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TU SONRISA DE REGALIZ - CAPÍTULO XIV

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Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen.

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—Entonces, por tercera vez, y deja de mirarme así, Kiba, ¿cuáles son los siete gases nobles? —Ino bajó los diminutos lentes de lectura hasta la punta de su nariz y miró a Kiba severamente por encima del marco.

—Helio, Neón, Xenón... ¿Kriptón? —yo le asentí y él continuó, lo que provocó ganarme una mirada severa de parte Ino—, radón, dragón...

—¡Argón no dragón, Kiba! —Ino revoleó una goma sobre su cabeza.

—¡Lo siento, lo siento, no tienes porqué ponerte violenta!

—¡Tú me obligas a ponerme violenta! Eres el único de toda esta mesa que todavía no puede decir los gases sin vacilar.

Mientras Kiba intentaba protegerse del sacapuntas, con el que ahora Ino le apuntaba, yo dirigí una mirada por alrededor de la mesa de mi sala.

Tenten, Lee y Shikamaru hacía varios minutos habían dejado de lado la tabla periódica y ahora se encontraban viendo un juego en el celular de la castaña; Chouji se concentró en el plato de galletas que mi madre le trajo especialmente como premio por sus halagos en la cocina —a mamá le encantan que adulen su concina—; y Naruto estaba junto a mí, siendo tan aburrido espectador como yo de los fallidos intentos de Ino por querer hacer a Kiba retener más información de la que su disco duro mental podría soportar.

—Te apuesto un billete a que lo próximo será el marcador —sonreí cuando la suave voz de Naruto se coló por mi oído. Le respondí, intentando ignorar el estremecimiento que me generaba sentir sus labios rozando mi cabello.

—No, ese es el armamento pesado, antes le tirará el bolígrafo —Y acto seguido Kiba confundió Radón con ratón y el bolígrafo le dio justo en la frente.

—Me quito el sombrero ante su poderosa capacidad de deducción, señorita Hinata —podía escuchar la sonrisa en sus palabras.

—Pues ya era hora, señor, era el único que la dudaba.

Su risa gutural me hizo cosquillas en el cuello e intenté reprimir el suspiro que quiso escapar de mi nariz.

Cuando vi a Ino a punto de levantar el estuche de lápices supe que ya era momento de darle un alto al fuego.

—Bueno —Alcé la voz para que todos me escucharan y estiré mi mano a la de Ino que sostenía el proyectil—, creo que ha sido mucho estudio para todos por una tarde. Ya son casi las ocho.

—¿Son casi las ocho? —Kiba abrió los ojos bien grande —. Mierda, mamá me va a matar —se levantó y comenzó a guardar sus cosas —. Se supone que hoy le haríamos una cena a mi hermana que llegó de la universidad.

—Oh, ¿ya está aquí? —pregunté.

—Sí, por las vacaciones.

—Entonces yo también me voy, mis ganas de estudiar se fueron hace ya mucho.

—No me había dado cuenta que tenías ganas de estudiar, Shikamaru —Tenten le dirigió una mirada desganada y luego se giró a mí—. Yo también me voy, tengo que pasar por la tienda y ayudar a mamá a cerrar.

—Oh, voy contigo —canturreo Ino parándose de su silla—, necesito pasar a comprar una loción corporal.

—¿Para qué? —Espetó Kiba—. ¿Para evitar que te conviertas en ogro durante la noche?

Ino golpeó bien fuerte su hombro logrando que Kiba soltara un chillido de dolor.

Me dirigí hacia la puerta para despedirlos a todos. Había sido una larga tarde para preparar los trabajos de finales de semestre; quedaba una semana de clases antes de que comenzaran las vacaciones de invierno y pareciera que de un momento a otro nuestros trabajos y tareas se habían triplicado. Era como si los profesores esperaran esta última semana para reventarnos con sus exigentes entregas.

Cerré la puerta con lentitud debido a los incesantes saludos que me mandaba Ino, pero hacía tanto frío afuera que tuve abrazarme a mí misma durante todo el camino de regreso a la sala.

Al llegar me detuve en el umbral y contemplé la imagen de Naruto acomodando los libros en la biblioteca. Pude ver que el plato lleno de migajas que Chouji había dejado ya no estaba sobre la mesa y las sillas estaban perfectamente colocadas.

Sonreí y entré.

—No tenías porqué molestarte.

Me miró sobre su hombro cuando me puse detrás de él y lo vi sonreír antes de volverse a terminar de acomodar los libros.

—Era lo menos que podía hacer —cuando terminó se giró hacia mí y se apoyó contra la biblioteca con las manos en los bolsillos—. Tu madre es genial, amé sus galletas. Bueno, lo poco que Chouji me dejó probar.

Me reí suavemente y coloqué las manos tras mi espalda.

—Si le hubieras dicho eso ten por seguro que te hubiese traído un plato también para ti sólo. Ella ama que amen su cocina.

—Lo tendré en cuenta.

Ambos nos sonreímos y de un momento a otro el frio que tenía en el cuerpo fue remplazado por una calidez reconfortante. Así era siempre cuando estaba con Naruto, y más ahora desde aquella vez que lo fui a visitar a su casa y ambos nos abrimos el uno con el otro. Se sentía algo más íntimo, como si entre nosotros compartiéramos un secreto por el que estábamos enlazado de alguna forma. Y podía jurar que él lo sentía de la misma manera, era como si nos entendiéramos a la perfección, a un nivel completamente profundo y cálido.

—Hinata, ¿puedes preparar la mesa? Tu padre ya está por llegar —Mamá apareció desde el pasillo, matando súbitamente todo el ambiente que se había generado entre Naruto y yo—. Oh, Naruto, los siento, no sabía que seguías aquí.

Él hizo un ademán con su mano, restándole importancia.

—No se preocupe señora Hyuga, ya me iba.

—¿En serio? ¿Y por qué no te quedas a cenar? Estoy segura que Hinata se alegrará —Sentí mi cara ponerse roja y, disimuladamente, le dediqué a mi madre una mirada asesina. Muy a mi pesar, ella sonreía radiante.

Si a Naruto le causó gracia —cosa que seguramente hizo, porque lo conozco— no lo demostró y simplemente pronuncio más la comisura derecha de su boca en una sonrisa suave y cordial.

—No quiero molestar, en serio. Tengo comida en casa —Sentí mi estómago revolverse. Sí, era cierto, Naruto tenía comida en casa, pero nadie con quien compartirla. Inmediatamente me invadió la necesidad de querer que se quedará aquí, conmigo.

—Pero insisto, no será ninguna molestia, ¿verdad, Hinata?

Los azules ojos de Naruto se posaron en los míos, esperando por mis palabras...También sentí los de mi madre en mi nuca, pero a ellos no les di importancia.

—Quédate a cenar, ¿por favor? —Sonreí dulcemente. Fui testigo en primera fila de ese destello que brillaba con ternura en sus pupilas, ese brillo que ya había tenido la oportunidad de ver y estaba tan lleno de un sentimiento de ternura y de algo más que era tan fuerte como inexplicable.

—Está bien —me susurró y luego se dirigió a mi madre—. Si insisten creo que no puedo negarme.

Ella le sonrió, sabedora de que se había salido con la suya, y luego se volvió a mirarme.

—Entonces, Hinata, pon cinco platos, tu padre está viniendo.


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Papá se mostró bastante impasible ante la presencia de Naruto en la mesa, lo cual no sabía si debía alterarme o tranquilizarme. Definitivamente tranquila no estaba, podía sentir las miradas intencionales de Hanabi sombre la ensalada; y la sobre-cordialidad de mamá con nuestro invitado era casi vergonzosa, al menos agradecía que se haya comportado y no haya hecho ninguna pregunta incómoda.

—Entonces...Naruto —comenzó papá, mandando un silencio casi tenso para el resto de la mesa—, vas en el mismo año que Hinata, significa que el año que viene irás a la universidad.

Oh, papá ya empezó con sus averiguaciones.

—Así es, señor.

—¿Y se puede saber que estudiarás?

Sip, era esto lo que él esperaba.

—Quiero estudiar derecho.

—¿Te gusta leer? —Papá se hacía el desinteresado revolviendo y revolviendo su ensalada, al menos podía notar que Naruto estaba tranquilo, no como el resto de la mesa, que se repartía entre expectante, divertida y nerviosa. Esa última era yo.

—En parte. También porque fue lo que mi padre estudio.

Intenté disimular lo conmocionada que me habían dejado sus palabras. Nadie más en la mesa se había dado cuenta —porque no lo sabían— pero yo sí, podía ver el peso y lo que significaba eso para Naruto.

—Ya veo, ¿y ya decidiste en que universidad?

—No me compliqué mucho, Rikudō Sennin está aquí y su programa de derecho es tan bueno como sus otras carreras.

Mi corazón dio un vuelco de alegría, no tenía idea que Naruto iría a la misma universidad que yo. Bueno, no es que alguno en esta ciudad apunte a otra conociendo el gran nivel académico que tiene. Supongo que sólo los que quieren irse de aquí buscan otras opciones.

—Entonces seguirás siendo compañero de Hinata.

Naruto se giró hacía mí.

—¿Estudiarás derecho?

Abrí la boca para contestar pero papá se me adelantó.

—No, ella estudiará medicina como su padre.

Naruto me miró enarcando una ceja y yo me apresuré a sonreírle y asentir. Sabía que papá podía sonar autoritario, pero era su manera de demostrar lo orgulloso que estaba porque haya decidido estudiar la misma carrera que él. No me presionó para que la eligiera, fue algo que yo decidí.

—¿Y no has pensado estudiar medicina también, Naruto? —Y ahí estaba, la pregunta que, estoy segura, papá quiso hacerle a Naruto desde que empezó este tema. No pude contenerme al llevar mi mano hasta mi frente y suspirar con pesar, cuando papá comenzaba a hablar sobre medicina ya nada podía pararlo.

—Nunca lo había considerado, aunque estoy seguro de que debe ser una carrera fascinante.

—¡Oh! Sí qué lo es —papá dobló su servilleta y la dejo a un lado de su plato para acomodarse en la silla y mirar a Naruto—. Si supieras la cantidad de pequeños milagros que se producen cada vez que respiras, te quedarías asombrado. Una válvula puede cerrarse y no volver a abrirse; una arteria puede perforarse y causarte la muerte. En cualquier momento. Te sorprendería...

—Papá, no creo que Naruto esté interesado en saber cómo su cuerpo puede matarlo en cualquier momento —Alcancé a escuchar la risa que Naruto intentó reprimir.

—¿De qué hablas, hija? —Me miró un segundo y luego volvió a dirigirse a Naruto. Creo que mi padre estaba emocionado por encontrar a alguien nuevo con quien poder compartir sus conocimientos clínicos—. Si vieras las cifras de la gente que se acuesta por la noche y no vuelve a despertar, no te lo creerías. Personas normales, sanas, ni siquiera muy mayores.

—¡De acuerdo! Querido, no creo que sea una conversación muy adecuada para la mesa, podrías asustar a Naruto.

—En realidad, me parece de lo más interesante —Hanabi se río y yo lo miré con ojos entornados.

—¿Verdad que sí? —los ojos de papá brillaron con entusiasmo y vi el momento exacto en que quiso continuar hablando, pero la mirada de advertencia de mamá lo detuvo en seco. Volvió a adoptar una actitud más o menos seria y carraspeó—. Pero es cierto, no son temas para la mesa.

Exhalé con pesar y sentí la mirada de Naruto sobre mi perfil. Me gire a verlo y me sonreía divertido pero con una mota de calidad. Le devolví el gesto, al menos él la estaba pasando bien, era lo único que me importaba.


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—Tu padre es muy apasionado con su trabajo.

Volví a suspirar ante las palabras de Naruto, lo miré por el rabillo del ojo mientras lavaba los últimos platos y él me ayudaba a secarlos. Fue muy amable de su parte al ofrecerse, y mamá no lo fue tanto al no negarse a ello.

—Él siempre intenta convencer a todos de que la medicina es la mejor carrera del mundo. Una vez quiso persuadir a Kiba de que la salud del cuerpo humano es algo mucho más serio que la de los animales, pero él siguió fiel a sus principios...Esa discusión sí fue intensa.

Cerré la llave del agua al terminar y me senté en uno de los taburetes de la isla mientras Naruto terminaba de secar los últimos platos.

—Me recuerda mucho a papá, él también amaba su trabajo —cuando terminó dobló el repasador y lo dejó a un lado de los platos. Se acercó y se mantuvo parado frente a mí, lo suficiente cerca.

Vi su sonrisa nostálgica y no pude evitar que mi curiosidad saliera a flote.

—¿Y tu mamá a qué se dedicaba?

—Ella era secretaria en un bufete en el que mi padre trabajó un tiempo. Mamá siempre me decía que fue amor a primera vista y que cada vez que veía a papá se olvidaba por completo de lo que estaba haciendo, y mi papá siempre decía que se sentía igual.

—¿Y comenzaron a salir?

—No —negó suavemente —. Por muy enamorado que papá estuviese no se arriesgó a una relación entre compañeros de trabajo. Estuvieron dos años trabajando juntos, reprimiendo sus sentimientos, hasta que a papá le llegó otra oferta y se fue.

—¿Y ahí comenzaron a salir? —Soltó una risa ante mi ansiedad y volvió a negar.

—No —fruncí mis cejas y el volvió a reírse mientras se acercaba más a mí. Apoyó sus dos manos sobre mis rodillas y de repente me olvidé de como respirar.

—Papá se fue de la ciudad por un año para ayudar a un viejo amigo en un caso muy importante. Cuando terminó se volvió —Me miró a los ojos y levantó sus cejas sonriente, indicándome para hablar.

—Oh, ¿y ahí comenzaron a salir? —sonrió radiante y divertido y asintió.

—Sí. Se cruzaron en una cafetería y lo primero que hizo papá al verla fue ir directamente a pedirle una cita —sonrió tanto que las marcas de sus mejillas se arrugaron en el borde de su rostro y sus hoyuelos se pronunciaron como dos pozos sin fondo.

—Qué romántico —Suspiré.

—Sí...creo que siempre quise algo así.

—¿Una historia romántica?

Alzó sus ojos a los mío y nunca los había visto brillar con tal intensidad de azul como en ese momento lo hacían para mí.

—Alguien con quien vivir una.

Sentí como mi corazón se detuvo súbitamente y luego comenzó a rebotar con aceleradas pulsaciones. Mordí mi labio inferior en un intento por reprimir mi ansiedad y vi como los ojos de Naruto cayeron en picada hacia ellos. Los abrí levemente y...

—¡Oigan ustedes dos! Si van a besarse es mejor que no lo hagan en la cocina porque papá se molestará.

Abruptamente me gire al umbral y ahí estaba mi condenada hermana menor, sonriendo con socarronería.

—¡Hanabi!

Ella se rio de manera casi maligna antes de girarse para marcharse.

Mientras yo trataba de mantener mi rostro a una temperatura normal, Naruto sonreía.

—Tu hermana también me agrada. Es muy divertida.

Bufé ante su comentario.

—Se divierte haciéndome enfadar más bien.

—No puedes culparla, es divertido hacerte enfadar.

Entorné mis ojos hacia su expresión divertida que, sabía bien, se reía de mí.

—Te odio.

Él cerró los ojos y negó suavemente antes de apartarse.

—Sabes que me amas.

Antes de que pudiera decir algo o, al menos, reaccionar, mamá se asomó por el marco desde el pasillo que va a la sala.

—Naruto, ¿te gustaría un poco de flan mientras nos acompañas a ver la televisión?

—Claro, gracias.

Me bajé de un salto del taburete y ambos seguimos a mi madre hacía la sala donde mi padre miraba la televisión en su lado acostumbrado del sofá y Hanabi lo acompañaba en el otro sofá, mientras se hacía trenzas en el cabello.

Esa parte del día era algo que nosotras amábamos. Como casi nunca veíamos a papá tanto a Hanabi como a mí —y, obviamente, a mi mamá— no nos molestaba acompañarlo a ver la televisión, aun cuando los programas fueran totalmente aburridos para nosotras. Disfrutábamos mucho ese momento familiar, porque recordábamos que hubo un tiempo en que no lo tuvimos y lo anhelamos.

—A esta hora pasan el programa favorito de mi marido —susurró mamá sobre su hombro—, se instala ahí siempre después de cenar y no lo podemos mover hasta que el episodio termina.

Al llegar, papá se giró a vernos...Más bien se giró a ver a Naruto.

—¡Eh, Naruto! ¿Has oído hablar del Detective Kyubi?

Brevemente, Naruto deslizó su mirada hacia mí con una sonrisa cómplice y curiosa y yo no pude evitar devolvérsela.

—Claro que sí, señor.

—Naruto también es un gran fan, padre.

—¿De verdad?

—Así es, lo veo con mi padrino desde que era niño; es mi programa favorito.

Papá esbozó de las sonrisas más grandes que le hubiese visto jamás, se notaba a kilómetros cuanto le agradaba poder compartir con otro hombre, y sobre todo si compartían mismos gustos. Sé que papá nos ama a las tres, pero entiendo también cuando necesita hacer sus cosas masculinas y no tiene a nadie con quien compartirlas. En especial desde que mi tío falleció y Neji se fue.

—Es bueno saber que estás bien educado, hijo. Ven, siéntate aquí.

Me acomodé junto a Hanabi y me dediqué a ver el espectáculo que eran Naruto y papá viendo Detective Kyubi; ambos eran igual de apasionados y fanáticos con el personaje. En un momento, cuando Kyubi reveló quien era el culpable, ambos se dieron un apretón de manos y soltaron infinidad de elogios para el detective ficticio. Mamá sonreía, feliz porque papá encontrara a otra persona que siguiera sus mismas aficiones; y Hanabi enarcaba una ceja totalmente horrorizada con la idea de que alguien más pudiera ser tan apasionado como nuestro padre. Yo, por mi parte, sonreía tratando de contener la risa que me provocaban esos dos, Naruto y papá se veían tan alegres que, estoy segura, si les sacara una foto en ese preciso momento y la enmarcara, cualquiera que la viera diría que es la viva imagen de la alegría y la camaradería.

Cuando el episodio terminó ya eran las diez de la noche; Naruto debía irse.

—Cuídate, muchacho —saludó papá, estrechando su mano con una mirada estoica pero alegría desbordando de sus palabras—. Puedes venir cuando quieras; veremos otro episodio.

Naruto sonrío ante eso.

—Claro, señor, eso sería estupendo.

Mamá se acercó a Naruto y le dio un cálido abrazo. Cuando se separó le tendió un una gran porción de flan envuelta.

—Como me dijiste que te gustó tanto puedes llevarte para disfrutar en casa —Naruto me miró por el rabillo del ojo y yo le sonreí cómplice.

—Gracias, señora Hyuga, la cena estuvo increíble.

Mamá le apretó los hombros cariñosamente y luego se volvió hacia la cocina. Hanabi estiró su mano en forma de saludo mientras subía la escalera y Naruto le correspondió.

Al final, lo acompañé hasta el vestíbulo, esperé a que se colocara su abrigo y tomara sus cosas, y le abrí la puerta.

—Espero que mi familia no te haya asustado —El vaho helado se escapaba por mis labios y Naruto se volteó hacia mí, con la farola de la calle detrás de él provocaba que todo su cuerpo se iluminara con una luz tenue y cálida.

—Al contrario, son muy agradables —Vi ese resplandor cálido en sus ojos y mi corazón se sintió amansado por una oleada de paz. De la misma forma que en la parada de autobús el otro día, Naruto tomó mi mano con suma delicadeza y la apretó ligeramente. Mi corazón dejó su estado de quietud para tomar uno más alterado y frenético, pero esta vez pude reaccionar y le sonreí devolviéndole el apretón—. Gracias por invitarme, Hinata. Hacía tiempo que no...disfrutaba de algo así.

—Gracias a ti también, hacía tiempo que yo no veía a papá tan alegre —negué suavemente con una sonrisa—. Créeme, con sólo esta vez no le bastará.

—Creo que puedo disfrutar de otra igual.

—Le caíste bien.

—Eso me da puntos, ¿no crees? —arrugué la nariz con una sonrisa y él me la devolvió con picardía. Luego de un último apretón soltó mi mano suavemente—. Buenas noches, Hinata.

La preocupación me invadió.

—¿Estás seguro que estarás bien? Ya está oscuro.

Me regaló una sonrisa tranquilizadora que no me tranquilizó para nada.

—No te preocupes, la parada de autobús está a dos calles, y aunque esté oscuro todavía hay mucho movimiento.

Apreté mis labios en una fina línea. Sabía que estaba exagerando con mi preocupación y que no había ningún peligro hasta que él llegara a su casa. Pero la idea de que se fuera solo me atormentaba.

El temor y la vergüenza casi me privan de decir las siguientes palabras, pero con una inhalación de valor pude sacarlas:

—A-avísame cuando llegues a tu casa —sujete ambas manos delante de mí para apretarlas con fuerza, disimulando mi nerviosismo—, en un mensaje.

Parpadeó una vez y luego su rostro se iluminó.

—Lo hare. Buenas noches.

—Buenas noches, Naruto —al menos podía culpar al frio por mis mejillas arreboladas.

Cuando me preparé para ir a dormir hice todos los trámites con el celular a mi lado: Fui al baño con él, me lavé los dientes colocándolo en el botiquín del espejo y me puse el piyama pendiente de cualquier sonido de él sobre mi cama.

Ya estaba acostada, tapada con el edredón hasta el cuello; mi habitación en penumbra y manteniéndome impávida observando el techo, tratando de no pensar en nada, cuando el teléfono sobre la mesita de luz se iluminó.

Inmediatamente lo tomé y abrí el mensaje de Naruto.

Naruto: Sano y salvo en casa.

Suspiré, exageradamente aliviada. No dudé en contestarle con una sonrisa plantada en mi rostro.

Yo: Me alegra. Gracias por avisarme.

Naruto: Estuve a punto de decirte que fui abducido por aliens en el camino, pero me contuve.

Yo: No sería una conversación normal entre nosotros si no te burlaras de mí.

Naruto: ¿Qué te puedo decir? No tengo remedio, adoro hacerte enfadar.

Yo: No comparto el sentimiento.

Naruto: No te hagas la seria, sabes que te hago reír.

Yo: En realidad me rio de chistes que me acuerdo.

Naruto: Sigue engañándote a ti misma.

Yo: Digo lo mismo.

Me quedé mirando la conversación, tratando de imaginármelo a él en algún lugar de su casa, leyendo lo mismo que yo.

Naruto: ¿Sigues ahí?

El corazón me dio un vuelco y sonreí.

Yo: Sí.

Naruto: ¿Te estás por ir a dormir?

Yo: Sí, ya estoy acostada. ¿Tú?

Naruto: Acabo de acostarme. ¿Soñarás conmigo?

Menos mal que no puede ver lo roja que está mi cara. Negué con una sonrisa.

Yo: No quiero tener pesadillas.

Naruto: Graciosa.

Yo: Aprendí del mejor.

Naruto: Entonces admites que te hago reír.

Yo: Admitir es una palabra muy fuerte...

Naruto: Me quedo con que dijiste que soy la persona más graciosa del mundo.

Yo: Cuidado, podrías morir si caes desde tu ego.

Naruto: Tus palabras, no las mías.

Yo: Tendré cuidado la próxima vez que te haga un cumplido.

Naruto: Ahórrate el esfuerzo, estaré muy pendiente de ti.

Yo: Adiós a mis días de paz...

Naruto: ¿Te veré mañana?

Yo: Sabes que me verás mañana.

Naruto: Lo sé, es sólo que quería leerlo de tus palabras.

Sentí las mariposas revolucionarse en mi estómago, como si se hubiesen tomado un trago de energizante.

Yo: Sí, me verás mañana.

Naruto: Entonces te llevaré unos rollos de canela en agradecimiento por lo de hoy.

Yo: No tienes que molestarte.

Naruto: Sabes que no es molestia. Déjame llevarlos.

Yo: De acuerdo.

Naruto: ¿Ya tienes sueño?

Yo: Algo.

Naruto: Entonces ve a dormir.

Yo: ¿Tú también te irás a dormir?

Naruto: Sí. Y soñaré contigo.

Me pasé la mano por el rostro y ahogué un grito. Este chico iba a volverme loca.

Yo: Pues, gracias a ti, estoy segura que ahora yo soñaré con aliens.

Naruto: Puedes soñar que yo te salvo de ellos.

Yo: Si aparecieras en mi sueño estoy segura de que harías equipo con ellos para burlarte de mí.

Naruto: Al menos serán buenas bromas.

Yo: Viniendo de ti lo dudo.

Naruto: Vaya, hace unos minutos me creía especial con eso de que era el mejor.

Yo: Te dije que la caída desde tu ego sería fea.

Naruto: Admite que te vuelvo loca.

Yo: Sí, es cierto, me vuelves loca.

Naruto: Ahora podré dormir tranquilo.

Me reí en silencio mientras sentía a mi corazón revolucionarse contra mi pecho.

Naruto: Ve a dormir, ya es tarde.

Yo: Está bien. Buenas noches, Naruto.

Naruto: Buenas noches, Hinata.

Creo que estuve como diez minutos enteros releyendo la conversación, dándoles más tragos de energizante a mis pobres y alocadas mariposas que se alojaban en mi estómago.

No sé cómo fue que pasó pero pareciera que ahora, entre Naruto y yo, había...algo.

Me dormí con ese pensamiento, rogando internamente soñar con él y que él sueñe conmigo.


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¡Kyaah!

No sé ustedes, pero yo amé este capítulo.

¡Es que...! Salió muy ajskjkssjd Así, tal cual xD

No me puedo decidir a cuál es mi parte favorita, así que les voy a encomendar esa tarea a ustedes jaja Así que díganme: ¿Cuál fue su parte favorita?

¿Recuerdan que les dije que estaba taaan inspirada que ya tenía la trama de este capítulo?

Bueno, la inspiración si que me dio fuerte xD Así que, para compensar el mes que me desaparecí, les traigo aquí un nuevo capítulo luego de tres días del anterior. 

Ya me siento mejor xD

Espero lo hayan disfrutado, y gracias a todos los nuevos lectores que se sumaron ¡Aprecio mucho su interés por esta humilde historia!

¡Saludoss y nos vemos en el próximo cap! x3

¡Bye, bye!



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