01. EXTRA
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(PARTE 1)
En retrospectiva, el destino había hecho un buen trabajo. Eso sí, se tomó su debido tiempo. Ocho años que, por momentos, se sintieron como una eternidad. Clara tenía el amargo recuerdo de verse hundida en el sofá de su nuevo y solitario departamento, añorando las noches de pasión y risas, cuando se dijo a sí misma: «Esto es lo que tienes, ir hacia atrás no arreglará nada. Tienes que seguir. Avanzar. Ir hacia adelante». Estaba segura de que no amaría a nadie más como amó a Luca pero eso no debía ser un obstáculo para vivir el presente. Después de todo, finalmente había cortado los lazos con su familia —en particular con sus padres y su hermano mayor, Esteban— y solo mantenía comunicación telefónica con el resto de sus hermanos en ocasiones especiales. Estaba a punto de comenzar la universidad. Era independiente y tenía la convicción de que podía conseguir lo que quisiera.
Aquello había sido lo más valioso que le dejó su relación con Luca: la confianza en sí misma. Él la escuchó con paciencia, la miró con ojos amables, le recordó constantemente lo valiosa que era y el mundo increíble que podía construir para sí misma. Haberse sentido amada cuando estaba en su punto más bajo, fue de las mejores sensaciones que experimentó. Una energía que la cambió por completo. Sabía que echaría de menos el resto de su vida aquella seguridad que el amor de Luca le proporcionó. Sin embargo, no era como si estuviera rota o perdida. El amor nunca se terminó, eso lo tenía claro. Fueron circunstancias externas las que acabaron con su relación, él se había marchado amándola. Lo haría para siempre.
Y era cierto. El amor, seguía intacto incluso después de dos mil novecientos veinte días sin verse.
Ella acomodó la cabeza sobre su brazo tendido y desnudo, le dejó un beso en el hombro y abrió los ojos solo para corroborar que estaba ocurriendo. Luca la había tomado en su cama, por primera vez, después de ocho años. Comprobó que los cuerpos eran memoriosos, que rápidamente se acoplaron al ritmo del otro y encajaron como si lo hubieran hecho cada día de los últimos ocho años. Había confianza. Complicidad. Emoción.
Un amor recíproco que no tenía límite.
Luca volteó hacia ella, le acarició el lateral de la cara y paseó los dedos a través del cabello sedoso. Necesitó tocarla otra vez para comprar que, efectivamente, no era otro de sus dulces pero tortuosos sueños. Por mucho tiempo, se sintió terriblemente triste por la decisión que debió tomar. Había imaginado todos los posibles futuros junto a ella. Nunca se anticipó que existía uno donde Clara no estaba a su lado. Pero sucedió. Sufrió en silencio. Su alma se partió en dos: el dolor de la separación, la felicidad de haber hallado a su hija. Poco a poco, construir una rutina junto a Jazmín o Minni —como la llamaba de pequeña— comenzó a esclarecer sus partes oscuras. Las heridas dolían menos cada vez que la veía sonreír, cuando ella tomaba su mano, buscaba un abrazo o se pasaba horas inventando juegos o hablándole de su día.
Jazmín era dulce, curiosa y repleta de energía. Todavía se sentía extraño pensar que pasarían cuatro días separados. Nunca habían pasado tanto tiempo lejos desde aquella vez en que la jueza decidió restituir la tenencia de Jazmín a Luca, su padre biológico que había movido cielo y tierra para encontrarla.
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Un día atrás
—¿Llevas todo? ¿Comida para el viaje? ¿Bloqueador solar?
—Sí, papá.
—¿Abrigo?
—A dónde vamos no está frío.
—No importa. Lleva uno por si acaso— murmuró Luca que, de inmediato recogió una chaqueta que estaba colgada en el perchero y la guardó en la maleta—. Cuídate mucho, ¿está bien? Llámame por cualquier cosa. A la hora que sea.
—Eh, ¿no confías en mí? —interrumpió Federico—. La cuidaré como si fuera mi hija.
Jazmín sonrió alegre. Federico era como un tío o padrino, se divertía demasiado con él porque era un adulto que fácilmente podía actuar como alguien de su edad sin perjuicio.
—¿Te lo tengo que recordar? —pronunció con un ligero tono de broma.
Cuatro años atrás —Jazmín tenía diez— Federico la perdió de vista en el centro comercial cuando se distrajo probando consolas de vídeo juego en la sección de tecnología. La buscó por cada rincón; sector de muñecos de felpa, juguetes, prendas de vestir e incluso sectores que no llamarían la atención de un niño, como el de oficinas. Nada. A punto de alertar a la policía, la encontró en la sección de libros, concentrada en el relato de una autora infantil que se encontraba dando una pequeña presentación.
Luca no olvidaba. Aunque el evento desafortunado terminó en anécdota, no podía evitar echárselo en cara de vez en cuando.
—Creí que habíamos superado ese momento insignificante.
—¿Insignificante? Casi pierdes a mi hija.
—No fue así. Ella solo se movió un par de metros a la librería.
Jazmín contuvo una carcajada.
—La perdiste de vista —repitió Luca.
—Bueno, bueno. Esta vez no va a pasar nada porque está en mis manos, ¿de acuerdo, hermano? Tranquilo —Cora surgió desde la cocina con un contenedor repleto de bocadillos—. Tú disfruta estos días con Clara. Lo merecen —agregó con los ojos brillantes.
Saber que Clara estaba de vuelta significaba, para todos, que finalmente la familia estaba completa. Había felicidad por todas partes. El anhelo genuino de que esta vez las cosas funcionaran para ambos.
Ella era una persona de vital importancia.
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—¿Hablaste con Minni? —preguntó Clara, todavía envuelta en los brazos de Luca.
—Sí. Me envió un par de mensajes. Estaban yendo a la playa —comentó. Luego, desbloqueó su móvil y mostró la pantalla—. Mira. También envió esta foto.
Clara sonrió. Federico, Cora y Minni bebiendo licuados de fruta bajo una sombrilla en la arena. Los tres lucían contentos.
—Son tan lindos —mencionó con ternura—. No sabés lo feliz que me sentí cuando me contaste que estaban juntos.
—Lo sé. Es increíble.
—¿Cómo fue? —curioseó—. ¿Otra vez empezaron a verse a escondidas?
—No. Fue diferente esta vez. Primero supe que Federico se había separado definitivamente de Sarah, su ex. Dejó la casa en la que vivían. Luego, estaba diferente. No sé. Más maduro. De hecho, estuvo más de un año soltero.
—¿En serio?
—Sí —río suave—. Tiempo después, fue Cora la que me llamó para contarme que Federico le había pedido una oportunidad para recuperarla. Ella ni siquiera lo hizo esperar demasiado. Al poco tiempo ya estaban juntos.
—Salió todo redondo —volvió a sonreír. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que sonrió ese día—. Digo, se completó la familia.
—No. Faltabas tú —musitó Luca. Entonces, suspiró y volvió a mirarla—. Perdimos tanto tiempo juntos.
—Ya está, Lu. El pasado es cenizas —lo tranquilizó—. ¿Sabés qué es lo mejor de haber perdido tanto tiempo?
—¿Hay algo bueno?
—Sí, ahora tenemos que recuperarlo —dijo con marcado entusiasmo—. Tenemos que hacer todas esas cosas de novios. Ya sabes. Salir por ahí. Tener citas. Viajar. Pasar el rato. Besarnos —agregó. Seguido, se acercó a su oído y susurró un deseo íntimo.
—Es cierto —coincidió—. Podemos empezar por ahí —la sujetó de la cintura y, de un simple movimiento, la subió sobre él. Clara rió percibiendo como las manos de Luca le hacían cosquillas justo encima de sus costillas—. Te besaré por todas partes. Por todos los días que pasé sin besarte.
Luca se irguió; Clara cerró los ojos mientras se fundía en la sensación que producía la boca en su piel. Primero fue a su cuello. Descendió por sus hombros. Llegó a sus pechos. Quería sumergirse para siempre en esa sensación. Llevó sus manos hacia el cabello corto y oscuro de Luca, lo acarició en la nuca. Tiró levemente de él hacia atrás y abrió los ojos, deseaba verlo otra vez. Era asombroso. El hombre le resultaba aún más atractivo que ocho años atrás.
—¿Algo más que quieras hacer? —captó nuevamente su atención.
—Uhm, sí. Y es algo más serio —advirtió. No estaba segura de sí era el momento ideal, pero decidió no detenerse a pensar. ¿Para qué? Ya habían perdido demasiado tiempo—. Quiero ser mamá, Luca —confesó.
Llevaba experimentando ese deseo desde que cumplió los veintisiete. Una pequeña llama que se encendió un día y, con el paso del tiempo, no hizo más que acrecentarse. El problema era qué, solo podía imaginarse teniendo hijos con Luca. Lo que al principio, cuando estaban separados, pareció una completa locura.
Sin embargo, de pronto, ya no lo era. Se trataba, más bien, de una posible realidad. De proyectar un futuro juntos. De ampliar la familia. Ya no era un sueño ni una fantasía; tenía a la persona correcta a su lado, su persona favorita en el mundo, el amor de su vida. Eso le bastó para que la ilusión resonara con mucha más fuerza.
Quería hacerlo.
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NOTA DE AUTORA: Holaa. Aparezco con el capítulo extra que prometí. Esta fue la primera parte, los próximos días les traigo la segunda y última parte. Espero que les haya gustado, a mí me encantó volver a escribir sobre Luca y Clara, lo disfruté mucho. ♥
¡Las quiero! Un abrazo. 🥰🥰
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