Si la historia te gustó, no olvides dejar una estrellita y un comentario. Me gustaría seguir creciendo en la plataforma y necesito tu colaboración para que suceda. ¡Muchas gracias! ♥
Jazmín retrocedió ante el ingreso de la tienda. Era la misma donde, tiempo atrás, la dependienta le pidió dejar el lugar —previamente le aclaró que tenía prohibido regresar—. Sin embargo, miró hacia el escaparate con ilusión y su mente colapsó de pensamientos encontrados. Deseaba entrar, en especial porque Luca le había prometido que podría elegir algún juguete de las gigantes estanterías. Le había dicho sin titubear «podrás elegir lo que tú quieras» y Jazmín simplemente no podía creer que algo así estuviera sucediendo. Estaba completamente ilusionada, su corazón se había acelerado a causa de la emoción.
—¿Qué pasa, Minni? —preguntó Luca que de inmediato notó la extraña actitud—. ¿Aún quieres entrar?
—Sí —respondió con timidez. Su mano continuaba sujeta a la de Luca. Lo apretó tan fuerte como podía hacerlo una niña de seis—. Es que... —sus labios se apretaron en una mueca de tristeza. Le avergonzaba decir la verdad.
Él se inclinó hasta quedar a su altura.
—Dime lo que pasa, Minni. Puedes decirmelo —murmuró con suavidad.
—Es que... Una vez, la vendedora que estaba ahí, dijo que tenía prohibido entrar. No sé por qué —consiguió explicar y, entonces, bajó un poco la voz para mencionar lo que siguió—. Me da miedo.
Luca estudió la situación y enseguida comprendió lo que había pasado. Él podía ver con claridad que la gente estaba repleta de prejuicios y que, probablemente, ver a un niño ingresar a la tienda en malas condiciones, le había dado a pensar que quería realizar algún tipo de daño. Por un instante creyó que la mejor opción era largarse y buscar otro sitio, sin embargo, se retractó. ¿Por qué deberían marcharse si ellos no habían hecho nada malo? Tenían todo el derecho de comprar ahí como cualquier otra persona. Sintió coraje. El impulso protector de jurarse a sí mismo que nadie más volvería a maltratar a esa niña.
—Escucha, no sé por qué esa vendedora hizo eso, pero se equivocó. —Minni lo miró atenta—. Ven, vamos a elegir ese regalo. No tienes nada que temer. ¿De acuerdo? —ella asintió y, tímidamente, dejó asomar una sonrisa. Aún así, no soltó la mano de Luca mientras ingresaban a la tienda.
La tensión se disipó cuando Jazmín notó que la dependienta de aquella vez no se encontraba detrás del mostrador. Otra chica le sonrió con amabilidad y les explicó lo que podían encontrar en cada sector. Contempló maravillada, incapaz de decidir hacia dónde quería ir. Preguntó «¿podemos verlo todo, por favor?» y Luca rió, porque le pareció demasiado adorable y seguido asintió, porque estaba seguro que era extremadamente difícil decirle que «no». Finalmente, después de sesenta minutos dando vueltas, Minni se decidió por una familia de conejos vestidos con estampados de margaritas, que pertenecían a la colección Sylvanian Familie. Sostuvo la caja entre sus manos y sonrió, inspeccionando cada pequeño detalle. Luca le preguntó si quería algo más, pero ella se negó. En ese momento no tenía atención para otra cosa que no fuera esos tiernos conejos en miniatura. Además, sintió que no necesitaba nada más. Había tenido el mejor día de su vida y aún no acababa.
『♡』•『♡』•『♡』
—Te prometo que será divertido —murmuró Cora desde el umbral de la puerta del baño—. La tina está repleta de espuma. ¡Mira! Puedes jugar con las burbujas —trató de convencer a la pequeña de tomar un baño.
Jazmín frunció ligeramente el ceño y negó.
—No me gusta el agua. Y a mis conejos tampoco —en una mano sostenía a un par.
—¿Qué está pasando aquí? —se asomó Clara en la habitación. Acababa de llegar del trabajo; en cuánto ingresó a la casa, escuchó los murmullos que provenían del toilet y no dudó en acercarse—. Entendí mal, ¿o alguien no quiere darse un baño?
—Es que estoy jugando —se excusó ofuscada—. Mira lo que me ha comprado Luca.
—Oh, qué bonitos —Clara se inclinó hacia Jazmín—. Puedes dejarlos un momento y luego seguir jugando con ellos. De hecho, ¿sabes quién más necesita un baño?
—¿Quién?
—Miel —mostró el muñeco de felpa que traía escondido tras su espalda—. Te ayudaré a darle un baño si me prometes que antes lo harás tú. ¿Quieres, eh?
—Uhm... Está bien —se cruzó de brazos—. Pero que sea rápido.
—Yo me encargo —intervino Cora repleta de paciencia—. Gracias, eres un genio —se dirigió a Clara.
—No ha sido nada —sonrió—. ¿Dónde está Luca?
Cora rio ligeramente.
—En su habitación. Dijo que solo iba a recostarse, pero se durmió hace más de dos horas —comentó en un tono inocentemente burlista—. Está agotado.
—Iré a verlo —anticipó—. Si necesitas ayuda, llámame.
En la habitación, Luca dormía recostado, como quien se tira a descansar solo unos minutos pero acaba echándose una siesta de horas. Clara ingresó cautelosa, trató de no hacer ruidos molestos y no resistió: se acomodó a su lado, besó suavemente su mejilla y le acarició el cabello de la forma en que sabía que a él le agradaba. De inmediato deslizó una tenue sonrisa de satisfacción, aunque no estaba completamente relajado. Aún llevaba su chaqueta de abrigo y los zapatos.
—Ey, Lu —habló suavemente—. Amor.
—¿Clara? ¿Qué pasó? —abrió de pronto los ojos. Perdido—. No puede ser. Me quedé dormido.
Ella sonrió divertida.
—Lo sé.
—Minni. ¿Dónde está Minni? —se irguió.
—Tranquilo. Está por darse un baño. Tu hermana la está cuidando —apoyó una mano en su pecho y lo acarició. Luca perdió la tensión y dejó caer su cuerpo nuevamente sobre el colchón—. ¿Recuerdas?
—Cierto. Está con Cora —largó un suspiro de cansancio seguido de una sonrisa amplia—. Por Dios. No sé cómo voy a seguir haciendo esto. Fuimos a todas partes, Clara. Estuvimos en una cafetería, fuimos a la tienda, luego al parque... Tiene una energía infinita.
—Creo que así son los niños.
—Sí. ¿No? —se mantuvo pensativo durante unos largos segundos—. Pero estaba tan feliz. Los dos lo estábamos.
Clara, tendida a su lado, lo escuchó atenta mientras le acariciaba una mejilla. Reconoció su tono de voz chispeante. La alegría genuina en sus ojos. El corazón vibrando de felicidad. Y entonces, experimentó un profundo alivio. La tranquilidad de reconocer que, desde que se conocían, por fin la tristeza oscura en su mirada se perdía detrás del brillo. El dolor comenzaba a sanar poco a poco.
—Lo imagino. Estoy tan feliz por ustedes, Luca —expresó conmovida.
—Ojalá pudiera quedarme en este día para siempre.
—¿Por qué harías eso? Tendrán días muchísimo mejores, estoy segura. Todos serán especiales y únicos.
Luca asintió. Luego, tragó saliva. La preocupación renació.
—Primero tenemos que atravesar la parte difícil —sonrió con tristeza—. Lo que se viene es complicado —se talló los ojos.
—¿Qué es lo que viene? Tú y Jazmín ya se encontraron. Claramente es tu hija, es igualita a ti. Todo lo que tienen que hacer es probarlo con una prueba de paternidad. ¿No?
—No es tan sencillo como suena —admitió—. Es un proceso legal que es lento e implica muchas instancias. Tendrán que investigar. Pedirán la prueba de paternidad. Pero, mientras tanto, Minni estará en un hogar de acogida. Hasta que determinen que soy su padre y que además, estoy en condiciones para encargarme de una niña.
La realidad impactó en Clara como un baldazo de agua fría. No imaginó que sería tan duro.
—¿La van a alejar de ti? Pero si ella está feliz aquí. ¿Por qué harían algo como eso? No tiene sentido.
—En realidad, si lo tiene —reconoció—. La ley está comprometida a proteger a los niños. Tienen que asegurarse que está en un espacio seguro, con personas aptas para cuidarla —intentó explicar sin utilizar terminología—. Es lógico. ¿Entiendes?
—Sí. Lo entiendo —contestó con un nudo en la garganta. Las ganas de llorar la habían invadido, pero las contuvo porque el verdadero afectado era Luca. Él sufriría la partida y el proceso, ella quería ser su sostén hasta que todo volviera a la normalidad—. Será lógico, pero es horrible.
Luca tragó saliva, consternado.
—Es demasiado. No sé si podré manejarlo.
—Sí que podrás —ella lo miró con severidad—. Tú lo dijiste, es un proceso. Paso a paso. Por ahora, Jazmín está aquí. Tienes que disfrutar el tiempo con ella, ¿si?
Él asintió. Luego, atrajo a su novia y la besó en compensación de aquellas horas que estuvieron lejos. El panorama se había visto complicado últimamente, los instantes a solas de pronto eran más difíciles de hallar y aquello, no hizo más que aumentar el deseo de sentirse cerca uno del otro. Contacto físico. Tocarse. Ella se entusiasmó. Se acomodó sobre él y sonrió sobre sus labios cuando percibió las manos de Luca colándose por debajo de su camiseta. No había forma de explicar lo mucho que ansiaba sus caricias.
—¡Clara! —se escuchó un grito de Jazmín que provenía desde la sala—. Clara, ¿dónde estás?
La susodicha tomó distancia, riendo por lo bajo. Luca trató de incorporarse.
—¿Qué pasó ahora?
—Le prometí algo. Y tengo que cumplir —explicó mientras dejaba la cama en dirección a la salida—. Lo siento, Lu. Tendrás que esperar —bromeó.
Él la siguió con la mirada, divertido, hasta que desapareció a través del pasillo. En el pasado, la vida resultó increíblemente injusta con él. La persona que amaba se fue de su lado; le impidió saber que tenía una hija y acabó perdiéndose los primeros años de su vida. Nunca podría recuperar eso, sin embargo y a su manera, la vida lo estaba compensando. Su mundo empezó a reconstruirse y su interior, después de una larga oscuridad, empezó a teñirse de dorado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top