Capítulo 32
Hoy es mi cumpleaños.
Mi madre me llamó a las seis de la mañana para felicitarme, las chicas prepararon un desayuno a base de huevos, tocino, pan tostado y jugo de naranja.
Hicieron una carita feliz con los huevos y el tocino.
Estuve en las clases de la mañana y recibí varias felicitaciones de mis amigos, Connor, Ian, Bruno, Brenda, Mark, incluso Dani y Julián me felicitaron.
En el almuerzo, nos reunimos en la misma mesa de siempre. Bruno trajo un Cup Cake de la cafetería donde trabaja y con una pequeña vela me cantaron el cumpleaños. Recibí otros regalos que me conmovieron.
Aún no había destapado el regalo de Darren, ni los otros, así que no sabía qué tenía y qué cosas me habían dado en la fiesta del viernes pasado. Pero estos regalos no podían hacerse esperar, necesitaba, por el bien de todos, revelar qué contenían. Las caras y sonrisas de todos lo pedían.
Donna y Mark me regalaron un perfume de esos que tanto me gustan y con pases para un concierto de una banda para el próximo fin de semana. Ian, me dio un libro que deseaba desde hace un tiempo. Connor me dio otro libro y unos pendientes, me sonroje por el libro, no sabía que había notado era el último de la trilogía que me faltaba.
Bruno me dio unas bragas que me hicieron estallar en carcajadas y sonrojaron a los chicos y un pase para lencería en una exclusiva boutique. Tay me dio una hermosa pulsera de amistad, le sonreí y casi lloro en agradecimiento. Brenda y Dani me entregaron un bono para comprar en la boutique de Alexandra, una diseñadora en alzas que tenía una ropa divina, bien por ellos y por mí. Julián y su novia me enviaron un enorme ramo de flores a casa esta mañana, con una tarjeta y un lindo mensaje.
Cantamos el cumpleaños feliz y soplo la velita de mi mini pastel, reímos y disfrutamos un rato.
La sensación de alguien observándome pica en mi espalda, levantando los vellos de mi cuello. Inquieta por dicha sensación, alzo mi mirada para encontrarme con unos hermosos ojos azules que reconozco y que he extrañado, ojos que me transportan a otra dimensión.
Darren se encuentra recostado en un gran árbol a unos cuantos metros de nosotros. Me ofrece una media sonrisa cuando nuestras miradas se cruzan, articula un "feliz día", sonrío un poco, pero Daisy se acerca a él y regreso la mirada al grupo.
Tay nota nuestro intercambio, me mira sacudiendo su cabeza enviando un mensaje claro de "No vayas ahí". Asiento.
—¿Qué harás esta noche? —pregunta Bruno. Ajeno a lo que acaba de pasar.
—Voy a cenar con mi madre, Tay me reemplazará mientras tanto con las chicas de la fundación y luego iré allí.
—¿Fundación? ¿Qué fundación? ¿De qué me estoy perdiendo?
Oh cierto. Bruno no lo sabe.
Le cuento lo que las chicas y yo hemos estado haciendo y decide unírsenos en las clases de baile.
—Genial nos vemos a las siete —dice. Sonríe encantado con la idea de poder participar de algo así. Me enorgullece tener amigos tan solidarios y dispuestos siempre a ayudar.
—Nos vemos B.
Termino mis clases de la tarde y cuando regreso a mi departamento, me encuentro un enorme oso de peluche en la puerta, un enorme ramo de flores, un paquete de regalo más pequeño y unos chocolates.
¡Guau! Se tomaron muy enserio mi cumpleaños.
Una pequeña nota en las flores no me dice el nombre de la persona, pero si me confirma quién es:
No te deshagas de ellos, los obtuve para ti antes de lo que sucedió. Espero que los conserves como un recuerdo de un amigo que te quiere.
Feliz cumpleaños Conejita.
X.O
Darren...
Tomo mis regalos y entro al apartamento, les envió un mensaje a las chicas y voy hacia mi cuarto. Ubico el enorme y hermoso peluche en mi cama, las flores en mi mesa de noche y dejo la caja en mi tocador. Busco entre los regalos del sábado el paquete azul marino. Cuando lo encuentro, tomo la caja y me siento en la cama doblando mis piernas.
El paquete más grande es una caja de terciopelo negra, al abrirla, jadeo al ver una hermosa cadena de oro, una pequeña nota se encuentra en el fondo:
Algunos hombres regalan joyas para embellecer a la mujer. Yo te regalo esta joya para que todos vean cuan hermosa eres Tú y lo poco que lo es esta joya en tus manos.
Darren.
Es una pieza delicada, un collar de circones pequeños, con un hermoso dije de ángel rodeado de diamantes. Es hermosa y simple a la vez.
Abro la segunda caja y cubro mi boca al encontrar una pulsera del mismo diseño con un dije de "la mano de Dios" también rodeado de diamantes pequeños.
—¿Quién es el hombre rico y como hago para obtener una de esas? —dice Tay, entrando a mi habitación y arrebatando las joyas de mi mano—. Mierda, esto debe valer... como esta vida y la otra.
—Son de Darren. —Señalo el oso de peluche y las flores—. Todos son regalos suyos. ¿Qué debo hacer Tay?
—¿Cómo que qué debes hacer? —dice, mirándome como si hubiera perdido la cabeza—. Pues usarlos que más.
—Pero se supone que ya no somos amigos —protesto.
—¿Y? ya te los regaló. Disfrútalos. Es mejor enfrentar nuestros miedos que esconderlos.
—Yo no le tengo miedo —murmuro, confundida por su lógica.
—Quiero decir que negar su existencia o que hizo parte de tu vida no te ayudará a salir adelante.
—¿Y el recordarlo y lamentarme sí?
—¿Por qué te lamentarías si estas usando algo como esto? —Cuando no respondo, continua—. Podríamos venderlas y luego comprar muchos zapatos.
—¡No! —grito y trato de alcanzar mis preciosos obsequios.
—Es lo que creí —dice con una sonrisa. Vuelve a mirar detalladamente las dos piezas de oro—. Dios, son hermosas. Debo decir que buen gusto sí tiene, pone en vergüenza mi regalo.
—Me encanta tu pulsera. —Toco la pulsera que me regaló que ahora está muy bien acomodada en la muñeca de mi mano derecha—. No importan los quilates Tay, importa el sentimiento y la persona.
—Observando estas bellezas, a mi sí me importan los quilates.
—Estás tonta —resoplo.
—Pero con finas joyas.
Reímos y bromeamos por un rato. Abrimos el resto de los regalos que contienen cremas, perfumes, bonos de compra entre otros.
Unos minutos después, me deslizo al baño para prepararme y encontrarme con mi madre. Uso un hermoso vestido de verano amarillo —gracias al cielo que octubre aquí no es tan frio—, unas hermosas sandalias con correas delgadas doradas y dejo mi cabello en ondas naturales.
—Que linda te ves, si no te conociera diría que eres un dulce angelito —bromea Tay.
—Soy un dulce angelito —respondo, fingiendo estar indignada.
—Sí, claro T —ríe.
—Perra.
Me despido de mi amiga y voy a casa de mi madre.
Soy recibida con una enorme tarta, globos y algunos de los vecinos de mi madre. El señor y la señora Gutiérrez, los Dawson y los Méndez.
Hay más regalos para mí que consisten en bonos para compras —renovaré mi armario— y algunos libros.
¡Yumi! Mi estantería también será renovada.
Terminamos la pequeña celebración y me dirijo hacia la fundación, donde Bruno y las chicas me esperan en la entrada, pasamos a April y seguimos hacia Garrick y Victoria.
Los ojos de Vicky me confirman que sabe algo, me mira con simpatía y comprensión.
—¡Hola Victoria! —exclamo, entusiasmada. No finjo la emoción que siento al estar aquí, estoy contenta, aunque mi estómago se retuerce en anticipación. El auto de Darren está afuera.
—Celeste, dime Vicky por favor. —Me sonríe cálidamente y le da un apretón a mi mano.
Lo sabe.
—Está bien. Vicky, aquí esta Bruno, viene a acompañarnos también, cuando yo no pueda estar, él lo hará por mi
—Es bueno verte otra vez. —Saluda a mi amigo con un abrazo—. Gracias por unirte a nuestra causa.
—Es un placer para mí.
—Las chicas están emocionadas, han estado ocupando mucho a Tay. Vayan y sálvenla.
Reímos y nos dirigimos hacia la cancha, mi corazón tartamudea cuando ve a Darren con los chicos.
Es tan hermoso, levanta su mirada y se encuentra con la mía. Me da un pequeño asentimiento de cabeza mientras examina mi cuello y muñeca, sus labios caen cuando no encuentra sus obsequios en mí.
Asiento en su dirección y me concentro en las chicas.
—¡Hola! —chillo para todas.
—¡Celeste! —gritan en respuesta. Saltan y se abalanzan sobre mí—. ¡Feliz Cumpleaños!
Los chicos corren hacia mí para felicitarme, Victoria sale con otra tarta en sus manos y Garrick trae algunos globos. Los chicos y chicas me entregan tarjetas de felicitación. Me abrazan y cantan el feliz cumpleaños.
Darren se mantiene alejado, pero me sonríe con calidez cuando mi mirada cae en él.
—Gracias. No tenían por qué molestarse.
—Todos debemos tener tarta y globos en nuestro cumpleaños —reflexiona Karla.
—Tienes razón. —Pellizco su mejilla—. Gracias a todos.
Compartimos trozos de tarta y refresco. Le doy gracias a Dios por ser tan afortunada y tener tantas personas a mí alrededor que desean compartir estos momentos conmigo.
Al hacerse más tarde, los niños regresan a sus habitaciones despidiéndose nuevamente de mí. Les doy besos a todos y dejo que marchen a sus habitaciones. Mis amigos y yo nos preparamos también para partir.
—Veintiuno ¿Eh? —dice una voz a mis espaldas, sorprendiéndome.
—Sí —respondo, volviéndome hacia Darren que se balancea en las puntas y talones de sus pies luciendo incómodo.
—Recibiste... —Aclara su garganta—. ¿Recibiste mis regalos?
—Sí, gracias son muy hermosas. Sazzy está celosa, tiene competencia —bromeo, ríe suavemente y baja su cabeza un momento.
—Pensé que necesitaba un chico para acompañarla. —Me observa por un momento en silencio—. No las estás usando.
Sé exactamente a qué se refiere
—¿No te gustaron? —pregunta, ante mi silencio.
—Por supuesto que sí —murmuro—. ¿A qué mujer no le gustaría algo tan hermoso? —Me siento tan incomoda con este torpe intercambio entre nosotros Muevo mi pie en círculos sobre el suelo—. Sólo no se sentía correcto, después de lo que te dije.
—Seguimos siendo algo así como amigos o conocidos Cone... Celeste —Se corrige, lo que me parte el corazón—. Además, ya los había comprado para ti.
—Me gustaron... yo debo irme —digo apresuradamente, necesito salir de aquí.
—Cuídate —dice con una sonrisa, pero esta no llega a sus ojos. Sus hombros caen y se ve tan derrotado.
—Tu igual. —Le envío un saludo torpe.
Me alejo del hombre que, hasta ahora, ha despertado los más fuertes sentimientos en mí. No miro atrás, no titubeo en mi camino... es hora de seguir adelante.
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