02. EXTRA
Si la historia te gustó, no olvides dejar una estrellita y un comentario. Me gustaría seguir creciendo en la plataforma y necesito tu colaboración para que suceda. ¡Muchas gracias! ♥
(PARTE 2/2)
Clara vestía una camisa blanca de Luca que le cubría hasta las rodillas. Había echado de menos con locura esos detalles tan pequeños como usar su prendas de vestir que olían a fragancia amaderada y masculina. El jardín trasero de Luca era precioso: había una piscina, variedad de vegetación y canteros repletos de flores de diversas formas y colores. Un paraíso en la tierra. Allí fuera, se sentó en el sofá de exterior de dos cuerpos. Minutos después, Luca apareció con un simple pantalón de chándal y dos tazas de café recién hecho. Le entregó una. El aroma a café siempre les recordaría a ellos debido a que así nació su relación, entre libros añejos y tazas de café caliente.
—¿Qué? —pronunció a la defensiva porque él se le quedó viendo mientras le acomodaba un mechón de pelo tras la oreja—. ¿Qué tengo?
—Nada. Eres hermosa —murmuró—. Aún más hermosa de cómo te recordaba.
Ella sonrió con tenues rayos de luz golpeando su cara.
—Extrañé mucho oír tus mentiras —bromeó—. Siempre sabes qué decir para hacer que sonría.
—Sí. Siempre busco qué decir para hacer que sonrías, pero no miento. Digo verdades —aseguro con ternura. Ambos bebieron de sus tazas de café. Unos minutos de silencio apreciando el piar de las aves que revoloteaban en las alturas—. Clara, anoche dijiste que querías ser madre.
Clara se sonrojó.
¿Quizá se había apresurado?
Quizá.
Quizá fue un momento de euforia o de esperanza, pero no se arrepentía. El deseo seguía existiendo, imponente.
—Sí. Lo dije —admitió. Trago saliva, ligeramente nerviosa—. Después de cumplir veintisiete empecé a pensarlo. Creo que siempre quise ser madre joven —se encogió de hombros—. La cuestión es que, desde el primer momento que ese pensamiento apareció, los imaginé contigo. No quiero presionarte, solo es la verdad —suspiró liberando la tensión. Hablar con Luca seguía siendo tan fácil. No tenía miedo de él. Nada—. Supongo que con los años la esperanza de volver contigo se disipó y... Lo intenté con otro. Un par de veces. Tenía treinta. Estaba saliendo con alguien convencional que también quería una familia, asentarse, todo eso.
—¿Qué pasó?
—No hubo forma. A la tercera o cuarta vez que fallamos, él empezó a ponerse molesto. Agresivo. Decía que era mi culpa, que estaba rota —sonrió con tristeza—. Lo dejé, por supuesto. No sabes cuánto me alivia no haber tenido un hijo con él. De hecho, mi doctora siempre aseguró que estoy perfectamente sana. Creo que él tenía un problema.
—Seguramente —coincidió Luca. Sus puños estaban apretados por el solo hecho de oír que un hombre se atrevió a despreciarla de ese modo. Experimentó una punzada de repulsión por ese tipo—. También me imaginé teniendo hijos contigo, Clara. Si no te lo dije en su momento fue porque eras jovén, tenías que hacer otras cosas antes de limitarte a cargar con una familia.
—Lo sé. Y lo entendí tiempo después, Lu. Mientras estudiaba, tenía compañeras que debían encargarse de sus hijos. Siempre se veían agotadas, hacían malabares para cumplir con todo. Era realmente admirable, la verdad. Una de ellas me dijo que era afortunada por tener la posibilidad de vivir cada etapa a su tiempo. Ahí realmente lo entendí.
Ambos mantenían los ojos repletos de lágrimas. Un brillo genuino. Emoción y alivio al mismo tiempo.
—Sabía que lo harías.
—¿Crees que a Jazmín le gustaría tener un hermanito?
—Sí. Claro que sí. Saltaría de alegría. Dice que los bebés son adorables.
Clara puso una sonrisa amplia porque, de pronto, todo encajó.
—Lo son —coincidió. Lágrimas rodaron a través de sus mejillas y se las quitó con la mano libre rápidamente. Ahí estaba. Poniéndose emocional y llorando como una chiquilla. Su interior continuaba tan sensible como siempre.
Luca dejó la taza de café casi vacía sobre una pequeña mesita al lado del sofá. Volteó hacia Clara y la rodeó con un brazo, atrayéndola hacia su costado. Clara apoyó la cabeza en su pecho y volvió a llorar, mientras él dejaba un beso en la coronilla.
—¿Sabés lo qué haremos a partir de hoy?
—¿Qué?
—Lo intentaremos una y otra vez, si estás de acuerdo —murmuró convencido—. Te daré todos los hijos que quieras, preciosa. Serás la madre más hermosa y maravillosa del mundo, ¿está bien?
—¿Lo prometes? —tiró la cabeza hacia atrás para mirarlo.
—Lo prometo.
Dos meses después.
Luca dejó a su hija en la puerta de ingreso del colegio. Jazmín lo saludó a la distancia con una mano y la misma sonrisa angelical que la caracterizaba. Era una jovencita sumamente optimista que transmitía alegría a cada persona que la rodeaba. Llevaba un sweater lavanda con florecitas bordadas que Clara le había regalado un par de días atrás por las fechas navideñas. Las dos se habían vuelto unidas, siendo capaces de entablar sus propias conversaciones y comprenderse a través de una mirada. Además, compartían gustos en común como el amor por los libros y ciertos artistas musicales que Luca nunca acababa de entender. Sin embargo, sentía una profunda tranquilidad al saber que, en cualquier caso, Jazmín podía acudir tanto a él como a Clara. Un punto de vista femenino era más que necesario, especialmente si se trataba de una adolescente.
Antes de conducir, Luca chequeó su agenda telefónica y confirmó que tenía cita con unos clientes en media hora. Se trataba de un juicio laboral a una importante empresa industrial. Tenían todas las de ganar. Si lo hacían, Luca se llevaría una gran compensación. Dinero que venía a la perfección para sus futuros planes: ahorros para la universidad de su hija, posible casamiento con Clara y, quién sabe, quizá también llegaba un nuevo integrante.
Dejó el teléfono a un costado pero lo recogió nuevamente al oírlo sonar. Frunció el ceño tras leer «número desconocido» y atendió.
—¿Luca Rivera?
—Sí. Soy yo.
—Llamamos desde el hospital. Su novia, Clara, sufrió una descompensación en la calle. Está consciente, pero le están realizando algunos chequeos.
—¿Ella está bien? —preguntó con el corazón en la garganta.
—Sí. Solo están tratando de averiguar qué fue lo que ocasionó el desmayo.
—Voy ahora mismo —masculló inquieto. Ni siquiera tuvo tiempo de pensar. Soltó el teléfono, se aferró al manubrio y emprendió a conducir.
En el hospital, caminó a paso rápido hacia la recepción. Preguntó por su novia y, una amable enfermera, lo acompañó hacia la sala dónde la estaban examinando. Desde que Clara ingresó al hospital, había pedido fervientemente por él. Todo su cuerpo se llenó de alivio en cuanto lo divisó en el umbral de la puerta.
—Luca —pronunció desesperada. Estaba tendida en una camilla. La médica, a un lado, parecía estar configurando una máquina—. Viniste.
—Sí, preciosa. Claro que sí. Ya estoy aquí —Luca se acercó, se colocó del lado libre y sujetó su mano. Seguido, le dio un vistazo general. Solo encontró un pequeño raspón en una mejilla—. ¿Cómo te hiciste eso?
—Una caída estúpida —refunfuñó—. Iba de camino a la librería, sentí náuseas y luego, mareo. Ni siquiera alcancé a sentarme, perdí la estabilidad.
Clara llevaba un par de días experimentando náuseas, en particular, por las mañanas. Eso la llevó a no alimentarse correctamente, pues no sentía hambre y tenía la sensación de que cualquier alimento le caería mal. Algo extraño para ella, que nunca había tenido problemas con las comidas. También había comenzado a sentirse más fatigada de lo normal; tenía ganas de echarse a dormir en horarios atípicos. Luca no era consciente de ese panorama, aún no vivían juntos y los dos se encontraban en sus respectivos trabajos a diario. Además, Clara se encargaba de camuflar esos pequeños cambios.
Tenía miedo.
Y había una razón: La posibilidad de estar embarazada.
Después de fracasar en años anteriores, temía fallar de nuevo y en consecuencia, alterar su estado de ánimo. Todo estaba de maravilla con Luca; aún no quería encontrar motivos que hicieran tambalear la relación. Así que decidió que aún no quería saberlo. Esperaría un poco más para hacerse la prueba de embarazo. Ese era su plan que, evidentemente, se vio truncado tras esa impensada descompensación.
—Tranquila, ¿sí? Pronto sabrán lo que tienes y todo irá bien, ¿escuchaste? —murmuró Luca. Luego, la besó en la frente.
Clara puso una débil sonrisa mientras la doctora le indicaba que haría una ecografía. La profesional, tras realizarle un largo cuestionario, llegó a la misma conclusión que la chica. Los análisis de laboratorio estarían pronto, pero una ecografía lo demostraría más rápido. Le indicó descubrirse el estómago, donde colocó el gel frío y después, procedió a colocar el ecógrafo.
—Bueno, evidentemente, todo está perfecto por aquí —comentó mientras deslizaba el instrumento—. Estás atravesando la sexta semana de embarazo, Clara.
—Entonces... ¿si estoy embarazada? —preguntó incapaz de coordinar las ideas a causa de la reciente noticia.
—Sí, Clara. Estás de seis semanas —repitió—. Y por lo que veo, todo está perfectamente en orden. Felicidades, papás.
La chica, recostada, sonrió mientras que lágrimas de emoción desbordaban de sus ojos.
—¿Escuchaste, Lu? Tendremos un bebé. Nuestro bebé.
Él apretó su mano todavía más. Se inclinó hacia ella, limpió las lágrimas y volvió a besar su frente.
—¿Lo ves, preciosa? Lo conseguimos —sonrió cerca. Estaba, en gran medida, sin palabras. Volvió a sonreír, un poco burlándose de sí mismo—. Lo siento. Es que hace unos minutos cuando supe que estabas aquí tuve un susto de muerte... Y ahora, de pronto, acabo de recibir la mejor noticia que me han dado en toda mi vida.
Ella también rió, entre lágrimas.
—No puedo esperar a decírselo a Jazmín.
—Se pondrá loca de alegría —aseguró Luca que la contempló con los ojos repletos de luz—. Te amo, Clara. Soy tan afortunado de tenerte... De tenerlos.
—Y yo te amo a ti —pronunció firme—. Siempre ha sido todo tan fácil contigo, Luca. Incluso los sueños más imposibles se vuelven realidad a tu lado.
Ambos corazones rebosaban de alegría. Después de tantos deseos incumplidos, ilusiones truncadas y sueños desviados, sus realidades coincidían. Tuvieron la fortuna de reencontrarse, el privilegio de una nueva oportunidad. Todo había vuelto a encajar y, en un mundo repleto de frustraciones, que dos amores pudieran coincidir en tiempo y espacio, era una verdadera hazaña.
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NOTA DE AUTORA: Holaa. Finalmente les traigo la última parte del capítulo extra.
¿Qué les pareció?
¿Les gustó saber un poco más de la vida de Clara y Luca después del reencuentro?
Por fa, no tengan miedo de dejar comentarios, lo que quieran, la verdad que me dan mucho ánimo para seguir escribiendo.
Gracias también por los votos y lecturas, de a poquito "Tú y yo, para siempre", sigue creciendo.
Les dejo un abrazo. Las quiero 🥰🥰
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