Especial: Stone Age (2)

El camino hacia el territorio femenino, consistía en una espesa selva y un río de cauce peligroso; cuya intensidad ahogaba a los animales. Natsu, parado en la orilla y lleno de arañazos de bestias, se convenció a sí mismo de que no era momento para tener miedo: Había llegado demasiado lejos. Si daba la vuelta, no sólo quedaría humillado ante su tribu, sino que no podría quedarse con Lucy como quería. Ahora, más que en ningún otro momento de su vida, tocaba ser el guerrero más valiente del mundo.

— ¿Cómo hago para cruzar? —Se preguntó, sentándose en el suelo a pensar; haciendo cálculos de la fuerza del agua, su peso y... Demonios, si metía una sola pata en ese canal, terminaría muerto. << Debí traer a Happy, me ayudaría >> pensó, lamentándose. ¡No era justo! ¡La naturaleza conspiraba en su contra! ¡En contra de que Lucy fuera suya!

Al otro lado, una figura pequeña se movía entre los árboles, observando al muchacho de cabello rosado con una enorme curiosidad. << ¿Qué es eso? >> Pensó la figura, enrojeciendo; sintiendo algo que nunca antes experimentó, aquello que las mujeres más ancianas de la aldea, llamaban ''deseo'' y que aseguraban haber tenido en algún momento de sus vidas; antes de que sus pellejos comenzaran a colgar y sus pechos se cayeran.

— ¡Oye!
— ¡¿Ah?!

Natsu levantó la cabeza, viendo a quien estaba en la otra orilla, se trataba de otra fémina. Una pequeña y de pecho abultado, no tanto como el de Lucy, pero más que el de la mujer sacerdotisa. Era morena y tenía el cabello corto, ella le estaba haciendo señas.

— ¡¿Quieres cruzar?! —Gritó la chica.
— ¡Sí! —Contestó Natsu.
— ¡Camina hacia allá! —Indicó ella, señalando a la izquierda.— ¡Hacia esa dirección hay un árbol caído, que sirve como puente! ¡Puedes cruzar por ese lugar!
— ¡Entendido! ¡Gracias!

Moviéndose hacia aquel sitio, no tardó más de veinte metros en llegar y cruzar con toda seguridad; sintiéndose un poco tonto por no pensarlo antes, pero lo atribuyó a la adrenalina, por la correteada que le dieron los animales. Aun así, no esperaba que la fémina, lo estuviera esperando al otro lado. No parecía ser como las otras, las que destrozaban su aldea y flagelaban a sus amigos.

A menos que se tratara de una trampa.

Con ese pensamiento en la mente, se alejó unos pasos, tomando la distancia suficiente para una huida rápida. Ella no parecía notarlo, estaba muy ocupada, buscando algo en una canasta que colgaba de una cuerda en su costado izquierdo.

— ¿Quieres? —Preguntó la chica, ofreciéndole una fruta verde.
— Ah, claro —aceptó la comida, sin pensarlo dos veces; dando una gran mordida al dulce fruto—. ¿Cuál es tu nombre?
— Ume —contestó—. ¿Cuál es el tuyo?
— Natsu, soy un hombre, ¿lo sabes, verdad?
— Lo imaginé. No pareces una mujer y creo que tienes, aquello que asusta tanto a Erza: Un palo.

— ¿Erza? —Cuestionó, terminando la comida.
— Cabello rojo, violenta...
— Ah, la líder de las mujeres. ¿De verdad tiene tanto miedo?
— Incluso sueña con el día que fue derrotada.

¡Bien! ¡Eso le daba ventaja! Si lograba espantarla de nuevo, estaba más que seguro, que Erza terminaría derrotada y una vez que eso sucediera, las demás perderían su voluntad de pelea. Sólo quedaría... Ah... ¿Qué se suponía que haría con ellas al terminar todo? No le gustaba la idea de convertirlas en esclavas, pero no quedaría más opción que esa, ya que lo merecían por tanto ataque injustificado a la aldea de los hombres. Pero... ¿Lucy se molestaría con él? Eran sus amigas, sus compañeras... Y, esa fémina que lo ayudaba ahora mismo, probablemente no tendría otro lugar al que ir si acababan con la tribu transformadas en prisioneras.

— ¿Estás intentando invadir? —Preguntó Ume.
— Ah, pues...
— Eso no funcionará —dijo, mirándolo a los ojos—. Si lo intentas, morirás. Pero, según las leyes de nuestra aldea, si retas a un duelo a la líder actual y la derrotas, te vuelves el nuevo gobernante. Y deben seguirte. No importa quién seas, así está dictado y así debe hacerse. Incluso, si un mono apareciera y consiguiera dejar a Erza fuera de combate, debemos seguirlo; hasta que alguien lo venza a él. Es una ley estúpida, pero creo que puedes aprovecharla a tu favor, si te crees lo suficientemente fuerte...

***

— Alguien debería ir y...
— No, ni pensarlo.
— Suficiente. Voy yo.

Gray tomó un pedazo de carne, que sobró de la cena; una jugosa parte del jabalí que Laxus atrapó en la tarde. Se acercó a la choza de Natsu, sin saber bien qué decir o hacer, ya que Lucy no había salido de ahí en todo el día; y Happy tampoco. Supuso que ambos estaban preocupados por Natsu. Aun así, no podían quedarse sin comer, o terminarían desmayados.

— ¡Oye, Happy! ¡Ven! —Lo llamó, pero no obtuvo respuesta.— ¡Happy, toma esto, es comida!

Extrañado del silencio, entró en la tienda y la encontró vacía.

— No puede ser —musitó, dejando caer la carne—. Esos dos... ¡¿Siguieron a Natsu?! ¡Abuelo, algo ha sucedido!

***

— ¡Es por allá! ¡Ve a la izquierda!
— ¡Aye!

Happy volaba a toda velocidad, agarrando a Lucy por la espalda; ambos se dirigían hacia la aldea de las mujeres. ¿El motivo? Salvar a Natsu de una muerte segura. No podían quedarse en casa, esperando pacientemente, a encontrar los restos del muchacho. ¡Debían hacer algo! ¡Sacarlo lo más rápido posible! Lucy, a pesar de sus inicios con él, le había tomado mucho cariño y no deseaba verlo muerte; aun si eso significaba dejarlo. SI ese era el precio a pagar, lo aceptaría.

No tardaron mucho en divisar el asentamiento, rodeado por gruesos muros de madera que las mantenían a salvo de los depredadores y con una presa que les proveía de agua dulce. Desde la altura, veían a las chicas, haciendo un círculo en medio de la aldea: Dos personas luchaban.

— ¡Ese es Natsu! —Gritó Happy.
— ¡Está peleando contra Erza! —Lucy entró en pánico, imaginando un horrible desenlace para el conflicto.— ¡Happy, bájame! ¡Ve a salvarlo!

En el suelo, Natsu esquivaba todo los golpes de Erza, quien parecía estar poseída por algún espiritu maligno. La ira en su rostro, le quitaba toda su belleza, pues la asemejaba a un monstruo. Ella atrapó una lanza, que Cana le había tirado y que prometía acabar con el intruso, de una vez por todas. Casi le atraviesa el estómago, pero Natsu logró doblarse hacia atrás y rodar por el suelo hacia una zona segura. Buscó por el suelo, algo que le ayudara a defenderse, sin encontrar gran cosa. Entonces, discretamente, Ume pateó una espada de hueso hacia el chico.

Las armas chocaron, rompiéndose una a la otra. Sólo quedaba usar las manos y que ganara el mejor. Erza le dio un cabezazo en la frente, provocandole un sangrado y Natsu no se dio por vencido, la tomó del brazo y la estrelló en el suelo; dejándola aturdida por algunos segundos, tiempo suficiente para ponérsele encima.

— ¡Ríndete o usaré mi palo! —Le amenazó.
— ¡No te tengo miedo! —Gruñó la pelirroja, mostrando sus dientes. El ligero temblor en su cuerpo, producto de los malos recuerdos, fue percibido por Natsu; quien sólo sonrió de manera malvada.— No... No te tengo miedo...

Happy y Lucy, anonadados, observaron a Natsu; quien sacó su palo y lo restregó por el cuerpo de Erza. Ella no pudo aguantar la situación, sufrió un desmayo del pánico.

— Natsu ganó —dijo Lucy, sin creerlo.
— El hombre ha ganado —Wendy, la sacerdotisa de la aldea, se acercó a Natsu con algo de miedo—. Eres... Eres el nuevo líder de las mujeres...

Natsu alzó sus brazos al cielo, rugiendo de la emoción. ¡Había iniciado una nueva era para los hombres! ¡Para él!

Epílogo

Natsu, descubrió que la vida con muchas mujeres, no era tan mala como hubiese creído su antiguo yo. La posición de la aldea, sus defensas en el muro y la cantidad de agua y comida, hacían que los días fueran tranquilos. Claro, a veces llegaban manadas de voraces animales, pero él y Erza se encargaban de acabar con ellos y la carne, la piel y huesos servían para muchas cosas; la primera para comer, la segunda para vestir y los últimos se transformaban en armas aptas para el combate.

Era un buen momento, para que una sociedad de hombres y mujeres, naciera; sin que vivieran en constantes guerras por las diferencias entre ellos.

Primero, pensó en llevar a sus antiguos camaradas, pero tardaría demasiado en adaptarlos y no sabía sí funcionaría. Entonces, Ume, le dio la idea de comenzar su propia sociedad. '' ¿Y cómo hago eso?'' Preguntó Natsu. Hubo que darle una larga, larga y gráfica charla, sobre cómo nacen los bebés; además de conseguir a candidatas que se prestaran para ello. Sorprendentemente, la primera en apuntarse, fue la propia Erza; quien aseguró que sólo lo hacía para perder el miedo al palo de los hombres. Lo probaron esa misma noche.

Un tiempo después, cuando los hombres se armaron de valor para adentrarse en los dominios femeninos, casi sufrieron un colapso: La aldea estaba repleta de pequeños humanos, con el cabello rosado.

La sacerdotisa, aquella chica con vestido de plumas blancas, los llevó hacia la tienda más grande del lugar. Adentro, Natsu estaba rodeado de comida, humanos pequeños y mujeres. Happy, por su parte, descansaba en las piernas de una fémina y Lucy, por alguna razón, tenía un vientre abultado. El abuelo, que entendió todo de inmediato, felicitó a Natsu.

— Nuestro guerrero dragón, ha iniciado su propia estirpe... 

*** 

¡Y eso fue todo por ahora! Espero les haya gustado, gracias por leer y espero que hayan buscado el omake que hizo Mashima. 

Ah... No tengo mucho que comentar, gracias por sus comentarios y estrellas, me alegro de que haya gente que todavía me siga a pesar del tiempo que estoy sin publicar. Aunque sean cinco estrellas, me motiva mucho. Muchas gracias. 

¡Nos vemos en el próximo capítulo! 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top