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TU SONRISA DE REGALIZ - CAPÍTULO XI

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Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen.

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La primera semana de primavera tenía a todos alborotados, porque significaba muchas cosas: Significaba el inicio de la última etapa del periodo de clases; significaba el baile de primavera para unos y el partido final del torneo interescolar, al que nuestro equipo había conseguido llegar, para otros; significaba una semana propia de estudiantes apoderándose de la semana de disfraces y, lo que en este momento me tenía ocupada, la limpieza anual del casillero.

Miré con asco una liga para el cabello llena de pelusa y un chicle enredados alrededor, junto a una maraña de pelos... Dios, mi casillero era un asco. La dejé caer a la bolsa de residuos en el piso junto a mí como si fuera una papa radioactiva.

Sentadas en el piso, a mi otro lado, Tenten e Ino discutían sobre el partido del domingo. Era increíble escuchar como dos chicas que sólo veían un balón en la clase de gimnasia estuvieran tan emocionadas de ver a nuestro equipo patearle el trasero a los de Suna. La semana de primavera también era conocida por ser la semana del espíritu escolar; los colores naranja y blanco vibraban en todos los pasillos y se podían ver varios carteles en apoyo a nuestro equipo y estudiantes con gorras y camisetas con el escudo de la escuela. Era contagioso.

—¿Dónde está tu espíritu, Tenten!

—Sólo digo que los de Suna han llegado invictos hasta aquí —Tenten rehuyó su mirada de los acusadores océanos de Ino sobre ella, sostuvo con más fuerza las rodillas contra su pecho—, será difícil derrotarlos.

Ino soltó un sonido de indignación desde las paredes de su garganta y, entornando los ojos, se dirigió a mí.

—¿Tú que crees, Hina?

Soplé el polvo de una vieja revista con recetas de galletas que estuve buscando durante meses, arrugué mi nariz y casi estornudé cuando partículas de polvo se colaron por mis orificios nasales. Miré a Ino y entorné los ojos de la misma manera.

—Naruto y los chicos le patearan el trasero a los de Suna.

Ambas me miraron con los ojos bien abiertos, incapaces de creer que esas palabras hayan salido de mi boca.

—¡Así se habla, Hina! —Ino aplaudió orgullosa y Tenten sólo negó ligeramente.

—Es increíble lo que hace la semana de primavera...

—Hace que nuestra dulce Hinata actué rudo, eso me gusta.

—Está bien —Tenten suspiró—, tendré que comprarme una gorra y empaparme con el espíritu de competitivo que se comió a toda la escuela.

Ino le guiño un ojo levantando su pulgar en aprobación.

—Además, no será una fiesta divertida luego del partido si perdemos —Ino onduló los pechones de su coleta entre sus dedos y ambas tuvimos que asentir ante su certero comentario.

—Es verdad, sería una fiesta deprimente.

—Aunque, conociendo a Lee, de seguro se las ingeniará para intentar animar a todos.

—Qué tenga suerte con eso.

Cuando finalmente desnudé por completo mi casillero, tomé un trapo húmedo y comencé a deslizarlo por todas las superficies, quitando la mugre. Luego lo aromatizaría con un perfume de lavandas que venía en uno de esos aparatos que se adhiere a las paredes, así lo tendría perfumado lo que restaba del año.

—Uh, uh.

—¿Qué sucede?

La pregunta de Tenten ante el sonido de Ino me hizo girar a verlas con intriga, justo en el momento preciso en que la rubia hacía un gesto con su barbilla señalando algo en esa dirección.

Miré y sólo pude distinguir la silueta de Sakura pasando frente a nosotras, sus enormes ojos verdes como el jade se percataron de nuestras miradas y con una sutil sonrisa, que no le llegó a los ojos, inclinó su rostro en un saludo. Las tres le devolvimos el gesto y nuestros ojos acompañaron sus pasos hasta que se perdió al subir las escaleras.

—Hmm...

—¿Qué pasó? —ambas nos giramos a una Ino con mirada calculadora. Negó lentamente y nos miró.

—No voy a decir nada hasta que mis suposiciones sean correctas, necesito encontrar más pruebas para mi material de investigación.

—Ino, esto no es una historia para el articulo de un diario...

—¡Lo siento! Pero de mi boca sólo puede salir la verdad, que es lo único que se merece este mundo, y si nosotros, los periodista, no estamos ahí para defenderla ¿quién lo hará?

Sólo pude arquear mis cejas antes el dramatismo de Ino mientras Tenten pasaba sus dedos por la línea de la suyas en un gesto exasperado.

—En resumen, ¿nos dirás o...?

Una sonrisa maliciosa y deductiva surcó lentamente los labios de Ino.

—De acuerdo, vengan —Se inclinó hacia nosotras y ambas pusimos los ojos en blanco antes de inclinarnos de igual forma hacia ella, formando un hermético triangulo de cuchicheos—. Acabo de ver como Sakura pasó frente a Naruto y ambos se ignoraron totalmente.

Mi boca se abrió de la sorpresa.

—¿En serio? —Ino asintió y Tenten silbó, yo sólo pude parpadear anonadada, esto era...extraño, sorprendente y extraño.

Recordé la discusión de la que, lastimosamente, fui casi testigo el viernes, y en ese momento pude percatarme de que no estaban pasando una situación agradable como pareja. Pero las parejas siempre se pelean, ¿no? Eso no significa que...

—Para mí que no duran mucho.

—¡Ino!

—¿Qué? Es mi opinión —hizo un mohín con sus labios y ciño sus manos en sus caderas—. Pero es cierto, desde hace tiempo vienen así, no es normal.

Me guardé mi cometario. Ino tenía razón, y eso que no les conté sobre lo que vi el viernes, no me pareció algo que me correspondiera, no soy de meterme en la vida de las demás personas, estoy segura que, si no fuera por Ino, pasaría de esta escuela viviendo en mi propia burbuja.

Para cuando tocó la hora del almuerzo Ino se retrasó en el baño y llegamos tarde para ver como Naruto y Sakura llegaban y se sentaban en sus respectivas mesas, según Ino era decisivo para deducir en qué situación se encontraba su relación. Odiaba ser tan metiche, sobre toda en una situación tan delicada; yo no era así, pero tenía que admitir que sí despertaba cierta curiosidad en mí, curiosidad de la que no estaba para nada orgullosa.

El fin de semana llegó luego de una extenuante semana de entrenamiento con el equipo de porrista para animar al equipo en el partido, todas las chicas tenían la misma contagiosa actitud optimista que despertaba el espíritu deportivo de la semana de primavera; aun así mi cuerpo tenía sus límites y el viernes terminé agotada.

El sábado me pasé toda la tarde haciendo panqueques con mi hermana; quiere aprender a cocinar y con mucha emoción y orgullo la comencé a preparar en sus primeras armas en la cocina.

Mamá también estaba orgullosa, aunque casi se muerde la lengua al ver el desastre que dejamos en la cocina. Culpa de Hanabi, yo no suelo ser tan desordenada.

El domingo en el partido toda esa adrenalina y pasión que se respiró entre los alumnos en toda la semana se volcó en un montón de almas abarrotadas, llenas de emoción. Se respiraba el frenesí como una densa niebla, los corazones vibraban como el zumbido de las alas de las abejas y ningún cuerpo podía permanecer realmente quieto.

Los vítores vibrantes de la multitud retumbaban por todas las esquina de la cancha, revotando en los corazones de los jugadores y perdiéndose en el cielo que ahora era cubierto por un manto galáctico de millares de estrellas resplandecientes.

Me gustaría decir que los colores naranja y blanco de nuestro equipo sobresalían del rojo de los de Suna, pero eso no era cierto; la disputa, tanto en el campo como en las gradas, era férrea y tenaz, la pasión movía los corazones.

Terminé de hacer un salto front en el momento en que los dos nidos de porrista detrás de mí recibían a sus respectivas voladoras. Todas volvimos a tomar nuestros pompones y agitamos nuestras manos al aire gritando a todo pulmón, el público se contagió y exclamó de igual manera. Ese era el trabajo de la porrista, no sólo dar ánimos a los jugadores sino, también, avivar al público para que ellos apoyen de igual forma al equipo. Al final no sólo serán once de nuestro equipo en la cancha, sino un único y enorme corazón naranja y blanco de Konoha.

El partido estaba cero a cero y muy reñido. Naruto junto con Kiba, como los delanteros, habían tenido varias oportunidades de convertir, pero la defensa de Suna era abrasadora y su arquero una muralla que parecía impenetrable. Al menos nuestra defensa, con Shino a la cabeza como libero, se mantenía igual de imperturbable con Chouji en el arco, y en el medio campo Shikamaru armaba las jugadas más meticulosamente estratégicas que su dichosa mente podía formular.

Pero Suna no se quedaba atrás, su capitán y número ocho Sabaku no Gaara armaba jugadas tan inteligentes como las de nuestro capitán mediocampista. Era un partido de estrategia que sería definido cuando un gol sea el detonante de la jugada perfecta, parecían, más que jugadores, piezas de ajedrez moviéndose sobre un tablero que cambiaba sus tácticas constantemente, y el que hiciera el jaque ganaba el juego.

Un tironeo de una camiseta, un jugador derribado y el pitido del árbitro marcando la falta. Los corazones de todos se paralizaron y pude escuchar los gritos de Ino en las gradas, despotricando contra el referee.

Un tiro libre a cinco metros del área de penales, no era una buena situación. Faltaban escasos ocho minutos para que el tiempo reglamentario del partido culmine, si el empate se mantenía se irían al tiempo suplementario y, si continuaba igual, a penales. No creo que nuestros jugadores puedan soportar treinta minutos más de juego ni nosotros los agonizantes penales, teníamos que meter un gol ya...y la situación no estaba a nuestro favor.

Vi como varios jugadores de los nuestros discutían inútilmente con el árbitro por la falta, pero ya todo estaba dicho. Antes de ir a la barrera pude ver como Shikamaru le hizo un gesto a Naruto y este asintió. Mi corazón se desbocó cuando en sus zafiros brilló ese único resplandor de seguridad y determinación en el que podría hundirme con confianza y nada jamás me haría daño.

Cuando los jugadores se hubieron acomodado sólo pude apretar mis manos contra mi pecho y mirar a Naruto que se encontraba a las espaldas de todos los jugadores metidos en ese tiro libre, yo sabía que él haría algo.

El silbato sonó y el balón voló directo al área chica, todos los jugadores se agruparon para cabecear, ya sea para un despeje o el movimiento de victoria. Pero, entre toda la vorágine de tirones y saltos, Chouji salió directo al esférico rechazándolo con los puños, generando un ligero alivio en nuestros pechos. Pero la jugada no terminó ahí, y todos lo notaron cuando el balón cayó a los pies de Shikamaru junto al área grande quien no tardó una milésima de segundo en despejarlo hacia la media cancha, donde un destello dorado brillante se apoderó de él y como si sus piernas estuvieran propulsionadas por algún cohete corrió con la pelota a sus pies, directo al arco contrario.

Los alaridos de los espectadores aumentaron su intensidad ante la repentina y afortunada jugada de contrataque que se había armado, todos los labios pronunciaron el nombre del chico que dejaba su último aliento ante la carrera de toda la temporada, su rostro resplandecía y, contrario a toda lógica, sus pies se hacían más rápidos. Ante la intercepción del arquero un amague con la pierna, una breve pausa, un giro sobre sí mismo y cuando ese último defensor ya no era un obstáculo la parte interna de su pie golpeo el balón con todas sus fuerzas incrustándolo en las redes de la portería haciéndolas vibrar con agitación.

El corazón se me cayó a los pies y el estruendo de todos en la inmensidad del estadio resonó a una cuando el sueño se hizo realidad.

Grité con todas mis fuerzas, siendo colosalmente acaparada por los bramidos de todos a mí alrededor, sentí como las cuerdas de mi garganta se estremecían por el esfuerzo, pero no me importó. Shion me sorprendió saltando a mi cuello en un abrazo eufórico y antes de que pudiera darse cuenta todo el equipo se había unido. Cuando nos desprendimos tomamos nuestros lugares para animar al equipo y pude ver el final de eufórico abrazo grupal que todos los jugadores estrecharon con un entusiasmado Naruto. Una sonrisa de orgullo se estiró en mis labios y los latidos de mi corazón se hicieron erráticos.

Felicidades, Naruto.

En la casa de Lee la algarabía de la victoria no había disminuido ni un ápice; celebrar una fiesta era divertido pero celebrar una fiesta luego de la victoria del campeonato era tres mil veces mejor.

Ino volvió con tres vasos rojos de ponche, una sonrisa enorme surcaba su rostro y el de todos los que se encontraban en los doscientos cincuenta metros cuadrados que ocupaba la edificación.

La música de un celular conectado a unos enormes parlantes sonaba fuerte, pero no por eso era imposible hablar, por lo que, distribuidos por todas las habitaciones y el patio, numerosos grupos de adolescentes conversaban animosamente.

—¡Hay que brindar por esta victoria! —Ino levantó su vaso y con todo el grupo a nuestro alrededor la imitamos—. ¡Por los campeones!

—¡Por los campeones!

—Ten cuidado con eso, le pusieron alcohol —el susurro de Kiba en mi oído me advirtió justo a tiempo. No es que odiara el alcohol, ni siquiera lo había probado aún, pero apenas tengo dieciséis años, casi diecisiete, y papá me lo tiene terminantemente prohibido hasta los dieciocho. Sé que puede sonar muy santurrón pero aprecio mucho mi cómoda vida adolescente con mis pequeñas libertades como para que mi padre se entere y me encierre hasta los cuarenta. Y sé que puede ser capaz.

Me giré con mis cejas arqueadas y una sonrisa de alivió.

—Gracias —me guiñó un ojo y se llevó el vaso a sus labios para que el líquido se deslizara por su garganta directo a su estómago.

Pasé una vaga mirada por las personas a mi alrededor: Ino hablaba felizmente con Shikamaru y Chouji, se notaba desde mi lugar la euforia con la que, seguramente, estaba recordando el partido y los abatidos rostros de los jugadores de Suna. Pobrecillos.

Lee hacía, lo que parecía, una demostración de sus habilidades con el balón pero utilizando un vaso de plástico, salpicando todo el piso en su intento. Las miradas de Tenten y Shino era de completa resignación pero supongo que al ser su casa lo dejarían seguir con lo que sea que querría hacer.

Más allá del hombro de Tenten vi a Sakura que estaba en un sofá charlando con unas chicas, y mi ceja se enarcó ante el hecho del que, extrañamente, no me había percatado antes.

—¿Kiba? —él seguía a mi lado, charlando con un par de sus amigos, pero se giró a verme en cuanto lo llamé—. ¿Dónde está Naruto?

Sus hombros se encogieron.

—No tengo idea, estaba aquí cuando llegamos, pero desapareció. Debe estar por ahí, alardeando de su gran hazaña —usó un tono sarcástico para lo último y sólo pude sonreírle en respuesta.

Mi vista volvió a perderse alrededor y consideré ir junto a Ino, pero en el momento en que me percaté de que, inconscientemente, estaba llevándome el vaso de nuevo a los labios, decidí que primero tenía que deshacerme de eso y, quizás, conseguir otra bebida.

Le pregunté a Kiba por la cocina y me señaló una escabullida habitación doblando el pasillo central. Me topé con algunas personas durante el trascurso del corredor pero al llegar a la habitación esta estaba vacía. Me dio escalofríos estar sola allí, considerando sus muebles de madera y las enormes cortinas azules que colgaban desde muy alto hasta el piso de una pared detrás de la barra de la isla. Me apresuré a tirar el líquido envenenado por el fregadero y me dirigí al refrigerador junto al muro de cortina, pero cuando me incliné sobre la puerta una luz blanca se filtró por la tela a mi lado, y al girarme me percate, por una rendija, del enorme ventanal del otro lado que daba a una pequeña terraza. Era hermosa, la luz de la luna se filtraba por la ventana y rebotaba en los azulejos del piso y en las mesadas, dando un efecto hipnótico. Afuera, una mesa con un par de sillas y una parrilla se exhibían bajo una pérgola de madera añejada.

Era un hecho, le propondría a papá tirar una de las paredes de la cocina para hacer una de estas, no puede ser tan difícil.

Antes de volver a mi cometido inicial con la búsqueda de una bebida desalcoholizada, mis ojos fueron conscientes de una figura moviéndose afuera, me estremecí en un principio pero cuando las sombras de la figura tomaron forma de la silueta de una persona mi curiosidad se elevó y, en un movimiento, al ser capaz de vislumbrar su perfil, la imagen de Naruto me asaltó con violencia.

¿Qué hacía, solo, en la terraza?

Antes de que mi cabeza fuera más rápida y me planteara un debate mental sobre si tendría que ir con él o no, mis manos estaban deslizando la ventana corrediza con sumo cuidado. A pesar de mi enorme esfuerzo por ser lo más sigilosa posible apenas pude dar dos pasos sobre la madera cuando su rostro se giró casi con brusquedad hacia mí y sentí como mi respiración se frenaba de manera abrupta al sentirme in fraganti. A pesar de toda la valentía que me llevó a ese acto me quedé parada allí, boqueando como un pez, y sólo cuando fui consciente de mi estupidez fue que las palabras se dignaron a salir por mis labios.

—Hola...

—Hola.

Me quedé allí, siendo consciente de su mirada analítica que me inspeccionaba con curiosidad, y lo entendía, porque ni yo sabía que era lo que estaba haciendo allí.

—Yo...em sólo...te vi aquí y...—sentía como la lengua se me pegaba al paladar y las palabras se deslizaban sin gracia por mis labios. Intenté morder el escurridizo músculo antes de seguir diciendo cualquier otra estupidez, pero un último vómito verbal se escapó antes de que pudiera detenerlo—. Lo siento, seguro quieres estar sólo, no quería molestarte. Me iré enseguida, tengo que cambiar el veneno...

—No, está bien. En realidad, no quiero estar sólo.

Su mirada volvió a concentrarse en el manto de estrellas sobre nosotros mientras apoyaba el peso de su cuerpo en sus brazos cruzado sobre la baranda de madera que separaba el jardín de la terraza.

No muy segura, me acerqué con sigilo a su lado y mis ojos curiosos se elevaron a la galaxia que él admiraba con tanta intensidad. Mis largas pestañas tocaron la piel bajo mis cejas ante el maravilloso espectáculo de luceros nebulosos centellantes que se extendían en un manto galáctico. Entendí por qué no quería despegar su vista de allí. El enorme satélite brillaba lleno y soberbio entre los millares de astros. Incapaz de mantenerme a mí misma, apoye un lado de mi cabeza contra el poste de madera a mi izquierda y mis manos se deslizaron alrededor.

Un silencio que, extrañamente, no fue nada incómodo nos abordó, y se mantuvo por varios minutos en los que, creí, permaneceríamos, pero el sonido de la suave risa ahogada de Naruto me hizo mirarlo.

—¿Cambiar el veneno?

Lo miré confundida y me sonrojé al comprender sus palabras. Claro, el vómito verbal.

—A-ah, me refería al alcohol. Pusieron en el ponche y no soy de beberlo.

—¿Por qué no? ¿No te gusta o tus padres te matarían?

Cuando asentí a lo último volvió a reírse entre dientes y su mirada brilló como un cristal al volver a posarse en los destellos en el cielo.

No quería arruinar la comodidad en la que parecía estar, pero sí quería ayudarlo de alguna forma, porque algo dentro de mí me aseguraba que el encontrarlo allí no era una coincidencia y que no salió sólo porque creyera que la noche se veía fantástica. Mi lengua fue más rápida para hablar que mis dientes para morderla:

—¿Qué haces...aquí?

Los músculos de sus hombros se tensaron ligeramente bajo su camiseta y me hundí en mi lugar sabiendo que toqué un tema del que trataba huir.

—Es una bonita noche —se limitó a pronunciar siendo los músculos de su boca los únicos en moverse.

—Sí...pero adentro todos están celebrando el triunfo —me ponía nerviosa que no me mirara, su rostro se movió ligeramente a los lados.

—No tengo muchos ánimos de festejar.

Fruncí ligeramente mi cejas ¿no tenía ánimos de festejar? Ok, ahí verdaderamente pasaba algo raro.

—No quieres disfrutar regodeándote de Kiba por tu hazaña y ver como muere de rabia por los celos —me burlé estirando mi mano y picándolo en el brazo, sonreí con regocijo llenando mi corazón cuando se rio, un sonido suave y gutural nació de su garganta mientras sus dientes se exponían en una curva suave.

—No hice nada de lo que mis compañeros no hayan sido parte. Sin ellos esa hazaña no hubiese existido —deslizó la mirada hacia mí por unos segundos y mi vientre hormigueó al ver como sus faroles azules se cristalizaban cuando se fusionaban con el resplandor lunar. El sentimiento de admiración que tenía por él se intensificó, y es que Naruto nunca llegaba a ser tan orgulloso.

Una pronunciada sonrisa se delineó lentamente en mis labios, provocando que él elevara una ceja con curiosidad.

—¿Qué? —alzó la comisura derecha de su boca.

—Felicidades por el partido de hoy, Naruto.

Quería decírselo desde el momento en que el referee dio el silbatazo final, pero no estaba segura de si iba a poder hacerlo, me llenaba el pecho haberlo conseguido.

La sorpresa invadió ligeramente su expresión, inclinó el rostro y llevó su mano hasta sus rubios cabellos, desarreglándolos aún más.

—Gracias —sonrió con tanta naturalidad y cariño que pareció que, al hacerlo, todas las tensiones de su cuerpo se liberaron. Ante el afecto en sus palabras volví a apoyarme contra el poste para que no viera el intenso sonrojo que teñía mis mejillas.

Permanecimos en una apacible calma durante varios minutos, el tenue sonido de nuestras respiraciones vibraba en mis oídos como una suave armonía y me permití cerrar los ojos un momento para disfrutarla.

—Sakura y yo terminamos.

Sin quererlo, mis cejas se dispararon y me obligué a mantener la boca bien cerrada para que no se dibujara en ella ninguna expresión de sorpresa. Lo miré y sus pestañas hacían una leve sobra en su parpado inferior mientras se concentraba en los dedos de sus manos.

—¿Es por eso que estás aquí afuera? —pregunté con suavidad, él meneó la cabeza he hizo una mueca.

—Más o menos.

No sabía cómo sentirme. Mi traicionero corazón se agitó dentro de mi pecho y lo reprendí internamente, no era momento para sus payasadas.

—Lo siento.

Volvió a negar.

—Está bien —suspiró—, no funcionó y no iba a hacerlo de todos modos, ninguno de los dos llegó a querer lo suficiente al otro, pero nos costó aceptarlo hasta que nos dimos cuenta que sólo nos estábamos haciendo daño.

—Oh...—hice un esfuerzo para tragar el nudo que tenía atorado en mi garganta. Era mucha información de un momento a otro—. Lo siento...no soy muy buena en esto de consolar personas, nunca se me ocurre algo bueno que decir.

Quise golpear mi frente con la palma de mi mano. Yo y mi torpe vómito verbal. Naruto inclinó su rostro escondiéndolo entre sus brazos y su espalda vibro ante el sonido grave de su risa. Al menos lo había hecho reír, aunque sea a mi costa. Cuando levantó su vista de nuevo hacia mí un destello extraño, que no supe identificar, brilló en sus ojos.

—A mí se me ocurren un par de cosas que me gustarían oír.

Incliné mi rostro mientras mí cejas se curvaban y mi gesto se torcía.

—¿Cuáles?

El resplandor en sus ojos se intensificó y su mirada se tornó más suave, las comisuras de sus labios se elevaron al cielo en una sonrisa galante y divertida, la mantuvo mientras negaba con un sonido que salió desde las paredes de su garganta.

—No te las diré.

Sus cejas se alzaron en un gesto sugestivo y arrogante. Entorné mis ojos y empujé ligeramente su hombro sin ser capaz de guardar la sonrisa que se escapó de mis labios. El sonido de su risa volvió a inundar mis oídos y me permití respirar profundamente, disfrutando de la cálida sensación que el momento generaba en mi pecho.

Extrañaba estar así con Naruto.

—Discúlpame si te he tratado mal —su voz sonó rasposa, me giré hacia él con brusquedad enfocándome en su rostro en el cual se había borrado todo rastro de alegría. Se frotó las manos en un gesto de, lo que me pareció, incomodidad—. Las cosas andaban mal con Sakura y yo...bueno...tengo la mala costumbre de desquitar mi frustración con cualquier pobre alma que se encuentre en mi camino.

Una amarga risa le prosiguió a sus palabras y me dediqué a analizar esa mirada que reflejaba el verdadero arrepentimiento que parecía haber en su corazón.

Aunque sus palabras me confundían. Sí actuó extraño conmigo, pero no llegó a tratarme mal en, lo que parecía, un arrebato de frustración por su relación. Cuando sentía que Naruto me ignoraba era porque daba la idea que él se aseguraba de estar lo más pegado a Sakura como le fuera posible, como si quisiera demostrarme algo con esa actitud o intentara ignorarme por medio de ella...De cualquier forma, sólo son locas suposiciones mías, y si Naruto estaba en ese momento delante de mi diciéndome las razones de su actuar y disculpándose, lo único que debía hacer era creerle y perdonarlo.

—¿Eres de los que patean cachorros cuando estás mal?

Una armoniosa risa volvió a hormiguear en la piel de mi oído y me alegré al ver como la sonrisa volvió a reflejársele en toda la cara.

—Afortunadamente ningún cachorro ha tenido la mala suerte de toparse conmigo.

Reí y una alegre conversación surgió bajo la luz de las estrellas que sólo fue interrumpida cuando el aire fresco comenzaba a tornarse molesto y decidimos regresar con los demás a festejar el triunfo del equipo.

Mientras veía a Naruto reír y disfrutar con sus amigos y compañeros sonreí ante el simple hecho de verlo así y de saber que, a pesar de todo lo dicho, lo no dicho, el tiempo y nuestros actos, seguía siendo un buen amigo.

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Tranquilízate corazón, no es momento para que te enloquezcas.

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¡Hola chicos!

Lamento la tardanza pero la semana pasada tuve la entrega de un trabajo en la universidad y me llevó bastante tiempo. Ya sabía que no iba a poder dedicarme al fic pero olvidé por completo avisarles jeje

¡Pero! Al menos este cap fue más largo de lo normal y tuvimos lindos momentos de Naruto y Hinata :3

¿Qué creen que pasará de aquí en adelante?

¡A segundo año le queda sólo un capítulo, hagan sus apuestas! xD

¡Muchas, muchas gracias por sus votos y comentarios!

¡Se los quiere! <3 ¡Hasta el próximo cap!

¡Bye, bye!



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