capítulo 11

Colarse en la casa de un Omega casado sin morir en el intento

Esperaba a Sebastián ese Lunes a las tres en mi puerta, comenzábamos a chatear y yo solo mantenía la mirada en el celular hasta que me pidió que mirara hacia el frente y ahí estaba él, sonriéndome y saludando con el teléfono en la mano.

Lo dejé pasar y le mostré la casa y los lugares del baño, no se quejó hasta que llegamos al lugar en donde él iba reposar.

- nm Lían creo que.. cualquier alfa de casa revisaría su sótano no sé.. para guardar elementos, elementos de tortura para su Omega

- no exageres, este es mi lugar de trabajo para pensar las cosas, Elías baja casi una vez al año al sótano nuevo.

- vaya y cuántas horas se va Elías a trabajar.

- regresa por la tarde antes de que se pongan las estrellas

- que galactico.

- lo sé me gusta pensarlo de esa manera.

Al poco tiempo Sebastián se había instalado en el sótano nuevo, no había tanto de qué preocuparse pues me mencionó a un socio que le enviaría dinero en cuanto se desocupara. En el idioma de los empresarios y accionistas eso tardará mucho, semanas que no espero que sean largas.

Elías venía a media noche y no era de esperarse que lo hiciera, tenía planeado contarle pero algo dentro de mí no pude hacerlo en una llamada con mi esposo, deseaba a alguien que pasara conmigo el resto del día sin tener que salir y tal vez esa persona era Sebastián.
Aunque si bien conocía lo celos de Elías si por él fuera en la llamada de hace unos minutos ya habría mandado a la policía para detener a Sebastián de asalto o secuestro, escondite en su propia casa. Sin siquiera preguntarme lo.

- bien sé que es atrevida la pregunta pero, cuándo saldré a comer de aquí.

- em.. - sinceramente eso no lo había pensado.... Diablos a pesar de que parece perfecto también es un ser humano. - te traeré la bandeja cuando esté Elías en casa o puedes salir a comer te prestaré dinero, por mientras puedes comer conmigo si quieres.- ,eso.

- gracias Lían, en verdad me darás el honor de comer contigo.

- sí, me gustaría - sonrío de oreja a oreja.

Sebastián forma una sonrisa igual.- me gusta cuando sonríes, muestras tus verdaderas facciones-

Al escuchar aquello me sonrojé leve, ¿qué? ¡por qué me sonrojo! Esto puede decírmelo cualquier persona.

- gracias pienso que mis "verdaderas facciones" no son tan bonitas como las tuyas. -añadí.

- eh qué, qué ,qué dices -volteó los ojos hacia otro lado algo sonrojado y ambos bajamos la cabeza.

Segundos de silencio daban la impresión de incomodar hasta que decidí romper el hielo.

- eh bien, bueno creo que debería empezar a hacer la comida para comer temprano al menos...

- sí, claro aquí te espero.

Regresé a la sala de estar.

Qué pasa contigo Lían.

Quiero decir, solo nos sonrojamos porque no habíamos escuchado halagos de alguien más en mucho tiempo, por lo menos yo, y estábamos muy cerca a pesar de que nuestros lazos un poco fuertes y distantes.

Digo no es que me enamore con el primer alfa que meto a casa además de Elías. No, no es así, a pesar de que Sebastián no es cualquier alfa es un amigo mío que conozco desde ya hace tiempo. Solo me da comodidad de estar en mi casa.

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