Día 11: Cheyenne

Cuando me despierto hoy, me doy cuenta de que algo extraño pasa. No hay alarmas con sonidos inimaginables, ni una luz cegadora; ni siquiera hay una nota que me avise que debo salir. Todo está en calma.

Me visto con lo primero que pillo y salgo. En el salón encuentro a Jake, leyendo algo en el móvil. Nada más oír mis pisadas, lo guarda en su bolsillo y se gira hacia mí.

—¿Has dormido bien?

—Aquí la cuestión es si tú has dormido bien.

—Empecé el viaje antes para llegar de madrugada y dormir un poco. Estoy bien, no tienes de qué preocuparte.

Asiento en silencio. Me acomodo a su lado y empiezo a desayunar con tranquilidad. Me emociona saber que solo quedan cinco historias. Parece que fue ayer cuando me mandó el mensaje para que nos fuéramos juntos.

—¿Tienes ganas de que te cuente la siguiente historia?

—Lo cierto es que lo estoy deseando. ¿Me lo dirás aquí, o saldremos a dar un paseo?

Hace como que se lo piensa.

—Hace buen día, y pasear nos vendrá bien.

Me termino el desayuno y antes de que Jake se dé cuenta, estoy en la puerta, esperándolo.

Eres demasiado impaciente. ¡Deja al pobre Jake acabar! Bastante tiene con pasarse esta quincena con nosotras.

¿Puedes no ser una bruja por una vez? Creía que te tenía más controlada.

Soy tu conciencia. Estoy hecha para decirte lo que tu cerebro piensa en realidad. Te estás insultando a ti misma, querida.

Lo que tú digas.

—¿Vamos?

Pestañeo. Tanto discutir con mi conciencia, a Jake le ha dado tiempo a estar delante de mí con una sonrisa.

—Vámonos.

Abro la puerta y salgo. Un par de pájaros me reciben con un piar precioso.

—¿Dónde estamos hoy?

—En la capital de Wyoming.

—¿Cheyenne? Nunca había venido por aquí.

—Entonces me alegro de traerte a un lugar nuevo. Ven, iremos por el centro.

Lo sigo los dos primeros minutos sin rechistar, pero tengo poca paciencia. Quiero la siguiente historia.

—Jake...

—Bel... —Me imita.

—¿Piensas contarme la historia de hoy, o me vas a tener dando vueltas toda la mañana?

—Lo cierto que tenía pensado dar vueltas hasta que te dieras cuenta de que te estoy tomando el pelo y...

No dejo que acabe. Le doy un golpe en el brazo, haciendo que pegue un grito de dolor.

—Eres una bruta. —Gimotea.

—Cuéntame la historia, niñita llorona.

Protesta un poco, y hasta se niega a contármela, pero se acaba rindiendo.

"La historia de hoy tuvo lugar un par de semanas antes del campeonato. Las clases estaban acabando, y la gente normal tenía que estudiar para los exámenes finales. Luego estaba la gente como , que se lo sabía después de leerlo, pero eso va aparte.

Era última hora y yo me encontraba en mi taquilla, recogiendo mis cosas. No si recordarás que llegué tarde a la moto, para llevarte a casa. Ahora sabrás lo que pasó.

Trago saliva mientras él hace una pausa. Cuanto más cerca estamos del final, más horribles son las historias, que cada vez se acercan más al momento clave de toda la historia: el engaño.

Lo dejo continuar, esbozando una sonrisa que no siento.

—Hola, Jacob.

Me conocía de memoria esa voz, por lo que no me volví al escuchar a Sophie.

—¿Quieres algo?

Guardé todos los libros en la mochila y la cerré con parsimonia. Enfrentarme a ella no era mi sueño.

—Hablar contigo.

—Ya estamos hablando. Si no te importa, mi novia me espera.

—Si no me escuchas, podría dejar de ser tu novia en cualquier momento.

Sabía que eso era chantaje emocional, pero pudo conmigo. La idea de perderte era horrible.

—Dilo rápido.

Sonrió, sabiéndose vencedora de esa batalla.

—Me gustaría que quedáramos alguna vez... —Paseó dos de sus dedos por mi brazo.

—¡No! —Me separé con algo de violencia.

—¿Por qué no, Jacob? ¿No te gustó lo que pasó en la discoteca?

—Fue el mayor error de mi vida —susurré.

—Entonces hagamos algo. Volvemos a liarnos y tu querida Bel nunca se entera de lo que ha pasado entre nosotros.

—A ver cómo te lo explico, Sophie... Cometí el error de confiar en ti una vez, no voy a dejar que me conviertas en tu marioneta. La única persona a la que voy a besar es a mi novia. Es mejor que lo entiendas de una vez."

Carraspea, llamando mi atención. No me había dado cuenta de que está llorando.

—¿Sabes, Bel? Si le hubiera dicho que sí, no te habrías enterado de esa manera, delante de todo un estadio. Te lo habría contado yo, te habrías enfadado conmigo, pero al menos no estarías humillada por todos.

—Al menos, no volviste a besarla. —Trato de mejorar la situación pero, para qué engañarnos, no se puede.

—No hubiera podido, Bel. Ya me viste, me sentía súper culpable y solo nos habíamos besado una vez. Otro beso me habría vuelto loco.

Acaricio su brazo hasta que llego a las manos. Las entrelazo con dulzura. No sé por qué, pero siento que debo ayudarlo con esto.

—Será mejor que me enseñes las maravillas de esta hermosa ciudad.

—¿Cómo sabes que es hermosa si nunca habías estado aquí?

—Confío en tu criterio.

Seguimos viendo la ciudad, y yo voy pensando en todo lo que ha pasado. Esta historia es un claro ejemplo de que me ama, a pesar de lo que ha pasado. ¿O no?

Una pequeña parte de mi mente me dice que se lo está inventando para ganarse mi amor de nuevo. La otra gran parte me dice que todo es real. Y no sé a cuál creer.

Llegamos al Capitolio de esta ciudad. Lo irónico es que en esta parte del país, todos parecen como una pequeña iglesia, mientras que en el sur y este, son más circulares.

—¿Echamos la foto aquí?

Pronto, Jake encuentra a alguien amable que nos la haga. Casi sin pensarlo, rodeo con mi brazo su cintura. Se ve sorprendido, pero ni hace nada por cambiarlo. Recibimos la cámara y la foto. Refleja perfectamente lo que siento hoy, confusión en estado puro. La cara de Jake es la prueba de ello.

—¿Me estás empezando a perdonar? —Me suelta nada más dejo de mirar la fotografía.

—No lo sé, Jake. —Lo miro fijamente a los ojos—. Es muy complicado perdonarte cuando tengo dudas de lo que estás contando.

—¿Crees que es falso? —Me mira como si no pudiera creer lo que ve.

—Ya te he dicho que tengo dudas. Después de todas las historias en las que tengo ganas de matarte, me vienes con una en la que rechazaste a Sophie por mí. —Niego suavemente—. Tengo que pensármelo.

Resopla y me pide que avancemos. En silencio, recorremos la ciudad. Jake parece de muy mal humor, como si le hubiera herido en profundidad. Yo. La que está más herida de los dos.

Vemos el resto de la ciudad. Incluso entramos en el zoo. Sin embargo, no nos dirigimos la palabra. Y, por una vez, lo prefiero así.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top