24.
Hola. Por favor, si están disfrutando de la historia, no olviden dejar una estrellita y un comentario, por más cortito que sea. Me gustaría que esta historia siga creciendo en la plataforma, pero necesito de la colaboración de ustedes para que suceda. Se los pido de corazón. ¡Muchas gracias! ♥
¿Cuántas historias de amor llevaba leídas en toda su vida? Clara había perdido la cuenta. Supo sumergirse en romances históricos, fantásticos y oscuros. Sus favoritos, sin dudas, eran los contemporáneos. Los que ocurrían de casualidad, en sitios ordinarios, el día menos pensado. Leer sobre protagonistas que tenían una vida común y corriente, alimentó su ilusión de que «ella también podría vivir una historia de esas». Sin embargo, nunca imaginó que esa clase de amor llegaría tan pronto. El tipo de amor que sacudió cada porción de su mundo. El hombre que desató una intensa tormenta de sentimientos. El deseo de permanecer en aquel instante juntos para siempre.
Su llegada lo cambió todo.
Inyectó su pasado de recuerdos emocionantes. Convirtió su presente en un momento habitable y acogedor. Tornó un futuro emocionante.
Incluso le robó el sueño. Esa noche, de hecho, apenas consiguió dormir. Amaneció con las imágenes de cada instante que aconteció la noche anterior. Recordó los besos, la promesa y el baile. La manera en que se perdieron el uno en el otro cuando finalmente estuvieron en la habitación a solas. Dormir no parecía un buen plan porque quería vivir cada segundo a su lado. Se había sentido dormida por tanto tiempo que, de repente, comenzó a entender lo que se sentía estar realmente viva.
—Estaba pensando. ¿Sabes? —Clara se volteó sobre la cama, acomodándose sobre el pecho de Luca que había despertado recientemente. Él le acarició el cabello, aún somnoliento.
—¿No dormías?
—No mucho —confesó. A él le sorprendió que, luego de la intensa madrugada enredados entre las sábanas, ella no estuviera agotada. Nunca lo estaba del todo, no realmente. Siempre abría los ojos y buscaba más, como si tuviera una energía insaciable—. Es que me quedó dando vueltas en la cabeza lo que hablamos anoche, en la fuente. Llegué a la conclusión de que, últimamente, las cosas han mejorado. Voy al taller de literatura, estoy haciendo nuevas amigas, empezaré a estudiar el próximo año y te conocí a ti —enumeró orgullosa—. En comparación, mi vida era un desastre algunos meses atrás.
—A ver, ¿qué tan desastrosa? —Luca la contempló con ternura.
Ella se encogió de hombros.
—Estaba atascada. En mi cabeza solo podía pensar en que nunca conseguiría algo mejor. No había una sola noche en que no me hundiera en la cama a llorar —confesó—. Pero despertaba al día siguiente e intentaba sonreír. No sé. Creo que la vida es una composición de momentos... ¿Sabes? Momentos felices, tristes, agridulces... Y en aquel entonces había pocos momentos felices. Así que me dije a mí misma: «tienes que buscarlos, aunque sean instantes».
—¿Funcionó?
Clara asintió.
—Funcionó. Las cosas han mejorado desde entonces.
—Tienes que saber que mi vida mejoró desde que te conocí. Lo digo en serio. Encendiste partes de mí que creí que estarían apagadas para siempre —confesó. Ella sonrió—. Quiero que seas completamente feliz, Clara. Haría lo que sea para que nunca pierdas esa sonrisa.
—Yo también quiero que seas feliz, Luca. ¿Lo eres?
—Últimamente he tenido más instantes felices de los que creía posible.
Nunca olvidaba la angustia que clamaba en su pecho. Sin embargo, Clara le tendió la mano justo a tiempo; antes de ahogarse en el dolor, antes de morir en la incertidumbre. Su alma seguía rota, pero estaba viva.
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Al ingresar a su casa, Clara percibió la esperanza instalada en medio de su pecho. Eso no ocurría a menudo, mucho menos cuando llegaba a ese lugar. Luca la había dejado allí segundos antes, tenía que prepararse para ir a cubrir el turno de noche en la Biblioteca Café. Pasar tiempo a su lado le había cambiado el ánimo, los planes, incluso la perspectiva de vida. Luca empezó a convertirse en esa persona segura, a quién podía recurrir si estaba triste o a quién correría a contarle en primer lugar las buenas noticias. Él estaba centrado. No daba vueltas, sabía lo que quería y a pesar de la diferencia de edad, se encontraban en la misma sintonía. Ambos buscaban estabilidad. De forma inevitable, imaginó planes para los dos. En un futuro, podrían convivir. Se encontrarían cada noche al final del día, para hablar y contárselo todo. Irían de vacaciones al mar, a las montañas o a cualquier sitio donde pudieran desconectarse del mundo real. Había tantas cosas que podían hacer. Solo era cuestión de tiempo. Paso a paso.
Dejó el abrigo sobre el perchero en la entrada. En casa no había nadie o eso pensó, hasta que se topó con su hermano mayor en la sala. Esteban, frente a ella, se cruzó de brazos y le dirigió una mirada intimidante.
—¿A dónde estabas? Estuviste fuera como dos días —reclamó.
—Hola, ¿no? Ya hablamos acerca de esto. No tengo que darte explicaciones sobre mi vida.
—Estás saliendo con ese tipo. Eso es, ¿verdad?
—Sí, estoy saliendo con él. Estoy enamorada. ¿Era eso lo que querías escuchar? Ahí lo tienes. Ahora déjame en paz —pasó a su lado, dispuesta a subir a su habitación.
Esteban demoró apenas unos segundos en reaccionar pero lo hizo.
—Ey, ven aquí —exclamó. Estaba furioso después de lo que había escuchado—. ¿No te da vergüenza? ¿Te paga para que estés con él? Ven aquí —insistió, yendo tras ella a través de las escaleras. Clara aceleró el paso—. Miráme a la cara cuándo te hablo.
—Déjame tranquila —pidió. Caminó con prisa a su habitación—. Ya basta.
—Los rumores llegaron a la congregación, ¿te diste cuenta? Estás perjudicando a la familia —continuó el reproche. Aunque tenía los ojos llenos de lágrimas, Clara intentó escabullirse en el cuarto y cerrar la puerta. No lo consiguió. Se convirtió en un forcejeo incesante donde uno quería cerrar la puerta y el otro, impedirlo—. ¿Por qué haces esto? Vamos. Mírame a la cara si eres tan valiente, mierda. Sal de ahí.
Los gritos y el forcejeo cesaron cuando, de manera abrupta, Esteban venció la fuerza de Clara y acabó por estampar la puerta contra su nariz. Clara emitió un quejido, percibió como un ligero mareo la invadió y se dobló sobre su cadera. Luego, la sangre brotó de sus fosas nasales junto a un dolor constante que la hizo llorar. Esteban se quedó paralizado tras darse cuenta de lo que había hecho y ella se encerró, aturdida.
Trató de contener la sangre con pañuelos de papel, pero el dolor siguió latiendo. Necesitaba dejar de llorar y marcharse de la casa; por un instante, se convenció de que lo haría todo en silencio. Se curaría a sí misma, tomaría un baño y luego se iría a trabajar pero se abrumó de solo pensarlo. No tenía por qué soportar aquella situación a solas. Ya había sufrido demasiado en silencio. Eso no volvería a pasar.
Deslizó la espalda contra la puerta y se sentó en el piso. Intentó calmarse, controlar su respiración. Inhaló y exhaló varias veces, pero no fue suficiente. Estaba asustada y no quería permanecer un minuto más entre esas cuatro paredes. Así que buscó su teléfono, sus dedos aún temblorosos encontraron el número indicado y llamó.
—Ey, Lucas. Hola.
—Hola, preciosa. ¿Cómo va todo?
—Yo, eh... Estoy en casa y... tuve un accidente. ¿Puedes venir por mí? —dijo otra vez al borde de las lágrimas. Escuchar su voz solo la hizo desear con desesperación estar junto a él.
—¿Estás bien? ¿Qué pasó?
—Sí, estoy bien. No te asustes, pero te explico luego. Ven, por favor.
—De acuerdo, tranquila. Voy ahora mismo.
De inmediato, Luca abandonó sus tareas del trabajo. Un montón de expedientes quedaron esparcidos sobre el escritorio, ni siquiera le importó ordenarlos. Lamentablemente, supo que algo andaba mal.
Clara lo necesitaba y eso era lo único que importaba.
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NOTA DE AUTORA: Holaa. Espero que estén muy bien. Finalmente con este capítulo le damos la bienvenida al drama. Si dejan muchas estrellitas y comentarios, subo el próximo capítulo mañana mismo. <3
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