Reyna lo miraba con rabia y... decepción.
—No lo malinterpretes, no es que no me haya preocupado por ustedes, pero ya están bien, tengo más cosas por las cuales preocuparme —Rubén intentó aclarar las cosas, pero solo las empeoraba.
—¡No! ¡No quiero escucharte! ¡No estoy dispuesta a calarme tu discurso ensayado! No pienso mentir en ningún lado, no pienso evitar que Jhonny vaya a la cárcel donde se merece estar y mucho menos para salvar tu negocio. Por mí puedes perder todo el dinero que invertiste, no me interesa —Le dio la espalda y cuando dio un par de pasos, Rubén la detuvo.
—¡Espera! No me dejes hablando solo y termina de escucharme. Ese negocio es muy importante, ahí está invertido más de la mitad de mis ganancias, si ese negocio fracasa, la empresa se va a la quiebra y ahí se vendrán los verdaderos problemas. Dependo de ese negocio, y para que todo siga en pie necesito tu ayuda. Si la empresa se va a la quiebra, tendremos que renunciar a todo, tendré que vender la casa, tendrás que dejar el internado y... —suspiró— habrá que dar en adopción a Yancelis nuevamente.
—¡No es cierto! No tiene nada que ver el hecho de que tu empresa se vaya a la quiebra, con la adopción de ella —Reyna se acercó a él, molesta porque usara a Yancelis para convencerla.
—Claro que si. ¿Por qué tú crees que el proceso de adopción fue tan sencillo de que solo fuiste y ya ese mismo día, nos la entregaron? Porque sabían que contábamos con los medios económicos para cuidarla bien; de lo contrario, la directora de la casa-hogar puede venir y reclamarla nuevamente.
Reyna abrió la boca dispuesta a decir algo, pero luego de analizarlo, sabía que Rubén tenía razón.
—¿Y qué quieres que haga? ¿Cómo se supone que voy a mentir si ya rendí declaración ante la policía y todos lo vieron cuando fue el rescate?
—Eso es algo que resolveremos con mi abogado, lo importante era saber si ibas a cooperar con nosotros —Rubén sonreía alegre de haber logrado lo que quería.
—¡Está bien! Hablaré con tu abogado y veremos que se nos ocurre para armar tu farsa —Se sentía impotente al tener que ceder a su chantaje.
—Entonces pasado mañana vengo a buscarte para que veamos a mis abogados y resolver qué vas a decir —Rubén se sentía satisfecho. Reyna asintió y cuando estaba por salir, Rubén volvió a abrir la boca—. Y por favor, dale mis saludos a Yancelis —Ella se volteó y se acercó a Rubén, dispuesta a no quedarse callada esta vez.
—¡No seas cínico! ¡No te aproveches de tu suerte! Tu farsa se llevará a cabo por Yancelis, porque tú y tu empresa me valen un comino —Reyna estaba que echaba chispas por los ojos.
—No dije nada para que te pong... —Rubén no pudo terminar.
—¿Te parece poco lo que me has pedido para después salirme con: "Mándale saludos a Yancelis"? ¡¡No actúes como un padre preocupado!! —Reyna perdía el poco control que le quedaba, iba a estallar y lo haría con todo—. Ese papel nunca te ha quedado, siempre ha sido demasiado grande para tu interpretación. Ya conseguiste que cediera a tu chantaje, ahora lárgate y déjame tranquila. ¡No te necesitamos! Lo mejor que podrías hacer es desaparecer para siempre de nuestras vidas —Y se fue. Había querido decir mucho más, pero el nudo atorado en su garganta no la dejó.
Ibrahim y Vicente fueron a ver a Yancelis y efectivamente, estaba sentada jugando con una muñeca, distanciada del grupo y totalmente callada, pero al menos se veía tranquila.
Mientras ambos regresaban en silencio, un poco impactados por ver a la niña alegre que era Yancelis así, Vicente le dijo:
—¡Gracias! De verdad, muchas gracias por todo.
—No entiendo por qué me agradece.
—Eres un gran apoyo para la niña Reyna, estoy seguro de que gracias a ti, no se ha derrumbado del todo. Además, me han contado que ella te está muy agradecida, que tú intentaste defenderlas y que cuando tuviste oportunidad, casi logras irte con la niña Yancelis, que gracias a eso recibiste una golpiza que te dejó inconsciente por semanas, ¿te parece que no tengo nada por qué agradecerte? Lo que hiciste, lo que pasaste, y aún así seguir junto a ellas, no es algo que hace cualquiera.
—No tiene anda que agradecer. No hice bien mi trabajo, igual se la llevaron y de una forma u otra, terminaron dando con Reyna —Ibrahim se avergonzaba de no haber podido evitar que todo eso sucediera.
—No hubieses podido evitarlo por más que quisieras. Eran tres de ellos contra ti, estabas solo. Y Reyna, bueno, ella actuó en base a lo que sentía que debía hacer y no pensó en más nada —Vicente quería aliviar un poco el peso que sentía, Ibrahim tenía sobre sí.
—No soy tan bueno como usted quiere hacerme ver, no hice lo suficiente. Fíjese como está Yancelis, no habla, se aleja, no soporta estar lejos de Reyna, tan bien no están —Ibrahim no quería que lo tuvieran como un héroe ni mucho menos.
—No menosprecies lo que haz hecho. Fíjate, ni su padre se dignó a venir a verlas hasta ahora, en cambio tú estuviste con ellas todo este tiempo, eso ya es mucho. —Sonrió y le dio unas palmadas en el hombro, Ibrahim no dijo nada más y solo siguieron caminando de vuelta al salón donde dejaron a Reyna y a Rubén. Solo encontraron a este último, parado a mitad del lugar, viendo hacia la puerta—. ¿Qué pasó? ¿Y la niña Reyna?
—Se fue hace un par de minutos, me imagino que a su cuarto. Tú y yo nos vamos, ya no tenemos más nada que hacer aquí —Rubén pasó junto a Ibrahim, le susurró: «Gracias», y continuó con su camino. Cuando Ibrahim se volteó, solo consiguió a Vicente, quien le sonrió y siguió a Rubén.
Fue al cuarto de Reyna y no la encontró, fue al salón de Yancelis pero tampoco la vio. Mientras volvía al salón a preguntarle a sus amigos, se le ocurrió ir al bosque detrás del liceo y ciertamente, ahí estaba, sentada sobre un tronco caído, él solo se acercó y se sentó junto a ella.
—No tardaste nada en encontrarme.
—No fue muy difícil. ¿Qué haces aquí?
—Quería estar un rato aquí antes de buscar a Yancelis —Estaba pensativa.
—¿Y qué te dijo Rubén? Porque me imagino que él es la razón por la que decidiste venir aquí sola —Ibrahim se había imaginado que la charla con Rubén, la haría sentirse mal.
—Nada importante, intentó justificar que no había aparecido en todo este tiempo, lo mandé a volar y bueno... quiso insistir pero discutimos y me vine —mintió, no quería decir nada del chantaje.
Ibrahim sabía que le estaba mintiendo, no necesitaba ser un genio para darse cuenta, Reyna nunca le hubiese contado eso así a la primera. Sin embargo, decidió seguirle la corriente.
—Yo pienso que agarró un mal momento, pero estoy seguro de que si te lo explica luego, podrías escucharlo.
—¡No quiero hacerlo! Vamos a buscar a Yancelis que quedamos en que no se quedaría el día completo y ya va a ser hora de buscarla —Reyna se levantó y caminó directo al salón de Yancelis, a quien encontró rompiendo una hoja en pedacitos, pero al verla, se acercó lo más rápido que sus piernas le daban y la abrazó, extendiéndole los brazos para que la cargara.
La maestra le dijo que le fue muy bien, que se apartó de los demás niños, pero que estuvo tranquila durante toda la mañana.
—¡Muchas gracias profesora! Mañana estaremos nuevamente por acá —Se despidió Reyna, llevándose a Yancelis en brazos seguida de Ibrahim.
Iban rumbo a su habitación, donde Reyna le preparó una sopa de fideos a su hermana, y aprovechó de hacer el pollo que encontró en la nevera para Ibrahim y para ella, asegurándose de que quedara para las muchachas luego, aunque no sabía si iban a comer al cafetín.
—¡Te quedó delicioso! Tanto Yancelis como yo, nos lo comimos todo —Ibrahim estaba satisfecho, había repetido y por poco, se acaba todo.
—¡Me alegra que te gustara! Y a Yancelis también le encantó, se la comió toda. Fíjate, se está quedando dormida —Reyna la miraba con gracia, pues cabeceaba y se rascaba el ojos derecho.
—Déjame acostarla —Se ofreció Ibrahim.
—¡No! No hace falta, ya lo hago yo, tú recoge la mesa —Saltó Reyna de inmediato.
—Ok, está bien, cálmate —dijo sorprendido por su reacción, hizo lo que Reyna le ordenó sin rechistar, procurando no alterarla.
Él se dedicó a lavar los platos mientras Reyna acomodaba a Yancelis y se acostaba de lado junto a ella, empezando a tararearle una canción. Él con cuidado, se sentó en la esquina de la cama y Reyna, al sentir el hundimiento del colchón, se incorporó.
—¡Ven! Acuéstate conmigo —dijo sin pensar, no se dio cuenta de lo extraño que sonó hasta que vio como Ibrahim tenía los ojos abiertos y fruncía los labios, conteniendo las ganas de reírse.
—Eso no tienes que pedírmelo —dijo Ibrahim riéndose y acomodándose detrás de ella. Ambos se acostaron dejando a Yancelis acurrucada en el pecho de Reyna, quien le acariciaba el cabello, a su vez que Ibrahim le acariciaba la otra mano. Justo cuando ella estaba por quedarse dormida, él le mordió la oreja.
—¡Ay! Ibrahim... eso me da cosquillas —chilló, pasándose la mano por la oreja.
—Es que estabas ida, quería asegurarme de que estabas bien —Se justificó él.
—No estaba ida, me estaba quedando dormida que es muy diferente —Reyna lo miro fingiendo seriedad, pero igual terminó por reírse.
—Pero es muy temprano... vamos a salir al pasillo un rato. Llevamos mucho tiempo en cuatro paredes —propuso.
—No, mejor no, Yancelis ya se durmió, quedémonos aquí.
—Bueno está bien. Entonces dime, ¿le dijiste a Rubén lo de que debía ir a hablar con la psicóloga de Yancelis? —Reyna se sorprendió, se le había olvidado por completo comentarle a Rubén eso.
—Se me olvidó... pero no te preocupes, él va venir dentro de dos días y yo hablaré con él.
—¿Y para qué vendrá dentro de dos días?
—Es que como no pudo ver a Yancelis hoy, la vendrá a ver dentro de dos días que tiene un espacio en su agenda —Reyna se sorprendió con la soltura que mintió.
—Por lo menos tiene la intención. —A Ibrahim le sonaba demasiado extraño, pero no quería indagar más, a pesar de no haber hecho casi nada el día de hoy, se sentía cansado—. Princesa, ¿en algún momento vamos a hablar del secuestro? —Reyna se tensó.
—Dime, ¿qué es exactamente lo que quieres saber? —Reyna estaba seria; de alguna manera, se esperaba ese tema en cualquier momento.
—Quisiera que me dijeras todo, exactamente qué fue lo que pasó, cómo terminaste en manos de los secuestradores, quiénes eran, cómo te rescataron, todo.
—Uno de ellos se puso en contacto conmigo cuando ya Yancelis tenía un mes desaparecida, quedamos en que se le iba a dar una cantidad grande de dinero a cambio de que me entregara a Yancelis, pero no todo salió como esperaba. Me secuestraron, me llevaron a una casa alejada y me amarraron. Vi a Yancelis esa noche, tenía fiebre. Nos golpearon y nos dejaron en un sótano.
»Al día siguiente cuando llegó el Titi, nos desató y nos ayudó a salir de la casa, pero se habían dado cuenta que él había entrado, así que nos estaban esperando con sus armas. Lo golpearon y lo dejaron inconsciente, pero él había logrado alertar a la policía antes de entrar a la casa; justo cuando iban a buscar la forma de huir, llegaron los policías y los rodearon, tres de ellos salieron heridos, uno de gravedad.
—¿Cómo el Titi logró encontrarte?
—No soy estúpida. Sabía que no cumplirían su palabra, aprovechando que Diablo estaba en la casa, utilicé su olfato. Me rocié con un aceite de pomelo de pies a cabeza, es un olor muy fuerte y que el Diablo odia, además lo rocié en el carro de uno de los secuestradores, ya habiéndole dejado indicaciones de que siguiera el olor, todo fue trabajo de él. Diablo regresó aquí y el Titi, lo siguió —Reyna sonreía orgullosa, pues si no hubiese sido por ese perro, todo hubiese sido en vano.
—¡Es verdaderamente inteligente! —Ibrahim estaba sorprendido, no se imaginó que el perro tuviera tanto protagonismo en la historia.
—Fue entrenado de una manera más dura que un perro policía. Aprendió a desarrollar todas su capacidades —Reyna no pudo evitar cierto gesto de amargura al recordar los meses en los que Titi entrenó a Diablo, el pobre perro la pasó mal durante ese tiempo.
—¿Y por qué las golpearon?
—¿Crees que necesitaban una razón?
—No pero, me refiero a si los enfrentaste en algún momento.
—Cuando golpearon a Yancelis. No sirvió de nada, pero no supe qué más hacer —Reyna se sumió en sus recuerdos, si cerraba sus ojos, aún podía escuchar los gritos de Yancelis mientras Argenis la golpeaba.
—¿Y quiénes eran los secuestradores?
—Era un tipo ahí que nunca había visto, un tal Carlos. El otro era Jhonny, también estaba involucrado Gabriel y otro más —Reyna no iba a decirlo, no mencionaría el nombre de Argenis.
—¿No sabes su nombre?
—No me acuerdo. Supongo que lo habrán dicho en algún momento. —Reyna quiso cambiar el tema—. Por cierto, ¿cuándo quieres que vayamos a ver al señor Julián? No tuve la oportunidad de conocerlo, pero me he dado cuenta que le tomaste cariño y hay que agradecerle lo que hizo por ti.
—Vamos este fin de semana. Son muchas cosas que tenemos que ver esta semana —Reyna asintió y quedaron en silencio, pensativos, cada uno en distintos temas pero ninguno estaba realmente en esa habitación
Se vieron interrumpidos por un mensaje de Juliana:
"Hola mis amores. Fernando los quiere el sábado en la empresa a las 10:00 am., y yo los quiero en el Centro Comercial Sambil a las 2:00 pm. ¡Ni se les ocurra decirme que no!".
Ambos rieron al leer el mensaje y le respondieron:
"Hola Juli, ok, ahí estaremos".
Decidieron ver una película para distraerse un poco, estaban entretenidos viendo la película «Siempre a tu lado, Hachiko». Reyna estaba llorando por el pobre perro, mientras Ibrahim no podía evitar compararlo con Diablo, pero todo eso dentro de su mente.
No se fijaron en que ya era de noche, sino hasta que llegaron las chicas con los muchachos.
—Ustedes son unas verdaderas bellezas, ¿les costaba mucho avisar que estaban aquí? Recorrimos toda la escuela buscándolos —reclamó Vico.
—Lo sentimos, no pensamos que nos buscarían —Se disculpó Ibrahim avergonzado, veía la preocupación en el rostro de cada uno de ellos.
—Ya no importa. Ahora lo que importa, es que descansen —Carmen se dispuso a sentarse en su cama, se sentía agotada.
—¡Es cierto! El director dijo que mañana todas las actividades seguirán con regularidad, que espera que se reincorporen con total normalidad y que quiere que obtengan la ayuda que necesiten. Lo más seguro es que mañana los llame para hablar con ustedes —Los puso al tanto Cristian pues era algo que el director había estado repitiendo desde que supo que volverían el día de hoy.
—Cristian, necesito hablar contigo. —Reyna se levantó de la cama y salió de la habitación seguida de él. A mitad del pasillo, ella se detuvo, se volteó y le dijo—: Quiero pedirte disculpas por como me porté el otro día en mi casa, no debí reaccionar así y menos contigo.
—No tienes que disculparte, no ha pasado nada —Cristian le sonrió, pero Reyna no veía del todo sincera esa respuesta.
—Mira, no sé qué me pasó, supongo que me asusté y reaccioné de mala manera. Sé que te traté mal, que me pasé y no puedes decirme que no pasó nada —Reyna se sentía verdaderamente avergonzada.
—No te disculpes, ya está olvidado. Yo debí entender que no podía hacer eso así, tú obviamente estabas a la defensiva —Cristian luego de analizar la situación, se dio cuenta que su actitud tampoco fue correcta, ya él estaba al tanto de que Reyna evitaba que se le acercaran a Yancelis.
—Yo... no es que quiero que no te acerques a Yancelis, solo que... quiero que... no quiero forzar las cosas, ella no deja que se le acerquen mucho y... bueno, es complicado —Se sinceró Reyna.
—Entiendo lo que quieres decirme. Ya no te preocupes por eso, ya quedó olvidado, lo importante es que ya ustedes están aquí —Cristian la abrazó y ella correspondió algo dudosa—. Ahora volvamos con los demás, que Batman debe estar preguntándose por nosotros —A Reyna le causó gracia saber que se refería a Ibrahim al decir Batman. Como un flash, le llegó la pregunta que quería hacerle hace semanas, y aprovechando la privacidad que tenían, la soltó.
—¿Tú mamá tiene su consultorio? Es decir, donde atiende a sus pacientes y eso —No supo cómo explicarse.
—Si. Trabaja en Las Mercedes.
—¿Podrías darme la dirección o algún número de teléfono? Es que quisiera preguntarle algo sobre las cartas —Esa era su excusa, pero la verdad es que recordaba que tenía pendiente conseguirle un psicólogo a Carmen para lo de sus crisis.
—¡Claro! Aquí tengo su tarjeta. Puedes llamarla cuando gustes, estoy seguro de que ella encantada te atiende. Le agradaste mucho, se preocupó cuando se enteró lo del secuestro —Reyna de alguna manera, se sintió... extraña, pues no esperaba oír que una desconocida se hubiese preocupado por ella.
—Entonces la llamaré mañana. ¡Gracias! Y por favor, no le digas nada a ninguno, ni siquiera a Ibrahim —pidió juntando sus dos manos a modo de súplica. Cristian asintió y volvieron al cuarto con los demás.
Luego de despedirse, los muchachos se fueron a su habitación, en un silencio que les duró unos minutos.
—La dejó sola —dijo José más para sí mismo que para los demás, pero de igual forma lo escucharon.
—¿De qué hablas? —preguntó Diego sin entender a qué se refería.
—Reyna salió del cuarto con Cristian y dejó sola a Yancelis —José lo decía como si hubiese encontrado América en un vaso de agua.
—No la dejó sola, estábamos nosotros —Ibrahim no entendía de qué iba José.
—Me refiero a que no necesitó estarla viendo ni teniéndola cerca para sentirse segura de que ella estaba bien —explicó.
—No me había fijado en eso... ¡Tienes razón! Reyna salió con Cristian y no se fijó en eso. El dejarla hoy en el salón con la maestra ha funcionado —Ibrahim estaba que no cabía en sí de la felicidad, pues habían avanzado un paso.
—Ella cuando me llamó al pasillo, me dijo que no es que ella no quiere que se le acerquen, solo que no quiere forzar las cosas —comentó Cristian creyendo que podía ser importante.
—¿Y por qué te dijo eso? —Quiso saber Ibrahim, pues no entendía por qué se había sincerado así con Cristian y no con él.
—Se había disculpado por lo que pasó en su casa —Ibrahim asintió con el ceño fruncido, disimulando los celos que le había provocado enterarse de eso; aunque no lo hizo muy bien, José se dio cuenta pero no dijo nada.
—Si ya hemos logrado ese avance siendo el primer día, me imagino que para la semana que viene, esto será más fácil. Además, Yancelis al parecer estuvo tranquila en el salón, ¿no? —Diego se sentía optimista respecto a esa situación.
—¡Es cierto! No socializó con los demás niños, pero no lloró ni nada, solo se dedicó a jugar —Ibrahim se quitó la camisa, preparándose para acostarse.
—Bueno, vamos a dormir. Mañana esperemos que todo siga como hoy —José bostezaba sintiendo la pereza en su cuerpo.
—Si, hoy ha sido un día movido —Diego se quitó los zapatos y sin más, se tiró a la cama. Los otros no tardaron en imitarlo, estaban cansados.
Cada uno se acostó y no tardó en dormirse, excepto Ibrahim, que no podía dejar de darle vueltas a lo que Reyna y Cristian le habían dicho, le gustaba la idea de que Reyna poco a poco fuera hablando y contando las cosas que pasaban por su cabeza, pero no le agradaba que lo hiciera con alguien más.
Al darle vueltas y vueltas, se convenció que lo hizo por la culpa que sentía al haber tratado a Cristian así y logró caer en los brazos de Morfeo poco después, aunque las pesadillas no lo dejaron tranquilo, no paraba de revivir como un espectador, lo que Reyna le había contado del secuestro.
Reyna y las muchachas se turnaron para bañarse y luego de comer, se acostaron a dormir. Yancelis no se despertó en ningún momento, pero Reyna a cada rato la chequeaba para ver que todo estuviera bien. Algo que notaron Vico y Carmen, es que al momento de acostarse, Reyna dejó la luz de la lámpara encendida, supuestamente porque aún no tenía sueño, pero más de una vez la vieron cabeceando.
Reyna se acostó junto a Yancelis y se quedó viéndola, con delicadeza pasó su mano sobre la mejilla de ella y en un leve susurro dijo:
—No dejaré que te aparten de mí. ¡Eso nunca! Te prometo que siempre estaremos juntas —Y besó su mejilla, era un juramento, y lo cumpliría a cualquier precio.
Con sumo cuidado, acurrucó a Yancelis en su pecho y comenzó a cantarle una canción, era la misma que Tomás le cantaba para dormirla a ella.
Fue cuando casi amanecía, que finalmente cerró los ojos y pudo dormir plácidamente por lo menos una hora, lo máximo que las pesadillas le permitieron.
El rostro de Argenis, su mirada de odio y el hecho de saber que él en ese preciso momento, estaba debatiéndose entre la vida y la muerte, no paraban de aparecer en sus sueños una y otra vez, causando que se le hiciera imposible volver a dormir.
Quizás en un punto las cosas mejoren o quizás empeoren más aún, eso es algo que no se puede saber a ciencia cierta; pero lo que si se tiene seguro, es que las decisiones que se tomen ahora, pasan a ser cruciales para la vida de todos y cada uno. Se hacen grandes apuestas y así como mayor puede ser la ganancia, también lo puede ser la pérdida.
¡Hola Tazmanias! ¿Qué tal están? Sé que me he desaparecido pero estoy volviendo. Aquí está el tan esperado capítulo.
Los quiero invitar nuevamente a pasarse por la página de Facebook: Trilogía "piezas" Reyna_151, la cual está teniendo más likes y más actividad, cosa que me tiene contenta.
Espero les haya gustado el capítulo, nos leemos próximamente. Los quiero, bye.
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