Capítulo 4

Domino's está ubicado a diez minutos de nuestro edificio, por lo que Taylor y yo caminamos hacia el trabajo.

Fabio Graziani es el propietario, tiene cuarenta y tres años, doce viviendo en este país. Es un hombre noble y cariñoso, prepara la mejor pasta del mundo entero. Su esposa, Cecci Graziani, es un amor total y sus hijos Marco y Cipriano —al quien le propuse matrimonio sólo por su nombre— son una hermosa familia.

El restaurante es su empresa familiar y valoran mucho a sus clientes y empleados. Marco tiene dieciséis años y está terminando la escuela. Cipriano tiene veinticinco años y es piloto de motocross; está enamorado de Taylor, por eso no se quiso casar conmigo.

—Belle ragazze sono venuti, sono gli angeli del mio ristorante. Hello principesse. —Fabio viene a nuestro encuentro para abrazarnos y besarnos

—Fabio, ¿come è stato? —Sí, hablo un poco de italiano. Tocó aprender.

—Sto bene. ¿E voi le mie ragazze?

—Estamos bien Fabio ¿Dónde están todos? —pregunto al salir del abrazo de oso que me da.

—Están atrás, preparando las masas y las salsas. Taylor querida, es un gusto verte.

—Hola Fabio.

—Ángeles, hoy estaremos llenos. Las animadoras vendrán después del entrenamiento y también un grupo de chicos de la ciudad que van a celebrar su cumpleaños.

—No hay problema —respondemos ambas.

—Belle signore —dice una profunda voz a nuestra espalda.

—Patch Cipriano... cásate conmigo. —Ríe, siempre lo saludo de esa manera.

—La haría principessa, pero mi cuore le pertenece a otra signore. —Mira a Tay cuando lo dice—. Hola Taylor

—Hola Cipri. Hoy tomaré las mesas de la derecha C.

—No hay problema Tay.

Es una lástima que Tay no le corresponda a Cipriano, es muy atractivo además de ese acento. Es alto de metro noventa, delgado, pero con músculos bien definidos; ojos y cabello oscuros, piel oliva y tatuajes en sus brazos. Es un hombre muy educado y es todo un jugador, pero cuando Tay está cerca no tiene ojos para nadie más, mi amiga por su parte, lo pasa de largo.

—Tay ¿Cuándo le vas a dar una oportunidad a Cipriano? —pregunto mientras nos dirigimos a la cocina para saludar a Marco y a Cecci.

—Nunca, no es el chico para mí.

—¿Por qué no es el chico para ti? —pregunto indignada. Cipriano sería el hombre para cualquier chica a la que mire y adore como lo hace con ella.

—Es un jugador.

—Porque aún no lo han tomado, vamos Tay él se muere por ti.

—No —gruñe y me da una mirada de advertencia. Lo dejo.

—¡Le mie ragazze!

—Cecci —gritamos Tay y yo a la vez.

—¿Cómo están mia caro?

—Bien Cecci ¿y tú? Hola Marco. —Sonrío hacia el pequeño que revuelve enérgicamente la salsa.

—Hola señoritas. —Marco es muy tímido con las mujeres, incluso después de dos años de conocernos. Tay dice que es porque está enamorado de ambas.

—Estamos bien.

—Hoy tenemos noche loca familia... empecemos.

—Tú lo has dicho Tay.

Tay y yo tomamos las mesas, mientras Cipriano la barra, Marco está en la cocina con Fabio, y Cecci es la anfitriona. He estado las últimas dos horas volteando hacia la puerta cada vez que suena la campana, Bruno dijo que Darren pasaría, así que estoy ansiosa.

—¿Esperas a alguien mia caro?

—No Cecci.

—Está bien.

Una hora más tarde, un grupo de animadoras de la universidad llega, y para mi desgracia, Daisy está entre ellas. Oh señor, ayúdame. Nunca la había notado ni ella a mí, pero desde ayer estoy en su radar y me reconoce cuando entra. Cecci las acomoda en una de las mesas de Tay.

—Me toca atender la perra hoy. Está degollándote con la mirada.

—Lo sé.

Un grupo de chicos de la escuela también llega, he acomodado tres mesas y decorado con globos su lugar, entran ruidosamente y espero por su pedido.

—Queremos una pizza extra grande, sin aceitunas y seis malteadas de chocolate por favor. —El chico más lindo del grupo es quien me habla.

—Claro.

—¿Podrías ayudarnos con una vela? mi novia está cumpliendo años. —Besa la mejilla de una chica a su lado, es pequeña y se ve tímida.

—Por supuesto, tenemos números ¿Cuantos años cumples, cariño?

—Dieciséis —susurra, debajo del brazo de su novio.

—¿Y cómo te llamas? —Le sonrío, está algo nerviosa. No es normal para ella estas situaciones.

—Melanie.

—Perfecto, te traeré algo especial. Diviértanse chicos.

—Oye ¿Celeste? —Otra de las chicas, una hermosa morena me llama.

—¿Sí?

—Eh... umm. Me preguntaba si Marco... —Sacude su cabeza aclarando sus ideas—, nos gustaría que se uniese a nosotros.

Así que esta es la chica de la que lo escuché hablando el otro día. Marco ni de broma se acercaría, es demasiado tímido, pero la chica y el resto están realmente interesados en él.

—Son sus compañeros de escuela ¿verdad?

—Sí, Blass —La chica señala al novio de Melanie—, Tony y él están en el equipo de futbol. Sedona, Ariana y yo somas animadoras y Melanie es nuestra amiga.

—¿Cómo te llamas tú?

—Zafiro.

—Ya lo envío con ustedes. —Le doy una mirada conocedora a la chica y le guiño un ojo, sonríe en respuesta.

Me vuelvo hacia Cecci, que escuchó el intercambio, le sonrío y me dirijo hacia Marco.

—Cariño ve con tus amigos.

—¿Qué? —Se sobresalta y niega con su cabeza—. No, estoy trabajando.

—Marco, tus amigos y una hermosa chica llamada Zafiro, que sé te gusta, quieren tenerte a su lado. Ve o voy a enviarles una foto de ti en el baño.

—No... No lo harías —tartamudea. Le doy mi mirada de "no estoy jugando".

Asiente y deja su delantal, camina con paso dudoso hacia el grupo. Zafiro me sonríe otra vez y articula "gracias". Le sonrío justo cuando la campana del restaurante suena, el vello de mi cuello se levanta... es él. ¿Cómo lo sé? No tengo ni idea, pero es él.

—Bebé... tú por aquí. Sé que no puedes vivir sin mí, pero no pensé que me siguieras. —Doy la vuelta para encontrarme a Daisy saltando sobre Darren.

—Uh... Hola D, yo... —Daisy aplasta sus labios en los de Darren. Pronto, su cuerpo se relaja y le corresponde el beso. Cecci se aclara la garganta ante el espectáculo de ambos. Mi corazón y mi estómago se hunden en derrota. Vino por ella.

—Lo siento bambinos, soy una entusiasta del amor, pero esto es un lugar público, por favor, mesura.

—Lo siento señora. —Darren se disculpa mientras Daisy le arrastra hacia sus amigas. Cuando lo tiene a su lado, me mira y sonríe con superioridad. Lo sé perra, es tuyo.

Las amigas de Daisy también me miran, creo que estoy congelada y no entiendo el por qué. Blas carraspea y me devuelve al presente.

—Bien chicos, entonces, serian siete malteadas. Tres de chocolate, una de fresa y tres de vainilla ¿Algo más?

—No, gracias Celeste.

—Con gusto.

Les doy la espalda para encontrarme con la mirada de Darren, levanta su brazo y me saluda con una sonrisa. Me confunde, pero correspondo al saludo. Veo como Daisy arruga su preciosa frente y le dice algo por lo bajo a Darren, él se encoje de hombros.

—Amor mío, Patch, necesito siete malteadas...

—Hola Conejita.

Galletitas de Zanahorias...

Si usa ese tono de voz cada vez que diga conejita... creo que me pondré dientes más grandes.

—Darren. —Disimulo mi estado ansioso-normal con un saludo simple.

—No sabía que trabajas aquí. Veo que el rojo te queda muy bien, ayer te veías increíble y hoy igual. —Trata de tocar mi moño de cebolla, me aparto—. Ese moño es realmente sexy. Me gusta.

Voy a peinarme con este moño todos los santos días hasta que muera o quede calva.

—Gracias, lo hice especialmente para ti —contesto con sarcasmo—. Y sí, el rojo es uno de mis colores favoritos, creo que me sienta bien.

—¿Que harás esta noche? —pregunta y recuesta su cuerpo en la barra. Le ordeno a mis ojos continuar mirando su rostro y no escanearlo descaradamente.

Quietos mararay... nada de mirar hacia abajo.

—Trabajar.

—¿Trabajar? Pero es sábado. —Su hermoso rostro se contorsiona en confusión.

—Si bueno, algunas personas tenemos muchas responsabilidades, como, por ejemplo, comprar un bolso Gucci o unos Louboutin. Lo malo es que no tenemos una familia millonaria.

Ríe entre dientes. —¡Esas son sin duda unas grandes responsabilidades! Sólo pensé que saldrías hoy, somos jóvenes aún.

—En realidad ayer bailé tanto, que deseo llegar a casa y quedarme recostada.

—¿Saliste anoche? —Levanta una ceja y cruza sus brazos. Esos brazos dioses... tengo que morder mi labio inferior para evitar decir algo inapropiado—. No hagas eso —gruñe.

—¿Qué no haga qué? —Me siento sin aire cuando escucho ese tono ronco y demandante.

—No te muerdas los labios. —Sus ojos están mirando fijamente mi boca ahora.

—Darren, tu novia está aquí. —grita Daisy, ruedo mis ojos ante lo patética que es esta chica.

—Ve con tu novia, no deberías mirarme así cuando ya estás tomado.

Sus ojos regresan a los míos, su postura se torna rígida y sus cejas de juntan.

—¿Tomado? Sí, podría ser... pero no estoy ciego y tú caramelo, eres algo muy bueno para mirar.

—Hombres —suspiro con pesar—, todos son iguales. Nunca están conformes con lo que tienen...

—Lo que pasa entre D y yo es diferente Celeste. Nadie lo entiende y tampoco espero que lo hagan —gruñe. Descruza sus brazos y me clava con su mirada.

—Si la amaras, no estarías coqueteando conmigo. —Igualo su postura, una media sonrisa se dibuja en su cara, pero la borra rápidamente.

—No todos amamos igual que tú —espeta. Nos miramos por unos segundos antes de que regrese con su novia, que está enviando dagas con sus ojos hacia mi cabeza.

—Ese chico es... No me gusta Celeste. Un hombre que, teniendo una mujer a su lado busca a otra, no es bueno. Te mereces algo mejor. —No me percaté de Cipriano detrás de mí, escuchando todo. Su rostro está fruncido en una mueca de desagrado.

—Sólo somos amigos Patch, además yo estoy esperando por ti —bromeo tratando de aligerar el ambiente, no funciona.

—No me gusta —brama. Continúa mirando en dirección hacia donde sé, se encuentra Darren.

Asiento con la cabeza, soy hija única —por parte de mi madre, el donante tiene otros dos hijos— así que nunca tuve un hermano mayor que me cuidara.

—Tranquilo Cipriano, lo mantendré lejos de mis pantalones.

Gruñe una respuesta y regresamos a nuestro pedido.

Media hora después, he derramado dos jugos; Darren no ha dejado de observarme y eso me tiene muy nerviosa. Todas las mesas del lugar están ocupadas y los chicos del cumpleaños van por su segundo pedido.

Observo a Melanie y no puedo evitar sentir ternura hacia ella, es tan pequeña y linda. Voy hacia el almacén del restaurante y tomo dos velas; Cecci y yo siempre horneamos algunos pasteles para nosotros, tomo uno de chocolate y crema de fresas que sé, le gustara a Melanie; coloco los números uno y seis en él. Cecci y Fabio se percatan de mi intención y sonríen, aprobación llena sus ojos. Enciendo las velas mientras Fabio escribe el nombre de la chica sobre la cubierta.

Cipriano y Tay se unen a mí cuando paso por la puerta de la cocina, Blass nos divisa y sonríe, le guiño un ojo y empiezo a contar para que sepan cuando iniciar con...

Cumpleaños feliz...

Melanie nos observa con fascinación, sus ojos se llenan de lágrimas y sus labios forman una hermosa sonrisa, toda la mesa que le acompaña y los otros comensales se unen al canto.

Felices dieciséis Melanie. Gritamos todos.

—Gra...gracias. ¿Es de chocolate? —pregunta entre lágrimas y sonrisas.

—Si cariño, es para ti. —Me regala otra hermosa sonrisa, Blass asiente con su cabeza y Zafiro me da un apretón de mano antes de tomar la mano de Marco, él luce felizmente incómodo. No puedo evitar reírme entre dientes por su tensa y tímida sonrisa.

Mis ojos se desvían nuevamente a Darren, me observa con una sonrisa y no puedo no corresponderle con una mía.

Otra media hora después, Daisy no resiste más no ser el único centro de atención de su chico y decide irse arrastrándolo con ella; él no logra despedirse de mí, estoy muy ocupada con una mesa de siete chicos muy hambrientos.

La tarde sigue su curso mientras todos seguimos trabajando, las mesas se desocupan y ocupan, pronto son las ocho treinta y nos preparamos para cerrar.

—Un día productivo. ¡Meno Male! —Cecci se deja caer en la barra. Mientras Tay y yo limpiamos, Fabio dejó que Marco se fuera con sus amigos, es un chico juicioso y merece divertirse.

—Sí, gracias a Dios hoy fue un buen día —concuerda Tay.

—¿Te llevo a casa bella? —Nunca pierde las esperanzas. Cipriano sale de la concina con las manos en sus bolsillos y su rostro lleno de ilusión.

—Gracias Cipriano, voy con Celeste.

—Adiós mía familia. —Me despido de todos. Le envío una mirada de disculpa a Cipri y salgo tras mi rubia amiga.

—¿Por qué lo rechazas? Ese chico está loco por ti, y sé que a ti también te gusta —reprocho. Mi amiga es una demente si deja pasar un hombre como él.

—¿Sabes a lo que se dedica?

—¿Y eso que tiene que ver?

—Hace dos meses se accidentó en uno de sus "eventos", estuvo trece días en el hospital y cada uno de ellos, una chica diferente estaba en su regazo "tratando de consolarlo" —No se me escapan las comillas al aire—, aparte de que su vida está en constante peligro, tiene varias mujeres en su nómina. No seré una más.

—Vamos Tay, sabes que si lo aceptas él no tendrá ojos para nadie más.

—Sí, mientras esté aquí conmigo o yo allá con él, el resto nadie lo asegura.

—Tay ese chico sólo tiene ojos para ti, eres la única a la que ve. Si le dieras la oportunidad alejaría a todas esas mujeres.

—Los hombres piensan con la polla...

—Bueno en eso tienes razón, pero vamos Tay él...

—No C, ya te lo dije. Prefiero querer a muchos que sufrir por uno.

—Está bien. —Tay es imposible, si alguien ha tenido un pésimo ejemplo de padre y de hombre es ella. Es una batalla perdida cuando de hombres y oportunidades se trata, sé escoger mis batallas, así que lo dejo ir.

Pobre Cipriano...

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