prólogo

En las oscuras calles de Nueva Orleans, se podía divisar una sombra, caminaba recto y detrás de su espalda cargaba una bolsa negra. Abrió la puerta de un local, probablemente suyo; entro y dejo esa bolsa cerca de la cocina, llevo varias ollas y bolsas, colocándolas en el suelo, abrió la bolsa y saco de ella, partes de un cuerpo y con un afilado cuchillo de carnicero, lo fileteo. Los órganos y sesos que parecían no ser de utilidad, las coloco en un bote, el resto lo dejo en las ollas con algo de agua y lo puso en su estufa para hervirlo. Tomo con cuidado las bolsas que tapaban su piso y las llevo a un pequeño agujero que había cavado desde la mañana, las lanzo y junto a ello, también la carne, huesos y órganos que el no usaría.

Lavo con cuidado las ollas usadas y también sus manos para evitar que el olor se penetrara en su piel; rego el agua en la tierra donde estaban creciendo unos rosales y varios tulipanes, regreso a la cocina y coloco la carne en pequeños recipientes que estaban cubiertos con papel aluminio y los puso en el refrigerador. Fue a su habitación y cayó rendido en su cama, antes de acostarse debidamente, coloco sus lentes en una mesita y se quitó sus zapatos, se cubrió entre sus sábanas y cerró sus ojos para así poder descansar.

Resonaba su alarma, tallo sus ojos, levantándose de su cama mientras se estiraba, fue al baño para cepillarse y bañarse. Después de colocarse su ropa habitual y comer algo, abrió su pequeño y bello local de flores; barría y sacudía los lugares que tenían polvo, dejandolo casi impecable. Ya había vendido varias de sus flores, rosas y otro tipo de plantas, siendo ya a medio día, la campanilla sonó, un nuevo cliente, o quizás no.

- será mejor que no te pases de listo, dame todo el dinero que tengas - dijo el enmascarado, amenazándolo con un arma - no tengo todo tu tiempo idiota

- no puedo darle lo que me pide si no separa su arma de mi cabeza, querido - llevo una de sus manos al bolsillo de su mantil, sacando lentamente una pequeña navaja - hágame el favor de alejar eso, al menos un poco

- no tengo tiempo para tus malditas es- - sintió que alguien puso en su espalda una pistola - ... ¿Que...?

- le recomiendo que baje su arma, si es que no quiere unirse le al chico - hablo ronco, intentando sonar serio - ¿No va a bajar su arma?

- ya... Ya voy - dejo la pistola en el suelo y levantó sus manos -

- gracias, ahora ponga sus manos hacia atrás - espero a que su contrario las pusiera atrás y le colocó unas esposas - muy bien, siéntese ahí - agarro el arma y la puso en la barra, tomo su radio y llamo a sus compañeros - en un momento llegan mis compañeros para llevarse a este ratero, no debe preocuparse

- le... Agradezco, pero no ví en que momento entro - guardo su navaja -

- oh si, yo ya había entrado aquí, solo que estaba en la zona donde tiene girasoles y como es un estante algo grande - puso su mano izquierda en cabeza, mueca de pena y con la otra agarro al ladrón que casi se iba - de cualquier manera, debo felicitarlo por mantener la calma ante está situación, nadie había hecho algo así o por lo que yo sé, no sé cómo funciona los robos aquí

- ¿No es de aquí? - pregunto crédulo -

- no, yo soy de Los Ángeles y me vine a mudar aquí por trabajo - volteo la mirada, noto como otro oficial entraba al local - hablando del trabajo, eh, aquí está el ladronsuelo que atrapé

- para ser de un lugar tranquilo, eres bueno con esto ¿Ah? - acomodo sus lentes de sol - yo me encargo del bastardo, tu sigue con tu coqueteo hacia ese alfa - tomo con fuerza al ladrón, sacándolo de la florería y se fue en su patruya -

El rubio suspiro.

- disculpe a mi compañero, el es algo... Peculiar

- no hay problema, y perdone el atrevimiento pero ¿Para quien eran las flores? Digo, si venía a comprar

- ah... Si eso, si era para alguien - frunció las cejas, enderezó su cuerpo - son para mí esposa

- ¿Sucedió algo malo? No es por ser un metido es solo que su expresión me dice otra cosa

- no se preocupe, es que... Apenas llevo un mes desde que ella falleció y me es difícil aceptar eso pero aún así quiero tratar de seguir adelante

- oh... Mi más sincero pésame para usted

- está bien, no debe molestarse por esto, ni siquiera debería hablar de esto - dijo apenado -

- no se sienta mal, a veces uno necesita ser escuchado cuando a uno le pasa algo tan lamentable - coloco su mano en el hombro de su contrario - no es algo malo desahogarse

- gracias por el consejo ah...

- Alastor, Alastor Campbell, es un gusto oficial...

- Samael, pero muchos me dicen Lucifer

- ¿Lucifer? Ah, que curioso apodo

- cuando eres "la oveja negra" de la familia, es muy común que te den apodos así - rio levemente -

- ¿Oveja negra, usted? Yo no veo que lo sea

- oh, si ah vivido en una familia extremadamente perfeccionista y religiosa, sabrá porque me ven así

- oh vaya, supongo que usted tampoco quería que ellos controlarán su vida

- más de lo que crees amigo mío - vio la hora en su reloj - ¡ah Dios! Ya es tarde, disculpe pero ya me tengo que ir - tomo el arma de la barra y la aguardo - tal vez pase otro día para comprar esos girasoles, tenga un buen día - salió de aquella florería -

El castaño dejo salir un suspiro.

- cómo odio hablar con un policía - fue a ver sus girasoles - solo espero que no sea tan repetida su "visita" a mi florería, no me voy a arriesgar a que el encuentre mi alimento adictivo - rocío un poco de desinfectante a sus plantas - ah... Solo espero que a Husker no se le ocurra hacer otra salida familiar el sábado, es muy complicado traer mi comida yo solo

La campanilla sonó, se llegó a escuchar una voz feminina que lo llamaba.

- ¡Hola bom-bom! ¿Cómo has estado? - dijo una rubia bajita -

- ¡Mimzy! - exaltó con alegría - hace mucho que no te veo amiga

- oh, ya sabes, el burdel no atrae clientes solito hehe - abrazo al más alto, sintiendo como el también correspondía el gesto - estás algo delgado, ¿Comes bien? Sabes que no me gusta que descuides tu salud

- porsupuesto que si eh comido bien querida, no me eh descuidado ni en lo más mínimo - se quitó el mantil, colocándolo en un estante - oh, por cierto, estuve pensando en lo que me habías dicho aquella vez

- ¿A si? Y ¿Que decidiste?

- lo pensé detenidamente y creo que prefiero seguir con mi florería, amo las plantas y flores, claro que también me gusta cantar pero siento que no doy para estar en tu burdel, soy un poco... Inestable cuando me irritan

- no hay problema guapo, lo que importa es que tú trabajes dónde te sientas cómodo - veía una rosa blanca - se nota que te gusta estar rodeado de estas bellezas

- son hermosas ¿no? Me recuerdan a mi madre - abrió la puerta que llevaba a varios cuartos - ¿Te gustaría comer un bocadillo conmigo?

- ¿Tienes de esas?

- siempre querida Mimzy - formó una sonrisa en su rostro, pareciendo una aterradora y retorcida, tal cual como un desquiciado -

Se tomaron un tiempo para conversar un poco, rieron y chismeaban un poco de su vida.

- ¿Cómo que no tienes pretendientes? Eres muy joven y apuesto, es increíble que no hayas tenido al menos una pequeña aventura con alguien

- el amor y esos temas no van conmigo querida, además, solo es gasto incontrolable y para que al final se vaya con otra persona, por eso prefiero no tener una pareja

- es una pena, eres un muchacho educado y atento, claro, sacando el lado de que eres un canibal

- exacto, no me arriesgaría a qué me descubra y me delate a la policía, y no es como si tuviera tiempo para otra persona que no sea yo

- que gran egoísta me saliste - dijo en broma, llevando una galleta a su boca - pero estoy segura que si llegara alguien especial, solo necesitas tiempo y algo de fe

- no digas esas tonterías Mimzy, yo no quiero entablar ese tipo de relación en mi vida



























_Nunca digas "nunca" por qué es muy probable que te arrepientas_

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