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TU SONRISA DE REGALIZ - CAPÍTULO XVIII

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Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen.

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Me encontraba en una insoportable disyuntiva mientras mi pie golpeaba ansiosamente el césped y los demás gritaban emocionados al ver como mis compañeros con pala se encargaban de terminar de desenterrar la, recién encontrada, caja.

No sabía cómo reaccionar: si sentirme aliviada de que Naruto no se encontrara aquí y, por ende, no habría verdad qué revelar, por lo que nuestra relación continuaría intacta como hasta ahora; o aceptar la idea de que era algo preocupante el hecho de que en verdad no estuviera aquí, que haya tomado la decisión de no venir. No puedo ser egoísta e ignorar que por alguna u otra razón él decidió no venir hoy. Pero para saber eso tendría que ir en su busca y revelarle lo que siempre supe y nunca me atreví a contarle... y así regresaba a mi pensamiento inicial.

Odiaba siempre ser tan insegura, a pesar de los años, y todo mi esfuerzo por cambiar, esa venita indecisa y miedosa aún se encontraba dentro de mí, en lo más intrínseco de mi alma.

El pozo que tuvieron que hacer para dar con la caja resultó ser más profundo de lo que recordaba, y estaba segura que eso nos traería algún problema con el guarda parque, pero supongo que valía la pena al ver el momento en que esa reliquia de tesoros era sacada al exterior luego de varios años sin ver la luz del sol.

No puedo negar que estaba algo bastante emocionada y llena de expectación. Tengo varios recuerdos de lo que pude haber puesto en esa carta, pero me intriga redescubrir la pequeña mente de mi yo de ocho años.

Todos hicimos un círculo alrededor de la caja mientras Matsuri daba un paso al frente para abrirla y retirar las cartas ahí escondidas, devolviéndoselas a sus respectivos autores.

Cuando mencionó mi nombre tomé con mucho entusiasmo mi amarillento sobre. Me embargó por completo la nostalgia al ver mi nombre escrito con muchas pegatinas de gatitos alrededor y sonreí al ver la primera letra toda deformada porque, en esa época, me costaba horrores escribirla en cursiva mayúscula.

Me reí de las delirantes preguntas que me hice a mí misma hace diez años: Que si había crecido y el mundo se veía diferente desde más arriba; si ya era lo suficiente mayor para quedarme despierta hasta después de las nueve de la noche a ver la tele con papá o si ya me gustaba comer sopa de espárragos (por supuesto que no).

Mi yo de ocho años era muy soñadora y curiosa, pero también notaba las pequeñas inseguridades que muy bien recordaba entre cada pregunta.

Al momento de llegar al pie de la hoja, luego de una ilusionada despedida, me quedé paralizada ante la última pregunta que jamás había recordado escribir.

P.D. ¿Ya soy más valiente?

—¡Gracias a todos por venir! Fue emocionante, ¿verdad? —salí de mi aturdimiento para enfocar mi mirada en una aún más entusiasmada Matsuri, mis compañeros afirmaron a su exclamación—. Me alegra que todos pudieran llegar, excepto sólo por Naruto que tengo su carta aquí —levantó un sobre azul cielo envejecido y a mí se me cerró la garganta—. Sería muy triste que no lo tenga, ¿alguno aún sabe de él y quisiera entregárselo?

No sé si fueron las palabras que acababa de leer o el hecho de que realmente no podría vivir con la culpa de no haberlo hecho, pero enseguida reaccioné y levanté mi mano hacia adelante.

—¡Yo lo haré, Matsuri!

—Oh, excelente, Hinata, gracias. Aquí tienes.

Sostuve el sobre entre mis dedos como si se tratase de lo más valioso en el mundo. Y al menos lo era para mí en ese momento, y creía que para Naruto también.

Me despedí rápidamente de todos, me conocía y sabía que si lo pensaba demasiado o dejaba correr el tiempo jamás volvería a tener la iniciativa y determinación que en ese momento me embargaba.

Quizás no soy lo tan suficientemente valiente que mi yo de ocho años soñó en su momento, pero, a partir de ahora, me esforzaría por serlo.

Había salido ya del parque cuando me detuve al darme cuenta que no tenía muy claro hacia dónde dirigirme, por lo que saqué el teléfono de mi bolsillo trasero del pantalón y le mandé un mensaje.

Yo: ¡Hola! Ya terminé mis asuntos, ¿en dónde estás?

Fue considerado con mi ansiedad al responder bastante rápido.

Naruto: ¿Ya me extrañas, cariño?

Naruto: Estoy en casa. Acabo de darme una ducha luego de llegar del entrenamiento.

Naruto: ¿Quieres que vaya?

Me mordí el labio, pero no dudé en contestar:

Hinata: No, yo iré.

Y no había vuelta atrás.

...

Okey, estar frente a su puerta desde hacía diez minutos y no haber tocado aún no creo que se considere algo más o menos valiente... Pero ¡Ey! Necesitaba mi tiempo para mentalizarme.

Sentía que la carta de Naruto ardía en mi bolso mientras pensaba en la mejor manera de abordar la situación. Todavía tenía mis dudas sobre cómo tomar su ausencia de hoy.

¿Habrá decidido faltar por la práctica? ¿Sería tan sencilla la respuesta? Quizás estoy armando una tormenta en un vaso de agua y para él esto no es tan importante.

Pero...

Incliné la mirada hacía mi bolso.

Esa carta no era mía, era de Naruto, por lo que tenía que entregársela sí o sí.

Finalmente toqué el timbre e inspiré hondo para rebuscar la valentía que, esperaba, se alojaba muy dentro de mí. Naruto me abrió la puerta ya sonriente y eso casi me hizo olvidar porque demonios me había estado preocupando hacía medio segundo.

Cuando se inclinó hacía mí y murmuró un hola seguido de un dulce beso solté un suspiro. En serio, creo que lo hacía muy seguido cuando estaba con él. Pero es que era inevitable.

Cuando se alejó sus ojos se movieron por mi rostro, pareciendo buscar algo. Atisbé a ver una rara mueca de nerviosismo en sus labios, pero quizás simplemente lo imaginé porque en seguida estaba sonriente de nuevo y me invitaba a entrar.

Recorrimos el ya conocido camino hacia el sofá y mientras me acomodaba él se dirigió a la cocina para buscar unos bocadillos que, dijo, había visto en la tienda y quería probarlos conmigo. No encontraba un punto cómodo en el sofá, por lo que todo el rato que se demoró estuve intentando acomodarme mientras era plenamente consciente de sus ruidos por la cocina.

Cuando llegó dejó un plato repleto de lo que parecían bombones sobre la mesita antes de acomodarse a mi lado.

—La caja decía que los rellenos eran misteriosos por lo que no pude resistirme.

—Y si es algo peligroso como... ¿veneno?

—¿Por qué crees que quería probarlos contigo? Empieza tú.

Le di un golpe en el hombro y se rio mientras tomaba un bocadillo para cada uno y me daba el mío.

—El mío parece de frutilla con... ¿menta?

—Y el mío es cómo de café con limón —Arrugó los labios en un gesto que me hizo reír, pero terminó de comérselo—. Son raros pero adictivos.

—Tienes razón —Y terminé por tomar otro que parecía ser de coco y algo amargo.

Mientras comíamos los raros bombones ninguno habló, cosa que se me hizo extraña, normalmente Naruto no se retenía para hablar por más que tuviera la boca llena.

—¿Cómo estuvo la práctica? —Vi cómo sus hombros se tensaron un segundo antes de volver a relajarse y, aunque me miró con su clásica sonrisa, ya había notado el gesto. Ya sabía que, por más que intentara ocultármelo, algo lo estaba molestando.

—¡Genial! Todos estaban emocionados por el partido de mañana. Espero que estés en primera fila, quiero que veas bien como les pateamos el trasero.

—Sabes que no podría perdérmelo aunque quisiera... literalmente, soy porrista.

—Lo sé, pero me encanta engañarme creyendo que estás allí por mí.

Empujé su hombro con el mío y, mientras él tomaba otro bocadillo, el silencio que nos rodeaba me impulsaba a no dilatar más la verdad.

—Oye... ¿Sabes? Esta tarde...

Repentinamente se levantó sin dejarme terminar.

—Ya vuelvo, llevaré los bombones.

—Pe-pero todavía no los terminamos.

—Ya me cansaron, te traeré rollos de canela.

Fruncí mis cejas ligeramente. Eso había sido raro, pero resolví decírselo sí o sí cuando volviera.

Naruto volvió y depositó los rollos de canela en la mesita, delante de mí. El estómago se me había cerrado por completo, pero me incliné y tomé uno para tener algo entre las manos mientras hablaba.

—Naruto, hoy...

—¡Uf! ¿Viste la hora? Detective Kyubi está por comenzar.

Para mi completa sorpresa él encendió el televisor y subió el volumen.

De acuerdo, ya no lo estaba imaginando, deliberadamente trataba de evitar que hablara.

Me giré y lo enfrenté.

—Naruto.

—Chist, Hinata, está por comenzar.

Ya molesta, estiré mi mano para arrebatarle el control, pero él fue más rápido y lo movió. Ni siquiera me miraba, intenté quitárselo, pero lo llevó tan arriba que tuve que arrodillarme en el sofá para alcanzarlo.

—¡Hinata, espera!

—Ya casi...

Y cuando al fin lo tomé ambos caímos al suelo.

Por más que aterricé sobre Naruto me había dado en el codo con el borde de la mesa de café y dolía como el infierno.

—¡Hinata! ¿Estás bien?

Tenía los ojos cerrados por el dolor, pero en cuanto pude abrirlos el preocupado rostro de Naruto me contemplaba. Y en esa posición, en ese momento y ese lugar lo pude ver. Algo le preocupaba, estaba en su mirada desde que llegué, y no era sólo mi bienestar físico. No, estuvo ahí en cuanto me saludó en la puerta y en cada vez que hablé o quise hablar, ese miedo irrefrenable ante algo que no puedes evitar que suceda.

—¿No quieres que hable?

Sus ojos se abrieron con miedo.

—No, yo...

—No quieres saber que hice hoy —vaciló, pero lo interrumpí—. Sabes donde estuve.

Su mirada se desvió con amargura y, como una ola agresiva, la verdad se derrumbó ante mis ojos.

—¿Lo sabías?

Me devolvió la mirada y está vez su entrecejo se frunció con ligereza.

—Sí.

Sentí como me quedaba sin palabras, literalmente un nudo se formó en mi garganta y apretaba tanto que era como si fuese a salirse por mi boca.

Naruto abrió los ojos aterrado y fue cuando vi que una gotita de agua cayó sobre su mejilla. En ese momento lo único que pude hacer fue apoyar mi rostro en su pecho y dejar salir todos mis sentimientos reprimidos a través de mi llanto.

—¡Hinata! Cariño, lo siento, yo...

Negué fuertemente mientras aferraba mis puños a su camisa. Sentía tantas cosas que estaba segura que si abría la boca sólo soltaría sollozos. Podía sentir su inseguridad, pero apoyó su mano sobre mi cabeza y la acarició suavemente.

—Hinata, por favor, no llores...

Volví a negar, pero esta vez me forcé a mí misma a abrí mi boca y tratar de decir algo coherente.

—N-no...

—Lo siento, no quería ocultártelo...

—¡No! —levanté mi rostro para poder verlo—, no estoy enojada...—vi la confusión en sus ojos y tomé aire para luego exhalarlo en un gran suspiro—, me siento... terriblemente aliviada.

Naruto frunció confundido sus cejas y comenzó a negar con la cabeza.

—¿Cómo...?

—¡Pensé que estarías molesto conmigo! Pensé que te enojarías de que no te hubiera dicho que lo sabía, ¡porque lo sabía! No siempre, pero me di cuenta de que ya nos conocíamos y no sólo eso, sino que eras tú, y, y... nunca te lo dije porque pensé que no sabías, y en ese momento no me pareció importante ¡hasta que te volviste super importante! Y no me sentía bien mintiéndote y creía que te enojarías si sabías que sabía y...

—¡Hinata! —Tomó mi rostro con sus manos y me hizo mirarlo fijamente—... ¿Siempre... lo supiste?

—N-no siempre, pero...

—¿Desde cuándo?

Lo miré, se veía bastante serio al respecto.

—Primer año.

Se quedó paralizado, después exhaló y me atrajo de nuevo a su pecho para abrazarme fuertemente.

—¿Naruto?

Y después, después se rio... ¡Se rio!

—Naruto, ¿qué...?

—Lo siento es que... —sentía en mis mejillas su pecho vibrar por la risa. Levanté mi rostro y lo miré, sonreía como él solo sabe hacerlo—, yo también me siento terriblemente aliviado —Fruncí mis cejas profundamente, era yo ahora la super confundida. Volvió a reír y besó mi entrecejo—. Porque creía que te enojarías y me abandonarías cuando supieras que sabía que fuimos amigos y no te lo había dicho... No sé, ahora que lo digo en voz alta suena bastante ridículo, ¿no crees?

Volvió a reírse suavemente y esta vez no pude evitar contagiarme. Volví a apoyar mi frente en su pecho y él volvió a abrazarme.

La sensación de alivio fue tan grande para los dos que no sé cuánto tiempo estuvimos en el piso simplemente abrazado y en silencio, pero desde la ventana se podía ver que afuera estaba ya atardeciendo.

Naruto puso frente a mí una taza de café con leche, me sonrió y se sentó nuevamente a mi lado en el sofá.

Tomé un sorbo de la deliciosa bebida calientita y él simplemente tomó mi mano. Lo miré, sonreía de medio lado.

—Vamos, pregunta. Sé que te mueres por hacerlo.

Apreté mis labios, me levanté del sofá y fui hasta mi bolso para buscar su carta, cuando volví a su lado se la entregué. La sonrisa de Naruto ya no estaba, sólo miraba aquel sobre azul cielo envejecido.

—Sé que quieres saber por qué no fui hoy, pero la respuesta no es tan simple. De hecho, es una historia bastante larga y hay partes muy aburridas, ¿estás segura que quiere escucharla? Podemos hacer otras cosas.

Sonreí, tomé su otra mano y se la besé.

—Quiero escucharte.

Soltó un fuerte suspiro y se acomodó en el sofá. Por reflejo, hice lo mismo y esperé.

—¿Recuerdas el día que ese niño estaba molestándote y te ayudé? —Asentí—. No me suspendieron luego de ese incidente.

—Pero... no viniste a clase por tres días.

—Guau, qué memoria —ser rio, pero rápidamente su sonrisa se borró de nuevo—. Ese profesor que apareció en realidad me estaba buscando. Cuando llegué a la dirección me sorprendí de ver a mi padrino allí, imagínate, lo veo con suerte para las fiestas y de repente se aparece en mi escuela. Sólo por eso supe que algo andaba mal.

Mis cejas de fruncieron y me acomodé mejor en el sofá mientras él se tomaba un largo silencio para poder continuar con la historia.

—Te imaginarás la noticia que me dio. El accidente, mis padres no volviendo ni esa tarde ni jamás a casa, y que yo tendría que irme a vivir con él con todo lo que eso significaba —Con su mano libre apoyó sus dedos vagamente en su barbilla mientras dejaba de mirar a su regazo y enfocaba la mirada hacia el frente, supongo que en su mente se encontraba, más bien, en ese momento diez años atrás—. No recuerdo realmente haber llorado ese primer día, creo que lo hice al siguiente durante el funeral, cuando vi sus ataúdes y todo se empezaba a hacer más real... Luego del funeral regresé a mi casa y me encerré en mi cuarto todo el día. Me sorprende que siendo tan pequeño lo único que recordaba de mis padres fueron las palabras que me dijo mamá el día que me suspendieron por contestarle a la maestra: "¿Qué vamos a hacer contigo, Naruto? ¡No puedes hacer que también te expulsen de esta escuela! Tienes que madurar, mamá y papá no siempre estarán para ayudarte." Esa vez yo sólo le respondí despotricando contra la maestra y aun así ella simplemente se limitó a negar con la cabeza y sonreír —Una efímera sonrisa escapó de sus labios.

— A mi corta edad siempre me metía en problemas y les hice pasar muchos malos ratos a mis padres, entonces todo lo que revoloteaba en mi mente esa noche era esa frase y el hecho de que el día en que ellos murieron yo estaba metiéndome en una pelea; esa frase y el ser consciente de que, por más que corrija mi comportamiento, ellos ya no estarían ahí para verlo... —Sus labios se fruncieron y por inercia yo apreté su mano, podía sentir todo el dolor que le embargaba al contarme todo esto.

—Por eso me esforcé tanto por madurar después de eso, no sólo porque quería volver aquí y vivir sólo, sino porque siempre me sentiría en deuda con mis padres, y me partía el corazón darme cuenta que ya jamás tendría la oportunidad de que me vieran con orgullo por convertirme en el increíble hijo que se merecían tener por ser tan increíbles padres...

Cuando terminó de hablar sus ojos estaban rojos y a mí ya se me habían escapado unas cuantas lágrimas. La historia de Naruto me partió el alma, no sólo por el hecho de haber perdido a sus padres y la soledad que lo embargó después, sino todo lo que ello significaba y el peso con el que él se cargó todo el tiempo. Me sentía tan ridícula por ahogarme en mis propios problemas superficiales y simplemente esperar que su sonrisa me conforte si saber, realmente, todo lo que se escondía detrás de ella.

—¿Hinata? —Yo ya parecía un mar de llanto, y cuando me miró preocupado por mi condición simplemente no pude soportarlo y comencé a negar con la cabeza al mismo tiempo que lo abrazaba con fuerza.

—N-no puedo creer que tú soportabas todo eso... mientras yo estaba tan ajena, tan ensimismada en mi mundo, ta-tan patéticamente confiada en que podría apoyarme en ti cuando tú también necesitabas alguien en quien apoyarte... N-no...

—¡Espera! Hinata, espera —Naruto intentó levantar mi rostro de su pecho, pero no me atrevía a mirarlo a la cara, me sentía tan avergonzada.

Seguí balbuceando incoherencias mientras él insistía en que lo mirase y cuando pensé que ya se había dado por vencido siento cómo una de sus manos se cuela debajo de mis piernas y la otra en mi espalda levantándome para dejarme sentada sobre su regazo... Okey, ahora sí estaba mirándolo con los ojos bien abiertos.

—Hasta que me miras... —Curvó sus cejas con una suave sonrisa y envolvió sus brazos delicadamente alrededor de mi cintura—. Ahora, por favor, cariño, deja de decir estupideces —Fruncí todo mi rostro ante sus palabras y estuve a punto de espetarle algo, pero él fue más rápido para hablar—. Contrario a lo que estás pensando, tú y sólo tú, Hinata, eres la razón de que esos oscuros pensamientos hayan visto la luz.

—... ¿Qué? Pero... ¿cómo?

—¿Me dejarás terminar de hablar? —Levantó las cejas imperativamente y yo simplemente pude asentir obediente y fruncir mis labios para que no se escapara nada de mi boca.

Cuando vio que ya no lo interrumpiría tomó una buena bocanada de aire y suspiró.

—Puede que esto te sorprenda, pero ya me había enamorado de ti en la primaria —Mis ojos se desorbitaron y estuve a punto abrir mi boca para exclamar, pero el dedo que Naruto puso sobre mis labios junto a una mirada de reprimenda me detuvo, y tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para contenerme—. Ya me parecías bonita, eras diligente, amable y tranquila; todo lo opuesto a mí —Soltó una sonora sonrisa recordando a la Hinata del pasado y eso hizo que me muera de vergüenza.

—Luego de que mis padres murieran en serio decidí esforzarme por cambiar, al menos mi meta ese año era mejorar mis notas y evitar más llamados de atención... Pero la profesora Tsunade amenazaba constantemente todos mis esfuerzos —Cuando la nombró fue que la recordé ¡vaya! Frunció el ceño como si el odio que le tenía de niño aflorara con su simple recuerdo.

—Ese día que no pude contenerme por su bravuconería y arrojé la bola de papel en verdad iba a ser mi fin, me iban a suspender y me podrían expulsar, seguía decepcionando a mamá y a papá...—Su voz se detuvo lentamente y cerró los ojos, al poco tiempo sonrió—. Pero entonces una suave y pequeñita voz se enfrentó a ella y como un efecto dominó provocó que todos se unieran a ella para salvarme.

Cuando abrió los ojos y me miró lo único que podía ver reflejado en sus intensos irises era un cálido y despejado cielo azul, ya no había rastros de la tormenta que vislumbré cuando llegué o cuando comenzó a contarme su historia.

—No sabía... que eso significó tanto para ti...

—Eso fue todo para mí —Me estrechó aún más entre sus brazos provocando que mi rostro quedara escasamente cerca del suyo—. Sólo por esa acción terminé enamorándome de ti, fue un amor infantil, sí, pero fue lo que me ayudó a darme cuenta que podía continuar, y aunque mis padres no estuvieran conmigo quería seguir esforzándome para que se sintieran orgullosos donde quiera que estén.

—Supongo que uno nunca sabrá el efecto que tienen nuestras acciones para con los demás... Desde el día que me defendiste de ese tonto niño bravucón comencé a pensar que quería ser más como tú, quería ser más valiente y expresar más mis pensamientos —Lo miré a los ojos con la mayor profundidad que pude.

—Sé que para ti fue el peor día de tu vida; pero quiero que sepas que siempre te estaré infinitamente agradecida por que hayas actuado como sentías y me hayas defendido en ese momento, sino jamás hubiese podido levantar la voz ante la profesora, jamás hubiese hecho muchas de las cosas que hoy, estoy segura, me habría arrepentido de no haber intentado, y estoy segura de que lo más probable es que no estaríamos juntos en este momento como lo estamos, y en verdad estoy profundamente feliz por eso —Sus ojos se cristalizaron y con un nudo en la garganta no me resistí a besar la punta de su nariz—. Gracias por siempre ser como eres, Naruto, el pequeño y el maduro, estoy segura de que tus padres están orgullosos de ambos.

Me besó tan profundamente luego de eso que el nudo que había en mi garganta se ahogó entre cada rose de nuestros labios. Cuando por fin se separó apenas de mí nuestras respiraciones eran una mezcla desastrosa.

—Te amo, Hinata —Lo dijo de una manera tan significativa que se me erizó la piel—, prométeme que siempre estarás a mi lado.

—Te lo prometo si tú me prometes que no volverás a desaparecer —Me dio un corto beso en los labios y asintió profusamente.

—Lo juro.

Sonreí desde el fondo de mi alma y recosté mi cabeza contra su pecho mientras él me estrechaba aún más entre sus brazos. Me sentía tan cansada, cómo si hubiera corrido una maratón, y el acelerado palpitar que sentía del corazón de Naruto me hacía darme cuenta que estaba igual.

No sé cuanto tiempo estuvimos así, ni siquiera me di cuenta de si nos dormimos en algún momento o si el hecho de que ya sea de noche ocurrió durante todo el tiempo que estuvimos hablando, pero no tenía ganas de apartarme de su lado, simplemente esa idea era inconcebible en mi mente.

—¿Quieres quedarte a cenar? —Lo pronunció muy bajito, incluso me atrevo a decir que con algo de timidez incluso—. Sé que es tarde, pero... aún no quiero separarme de ti.

—Me leíste la mente —Alcé mi vista para encontrarme con la suya y le sonreí—. Pero nada de ramen instantáneo. Quisiera decir que te cocinaré algo, pero tengo el presentimiento de que tu cocina está vacía de cualquier elemento con el que pueda hacer una comida respetable.

—Acertaste —Sonrió socarronamente—. Entonces pidamos algo, ¿pizza?

—¿Sin piña?

—¿Por qué rayos pediría una pizza con piña?

—Era una prueba, pasaste.

Naruto ronroneó una risa y comenzó a hacerme cosquillas.

—Te advierto —Vociferó mientras seguía picándome y yo inútilmente intentaba defenderme— que ya prometiste estar siempre a mi lado, así que si un día se me ocurre la ridícula idea de pedir pizza con piña tendrás que aceptarlo.

No podía respirar y estaba llorando de la risa, Naruto tuvo la decencia de dejar las cosquillas y sólo ahí pude recuperar el aliento para responderle.

—Nada de eso me importa, ¿sabes por qué? —Atraje su rostro al mío y él sonrió.

—¿Por qué?

—Porque te amo —Y lo besé terminando de cerrar la distancia que había entre nosotros.

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¡Buenas!

¡Muchos años sin pasarme por acá!

No voy a llenarme la boca poniendo excusas, pasaron un millón de cosas desde la publicación del último capítulo hasta la fecha de hoy, pero, básicamente, el estancamiento de este capítulo se debió a falta de inspiración... El NaruHina pasaba a relegarse cada vez más entre las cosas que me gustaban y pues... ya no podía escribir con la misma facilidad de antes.

Curiosamente el capítulo estaba muuy avanzado cuando volví a leerlo hoy jaja Pero en verdad me costaba horrores escribir aunque fuere una sola palabra si sentía que era tan forzado, al menos los últimos años fue así.

Así que la semana pasada se me ocurrió volver a leer la historia y me encontré disfrutándola un montón, me reía de las ocurrencias que había escrito y me enternecía con nuestros protagonistas... Así que me decidí a terminar este capítulo y darle por fin un final a esta historia que tanto yo como ustedes y ella nos merecemos.

Como último detalle, para no hacer esto tan extenso, es que debo decir que esperaba que este fuera el último capítulo, pero me supo bastante mal terminarlo acá, así que sí, todavía falta uno más que me super comprometo a empezar a hacerlo ya mañana. (De paso el fic cierra con 20 capis redonditos y no con 19 jaja)

Si todavía hay gente que estaba esperando la actualización pues felicidades, sus plegarias fueron escuchadas jaja

Me encantaría que dejen comentarios, pero no voy a esperar mucho por las circunstancias en que este capítulo se está publicando jaja Espero que no noten mucho la gran diferencia que hay entre una escritura y otra, realmente estoy muy oxidada, creo que es hora de que vuelva al ruedo.

Sin más que decir...

¡bye, bye!

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