51: Final parte 1

Adara

Tempest quedó a la mitad.

Estoy en la carretera, mirando lo que debería ser la escena del crimen, pero era evidente que desaparecería. Era un fantasma, después de todo, no tenía un cuerpo. Fui a la comisaría a recoger mis cosas y poder pensar, pero terminé aquí. Se escucha la puerta de un auto, entonces dejo de observar la calle vacía y me giro. Akil se aproxima hasta mí con su característica y carismática sonrisa.

—Me dijeron que estabas donde hubo movimientos raros.

Me río.

—Oficial, parece que abrí un archivo prohibido —bromeo.

—Me alegra que hayas despertado.

—¿Me buscabas? —cuestiono.

—Me preguntaba si te pasa lo que a mí.

—¿Y qué te ocurre? —Enarco una ceja.

—No me puedo ir.

Miro hacia la carretera, evitando sus ojos claros.

—¿Y qué te hace pensar que estaba pensando en irme?

—Lo percibo. —Hace una pausa—. Cainán también.

Me río sin humor, sintiéndome molesta.

—¿Él te pidió que vinieras?

—Está desesperado. Imagina, fue por ti al infierno, le clamó a Norville que reconstruyera tu cuerpo y se humilló ante la comunidad demoniaca, admitiendo que eres su comida podrida. Yo si fuera él, estaría asustado.

—Debería, pues no me lo dijo —expreso, algo renegada.

—¿Eso es lo que esperas?

—En absoluto, solo me cuestiono lo que tendría que hacer, todavía no me decidí. No sé si debería quedarme o si siquiera puedo irme. Lo único que es claro son dos cosas. Cainán come personas y sigo conectada con Tempest.

—No deberías preocuparte por ella, está del otro lado, y yo he comido personas cuando estuvimos juntos, y no me estás juzgando, ¿o sí? —Se ríe—. Es nuestra dieta, ¿quieres que se muera?

Me giro de manera abrupta a mirarlo.

—Akil... —Agarro el collar en mi cuello—. No me lo puedo quitar.

—¿Qué?

Avanzo hasta él.

—Brilló cuando estuve en el limbo, creo que Tempest vino conmigo.

—¿Estás segura? —cuestiona.

—Las señales no han desaparecido. —Muevo mi mano a mi cara—. Esto no ha terminado.

—¿Por qué me lo dices a mí?

—Tú sabes por qué —expreso, determinada.

Observa su brazo con el tatuaje de color opaco.

—Adara, me estás asustando. —Se ríe.

—También estoy asustada.

—A menos que...

Regreso de mi conversación con Akil, se me ha hecho muy tarde, busco a Cainán por toda la casa, hasta que al fin doy con su paradero. Estoy en el patio trasero de la mansión, es un lugar lleno de arbustos de flores rosas. Hay unas velas sobre la mesa y miro el cielo estrellado, luego bajo la vista, entonces me encuentro con sus ojos color avellana. Me sonríe, pero sé que es A, así que hago lo mismo.

—Pasé mucho tiempo en el infierno con B —sugiero—. ¿Me has preparado el paraíso?

Mueve una de las sillas, entonces me siento allí. Él rodea la mesa, así que hace lo mismo. Toma mi mano de manera cariñosa y la acaricia.

—Adara...

Suspiro y miro hacia abajo.

—Creo que no he sido totalmente honesta contigo.

—Dime con confianza —aclara.

Vuelvo a observarlo.

—Seguro percibes lo que pienso, aunque me parece gracioso que le pidas ayuda a Akil —bromeo.

Enarca una ceja.

—¿Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas?

—Nah, eres un demonio, esas medidas no son tan malas, seguro tienes peores.

—Para mí sí. —Se ríe.

Mantengo la sonrisa.

—Puedo imaginarlo.

Me levanto de mi silla y me sigue con la vista. Camino hasta las flores, entonces aspiro su aroma. Ellas no se complican con tantos pensamientos.

—Son hermosas como tú. —Noto que está detrás de mí.

Tan rápido.

—Cainán...

—Dime. —Su voz suena tan cerca y suave.

—Creí que cuando acabara el caso, todo sería más fácil.

—Nosotros mismos somos los que nos complicamos.

Me giro y me encuentro con su rostro, las hojas de las flores me rodean.

—¿Por eso no podías admitir que soy tu comida podrida? —cuestiono, sintiendo mis mejillas arder, por todo lo que significan esas palabras, las cuales, ni siquiera he oído de su boca, nunca, solo por terceros—. ¿Vas a decírmelo?

—¿Vas a quedarte? —contraataca.

—Bien jugado. —Sonrío—. Pero yo pregunté primero.

—Adara siempre gana, pero yo soy más rápido. —Me agarra de la cintura, así que me estremezco, luego aproxima su rostro a mi cuello—. ¿Podría comerte ahora mismo?

—Podrías, pero nunca obtendrías mi respuesta ni yo la tuya.

—Y si lo digo, ¿te quedas? B se está enfadando —aclara.

—¿No vas a huir?

—¿Y tú? —Aleja su rostro de mi cuello para ponerlo en frente de mi cara—. Son dos escapes distintos, ¿no?

—No puedo exigirte que mueras de inanición, pero puedo pedir que no me cuentes cuando te vayas a alimentar.

—Eso no es muy moral de tu parte, detective.

—Me vas a convertir en una policía corrupta —expreso, nerviosa.

—Quizás. —Se muerde el labio inferior—. Mi comida podrida.

No lo pienso más, entonces salto hacia él, agarrándome con mis piernas de su cintura y rodeando mis brazos en su cuello, para segundos después besarlo de manera apasionada. Nuestras lenguas se mueven en chispas de calor, es una sensación electrizante. Sé que es una mala decisión, sin embargo, no me puedo controlar más. Además, si me fuera, como podría encargarme de Tempest. Todo aquí es sobrenatural, Norville tiene las respuestas a cualquiera de mis preguntas.

Alejo un poco mi rostro del de Cainán. Ambos respiramos agitados mientras nos observamos de forma intensa. Me muerdo el labio inferior antes de aclarar lo que pienso.

—Me quedaré —reafirmo lo que aclaré con el beso, luego me río—. No creo ser normal como para largarme.

Sonríe.

—Tú y yo paranormal.

—Definitivamente.

Nos volvemos a besar con intensidad. Las buenas sensaciones llegan a mí, entonces podemos seguir besándonos con total libertad, es lo mejor de la vida. En realidad, lo mejor de lo sobrenatural. Es algo que jamás pensé que me encantaría tanto.

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