Capítulo 8: Relaciones familiares
28 de Marzo, 05:54 AM.
Casa de la familia Dragneel.
Natsu, sentado sobre su cama, observaba cómo su hermano se arreglaba para salir al trabajo; afuera apenas amanecía, dejándose ver los primeros rayos de sol. Llevaba un buen rato, intentando sacarle plática a su hermano, sin recibir nada más que pequeños murmullos y respuestas secas; pero no se quería rendir todavía. Sabía que en algún momento, fuera por pura educación o por perder la paciencia, Zeref hablaría con él.
— Has salido mucho —dijo Natsu, sonriendo—. ¿Con alguna chica, tal vez?
— Sí —contestó Zeref.
— ¡Qué bien! —El hermano menor, trataba de lavar sus culpas. — ¿Alguien que conozca? ¿Es linda? ¿Agradable?
— La conoces.
— ¿Oh, de verdad?
— Es Yume.
Natsu se rascó el oído.
— ¿Yume? —Preguntó, borrando su sonrisa. Si no recordaba mal, en tres o cuatro ocasiones, invitó a Yume a pasar el rato y ella lo rechazó.
— Nos hicimos amigos.
— ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?
— Muchas preguntas. Si quieres saber, pregúntale a Yume. Ya me voy.
Tiró la corbata a un lado, ya que no fue capaz de ponérsela correctamente. Eso siempre lo había hecho Mavis. Ella solía hacer muchas cosas por él. Mavis siempre había sido dulce y amable, o eso aparentaba, pues nunca se quejaba de absolutamente nada y a todo le hallaba una solución, sin importar lo que fuera.
Extrañaba esos momentos.
Natsu, sentado todavía, buscó su celular a tientas y al tomarlo, marcó rápidamente el número de Yume; olvidando que lo tenía guardado en la agenda de contactos. Fueron tres pitidos, los que Yume, tardó en responder.
— ¿Hola? —Dijo ella.
— ¡Yume! —Natsu sonaba agitado, movía la mano izquierda en todas direcciones. — E-Estoy aburrido, ¿quieres ir a ver una película? ¡Están estrenando una muy buena! ¡Eso leí en internet hace un rato! ¡¿Vamos?!
Ella guardó silencio por cinco, cinco eternos segundos.
— Está bien. Vamos.
— Bien, paso por ti en...
— Natsu, son las seis de la mañana. Apenas me voy a dormir.
— ¿A las siete está bien?
— ¿De la noche?
— Sí. De la noche.
***
28 de Marzo, 08:45 AM.
Cocina de la familia Miyamoto.
Don Papi disfrutaba del café caliente. Hirviendo.
Ayami, en su traje de negocios, sólo comía fruta.
Jerall, luego de preparar un gran plato de huevos revueltos, freír salchichas y tostar el pan de Ume; se sentó a desayunar.
Ume untaba mantequilla en su pan, cantando alegremente el opening de Saint Seiya, que salía durante la saga de Hades. Era su favorito de todos. El segundo que más le gustaba, ''Pegasus Fantasy'', la había llevado a ganar un puesto en el coro de su escuela.
— ¿Yume no ha desayunado? —Preguntó Don Papi.
— Ella come a las cuatro de la mañana —respondió Jerall—. Siempre le dejo comida para que caliente en el microondas.
— Tiene que empezar a dormir de noche —la madre de la familia, bebió su jugo de golpe—. O no podrá madrugar cuando regrese a la escuela. Jerall, acuéstala temprano.
— Sí, a las diez de la noche —Jerall mordió la salchicha.
En su habitación, Yume continuaba tecleando en la computadora, con los ojos a punto de cerrársele. Pero quería terminar de ver el capítulo de la serie que descubrió. Unidad de victimas especiales. Era de lo más dramática y algo pedorra, sin embargo, tenía un encanto que la atrapó completamente. Anna, como de costumbre, estaba mirando por la ventana y haciendo comentarios sobre todo lo que pasaba frente a su campo de visión; diciendo que un perro arrastraba el trasero por el piso, que una mamá pájaro alimentaba a sus polluelos; que los autos avanzaban de manera lenta y que las señoras en traje de deporte, sacaban a pasear a sus chihuahuas, que usaban ropita para el clima fresco.
— ¿Por qué la gente les pone ropa, Yume?
— Porque los chihuahuas son muy sensibles al frío.
— ¿Entonces para que los sacan?
— Para que hagan ejercicio.
— Yo no quiero hacer ejercicio con tanto frío afuera —Anna se pegó al cristal—. Suena como un método de tortura antiguo.
— Eres un fantasma, Anna. No necesitas hacer ejercicio.
El episodio acabó en incógnita, pero Yume ya no podía aguantar más tiempo. Cerró la laptop y la dejó de lado, metiéndose debajo de las mantas; no sin antes encender el aire acondicionado de su habitación, que servía tanto para el verano como el invierno, ya que también tiraba aire caliente; haciendo un ambiente bastante agradable y cálido.
— Yume, ¿hoy también saldrás?
— Sí, iré con Natsu al cine.
— Uh... Ya veo...
— Tranquila. Es sólo como amigos. Nada más que eso.
***
28 de Marzo, 12:44 PM.
Empresa Miyamoto, oficinas del octavo piso.
— Voy por café, ¿quieres uno, Igneel?
— No, gracias.
Dimaria gruñó, apretando el puño. Igneel veía a través de su amabilidad, sabiendo que había una segunda intención.
— Anda, un cafecito —insistió la rubia, moviéndole con su mano—. ¿O prefieres un té? ¿Un capuchino? ¿Jugo de naranja?
— Que no —Igneel suspiró—. No tengo sed. Estoy preocupad por Zeref. Mavis fue su única novia, estuvo con ella desde la universidad y todo terminó así. ¿Qué habrá pasado entre ellos? ¿Será que hubo infidelidad en esto? No quiero preguntarlo directamente. Me da miedo hacerle más daño a mi hijo. No sé qué hacer, Dimaria.
<< Oh, no, quiere consejos >> pensó, entrando en pánico. ¿Qué se supone que dijera? ¡No eran un verdadero matrimonio! ¡No sabía cómo reaccionar cuando Igneel necesitaba apoyo! ¡Y sabía exactamente qué pasaba entre Mavis y Zeref! Pero... No podía decírselo a Igneel, o terminaría rompiendo a la familia. Se tenía que quedar calladita y dejar que el tiempo pusiera a cada quien en su lugar. Interferir y tratar de actuar, en favor o en contra de alguien, no sería nada inteligente o sensible; así que mejor sólo hablar cuando se le pidiera.
— Lo único que puedes hacer, es estar con él y distraerlo —Dimaria olvidó el tema de la bebida, ya no se sentía con ganas de tomar nada—. Eso es todo. No hay mucha ciencia.
Zeref, sentado en su escritorio, navegaba a través de las páginas web de florerías. Haría un pedido de rosas. Rosas de color rosa. Ingresó la dirección, indicó el número de flores que quería en el ramo y pagó con tarjeta de crédito. Por la tarde iría a firmar su divorcio con Mavis. El abogado los esperaba a las cinco de la tarde. Acordaron no hacer dramas innecesarios, no joder al contrario y verse lo menos posible. Una firma, era todo lo que necesitaban, para anular lo que habían hecho cinco años atrás. El error más grande de sus vidas. Así lo veían ahora. Como un grave y horrendo error. Algo que nunca tuvo que pasar.
Las flores eran para Yume.
Quería agradecerle por todo. Por escucharlo, aconsejarle y hacerle ver, que no estaba mal si sentía rabia de vez en cuando; que siempre es preferible la ira, antes que la tristeza. ''Todo pasará, todo'' le dijo Yume. Ella no sabía lo mucho que lo ayudaba y lo mucho que, hablar con ella, le traía paz a su alma. Como inyectarse algún tipo de droga.
— Las rosas de ése color —la voz de su jefa, se escuchó a sus espaldas. Ella se agachó, mirando la pantalla—, son para agradecer a una persona. No tiene doble intención, ni rastros amorosos. Sólo gratitud y cariño. Es bueno para las relaciones entre amigos.
— Sí, Ayami-san. Lo sé.
— Es bueno tener amigos. Si puedes influir en ellos, sería muy bueno, que les recomendaras dormir temprano. Eso sería de mucha ayuda.
***
28 de Marzo, 03:14 PM.
Casa de Erza.
— Erza, ¿dónde están las fresas que compré?
— Me las comí.
—... ¡¿Qué?!
Pelirroja madre vs Pelirroja hija.
Agil y habilidosa como un ninja, Erza esquivó los proyectiles de su madre, consistentes en palillos de madera, espátulas y cucharones. Se estrellaron en la pared, sin quedar clavados, al no ser lanzados con la fuerza suficiente.
— ¡Te comiste mis fresas! —Gritó Irene.
— ¡Estaban en el refrigerador! —Erza se defendió. — ¡Si no tienen nombre, entonces son de quien las toma primero! ¡Pero podemos arreglarlo como nosotras sabemos! ¡Acepto el reto!
Madre e hija, eran igual de atrabancadas, les daba igual destrozar una casa con tal de arreglar sus diferencias a base de fuerza física. Nunca se dañaban en serio, pero de que la casa sufría uno que otro desperfecto, de eso no se salvaba.
Poniéndose en pose de pelea, se acercaron lentamente, manteniendo esa postura de ataque; preparadas para soltar el primer golpe a la menor provocación.
Irene y Erza, habían vivido solas desde siempre. El padre, metió su cosita y nunca quiso hacerse cargo de su hija, le dijo a Irene que no se haría cargo; marchándose con otra mujer. Irene no se quedó tranquila, no aceptó tal humillación y mientras se iba, le tiró agua caliente encima a través de la ventana en el segundo piso. Luego procedió a gritarle como nunca, advirtiéndole que si regresaba por ahí, lo castraría con un pela-papas. Cinco años después, el sujeto pensó que ella no recordaría las amenazas y tras ser abandonado por la vieja con que se le fue, creyó que Irene le permitiría estar ahí...
La policía llegó a tiempo, logrando salvarle las bolas.
Irene alegó defensa personal. No la contradijeron. Ella pidió una orden de alejamiento y no pidió ninguna pensión, asegurando que no lo necesitaba. Recomendándole, que si quería hacer algo con el dinero, se lo metiera por el culo; bañando en gasolina y luego le prendiera fuego.
— Erza...
— ¿Qué?
— Compré tres cajas. ¿De verdad te comiste las tres?
— ¡¿Tres?! —Erza dio un paso atrás. — ¡Yo sólo encontré una! ¡Allá voy!
Corrieron hacia la cocina de nueva cuenta. Irene se lanzó encima de su hija, haciéndola caer; no la dejaría dar con el resto de las frutillas. ¡Era muy divertido! ¡Muy divertido pelearse! Erza forcejeaba, sin poder quitársela de encima. Su madre era demasiado fuerte para ella. Nunca la sacaría a menos que ella se rindiera.
— ¡Mami, por favor, dame fresas! —El último recurso, era decirle ''mami''. Eso la conmovía.
***
28 de Marzo, 06:56 PM.
Casa de la familia Miyamoto.
<< Tranquilo, no vas a desactivar una bomba, sólo vas a salir con una amiga... >> se decía Natsu, obligando a sus piernas a caminar. Una amiga, nada más que eso, así que... ¿Por qué rayos compró flores? ¿Rosas rojas? ¡Eso era demasiado directo! Se imaginaba que Don Papi se las quitaría y las usaría para azotarlo. Es algo que puede malentenderse. No intentaba tener una cita romántica, ya que él sabía por todas las acciones pasadas, que Yume no se sentía atraída hacia él. Ella no recordaba cómo se conocieron... ¡Sí realmente lo quisiera, definitivamente, ella recordaría algo como eso! ¡Las chicas suelen tener buena memoria! No necesitaba ninguna señal más clara... Sólo eran amigos y lo más seguro, es que de parte de Yume, nunca pasaran a más...
— No me haré ilusiones —susurró, molesto—. Yume ha estado evitándome, además Zeref me dijo que ahora se juntan, lo más seguro es que...
Por un segundo, la disparatada idea de que su hermano y Yume fueran pareja, cruzó por su mente y le provocó una furia incontenible; que desquitó presionando el timbre. No demasiado. No quería molestarlos... No quería que Don Papi saliera con la escopeta... O el AK-47.
Le abrieron la puerta y la voz de su amiga, amiga querida, le dijo: ''Pasa''.
— Hola, Yu...
Y entonces la vio:
— Hola Natsu —ella sonrió levemente—. ¿Nos vamos?
— ¡S-sí! —Respondió apresurado. El corazón le latía tan fuerte, que se le iba a salir del pecho, daría un par de brincos y luego se tiraría solo en el bote de basura. << ¡Las flores, idiota! >> Le gritó la voz en su cabeza. — ¡Ah, sí! ¡Esto es para ti!
Extendió el ramo hacia Yume, quien lo tomó y miró detenidamente las rosas. Eran doce. Igual que las que le habían enviado antes, excepto por el color. Las de Zeref eran rosadas.
Natsu se tocó el pecho, diciéndole a su corazón, que se pusiera en paz o terminarían teniendo un infarto... ¡La noche apenas comenzaba! ¡Y quería llegar vivo hasta el final!
***
¡Espero les haya gustado! Ya saben, imagen editada por mí, me tardé un chingomadral de tiempo en conseguir una que me gustara... ¡El siguiente capítulo se llamará: Natsu y Yume! Así que háganse una idea de lo que va a tratar...
¡En el próximo capítulo, también veremos a dos nuevos personajes! ¡Y como les dije: Zeref y Yume son amigos! ¡Nada más! Son comadres, compañeras, sisters...
¡Nos vemos en el próximo episodio! ¡Muchas gracias por leer! ¡No se olviden de comentar y puntuar!
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