30.
Hola. Por favor, si están disfrutando de la historia, no olviden dejar una estrellita y un comentario, por más cortito que sea. Me gustaría que esta historia siga creciendo en la plataforma, pero necesito de la colaboración de ustedes para que suceda. Se los pido de corazón. ¡Muchas gracias! ♥
Nunca le importó demasiado el lugar.
Clara había leído suficientes historias de amor como para saber que el espacio era irrelevante. Las mejores citas dependían de la compañía y de qué tanto deseaban estar ahí, compartiendo tiempo el uno con el otro. El sitio más ordinario podía convertirse en el más increíble. Al final, se trataba de los pequeños detalles. Sin embargo, esa noche contempló maravillada los candelabros resplandecientes que colgaban de aquel restaurante elegante donde Luca la había llevado. En medio de la mesa que él reservó, justo al lado del balcón porque desde allí podían ver el cielo estrellado, había un juego de velas encendidas. Y en volúmen agradable, sonaba un listado de clásicos románticos que le dieron vibras de encontrarse en una película del género. No solo estaba maravillada porque pudo usar ese vestido champagne de escote sútil y tirantes finos que llevaba guardando para una ocasión especial, si no también porque podía ver a Luca vestido con camisa y saco negro, sin dudas era el hombre más atractivo del recinto.
Y ella era la afortunada que podía tomar su mano, extenderse para besarlo y tocarlo de cualquier manera.
—¿Y cómo encontraste este lugar? —preguntó, a mitad de la cena. Luca se dedicaba a rellenar nuevamente las copas de vino.
—El dueño es un conocido. Un viejo cliente mío —comentó—. Estuve aquí cuando inauguró hace un par de años. Siempre me pareció el sitio ideal para una cita.
—Entonces... ¿Traes aquí a tus citas?
Luca rió ligeramente y negó.
—Eres la primera —aseguró—. Hago cosas como estas si realmente siento que es algo especial. De otra forma, no puedo hacerlo. No me nace.
—Uf, es un alivio —bromeó—. Eso quiere decir que no soy una más del montón.
—Por dios, Clara. No. No eres una más —pronunció con seguridad—. De hecho, te traje aquí para algo más que solo comer.
Clara levantó las cejas, sonrojada.
—Espera. ¿Vas a pedirme casamiento? —volvió a bromear. Sabía que no era así.
—Bueno, aún no. Pienso que sería mejor disfrutar cada etapa.
—¿Entonces?
—El otro día, dijiste que querías presentarme oficialmente a tus padres.
—Sí. Quiero hacerlo.
—Y a mí me parece bien —coincidió—. Pero, ¿sabes? Soy un poco antiguo en estas cuestiones. No te burles de mí —se atajó en cuánto vio una sonrisa burlona asomarse en el rostro de la chica—. No puedo cambiar mi forma de ser —agregó divertido.
—Y no quiero que lo hagas. Por nada del mundo —remarcó—. ¿Hacia dónde vas con todo esto, señor misterioso? —se mofó graciosa.
—Si lo haremos oficial, lo haremos bien. Tienes que saber que quiero estar a tu lado, Clara. Quiero ver como cumples tus sueños, despertar a tu lado todas las mañanas y abrazarte cuando estás triste. Tal vez suena apresurado, pero me cuesta imaginar una vida sin ti. ¿Sabes? Es lo que siento —trató de expresar sus emociones—. ¿Quieres ser mi novia? O mejor dicho, ¿me das el privilegio de ser tu novio?
Clara tuvo que quitarse rápidamente las lágrimas para no estropear el bonito maquillaje que se había hecho. Lágrimas de emoción. Los sentimientos más bonitos que había experimentado en mucho tiempo. Se rió por la manera en que Luca reformuló la pregunta de un modo ingenioso y acabó estupefacta por el delicado collar que él traía en una cajita. Era una fina cadena color plata con un dije de cristal en forma de corazón.
Asintió una y otra vez, incapaz de pronunciar palabra. Entonces, se puso de pie. De espaldas, Luca apartó el cabello y le colocó suavemente el collar.
—Quiero todo contigo, Luca —respondió al voltearse.
Luego, lo besó. Por un instante, olvidó que estaban en público pero acabó siendo tierno, pues sonrió divertida frente a sus labios.
También quería despertar a su lado cada mañana, abrazarlo cuando estaba triste y verlo cumplir sus sueños porque, aunque prácticamente no hablara de ellos, estaba segura de que los tenía.
『♡』•『♡』•『♡』
Antes de llegar a la salida, Clara se detuvo en un rincón que estaba conformado por cuadros preciosos de reconocidos artistas. Costaban una fortuna. Luca se quedó tras ella, que no podía dejar de observar los detalles maravillada. Hasta que sintió un suave tirón en la parte baja del vestido y, al descender la mirada, se encontró con una niña que sostenía una cajita repleta de paquetes de pañuelos descartables.
—Hola, señorita. ¿Quiere comprar uno? Por favor —pidió con una sonrisa tímida.
—Eh, claro —respondió algo desconcertada. Dirigió una rápida mirada a Luca—. ¿Cuál es el precio?
—Puedo hacerle un precio especial si compra tres o más —explicó en un tono que causaba excesiva ternura.
—Está bien —antes de revisar su cartera, recordó que no tenía efectivo. Solo traía la tarjeta de débito—. Luca, ¿traes efectivo?
Él asintió. Por un instante, Clara creyó que por alguna razón desconocida él no podía reaccionar.
—Cuántos... ¿Cuántos te quedan?
—Uhm... —La niña empezó a contar los paquetes uno por uno. Lentamente—. Creo que ocho, señor.
Con parsimonia, Luca se inclinó hasta quedar a su altura.
—¿Y si los vendes a todos podrás ir a casa?
La pequeña asintió.
—Muy bien. Los llevo todos.
—¿De verdad?
—Sí. De verdad —aseguró.
La niña sonrió con entusiasmo. Luego, tiernamente, intentó calcular el total. Pero Luca hizo caso omiso y le entregó un billete grande. Ella lo miró sorprendida.
—¿Cuánto tengo que devolverle?
—Nada. Quédate con el resto.
—Gracias —murmuró con dulzura. Guardó el billete en un bolsillo del pantalón—. Ya me tengo que ir. Adiós.
—Adiós —se despidió. Habló con la garganta a punto de cerrarse.
Sufrió una extraña punzada en el pecho. Una sensación inquietante lo atravesó por completo. Se incorporó, Clara entrelazó su mano a la suya y volteó ligeramente, solo para ver como la niña pasó la puerta de salida hasta que se perdió de vista. Trató de recomponerse cuando se encontró con la atenta mirada de su novia. Ella estaba algo confusa. No consiguió entender porque de pronto la mirada de Luca se apagó; reconoció nuevamente esa tristeza que sus ojos siempre habían expresado, pero en ese instante lo hicieron con una intensidad superior. ¿Tenía algo que ver con ese tema complicado que él siempre evitaba? ¿O quizá era una persona demasiado sensible aunque por fuera pareciera de piedra? Sin embargo, no pudo preguntarle. No allí, en un sitio público rodeados de desconocidos. Así que sujetó su mano con cariño y tiró suavemente de él.
—¿Nos vamos?
—Sí. Vamos —coincidió. Mientras caminaban por el exterior, Luca la rodeó cariñosamente por los hombros—. ¿Quieres ir a algún otro sitio en especial?
Ella asintió. No había casi nadie en la calle, así que sonrió con picardía.
—Bueno, sí. Quiero ir a tu habitación. Ese es mi sitio especial —confesó. La cita había sido maravillosa, pero no podía esperar a que él se deshiciera de todas sus prendas. Una por una.
En ese instante, Luca sonrió y sus ojos lanzaron chispas.
—Coincidimos, entonces.
—¿También estás pensando en lo mismo?
—Clara, lo primero que pensé cuando apareciste con ese vestido es que te veías realmente preciosa. Y lo segundo es que no podría esperar a llegar de nuevo a casa para quitártelo.
—Lo harás. En un par de minutos, si te das prisa —bromeó.
—Creéme que sí. Lo haré.
『♡』•『♡』•『♡』
No falló en su promesa.
Algo sumamente esperanzador lo invadió de repente. Era la magia que habitaba en las segundas oportunidades. En volver a creer. Más allá de su pasado, lo que tenía con Clara se sentía como algo nuevo. Cada cosa que hacían, como si fuera la primera vez. Ansioso, la sujetó en sus brazos cuando la escuchó quejarse de los tacones en el hall del edificio. La cargó durante todo el camino hasta el departamento. Al mismo tiempo, lidió con la difícil tarea de no perder la dirección porque ella no pudo dejar de besarlo a través del desesperante trayecto. Y una vez en la casa, no logró llegar a la habitación.
Todo estalló al instante en que cerró la puerta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top