El sospechoso tiene una pesadilla...


Estaba en su camilla, había despertado de pronto, asustado, parecía que todo había sido solo una pesadilla, la sangre de Sarada en el piso, el bisturí, su padre.

Soltó un pesado suspiro.

Se levantó con algo de dificultad observando que ya era muy tarde, el sol parecía ocultarse entre las altas montañas pintando de atardecer aquel paisaje tan hermoso cuando un suave toque se oyó desde la puerta.

Mitsuki: Adelante...

Dió su consentimiento arrepintiendose en seguida puesto que al ver de quien se trataba sintió su estómago contraerse de los nervios.

Mitsuki: Sarada...

Pronunció apartando la mirada por acto reflejo.

Sarada: ¿Cómo te sientes?

Se atrevió a romper el silencio.

Mitsuki: Mucho mejor...

Sarada: ¿Más tranquilo?

Preguntó algo nerviosa, y fue que el peli celeste se dio cuenta, la Uchiha mantenía la distancia, y su mirada onix reflejaba algo que el jamás creyó ver en ella, vio inseguridad, vio miedo.

¿Sentía miedo de él?

¿Acaso se sentía insegura a su lado?

¿Acaso ella le tenía miedo?

Eso no podía ser verdad, el jamás se atrevería a dañarla, lo que había ocurrido había sido una accidente, de no ser por la ira contenida todo habría resultado mucho peor.

Mitsuki: ¿Sarada, te sientes bien?

Preguntó tratando de acercarse a lo que está retrocedió temblando ligeramente.

Una daga en su pecho.

Un dolor que jamás antes había sentido, tan agudo, tan oscuro y desolador, dolía su rechazo, dolía el miedo en su hermosa mirada onix.

Sarada: Todo esta resuelto, debería estar feliz...

Trató de sonreír fallando horriblemente.

Mitsuki: Si...

Susurró sintiendo aquel dolor extenderse por todo su ser quemando cada célula, cada fibra, cada tejido de su ser, llenando de vacío y tristeza cada uno de sus pensamientos.

Sarada: Bien, creo que debería irme...

Dijo dispuesta a abandonar la habitación a lo que el oji ámbar se levantó a gran velocidad tomando su muñeca apresandola contra la pared capturando su mirada.

Mitsuki: ¿Sarada, acaso me tienes miedo?

Sonrió de manera perversa a lo que la joven volvió a apartar  la mirada mientras su cuerpo temblaba respondiendo a la abrumadora presencia del joven de mirada ámbar y cabello azul celeste aquel que la orillaba al abismo que eran todos sus sentires ocultos en aquel presente.

Mitsuki: No es cierto...

Soltó con gajes de burla, no debía ser cierto, debía ser una maldita broma, no ella, no Sarada, no ahora.

Mitsuki: Responde a mi pregunta...

Susurró acercándose a sus labios a lo que la joven se apartó haciendo uso de su descomunal fuerza intentando escapar a lo que el oji ámbar fue tras ella tratando de alcanzarla para disculparme al menos, sabía que había hecho mal y estaba arrepentido, muy arrepentido.

¿Cuando haría las cosas bien?

¿O es que siempre le saldrían mal?

No quería que ella lo odiase, todos menos ella.

Mitsuki: ¡Sarada, espera!

Gritaba mientras veía como se alejaba por los aquellos lúgubres e interminables pasillos.

¿Desde cuando es que los pasillos del hospital eran tan extensos?

Mitsuki: ¡Sarada, vuelve, por favor!

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- ¡Mitsuki! ¡Despierta! ¡Abre los ojos! ¡Despierta Mitsuki! ¡Mitsuki!

Y despertó abriendo los ojos de par en par, era de madrugada, miro por todas partes encontrándose la angustiada mirada de la joven de cabellos azabache, su respirar se volvió irregular, su corazón palpitaba a mil por minuto, la temperatura de su cuerpo aumento de pronto desestabilizando sus propios pensamientos.

Mitsuki: Sarada lamento lo de hoy, perdóname, no quería hacerte daño, por favor no me odies.

Pidió atropelladamente tratando de calmarse, debía tranquilizarse o la espataría.

Lo sabia pero la adrenalina recorrían su sangre alborotando su sangre, descomponiendo sus acciones, abandonando todo pensamiento dejando sólo una objetividad.

Que ella no lo odiase.

Sarada: ¿Eh?

Soltó completamente desconcertada.

Mitsuki: Yo jamás te haría daño a propósito, y lo sabes, eres muy importante para mi, por favor.

Sarada: Mitsuki, calmate, solo fue un corte y unos golpes, hace falta más que eso para tirarme y lo sabes, ya calmate, no es para tanto.

Río levemente al verlo tan asustado y es que el joven peli celeste era muy difícil de desestabilizar, porque su cerebro estaba listo para cualquier tipo de situación, estando diseñado para reaccionar de la mejor manera posible en cualquiera de los casos a lo largo de su vida.

Claro que estaba listo para todo, para todo menos para lo más problemático del mundo.

Aquel sentimiento que desestabiliza al más centrado y descompone lo más compuesto.

Ese sentimiento tan raro como especial, tan oscuro y brillante, tan doloroso pero dulce, tan codiciado como rechazado.

Cuatro letras, una palabra, un sentimiento.

Amor

Y es que Mitsuki era a prueba de todo, menos a prueba de cupido.

A ese condenado si que no lo puede evitar nadie.

Cuando flecha, condena, cuando une, decreta, cuando enamora, mata.

Esa era la fuerza con la cual nadie puede combatir sin salir herido, y nuestro soldado estaba recién comenzando, debía continuar, continuar resistiendo a los sentimientos provocados por la joven frente a él.

Mitsuki: Creí que te asustarías de mi...

Soltó jugando con sus se dedos nerviosamente a lo que levantó la vista al oír la suave risa de la chica que introdujo sus dedos en su rebelde cabello azul celeste revolviendo este mismo con confiaza.

Sarada: ¿Miedo? ¿Yo? ¿A ti?

Soltó tratando de no reír a carcajadas.

Sarada: ¿Cómo se te ocurre algo como eso?, somos amigos Mitsuki, compañeros de equipo prácticamente desde la academia, yo siempre voy a confiar en ti por que sé que puedo contar contigo, sé que jamás me harías daño y por eso no dejaron de hablarte por algo tan simple como esto.

Trató de tranquilizarlo.

Sarada: A demás tampoco es como si me fueras a ganar en una pelea seria.

Lo desafió con la mirada a lo que el oji ámbar no pudo evitar sonreír.

Y es que así era ella, fuerte,  valiente, indepentiente e inteligente, alguien como ella no se intimidaba fácilmente y jamas lo vería con temor o descofianza.

El lo sabia y jamás lo olvidaría.

Solo había sido una pesadilla.


Continuará...

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