| IV |
—Básicamente; la pasaste tan bien que ni se te pasó por la cabeza, en todo ese tiempo, preguntárselo.
—No veo la razón por la que debas utilizar ese tono sugerente.
—Por favor, Hinata. Desde aquí puedo ver ese pequeño sonrojo —me miró sobre su hombro mientras metía la cabeza en un salón de clases que resultó estar vacío.
Me llevé las manos a las mejillas con sorpresa y miedo y tras oír la risilla de mi amiga hice un mohín.
—¡Ino! ¡No te burles de mí! —apresuré el paso por el pasillo para seguir a la rubia hacia las escaleras.
—Ya Hina, tranquilízate. No es tan grave. Puedes preguntárselo hoy o mañana, ¿no? —entramos en el salón de música y, tras analizar las caras curiosas que nos miraban ante la intromisión, Ino salió bufando.
—No es tan simple para mí... —farfullé por lo bajo.
Bajamos otra escalera y llegamos a los pasillos del patio. La rubia afiló la mirada y con ella recorrió lentamente toda la zona.
—Podrías esperarlo luego de su práctica otra vez, así tendrían otra cita.
—Ya te dije que no fue una cita. Además, no quiero imaginar qué pensaría de mi si hago tal cosa...
—Pensará que le gustas —Observé cómo mi amiga se escondía detrás de un arbusto y apuntaba con su cámara. Avergonzada, decidí mirar a otro lado y retroceder unos dos pasos de ella.
—Exacto, y no quiero eso. Gracias —Al ver su concentración tras el lente suspiré con cansancio—. Ino, ¿y tú en serio estás haciendo esto?
—¡Por supuesto! Esta historia será todo un éxito —me pronunció en susurros metida en su papel de espionaje.
—Si realmente tuvieras una historia...Acéptalo, no puedes comprobar que el profesor Orochimaru es en realidad mujer sólo con una fotografía.
—Pero puedo generar polémica y eso me dará tiempo para hacer mi investigación —sonrió maliciosa mientras ajustaba el lente de su cámara tras haber localizado a su objetivo en las máquinas expendedoras.
—No preguntaré en que consiste tu investigación para no verme involucrada...
—Lástima, eres la única disponible mi pequeña y eficiente Watson.
—¿Y Tenten?
—Tiene que atender la tienda de su familia.
—¿Kiba?
—Está castigado.
—¿Shikamaru?
Ino me dedicó una mirada significativa mientras enarcaba una ceja. Bufé. Estaba atrapada.
—Ah, listo. Ya tengo todo el material que necesito para este artículo —se levantó de su escondite y contempló sus fotografías dentro de la máquina—. Muchas gracias, Hina. No lo habría logrado hacer sin ti.
—Perfectamente podrías haberlo hecho sin mí —entorné mis ojos intentando penetrar su sonrisa con mi mirada.
—Lo sé, pero así es más divertido —me palmeó el hombro.
Cuando ambas retomamos el camino por los pasillos del patio hacia la cafetería un llamado detrás nuestro nos hizo voltearnos casi al mismo tiempo.
—¡Hinata, Ino!
Una muchacha peli rosa se acercó con un leve trote. Sus ojos verdes se enfocaron en ambas que la mirábamos expectante y, entonces, sonrió.
—Buenos días, Sakura.
—Hola frentona, ¿qué te traes?
—Hola chicas, quería que me hicieran un favor —la chica metió su mano derecha en el bolso que le colgaba del hombro izquierdo y de allí sacó dos hojas de papel—. Estoy pre-organizado las actividades del festival, y necesito saber la temática que cada salón expondrá este año, además de lo que hará cada respectivo club —explicó mientras cada una tomábamos una hoja—. Y ya que ustedes son las delegadas de sus cursos, necesito que en este papel anoten la temática que realizarán y los nombres de los miembros que estarán a cargo y si necesitan que la escuela les facilite algo. Aunque ustedes saben lo difícil que es pedir presupuesto, así que traten de ser económicas —finalizó su discurso sonriente mientras nosotras le prestábamos atención a sus hojas.
—Pero el festival es en noviembre frentona, aún faltan seis meses —Ino bajó el papel de su vista y la miró sin comprender.
—Nunca está de más ser precavida. No es lo único que el consejo estudiantil debe organizar en el año y, como este festival demanda mucho, no quiero amontonar mis tareas para el final.
—Sakura es la mejor presidenta del consejo que hemos tenido.
—¿Qué dices, Hinata? Yo sólo hago mi mejor esfuerzo —contestó modesta con una mano tras su cabeza—. Bueno, se los encargo chicas. Iré a buscar a los demás delegados. ¡Muchas gracias!
Ambas volteamos agitando las manos suavemente hacia la dirección en que iba la peli rosa.
—Esta Sakura...—Ino exhaló resignada mientras observaba la figura de su amiga de la infancia alejarse—. Bueno, vayamos a la cafetería que los chicos nos están esperando. Así podremos discutir ideas para los temas de cada grupo —Me dediqué a asentir a sus palabras y ambas emprendimos camino al comedor de la escuela.
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A veces -sólo a veces-, me reprimía a mí misma el ser tan solicita y servicial. No sabía decir No. Lo sé ese es un gran defecto y acepto que lo tengo, ¡pero es que es tan difícil el dejar de hacerlo!
En el momento no lo pienso, sólo actúo, sólo digo: Sí. Y no veo luego las consecuencias que me acarrean.
Por ejemplo, ahora: La ayudante de la entrenadora Anko faltó por estar enferma y yo toda ilusa e inocente me ofrecí para hacer sus tareas luego de la práctica, alegando que sería fácil. Si claro...
Tuve que lavar veintidós pompones, hacer el inventario del material, reordenar las colchonetas y llevarlas hasta el cobertizo detrás del patio de la escuela donde están todos los materiales deportivos.
Fue agotador...
No sé cómo Matsuri puede hacerlo todo ella sola siempre, ¡que admirable mujer!
Pero eso no era lo peor -aunque si tengo que admitir que mañana me dolerá todo-, sino el hecho de que Hanabi lleva veinte minutos o más esperándome en la puerta de su escuela, ¡si es que no ha decidido irse aún!
Tenía que apresurarme, ¿qué clase de hermana mayor sería si olvidara pasar a buscar a mi hermanita al colegio? Una terrible, lo sé.
Al menos ahora sólo me quedaba encontrar la forma de llevar el enorme barril de agua hasta el cobertizo...algo se me tenía que ocurrir.
Analicé su imponente figura por un minuto. Éramos él y yo. Tenía que ganar esto.
Como primer tanteo obvio intenté levantarlo, pero claramente era mucho más pesado que yo, así que esa opción estaba totalmente descartada. Recostarlo para rodarlo hacía allá tampoco parecía buena idea, sería difícil darle la dirección correcta.
Entonces parece que mi cerebro decidió darme una mano, porque una idea surgió en mi cabeza:
Si Matsuri tenía que hacer esto todos los días se supone que había una forma, y que yo sepa jamás vi a nadie levantar esto salvo a los extremistas del equipo de lucha. Así que tenía que haber una manera para poder moverlo, y dado que no tiene ruedas debía conseguir algo que sí; un carro.
Fui al cobertizo y la vi, una especie de carreta de acero con una enorme manilla y una pequeña rampa detrás. Perfecto.
La llevé junto al barril, totalmente realizada al saber que sólo me faltaba eso para poder ir con Hanabi. Pero entonces se me presentó otra dificultad que no tomé en cuenta.
El barril en serio era pesado, ni siquiera podía moverlo un centímetro para llevarlo hasta la rampa de la carreta.
Bufé molesta y me masajeé las sienes con mis dedos. No era de perder la compostura en momentos así, y hoy no sería la excepción, ningún barril se burlaría de mí.
Hice uso de todas las fuerzas habidas y por haber en los músculos de mi cuerpo y, empujando ese mastodonte, logré hacer que callera pesadamente en el pasto.
No pude evitar soltar un gritito de victoria en la cara del barril...si la tuviera.
Tomé aire para prepararme para lo que se avecinaba; intenté por todos los medios empujarlo sobre la pequeña rampa y hacerlo subir finalmente. Pero seguía tan pesado como al principio, y el haber abusado de mis fuerzas anteriormente ya me estaba dejando ver sus secuelas.
Pero no me rendí.
Seguí empujando, Hanabi me estaba esperando, no podía fallarle, pero tampoco podía dejar eso allí, Matsuri y la entrenadora también confiaban en mí, no podía decepcionarlas.
Intenté intenté e intenté, pero ese méndigo coloso no hacia seña de querer abandonar su lugar, se le veía muy cómodo al muy desgraciado.
No lo soportaba más... tenía que hacerlo. Estaba muy frustrada. Entonces no me contuve:
—¡Maldito seas, estúpido barril! ¡Te sacaré de ahí así sea lo último que haga!
Lo señalé con el dedo acusador y lo más enojada que he estado en semanas o meses.
Estuve a punto de soltar otra sarta de inútiles insultos al barril cuando un carraspeo hizo que me tensara por completo.
No quería voltear, definitivamente no voltearía. ¡Qué vergüenza! Ahora entendía la expresión: ¡Trágame tierra! Porque era eso lo que quería que pasara exactamente.
Mis mejillas se arrebolaron por completo y agaché la cabeza lo más que pude en un vago intento por ocultarme de mi espectador.
—No me gusta meterme en discusiones ajenas, pero no me puedo permitir que insultes a ese barril.
El tono burlón. ese tono burlón. Rayos... ¿no podía ser cualquier otra persona? ¡La escuela estaba llena de ellas!
Podía sentir la sonrisa socarrona y burlesca de Naruto helar mi nuca y fue inevitable como el rojo de mis mejillas subía hasta mis orejas.
Me giré hacia él, y pude ver su relajada postura, con los dedos de su mano izquierda dentro del bolsillo delantero del pantalón del uniforme que ya vestía, sosteniendo su bolso de entrenamiento y esbozando esa sutil sonrisa que no tenía nada de inocente e, inexplicablemente, hacía que se me revolviera el estómago.
—N-Naruto...—Rayos, no era una ilusión—. ¡Ho-hola! —inútilmente intenté esbozar una sonrisa para aminorar mi vergonzosa situación, pero resultó un fracaso.
—¿Qué estás haciendo? —cuestionó aún en la misma postura y obviamente con su misma zorruna sonrisa.
—A-ah...pues bueno...yo...—las palabras se me agolpaban en la lengua y chocaban contra mis labios, estaba actuando como una tonta. Suspiré pesadamente con resignación cerrando mis ojos en el proceso—. No puedo subir ese barril... —señalé con mi dedo sin abrir mis ojos—. Mi hermana me está esperando en su escuela para que la recoja y sólo me falta terminar con esto.
Me encorvo aún más desganada al escuchar mis propias palabras y recordar mi situación. Maldición, Hanabi me matará.
Escuché de su parte una leve risa para luego sentir sus pasos acercándose. Levanté la vista y lo miré parándose frente al barril, cuando me erguí por completo él ladeó su rostro hacia mí.
—¿Quieres que te ayude?
Mi corazón se llenó de esperanzado anhelo.
—¿Puedes con él?
—Intentemos los dos.
Asentí sonriente y me acerqué, Naruto me indicó que lo sostuviera por un extremo y él tomó el otro, a la cuenta de tres comenzamos a rodarlo e increíblemente el mastodonte se estaba moviendo. Admito que no fue tarea sencilla subirlo por la rampilla, pero ambos pudimos hacer que llegara a la cima y posicionarlo sobre el carro.
—¡Sí! —exclamé casi jadeando cuando lo vi finalmente ahí arriba.
Naruto me ayudo también a llevarlo hasta el cobertizo ya que me di cuenta de que era también pensado moverlo.
Cuando al fin lo dejamos en su lugar caí de rodillas rendida y muerta de cansancio, pero ya muy aliviada.
—Por fin...—murmuré agotada y fui consciente de la presencia de Naruto parada junto a mi mirándome con expresión divertida. Me incorporé algo avergonzada e intenté mantenerle la mirada—. Muchas gracias por tu ayuda, en verdad no sé qué hubiese hecho —me incliné de manera respetuosa delante suyo. Mis padres son muy conservadores y no cabe duda de que me criaron de ese modo, lo cual no cuestiono, jamás me avergonzaré por ser una persona respetuosa.
—Ya no te preocupes, en serio —intentó restarle importancia—. Pero oye, ¿no dijiste que tu hermana te estaba...?
—¡Hanabi! —me incorporé de golpe al recordarlo—. ¡Lo siento Naruto-kun, tengo que irme sino mi hermana me...!
El sonido de mi celular hizo que me detuviera en seco. Lo saqué de mi bolsillo y miré: Era un mensaje de Hanabi.
Hanabi – 18: 36
Hermana, olvidé avisarte. Tengo que hacer un proyecto, estoy en casa de una compañera. Papá me recogerá luego. Perdón si te hice esperar jeje
Genial.
A veces, detesto pretender ser tan responsable con Hanabi cuando es claro que ella no tiene esas intenciones para nada.
Sigo suspirando aun cuando voy caminando con Naruto por las calles de la ciudad. Esa niña... no tengo duda de que algún día será una adolescente muy rebelde, y de sólo pensar eso ya me da dolor de cabeza.
Un carraspeo del rubio a mi lado logra hacer que salga de mis pensamientos. Cuando me doy cuenta ya hemos llegado a la parte del camino donde nos separamos.
—Bueno yo...tengo que irme, por este lado —señaló su dirección con el pulgar y se notaba algo incómodo. Seguro es por mi silencio todo el camino, pero no puedo disculparme por eso, en verdad hoy no tengo ánimos de ponerme a pensar en todo lo que él conlleva para mi torturadora mente.
—Uhm, sí... de nuevo gracias por ayudarme —le sonreí sutil, tampoco puedo ser una maleducada.
—No hay problema...—correspondió mi gesto con una de sus suaves sonrisas. Era el momento en que tenía que marcharse –o en su defecto; yo- pero hizo una expresión extraña, como si quisiera decir algo más. Se me quedó mirando, ¿quizás esperaba que yo dijese algo? Con un suspiro parece que al final desistió de lo que sea que quería que sucediera y se giró sobre sus talones—. Nos vemos mañana.
Asentí con un leve susurro correspondiendo a su mano que me saludaba vagamente en forma de despedida.
Fruncí el ceño. ¿Qué le habrá pasado?
Supongo que hoy los dos andamos extraños...
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¡Buenas gente!
Lamento la tardanza para con este cap. De hecho, ya casi lo tenía hace tiempo je. Pero entre cosas de la facu y eso no podía terminarlo. Pero hoy ya me decidí a hacerlo así que acá está.
Bien, creo que ya para el capítulo que viene avanzaremos más sobre la trama de la historia, y vamos a dejar de ir tan lento, porque no es la idea que tenía pensado así queee prepárense porque la trama comienza ahora...o al menos eso tengo planeado.
¡Espero que hayan disfrutado el capítulo!
¿Tienen alguna idea de qué sucederá?
Quizás no xD
¡No olviden dejar sus hermosos comentarios y votos. Y si les gusta la historia pueden compartirla si quieren :3
¡Saludos y nos vemos en el próximo cap!
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